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Recordando la razón por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Hola a todas y todos, sigo apareciendo con fics nuevos, por pedidos y todo, espero que lo disfruten 

Notas del capitulo:

Hola a todos muajajajjajaja

me rio macabramente porque me gusta XD

Bueno si leyeron mi anterior fic de esta parejita sabrán la razón por la cual hice este fic... me enganché con ellos, me gusta mucho

 

Por una promesa que hice a Valeryn les traigo un Koyo x Ryohei, espero que lo disfrutes querida, agradezco su insistencia jajajja ok solo espero que cumpla con su parte también, también agradezco a Yumi quien me dió ideas, besos para ustedes

 

Sinceramente espero que les guste ya que es una idea bastante simple *sonrie nerviosa*

 

Nota: Las cursivas son narradas en pasado, son recuerdos 

 

 

El sonido de un pequeño gemido adornó la habitación, el aire estaba caliente, las cortinas cerradas casi por completo, apenas un par de rayos solares se colaban por ellas, eran débiles mostrando que todavía era muy temprano en la mañana, de nuevo un pequeño suspiro se escuchó un poco más ahogado, en la cama estaba la causa de aquel ambiente tan… intenso

 

 

-shh… no quieres que… nos descubran – la voz profunda de aquel chico era un susurro, sus cabellos verdosos rozaban con el rostro del jovencito que permanecía debajo de su cuerpo

-Ko…yo… para – apenas susurraba mientras se aferraba a las sábanas de la cama, se hallaba en cuatro, sus caderas levantadas, sus piernas separadas, sus brazos le servían de apoyo, sus manos estrujaban las almohadas y sábanas con desesperación – para… - jadeaba al sentir aquellas manos recorriéndole el vientre

-shh… tranquilo – adoraba escuchar esa vocecita ahogada, adoraba torturarlo de esa forma, le gustaba apoyar su pecho en la espalda del peliblanco, solo para sentir el movimiento errado de esa respiración – calma Ryouhei… shh – mordió su lóbulo derecho haciendo que el otro se arqueara y soltara un suspiro leve

-pero tú – se mordió el labio cuando sintió la lengua del ojirojo rozar su cuello, sentía la hombría erecta rozar contra su trasero y sin darse cuenta estaba moviendo sus caderas para sentirlo más de cerca, rozarse con el erecto falo, perderse en la excitación – Koyo… mi hermana… mgh

-el cerrojo está puesto – gruñó al sentir el roce en su miembro, mordió el hombro desnudo marcándolo como era común, le gustaba dejar en claro que aquel peliblanco de ojos grises era suyo, gemía por su causa, se corría gritando su nombre, se volvía loco como en ese mismo momento, recorrió las piernas bien formadas con sus manos, las apretó mientras ascendía en una caricia ruda – además… es muy… temprano

-ahh… Koyo – trató de contenerse pero era difícil, aquel chico que ahora lo sometía era… el único en atravesar esa línea, al único que le otorgaría el permiso para destruir su inocencia – para… - suplicaba pero en realidad le gustaba lo que hacía

-me gustan… tus piernas firmes – gruñó bajito mientras apretaba las nalgas del menor – tu lindo trasero – la voz seductora causó el estremecimiento del ojigris

-no digas… eso – suplicó en voz baja mientras sentía sus piernas temblar y su espalda arquearse, jadeó al sentir como aquellas manos ascendían por su vientre, delineando cada músculo desarrollado por el ejercicio – bas…ta

-tus lindos pezones – sonrió al escuchar el pequeño gemido cuando apretó uno de los mencionados, repasó la espalda desnuda con su nariz dejando un camino de besos pequeños – ¿sabes qué más?

-waa… espera – se tensó al sentir como una de esas manos descendía con habilidad, se cubrió la boca al saber lo que el mayor haría

-tu pene erecto me dice… que lo disfrutas – besó la mejilla de Ryohei escuchando como su amante intentaba ahogar los gemidos, paseó su mano por la extensión del falo goteante, apretó la punta apreciando como la espalda se arqueaba debido al placer – que lindo – gruñó mientras empezaba a masturbarlo de forma lenta y tortuosa

-no… no aguan… taré – susurró Ryohei quitando momentáneamente la mano de su boca pero su rostro fue girado de repente para que los labios contrarios tomaran posesión de los suyos, la lengua dentro de su boca era tan… cálida, jugueteando por donde deseara, no podía resistirse a pesar del miedo que tenía por esa situación

-también esto – susurró separándose mientras descendía sus caricias hasta los testículos del menor que se retorcía de placer  mientras cubría su boca lo mejor que podía, el peliverde escuchaba los gemidos ahogados, amaba escucharlo gritar pero en ese momento no podían – ya no aguanto

-hazlo… hazlo por… favor – pidió mientras sentía que las manos se alejaban de su cuerpo, respiraba entrecortadamente mientras dejaba que su pecho tocara las sábanas, levantaba más sus caderas quedando a merced del ojirojo

-lindo – susurró mientras introducía sus tres dedos con rudeza, ya lo había preparado con anterioridad pero le gustaba torturarlo un poco, escuchó el leve quejido, cuando se dio cuenta el menor mordía la almohada con desesperación, repitió la acción nuevamente viendo al menor arquearse – lo haré… - se introdujo de inmediato, usurpando aquella entradita rosada y dilatada, gruñó bajito al sentir la prisión en su miembro, adoraba aquella apretada envoltura, jadeo satisfecho mientras apoyaba su pecho en la espalda brillante por el sudor de su peliblanco

-Koyo – soltó esa palabra más alto de lo que debió haber sido, pero la excitación le superó, gimió liberándose un poco de tantas sensaciones juntas, su parte baja le quemaba, la electricidad recorría su cuerpo, sus piernas le temblaban, se había corrido de forma espléndida, dejando que su semen se esparciera por las sábanas, lo hizo en cuanto sintió aquel falo en lo profundo de su ser, se sentía tan lleno, tan completo – ah… Koyo – se dejó caer mientras jadeaba, sentía el agarre en sus caderas evitando que sucumbiera, su mente estaba en blanco, sus lágrimas bajaban sin permiso

-silencio mi pequeño – susurró divertido mientras besaba el cuello del menor – estamos en casa de tus padres – gruñó mientras sentía la necesidad de embestirlo con rudeza como usualmente lo hacía, cuando estaban solos en casa

-lo sé – respondió apenas mientras trataba de recomponer su respiración pero… quería más – pero yo… ah – sintió la primera embestida profunda, tuvo que morderse para no gritar, su cuerpo tembló pero estaban en un lugar en el cual no podía expresarse con libertad

-entonces muérdeme – susurró mientras levantaba el cuerpo de Ryouhei haciendo que se sostuviera con sus manos – déjame penetrarte duro pero… muerde mi mano – besó el cuello del menor mientras deslizaba su mano hasta los labios del ojigris – así no escucharán

-entonces… no te contengas – lamió el dorso de la mano de Koyo mientras sentía una nueva embestida fuerte, lo mordió con rudeza ocultando su placer, cada penetración lo llevaba al cielo, su cuerpo se movía debido al movimiento que Koyo imponía, el agarre fuerte en su cadera le dejaría marca, su entrada se expandía para aceptar al intruso, lloraba debido al placer que le producía cada repetición, una y otra vez podía sentirlo profundamente, escuchaba los gruñidos profundos de su pareja cerca de su oído, amaba a ese… idiota

-Royhei… mírame – lo giró sin salir de él y apenas lo tuvo de frente lo besó, con pasión, con necesidad, explorando cada milímetro de aquella boca, ahogó los gemidos de placer, sintió su espalda siendo arañada, lo excitó más aun, aumentando así su velocidad y su fuerza, quería llegar hasta el fondo… dentro, más y más profundo, masturbó al menor con velocidad, adoró los apretones en su miembro avisándole que el peliblanco se correría en seguida, bastó con dos profundas estocadas para sentir que lo estrujaban con fuerza, derramó su esencia de forma placentera al mismo tiempo en que el peliblanco lo hacía ensuciándolos a ambos, y a su vez, él manchó aquel interior delicioso que solo él podía invadir

 

 

¿Cuándo comenzó todo? ¿Cuándo cambio todo? ¿Cuándo su inocencia se terminó? ¿Importaba ahora? No lo hacía, lo único que tenían en mente era que… se amaban, aunque nadie lo entendiera, lo hacían, ahora eran adolescentes, casi terminando su educación, a punto de dar los exámenes de ingreso a la universidad, razón por la cual estaban mucho tiempo juntos “estudiando”, amigos desde hace mucho tiempo, vivían en sectores diferentes pero siempre hallaban forma de verse, tenían la misma edad separándose apenas por unos meses, incluso compartían los mismos gustos, solo bastó un día extraño para que todo empezara

 

 

Cierto peliblanco corría  con desesperación, apenas tenía siete años, inquieto, astuto, impredecible, pero en ese momento solo sabía que tenía que tomar la bandera en la cima de la colina y con ello su familia ganarían el juego en el festival escolar, el apuro era tanto que no se fijó que un niño venía en dirección contraria a la suya, con el mismo objetivo, con la misma velocidad, con la misma… falta de atención, cuando se miraron directamente ya era tarde, a pesar de que intentaron frenar, el golpe fue inevitable, cayeron juntos rodando un par de metros en el lugar, mientras el grito de una madre… o mejor dicho dos “¿estás bien hijo?” resonaba en el lugar, los padres llegaban apurados mientras los pequeños se levantaban adoloridos y con la marca en su frente evidenciando el duro golpe, uno de ellos sangraba levemente por la cortadura en su labio, los pequeños se miraron fijamente analizándose, retándose para al final mirar a sus padres, hacer un puchero y gritar “él me agrada/él no me agrada” simultáneamente, ambos chiquillos se miraron de nuevo “¿por qué dices eso?” los adultos en cambio se reían al ver esa imagen graciosa y tierna a la vez, al final perdieron el juego pero ganaron un nuevo vínculo

 

-¿Koyo podemos practicar? – una y otra vez Ryouhei repetía lo mismo, desde que supieron que compartían el amor por el deporte buscaban diferentes formas de encontrar su talento

-lo haremos después de comer, tengo hambre tonto – el ojirojo caminaba hacia su casa con apuro, apenas salían de clases pero ya estaba estresado al escuchar a su amigo

-lo había olvidado, entonces nos vemos en una hora, donde siempre – la sonrisa radiante del peliblanco siempre lograba calmar la desesperación del peliverde que solía suspirar mientras asentía y se separaban ya que sus hogares estaban en direcciones opuestas

 

Aquellos juegos infantiles siguieron por años, sus padres eran felices al ver la amistad tan fuerte que el par tenía, cada mes que transcurría se volvían mucho más cercanos, muchos los veían ya como hermanos, la casa del otro era considerada como su segundo hogar

 

-se me ocurrió iniciar en el boxeo – habló Ryouhei mientras consumía el helado de fresa sentado en el patio de su casa, el calor era horrendo por lo cual solo usaba un short y una camiseta delgada, su amigo usaba algo similar

-tenemos doce años – Koyo dejó de saborear su paleta de mora para mirar al ojigris – creo que podría funcionar – sonrió mientras sentía el abrazo entusiasmado de su amigo

-¡será extremo! – lo apretó con fuerza, habían pactado en ingresar a un equipo juntos, para al fin determinar quién era el mejor, el peliblanco derribó al mayor y rodaron por el suelo unos momentos

-¡ya déjame!  ¡me estas ensuciando de fresa! – se quejó muchas veces pero empezó a reírse de pronto, las cosquillas eran una forma de guerra que tenían, a pesar de tener doce... eso no cambiaba, un par de minutos después ya se hallaban persiguiéndose en la cocina y las habitaciones, a pesar de las múltiples advertencias de sus padres… las travesuras no pararon

 

 

-¿estás bien? – susurró el mayor mientras dejaba que su cuerpo dejara de temblar, se recostó encima del cuerpo ajeno que luchaba por recuperar la respiración normal

-no… - susurró apenas mientras estrujaba las sábanas entre sus manos, sentir el peso encima de él era… extraño, después de todo, todo pequeño movimiento lo estremecía, aún lo tenía dentro y… lo sentía, la calidez aún estaba presente – yo… Koyo

-¿te duele? – se preocupó de inmediato, solía perder el control con facilidad y es que teniendo a ese sexy peliblanco como pareja no ayudaba en nada – Ryouhei… lo siento

-tonto – sonrió divertido mientras escondía su sonrojo girando levemente su rostro – estás pesado

-pero quiero… seguir en esta prisión – susurró mientras presionaba para que su miembro sea notado en ese interior, todo  para que Ryouhei entendiera a lo que se refería – me quedaré un rato

-no te… muevas – se quejó, después de todo aún estaba sensible, y no quería gemir – espera… - se mordió el labio cuando sintió un nuevo movimiento

-dijiste que te estoy… haciendo daño – salió de su interior con la mayor de las paciencias, torturándolo solo para su satisfacción ya que podía verlo controlarse con toda su fuerza de voluntad, se tumbó a su lado, respirando profundamente, en verdad adoraba ese tipo de ejercicios

-Koyo… eres un idiota – se quejó mientras golpeaba el hombro ajeno – sabes que no puedo hacer ruido

-no es mi culpa que seas tan escandaloso – se rio bajito mientras observaba el ceño fruncido del peliblanco

-mira quien habla, quién es que dice millón de… cosas… obscenidades mientras lo hacemos – se quejó bajito mientras se giraba hasta poder admirar el techo, por instinto buscó las sábanas para cubrirse

-agradece que me contuve – sonrió burlón ayudándolo a taparse, lo abrazó de pronto impidiéndole cualquier movimiento – pero sabes que te gusta escucharme describiendo lo que planeo hacerte

-no digas nada… y mejor busca nuestra ropa – se quejó el más joven ocultando el sonrojo que tenía – se supone que estábamos durmiendo después de estudiar toda la tarde

-ya lo sé – Koyo con fastidio se levantó cumpliendo las órdenes dadas, odiaba tener que levantarse después del sexo pero estaban en casa de Ryouhei, sus padres y hermana estaban allí y a pesar de que acordaron no tener ningún… contacto físico… les ganó la tentación

 

 

-oni-chan te ves muy emocionado – Kyoko sonreía mientras observaba a Ryouhei alistarse para su trote diario, aún era muy temprano pero la chica se había levantado por un vaso de agua –

-es porque entrenaré con Koyo en la tarde – sonrió emocionado mientras se golpeaba las mejillas levemente para despertarse por completo – debo estar listo para entonces –

-buena suerte oni-chan – la jovencita sonreía con cariño mientras apoyaba a su hermano – y dile a Koyo-nii que puede venir a cenar, les prepararé algo para que recuperen energías

-Kyoko… - el peliblanco se acercó a su hermana – ¿no me digas que te gusta Koyo? – soltó eso sin pensarlo pero también sintió un extraño malestar en el estómago, algo que le dolía, era el temor de la respuesta de su hermana

-él me agrada – Ryouhei sintió algo en su pecho, un dolor leve – porque siempre hace feliz a oni-chan, es como mi hermano también

-mejor así – sonrió mientras sentía que el dolor se iba de inmediato – porque si no tendría que ponerme serio con Koyo, debo proteger a mi pequeña hermana – despeinó un poco los cabellos de la castaña antes de salir de casa para recorrer el sendero que se sabía de memoria – sería muy raro que Koyo fuera… su novio – susurró cuando estaba lejos de casa, por alguna razón no le gustaba esa posibilidad

 

 

 

 

-Me dejaste una marca – se quejó el peliblanco cuando ya ambos se habían levantado 

-no te preocupes, ya no tenemos actividades en el club – sonrió divertido mientras se acercaba al menor para acariciar sus nalgas que ahora estaban cubiertas por el bóxer

-¡deja de hacer eso! – se quejó golpeando la frente del peliverde y sonrojándose, aún no le hacía gracia esas caricias desvergonzadas  – ¡y vístete!... no quiero que Kyoko te vea así

-¿celoso? – se burló mientras buscaba sus lentes

-mi hermana no necesita verte semidesnudo – se quejó mientras se colocaba la polera para bajar a desayunar – ella no… ella es inocente todavía, la protegeré de ti

-eres un tonto – rio bajito – es como si fuera mi hermana, también la protegería y tampoco soy un pervertido que va por allí en busca de ingenuos que atormentar – miró a Ryouhei quien estaba más serio de lo normal

-no te le acerques demasiado – se cruzó de brazos, su hermana estaba prohibida

-¿en verdad estas celoso?

-¡no tienes tanta suerte! – casi gritó tratando de ocultar el sonrojo que tenía en sus mejillas, entonces vio la sonrisa burlona de Koyo quien se acercaba ya usando pantalones – ahora es hora de desayunar – se alarmó intentando salir, abriendo el cerrojo y…

-que tierno – susurró tirando del peliblanco hasta abrazarlo, ignoró las protestas que ahora ya eran gritos para que lo soltara, lo derribó y terminó en el suelo junto con Ryohei, intentó besarlo pero el peliblanco lo alejaba con todas sus fuerzas

-basta Koyo… no es buena idea que – se silenciaron de inmediato al escuchar la puerta abrirse, la sonrisa de una muchacha los dejo helados mirándose el uno al otro por unos instantes antes de dirigir su atención hacia la puerta

-oni-chan, la comida ya está lista, tú y Koyo pueden bajar – la castaña sonreía mientras con su celular tomaba un par de fotos

-Kyoko esto no… esto – Ryohei no sabía ni que decir, no hallaba forma de explicar porque Koyo estaba entre sus piernas mientras intentaba abrazarlo, además que él solo usaba la polera y el peliverde solo pantalones ¡eso no tenía explicación!

-no me gusta que peleen – se quejó la castaña con un puchero

-Kyoko no estamos peleando… así que borra esa foto – se alarmó Koyo apartándose del peliblanco, se dio cuenta de aquel aparato infernal, ¡eso no debía conocerse aún!

-no… - se alejó de ellos sonriendo – esto será mi chantaje cada vez que los vea pelear de nuevo – sonrió mientras daba pasos hacia atrás – no tarden en bajar – fue lo último que los muchachos escucharon antes de suspirar y caer al suelo rendidos, era su primera falla desde que empezaron con esa relación

 

 

 

 

 Las victorias eran muchas, ambos eran reconocidos por ser los ganadores de innumerables batallas de campeonato, el boxeo era su pasión, el entrenamiento su alimento diario, estaban enamorados del deporte pero… también reconocían algo más, el primero en darse cuenta fue Koyo, el mismo día en que quiso tener una novia, reconoció que solo lo hacía para intentar averiguar si lo que sentía por Ryohei era solo amistad, a la semana de experiencia quedó claro que la chica no le inspiraba nada, por el contrario del peliblanco, que se veía un poco deprimido, quien  le inspiraba mil y un cosas, abandonó toda idea absurda de heterosexualidad, a principio fue duro aceptar que su mejor amigo... que ese ingenuo y hasta un poco idiota peliblanco hacia que su mundo se moviera pero no podía evitarlo… se enamoró de él

-¿has pensado en buscar una novia? – Koyo quería saber la opinión de Ryohei así que lo preguntó, ese día se habían quedado hasta tarde, encargando de cerrar la sala de entrenamiento, le temía a la respuesta pero, debía saber – seguramente la chica que viene a verte estaría gustosa de…

-creo que no me interesa – sonrió el peliblanco mientras tomaba las escobas para guardarlas

-¿estás seguro? – en el fondo estaba feliz pero… ahora venía el problema de las ilusiones que empezarían a formarse en su cabeza

-¿por qué mentiría en algo así?, mi vida es el boxeo, y viviré esto AL EXTREMO – gritó mientras elevaba sus puños con emoción, en ciertas ocasiones Koyo se preguntaba cómo pudo enamorarse de alguien tan… idiota, pero ya no podía hacer nada

 

 

Cuando bajaron para el desayuno en familia, los mayores de la casa los observaban divertidos, ambos jóvenes se tensaron de inmediato, no tenían ni idea de donde podría parar esa fotografía, así que debían borrar la evidencia a como dé lugar

-¿oni-chan, Koyo-nii pueden acompañarme a comprar un regalo para Hana?, pronto es su cumpleaños y quiero sus opiniones – los chicos se negaron en un principio pero al recordar que la chica tenía algo que a ellos les interesaba decidieron colaborar

-pero borra esa fotografía – exigió Koyo en un susurro, pues sabía perfectamente que Ryohei jamás exigiría nada a su pequeña hermana

-solo si se comportan bien

-pagaré los gastos

-trato hecho – sonrió la chica divertida mientras presionaba algunos botones y mostraba la galería vacía, el peliverde suspiró aliviado mientras la castaña solo se mantenía sonriente

 

El camino al instituto fue un poco incómodo para los tres, la escena de la mañana no fue apta para ser recordada, pero al parecer la que más disfrutaba era Kyoko que con una sonrisa burlona les dijo que no se lo diría a nadie, ellos creyeron en las palabras de la muchacha quien añadió “adoro el cariño de hermanos que se tienen… pero siguen siendo un par de niños” si tan solo supiera…. El cariño como ella lo llamaba se había transformado en deseo carnal hace mucho tiempo

 

Estaban somnolientos debido al ajetreo por el cual perdieron tiempo en la mañana, o mejor dicho disfrutaron el tiempo en la mañana, bostezaban constantemente, antes de separarse hacia su respectivo salón se encontraron con una pareja singular en aquel lugar

-Ryohei-kun, Koyo-kun me alegra verlos – la sonrisa dulce de aquel chico calmaba a cualquiera, prueba innegable de eso era el carnívoro que se mantenía callado apenas unos pasos detrás de ellos, desde que la relación entre ese par había nacido, no solo había comenzado el alboroto escolar sino que el propio Tsuna calmaba un poco la series de “mordidas hasta la muerte” en la mañana o en la tarde, al menos a esas horas algunos podían respirar tranquilos

-¡Sawada! – con alegría el peliblanco golpeó el hombro del castaño que solo rio débilmente – ¿has decidido unirte al club de boxeo?

-rechazaré la oferta nuevamente – sonrió Tsuna, ocurría eso cada mañana, la respuesta era la misma pero Ryohei jamás se rendía, algo que Koyo admiraba

-entonces deberías hacerlo tú Hibari – sonreía el ojigris pero el mencionado solo ignoraba por completo a todo aquel que no fuera su castaño de ojos chocolates

-vámonos Tsunayoshi – gruñó de pronto el azabache para darse media vuelta y proceder a retirarse, Tsuna se despidió con una leve reverencia, siguiendo el camino que el prefecto de Namichu recorría también, a lo lejos el par de amigos observaba el sonrojo del menor al tomar la mano del azabache quien sonreía de medio lado

-en verdad se quieren – sonrió Koyo – eso es lo más extraño

-así es la vida, amarse al extremo es su destino – mencionaba el peliblanco mientras se encaminaba a su salón

-puedes tener razón – sonrió de medio lado mientras rodeaba el cuello de su amante con su brazo, en forma que solían hacerlo siempre – nos vemos en la tarde… ahora si debemos estudiar – fue su ultimo comentario antes de desviarse a su aula dejando un sonrojo en la piel bronceada del otro

 

 

Algo que a Koyo le molestaba por sobre todas las cosas era la persecución que Ryouhei tenía con Hibari, el prefecto del instituto, cada vez que los veía, el peliblanco solía perseguir al azabache intentando que ingresara al club de boxeo, sin importar las veces que lo intentara la respuesta negativa siempre era la misma, tal vez para Ryohei no era nada raro, pero los celos carcomían el alma del pobre Koyo quien quería que esa atención estuviera dirigida solo para él

 

Ese año fueron juntos al festival de invierno, como siempre rezaban en el templo para obtener prosperidad, después simplemente se perdían entre los puestos que ofertaban diferentes distracciones, algo común entre ellos, pero ese día sería diferente, la primera pista era que Kyoko había decidido ir con Hana así que estaban solos, con tan solo 14 años Koyo estaba ansioso por encontrar el momento adecuado, confesarse a su mejor amigo había sido la decisión más difícil que tomó en su vida, después de todo, confesarse y que lo rechazaran acababa con todo atisbo de amistad, por el contario confesarse y ser aceptado conllevaba a que tendrían que ser una pareja normal… pero… ¡ellos no eran normales!

 

-a veces me atrae tu forma de ser – Koyo soltó esa frase mientras observaba a Ryohei ayudar a una pequeña que se había caído, tal vez era normal ya que el peliblanco era el hermano mayor, pero esos pequeños detalles… eran como el centro dulce de un caramelo duro

-a mí también me gusta tu forma de ser – sonrió levantándose de un salto para seguir con su camino – nunca te rindes y entrenas con toda tu fuerza, tu entusiasmo es ¡extremo!

-no me refiero a eso – gruñó molesto mientras jalaba a Ryohei para ir al puesto de bolitas de pulpo – me gusta… todo de ti, a veces eres dulce aunque en la mayoría de veces eres un idiota

-¡el idiota eres tú! – se quejó el peliblanco soltándose – siempre te portas como si supieras todo pero estás a mi nivel – hizo un leve puchero para de inmediato ignorar a su compañero y empezar a correr al puesto de comida

-el único que no entiende nada eres tú – se exaltó mientras seguía al ojigris – pero ahora lo sabrás – cansado era la única palabra que lo describía en ese momento, durante días le había insinuado sus sentimientos pero el peliblanco parecía no entender nada o se lo tomaba como una broma – ven conmigo – gruñó mientras tomaba el brazo del peliblanco y lo obligaba a alejarse de toda esa gente que los miraba con curiosidad

-¡oye! Aún no he comprado nada – se quejó el peliblanco un poco enfadado sin entender nada de lo que sucedía, generalmente peleaban pero jamás vio tan enfadado al peliverde

-solo cállate y sígueme – protestó mientras se concentraba en alejarse de la multitud

 

 

Al terminar las clases retomaron el camino a casa nuevamente, juntos como era normal, bueno al menos hasta que recordaron que debían acompañar a Kyoko a donde ella deseara, suspiraron presintiendo que recorrerían todos los locales posibles pero valía la pena, para Ryohei hacer feliz a su hermanita era su mayor placer y para Koyo pagar por el silencio de su hermanita adoptada también era un gran alivio, aunque en el fondo el peliverde presentía que esa castaña sabía más de lo que decía saber, al final de la tarde estaban completamente agotados pero tenían que seguir con sus estudios, no sabían cómo pero estaban rindiendo bastante bien, las clases en un instituto especializado los fines de semana estaban rindiendo frutos y sumándole el esfuerzo que ponían entre semana, seguramente todo sería un éxito

-¿Crees que sea buena idea decirles sobre… nosotros? – era ya la una de la mañana, en esa ocasión estaban en casa de Koyo, se disponían a dormir de verdad pero Ryohei se atrevió a preguntar

-todavía estás inseguro – sonrió levemente el peliverde – también lo estoy

-hablamos como si fuésemos a revelar que somos criminales – los dos estallaron en carcajadas ante tal comentario

-mejor esperamos hasta vivir en Tokyo – sonrió calmado, ya muchas veces trataron de animarse a decirlo pero preferían mantenerse en secreto, el miedo los invadía levemente, a pesar de que sus padres se llevaban bien, aceptar una  relación homosexual era un caso aparte

-parece que has madurado – se burló mientras acomodaba el futón

-y tú no lo has hecho

-¿quieres pelear? -

-mejor otra cosa – sonrió mientras se acercaba con segundas intensiones

-no te atrevas – se quejó mirándolo mal – mañana tenemos que madrugar, nos vemos mañana – sin mirar a su amante se recostó en el futón dispuesto a dormir

-aguafiestas

-pervertido – sonrió Ryohei triunfante, ya demasiado peligro corrieron la noche pasada, no estaba dispuesto a repetirlo

 

 

 

Solo paró de arrastrar al peliblanco cuando llegó a la profundidad del bosque lejos del festival, respiró aliviado cuando vio que el menor solo suspiraba y se disponía a escuchar

-¿ahora me dirás por qué estás tan enfadado? – se quejó Ryohei mientras miraba el ¿nerviosismo? en su amigo

-cállate y escucha todo sin interrumpir – era ahora o nunca, respiró profundo mientras el otro solo estaba confundido

-bien, no lo haré, no interrumpiré

-me gustas… no de la forma que estás pensando, me gusta cuando sonríes aun cuando va dirigido para alguien más… me gusta el brillo en tus ojos cuando Kyoko te halaga o apoya, incluso cuando hablas de boxeo… me gusta cuando eres demasiado inocente y no entiendes mis malditas indirectas – se quejó mientras suspiraba para calmarse un poco, observó el rostro sorprendido del peliblanco – me gusta todo de ti, incluso lo fastidioso que eres cuando quieres conseguir que alguien ingrese al club de boxeo, pero odio que dirijas tu atención a alguien más que no sea yo… quiero que me mires diferente que a los demás, que te des cuenta de que – respiró profundo antes de terminar con su confesión - … estoy enamorado de ti… y seguiré estándolo a pesar de que me rechaces o me odies

-…- el silencio invadió el lugar por unos minutos, el más joven se quedó mirando al peliverde quien tenía un sonrojo sin creerse lo que acababa de decir, jamás estuvo en sus planes ser tan sincero y sonar tan… tan cursi, ¡eran chicos por amor al cielo! – yo no pensé… que tú

-me acabo de declarar – suspiró cansado observando la nula reacción de Ryohei – podrías al menos pensar en una respuesta coherente

-no soy una chica así que… ¿por qué te me declaras?

-odio estas ocasiones en las cuales gana tu… inocencia – quiso decir estupidez pero se contuvo, no quería ocasionar una pelea en un momento tan importante

-¿estás bromeando?

-dije que estoy enamorado de ti – se rindió totalmente, ya había perdido esperanzas con el peliblanco, ya se había declarado y estaba claro que sería rechazado, así que… no tenía que más perder, ¿verdad? – Tonto – susurró mientras recorría la distancia que los separaba, con su mano derecha levantó el mentón del menor hasta que pudo observar aquellos iris grises, se acercó con lentitud y lo hizo… besó aquellos labios cumpliendo un capricho, un deseo que necesitaba volver realidad, un beso sencillo que apenas duró unos segundos, Ryohei no protestó o intentó separarse por lo que el peliverde se arriesgó, unió sus labios nuevamente  mientras usaba su otro brazo para rodear la cintura contraria, movió sus labios con lentitud, marcando un ritmo suave que para sorpresa suya fue… correspondido

-yo también – susurró apenas cuando de nuevo Koyo se separó de él, sonrieron felices, se besaron una vez más, con inocencia después de todo era su primer día como pareja

 

 

 

Kyoko sonreía mientras bebía la taza de té que Hana le brindó en su casa, su amiga veía una foto en su celular mientras sonreía

-¿en serio no la borrarás? – Hana observaba a Kyoko con una ceja levantada – pagaron todo, creo que no es justo

-es un recuerdo preciado, además Haru me dará lo que sea si comparto esta imagen con ella

-estás siendo muy… no sé ni cómo definirte – sonrió Hana

-pues estoy feliz de que ellos sean felices juntos, se quieren mucho y… puedo sacar provecho de su relación, al menos hasta que decidan hablar

-bueno, si lo compartes conmigo, te lo perdonaré

-lo haré, no te preocupes

 

 

 

A pesar de que su relación estaba casi completamente igual ante los ojos de los demás, entre ellos dos se podía notar un toque más íntimo y cálido, cuando estaban solos podían besarse, abrazarse, pelear o simplemente tomarse de las manos, guardaban silencio por temor… tal vez ese temor estaba infundado pero lo preferían así, un acuerdo mutuo

Cuando cumplieron un año de relación dieron el siguiente paso, mejor dicho las acciones de cierto peliverde los llevó a dar ese paso, podían recordarlo perfectamente y hasta reírse por ese recuerdo, jamás imaginaron que en esa noche después de navidad, después de disfrutar del parque de diversiones, pelearon hasta que llegaron a casa, a causa de un peluche rosa que sería regalo de Kyoko, la razón era sencilla ¿quién lo ganó?... cuando se dieron cuenta ese objeto estaba entre los diez premios ganados en los juegos, así que la disputa se dio por el simple hecho de no recordar quien obtuvo el obsequio, como azar del destino, nadie estaba en la casa del menor de ellos, siguieron discutiendo hasta que Koyo besó al peliblanco sin aviso, el menor lo correspondió, las caricias subieron de tono, su cuerpo les exigía un poco más, sus hormonas estaban exaltadas para ese entonces, así se dio su primera vez, inexperta, dulce, inocente de cierta forma, descubriendo los placeres carnales, empezando con las perversiones del mayor… y aunque no lo admitiera a Ryohei le gustaba ceder

 

 

 

-¿Quién fue el pervertido que inició todo? – se quejó el menor mientras tomaban un té en casa

-pues no escucho que te quejes o que me impidas seguir

-lo hago pero solo escuchas lo que te conviene

-está bien – sonrió Koyo con malicia – acepto que disfruto destrozando esa inocencia que tienes

-idiota… sabes que todo eso tiene consecuencias – se quejó Ryohei con el ceño fruncido y con un ligero sonrojo

-¿consecuencias?... ¿cómo que te vuelvas adicto al sexo?

-¡desvergonzado! – se exaltó el menor, odiaba cuando Koyo decía esas cosas en voz alta, al menos estaban solos en casa

-pues no se me ocurre nada más

-oye Koyo… – cuando tuvo la atención del mencionado le sonrió – ¿sabes lo que es un… doncel?

-¿eh? – soltó su taza derramando la bebida, solo vio la sonrisa del  peliblanco y después repitió – ¡¿EH?!

 

 

 

“Así será nuestra vida… siempre juntos” fue la promesa que ese par de chiquillos pronunciaron alguna vez

 

Sus planes consistían en cumplir esa promesa pero nadie sabía lo que en el futuro ocurriría…

 

 

Notas finales:

¿qué les pareció?

bueno si leyeron mi otro fic sabrán que ofrecí a hacer shots de parejas raras, ya tengo un pedido jejeje, muy raro por cierto (me refiero a tí Yumi), si alguien desea puede dejarme un review con un pedido y si puedo hacer el shot, lo haré (las probabilidades que acepte son el 90%) también pueden buscarme en mi facebook como KratSn fics 

 

Espero que me dejen sus comentarios, dudas, protestas, lo que deseeen , les responderé con el mayor gusto 

Me despido hasta el ID o el RL 

Besos sensualones!!!


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