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Notas del capitulo:

Ya que estamos finalizando el año, me gustaria desearles lo cierren de la mejor manera, y sobre todo ¡Un muy feliz año nuevo! ^^)/

Advertencia: *Posible Ooc* (aunque recordemos que los cambios hormonales en un embarazo no ayudan, ¡Ahora imaginemoslo en un hombre!) ok,ya

 

 

El silencio invadió el despacho de un momento a otro. No me podía creer lo que mis oídos estaban escuchando, así que incrédulo miré a mi padre a lado mío. En su rostro el ceño fruncido me avisó que había escuchado bien sobre el diagnóstico del doctor amigo suyo. Y siendo así, sin dejar de mirarle esperé a una intervención de su parte. Qué nunca llegó.


–¿Qué clase de broma es ésta? –incapaz de esperar más rompí el silencio, con un tono de voz más alto del que hubiera querido. Pero la furia había empezado a invadir en mi sistema.


–No es ninguna broma, los resultados de los estudios no mienten.


–¿Acaso ha escuchado lo que dijo? ¿es estúpido?


–Taiga. Siéntate y compórtate.


–¿Qué?


–Doctor, debe haber un error, ésos resultados... –su voz sonaba tranquila, al fin iba a intervenir. Así que sintiendo un alivio interno me senté nuevamente esperando mi padre pusiera fin a semejante tontería.


–He revisado, y hecho diferentes pruebas una y otra vez; los resultados han sido los mismos cada una de ellas: tu hijo está embarazado.


–¡Deje ya de bromear! viejo, vámonos de aquí –me pare nuevamente exaltado tomando mi chaqueta en el proceso dispuesto a irme.


–¡Dije que te sientes, maldición! –su fuerte tono de voz me hizo detenerme al instante y le miré incrédulo.


–¡Qué dices! ¿cómo puedes escuchar algo tan absurdo? eso es imposible, no existe. ¡Joder! –le respondí con el mismo tono con el que él había hablado, la desesperación se empezaba a apoderar de mi.


–En efecto... no había si quiera escuchado un caso similar... nunca. Pero no hay ningún error.


Lo miré con desdén. Mi padre nuevamente se quedó callado, parecía como si estuviera perdido dentro de su mente. Sentí que no podía contar con el –No soy ningún fenómeno. Usted y sus malditos resultados están mal.


–Kagami-kun. ¿Has estado practicando el sexo anal últimamente?


Su cuestión me tomó por sorpresa y sentí por primera vez la mirada de mi viejo clavada en mi. Le miré de reojo y luego al doctor para contestarle, pero ninguna respuesta ingeniosa se me ocurrió de inmediato.


–Tch, déjame ver eso –me sentí perdido y de nuevo ésas ganas de llorar que últimamente me habían atacado se hicieron presentes. Con el ceño fruncido regresé a mi lugar y miré los papeles en las manos de mi viejo –¿como puedes explicarme esto? –soltó luego de unos minutos de revisar cada uno de los estudios que le habían sido entregados.


–No puedo explicarlo... –le dijo y luego me miró con seriedad.


–Taiga, espérame en el auto.


–Es una mentira estúpida, no lo consideres –trate de decirle ya más calmado.


–No tardaré –y así ignorando cualquier cosa que pudiera decir me lanzó las llaves. Salí sin mirar atrás pateando cualquier obstáculo en mi camino y me encerré en el auto.


Sentí ganar de gritar. Halar mi cabello. O de lanzar cualquier cosa.


"No puede ser cierto"

 

 

No sé cuánto tiempo estuve esperando como para quedarme dormido, pero el sonido de la puerta al cerrarse me regresó a la realidad.


–¿Lo mandaste al diablo? –lo adormilado en mí voz quitó la seriedad qué quise transmitir, aún así esperé por una respuesta.


–Taiga, no estamos para bromas.


–Eso es lo que yo digo.


–Me refiero a ti. Esto no es un sueño: lo sabes. Tenemos que hablar sobre ello.


–No es un sueño, entonces porque... ¿crees a ciegas las palabras de ése hombre?


–¿Entonces realmente no has estado involucrándote con... otro chico? –pude notar lo difícil que fue para el soltar aquello. Por mi parte sentí un nudo formándose en el fondo de mi estómago y centre la vista en la carretera frente a mí –¡si lo hubieras negado todo sería diferente! –sus manos apretaron fuertemente el volante –¿quién?


La pregunta me llegó como un balde de agua fría, y volví mi vista a él. Suplicando que deje el tema por la paz, pero no pasó como quería.


–¿Y bien? –insistió clavando su mirada en mí sin importarle el hecho de que iba conduciendo.


–No quiero hablar... –el hecho de que mi voz se quebrara a la mitad me llenó de rabia. Aclaré mi garganta y miré por mi ventana decidido a ignorar cualquier cosa que viniera.


–¿Aomine-kun? –o así era hasta escuchar ése nombre casi como afirmación.


Lo miré con la boca abierta y me sentí aterrado sin más –¿q-qué? ¡no! porqué...


–Así qué es él...


–¿Puedes escucharme? no es... –hasta ése momento pude percatarme la humedad que empezaba a acumularse en mis ojos, cosa que me dejó sin cuidado al sentir la repentina maniobra que sacó al auto de nuestra dirección a casa –¿qué estás haciendo?


Rogué porque su respuesta fuera que tenía hambre, pero la otra posibilidad me llenó de pánico.


–Oye... da la vuelta. Vallamos a casa y hablemos.


–¿De repente ya quieres hablar? lo siento, pero no es contigo con quien voy a hacerlo.


–Aomine no tiene nada que ver. Así que no le digas nada.


–Si no tiene nada que ver lo descubriré por mí mismo.


Continuó conduciendo sin dudar en ningún momento, y yo sentía hacerse mil nudos en mis entrañas cuanto más cerca nos encontrabamos a nuestro destino.


–D-detente... no puedes hacer esto...


–...


–¡Papá! Escúchame, no puedes... –la última esquina que doblar apareció ante nosotros, y con ello el nerviosismo se alojó en mi cuerpo. Con mis manos temblando capture la manga de su camisa apretando en un puño –no puedes hacerme esto... –las lágrimas acumuladas se derramaron sin poder contenerlas más, y lo único que recibí fue una dura mirada y su mano apartando la mía –por favor no vallas... –afiance el agarre con ambas manos – no le digas... no a él...


–Lo siento. Esta vez no puedo escucharte –sin mucho esfuerzo se deshizo de mi agarre, y salió del auto.


Cuando gire a mi puerta para seguirlo pude escuchar el seguro del auto ponerse, aún así intenté abrir. Sin éxito.


–¡Nunca te perdonare esto! –le grité con rabia y golpee el cristal. En ningún momento miró atrás, y así lo vi llegar hasta la puerta principal.


Tomé mi celular con las manos aún temblorosas, y limpie mi cara con la manga: debía estar luciendo completamente estúpido en esos momentos.


Desbloquee la pantalla y miré con intensidad el aparato.


No hice ninguna llamada, ni mandé ningún texto.



No porque no quisiera. Si no porque no me atreví a hacerlo.

 

 

Ésa noche no pude dormir. Mi padre salió echando chispas, más no mencionó nada y tampoco le pregunté dado tenía que mantener la postura.


Aún así esperé recibir alguna reclamo, insulto, o lo que sea de parte de Aomine. Dado su personalidad sabía no se contendría a enfrentarme con algo así.


Pero no supe nada de él tampoco.

 

 

Los días pasaron, y comencé a evitar el mayor contacto con todos.


Los del equipo se preguntaban si había tenido otro problema con Kuroko. Incluso el se lo preguntaba, y gracias a ello ninguno molestaba de más sobre cuál era mi problema.


Salí del instituto con rumbo al Maji Burguer incluso aunque mi padre había estado insistiendo en que debía comer saludable y que debía dejar las prácticas.


Por supuesto seguía ignorándolo, por eso no sentía remordimiento alguno al desobedecerle.


Perdido en mis pensamientos, el brazo que se acomodó por sobre mis hombros me tomó por sorpresa.


–Yo~ Bakagami. ¿Cuánto tiempo pensabas desaparecer? –mis ojos se abrieron con sorpresa y lo miré incrédulo.


–¿Aomine?


–Juguemos un uno a uno.


Tenerlo ahí, sus palabras, su actitud. Todo aquello me tomo por sorpresa, y el hecho de que se estaba comportando como si nada me hizo dudar.


–Es... Al grano, ¿qué haces aquí? –terminé a la defensiva. Sabía que no debía relajarme o después no podría encararlo.


Frunció el ceño y zafó su agarre – ¿un uno a uno? –su voz sarcástica había adquirido el mismo tono molesto que yo había utilizado –¿acaso no escuchaste?


Lo miré desconfiado y una idea que contrariaba todo lo que había visto me llegó de pronto.


¿Era acaso posible que mi padre no hubiera hablado de aquello con él?


Sonreí con ganas y el alzó una caja interrogante ante mi actitud.


–¡Bien! pero antes vallamos a comer –caminé con mi relajado corazón gritando de felicidad.


Era como si el peso que había estado llevando se hubiera desvanecido.

 

 

Tuve un corto juego con Aomine debido a que mi resistencia física no estaba de lo mejor. Definitivamente algo había.


Pero el loco diagnóstico que me había sido dado estaba descartado.


Más porque tal parecía mi viejo había entrado en razón.


Cuando llegó a casa lo recibí con un abrazo, que hasta a mi me sorprendió el hecho de estar de humor para demostrarle algo de afecto.


–Así que no le dijiste... –hacia un tiempo desde que no le dirigía la palabra, así que pude ver el desconcierto en su cara –gracias.


Enredó su mano en mis cabellos y le solté para dejarlo entrar por completo.


–Taiga...


–Perdón por los últimos días...


–¿Le has visto?


–Eh... bueno, sí. Después de la práctica.


–¿Práctica? ¿no te dije que lo dejaras por un tiempo? –su mirada se endureció frente a mí.


–Pero...


–Taiga, deja ya de jugar. Ignorarlo no hará que desaparezca.


–¡No quiero esto! ¡esta broma ya fue demasiado lejos!


Retrocedí dispuesto a irme, pero su agarre sobre mi brazo me lo impidió.


–Escucha. Un pequeño está creciendo dentro de ti. Tu hijo. No importa si llega a nosotros de modo diferente a lo convencional. ¿Si no luchas por él quien lo hará? –sus palabras me pesaron y miré hacia la mano que llevó a mi vientre.


Me alejé con brusquedad y me encerré en mi habitación.


Pensar que realmente algo así podría estarme pasando a mi no hacía más que llenarme de ganas de llorar.

 

 

Al otro día la entrenadora no me permitió entrar al gimnasio diciendo que había recibido un aviso de la dirección desautorizándome la pertenencia a cualquier club.


Todos me miraron interrogantes, mentí diciendo que mis calificaciones habían molestado a mi padre y no me permitiría volver hasta que mejorará el promedio.


No parecieron convencidos del todo, pero ni ellos ni yo podíamos hacer nada contra una orden directa.


Así llegué temprano a casa, donde dormí en el sofá con un video de la NBA reproduciéndose hasta qué el insistente timbre invadió mis oídos.


Con paso lento, y frotando mis ojos en el proceso me dirigí a atender.


–¿Qué demonios estabas haciendo? –gritaron en cuanto abrí la puerta.


–Más bien ¿qué haces tú aquí? –intenté sonar molesto, pero mi voz seguía adormilada.


–Tetsu me dijo que no habías ido a la práctica, así que vine aquí.


–Un uno a uno de hecho me vendría bien –dije en respuesta mientras me dirigía a apagar el televisor.


–Creí que estabas enfermo, o algo.


–¿Y aún así viniste a irrumpir en mi casa?


–Si... da igual.


Caminamos a la cancha dónde jugábamos usualmente con balón en mano.


El hecho de no haber tenido entrenamiento hizo que mi desempeño en la cancha fuera mejor que el del día anterior, y Aomine pudo notarlo por supuesto.


Más no fue demasiado lo que duró nuestra diversión cuando en mi cuerpo se instaló el cansancio de un partido e intenso juego completo.


Caminé jadeante hasta la banca más cercana, y de un trago terminé con la botella a medio tomar que había comprado en el camino.


–Oi, Bakagami –le miré atento, el me miraba de la misma manera.


Su mano se acerco y con su dedo índice halo el cuello de la camiseta que llevaba puesta. Le dejé hacer y seguí esperando a que continuara aun con su intensa mirada sobre mí.


–¿Por qué no continuamos nuestro uno a uno en tú casa?


Le sonreí con altanería y zafe su agarre de mi ropa –¿porqué no en la tuya? –sugerí ante la idea de que mi padre pudiera encontrarlo al llegar.


–En mi casa no es una buena idea. Por ahora.


Fruncí el ceño interrogante, el se rascó la sien.


–Bueno, parece que uno de mis hermanos embarazo a su novia, y mis padres han estado muy locos con nosotros.


No podía ser únicamente una coincidencia –o-ósea qué no saben exactamente cuál de ustedes es... –sentí un leve calor en las mejillas. Me maldije a mí mismo, pero continué con todo el auto control que pude para parecer calmado – ¿será padre?


–Son idiotas, ya qué ninguno habla nos han estado vigilando a todos.


–Ya... –desvié la mirada. Entonces no era que mi padre se había resignado a hablar con él, sino que posiblemente no lo encontró y terminó hablando con sus padres... –puede ser un malentendido.


–¿Qué?


–Que... ¿qué? –luego de hablar sin pensar me arrepentí, cambié el tema como única escapatoria –a mi casa, está bien.

 

 

Una vez entramos a mi habitación cerré la puerta detrás mío mientras que Aomine se recostaba en mi cama


Cuando me acerque su mirada abandonó el blanco techo para enfocarse en mí.


Se incorporó, y sin perder la vista de sus intensos ojos azules me acerqué a él hasta unir nuestros labios.


Estos se rozaron con lentitud en lo que me terminaba de acomodar de rodillas sobre el colchón. Sentí sus dedos clavarse en mi nuca para profundizar el beso.


El choque de nuestras lenguas como cada vez, revolucionó en mi cuerpo una corriente eléctrica que me hizo suspirar.


Sentí su mano deslizarse por mi espalda y colarse por debajo de mis calzoncillos estremeciéndome en el proceso.


Empuje con ambas manos sobre su pecho para que se recostara por completo.


El instante en que nuestros labios se separaron, nuestros ojos se encontraron.


Mi reflejo en el espejo de su intensa mirada me volvía loco, y así lo besé nuevamente con la insoportable desesperación de sentirlo más.


Con la mínima fuerza empujó mis caderas. Entendiéndole al instante me apoyé sobre las suyas notando así su hombría ya tan despierta como la mía, y apreté con fuerza.


Nuestra respiración se convirtió en jadeos, y sentí que la tela estorbaba en el camino de nuestros cuerpos.


Me enderece para deshacerme primero que nada de la camiseta, más un mareo me desestabilizo por el brusco y repentino movimiento.


–¿Kagami?


Su voz me llegó distorsionada e intenté mirarlo sin éxito.


Cerré fuertemente los ojos y tuve que apoyar mi cabeza sobre su pecho para mantener el equilibrio.


Su mano se froto con suavidad en mi cabello hasta que el malestar se fue.


–Lo siento... ya estoy bien –me levante con cuidado tratando de evitar el mismo error y rehuyendo a la mirada frente a mí.


–Kagami.


A regañadientes le devolví la mirada.


–Creo que algo anda mal.


La firmeza que utilizó me tomo por sorpresa. Busqué en el espacio algo que me sacará del apuro y abrí la boca para responder antes de conseguir verme sospechoso.


Su mano me cogió la barbilla y tuve que volver mi vista a él. Su mirada parecía examinarme, y acompañada con el ceño fruncido como lo traía me dio la impresión de desaprobación, desechando la idea al instante puesto que no había manera que supiera el hecho que le estoy ocultando algo.


Sostuve su mirada con incomodidad para mostrarme firme aún con el peso que estaba ejerciendo en mí.


–¿Es así? ¿algo no va bien?


Obviamente nada estaba bien. Y el hecho de que lo notara tan fácilmente hizo que un gran peso oprimiera en mi interior –todo... –"está bien" traté de decirle, pero el nudo que se había formado en mi garganta no me permitió terminar la frase.


Su expresión de pronto mostró preocupación, y apreté los dientes para cambiar aquélla estúpida imagen que seguramente le estaba mostrando.


–Lo siento, no pasa nada –me forcé a decir y me acomode de espaldas a él.


–Idiota, es obvio que no es así –grito exaltado –no es sólo esto, tu desempeño en la cancha ha sido horrible también.


–Gracias por eso – solté con enfado. Aunque lo sabía, escuchar de boca ajena el hecho de que el cansancio físico estaba afectando en mis juegos no me era del todo agradable.


Lo escuché suspirar, y sin esperármelo sentí su barbilla sobre mi hombro y sus brazos me rodearon con tanta delicadeza que lo mire boquiabierto.


–Kagami, si hay algo dímelo... –sentí un estremecimiento recorrerme ante la ronca voz tan cerca de mi oído.


–No... puedo hacerlo –suspire y deje caer todo mi peso sobre él.


–¿Por qué?


–... porque... –"tengo miedo" las lágrimas rodaron por mi rostro sin cesar. Parecía que no se detendrían por mucho que lo intentará, y sabía que me arrepentiría por no contenerme un poco más.


Sus brazos me apretaron con más, y más fuerza, que sentí la necesidad de decirle.


Al diablo sí era una locura, al diablo si se burlaba de mí y al diablo si decidía alejarse de mí.

En un brusco movimiento di la vuelta para quedar de frente y abrazarlo –¡Aomine, yo...!

Mis ojos se abren con sorpresa y me veo en la necesidad de pausar todo movimiento para mirar con extrañeza hacia mi vientre ante el suave golpecito que había sentido internamente.

–¿Qué pasa? –con preocupación mira hacia la misma dirección donde se enfocaron mis ojos.

–Aomine... creo que realmente puede que...

 

La molesta luz que se colaba sobre mis párpados me hizo imposible el continuar durmiendo.


Con la sensación de haber tenido un mal sueño, y el hecho de sentir que no había dormido lo suficiente abrí los ojos de mala gana para darme cuenta que me encontraba en un lugar desconocido.


El intenso blanco era insoportable para mis ojos, así que me fue necesario cubrirme con el brazo hasta adaptar la visión.


–Taiga... –escuché a mi lado izquierdo y recordé que tenía un reclamo para el dueño de aquella voz.


Gire con el enojo acumulado. En ése tiempo mi mente pudo procesar todo lo que había pasado, y aunque estaba confundido, el hecho de ver a los dos involucrados ahí parados me llevo a comprender que si todo aquello hubiera sido sólo un sueño tendría que rezar a todos los dioses de Midorima por aquella suerte.


–Ah... ¿qué hago aquí...? –pregunte sin saber que decir ante aquella situación en frente mía.


–Te desmayaste, Idiota –respondió Aomine con el resentimiento que solía imprimir normalmente en su tono de voz.


Mi padre le miró con rencor –tu, que esperas para llamar al médico –y sentí que quizá eso de la suerte sonaba demasiado bien –Taiga, ¿te sientes bien? –su mirada se ablando al dirigirse a mí.


Le miré sorprendido ante el cambio de actitud.


Viéndolo bien Aomine parecía más molesto de lo normal, y se notaba lo mucho que se estaba conteniendo en aquellos momentos, aún así sin decir ni reclamar nada dio la vuelta y salió del lugar.


¿Pero qué demonios estaba pasando?


–¿Qué...?


–No quiero que vuelvas a invitarlo mientras yo no esté –ordenó de la misma manera en que me prohibía salir cuando era pequeño.


–Pero que... Es tú culpa el que yo no pueda ir a su casa –le reclamé de vuelta y la situación me dio de lleno.


–Me ahorras el prohibirte ir allí –nuestras lucha de miradas se vio interrumpida cuando la puerta se abrió y aquél doctor que tanto odiaba se dejó ver.


–Kagami-kun –saludó y se acercó hasta mi cama para revisar los signos vitales –me alegro de que al fin hallas convencido a tu novio de venir –soltó con un tono molestamente amistoso.


"¿Porqué no te muere
s?" me detuve por la mirada severa que me dedico mi padre reprendiéndome antes de decir nada –no se les ocurra involucrarlo–en su lugar solté amenazante.


–¿Ósea qué...? –el de bata blanca me miró confundido.


–Es tarde para decir algo así ¿no crees Taiga?


–Estás haciendo las cosas mal, ¿cómo mierda puedo decir algo como esto?


–Tranquilo, no necesitas hacer algo como eso. Para eso me tienes a mí, no es cierto ¿Aomine-kun?


El doctor se hizo a un lado y plantado en la puerta con los brazos cruzados miré a Aomine quien parecía tan incómodo como yo.


No contestó nada, ni sus ojos perdieron de vista el azulejo que decoraba el piso del amplió cuarto.


Fulminé con la mirada a los adultos allí presentes, ¿de que tanto me había perdido en mi inconsciencia? aun más ¿cuánto tiempo había pasado que hasta terminé metido en un cuarto de hospital?

 

 

***

 

 

Nunca me había detenido a pensar que algo podía ir verdaderamente mal con Kagami.


Es decir, pude notar claramente el declive en sus jugadas, e incluso el cómo su apetito feroz parecía haber disminuido. Pero de eso a relacionarlo con algo realmente grave nunca me hubiera pasado por la cabeza.


No hasta que increíblemente había interferido con sus prácticas.


Kagami definitivamente nunca faltaría a una práctica, o a algo referente al básquet a menos que algo valla verdaderamente mal.


Luego de encontrarme con Tetsu y enterarme de aquel hecho, que para cualquiera hubiera sido insignificante, corrí a su casa con el pánico apoderándose de todo mi sistema. No sin avergonzarme y reprenderme internamente por ello.


Toque el timbre con impaciencia, y sentí la eternidad pasar hasta que al fin me abrió la puerta. Había estado durmiendo, lo sabía. Pero no vi nada malo en el, así que el sentimiento de alivio me relajó de inmediato.


Más cuando después de sugerirme un uno a uno mi nivel de esfuerzo tuvo que elevarse para mantener el ritmo.


Y con el nivel de excitación ya elevado recorriendo por mis venas, terminamos en su casa.


Había pasado algo de tiempo desde la última vez que lo habíamos hecho, así qué la intensidad en sus besos fue suficiente para encenderme por completo.


Disfruté la suavidad de su lengua al frotarse contra la mía, y el fuego en sus ojos me hizo desear quemarme contra su cuerpo.


Pasé mi mano por debajo de su ropa y acaricie con avaricia, casi no podía aguantar a lanzarme cual fiera sobre suya para fundir nuestro cuerpos con la desesperación que guardaba, pero soltar sus labios tampoco era una opción, así qué lo incite a acercarse más.


El desenfreno se apoderó de nosotros y el control dejó de estar a nuestro alcance cuando el cuarto se llenó con nuestras jadeantes voces.


Aproveche el momento en el que Kagami se incorporó para intentar deshacerme de mi camiseta propia, más todo tipo de movimiento se detuvo bruscamente encima mío.


–¿Kagami? –pregunte con duda y agudice el oído creyendo la razón de su pausa era el haber escuchado algo.


Su rostro me miró incrédulo, y algo desestabilizado se apoyo sobre mi pecho. La preocupación regresó de golpe y sin saber que mas hacer enrede mis dedos suavemente en sus cabellos.


–Lo siento... ya estoy bien –soltó luego de unos minutos y se incorporó con extrema calma. La palidez en su rostro me decía que no era así.


–Kagami, creo que algo anda mal –le dije finalmente deseando estar equivocado. Sostuve mi mirada sobre suya ante la falta de respuesta por su parte, y sus expresiones me llevaron al límite del nerviosismo –¿es así? ¿algo no va bien?


–Todo... –su voz se quebró y sentí algo rompiéndose dentro de mí. Aclaro su garganta e intentó continuar como si nada–lo siento, no pasa nada.


–Idiota, es obvio que no es así –mi boca seca hace que me cueste pronunciar las palabras –no es sólo esto, tu desempeño en la cancha ha sido horrible también.



–Gracias por eso.


Aunque a su voz había regresado la firmeza de siempre, a cada minuto estaba más convencido de que algo andaba mal, y pensar en las posibilidades me asustaba –Kagami, si hay algo dímelo... –dejando a un lado el orgullo que solía ser parte de mi personalidad le abrace por detrás.


–No... puedo hacerlo –afirmó luego de mirarme de reojo.


–¿Por qué?


–... porque... –sus lágrimas cayeron hasta mis brazos. Me quedé sin saber que hacer más que contener el nudo que amenazaba en mi garganta.


¿Qué era? ¿podía ser algo muy grave?


Perdido en mis pensamientos, no noté en qué momento Kagami se había colocado de frente a mí. Su mirada se clavó con sorpresa en su estómago–¿Qué pasa?


–Aomine... creo que realmente puede que... –pude escuchar su voz apagándose a cada silaba hasta que se desplomó encima mío.


Sus labios fríos sobre mi hombro, y su débil respiración me hicieron entrar en pánico.


–Oi Kagami, ¿qué tienes?


"Mierda, mierda, mierda" con las manos temblorosas busqué mi celular sin soltar a Kagami en ningún momento.


Lo sostuve en mis manos por largos segundos en los que ningún número, nombre, o idea parecía querer llegar.


–Taiga, ¿estás? –la puerta abriéndose me sacó del ensimismamiento en el que estaba, y ver al padre de Kagami plantado ahí me llenó de alivio.


–Kagami esta... no sé qué le pasa –trate de explicar y luego de parecer algo aturdido se acercó y me lo sacó de encima.


–¿Qué fue lo que pasó?


–Se desmayo de repente, no sé...


–Ya... –suspira mientras lo recuesta con cuidado.


–¿Qué es lo que pasa con Kagami? –me atrevo a preguntar –sé qué no pudo ser simplemente dolor de estomago, ni siquiera...


–¿Dolor de estomago? ¿dijo algo como eso? –me interrumpe algo alarmado.


–No lo dijo, pero iba a decir algo sobre ello antes de perder la conciencia.


–Tch...


No pasaron ni 5 minutos cuando con mi ayuda acomodamos a Kagami en la parte trasera de su auto.


–Sube ¿qué esperas? –me dijo con molestia luego de hacerme a un lado para permitirles marcharse.


Aunque el tono de orden no me fue agradable, el que me permitiera acompañarles me dejó pasar por alto aquel hecho.


–Te advierto, si algo le llegará a pasar a mi hijo por tu culpa: te matare.


Mis ojos se abrieron con sorpresa, y pensé en alguna razón por la cual pudiera estar recibiendo tal amenaza, ¿acaso sabía lo que estábamos haciendo antes que el llegará?


Me mantuve en silencio parte del camino, hasta encontrar una manera de responder a aquello sin confirmar a sus posibles sospechas.


–¿Va a decirme qué le pasa a Kagami? ¿porqué podría yo ser culpable?


–Vas a ser padre, ¿no sabías? –aun con el sarcasmo en su voz, con toda la situación de mi familia no pude pasarlo como una broma.


–Debe ser un mal entendido, juro que no... –un momento, ¿realmente sabía sobre nosotros? aún más, ¿quién diablos estaba esparciendo tal rumor?


Lo miré con duda, realmente no sabía que tanto podía decir sin terminar regándola.


–¿Qué es lo que usted sabe sobre nosotros? –terminé preguntando con duda, ya que quizá la pregunta decía todo en sí.


–¿Acaso hay algo que debería saber? –me evadió con voz neutral, y si los dos seguíamos evadiendo el punto no íbamos a llegar a ningún lado.


–Bien, le diré una cosa –empecé con voz firme –en toda mi vida solamente he estado con una sola persona, y definitivamente nosotros no... –una loca imagen de nosotros con un bebé cruzo por mi cabeza.


Le miré por el retrovisor y fruncí el ceño ante mi estúpida imaginación.


–Qué mierda está diciendo, ¿podría simplemente ir al grano?


–¿Es necesario? yo creo que ya lo pillaste.


Divagando en la conversación intenté encontrar alguna conjetura coherente, hasta que llegamos a un edificio demasiado lujoso como para ser un hospital.


El señor Kagami hizo una llamada desde su teléfono celular, y unos minutos después un par de paramédicos llegó hasta el auto.


Acomodaron a Kagami en un cuarto amplio y luego de revisarlo un poco dijeron que sólo estaba dormido.


Sin molestarse en despertarlo, o revisarlo más a fondo el doctor que se estaba haciendo cargo de él se dirigió a mí –¿Así que tú eres Aomine-kun?


–¿Eh? ah, si... –le respondí dudoso.


–¿Estas listo para las pruebas?


–¿Pruebas? 


–Kagami-san, ¿no le has dicho?


–Lo traje aquí, sólo muévete y revísale lo que debas.


–¿Qué demonios...?


–Ah... tranquilo Aomine-kun, solo necesito unas muestras de tu sangre y hacer algunas revisiones simples, nada del otro mundo.


–No sé de qué hablan, ¿por qué necesito que me revisen nada? –me queje chasqueando la lengua y cruzándome de brazos.


–Necesito la información de ambos para llevar esto lo mejor posible.


Dio la vuelta y me hizo una seña para que lo siguiera por el amplio pasillo.


–Oi, ¿puedes decirme que diablos es lo que está pasando?


–Me encantaría poder explicártelo, pero ni yo tengo una respuesta aún –entramos en un consultorio y comenzó a reunir diferentes utensilios.


Pero maldita sea, ¿es que nunca me iba a enterar a pesar de que al parecer estaba más que involucrado en el asunto?


Aparte de la muestra de sangre y una prueba física no me hicieron nada más.


Me llevaron nuevamente a la habitación de Kagami y recibí un jugo de naranja junto a un sándwich que para recuperar fuerzas por la sangre.


Cuando nos dejó solos aproveché para intentar despertarlo y recibir una explicación de una vez por todas.


–Oi, Bakagami. Tenemos que hablar –dije y le balance levemente hasta que la puerta volvió a abrirse.


El padre de Kagami entró como si nada dispuesto a sentarse en el pequeño sofá qué se hallaba colocado en una de las esquina a lado de la ventana, más al ver el movimiento en su hijo cambio de parecer y me hizo a un lado para llamarle.


–Taiga...


"Maldita sea mi suerte"


Luego de adaptarse a la luz giró molesto hacia nuestra dirección.


La sorpresa se instaló en su rostro por unos segundos cuando reparó en mí.


–Ah... ¿qué hago aquí...? –su voz se hallaba ronca por recién estar despertando.


–Te desmayaste, Idiota –le respondí como hacía normalmente, y sentí una mirada que parecía querer asesinarme.


–Tú, que esperas para llamar al médico –el tono de orden no me pasó desapercibido. Con más trabajo del que me costó la primera vez lo pasé por alto y salí hacia el consultorio donde había estado metido todo el rato.


El que parecía doctor particular de la familia no lo pensó dos veces para atender a su llamado.


Por mi cabeza paso la idea de irme, igual hablar a solas con Kagami no parecía una posibilidad.


Aún así seguí de cerca al médico.


No entré por qué sentí que sobraba, pero realmente necesitaba hablar con él.


En un debate interno terminé por abrir la puerta.


–Es tarde para decir algo así ¿no crees Taiga? –me arrepentí ante el ambiente tan pesado con el que me había encontrado.


–Estás haciendo las cosas mal, ¿cómo mierda puedo decir algo como esto? –Di medía vuelta ya dispuesto a irme, pero las palabras de Kagami hicieron que me detuviera en seco. Gire con cuidado y miré atento esperando escuchar algo importante en ésa conversación.


No estaba fisgoneando, a ésas alturas sabía que el asunto me concernía.


–Tranquilo, no necesitas hacer algo así. Para eso me tienes a mí, no es cierto ¿Aomine-kun?


Todas las miradas se enfocaron en mí.


Había sido incluido en la conversación de repente cuando ni siquiera tenía idea de que estaban hablando.


Rehuí ante la intensa mirada de Kagami que parecía tener tantas preguntas como yo.


Y eso si que lo sabía, los únicos qué tenían aquellas respuestas éramos nosotros mismos.

 

 

De alguna manera terminé en el asiento trasero de aquel auto que me había llevado hasta ahí, esta vez rumbo a mi propia casa.


La incomodidad no se fue en ningún momento, y encontrarme con aquella mirada insistente en el retrovisor no hacía más que impacientarme aún más.


Kagami quería decir algo.


Podía notarlo en sus ojos.


–Está bien, caminare desde aquí –avisé en cuanto nos detuvimos en un semáforo.


Salí del auto y miré a Kagami de reojo esperando entendiera mi señal.


No había terminado de cerrar la puerta cuando me imitó a salir.


–Taiga, ¿Qué...?


–Llegaré tarde, no me esperes.


Caminamos hasta el otro lado de la calle sin mirar atrás y nos perdimos entre la multitud.


–Creo que alguien tendrá problemas más tarde –bromee para aligerar el ambiente.


Sus ojos llenos de reproche me hicieron imaginar un "de quién crees que es la culpa" de su parte.


–Kagami... –el ruido en su estómago interfirió con mí frase. Le miré con burla y chasqueo la lengua.


Terminamos sentados en una mesa del Magi Burguer con una torre de hamburguesas en frente nuestro.


Iba por la segunda cuando sentí la sensación de estar siendo observado.


–¿Qué fue lo qué pasó? –preguntó aquél frente a mi mirando mi brazo y llevando su mano hasta la bandita qué cubría la pequeña herida hecha por la aguja.


Lo aparte y cubrí la zona por reflejo.


–Ah, bueno... –sus extrañas cejas parecieron unirse, y mordió sus labios con nerviosismo. Las expresiones que últimamente hacia enfrente mío terminarían por volverme loco –en realidad no tengo ni idea.


De repente sus ojos me evitaron y suspiró.


–Pero tú viejo dijo... –su mirada regresó y se clavo en mi con extrema intensidad–...que lo que sea que está pasando contigo, es culpa mía.


–Ahh... eso es... ¿no dijo nada más?


Recordando cada una de las palabras dichas en aquél auto sentí el calor instalarse hasta mis orejas –Kagami. ¿Hay algo qué debas decirme?


Sus ojos se abrieron con sorpresa –¿q-qué fue lo que te dijo?


Abrí otra hamburguesa y le di una gran mordida.


–¡Aomine! –su voz dejaba entrever desesperación en cada silaba.


–¡He dicho que no tengo ni puta idea! Recibí una amenaza de muerte, y la persona que creo es la que más me odia en el mundo sabe cosas que planeaba llevarme a la tumba. Recibí atención médica luego de años, y no importa cuántas veces he preguntado la misma mierda, sigo sin saber qué demonios es lo que está pasando –terminé explotando ante la presión del no saber qué decir, pero seguro con eso quedarían respondidas cada una de las preguntas que rondaban por su cabeza.


Algunas personas dentro del restaurante se encontraban mirando hacia nuestra dirección. De alguna manera había terminado de pie frente a la mesa.


–Joder –me reprendí y ocupé nuevamente mi lugar sin atreverme a encarar nuevamente a Kagami.


Con la mirada clavada en la mesa, y mis manos enredadas en mis cabellos, respire buscando relajación.


Kagami continuó comiendo en silencio.


Y en silencio salimos del lugar sin cruzar si quiera una mirada.


–Aomine... –me llamó luego de haber recorrido unas cuadras sin rumbo –hay algo que debo decirte.


Mis ojos se fijaron en el. Solamente enfocado en el camino parecía determinado a no retroceder a sus palabras.


–Es algo... absurdo. Pero no te enfades, juro que no estoy jugando contigo.


Sus pasos se detuvieron y miró a nuestros alrededores.


Hice lo mismo. Había poca gente transitando por el lugar, aún así parecía no ser el lugar adecuado.


–Kagami, quédate conmigo está noche.


–¿Y tus padres?


–Tampoco quiero que nos interrumpan, busquemos un hotel.


Luego de que lo que pareció nuestras miradas discutieron por unos segundos el asintió.

 

 

Era una habitación cualquiera, en realidad eso no importaba.


Una ducha no habría sido una mala idea, pero había cosas más importantes que discutir, el lo sabía, y yo lo sabía.


Nos sentamos a la orilla de la cama y lo miré expectante.


Parecía incómodo buscando la mejor manera de empezar, en lo personal estaba preparado para escuchar cualquier cosa.


–Veras... –un tenue color rojo se instaló en sus mejillas, y sentí mi cuerpo siendo provocado ante semejante imagen –lo qué está pasando conmigo es... –el color incremento hasta el grado en que casi podía ver humo saliendo de su cabeza.


Me acerqué intentando ocultar la sonrisa que mis labios no pudieron evitar, y levantando su mentón le besé.


Nuestra lengua jugueteo con suavidad, aún así no llegó a ser algo intenso. Cuando nos separamos sus ojos brillaban más de la cuenta y desvié la mirada por un momento.


Su lengua recorrió por mi oreja, una mordida y se deslizó hasta que su respiración término chocando contra mi cuello.


–Desde empezamos con esto... –con aquella posición no podía mirar su rostro, pero su suave voz llegaba claramente a mis oídos –...siempre pensé que estar contigo era genial. Y aunque sabía que no podía durar por demasiado tiempo... creía que no importaba sí nos separábamos algún día, porque nuestros juegos de uno contra uno, besarnos y tener sexo... eran lo mejor que podría pasarme nunca –deja escapar un suspiro –p-pero ahora... siento que todo eso era una mentira, nunca había sentido tanto miedo como el que siento al pensar que tu puedes alejarte de mí.


Sus palabras no me tomaron por sorpresa, porque yo mismo tenía esos pensamientos.


–E-escucha... –una de las manos que hasta el momento habían estado rodeándome en un abrazo buscó la mía –no se... cómo puede si quiera ser posible –en mi espalda apretó un puño sobre mi ropa, y guió nuestras manos aún unidas por debajo de su playera, plantado la mía sobre su trabajado y suave vientre –pero d-de alguna manera, y-yo... –su cara se hundió aún más en mi cuello, haciendo que las palabras se ahogaran cada vez más.


Me sentí algo temeroso y trague en seco llevando mi brazo libre por detrás suyo para atraerlo más hacia mí.


–...estoy... nosotros vamos a tener un bebé –aun con el temblor en su voz, y el hecho de que cada palabra se acercaba cada vez más a ser un susurro, el mensaje se formó claramente en mi cabeza.


Los latidos de mi corazón de repente parecieron ir en mi contra golpeteando con fuerza sobre mi pecho, y la voz me falló al intentar decir algo.


–Aomine, por favor no te alejes de nosotros...


Luego de escuchar su suplicante voz definitivamente tenía que decir algo.


–Durante todo éste tiempo, creí qué algo malo estaba pasando contigo... realmente pensé lo peor. Imaginarme el perderte me estaba volviendo loco... –sincerarme con mis sentimientos solía ser difícil para mí –justo ahora... siento como si pudiera morir de felicidad...


–No juegues, imbécil –se alejó de mi para mirarme con reproche.


–¿Porqué terminé siendo yo el que está jugando? –desviando la mirada limpio mis ojos.


–¿Ahomine, estás llorando?


–Joder, ¡no!

 

 

***

 

 

El silencio invade el espacio por unos minutos.


Me pregunto qué es lo que Aomine realmente piensa, o si realmente habrá escuchado lo que dije.


–Mis hermanos van a matarme –suelta de repente y se desliza por la cama hasta acostarse al otro lado.


No puedo evitar el reír ante su comentario, y le imitó en acostarme sobre la cama.


Su mano se desliza por mi brazo hasta mi cuello, y luego desciende por mi pecho hasta acariciar en círculos por alrededor de mi ombligo.


Le miró sorprendido y detengo sus movimientos.


–No hagas eso, es incómodo –le reclamó dudoso, y lleva su mirada hacia donde nuestras manos seguían luchando.


–¿Qué hay de hacerlo? ¿crees que no se pueda?


Su pregunta me impactó ya que nunca pensé en eso. Aomine aprovechó el momento para zafarse de mi agarre y continuar con lo suyo mientras acercaba su cuerpo al mío.


Taiga, te amo. No podría vivir sin ti, así que definitivamente... nunca los dejaré.


Sorprendido miré su rostro relajado a lado mío. Sentí alivio al notar sus párpados cerrados ya que las lágrimas se acumularon con rapidez en mis ojos.


La sensación de seguridad inexistente en nuestra relación apareció de repente, y la estúpida broma paso a ser el mejor milagro que la vida pudo jugarnos.


Porque era el fruto de nuestro amor. Porque era nuestro destino. Y porque desde ése día, era lo más importante que ambos compartiríamos por el resto de nuestras vidas.


–También te amo Daiki. 

 

 

 

Notas finales:

Por si se lo preguntan, para escribir esto si que tuve que inventarme una justificacion a los hechos (siendo yo suelo necesitar una explicacion para todo) entonces les puedo asegurar que no hubo mayores complicaciones, y nuestro par tuvo un hermoso y saludable bebé xD

En fin:

Gracias por leer! >~<


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