Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Interconexión por Akire-Kira

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos y gracias por darle una oportunidad a esta nueva historia.

Para aquellos que han leído "Dividido", esto puede considerarse un complemento de esa serie de drabbles, sólo que aquí hay escenas (si pueden llamarse así) narradas desde primera persona; en esta ocasión, de Jacob.

No pienso hacer una re-escritura de lo que ya saben de la historia, sino hacerles saber lo que pasó antes de la línea temporal de "Dividido", lo que me parece una buena idea.

De nuevo, muchas gracias a todos. Espero que lo disfruten (o, al menos, que no lo odien).

Resumen de capítulo: ¿sabes lo difícil que fue regresar de Volterra, Italia?

Yo sólo quisiera saber, aquí y ahora, sentado a unos centímetros de ti en este avión que nos lleva de regreso a casa, qué es lo que me has hecho.

No sabes cuántas veces he intentado contestar mi propia pregunta y tampoco sabes cuántas veces he decidido rendirme ante mi incapacidad de darle contestación. Porque lo que pienso es para ti algo desconocido. Mi mente humana, de un modo al que apenas estoy encontrándole explicación, fue capaz de protegerse de tu habilidad desde la primera vez que nos encontramos. Aquel don tuyo nunca tuvo en mí el mismo efecto que en el resto; y ésta es una de las razones por las que estamos en donde estamos, juntos pero sin hablarnos, conmigo apenas queriendo mirarte y contigo luchando por no convertir mi estado de shock en algo más grave.

Y la cuestión se repite como los días y las noches: ¿qué es lo que me has hecho? Tú, un ser tan misterioso, con esos ojos de oro, rubí u ónix, ¿qué es lo que me has hecho? Sería amable de tu parte darme la respuesta, pero no puedo confiar en ti para ello. Nunca pude. Nunca podré.

El piloto del avión habla por el altavoz para avisar que faltan menos de treinta minutos para que aterricemos. Yo no podría sentirme más aliviado por eso. Sinceramente, no tengo la fortaleza suficiente para soportar verte a la cara —para ver tus ojos—. Estoy cansado luego de Italia, luego de esos meses en los que desapareciste, y sólo me apetece dormir y olvidar por un rato.

Quiero olvidar Volterra y a los Vulturis. Quiero olvidarte a ti siendo herido por ellos. Quiero olvidar lo que hice para salvarte. Quiero olvidar que por tu culpa —y por la mía, siempre por la mía tanto como por la tuya— lastimé a quien no se lo merecía.

¿Pero cómo podré olvidar todo eso aunque sea por un segundo cuando tu fría y suave mano trata de acariciarme con el cariño y la ternura de antaño? Eres un poco cruel y muy egoísta. Me tratas con entrañable amabilidad justo ahora que estoy tan furioso y confundido por ti. Y lo haces porque… no sé por qué lo haces. Los meses que estuvimos separados no fueron en vano. De repente, mientras no estabas, me resigné a que no volverías y me propuse seguir como si nunca te hubiera conocido.

Comenzó a funcionar. Eventual y lentamente, con ciertos fallos y varios dolores, pero funcionaba.

Ahora ya no sé si te conozco o no. No sé si has cambiado como yo lo he hecho o si eres el mismo al que tuve conmigo en el pasado. Eres inmortal. Eres fuerte y casi indestructible. Percibes la realidad de otra manera y mi pobre visión del mundo no pude compararse a la tuya; mi patética idea del amor es diametralmente distinta a la que tú tienes.

Siento tus dedos colocarse sobre mi rostro, tu aroma azucarado me llega a la nariz y el latido que da mi corazón es tan rudo que hasta yo puedo escucharlo. Me avergüenza ser tan transparente en cuanto a las reacciones de mi cuerpo; con mi temperatura o la frecuencia de mi respiración, tú puedes deducir —no siendo infalible— cómo es que me afectas, cómo tu cercanía y tus caricias me hacen sentir y cuán grande es mi deseo de que no me sueltes.

—Jacob —dices. Mi garganta se aprieta. ¿Hace cuánto tiempo no te escuchaba llamarme que dejó de ser familiar?—. Mírame —me pides.

—Edward… no ahora —mi falta de firmeza te invita a insistir; ¿por qué eres tan perseverante? ¿Por qué eres tan terco? Tus dedos presionan mi mejilla para hacerme voltear. No me fuerzas, pero tampoco permites que haya una tregua entre ambos—. Detente —pongo mi mano en el dorso de la tuya como señal directa de lo que quiero que hagas. Siendo un simple humano, no podría moverte un solo milímetro si apartarte no fuera tu propia decisión… y esta vez apartarte es lo que menos quieres.

Luego de aquella tarde lluviosa en la que me dejaste atrás, no quieres volver a alejarte con la misma desconsiderada facilidad; el mismo gélido trato.

—Mírame, Jacob —eres imposible, horriblemente escrupuloso con cada palabra que dices y movimiento que haces. Jamás impondrías tu voluntad a la mía. Jamás me exigirías hacer lo que no quisiera. Si te comportaras como James, yo podría alejarme sin ninguna dificultad—. Por favor —murmuras—. He estado meses sin ti y sólo te pido que me mires. Necesito que lo hagas…

Tus ruegos arden. Me molesta hacerte infeliz…

¿Cómo lo lograste?

¿Cómo puede tu dolor volverse mi mayor pesar en un santiamén?

Por todos los cielos, ¿qué me hiciste? ¿Cómo sigues ganándome pese a que debería ser yo tu vencedor? El tiempo lejos de ti debió haberme inmunizado, debió convertirme en alguien que no te quisiera. Mi amor por ti debió acabarse como se acabó mi esperanza luego de cinco meses en los que el recuerdo de tus gestos fue lo único que me quedó —los mismos recuerdos que mi mente desequilibrada decidió plasmar en papel a base de bolígrafos, lápices y barras de carboncillo—.

Deberías haberme visto extrañándote. Un espectáculo como ese podría valer mucho para un público morboso. Deberías haberme visto llorar. De haber estado ahí, quizá no estarías intentando hacerme mirarte ahora. Quizá sabrías lo triste que fue buscarte a mi lado sin encontrarte y comprenderías que todo lo que puedes esperar de mí si te veo a los ojos es un derrumbe.

Los ojos comienzan a arderme. Tu mano continúa puesta en mi mejilla. Hacer un movimiento rápido para soltarme de tu agarre suena como la decisión más prudente y lógica, pero mis músculos no reaccionan de otro modo que no sea temblando. Tiemblan y amenazan con relajarse bajo la dulzura innata de tu piel. Todo mi cuerpo está desesperado por ceder y dejarse caer sobre el tuyo, ávido por el sabor que tiene tu boca, por tus colores y fragancias. Tu sola presencia me desarma. Me vence. Puedes tenerme comiendo de la palma de tu mano y no lo haces.

¿Por qué no lo haces?, me pregunto. ¿Por qué no tomaste de mí todo lo que querías el día que nos encontramos? ¿Por qué en lugar de aceptar tu naturaleza, batallaste en su contra? Tus razones, si las piensas bien, no son sólo aquel deseo tuyo de ser un "buen" hombre. Hay más detrás de tus intentos desesperados por olvidar los asesinatos que cometiste; y tienes razón, sin importar lo que esos criminales le hicieron a otros, tú tomaste sus vidas justificándote con una idea de justicia que las leyes del mundo nunca harían valer por las víctimas sin voz. Sin embargo, siendo lo que eres, ¿por qué te afecta tanto haber matado? Si lo que me has dicho acerca de aquellas muertes dadas por tus manos es cierto —que lo único satisfecho con la muerte era tu sed y no tus ideales—, ¿por qué sigues diciéndote que eres malvado? ¿No ves acaso que eres capaz de sentir arrepentimiento y culpa?

—No quiero —susurro. Mi voz vacila, tiembla por los nervios, pero me es posible decirlo porque se trata de la verdad—. También estuve sin ti, ¿recuerdas? Volver a verte allá, con ellos amenazando con… matarte… fue demasiado.

—¿Por qué intercediste por mí? —cuestionas. Mis manos se cierran en puños. Ya no es por dolor o miedo, sino por ira. No puedo creer que me pidas la respuesta a una pregunta como esa. Quisiera que mi mente no fuera un misterio para ti. Si las barreras que encuentras en mi cabeza cuando quieres leerla no existieran, sabrías que no tengo más que una razón para haberlo hecho—. Sólo dímelo, Jacob. Por favor —presionas tus labios en mi sien.

Me pregunto cómo esos labios fríos lograron parecerme irresistibles antes —considerando como "antes" las fechas previas a mi cumpleaños dieciocho, el último que he tenido—, y ahora, con todo este dolor encerrado dentro de mí, con esta confusión y esta ira que me hacen ver borroso yo quiero, entre muchas cosas, que los presiones contra los míos. Quiero volver a sentirte. Quiero estar seguro de que estás de vuelta y que tus palabras y tu presencia no son sólo un delirio mío.

Con lo mal que estuve las primeras semanas sin ti no me sorprendería que esto fuera un simple brote psicótico. Sé que haberme desplomado como lo hice es un acto digno del melodramático carácter de Rosalie, ¿pero de qué otro modo debí haber reaccionado? ¿Cómo esperabas que me recompusiera tan rápido de un amor como el que tuvimos?

Me alegra que mi padre no se haya percatado de la verdadera seriedad de mi corazón roto. Me alegro también de haberle mentido respecto a lo que me dijiste unos minutos antes de desaparecer de mi vida, porque de haberlo hecho, estoy seguro de que me habría desmoronado a sus pies.

Así que, ¿por qué estás pidiéndome con tanto ahínco que te confiese mi amor? ¿Quieres verme reducido a la miseria del sentimentalismo humano? ¿Quieres confirmar que aún te quiero para volver a dejarme? En el fondo, sé que no eres capaz de eso; pero en el exterior, tengo muchas dudas.

—Suéltame, Edward —demando. Hago el intento de apartarme yo mismo y tu mano por fin deja de sujetar mi rostro. Generalmente no te rindes con esa facilidad. Acostumbras a retar mi tenacidad tanto como la paciencia que tengo lo permita. Debo ser un desastre si hasta en eso tienes cuidado.

¿Me veo débil? Espero que no. Ser frágil es algo que no deseo. Imagínate cómo reaccionaría Paul si nos observara interactuar con tanta torpeza de mi parte. Seguramente frunciría el ceño y empezaría a decirme un montón de cosas en tono de crítica… aunque quizá me equivoque. Es Paul quien me ayudó a sanar —fue difícil, nos tomó meses— y quien logró hacer que me olvidara de ti por largos lapsos de tiempo. Su cariño, humor y personalidad fueron una maravillosa medicina.

Me pregunto si él estaría dispuesto a suturar las heridas que me hicieron en Italia. Tan rápido como me lo pregunto, prefiero no pensarlo. ¿Cómo puedo atreverme a pretender su atención cuando le pagué dándole la espalda? ¿Cómo podría cuando seguí a Alice a otro continente para salvarte a ti, Edward? Paul debe odiarme ahora. Sería justo si lo hace. No me quejaré de ser así.

—Tenemos que hablar con tu padre y con el mío —murmuras.

Cierro los ojos un segundo. Las cosas ya estaban suficientemente estresantes sin que me lo recordaras, pero tienes razón. Ellos dos son la prioridad.

—Lo sé —respondo—. Mi padre va a oponerse.

—Tendrá que aceptarlo. Confío en que verá la severidad de la situación y tendrá en cuenta que los Vulturis no cambiaran de parecer.

—Yo también —acepto—, pero no es tan fácil.

Nunca lo es. No contigo y con tu familia. Hay leyes que fueron rotas. También corazones, promesas, huesos, esperanzas… como una delicada taza de té contra suelo de mármol. Como yo contra James. Así de grave y complicado.

—No quiero que esto sea más difícil para ti —dices; yo pregunto: ¿en verdad no quieres?—, pero más tarde las cosas no serán suaves. Lo que hiciste allá fue un negocio arriesgado, no ganarás nada con los términos que fueron acordados.

—Me aseguré la vida —replico—. La mía, la tuya y la de Alice. Quizá la de toda tu familia. De no haber interferido, estaríamos muertos.

—Aro no iba a deshacerse de nosotros con tanta facilidad. El poder de Alice y el mío siempre le han interesado, y el tuyo le intriga.

—No tengo ningún poder.

—Aro no pudo leerte, la tortura de Jane no tuvo efecto en ti y la bruma de Alec apenas te confundió un poco. No conozco de lo que se trata, pero estoy seguro de que el tuyo es un caso excepcional, y Aro pensó lo mismo. Él te quiere a su lado.

No sé de qué modo él me quiere a su lado. Ruego por que no sea nada como lo que James quiso de mí, o algo parecido, ya que no soportaría pasar por eso de nueva cuenta. Mucho menos viniendo de un vampiro demasiado antiguo para estar cuerdo. Imagínalo: Aro cazándome y, todavía peor, experimentando conmigo, con este "poder" que parece haber despertado su curiosidad. Estaría muerto en mucho menos tiempo del que le tomó a James manipularme.

—No dejaré que te haga daño, Jacob —hablas en voz baja, cerca de mí—. Haré todo lo que esté en mis manos para protegerte.

Sé que es verdad. Arriesgaste tu propio bienestar y el de toda tu familia por mí cuando James estuvo buscándome —él no se ha olvidado de mí, estoy seguro. Justo ahora debe estar divirtiéndose en otros lugares, esperando por el momento adecuado para reclamar lo que cree suyo. "Regresaré por ti, Jacob. Serás un fantástico compañero, y lo que es mejor, te tendré sólo para mí"—.

El trato de Volterra es mi modo de saldar la cuenta pendiente.

—¿En cuánto tiempo vendrán a comprobar que cumpliremos? —te pregunto. Basándome en lo que dijo Alice estando en el castillo, ella tiene una idea del tiempo que me queda.

—Hasta ahora no hay nada que Alice haya visto —explicas—. El tiempo no es relevante para ellos. Están interesados en nosotros, pero ni eso le da al tiempo un valor significativo. Podrían venir tanto en dos años como en dos décadas. Alice se mantendrá atenta de cualquier forma.

—Quiero que me digan cualquier cosa que vea —exijo—. No son más que posibilidades, lo sé, pero es importante que las consideremos.

—No me atrevería a prohibirte la información. Lo menos que puedo ofrecerte son todas las alternativas.

Oh, ahí está. Ese humor amargo. La voz melancólica y oscura.

¿Sigues culpándote de cada una de mis desgracias? No deberías.

¿Sigues odiándote por lo que eres? Es irracional.

El avión aterriza. Es de noche y llueve un poco. Al salir del aeropuerto, me cubres con tu chaqueta sin decir una sola palabra mientras te adelantas en la acera con la intención de llamar un taxi.

Tu ropa es fría y tiene tu aroma impregnado en ella; dulce, suave, tranquilizador. Respiro profundo y exhalo lo más silenciosamente posible. Varias personas pasan caminando junto a mí sin siquiera mirarme. Una mujer con apariencia de profesional se para en el borde de la acera, a menos de dos metros de ti. Habla por teléfono y del hombro le cuelga una maleta pequeña. Está distraída en su conversación, moviendo rítmicamente la punta de una de sus zapatillas, y luego te ve.

Entonces, la zapatilla deja de moverse y el teléfono se despega un poco de su oído. Un segundo más y corta la llamada. Guarda el teléfono en su abrigo. Adopta una posición recta, preparándose para deslumbrar con sus dotes femeninos, y en el instante que sus labios pintados de rosa se abren, tú te vuelves y me llamas. La mujer salta en su sitio, sorprendida porque giraste hacia donde ella está durante la fracción de un segundo.

—Vamos, Jacob —dices y veo tu mano alzarse en mi dirección.

Un taxi nos espera con la puerta de atrás abierta. No puedo decir si lo noté deteniéndose o no.

Camino hacia ti acomodándome dentro de la chaqueta que me diste. La mujer se ha trasladado un par de pasos lejos del taxi, pero te dedica un par de miradas. Me ofreces entrar primero al auto, y yo lo hago sintiéndote poner una mano en mi espalda baja. El tacto me estremece y tú te permites reír un poco; el sonido es bajo, suave.

—¿Por qué no duermes un poco? —sugieres cuando hemos salido de los terrenos del aeropuerto. Te arrimas hacia mí, tu brazo colocándose sobre el espaldar del asiento, abarcando lo suficiente para sentir que quieres abrazarme.

—No tengo sueño —miento.

—Apenas has descansado desde ayer —murmuras, tu voz en un tono que dice: no hay sentido en decir mentiras.

—Estoy bien —insisto.

—Y la testarudez no se acaba.

—Nunca. Quedó claro desde hace tiempo, ¿no?

—Bastante, pero yo soy terco también.

—Pobre iluso quien lo niegue —me mofo.

Eventualmente el cansancio gana y caigo dormido. Al despertar —no sé cuánto tiempo después—me encuentro recostado contra ti. Intento ignorar tu sonrisa triunfal, pero te hace brillar demasiado como para hacer caso omiso.

—No lo disfrutes tanto —digo con la voz ronca, poco amenazadora—.Siempre tomas ventaja de mis necesidades humanas.

—Algo debo tener para defenderme —te justificas—. Mi amor por ti me quita la fortaleza para negarte lo que desees.

Te fuiste tras decir que no me amabas. ¿Cómo pretendes que crea en ti? Realmente quiero saber por qué me lastimaste de ese modo. ¿Era necesario? ¿No podías irte dejando mi corazón en una sola pieza? ¿Cuál era la finalidad de… romperme?

—¿Puedes hacerme un favor? —pregunto.

—Dime lo que quieres —incitas.

Descanso mi mejilla en tu hombro, que es frío como el resto de ti. Metes tu mano entre mi cabello, acariciando con la duda de las últimas horas. Sé que tienes miedo de lo que estoy por pedirte, puedo sentirlo en la tensión de tus músculos. Perdóname si acabo hiriéndote, pero estoy ahogándome.

—Luego de hablar con Billy y Carlisle, cuando hayamos acordado una fecha para la transformación, no te acerques a mí —la mano en mi cabello se retrae. ¿Te duele tocarme como a mí me duele verte? En el fondo, y pese a que hacerte daño no me gusta, espero que sí.

Suspiras. Reacciones tan humanas no son comunes en ti.

—Me odias.

—No —respondo—. Estoy enojado, dolido, confundido… pero no siento ningún odio hacia ti. Dime, ¿cómo te tomarías las cosas de estar en mi lugar? Ha sido demasiado para una persona. Y no hablo sólo de Volterra, Edward.

—Entiendo —murmuras. Rozas el nacimiento de mi cabello con la punta de tus dedos. Un dulce y querido placer recorre mi espina. Estoy acomodándome en tu costado, mis brazos pidiendo que rodee tu pecho mientras dices: —¿Estamos, entonces, en un tipo de "tiempo fuera"? ¿Desde ahora hasta que el asunto esté arreglado?

—Así es.

No pronuncias una sola palabra en el largo trayecto de Seattle a Forks.

El silencio nos hace bien a ambos.

Notas finales:

Otra razón por la que he decidido escribir y publicar esto es porque "Dividido" va a estar temporalmente en pausa. No va a ser cancelada, no la abandonaré, no voy a tener una crisis y a borrarla de mis cuentas... No. Pienso que necesita un descanso, tanto el fanfic como yo y ustedes.

Así que, aquí va un anuncio:

Empezaré a publicar nuevos fanfics. Éste es el primero.

Voy a concentrarme en proyectos que he tenido en mente durante meses (o hasta años) ahora que estoy de vacaciones (reprobé dos materias, ¿quién me da una cachetada?). Por el momento, avanzaré en este fanfic, y dentro de unos días publicaré uno one-shot y quizá una historia corta (tres capítulos a lo mucho).

Gracias, muchas gracias a quienes han leído "Hombres de hielo" y "Dividido". Les agradezco de todo corazón sus comentarios y las vistas.

Y sí, voy a escribir las cosas en el formato que se debe. No creo que alguien extrañe los guiones (-) teniendo las hermosas rayas (—).

Nos leemos luego.

Akire-Kira (28/01/16)

 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).