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EN MEDIO DE LA NOCHE por Childerika

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Notas del fanfic:

Hallo hallo XD

Saliendo de mi oscura y lúgubre mazmorra y desempolvando fic de hace años =o= y como es dos de febrero, cumpleaños de Killer, me dije: ¿y porque no? •3•

Pues, siempre había querido hacer un fic en donde el ZoSan, KillPen y KidLaw estuvieran juntos, y aunque el KidLaw brilla por su ausencia, se da a entender que algo hay XD aparte de que hubo una pareja que se formó de todo esto, pero como verán, fue culpa de Sanji XD

Notas del capitulo:

Los personajes que aquí menciono son propiedad intelectual del nuestro diabólico y talentosos señor Odachii Sama, creador del cielo y de la tierra de One Piece, de ser lo contrario, me pertenecerían y haría solo Yaoi hard del intenso con ellos •3•

El Thousand Sunny surcaba los cielos como lo hacía sobre las olas normalmente. El barco volador cayó en el mar después de escapar de una  terrible tormenta.

Los tripulantes, sin más ánimo que el que daba la hora de la comida, miraron las nubes negras que habían dejado atrás y que resplandecían con la furia en pleno apogeo y aunque su invitado, Trafalgar Law, lucía un semblante parco y sereno, sus ojos grises mostraron sorpresa a lo sucedido, no todos los días salía disparado en un barco para escapar de una tormenta.

Todos sonreía  al sol resplandeciente que los iluminaba, la isla que se veía a la lejanía era lo más alentador de todo. El extraño Log pose de Nami les decía que era una isla tranquila, por lo menos las agujas no se movían sin control, sería una suerte que no hubiera personas peligrosas o grandes riesgos, así era el sentimiento de Nami, porque para Luffy sería otra isla aburrida que visitar.

 

Zoro miró a Sanji que en la barandilla miraba la isla con ansiedad, esto le dio un mal presentimiento. Uno que le molestaba porque en vez de pasar tiempo con él, se iría por su lado a buscar placeres. Pareciera que no le bastaban las noches acaloradas que pasaban juntos.

—¿Estás pensando en dejarme sólo?

Le preguntó sin llamar la atención de sus demás nakama.

—¿Y qué tiene de malo?—Soltó el humo que se llevó el viento—¿Acaso no sabes cuidar de ti mismo?

—No es eso idiota. Pensé que podríamos aprovechar que el barco se quedaría sólo.

—¿Y perderme la oportunidad de bajar a la isla y estar con una mujer? Ni lo sueñes joven marimo. Debo sentir la suave y perfumada piel femenina también, sus bellas formas...

No había vuelta atrás, Sanji no cambiaría, buscaría una mujer mientras él se quedaba bebiendo en su espera y después volvería oliendo a perfume y sexo buscando su regazo para dormir.

—En ese caso, también iré en busca de algo.

La mirada sorprendida e incrédula de Sanji se posó en él, parecía que no creía en sus palabras.

—No esperaré a que vuelvas de tu aventura oliendo a ellas y me busques sólo para dormir.

—¿Tú marimo? ¿Serías capaz de encontrar a una mujer que pueda complacerte?

—¿Y quien dijo que buscaría a una mujer?

—¿Piensas serme infiel con un hombre?.

Dijo Sanji sonriendo aún incrédulo.

—Me eres infiel con mujeres

—No es lo mismo...

—¿En qué sentido no lo es? ¿Acaso no te acuestas con ellas? La diferencia es muy poca, simplemente no serán tú ni serán yo las personas con las que estemos hoy.

—Nunca habías buscado a otras personas. ¿Qué te pasa?

—¿Porque no hacerlo cuando no estarás para mí?—Zoro se acercó y acarició su mejilla—Pero si te quedas, nos divertiremos.

—No pienso cambiar mis planes—Dijo Sanji tajante retirando la mano de Zoro—Ve y encuentra a quién te dé la gana.

Zoro le vio alejarse rumbo a la cocina. No estaba seguro si se había molestado por decirle eso, pero de haber querido, pudo aceptar la propuesta de quedarse con él, al rechazarla, tenía carta abierta para hacer lo que le diera la gana.

Verdad era que no se atrevería a buscar sexo por su cuenta, cuando lo había hecho, era porque Sanji lo había arrastrado y quien iba a la vanguardia. Pero esos tiempos habían terminado; ahora Sanji salía solo y él sin proponérselo se quedaba esperando como una esposa abnegada en espera de su mujeriego esposo. No le había molestado en lo absoluto de no ser porque se hizo frecuente.

 

Sabía que no había malas intenciones de parte de Sanji, incluso, tenía total certeza que cuando le gritaba extasiado que lo amaba era verdad, sólo que amar a Zoro y a las mujeres al mismo tiempo causaba anomalías en el sistema. La manera de amar de Sanji era algo muy diferente pero lo entendía. Desde el comienzo sabía que tendría que lidiar con su carácter enamorado, sólo que en ocasiones, sentía que Sanji pasaba por completo de él y actuaba sin consideración.

¿Pero qué podía esperar de un pervertido? Simplemente, no quería esperarlo en esa ocasión, saldría a beber y a distraerse.

 

Llegaron a tierra firme, todos listos bajaron del Sunny y emprendieron camino juntos, a fin de cuentas terminarían por separarse, solo Brook se quedó en el barco para cuidar del rehén.

Zoro se lo preguntó por última vez antes de alejarse del Sunny.

—Ya te lo he dicho, me voy en busca de una hermosa joven. Haz lo que te plazca.

Zoro no dijo nada más, se fueron en grupo hacia la ciudad y una vez allí, todos tomaron caminos separados sin darse cuenta.

Pasó por la ciudad recorriendo de principio a fin, había llegado al Sunny en donde Brook le saludo y giró en sus talones para volver a intentarlo.

Estaba a punto de darse por vencido, cuando algo llamó su atención. Un hombre de cabellera roja y abrigo un poco más oscuro salía de un lugar no lejos de él, le seguía otro hombre de máscara franjeada en azul y blanco con abundante cabellera rubia. Si bien recordaba era Eustass Kid y su subordinado al que llamaban “El soldado masacre”.

La última vez que los había visto fue en el archipiélago Sabaody. Mientras no se metieran con ellos no había necesidad de llamar su atención, sin embargo, lo que llamó su atención en realidad fue el lugar de donde salieron. Por fin había encontrado una taberna.

 

La barra estaba llena por lo que se fue a una mesa que estaba al fondo. Era una auténtica taberna pirata en donde se escuchaban risas estruendosas y alegatos inteligibles, pequeñas riñas orales que terminaban en golpes. Un poco de variedad no estaba mal y si alguien quería probar suerte con él, sólo esperaba que fuera alguien que valiera la pena. Bebió sin que nadie lo molestara, hasta que el dinero escaseo y el día se acabó. Salió de la taberna sin haber llamado la atención más que por la manera de beber y se preguntaba si era tiempo de volver.

Afuera, una gran luna redonda bañaba las calles con soberbios rayos azul platino que dejaba ver con claridad y ahuyentaba las sombras haciéndolas menos densas.

Por las calles caminaban parejas de todo tipo, amantes que buscaban la comodidad de la noche para declararse o mostrarse más amor del que se mostraban en el día.

Maldijo al cocinero por no haberse quedado con él, a esa hora estarían pasando un buen rato en el Sunny. Por un momento, recordó la indiferencia que le había demostrado e intentó llamar la atención de alguien por despecho o para demostrar que también podía prescindir de él, y cuando tenía la atención que quería, no se animaba a seguir el juego. No estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas y se sintió estúpido. Aunque quería mantener las palabras a Sanji y desfogarse con alguien, no se sintió capaz de llevarse a alguien a la cama.

Mientras la noche avanzaba, se daba cuenta de que las calles eran interminables, no encontraba el camino de regreso y las casas comenzaban a ser iguales.

Decidió dar vuelta en una esquina, no esperaba encontrar a Sanji en buena compañía. La mujer parecía muy accesible a las intenciones de Sanji que se mostraba feliz.

La distancia no fue un impedimento para que sus miradas se cruzarán, la luz azulada hacia brillar un poco más su blanca tez así como sus cabellos. Zoro se imaginó la piel impregnada de sudor y los cabellos agitándose a su ritmo mientras observaba cómo eran iluminadas por la luna de esa noche; de no ser porque el cocinero había decidido estar con otra persona ya lo tendría en sus brazos, ya estaría entre sus piernas susurrando dulces palabras.

A pesar de la distancia y las sombras, Sanji le miraba con ceño fruncido, casi amenazando de muerte si se atrevía a interrumpir, algo que a Zoro no le importaba, ya había dicho lo que pensaba y si Sanji se iba a revolcar con alguien, él, de querer, haría lo mismo, aunque no era su estilo, pero tampoco estaba interesado en esperar su regreso.

Dio media vuelta y sin poner más atención en Sanji se alejó; regresaría al Sunny por dinero para seguir tomando en alguna taberna, sin embargo, los caminos eran extraños y largos y no llevaban a ningún lugar. Trató de seguir otro camino, cuando se dio cuenta, ya divisaba el mar, aunque no veía el Sunny por ningún lado. Chistó la lengua algo frustrado y confundido.

 

Alguien a su lado hizo un ruido que llamó su atención, y es que, sentado en la arena, estaba un hombre con una máscara contemplando el mar y bebiendo de una botella con la ayuda de un pajilla, era el mismo que por la tarde acompañará aquel pelirrojo. Le pareció algo estúpido y gracioso ver a ese gran hombre de renombre cruel y despiadado beber de esa forma, era algo sumamente digno de ver. Pero lo que le apremiaba por el momento era encontrar el barco para seguir bebiendo.

Otra vez giró sobre sus talones y emprendió la marcha, dejando atrás a ese hombre que tomaba con la ayuda de una pajilla y que tampoco le había tomado la menor atención.

El sentido de orientación Zoro lo llevó a dar otro paseo.

El centro de la ciudad estaba aún con vida gracias a un establecimiento que hacía circular a los noctámbulos. Pronto dejó la ciudad atrás y se alegró de estar en la playa, sin duda acertaría y el Sunny aparecería pronto. Sin embargo, lo único que apareció, fue nuevamente el encasquetado que no le prestó atención.

 

Zoro volvió por sus pasos, ahora molesto y con mayor frustración; jamás entendería el porqué las calles se veían iguales. Al momento de pasar frente a una casa, volvió a encontrarse con Sanji, sólo que este no lo miró y entró del brazo de la mujer con quien estaba coqueteando antes.

Sanji sonreía al igual que la mujer, tomaba su mano y la besaba, por último, la rodeao por la cintura y entraron a lo que descubrió era un restaurante.

—Imbécil.

Fue lo único que dijo antes de seguir su camino y llegar otra vez a la playa al lado de aquel hombre que seguía tomando por la pajilla sin la mayor preocupación que cambiar de botella cuando se terminaba el líquido.

—Pareces perdido.

El hombre le habló por primera vez, y lo había hecho con un toque de burla. Zoro soltó un gruñido, molesto porque no sabía aceptar su mal sentido de orientación y porque todos lo molestaban con lo mismo.

—No te estréses y disfruta—Le tendió una botella—. Es una buena noche, ideal para un encuentro amoroso si así se presentase.

Zoro antes de mirar con sorpresa la revelación tan íntima del "soldado", miró con desconfianza la botella, después de todo, la tomó y sin saber  que decir, se mantuvo mirando el reflejo de la luna en el mar mientras bebía.

 

Él chocar de las olas en la playa llegó a ser hipnótico, algo tan monótono llegaba a ser aburrido y tedioso, pero para los que viven en el mar, llega a ser algo relajante.

—Roronoa Zoro—Ahora lo decía de manera seria—¿Quién diría que un hombre como tú, se le dificultara llegar a una parte? No creo que buscaras la playa.

Zoro dio un gran trago sin sentirse ofendido, era un buen sake, el mejor que hubiera probado.

—¿Quién diría que el "soldado masacre" tiene sus momentos nostálgicos mientras bebe y mira el mar.

Killer comenzó a reír, desconcertando a Zoro.

—Todos tenemos derecho a mirara el mar y evocar recuerdos.

Zoro dio otro largo trago preguntándose el por qué estaba hablando de esa manera con el primer oficial de los piratas de Kid. La única razón que encontraba, era que el tipo ya estaba demasiado borracho.

—¿Quién podría saberlo? ¿El tipo que toma sake con una pajilla para no quitarse el casco?

Killer sorbió el resto del sake con su pajilla, dándole a entender que tampoco le incomodaba el hecho de que se burlara de eso. Depósito la botella vacía en una caja a su lado y de la misma sacó otra descorchando y bebiendo inmediatamente.

—¿Vas a beber o a hablar? Es un buen licor para no disfrutarlo.

En eso tenía razón, nunca había probado semejante cosa. Debía tener una dotación en sus reservas, se tentó a preguntar de dónde era ese delicioso licor.

Tomó el último trago agradeciéndole, Killer ya le tendía otra botella y claro que no desaprovecharía.

—Bebamos Roronoa—Dijo Killer—, aún queda mucho licor.

Zoro le vio receloso ¿Qué interés tenía ese hombre en él? No es que fuera a rechazar la invitación, pero era algo que era sumamente extraño. Jamás habían hablado antes, hasta donde sabía, era la primera vez que estaban frente a frente y sin embargo él, le hablaba con mucha naturalidad.

En un inicio la idea de medir fuerzas le cruzó la mente. Había escuchado algo acerca de ese hombre; que era fuerte, que era despiadado, que su recompensa era mayor a la de él. Pero ese hombre actuaba de una manera despreocupada y no sentía peligro por el momento, así que tomó  asiento a su lado.

—No tiene mucha importancia, pero me pregunto el por qué me invitas a tomar en vez de pelear.

La pajilla salió del casco, se escuchó un ruido que tal vez era un eructo y se giró a su dirección.

—Pelear lo haremos en su momento, cualquier día en alta mar o en alguna isla. De eso no hay duda. Esta noche no lo encuentro apropiado. Hay una vista del océano que no quiero perder, la luna brilla como nunca y tengo una fuerte dotación de sake que debo tomar antes de zarpar.

—¿E invitar a un desconocido a beber estaba en tus planes?.

Zoro bebió saboreando el sabor que se extendió por su boca, era imposible dejar de tomar.

—No eres un desconocido. Eres Roronoa Zoro, el ex cazador de piratas y tu capitán es Monkey D. Luffy. Todo indica que eres un buen adversario, pero eso sólo lo descubriría en un enfrentamiento.

—¿Y porque no lo hacemos?

Killer giró su cabeza para mirarlo, sin sacar la pajilla de su boca contestó:

—No es mala idea, es por eso estas aquí, aunque soy un hombre comprometido, tengo permiso especial.

Zoro sin entender le miró.

—Podemos hacerlo aquí o ir a un hotel.

En ese momento escupió el licor de su boca, lo cual después reaccionó que fue un gran desperdicio.

—¡¿Que demonios estas diciendo?! Yo no...

—Ese rubio, es tu pareja—Killer le interrumpió sin dejar de contemplar el mar—. Te ha dejado esta noche para estar con mujeres.

Zoro intensificó su mirada, sin embargo Killer no dejaba de estar relajado, bebiendo como si no hubiera sido impertinente.

—¿Tú que puedes saber? Ese cocinero de cuarta y yo...

—¿Lo vas a negar?—le interrumpió tomando un trago—No podrías. Los vi juntos, interesante manera de mirarse; el tipo te abandono aún cuando tu no querías. Ahora debe estar revolcándose con alguien más.

Zoro se dio cuenta que negarlo o avergonzarse era imposible, porque no era mentira lo que Killer decía y porque era muy orgulloso como para mostrarse avergonzado frente a ese tipo que de igual manera lo sabía.

—Los vi en el pueblo, él miraba mujeres sin importar que estuvieras a su lado. Su relación es muy extraña.

—Eso no te importa. ¿Piensas que saldré corriendo para evitarlo?.

Dijo Zoro en tono áspero poniéndose de pie. Killer lo imitó y se puso frente a él.

—Yo no permitiría eso de tenerlo a mi lado.

Apenas lo dijo, Zoro desenvaino su katana dirigiéndola al cuello del osado Killer, más las cuchillas de éste la habían interceptado.

—Pero dudo que lo intentara, no son iguales las circunstancias ni las personalidades, por ahora estamos separados, eso nos deja con bastante libertad. Es algo parecido a lo de ustedes, sólo que es por la distancia.

Zoro no comprendía lo que intentaba ese hombre, aunque era un licor excelente, debía alejarse de él; las cosas se estaban poniendo extrañas y no quería preguntar.

—En otras circunstancias, no me importaría buscara a alguien más, pero como ya lo dije, es una ocasión especial y se necesita de alguien especial—la fuerza de Killer se acentuó un poco para después relajarse—. Estamos solos por el momento, con la libertad de hacer lo que queramos.

Estaban claras sus intenciones, le estaba proponiendo intimidad. Era la primera vez que un hombre de una tripulación pirata le hacía insinuaciones, y para su sorpresa era uno de los de  Eustass Kid.

En la voz de ese hombre no cabía la menor duda o broma, lo decía con total seguridad.

¿Por Qué no pensarlo un momento? ¿Acaso no se lo había dicho a Sanji? Ya que le estaba evitando la fatiga de volver a buscar y negarse porque no le convencía, podía aceptar. El guerrero masacre no era cualquier hombre después de todo, no es que iba a suplantar a Sanji con algún pelele cualquiera.

Killer se mantenía frente suyo, inmóvil, sosteniendo la botella y bebiendo de ella con la pajilla. Se preguntó la cantidad de alcohol que había ingerido como para invitarlo. No parecía ser ese tipo de personas.

"De tenerlo cerca"

Esa persona estaba lejos de él, era por eso que buscaba en otras personas el calor y la presencia que tanto extrañaba, en ese caso no era la primera vez que lo hacía.

 

¿Qué buscaba Sanji en otras personas? ¿Porque no era suficiente tenerlo a su lado?

"De tenerlo cerca, yo no lo permitiría"

Circunstancias parecidas, motivos diferentes, Zoro notaba que aunque tuviera una máscara y aparentaba tranquilidad, ese hombre sólo deseaba una cosa, la misma que él quería. Estar cerca de esas personas.

—No pienso llegar lejos—Dijo Killer como último intento—No si tu no quieres.

—Ya lo veremos, sólo pido igualdad.

Zoro dejó sus espadas en la arena descubriendo su pecho e igual lo hizo Killer despojándose de su ajustada camisa. Los dos amplios y gruesos torsos brillaron ante la luna que los iluminaba con argentinos rayos  haciendo resaltar las brechas de sus músculos.

Killer de algún lugar sacó una caja, colocándola cerca de él, entendió que tenía que sentarse; pero antes, el gran cuerpo de Killer se arrodilló ante él, sintiendo su aliento que se colaba por el casco.

—Será algo digno de ver cómo es que lo haces con esa cosa puesta.

Sonrió Zoro divertido al tratar de imaginar cómo es que sería su rostro.

—¿Que tan honorable eres, Roronoa Zoro?

—Lo suficiente como para mantener mi orgullo.

Contestó digno, dándose cuenta de que Killer hablaba muy en serio.

—En ese caso, cerremos los ojos, es hora de que comencemos a imaginar.

Killer se quitó el casco liberando una melena que se adueñó de su rostro al instante, lo único que vio Zoro antes de respetar por completo su secreto, fue la nariz que sobresalió, lo demás fue cubierto de igual manera por las sombras.

Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás, el aliento turbio comenzó a viajar por su vientre.

" Hoy Sanji probará un estilo diferente"

Se dijo para justificar la nueva boca que lo recorrería.

Las  manos de Killer se sentían ásperas, se preguntó si así era como Sanji percibía sus manos en su piel suave, con el tacto lleno de suavidad y cuidado... Mentira, Zoro no era tan lento en sus caricias.

 

Cuando Killer lo tocó, sintió un nudo en el estómago, no creía que  lo que estaba a punto de hacer, pero ya no había vuelta, su pantalón caía hasta sus tobillo y Killer lo conducía de la cadera para que tomara asiento en la caja.

Sus manos recorrieron sus piernas y muslos, adentrándose en su intimidad, por un momento pensó en detenerlas, pero algo en los besos cálidos que se repartían en su vientre se lo impidió.

A Sanji le gustaba besar el abdomen.

La rubia cabellera en su regazo logró engañarlo, aunque era más abundante y rebelde, tal vez de un color más opaco, el pensamiento de Sanji trabajando su entrepierna llegó repentinamente.  

A pesar de saber de memoria los labios de Sanji, siempre lo sorprendía con movimientos repentinos, lamidas diferentes. Así que no le fue difícil dejarse llevar y disfrutar de los besos que se extendían por los oblicuos hasta el ombligo, de la mano áspera y   caricia suave que viajaba de sus muslos hasta sus pantorrillas y se desplazaban a su cadera sintiendo la abundante perilla hacerle cosquillas.

 

Era una sorpresa que alguien de recompensa y con una reputación como la de Killer le tratara con suavidad desesperante. Pensaba que sería algo más interesante.

Lo que no era consciente Zoro, es que Killer también estaba reconociendo su cuerpo y las reacciones, pues no es que se enfrascarían a un encuentro pasional de un momento a otro cuando apenas se conocían. Comenzó a dudar si sería capaz de alcanzar una erección, eso fue algo que le preocupó, quedaría en vergüenza si no cumplía con su parte.

 

Se estaba arrepintiendo de haber aceptado.

Sin embargo, las caricias fueron tornándose cada vez más fuertes, los dientes del rubio recorrieron peligrosamente su flácido miembro causando un  escalofrío en él; atrapó su sexo comenzando a succionar y a masajear sus testículos. Ante el repentino cambio, Zoro se encogió atrapándolo con sus piernas; Killer no prestó atención y prosiguió con su trabajo.

Ahora Zoro estaba satisfecho con el matiz que estaba tomando.

Killer tomaba su miembro con una mano mientras con su boca lo recorría y succionaba, lo lamia en toda su extensión, subiendo y bajando de ella.

"Sanji"

Pensó al sentir como los labios se cerraban en la punta.

Suspiro satisfecho ante el jugueteo de la lengua, de las hebras de cabello que acariciaban sus muslos, de las manos que apresaban su sexo y estrujaba sus testículos.

"Sanji"

Apretó con fuerza sus ojos al sentir otra oleada de placer. Llevó su mano hasta la cabeza del Sanji ocasional enterrando sus dedos en la espesa cabellera. El cabello de Sanji era suave y sedoso, con aroma a tabaco y especias, el cabello de ese Sanji era suave, largo, espeso; no sabía qué olor podría tener así que le dio el olor del original.

No guió el movimiento, no fue necesarios, el rubio parecía comprender las necesidades que su cuerpo requería; cuando estaba a punto de llegar al clímax, disminuía el movimiento y se retiraba un poco pero  dejando una leve caricia, Zoro movió su cadera desesperado amenazando con terminar.

El oleaje acompañó el gruñido que dio, tratando de calmar su necesidad, levantó la vista al cielo estrellado sintiéndose acalorado.

 

¿Porque no podía entender a Sanji por completo? ¿Porque Sanji no podía complacerlo un día sin parecer que que odiaba su persona? Sólo había pedido una noche en completa soledad sin esconderse en algún rincón en el Sunny, sin tener la preocupación de que algún impertinente los interrumpiera.

Las manos se aferraron a sus muslos y la boca continuó su tarea en su miembro.

Volvió a sujetar la cabellera, a mover su cadera pero ahora se puso de pie y comenzó por embestirla sin remordimiento, las manos se aferraron a su trasero sin dar indicios de querer parar con eso.

 

Y Zoro se dejó llevar por la ilusión y el enojo, reprochando a Sanji que no pensara un poco en él, después de todo, él cedía en la mayoría de sus caprichos. ¿Que le costaba ceder un poco ante él? ¿Es que podía tener más orgullo?

De pronto, se retiró un poco y se abalanzó a la boca con sabor a sexo, besó con impaciencia tumbando en la arena el cuerpo. Esa noche Sanji sería suyo.

 

No tardó en qué  le correspondiera, atrapó su cabeza con sus manos y ejerciendo presión para ir más adentro en la boca.

Las manos se vieron libres en recorrer el cuerpo, era musculoso, tal vez más que el de él mismo, pero era Sanji, sólo Sanji a quien deseaba, sin embargo el hombre bajo él sería su reemplazo esa noche y haría con él lo que hubiera hecho con él.

 

Pero las cosas no serían tan fáciles, ese Sanji resultó ser más rebelde; con otro rápido movimiento, Zoro término bajo el cuerpo musculoso que mantenía una de sus piernas rozando su entrepierna, lo peor era que ya tenía el trasero lleno de arena. Como si fueran conscientes por un momento, ambos permanecieron quietos, expectantes, como si con cualquier movimiento se corriera el riesgo de que el cielo se cayera sobre ellos y la pequeña recreación que se habían formado se esfumara. Sin embargo, sus respiraciones agitadas juntaba sus pechos y podían sentir sus erecciones casi rozarse; lo que provocó que Killer, escondido en el cuello de Zoro, gruñera con algo de frustración. No fue hasta que movió su cadera que se dio cuenta de que aún tenía los pantalones puestos. Por experiencia personal, sabía lo incómodo que era guardar una erección en un momento de pasión.

Killer seguía moviendo su cadera, frotándose contra Zoro, refugiado en su cuello también lo besaba. Zoro trató de ayudar, pero la propia mano de Killer ya desabrochaba su pantalón y se tocaba al tiempo que no dejaba de besar su cuello. La arena comenzaba a picar en su trasero, sin embargo, pareció olvidarlo cuando Killer decidió juntar sus penes y frotarlos. Su cuerpo se estremeció y cerró los ojos, algo que no podía hacer con su boca. El pene de ese Sanji parecía más grande de cómo lo recordaba, claro, hasta en peso y constitución, su cuerpo parecía diferente. Las caricias parecían más rudas, y al mismo tiempo contenidas, le faltaba ese tacto sutil que Sanji tenía. Sonrió divertido al recordar quién era el que lo tocaba; nada más y nada menos que otro espadachín como él, por eso sus manos eran callosas, por eso su rudeza—pero una rudeza extrañamente atractiva que no sabía cómo explicar: de lo salvaje pasaba a lo dulce por torpeza nata o por torpeza premeditada—, por eso nada era como estar con Sanji. Pero no se arrepentía, quería saber cómo acabaría todo eso, quería seguir recibiendo placer y seguir explorando a Killer que le parecía muy interesante, su piel era algo nuevo en comparación con Sanji, la piel de Sanji era perfecta, olía a tabaco y especias marinas, suave al tacto a pesar de alguna pequeña cicatriz, en cambio en Killer podía distinguir varias texturas provenientes de grandes cicatrices, como la de su brazo izquierdo, parecía una gran quemadura y se sentía extraña, le hacía pensar que era un tipo temerario sin miedo a la muerte y sin duda un gran adversario. Un adversario que tenía su atención por esa noche.

Sintió como Killer se movió y se sentó a horcajadas en su pelvis sin dejar de masturbar ambos penes que se deslizaban sin problema por su misma humedad. Ambos movían sus caderas en un instinto primario, Zoro se aferró a los muslos de él, y él, le robó un beso salvaje y desesperado.

El sin pensarlo, miró hacia arriba, el cielo  carente de estrellas brillaba azul por la luna de azul plateado,  y sin proponérselo, pudo ver la silueta irreconocible de un rostro que igualmente le observaba, el rostro de Killer que entre las sombras y mechones se escondía, su amplio pecho de fuertes bíceps, estómago labrado, el brillo de su cuerpo, era algo irreal, cerró los ojos para no ver cómo sus hombrías estaban unidas. En ese momento, el agarre fue más rudo, el movimiento más rápido, Zoro se aferró a los muslos de Killer y al unísono los dos gruñian desesperados, moviendo su pelvis y estremeciéndose, sintiendo el líquido caliente que manchaba su estómago y llegó hasta su cuello. Zoro dejó caer su cabeza en la arena mientras escuchaba a Killer maldecir mientras se levantaba.

Ambos estaban sentados en la playa bebiendo de sus botellas, sin camisa y con el cabello desordenado, Zoro ya había lavado su torso en el mar, y aún después de haber sacudido su trasero por mucho tiempo, sentía pequeños granitos que se paseaban por su ropa interior, causa de haber permitido que Killer lo dejase abajo, su consuelo era, que ese rubio sufriría al quitar la arena de su gran melena. Miró el mar arrullandose con el ir y venir de las olas, por la posición de la luna, parecía que solo bastaban unas horas para que amaneciera, y de no ser porque aún había unas cuantas botellas en esa caja, ya se hubiera marchado. Por una parte, quería regresar y ver a Sanji, esperar su regreso y que durmiera en su regazo, conformarse y mirar mientras cocinaba; sabía que discretamente le sonreiría, que furtivamente le daría una bola de arroz para distraer su hambre, un trago de sake, café o té. Quería sentir el estremecimiento en su pecho cada que lo veía o tenía uno de esos gestos que negaría o que sería el motivo para cumplir sus caprichos. Después de tocar el cuerpo de Killer, quería volver a su esbelto y ágil cuerpo, a sus discusiones sin sentido y pláticas de media noche que podían terminar con cuerpos sudorosos y caricias ardientes. ¿Sanji sentía lo mismo cuando volvía? ¿Lo extrañaba y por eso al regresar buscaba su regazo para dormir, buscando su tacto y su aroma?. Si era así, comprendía porqué de su comportamiento.

Por otro lado, también se preguntó si pensaba en él, porque mientras Killer lo tocaba y él lo tocaba, no había dejado de pensar en Sanji, pretender que era él, una versión de mayor tamaño. Era una tontería pensar que Sanji pensaba en él, porque su cuerpo no se asemejaba en nada al de las mujeres. En realidad, a pesar de lo bien que Killer lo hizo sentir, no había quedado satisfecho, y algo le decía que a Killer le pasaba lo mismo, él hombre ya no hablaba, de igual modo miraba el mar como si buscara algo en él, pero sentía, por el modo en que se separó y maldecía, que estaba molesto por algo que no dejaba de pensar.
—Desgraciado bastardo...
Zoro miró a Killer que con rabia lanzaba la botella al mar, no podía discernir si estaba lo suficientemente borracho para comportarse así esa noche. Aún no tenía su casco, aún las sombras y su abundante cabellera lo resguardaban. Se preguntó si ese insulto era dirigido a él; no estaba seguro si las pretensiones de Killer iban más allá de una simple masturbación en la arena y ahora se molestaba por no llegar más allá.
—Dijiste que no llegaríamos más lejos si no quería. Tú fuiste el que se retiró primero.
La mole de sombra y pelo se giró para mirarlo, escuchó cómo reía discretamente solo siendo interrumpido al dar un trago a la botella.
—No tengo nada contra ti, Roronoa. Es solo que descubrí el pequeño artificio de un desgraciado que podría estar lejos.
Zoro volvió su atención al mar, solo ese hombre podía entenderse así mismo.
—¿Tomarás venganza?
—No lo sé—contestó verdaderamente indeciso, algo que no creyó viniendo de él—, pero he aprendido la lección. Dejare esta costumbre de noches de libertinajes y me concentraré en mi meta.
Al dar el último trago a su botella, se colocó nuevamente el casco y se puso de pie, de la caja sacó dos botellas más y se las dio a Zoro.
—El infeliz lo único que quería es que pensara en él, no era un verdadero permiso especial. Con su regalo y sus palabras, lo único que hizo es que me diera cuenta de ...
Guardó silencio, Zoro aceptó las botellas con un brillo especial en los ojos esperando que terminara su oración, pero no lo hizo.
—Nos veremos en otra ocasión, Roronoa. Lo más seguro es que para entonces, podremos medir fuerzas con nuestras armas sin recordar esta noche.
—Ten por seguro que así será.
Zoro sonrió esperando ese momento y saboreando el licor en sus manos. Killer cargó con su caja llena de botellas vacías y su camisa que aún no se ponía, después de dar unos pasos, sin mirarle le preguntó:
—¿Cómo se encuentra Trafalgar Law?
Zoro parpadeó un par de veces tratando de comprender. Pero le respondió sin dar más detalles que por seguridad, no daría, después de todo, la alianza que Trafalgar y Luffy habían formado ya no era un secreto.
—Él se encuentra muy bien.
Satisfecho Killer con esa respuesta, alzó su otro brazo a modo de despedida y se perdió entre la playa y la oscuridad.

Zoro no le importaba, pero tal vez si le sorprendía un poco todo lo que había ocurrido esa noche y un poco sospechoso el interés de ese hombre hacia Trafalgar. Pero eso ya no quería pensar en eso, solo quería llegar al Sunny y recostarse en las piernas de Sanji cuando esté llegase para dormir, aunque lo más seguro, es que dormiría solo en alguna parte. Acomodó su ropa y se dirigió al barco, nunca pensó que tardaría tanto en llegar, la noche no era demasiada oscura pero no podía distinguir bien el camino sin mencionar que todos los lugares lucían iguales, aún cuando el barco estaba muy cerca de la playa que daba al puerto. Volvió a recorrer la zona, cruzar la pequeña ciudad, llegar a unas playas solitarias, y ya cuando despuntaba el primer albor, vio al Sunny.

Cuando estuvo en él, se dio cuenta que Caesar estaba completamente dormido y solo; le pareció muy extraño que ni Trafalgar estuviera cerca, siendo el único interesado en mantenerlo y que siempre lo había vigilado, recordó que, Brook había ofrecido a Trafalgar quedarse con él. Sus sentidos se agudizaron para un inminente ataque, pero al ver que Sanji salía de la cocina, se sorprendió aún más, ¿Qué hacía Sanji en el barco?
—Oh, veo que él marimo ha llegado.
Aunque su rostro denotaba tranquilidad, la forma en que lo había dicho era dura, como un reproche que espero mucho tiempo en salir.
Zoro no dijo nada, lo miró detenidamente, no había duda que era Sanji, su cabello rubio brillaba con el discreto amanecer, su porte atlético y gallardo que delataba su temperamento, su amplio pecho y estrecha cadera. Suspiró tranquilo, estaba en casa. Dejó las botellas en el césped, sentía que Sanji aún le miraba, y así era, pero no podía presentarse ante él lleno de arena, no podía ensuciar su cuerpo de esa manera, o simplemente que la arena ya estaba en lugares muy privados y sólo quería deshacerse de ella.
—¿A dónde vas?
Sanji se escuchaba desesperado, no por eso menos molesto, Zoro le miró frenando la necesidad de subir hasta la cocina y besarlo, decirle que mientras tocaba y era tocado por otro hombre, no había dejado de pensar en él. Pero, tal vez eso inflaría el ego del guapo cocinero y sería la pauta para que se tomara más libertades.
—Solo iré a darme un baño. ¿Quieres ayudarme?
Sanji no dijo nada, volvió a la cocina y Zoro fue por ropa y se dio el merecido y necesitado baño. Killer no había dejado marca, solo un intento en su hombro, nada que tal vez unas horas desvanecieran, y trató de recordar si dejó alguna marca en ese hombre. Sonrío ante la duda de lo que diría Sanji si veía ese cardenal, ¿lo retaría? ¿Le recriminaría? ¿O simplemente lo dejaría pasar? Después de todo, el mismo Zoro le había dicho lo que tenía pensado hacer esa noche. Se preguntó si sería igual en el caso de Killer, aunque recordando sus palabras, la persona que extrañaba estaba lejos. Tal vez no tan lejos, Trafalgar estaba en la misma isla.

Una vez limpio y fresco, salió al césped junto a sus botellas tan deseadas y con el sol del amanecer brindo por un delicioso sake y la próxima discusión que seguro Sanji le estaba guardando. No se arrepentía haberse encontrado con el primer oficial del Eustass Kid, le había hecho ver que nunca iba a dejar de pensar en Sanji, le había dado de un delicioso sake que hasta entonces hubiera probado y que estaba disfrutando como nunca. Solo un pensamiento pecaminoso de egoísmo lo ensombreció al querer compartir con Sanji, pero Sanji no tomaba a esas horas de la mañana, seguro que si lo veía, haría lo posible por impedir que bebiera antes del desayuno. Y su preocupación acrecentó cuando sintió una la presencia que se acercaba y se paró detrás de él. No miró quién era, lo sabía y por eso afianzó más el agarre de la botella.

Para su sorpresa nuevamente en esa mañana, Sanji se sentó a su lado con un enorme plato lleno de bolas de arroz y trozos de carnoso pescado.
—Debes tener hambre.
Dijo jugando con el cigarro apagado entre sus labios. Zoro miró algo contrariado la comida y después a Sanji, pero él no lo miró ni dijo nada más, solo tomó una bola de arroz y mordió.

 

Dejando especulaciones o misterios, Zoro también comenzó a comer gustoso, ¡¿cómo iba a despreciar semejante desayuno?! Cada bocado era como besar la mano de Sanji, tan delicioso y exquisito, suspiró satisfecho cuando terminó todo.
—Gracias por la comida.
Y sin pensarlo, ofreció la última botella a Sanji, que después de mirarla sonrió, la destapó y tomó un poco para después pasársela, pero un pequeño papel que estaba pegado bajo esta, llamó su atención, tenía el nombre de una isla y el domicilio de una estación de correos. Desdoblándolo leyó las pocas palabras:

 

“Cada que bebas de estas botellas, piensa que es de mi boca de donde bebes. Disfrútala con alguien a tu altura. Solo lo mejor, para el mejor.

Te extraño demasiado y pienso en ti en medio de la noche cuando miro el mar.

P.D. Aún no sabemos nada más de él. Procura cuidarte, no quiero preocuparme también por ti.”

 

—¿Qué es esto?

Zoro sintió el cambio de humor en Sanji. Mirando el papel solo encogió los hombros. Esperaba que Killer no echase de menos la carta de su enamorado.

—Seguro se pegó en la caja en donde venía, era de un tipo en la playa que bebía solo y me las obsequió.

—¿...Y solo te dio el licor?

Zoro trató de dar sentido a su pregunta, si no lo conociera pensaría que estaba celosos.

—Me hizo ver que te extrañe demasiado.

Sanji le miró sorprendido, pero ese asombro paso a una alegría discreta, bebió de la botella y la pasó a Zoro.

 

Ya con esa muestra de paz, Zoro se sintió con el permiso de recostarse sobre su regazo. Podía morir en ese mismo instante y no darse cuenta, sobre todo porque la mano de Sanji comenzó a acariciar su cabellera. Si seguía de ese modo, estaría durmiendo plácidamente en los próximos diez segundos.
—... Y bien ¿Qué tal tu noche?
Sintiendo el sueño en los ojos, no era muy consciente si soñaba o recordaba la voz de Sanji preguntar, de igual modo trato de responder.
—Ya te lo dije: Te extrañe mucho.
Entre ese maravilloso sopor, pudo distinguir la sonrisa de Sanji, ¿reía o sonreía?
—Yo igual.
El cálido toque de sus labios en su frente fue lo único que necesito para dejarse llevar por el sueño. No sin antes, abrir sus ojos y mirarlo de una manera maliciosa cuando escuchó a Brook llegar y agradecerle a Sanji el haber cuidado a Caesar toda la noche.
—Duerme marimo idiota.
Claro que se había sonrojado, nunca le diría, nunca aceptaría que en esa ocasión fue Sanji el que lo espero. Sanji tapó sus ojos, y en ese momento, Zoro durmió plácidamente en el regazo de Sanji.

La pequeña nota fue olvidada, solo alejada por el viento hasta los pies de un recién llegado Trafalgar quien la levantó y leyó, observó a los chicos en el césped y fue a la cocina ignorando lo demás, mostrando una satisfecha sonrisa y con alguna leve dificultad en su andar.


        ~•~•~•~•~•~•~•~•~•~



—Es tu turno.
Miraba ansioso el mar, era la quinta vez que lo miraba.
—Deja de mirar el mar y pon atención al juego.
Al no encontrar lo que buscaba, su atención volvió al tablero frente a él sin siquiera ser consciente de que le habían hablado. Sus dos compañeros intercambiaron miradas, sobre todo, porque hizo un movimiento que le costaría el juego. Su amigo hizo lo que tenía que hacer.
—Jaque mate.
Pero él, nuevamente miró hacia el mar, ajeno a lo que sus amigos hacían o decían.
—¿Qué le pasa? Tiene casi tres semanas comportándose así. Las victorias en el ajedrez no son verdaderas victorias si está así de distraído.
Dijo su enorme amigo rascándose la cabeza, con un semblante decepcionado.
—Lo sé, ayer metió la herramienta a la nevera y me dio a beber café salado.
De pronto, su distraído amigo volvió al juego, movió inútilmente una pieza, y volvió a mirar el mar. Nuevamente sus amigos se miraron, uno de ellos sonrió maliciosamente.
—Ey Penguin, ¿podrías prestarme novecientos bellies?
Después de mover otra pieza, buscó en sus bolsillos.
—Lo siento, aquí solo tengo cuatrocientos, pero después te daré lo demás.
Shachi tomó el dinero y sonrío a Bepo que le devolvió la sonrisa. No era la primera vez que lo hacían, se repartían el botín y compartían con su misma víctima lo que compraban, incluso hacían eso con las tareas en el submarino. Era divertido, no podía negarlo, pero después de mucho tiempo ya resultaba algo cansado.
—¿Cuánto tiempo seguirá comportándose así?
Preguntó el enorme Bepo guardando la mitad del botín que le correspondía.
—No lo sé, ni siquiera se ha preocupado tanto por el capitán, está así desde que mandó esa caja de licor a su amigo. Tal vez es su novio y espera respuesta.
Bepo lo miró y con sus manos llamó su atención.
—Aye Penguin, ¿esperas la carta de tu novio? ¿Por eso estás tan distraído? ¿O te preocupa no saber nada del capitán?
Como si saliera de un trance, al escuchar eso, Penguin se sonrojó y quito las peludas y blancas manos de su cara.
—¡No es mi novio! Solo, solo es mi amigo.
Se levantó y los dejó solos, no sin antes dejar ver el puchero que hacía mientras veía el mar y decir sus últimas palabras.
—¡Y por supuesto que estoy preocupado por el capitán!
Cerró la escotilla dejándolos solos. Shachi golpeó el estómago de Bepo.
—Un amigo no se lo llevaría a un alejado rincón oscuro para besuquearse y tocarse.
—¿Tú cómo sabes eso?
—En primer lugar, porque nosotros somos sus amigos y no lo hacemos. En segundo, porque cuando vi que el tipo lo jaló al callejón, pensé que estaría en problemas, confíe en que pronto saldría dejando al tipo golpeado, pero me preocupé cuando pasó mucho tiempo. Me di prisa en llegar, estaba por gritar y dar mis mejores golpes pero...
—¡¿Pero qué?!
Demandó Bepo ansioso por el desenlace, Shachi se abrazó a sí mismo, paró sus labios como si fuera a dar un beso imaginario y fingió su voz dando el tono de un exagerado Penguin mimoso.
—"Mmh, bésame más, más, te extrañe mucho, mua mua, pensé mucho en ti, ¿pensaste en mí?" Y entonces una voz ronca le respondió: "no preguntes eso y aprovechemos el tiempo"—Shachi recuperó la compostura—, casi vomito por lo cursi de sus palabras, sólo de pensar todo lo que hicieron en la oscuridad me da escalofrío. Salí corriendo de ahí. Lo más seguro es que sea porque aún no tiene respuesta después de ese gran paquete que mandó. Pero no te preocupes por eso, amigo Bepo, vayamos por unas botellas de ese gran sake que Penguin consiguió en esa isla.

A la mañana siguiente, como era costumbre del gran Bepo, salió a la escotilla disfrutando el aire fresco que tanto extrañaba. Se estiró, dio los buenos días a quien escuchara, miró a los cuatro puntos cardinales y entonces vio algo que se acercaba. Una ave de correo especial se posó en la barandilla, de una bolsa que colgaba sobre su pecho sacó una pequeña carta, Bepo pagó la propina—ya que el servicio estaba pagado—, y el ave se fue con un graznido de agradecimiento.
Curioso miró el pequeño sobre que no contenía nada más que el nombre de la isla de donde procedía "Jazar", el nombre de la tripulación "Piratas Heart" en la parte frontal y al reverso "Penguin". Lo olfateo un poco pensando que podría conservar algún aroma conocido, tal vez era de su capitán, pero descartó la idea al saber que no era probable, su capitán había dejado muy en claro que la comunicación era de alto riesgo, motivo por el cual le resultaba muy sospechosa esa carta. Lo mejor era consultarlo con los demás.

—Tal vez es una trampa.
Decía el gran Jean Bart mientras comía su plato de avena y manzana, una dieta para mantener el corazón muy saludable, por lo menos, eso decía el capitán.
—¿Quién querría poner una trampa a Penguin? Al pobre diablo ni siquiera lo reconoce su familia.
Contradecía Shachi con la boca llena.
—¿Entonces debo darle la carta? No es como las que recibimos normalmente.
—¿Dices que la trajo un ave especial?
Bepo afirmó a la pregunta de Jean Bart.
—Conozco un sistema así, generalmente, cuando se está en alta mar, no se sabe el tiempo de llegada a una isla específica, sobre todo en el nuevo mundo. Es un servicio especial, que solo se usa cuando no se sabe con certeza en dónde está el barco señalado, es por eso que se usa de esos pájaros que se dedican a buscar la embarcación a la que se tiene que entregar. Es muy popular en el bajo mundo porque se mantiene el anonimato.

—En ese caso, esa podría ser la carta que Penguin ha estado esperando. La carta de su novio.
—Aye aye, Shachi tiene razón.
Shachi dejó su cuchara y fue hasta el altavoz del comedor y llamó con urgencia a Penguin, que minutos después aparecía apurado esperando ver una desgracia.

Apenas Bepo le enseñó la carta, el rostro de Penguin se iluminó de alegría rebosante. Ahí mismo abrió con mano temblorosa, no fue capaz de evitar un ligero sonrojo y una enorme sonrisa, no se dio cuenta que sus amigos leían desde su espalda, aunque sólo lograron mal leer la primera oración. De apenas una cuartilla de hoja, podía reconocer su clara caligrafía:

 

“Desgraciado Pingüino:

El licor fue la cosa más deliciosa que probé, por eso recordé tus labios, así que tomé una y otras vez de tu boca. ¿Era lo que querías, no? Adorable bastardo, estoy molesto. Ahora cada que tome un buen licor pensaré en ti, y si estoy con otra persona también lo haré, tú y tus malditas palabras. Caí en tu trampa.

Esa persona era la indicada, resultó unos de su nueva alianza, dice que está bien por el momento.

Mi capitán no dice nada, pero sé que se encontraron, echó a todos del barco con una mala excusa, incluso a mi, y al llegar, estaba de buen humor y ya se había duchado; incluso tú sabes el cambio que hay en tu capitán cuando se encuentran, pero son tan orgullosos que nunca lo dirán.

Espero poder encontrarte en algún momento para hacerte pagar esto.

P.D. Te mando miles de besos y abrazos.”

 

Con su gran sonrisa y el rostro ruborizado, se dio la vuelta y los miró; todos se dieron cuenta de lo feliz que se sentía, de no ser porque el gorro tapaba sus ojos, hubieran notado ese brillo especial, aunque los que lo conocían ya se lo imaginaban.
—El capitán está bien, no corre peligro por el momento.
La noticia fue motivo de alegría general y los jubilosos gritos eran ensordecedores.

Después de eso, brindaron a la salud de su capitán, por la tarde hicieron una fiesta submarina para no toparse en la superficie con alguien indeseable. Bepo caminaba comenzando a sentir ese calor sofocante, pero por el día tan especial resistiría todo lo posible. Se encontró con Shachi que llevaba más licor y le preguntó por su amigo Penguin. Aún tenían la duda de cómo era que sabía de Trafalgar. Lo último que supieron de él, fue la alianza que había formado con los sombreros de paja. Así que lo buscaron, lo encontraron en el cuarto de máquinas y con la carta en sus manos.

 

Entraron con cuidado, no querían molestarle, se veía pensativo y con la añoranza a flor de piel. Shachi, sabiendo que seria la ultima oportunidad, fue el primero en hablar.

—Entonces, ¿Fue tu novio el que se encontró con el capitán?

Aun perdido en su mundo, Penguin afirmó.

—No lo sé, solo me dice que uno de los sombrero de paja le dijo eso.
Shachi miró otra vez a Bepo y le guiño un ojo.

—¿Y que más te dice? ¿Que te extraña mucho?

—...Bien, el dice que me manda miles de abrazos y besos, que no dejó de pensar en mí gracias al licor que le envíe y que se vengará de alguna manera cuando vuelva a encontrarme…

—¿Tienes miedo de lo que te hará? Espero que no sea un tipo que le guste golpear a sus parejas. ¿Quién es?

—No—Penguin mostró una estúpida sonrisa soñadora y se sonrojó—, él no me hará nada. Creo que sólo no podré sentarme bien en unos días...

De pronto Penguin se puso aun mas rojo al darse cuenta de lo que decía, tanto Shachi y Bepo parecían contener la risa.

—¡No, les dije que no es mi novio! Es solo que me pidió…

—Aye aye, Penguin ya no lo puede negar. Tienes un novio que te manda abrazos y besos.

Abrazó a Shachi en una exagerada recreación.

—Ya cállense los dos…

—Lo siento…

—Descuida Bepo, no tienes de qué disculparte.

Dijo Shachi riendo soltándose de sus brazos, escudándose detrás de Bepo por sí Penguin lo atacaba.

—¡Claro que lo tiene!

—Calma, calma. Lo que verdaderamente importa, es que nos dio una excelente noticia. Nuestro capitán está bien por el momento. Así que relájate, tienes por fin tu carta, tienes lo que querías, vayamos a divertirnos mientras podamos. Faltan apenas unos días para llegar a Zou.

Penguin se calmó, Shachi tenía razón, tenían que festejar ahora, tal vez sería la última vez. Guardó la carta en sus ropas y salieron de ese lugar.

—Hace mucho que no jugamos ajedrez—dijo Penguin mirándolos alternativamente—, y estoy quebrado por alguna extraña razón. ¿Podríamos jugar una partida de póker y apostar?

Sus voces se perdieron entre los pasillos, el corazón de Penguin latía con fuerza, ahora sabía que Killer pensaría de vez en cuando en él, así como Penguin lo hacía en medio de la noche cuando miraba el mar oscurecido.

Fin… O tal vez no

 

Notas finales:

Espero haya sido de su agrado, gracias por su tiempo que dedicaron. Pronto vuelvo con otra pequeña historia XD

Hasta entonces y que estén bien (^-^)/

 


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