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La esencia de la belleza por Euridice

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Notas del fanfic:

¡Hola! Este es un pequeño fic que hace mucho tenía en mente. La idea era subirlo para San Valentín, pero como en mi pequeña licencia me fui de vacaciones a la playa (nunca voy, odio la playa, pero me invitaron =P )no lo pude terminar y acá está, con un pequeño retraso.

 

Es un one shot parodia que espero que disfruten; yo me divertí escribiéndolo =P

 

Espero que hayan tenido un lindo San Valentín, yo no soy muy de fesejarlo, pero sé que hay gente que sí. No los aburro más y les dejo con el fic.

Había sido una larga semana en la cual se la habían pasado juzgando almas y dándoles su castigo, pues ellos nunca descansaban, ni siquiera en los días festivos; empero, esa víspera del  catorce de febrero las cosas serían muy distintas, no solo por aproximarse el cumpleaños de Valentine,  quien recibiría presentes varios de parte de sus camaradas, sino además porque el señor Hades, por sugerencia de Pandora, le permitió a sus espectros festejar San Valentín. En comparación a las suntuosas celebraciones de la fecha que la diosa Athena ofrecía a sus santos dorados, Hades organizó una modesta cena a su ejército junto con un divertido juego, que consistía en que los espectros se armaran de valor y dejaran un presente a aquella persona que les hacía suspirar en secreto, junto con una nota que contenga una pista para que quien la recibiera pudiera adivinar quién era su enamorado. Esto último fue sugerencia Afrodita, claro está, pues el dios del inframundo solicitó algo de ayuda a la diosa del amor en dicha empresa, y ella a cambio le pidió quedarse unos días de visita en el inframundo, algo que Hades aceptó a regañadientes.

 

 

 

Entre copas de vino que iban y venían, platos copiosos y alguna que otra broma pesada por parte de Minos y Aiacos, se hizo la medianoche y el juego propuesto por Afrodita comenzaría; fue así que todos los espectros se levantaron de sus asientos y se dedicaron a buscar una presente que tuviera su nombre para descubrir a su enamorado secreto. Queen y Lune fueron los más deseados de la noche, pues el primero recibió presentes de sus camaradas Gordon, Iván, Sylphid y Myu, entre otros, mientras que Lune desenvolvió presentes de Minos, Aiacos, Phlegyas y hasta de su subordinado Marchino, haciendo que el espectro del Balrog se sonrojara al saber que tenía tantos admiradores. Radamanthys se arriesgó y le dio un bello vestido a su amada Pandora, quien lo recibió con gran alegría, pues anhelaba que el británico estuviera tan enamorado como ella lo estaba de él, y su deseo se hizo realidad. Algunos no recibieron tantos presentes como los bellos del inframundo, pero aun así se sentían felices de saberse deseados por al menos una persona. No obstante, uno de los guerreros de Hades no estaba para nada feliz y ese era Zeros de la rana, pues, ¿cómo no iba a estar disgustado?, si no había recibido ni siquiera un par de medias de presente, y nadie se había molestado en hacerle una carta de amor falsa, como años atrás Minos lo hizo en venganza porque Zeros lo delató con Pandora, por escaparse al santuario para espiar a Afrodita de piscis y Camus de acuario en sus entrenamientos. La velada culminó y fue así que varios espectros regresaban a sus aposentos con regalos varios y nuevos amores, pero Zeros volvía solo y con las manos vacías.

 

 

 

Ya en su cama, sentado con una mirada cargada de congoja y resignación, el espectro de la rana dejó salir su amargura en un ensordecedor llanto que alertó a varios de sus compañeros, mientras que a otros no tanto, pues ya estaban acostumbrados a los berrinches que Zeros solía hacer en San Valentín por ser un “indeseado”. En un pasillo del castillo Heinstein los demás espectros se acercaban curiosamente a la puerta de la habitación del oriundo de Camboya, sin atreverse a tocar la puerta para averiguar de qué se trataba todo el escándalo, por lo que se limitaron a escuchar el lamento de su camarada.

 

 

 

-          ¿Por qué llora Zeros esta vez?- al fin se atrevió a preguntar Myu.

 

-          ¿Y tú qué crees? Por ese espantoso rostro que tiene, nadie le dará un beso de buenas noches siquiera en toda su triste existencia… - respondió Minos con cruel ironía.

 

-          Minos…- dijo Lune, en un intento de moderar el modo en que su compatriota se refería a Zeros.

 

-          ¿Acaso miento?- dijo Minos, encogiéndose de hombros, y Lune imitó la acción.

 

-          Ya me está cansando esto, siempre es la misma historia todos los años… Pandora, ¿hay algo que puedas tú o el señor Hades hacer? Quisiera poder dormir esta noche…- rogó Radamanthys.

 

-          Me temo que no, querido, pero tal vez finalmente se calme y nos deje dormir.- le respondió Pandora a su flamante novio.

 

-          ¡Qué fastidio! Afortunadamente tengo uno de estos…- dijo Queen, sacando de su bolsillo un reproductor de música portátil- ¡Gracias Sylphid!- agregó y besó a su pretendiente.

 

 

 

 

Para infortunio de quienes no tenían música que escuchar, o de quienes padecían de insomnio, Zeros continuó lloriqueando a gritos toda la noche, algo que hizo al señor Hades molestarse, y mucho; furioso, se levantó de su lujosa cama y se puso una bata para deambular por el castillo, con el cometido de cansarse lo suficiente y caer rendido en la cama. Desgraciadamente, el cansancio no aparecía y mucho menos el sueño; hastiado por no poder cerrar un ojo, el dios del inframundo se llevó las manos a la cabeza y comenzó a halar de sus negros cabellos en clara señal de desesperación.

 

 

-          ¡¡¡Ya no lo soporto más!!! ¡¿Qué he hecho para merecer esta tortura?!

 

-          Veamos… intentaste asesinar a Athena y provocaste un eclipse que casi acaba con la humanidad…- respondió Afrodita, quien estaba por allí escuchando las quejas del dios.

 

-          Tú solo sabes recalcar lo malo de mi persona…

 

-          ¿Qué es lo que tiene  a tu guerrero tan afligido, Hades?- preguntó la diosa.

 

-          Lo mismo de todos los malditos San Valentín de cada año… no tiene ni un solo pretendiente. Ni uno…- dijo Hades, haciendo el gesto con su dedo índice- ni siquiera Cerbero le hace una gracia.

 

-          ¿Y por qué no?

 

-          ¿Tú qué crees?- respondió Hades, mirando a Afrodita con gesto de obviedad.

 

-          ¡Ay Hades! La belleza física no lo es todo… todos tenemos alguien que nos ama, hasta la bestia encontró una bella joven que lo amó…

 

-          Pero… ¡no lo entiendes, Afrodita! ¡Se trata de Zeros de la rana! ¡Él es horrible! ¡Nunca se transformará en un bello príncipe por su corazón de oro como en ese cuento de hadas…!

 

-          Tal vez tengas razón, a menos que…

 

-          ¿A menos que qué? ¿Qué estás planeando?

 

-          Algo que te permitirá dormir, al menos por esta noche. Enseguida regreso… tú vuelve a tu lecho a descansar, prometo que esta noche dormirás como un muerto.- dijo la diosa del amor y se retiró; Hades regresó a su recámara luego.

 

 

 

 

Fue así que Afrodita se dirigió a la habitación de Zeros y pudo escuchar con mayor claridad su interminable lamento, que ahora era un ahogado sollozo; sigilosamente, y aprovechando que el espectro estaba inmerso en su miseria y no la vio entrar, Afrodita usó un viejo conjuro que hizo al espectro de la rana caer dormido al instante. Una vez que Zeros se hallaba en plena fase REM, la diosa esparció unos polvos divinos sobre el joven y recitó unas simples palabras.

 

 

 

Bello como Jacinto, el consorte de Apolo serás, tan solo si entender la esencia de la belleza podrás.

 

 

 

Hecho esto, la olímpica se retiró, dejando a Zeros preso de un profuso sueño, y esperando ansiosa a que llegara el alba para que el espectro de la rana se observara al espejo.

 

 

                                               ****

 

Al amanecer, Zeros despertaba con pesadez; no recordaba haber dormido tanto en años, pero se sentía muy descansado, a pesar de que saber lo mucho que había llorado en la noche. Luego de desayunar se internó en la ducha, el agua fresca se sentía muy bien en su piel y le ayudó a despertar sus sentidos; empero, la sorpresa se la llevaría cuando se viera en el espejo que colgaba del baño. Parpadeó varias veces, abrió sus ojos como platos y su quijada casi se va al suelo cuando observó la imagen que se reflejaba: no había un esperpento allí, sino alguien… lindo, muy lindo. Se tocó las mejillas, se pellizcó varias veces y analizó su rostro desde variados ángulos para cerciorarse de que no era un sueño; sí, era todo real: sus ojos de sapo eran ahora dos relucientes almendras y las bolsas eran recuerdo del pasado, la enorme nariz era un bello hocico respingado y su horrible bocacha de dientes desparejos se transformó en una encantadora sonrisa. Sorprendido y extasiado por ese inesperado milagro, Zeros comenzó a bailotear por toda su habitación a modo de festejo, bien erguido, pues ya no había necesidad de arrastrarse como rana ahora que era tan bello como Lune o Pharao. Ahora que era hermoso podría darse el lujo de lucir esos atrevidos atuendos que Aiacos le había regalado en su cumpleaños anterior, todo para burlarse de lo ridículo que se veía con ellos, claro está; se decidió por un ajustado pantalón negro de spándex, una camiseta de leopardo al cuerpo y unas botas. Serpenteando sus caderas salió de su guarida, con una sonrisa triunfante y el encanto de un gallardo para regodearse de su nueva apariencia; Minos y Aiacos estaban levantados desayunando solos en una pequeña sala del castillo Heinstein cuando, al ver esa belleza pasar, no perdieron ni un minuto en cortejar al misterioso joven.

 

 

 

-          Hola ricura, ¿a qué alma juzgarás hoy? Puedes castigar a la mía cuando gustes…- dijo Minos, y Aiacos estuvo a punto de agregar un piropo cuando, al observar bien la ropa que el incógnito vestía, escupió su café en claro gesto de sorpresa.

 

-          ¡¡¡No puede ser!!!- exclamó Aiacos luego de toser, atónito al ver que se trataba del espectro de la rana.

 

-          ¡Claro que sí! Soy Zeros, y ahora soy hermoso, mucho más que ustedes dos, así que, si me disculpan, debo ir a embellecer este castillo lúgubre.- dijo Zeros con soberbia y se fue de allí.

 

-          ¿A… acaso esto es real? Zeros es…- balbuceó Minos.

 

-          Hermoso…- completó la frase Aiacos, con un gesto de enamorado.

 

-          ¡¡¡Hay que correr la voz!!!- agregó el noruego y de un tirón llevó a su compañero a donde todos los espectros estaban reunidos para chismosearles sobre el extraño cambio de aspecto de Zeros.

 

 

 

 

De más está decir que la noticia revolucionó a todo el ejército de Hades, pues los espectros miraban embelesados al nuevo guerrero de la rana y hasta comenzaron a pelearse entre sí por invitarlo a cenar o salir con él, haciendo que Zeros se sintiera como la única gota de agua en el desierto. Los halagos no tardaron en aparecer, así como las invitaciones a cenar y los regalos de San Valentín; por primera vez en su vida Zeros se sentía plenamente feliz, mas el señor Hades no estaba tan contento, no solo porque todo su ejército estaba más pendiente de Zeros que de juzgar almas, sino porque sabía que tal cambio en el camboyano no era producto de un milagro, ni de la cirugía estética, sino que la diosa del amor estaba muy involucrada en la increíble transformación. Fue entonces que, preso de la indignación por la osadía de Afrodita, Hades entró violentamente en la habitación donde la diosa se hospedaba para ponerla en su lugar.

 

 

 

-          ¡¡¡Acaba con el tonto juego que has empezado de una vez!!!

 

-          ¿Qué juego?- cuestionó la diosa, fingiendo ignorar lo que ocurría.

 

-          ¡¿Vas a decirme que no tienes nada que ver con que todos mis espectros estén babeándose por Zeros?!

 

-          Ah… eso… no es un juego, le estoy dando una oportunidad que cambiará su vida para siempre.

 

-          ¿De qué hablas? ¡Hechizaste a uno de mis espectros!- dijo Hades, muy molesto.

 

-          Lo hice, pero créeme, me lo agradecerás.

 

-          Pero…

 

-          El hechizo bajo el que tu espectro está no es cualquier conjuro ordinario, se trata de una lección de vida que el tendrá que aprender…- explicó Afrodita.

 

-          ¡No me vengas con filosofía justo ahora!- exclamó Hades, aún más irritado.

 

-          No volví a Zeros hermoso de un día para el otro para que te dejara dormir este San Valentín, sino que lo hice para que aprenda cuál es la verdadera belleza…

 

-          Es que no lo entiendes, Zeros es muy diferente…

 

-          Si tu espectro aprende cuál es la esencia de la belleza, conservará su agraciado aspecto por el resto de su vida, conseguirá un novio, quizás dos, y ya no llorará cada noche de San Valentín, y tú podrás dormir profundamente para siempre.- explicó Afrodita, sin darle importancia a lo que Hades intentaba aclararle.

 

-          Si dices que aprenderá su lección… Pero que no cause más revuelos en mi ejército, o le notificaré todo esto a Zeus…- amenazó el dios del inframundo, para luego retirarse de la habitación.

 

 

*****

 

 

El día continuó siendo de lo más inusual en el inframundo, pues Zeros alardeaba de su nuevo aspecto e incluso comenzó a burlarse de Pharao por no tener tantos admiradores como él, se mofó cruelmente de la delgadez de Myu, haciéndolo llorar, e incluso obligó a Cube y a Ochs a servirle como si fuese un dios del Olimpo; los dos espectros no opusieron resistencia al mandato, pues nada era suficiente para tener aunque sea una migaja de la atención de Zeros. Cuando ya se cansó de esos dos, Zeros se internó en su habitación para degustar cada uno de los chocolates que había recibido y guardar sus regalos de San Valentín como trofeos de guerra. Se sentía realizado, pues todos estaban pendientes de él, incluso dejando de lado a Valentine, quien era el homenajeado ese día por ser su cumpleaños. Zeros se tumbó en la cama y dejó salir una risilla pícara cuando, de pronto, un sonido vino de otra de las habitaciones; en posición defensiva se acercó y vio que todo estaba oscuro, encendió la luz para darle su merecido a quien tuviera el descaro de sorprenderlo con un ataque y se quedó de piedra cuando observó la pintoresca imagen frente a sus ojos.

 

 

 

-          ¡¿Minos?! ¡¿Qué rayos?!

 

-          Estuve esperándote por horas, mi amo…- dijo el noruego, quien se había atado a sí mismo con sus propios hilos.

 

-          ¡¿Qué significa esto?!- volvió a preguntar Zeros, sin entender qué pretendía Minos.

 

-          ¡¡Que yo soy tu esclavo!! ¡¡Azótame, Zeros!! Traje todo lo necesario…- agregó Minos, señalando con su cabeza una mesada en la cual había látigos y fustas de las que se usan en las prácticas sexuales sadomasoquistas.

 

-          ¿¿Pero por qué??

 

-          ¡¡Porque he estado fantaseando con ser tu esclavo desde que te vi tan sexy esta mañana!! ¡¡Azótame, azótame duro!!- exclamó el peli platinado, ferviente de excitación.

 

-          Tal vez luego… ahora estoy cansado…- dijo Zeros, algo perturbado por la estrafalaria forma de sentir placer que su compañero tenía y se dispuso a salir de su recinto, cuando en la puerta se topa con un enorme ramo de rosas.

 

-          ¡¡¡ÁMAME!!! ¡¡¡ÁMAME POR FAVOR, PROMETO COMPENSARTE POR TODO LO QUE TE HE HECHO SUFRIR!!!- exclamó Aiacos, llorando desesperado por el amor de Zeros.

 

-          Debo irme…- dijo Zeros y huyó de allí, dejando a Aiacos más angustiado aun.

 

 

 

 

Se detuvo en un pasillo del castillo Heinstein, aliviado por haber escapado de esos dos maniáticos, cuando un gran grupo de otros espectros se detuvo de pronto y al verlo comenzaron a dirigirse hacia él.

 

 

 

-          ¡¡¡Ahí está!!!- exclamó Rock y todos fueron corriendo tras Zeros, quien comenzó a correr.

 

 

 

Mientras Zeros escapaba de sus admiradores, uno de los espectros observaba toda la escena de lejos; él siempre había estado enamorado del camboyano y aprovechó el nuevo aspecto de este para declarar su amor en una carta que le había dejado bajo la puerta de su morada. Aunque era obvio que Zeros no le miraría siquiera, él se sentía más tranquilo al saber que su enamorado sabría que tenía un admirador secreto que lo amó desde siempre, y no solo desde que se había vuelto hermoso.

 

 

 

Cuando Zeros al fin escapó, se escabulló en un rinconcillo del inframundo, donde sus camaradas no lo encontrarían, y allí se dispuso a leer cada una de las cartas de sus admiradores; la mayoría eran descaradas propuestas a tener sexo, o palabrería barata, pero una en particular captó su atención. Era una carta bastante extensa, con una caligrafía algo ilegible, pero el contenido era halagador, pero por sobre todo, el autor de la carta parecía verdaderamente enamorado. Lo que más le agradó de esa nota fue que, quien fuera que la escribió, lo admiraba no solamente por su físico sino por su personalidad, pero lo más importante era que el autor parecía albergar sentimientos hacia él desde hacía mucho. El espectro de la rana se sintió por demás cautivado por ese misterioso admirador, pues al parecer no estaba encaprichado con él solamente porque ahora tenía una agradable apariencia, sino que lo amaba incluso cuando portaba su horrendo rostro. Desde ese momento Zeros dedicaría toda su energía en encontrar al autor de dicha carta, pero mientras tanto, disfrutaría de las atenciones que recibía de los demás.

 

 

                                               *****

 

El día llegaba a su fin; ese había sido un San Valentín hermoso y entonces Zeros se encerró nuevamente en su morada a revisar todos los presentes que había recibido, para decidir con cuál de sus compañeros tendría una cita primero, luego de solicitarle a Pandora que desatara y echara a Minos de allí. Colocó los presentes y los observó detalladamente, juzgándolos por su belleza, precio y sabor, en el caso de los chocolates; luego armó una lista con los nombres de sus admiradores y comenzó a juzgar como si de almas se tratase.

 

 

 

-          Veamos… Cube y Ochs me han tratado muy bien, además han gastado buena parte de sus ahorros en estas hermosas joyas para mí. Giganto no se ha esforzado mucho, me ha dado unos chocolates baratos… a él lo rechazaré, sí…- dijo Zeros y rió a carcajadas, cuando alguien llamó a su puerta.

 

 

 

Salió de su recinto para encontrarse con la señorita Pandora, que escoltaba a una de las marinas de Poseidón, quien estaba allí elegantemente vestido para pedir la mano de Zeros; Minos, Aiacos y otros espectros observaban desde una distancia no muy alejada lo que acontecía, pues querían saber a toda costa qué respuesta daría Zeros a su nuevo y no muy agraciado pretendiente.

 

 

 

-          ¿Quién eres? ¿A qué has venido?- preguntó el espectro de la rana, una vez que Pandora los dejó solos.

 

-          Soy marina de Poseidón, mi nombre es Kaza de Lymnades, vengo a pedir tu mano, hermoso espectro… aunque tu belleza no merece el título de espectro.- dijo el marina, arrodillado y mostrando un reluciente anillo.

 

-          ¿Y qué te hace pensar que yo aceptaría?

 

-          Pues…

 

-          Hagamos la prueba del espejo…- dijo Zeros con frialdad, sacando un espejo de su bolsillo.

 

-          ¿La prueba del espejo?- cuestionó Kaza, confundido.

 

-          Mírame. Yo soy hermoso. Ahora mírate tú…- dijo Zeros, colocando el espejo frente al rostro del marina- Tú, en cambio, eres horrible… nunca tendrás a alguien como yo.

 

-          Pero… puedo solucionar eso, mira… puedo convertirme en alguien hermoso, como por ejemplo…- dijo Kaza e indagó en el corazón de Zeros para saber qué secreto había allí, y se topó con el recuerdo de la guerra santa; fue entonces que adoptó la forma de Camus de acuario- ¿Qué te parece? Me veo muy bien, ¿no?- agregó con su nuevo y bello rostro francés.

 

-          Tal vez, pero es solo una ilusión… cuando despierte a la mañana tendré tu horrible rostro a mi lado, así que… la respuesta es no.- dijo Zeros con maldad.

 

-          Pero… prometo hacerte conocer los siete mares…

 

-          ¡No, no y no! ¡Vete de aquí!, nadie quiere sustos de medianoche como tú. ¡Fuera de mi vista!, y procura no asustar a nadie en el camino.- agregó Zeros y Kaza se retiró cabizbajo, sintiéndose muy humillado y con su corazón hecho trizas.

 

 

 

 

Todos los espectros allí presentes estaban atónitos ante lo que acababan de presenciar, no tanto por el hecho de que una marina de Poseidón viajara desde lo más profundo del océano para pedir la mano del ahora bellísimo Zeros, sino por el cruel y muy desconsiderado trato que este le dio a Kaza. Zeros se los quedó mirando con una expresión altanera al ver los rostros de indignación y lástima de sus camaradas, y fue entonces que Caronte de Aqueronte se le acercó para darle su opinión al respecto, pues sentía que debía decirle a Zeros lo que pasaba por la mente de todos los espectadores.

 

 

 

-          No soy la persona más indicada para dar lecciones de moral en el inframundo, pero… si para mí algo estuvo mal, es porque de veras está mal…

 

-          ¡¿Qué rayos intentas decir?! ¿Acaso no es lo que ustedes me han demostrado todo el tiempo? ¡¡Él debería andar con una bolsa en la cabeza antes de venir siquiera a preguntarme qué hora es!!- contestó Zeros con arrogancia.

 

-          Zeros, nosotros no te odiábamos porque eras feo, te odiábamos porque eres un ser detestable cuando te lo propones. Y aunque tengas ese lindo rostro, acabas de mostrar lo realmente horrible que eres…- dijo Minos con una elocuencia que sorprendió a todos, y acto seguido todos se retiraron, dejando a Zeros solo en su lugar.

 

 

 

 

Una vez que todos volvieron a sus moradas, Zeros se acostó en su cama para seguir comiendo sus chocolates como buen glotón que era, sin guardar ni uno siquiera para convidar a Pandora o al mismísimo Hades; la noche cayó, dando fin a ese alocado catorce de febrero y, rendido por el sueño, el espectro de la rana se durmió. Afrodita, quien se había enterado de la vil actitud que el camboyano había tenido con el marina de Poseidón, se escabulló en la habitación de este y lo observó dormir; con un gesto de resignación la diosa finalmente entendió a qué se refería Hades cuando intentaba explicarle que el espectro de la rana no tenía remedio, así que admitió su derrota, pues el hechizo acabaría al llegar el primer rayo del alba. Dio un profundo suspiro y, antes de alejarse, dio unas palabras que esperaba que el espectro escuchara desde su sueño.

 

 

 

-          Lo siento, Zeros, pero tú nunca sabrás cuál es la verdadera esencia de la belleza.

 

 

 

Y así Afrodita se retiró de la habitación de Zeros, para finalmente volver a la suya; a la mañana siguiente la diosa del amor regresó al Olimpo y Hades le agradeció de todos modos la intención que tuvo de ayudar a su espectro. Mientras tanto, Zeros despertaba y, como no se había mirado al espejo esa mañana, se vistió con un enterito de spandex color verde fluorescente y unas zapatillas deportivas para entrenar y embelesar a todo el ejército de Hades. Empero, no se esperaba las reacciones que encontraría; Aiacos escupió su café nuevamente, pero esta vez por el ataque de risa que tuvo al ver a Zeros con esa ropa, Minos intentó disimular, pero la risa también lo venció. Myu, en venganza, se mofó de él apodándolo “payaso ridículo”, Cube y Ochs huyeron despavoridos en cuanto Zeros se acercó a seducirlos, y Pharao lo llamó “deforme” cuando Zeros quiso alardear con que él era más sexy que el espectro de la esfinge. Zeros comenzó a sentirse desconcertado, pues no comprendía por qué todos parecían rechazarlo tan soezmente; no obstante, sabría el motivo cuando, al mirar hacia el suelo, encontró el espejo de Pandora, el cual tomó entre sus manos para observarse.

 

 

 

-          ¡¡¡Aaaarrrgghhh!!!- exclamó cuando vio el horrible rostro que solía tener, dejando caer el espejo al suelo.

 

-          ¡¡Sorpresa, Cenicienta!! ¡¡El hechizo de tu hada madrina desapareció al llegar la medianoche!!- dijo Myu, en tono de burla.

 

-          Ah, pero no te aflijas, podrás pedirle a tus “tantos admiradores” que te regalen una cirugía plástica, aunque dudo que puedan arreglarte ese mascarón de proa que tienes en lugar de cara…- agregó Pharao con crueldad, pues aún estaba resentido por lo que Zeros le había dicho el día anterior.

 

-          ¡¡Eso te pasa por arruinar mi cumpleaños robándome la atención, maldito gusano!!- exclamó Valentine a lo lejos.

 

 

 

 

Y así, Zeros quedó solo y dio un suspiro de resignación, pues su pequeña experiencia de hombre bello había acabado en un abrir y cerrar de ojos; al parecer estaba predestinado a ser una criatura espantosa, sin entender que lo que Afrodita intentó enseñarle era que la verdadera belleza está dentro de uno, en su corazón. Que bastaba con ser un buen compañero con los otros espectros y haber sido considerado con sus pretendientes. Sin embargo, Zeros demostró que era una persona horrible, no por su apariencia física sino por su personalidad traidora, cobarde y patética.

 

 

 

-          Bueno… fue divertido mientras duró…- dijo en soledad, razonando sobre su experiencia de San Valentín.

 

-          A mí aún me pareces hermoso…- dijo una voz cercana y Zeros dio un respingo.

 

-          ¿Tú? ¿Estás burlándote de mí?

 

-          Claro que no. Estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo…

 

-          ¿Entonces por qué no me dejaste siquiera un chocolate en la cena de San Valentín?- reprochó Zeros.

 

-          Sí lo hice, pero como te fuiste a dormir temprano, pensando que nadie te dejaría nada, no viste el paquete que te dejé, y luego el señor Hades se lo llevó para mandárselo a ese chico de Andrómeda…- Siempre me has parecido hermoso, fui yo quien te escribió una de esas cartas de amor…- dijo Raimi de gusano, sentándose junto a Zeros.

 

-          ¡Mientes!- acusó Zeros, al sentir que quizás Raimi estaría jugando con sus sentimientos.

 

-          Es la verdad… esa no es la única carta de amor que escribí para ti, tengo todas estas… pero nunca me había atrevido a enviártelas desde que Minos te jugó aquella vil broma…- dijo Raimi y le mostró a Zeros todas las cartas; el espectro de la rana comenzó a leerlas rápidamente, para darse cuenta que, en efecto, tenían la misma caligrafía y estilo de redacción que aquella carta que lo había dejado encantado.

 

-          Pero… ¿cómo puedes… querer a alguien como yo?

 

-          Mírame…- dijo Raimi, parándose frente a su compañero, quien lo miró sin entender- tú eres lo mejor que yo puedo tener en este mundo.

 

 

 

 

Al escuchar las palabras del espectro de gusano, Zeros finalmente sintió que su corazón daba un brinco; tal vez Raimi era feo, pero no más que él, y juntos formaban la pareja perfecta. Se dieron un casto beso y se fueron juntos tomados de la mano a entrenar, luego se dedicarían la tarde entera a jugarle bromas de mal gusto a Pharao y a Myu. Tal vez no eran una pareja hermosa como Slyphid y Queen, o encantadora como Pandora y Radamanthys, pero estaban juntos y eran felices en su fealdad, y eso era lo que a ellos les importaba.       

 

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado, gracias por leer ^^

¡Saludos!


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