"Algo está por Comenzar"
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Han pasado diez años en la tierra y treinta en Shin makouku, desde que Yuuri y Wolfram tuvieron a su primogénito. Unos muy largos y maravillosos años desde que sintieron la dicha de ser padres primerizos, y aun con la carga que la pareja real tenía con su pequeño hijo y las obligaciones para con su reino, todo a su alrededor era completa paz. Claro que si sumaban las obligaciones reales, los celos de ambos, su pequeño y muy travieso hijo y a un hermoso bishounen muy embarazado, se podría decir que Yuuri no la tenía nada fácil.
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El Maou se encontraba muy atareado en su oficina. En esos diez años había cambiado mucho, sus rasgos aniñados ya no estaban dominando en su rostro y cuerpo, aunque aún conservaba esos negros ojos llenos de inocencia; su cabello había crecido un poco, era casi como ver su modo Maou, solo que con la mirada inocente y protectora. Por obvias razones era un poco más alto y ya no portaba su antiguo uniforme escolar. Aunque el color negro si le sentaba bien, de eso no había duda alguna, por ello vestía un traje de militar, de aquel color, solo que con el toque de un rey y soberano como lo era.
— ¿Cómo pueden quitarme mi único día libre para firmar papeles acerca de comida? —Preguntó quejumbroso.
—No es cualquier comida Heika, recuerde que es una cena para la fiesta en honor a los Bielfield. —Le recordó con sumo respeto el siempre dramático Günter.
—Sí, pero mi Wolfy no puede estar mucho tiempo solo. —Recalcó con pánico. —Qué tal si le dan dolores, o que se asuste por no encontrar a Yuuki, o que tal si se lo quieren robar. —Dramatizo con paranoia.
El cuñado mayor del Maou frunció el ceño con una clara evidencia de que estaba molesto. Aunque él también se preocupaba por su muy embarazado hermano menor, eso no significaba que se pusiera histérico como su Heika y para su mala suerte, cuñado.
—Le recuerdo que mi hermano pidió, no, ordenó que lo pusiéramos a hacer algo productivo y así deshacerse de sus constantes acosos. —Le recordó con molestia, mientras masajeaba ligeramente su entrecejo.
Yuuri se sonrojo con pena al recordar la razón de no tener su preciado día libre y es que él tuvo la culpa de ello, pero no podía evitarlo, su esposo era uno de sus más valiosos tesoros, sus otros dos tesoros eran su primogénito y el pequeño que estaba pronto a nacer.
Y si, lo admitía con firme convicción, se había vuelto muy sobreprotector con su familia, lo hizo con el primer embarazo de SU Wolfy y lo hacía ahora, claro que con el anterior no lo fue tanto como el segundo, pero todo tenía una razón. Según muchos comentarios de algunos donceles, mujeres, e incluso su sexy suegra, el bebé que su esposo esperaba sería un doncel y saber eso solo despertó sus sentidos de padre sobreprotector y celoso, para colmo, eso también lo imitaba su pequeño Yuuki, lo que ocasiono que su día libre se volviera un día atareado como los demás.
—Creo que Wolfy exagera...yo no soy uno de esos padres sobre protectores. —Se quejó con reproche.
—Y por eso estalló cuando uno de los visitantes de Caloria le sugirió un compromiso con mi pequeño sobrino. —Comento ya cansado de los berrinches del peli negro.
Y ahí estaba la razón más importante de su sobre protección. Fue en la visita de un regente importante, el cual se tomó el atrevimiento de tocar del vientre de SU esposo y además insinuar que SU hijo no nato llegará a casarse con su hijo, el cual tenía ahora la misma edad que su primogénito, ósea, ¡UN ANCIANO!, eso sí que no.
En esa ocasión no fue el rubio el que estalló en celos, el personalmente entro en modo Maou e impartió justicia, decir que Wolfram no lo castigo seria mentir y más cuando según el embarazado, los puso en ridículo y vergüenza por caer en la "broma" del pobre tipo, el cual salió huyendo del lugar.
—Ya lo sé...yo tuve la culpa. —Admitió con pena, para después seguir trabajando.
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—Papi, ¿todavía no perdonas a papá? —Preguntó nerviosa la castaña muchachita.
Greta, ahora con la apariencia de una joven mujercita, había ido de visita. Hacia unos dos años que cumplió la mayoría de edad y por ello tuvo que regresar a Zuratia para gobernar como era debido, claro que no desatendió a sus queridos padres adoptivos y sus pequeños hermanos menores.
Hacia unos días que llego de visita y para colmo, justo llego cuando Wolfram estalló en ira y mando a Yuuri a un muy cruel y doloroso castigo, según el peli negro.
—Sabes muy bien que no pienso perdonarle tan fácil, al menos hasta que demuestre modales y deje de acosarme. —Respondió con molestia.
Ciertamente en esos diez años, Wolfram había cambiado un poco. Para su mala suerte sus rasgos se habían afinado un poco más, claro que sin perder ese ligero toque masculino que poseía. Su cabello creció un poco más, llegando así hasta sus hombros. Y con el reciente embarazo brillaba y su belleza resaltaba aún más, claro que esa molesta prenda, parecida a una bata de color azul no lo ayudaba a hacerse invisible y es que con el aumento de tamaño de su vientre, le era imposible usar su ropa cómoda, ósea, sus pantalones, lo que lo molestaba, hacia feliz a su madre y prendía a su esposo, lo último sí que lo hacía sonrojar.
—Además, sabes que yo no tengo paciencia, Yuuri se lo busco, sabe que con el embarazo, los acosos de mis hermanos, la sobre protección de Yuuki y sus berrinches de padre celoso me sacan de mis casillas. —Comentó de brazos cruzados.
La castaña de cabello largo solo comenzó a reír. Ya sabía que Yuuri amaba a Wolfram, pero las quejas del rubio solo aumentaban la gracia que su terco padre Yuuri daba.
Para colmo, su pequeño y travieso hermano también heredó aquello y ella lo sabía perfectamente, más cuando el pequeño ahuyento a uno de sus pretendientes con una serpiente de agua, claro que ella guardaba en secreto que el muchacho era muy molesto y acosador, en cierta forma agradecía a su hermanito, pero tampoco lo decía, Yuuki tenía que aprender a no atacar a las personas.
—Creo que tienes razón papi, pero eso solo demuestra cuanto te aman ambos.
—Un sonrojo adorno las blancas mejillas del doncel. —Creo que tienes razón. —Admitió con pena.
Ambos siguieron conversando, mientras que desde sus asientos observaban al pequeño peli negro jugar con sus primos.
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Shinou suspiro por décima vez en ese día, mientras veía aquel espejo brillar de una manera parpadeante y desesperada.
Cerró sus azules ojos con un deje lleno de preocupación y melancolía, mientras que el gran sabio lo observaba con duda e inquietud.
— ¿Para qué me llamaste Shinou? —Inquirió con duda.
El rubio miro con seriedad a su amigo. Murata Ken, mejor conocido como el gran sabio, había cambiado un poco en esos diez años, para empezar era un poco más alto, claro que no llegaba a rebasar la estatura de su viejo amigo, y su cabello ahora largo hasta la cintura le traía viejos recuerdos, mezclándolos con los nuevos.
Ese día fue llamado por Shinou y tenía claro que todo ese misterio estaba relacionado con el espejo de los sueños y el futuro hijo de la familia real.
—Necesito que traigas ante mí a Shibuya Yuuri, una vez aquí, les contaré todo. —Pidió con extrema seriedad.
—El brillo que los lentes de Murata adquirieron, solo significaba que todo era algo de suma importancia, pero sus viejos recuerdos estaban bloqueados. —Entiendo y supongo que no quieres perturbar a Von Bielfield.
—Así es, solo necesito del Heika, además de que principalmente él es quien debe un favor a otro. —Comentó con seriedad.
Murata asintió y salió de aquel lugar para ir a buscar al Heika. Decir que no estaba preocupado era mentir, sabía que todo eso sucedía cada cierto tiempo, al menos eso le dijo su amigo.
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Yuuri estaba por salir de su despacho personal. Ya había terminado con sus deberes y tenía muchas ganas de ir a ver a su esposo e hijos, pero al parecer el mundo estaba en su contra, porque de un momento a otro, Murata llego y su rostro no le decía nada bueno.
—Shibuya, Shinou me pidió llevarte ante el ahora mismo. —Comenzó a hablar, llamando la atención de su amigo. —Y antes de que preguntes algo, te diré que ni yo mismo se con exactitud la razón, pero sé que se trata de tu hijo menor.
Con esas últimas palabras, Yuuri no objeto nada, siguió con preocupación a Murata, esperando que las palabras que estaban por escuchar no fueran graves.
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— ¿Para qué me querías Shinou? —Preguntó con duda y seriedad.
El rubio observo al Maou y a su viejo amigo con seriedad, mientras se materializaba y tomaba entre sus manos aquel espejo, que en ningún momento había dejado de parpadear.
—Te he mandado a llamar para contarte una vieja historia...una historia que te involucra a ti, a Wolfram y al niño en camino, y aunque no lo quieras aceptar, involucra al ser destinado para ese niño.
Yuuri abrió los ojos con sorpresa, simplemente no podía creer lo que escuchaba, pero aunque le cueste creer o aceptar aquello, el destino siempre es caprichoso y a veces nos trae cosas que ni nosotros imaginamos.
Yuuri estaba por conocer la historia tras la maldición del ángel y el espejo de los sueños.
CONTINUARA