Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recuerdos del Norte por fussili

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Recuerdos del Norte. Capítulo 1.

Aletargado por el sonido de la madera crepitando y la fría nieve que caía, Noruega había perdido la percepción de la realidad hace ya algún tiempo. Sus ojos fijos en algún punto de la pared sin prestar atención realmente a nada.

-

Unos días atrás había notado a sus superiores un poco inquietos. Evitaban ciertos temas de conversación e incluso le habían ofrecido, más bien obligado, que se tomara unas vacaciones. Inusual.

Noruega era muy trabajador, aunque tímido. No podía negar que luego de días particularmente difíciles, al volver a su hogar solo podía pensar en dormir y acallar ese insistente dolor en su sien. No le gustaba tratar con personas pero lo hacía igualmente. No iba a ignorar su deber por cuestiones personales.

Aun así había aceptado tomarse unos días libres. Durante ese tiempo había visitado a los demás nórdicos, Dinamarca había recibido gustosamente una tarta que Noruega definitivamente no había preparado exclusivamente para él.

Esos días libres se convirtieron en semanas donde nadie lo llamaba; curioso pero culpablemente agradecido había aprovechado para ir a visitar a Islandia de nuevo y pasar tiempo con él. Aún no lograba que lo llamara hermano mayor pero ambos se sentían más cercanos. Incluso Mr. Puffin había empezado a incluirlo en su delicada convivencia con el nórdico más joven. Mérito que Noruega había conseguido al haber trabajado duro para ganarse su confianza, trabajando duramente en mantener a raya el antojo de Mr. Puffin por tartas de pescado.

Al cabo de unos meses finalmente recibía una llamada para presentarse a la oficina de uno de sus superiores. Se encontraba en casa de Inglaterra en ese momento y aunque le encantara pasar tiempo con las hadas del país británico extrañaba trabajar.

La mujer que lo había mandado llamar estaba en compañía de un rubio pervertido que conocía muy bien. Rápidamente Noruega captó la pesadez que había invadido la oficina una vez que se hizo presente. Aún no había tenido oportunidad de decir nada cuando un fuerte olor a alcohol lo golpeó.

Francia, en un estado de semi ebriedad, le demostraba con palabras entrecortadas y a veces ininteligibles su incomodidad ante el clima del país escandinavo. Según él solo su preciado vino podía mantener sus manos calientes. Después de todo era impensable para el romance pasar sus manos frías por un cuerpo cálido y hermoso, como estaba demostrándolo con el noruego cinco segundos antes de sentir una fuerte quemadura en su mejilla derecha. Se lo tenía merecido y la marcada silueta de una mano en su rostro sería su penitencia durante el tiempo que le llevara bajar la hinchazón.

Concentrado en la reprimenda que estaba recibiendo por ofender a una nación invitada y los sollozos del francés preocupado por la ofensiva marca que le había dejado, Noruega no había tenido tiempo a reaccionar ante el sobre que le estaba siendo ofrecido por Suiza.

Podría jurar que no lo había visto al entrar a la oficina, pero era tan increíble encontrárselo fuera de su hogar que por un momento dudó de sí mismo, tal vez las hadas de Inglaterra lo habían puesto bajo un hechizo que lo hacía alucinar.

Tomó el sobre con cuidado, su rostro impávido no mostraba la extrañeza que sentía. Abrió el sobre rápidamente y leyó las primeras palabras.

“Con aprobación del Reino de Noruega, se dará inicio al proyecto…” A medida que sus ojos recorrían las líneas trazadas artísticamente sobre el papel sus sentidos iban apagándose. Los sonidos de fondo se volvieron ecos en sus oídos y por un momento le pareció perder el equilibrio. Cerró los ojos, volvió a introducir el pedazo de papel en el sobre y sin decir una palabra salió de la oficina.

La angustia que sentía la mujer por el estado de su propio país en ese momento le impedía reprenderlo por su falta de protocolo ante las otras dos naciones. Una sonrisa compasiva por parte de Francia fue todo lo que necesitaba para saber que no estaba en problemas.

-

Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta del intruso en su hogar ni del ligero peso que ahora cubría su torso y piernas. La familiar esencia de Dinamarca, una mezcla dulce y adictiva, lo sacó de su estado de trance. Alzó la mirada buscando la sonrisa reconfortante del líder de los nórdicos, pero cuando solo pudo encontrar un semblante serio con el ceño fruncido empezó a cuestionarse cuanto tiempo había estado mirando esa pared y si la mirada que le dirigía el rubio no era más que una pesadilla consciente.

Intentó moverse. Se percató del cobertor que cubría su cuerpo y que ahora resbalaba hacia el piso por sus movimientos. Lo aferró con ambas manos, no era una pesadilla.

Volvió a alzar la mirada hacia el danés y descubrió que sus mejillas estaban sonrojadas, tal vez por la nieve que caía afuera. Había algo más fuera de lugar. Encontró manchas azules y moradas en sus labios, sus ojos cansados y apagados. Lentamente lo jaló hasta que ambos estuvieron sentados frente a la chimenea, cubrió a ambos con el cobertor y se miraron fijamente. Acercó su mano hacia ese rostro magullado por el frio.

Dinamarca soltó un quejido, pero no aparto la mano que se posaba sobre él. La cubrió con la suya propia y Noruega pudo ver el extraño color rojo azulado de sus dedos.

“Estamos preocupados por ti.” La voz de Dinamarca salió como un susurro.

Noruega no pudo evitar sentirse ligeramente culpable por haber hecho preocupar a los demás pero no entendía que había pasado que los puso en estado de alerta. Una mirada a la ventana le dio la respuesta que necesitaba.

La nieve que caía ya no era suave y lenta. Una fuerte ventisca levantaba el frío del suelo y cubría el paisaje de blanco. Su violencia era dramática y frenética, el viento subía y levantaba todo lo que podía consigo, solo para volver a lanzarse contra el suelo unos segundos más tarde.  El espectáculo invernal enardecido provocó que la culpa que Noruega había empezado a olvidar se renovara. El estado flagelado del danés se debía en gran parte a la ferocidad de la tormenta.

Cuestionarse como Dinamarca había sido capaz de entrar a su casa sin que se hubiera percatado era absurdo. Años atrás, cuando la tensión entre todos los países se había disipado lo suficiente para permitirles volver a integrarse, Noruega, Islandia, Finlandia e incluso Suecia habían decidido demostrar a Dinamarca su disposición a confiar en él nuevamente.  Cada uno le había dado una llave de su propio hogar. Este acto fue claramente simbólico, estaban dispuestos a confiar que Dinamarca no volvería a abusar del poder que le estaban otorgando. Fue solo tres meses después, cuando Dinamarca finalmente fue capaz de pronunciar palabras con sentido sin romper a llorar emocionado, que los cuatro nórdicos tuvieron en sus manos una llave con una “D” engravada.

No podía estar realmente furioso, había sido una emergencia después de todo. Descargó su peso contra el cuerpo contrario, no debía desaprovechar un momento tan pacífico como este. Escondió su rostro en su cuello e inspiró. La tormenta que azotaba afuera iba calmándose.

-

Un movimiento como ese lo había tomado desprevenido, Noruega era bastante reservado y usualmente rehuía cualquier tipo de contacto humano, a excepción de Islandia. Dinamarca se sentía tocado por un milagro. Intentó calmar su respiración, una vez que hubo recuperado la confianza necesaria para hablar decidió indagar más acerca del estado de la otra nación. Todo lo que recibió en respuesta fue un gruñido y un sobre blanco, arrugado y maltrecho.

Cuando leyó el contenido del sobre, Dinamarca recordó todo sobre aquella época, no pudo evitarlo, fue un momento de frenesí y gloria. Siglos pasaron y vio generaciones de humanos volverse más poderosos que sus antecesores. Era solo comparable a la euforia que le producía navegar en aguas tormentosas y salir ileso junto a su tripulación. Ver las olas levantarse más allá de lo que sus ojos podían distinguir, el cielo tronando acallando cualquier otro sonido alrededor durante unos segundos, la luz cegadora que lo envolvía, lo enloquecía, le encantaba.

Pero sabía por qué se había sentido tan poderoso. Había aplastado a otras naciones para conseguir ese poder. Aun no entendía como habían podido perdonarlo, pero lo hicieron. Y había tratado de enmendar todo el daño que les había causado en toda forma posible.

El sobre que sostenía en su mano, sin embargo, era prueba de aquella única cosa que nunca había podido remediar. No sabía realmente que había pasado. Y cuanto más intentaba entenderlo menos lo hacía. Noruega estuvo resentido con él durante mucho tiempo por esa causa, pero dejó de darle importancia cuando la nación mágica lo abandonó por Suecia.

Sabía que Noruega sufría por eso, fuera lo que fuera, y le dolía. No sabía cómo poner fin a su dolor pero por ningún motivo dejaría de intentar hacerlo sonreír. No podía pedirle que se lo contara, habían estado juntos durante tanto tiempo que no saber algo que le causara tanto daño lo avergonzaba. Hablaría con Finlandia al respecto. Probablemente Islandia sabría inmediatamente la causa del malestar y como ayudarlo, pero no quería preocupar al joven nórdico por el estado de Noruega.

Mientras, hizo todo lo que podía hacer, empezó a recorrer suavemente el perfil de la otra nación, acariciándolo; pasó sus dedos entre su pelo y se maravilló por su suavidad. Con cuidado retiró la cruz que siempre llevaba consigo y un mechón de pelo cayó sobre su rostro. Solo así descubrió que Noruega se había quedad dormido. Lo acomodó mejor entre sus brazos y cerró a su vez sus ojos. Definitivamente hablaría con Finlandia.

-

Despertó al cabo de unas horas con el fuego extinguido y rodeado de oscuridad. A su lado pudo ver a Dinamarca perdido en sus propios sueños. Intentó levantarse para ser impedido por un brazo que lo rodeaba. Suspiró y se resignó a su destino por esa noche. Sonrió, en realidad no era tan malo. Se acomodó en el pecho del danés recontándolos a ambos, volvió a cerrar sus ojos. No importaba el frío de afuera, nunca antes había estado más cómodo que ahora.

“Matthias...” Había sido su último pensamiento consciente.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).