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Mi felicidad por tus sombras. por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Hola mis bellos lectores. Yo de nuevo por estos lares para traerles esta historia. Que va de mi parte con mucho cariño y mis mejores deseos atrasados por cierto nnU a mi especial amiga, lectora y compañera de rol: Anyely por su cumpleaños el lunes antepasado… la verdad lo iba a subir el lunes pasado pero mi computadora tenia u problema y pues es hasta ahora que puede subirlo. Amiga disculpa mi tardanza y espero de corazón que te guste. ¡Feliz cumpleaños!

Notas del capitulo:

Bueno como ya saben, ni  Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen. Mas esta historia si, y va sin fines de lucro mas el de hacerles pasar un ratito ameno.

La idea original era de un capitulo pero se extendió. Espero que les guste la pareja que en lo personal es la primera vez que la utilizo pero esta súper linda jeje.  

 

 

 

Pacifico, en calma. Así estaba la convivencia entre los dioses del Olimpo y los guardianes de estos. Excepto por un detalle, Athena, la diosa de la sabiduría y Hades, dios del Inframundo; no llegaban a un acuerdo tras haber sido perdonado el peli negro por el dios de dioses: su hermano menor Zeus.

Resulta que, Zeus al ver el último acto de Hades en contra de su hija y el caballero de esta. Teletransportó al peli negro al gran salón del trono en gran palacio en el Olimpo, luego de que Nike atravesara su cuerpo como último ataque de la diosa peli morada en su defensa.

El dios supremo alivió al joven Pegaso y dejó que Athena llevara de nuevo a sus valientes caballeros al Santuario en la tierra. De eso había pasado en mes entero, y tanto Hades como Saori, se seguían disputando el control sobre la tierra y los que la habitaban.

Es por ello que ahora, todos los dioses se encuentran en una reunión. Incluidos los que estaban en debate.

-¡Hades por favor, se racional! –pidió Athena de pie con las manos apoyadas sobre la mesa notablemente desesperada. – ¡El control de la tierra ha estado en mis manos desde la era mitológica!

El nombrado se puso de pie del otro lado de la gran mesa con el ceño visiblemente fruncido en molestia e impaciencia.

-¡Tú eres la que debería ser racional, Athena! –acusó. -¿Qué no te das cuenta que los humanos están destruyendo el mundo que nosotros los dioses les hemos dado? ¡Solo míralos! –exclamo furioso alzando su brazo derecho hacia un amplio ventanal que dejaba ver a los mortales. – ¡Se odian entre ellos y se asesinan sin razón! ¡Jugando a ser dioses!

-¡¿Pero que harás tu para cambiar eso!? –gritó ya fuera de sí. -¡Tú los mataras y los harás sufrir penurias de la peor de las formas! –sollozó.

Athena no pudo evitarlo y de sus hermosos ojos cian brotaron cristalinas lágrimas de la más profunda agonía. Al ver aquel sufrimiento que embargaba a su querida hija, Zeus decidió intervenir.

-Hermano, hija, por favor detengan su disputa. Hades, Athena tiene razón; el control de los humanos está bajo su poder desde la era del mito. No podemos cambiar eso a estas alturas. –razonó la máxima deidad, intentando convencer al mayor.

-¡Es por esa actitud suya que los humanos ya no nos respetan, ni nos veneran como antaño!

-Hades… -llamó la peli morada en un lastimero sollozo. –Cuando heriste a Seiya, te hice una pregunta. La esquivaste con tus oscuros argumentos, pero de nuevo quiero preguntarte… ¿Alguna vez en tu vida has sentido el amor…?

La pregunta que hizo la chica descoloco al mayor. El recordaba esa pregunta, vaya que sí.

En esa ocasión, esquivó la respuesta con su punto de vista para no dar la afirmativa a esa interrogante que le trajo una imagen a su mente manchada de siglos ambulantes.

Hades si había sentido amor… amó a Perséfone, pero esta no le correspondió y decidió irse de su lado y llevar a la tierra la primavera hasta el fin de los tiempos. Después de ese golpe tan duro, juró no volver a amar ni siquiera a enamorarse. Pero no contó con lo que pasaría siglos después…

Había conocido a ese Caballero Dorado cuya constelación guardiana era Aries. Tardó en darse cuenta que ese hombre de lima cabellera había despertado algo que creía muerto en su interior e incluso, trato de negarse a sí mismo que aquel bello ariano le atraía.

¿Le atraía? Si, y mucho. No sabía si era por su hermoso rostro: siempre apacible, sereno y de cierto modo frio e inexpresivo, pero era lo que le gustaba. Además, estaba esa actitud que le hacía intuir que Shion no necesitaba ser protegido por nadie y eso le complacía. Porque Hades sabía que el ariano era fuerte y lo quería para sí mismo; por ello, en su mente un plan se hizo presente.

Así que Hades suspiro y decidió contestar a la menor que seguía esperando por la respuesta de sus labios. 

-Athena… te lo diré y espero que quede claro porque lo que te diré será un tratado entre tú y yo, si aceptas lo que voy a proponerte. Si lo haces, me darás lo que pido y no volveré a discutir contigo sobre el dominio de los humanos desistiendo completamente de la idea de despojarte de tu cargo. –Hades sentencio de manera seria y tranquila. Athena asintió lentamente no muy segura de aquello.

-Está bien… fue su respuesta con tono dubitativo.  

-La respuesta es sí. He sentido el amor…ame a Perséfone. –la nombrada se sonrojó al recordar aquello. –Cuando ella se fue, pensé que no volvería a sentir algo similar, pero me equivoque. De hecho, ahora amo con locura. Pero en privado y bajo mis términos te aclarare a quien. –concluyó al notar que Athena quería preguntar el nombre de la persona que le robó la calma.

-¡Hermano! ¿Tú enamorado? –indago el dios de dioses sorprendido y alegre a la vez.

-Todo puede pasar Zeus…  

Hades dedico una mirada serena al rubio. De modo elegante el dios de los muertos camino fuera de su sitio con dirección a la salida de la amplia sala.

-Creo que por hoy esta reunión familiar se ha acabado. -una vez al otro lado de la gran puerta abierta, se giró un poco para dirigirse a Saori. –Athena, mañana por la tarde subiré a tu Santuario para hablar del trato que te mencioné.

La nombrada asintió en muda respuesta y el mayor se alejó del lugar sin despedirse de nadie. 

Una vez las deidades presentes dejaron de sentir la presencia del azabache en el Olimpo, Artemisa se acercó a su hermana que claramente también estaba por marcharse.

-¿Qué será lo que querrá Hades de ti, hermana?  -le cuestionó la rubia agobiada.

-No lo sé… solo espero que no sea algo que incluya la vida de mis Santos.

-Hija lo mejor será que te vayas a descansar. Si se presenta otro altercado entre Hades y tú, lo resolveremos todos aquí. –apoyo Zeus palmeándole el hombro con suavidad.

-Está bien padre… hermana, me retiro. Gracias por todo. –Saori sonrió agradecida, camino hacia la salida y cruzándola se dirigió hasta el camino que conectaba el Santuario con el Olimpo para volver de una vez y poder reponerse de tantas emociones vividas en tan poco tiempo. Además de algo más…

 

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-¿Cómo creen que le esté yendo a la señorita Athena? –la voz curiosa era de un ya impaciente Aioria que al igual que sus compañeros dorados esperaba en el templo principal a su diosa.

-Hace casi tres horas que se marchó a esa reunión con los otros dioses. Ya tendría que haber vuelto. –secundo Milo al de Leo.

-Y no te equivocas… -hablo Shion entrando al gran salón. –Athena viene en camino, puedo sentirlo.

Lo dicho por el Patriarca, se ganó la atención de todos los Caballeros presentes.

-Es verdad. –concedió saga. –Es más, ella ya está aquí.

Justo al concluir esa aclaración. Saori hacia acto de presencia en el salón para alegría de sus guerreros. Fue entonces que Dohko de Libra se dirigió hasta donde estaba la joven diosa.

-Athena, la noto preocupada. –le habló con un tono de familiaridad que nadie dejo pasar por alto. -¿Qué tal salieron las cosas con Hades?

Quizá para algunos la reacción del de Libra era preocupación por lo que podría acontecer luego de la visita de la chica al Olimpo. Pero lo que verdaderamente ocurría era algo que solo las paredes mudas sabían. Y era que la japonesa y el chino tenían una relación oculta de ojos críticos.

Más los del Sumo Pontífice miraban claramente aquel supuesto secreto, sintiendo que su corazón se estrujaba hasta el punto de hacerle sentirse desfallecer.

Dohko sabía que Shion le amaba, pero había preferido fingir demencia y desatenderse de lo que su amigo sentía por él. Pero Shion estaba enterado de que el otro sabia de sus sentimientos dada una ocasión en que iba a ver a la peli morada en su despacho para consultarle algunas cosas.

En esa ocasión, la mayoría de caballeros estaban de misión y fue ese mismo día que Shion se enteró de lo que había entre el amor de su vida y la diosa a la que debía rendirle tributo.

 

(+)(+)(+)(+)(+) Flashback (+)(+)(+)(+)(+)

 

Shion andaba por el largo pasillo cuyas paredes eran adornadas por cuadros de paisajes griegos y las constelaciones conocidas y desconocidas por el hombre común. Iba el ariano con paso calmo hacia el despacho privado de la chica de morada cabellera para tratar un asunto referente a los aprendices de los caballeros de plata.

Al llegar, el peli lima estaba por tocar a la puerta pero un gutural sonido lo descoloco por completo, frenando su mano a casi un centímetro de tocar la madera. Reconoció la voz de sus recuerdos lejanos, esa voz masculina que le saludaba con amabilidad al pasar por su templo cuando vivía custodiando el templo de Aries en los siglos pasados; que le daba aliento en las sangrientas batallas… esa voz de Dohko, la voz que en sus sueños le daba un te amo. Ahora transformada en gemidos extasiados mezclados con la más baja concupiscencia.

A esto le siguió una exclamación sin palabras pero esta vez femenina. Esa voz chillona y dulzona propiedad de esa chica veinteañera  que cumplía el papel de diosa de la sabiduría en el mundo que él estaba pisando.   

El lemuriano se quedó de piedra   al escuchar el conjunto de nuevos gemidos  acompañados de suspiros, exclamaciones perdidas de gozo y el leve movimiento de las patas de madera de la amplia mesa donde Saori acostumbraba a firmar o revisar documentos de diferente importancia. Otros sonidos nuevos llegaron a sus oídos. Podía identificarlos fácilmente como libros pesados cayendo olvidados al suelo, y luego un ¡crash! Que con seguridad se trataba de una pequeña estatuilla de cerámica que imitaba un árbol bonsái que ya no estaría más en su próxima visita a ese lugar.  

Shion escuchaba tras la puerta como Dohko, su amigo  y la “respetable y pura” diosa Athena fornicaban como dos de los peores demonios del averno sombrío. Nada daba lugar a una confusión o a un error. El bello ariano se sintió muerto completamente al escuchar la voz de la chica indagando en algo que a él lo mantenía en desvelo castigador por las noches.

-Dohko… Dohko… ahhh… -gemía y suspiraba la muchacha con abandono inundada de deseo pecaminoso y cegador sintiendo la turgente hombría del peli rojo en su interior.

-Saori… eres mía, te amo… ¡te amo! – decía el de Libra extasiado y dominado por la lujuria de estar poseyendo el hermoso cuerpo de su diosa.

-¿M-me amas…? –cuestiono entrecortadamente. –Pen-sé que… estabas enamorado de Shion ¡Ahhh! 

-No mi niña… ahh… el que está enamorado de mí, es él… pero yo no le amo, te amo a ti… ahh Sa-saori…

-Yo… t.-también te amo ¡Dohko! Sigue... Sigue ahh.

Mientras ambos se entregaban al placer de una unión prohibida y llena de cadencia. Shion se rompía en miles de fragmentos ante esas palabras que acababan de destruir por completo su espíritu.

-En- entonces… él lo sabía… y no le importó… -susurro casi inaudiblemente con la mirada pérdida y lágrimas corriendo abundantes por sus mejillas muriendo en la alfombra roja haciendo oscura la tela que manchaban.

Como pudo, recupero la movilidad de su cuerpo que se había quedado inmóvil, y salió corriendo del lugar. No quería saber más y desde entonces, había prometido olvidar a Dohko y enterrar de una vez por todas, el amor que el mismo librano acabo por matar.

 

(+)(+)(+)(+)(+) Fin de Flashback (+)(+)(+)(+)(+)

 

Ahora, estaba ahí en el salón cerca de la chiquilla que le quito al hombre que amaba. No podía odiar a su diosa, y tampoco podía irse a Jamir; él era el Patriarca: la máxima autoridad después de Athena. Así que le tocaba resignarse y aguantar cada uno de los días que viviera en ese lugar.

Saori contestó a su pareja mirándolo con el rostro compungido.

-No lo sé… -confesó dejando a los presentes con expectación. –Hades dijo que vendría mañana para tratar un acuerdo conmigo. Acuerdo que si acepto, hará que el este en paz y deje de tratar de despojarme del dominio de la tierra. –anunció a lo que los hombres en la estancia se sorprendieron, poniéndose de pie los que estaban sentados.

-¿No dijo de que se trataba el convenio, Athena? –cuestionó el de Acuario. La chica negó con pesadumbre. 

-No, Camus. Dijo que lo hablaríamos mañana, hasta entonces es lo único que sabremos… si nada ocurre, les daré noticias mañana mismo.

-Está bien mi señora. –habló Shion con voz suave. –Caballeros pueden retirarse a sus respectivos templos, si ocurre algo nuevo serán convocados.

Shion dio la orden y todos la cumplieron. Inclinaron la cabeza con acato de lo ordenado a la vez que agradeciendo el que ya podían retirarse a cumplir con sus obligaciones. El peli verde los miraba marchar sin prestar atención al peli rojo que lo miraba intensamente y a la chica tras de él.

-Tú también necesitas descansar. –escuchó decir al librano.

Las ganas de romper en llanto se apoderaron de él, pero no pensaba dejarse vencer por ellas.

-Si… acompáñame. –pidió sin pena alguna. La chica sabía quién era e hiciera lo que hiciera, nadie tenía derecho de recriminarle nada.

Además la japonesa no era tonta. Sabía a la perfección la tensión entre su pareja y el Patriarca. Por ende, Saori actuaba más como la mujer del de China frente a Shion, para que este supiera que ya no tenía ni soñando, una oportunidad con Dohko.

Y no es que quisiera lastimar al ariano. Pues a ella le pasó algo muy parecido con Seiya y le había dolido mucho saber que el Pegaso hace mucho que dejo de amarle y de esperar por ella para dejarse hechizar por completo del poderoso Fénix. Así que ella sabía lo que era amar sin ser amado y a la vez comprendió lo que sufrió el castaño amándola y dando su vida por protegerla y ella nunca demostró más amor por él que como un gran amigo, casi un hermano.

El amorío entre el Santo y la diosa había nacido más que todo por mero impulsividad y búsqueda de apoyo al verse rechazada por el de Pegaso tras la mejoría que Zeus le brindara. Eligiendo estar al lado del caballero del Fénix, que había estado pendiente de él el tiempo que requería su completa recuperación. Saori triste y molesta había comenzado a creer que no se repondría del rechazo del joven Seiya pero en ese tiempo por motivo de la reconstrucción de los templos afectados durante la guerra santa contra los espectros de Hades. Tuvo que pasar gran parte del tiempo con el séptimo caballero que había prometido no volver a marcharse.

Fue tanto el acercamiento de ambos que ninguno se dio cuenta en que momento comenzaron a atraerse. A Dohko le atraía Shion de cierta forma, pero el oji verde sintió que lo que Saori despertó en él fue aún más fuerte  de lo que sentía por el lemuriano. Dándose así lugar para esa extraña y secreta relación que cada día nuevo confundía y hería al psíquico ariano.

Shion por otro lado, quiso salir del salón. Por lo cual se dirigió hasta otro pasillo que conducía a un hermoso jardín en la parte trasera de palacio, alejándose de los dos que habían destruido toda su razón de ser. Al llegar al jardín, camino con parsimonia hacia una banca de roca caliza blanca donde  opto por tomar asiento, dejando que la fresca brisa meciera sus verdes cabellos mientras las lágrimas surcaban veloces y abundantes sus tersas y blancas mejillas como cometas al firmamento nocturno, hasta caer por el filo de su rostro y fallecer en la oscuridad de su túnica azul real.

Saori y Dohko le vieron partir en silencio y calma. Tan digno de alguien como Shion, pensaba el tigre en contraparte de su compañera que quiso romper el silencio en el que el chino hablaba solo.

-Shion está muy raro ¿no lo crees? –comentó la chica obteniendo la atención del mayor a su lado.  

-¿Por qué lo dices?

-Está muy callado… solo habla lo necesario y siempre se va cuando estamos cerca de él. ¿Sera que sabe algo? 

Dohko medito unos segundos y agregó.

-Ahora que lo dices… ya no me habla, cuando me dirijo a él, solo me contesta con monosílabos y evita verme. Luego se termina alejando de mí.  

-¿Ya le has dicho que no correspondes su amor? Quizá sea por eso.

-Lo dudo mi niña, no he tocado ese tema con el aun.

-¿Y entonces?

-Lo más seguro es que ya lo sepa todo. Él es psíquico, su poder telequinetico es muy poderoso, más de lo que te imaginas.

-Lo siento mucho por él… -suspiró profundamente. –Siempre hago sufrir a mis caballeros por una o por otra cosa Dohko…

El nombrado vio la tristeza en el rostro de la joven, y sin pensarlo más, la abrazó protector.

-No digas eso princesa, tú no tienes culpa de nada. Además el estar contigo es algo que yo mismo decidí y Shion tiene que aceptarlo. –sonrió, Saori lo vio y busco los labios de su hombre quien no se hizo del quite, introduciendo su lengua en la boca de la diosa para profundizar el beso.

No entendía porque pero esa platica acerca del peli lima que había tenido con la joven le había dejado un extraño sabor de boca, por alguna razón, ya no sentía la misma euforia al tocar a Athena, no lo comprendía pero no le dio mucha importancia y pensó que lo que necesitaba para quitarse esas ideas de la mente era estar en su cama y volver a poseerla como tantas veces lo había hecho.

El ahora joven Shion se sentía frustrado y solo. Quería desaparecer y dejar de sentirse tan miserable.

Sin que lo supiera o se lo imaginara. Era claramente observado por unos ojos azul cielo que miraban con pesar todo su sufrimiento.

-Está llorando… ¿Quién te ha hecho llorar mi ángel? –soltó al viento mirando al que la fuente de agua clara proyectaba en sus aguas para su exquisito deleite.

-Entonces ¿Ha acordado un trato con Athena? –Pandora llagaba al extenso jardín donde su señor gustaba de espiar a su amado en las aguas claras de la fuente que servía para observar lo que acontecía en el mundo mortal.

Hades se separó de la fuente y tras suspirar pesadamente respondió a su heraldo.

-Así es…mañana subiré para tratar de llegar a un acuerdo de paz. Pero Athena tendrá que darme lo que le pido o de lo contrario, lo tomare por las malas. –aviso con decisión en sus palabras. La mujer no dudaba de las palabras de su señor y sin decirle más nada, lo vio pasar a su lado para ir al interior de su palacio.

 

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Era ya bien entrada la tarde, Dohko acababa de terminar su sesión con Saori. Pero a pesar de eso, el sentimiento que tenía antes de tomarla, no había desaparecido, sino todo lo contrario. Aquello se había hecho más molesto, hasta el punto de no sentir la misma satisfacción que antes.

Pero pese a que se sentía molesto por ello, trataría de olvidarlo y esperar a que se le pasara. Se dirigió entonces al salón para informarle a Shion de que la diosa no debía ser molestada debido a que él la había dejado durmiendo profundamente tras haberle “hecho el amor” más el lemuriano no aparecía por ningún lado.

El oji verde sentía una gran necesidad inexplicable de ver al que en antaño fuera su mejor amigo y compañero de combate. Llego a pensar que Shion no estaba en palacio, pero recordó haber visto al oji rosa perderse en el pasillo que daba al jardín trasero. Sin perder tiempo, se fue por el mismo que el otro tomara horas antes, encontrando a Shion, sí. Pero no como lo esperaba…

El Patriarca estaba recostado sobre la larga banca. Y aparentemente se había quedado dormido; Dohko se acercó para cerciorarse de sus sospechas encontrándolas ciertas.

No entendía porque pero se sintió con la urgencia de admirar el rostro apacible del otro: su piel clara y suave, sus mejillas que se miraban algo húmedas. Sin duda Shion había llorado… sus labios, carnosos y acorazonados atractivos y suaves a la vista y posiblemente al tacto también. Era simplemente hermoso el hombre, pero él no podía hacer nada si su corazón ya había decidido a quien amar. O eso quería creer ya que lo que sentía en ese momento por la que era su mujer no se asemejaba siquiera a lo que sentía por simplemente estar viendo a Shion dormir.

Algo en su interior estaba descontrolándose y lo que más deseaba en ese momento era comerse esa boca rosada e inerte que le invitaba a ser acariciada con la lengua. Dohko no pensó en el después, sino en el ahora. Y definitivamente era ahora o nunca, se aventuró el de Libra a acercar sus labios a los ajenos pero el destino estaba en contra. Shion sintió gran incomodidad en su letargo y comenzó a moverse, al ver esto el peli rojo se alejó a una distancia prudente y observo expectante como el peli lima habría lentamente sus hermosas amatistas enfocándole con inexpresivo brillo.

-Veo que te has quedado dormido, Shion. –atinó a decir el chino.

Shion lo miro sin expresión en el rostro. Sentándose con refinada lentitud.

-…Si, creo que sí. –se puso de pie, miró al cielo notándolo despejado y lleno de estrellas, ya era de noche sin duda. Miró fugazmente a Dohko y comenzó a alejarse de este.

Dohko al ver que el otro se iba, le hablo para intentar que se quedara.

-Es muy tarde para que sigas trabajando. –sentía la indiferencia del ariano a su persona y eso le dolía.

-Lo sé, siento que me hayas visto es ese estado caballero… -Shion no volteo más y se fue sin pensarlo siquiera. Dohko quiso ir hasta él y detenerlo pero no se atrevió, sabía que el otro estaba así por culpa suya.

Al estar fuera del campo visual del oji verde, Shion se teletransportó a su habitación para llorar y desahogarse a sus anchas. Por más que intentaba, no podía dejar de sentir ese dolor que poco a poco acababa con su esperanza. A pesar de que las incontables batallas a lo largo de su vida le habían causado mucho daño, para Shion no había dolor más grande que amar sin ser amado.

Se recostó sin quitarse la túnica siquiera y se quedó prontamente dormido. Su alma estaba cansada y aunque sea en el hechizo del sueño, se alejaba de la triste verdad que era su realidad.

 

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Hades estaba sentado en su trono, taciturno, sumido en sus pensamientos. Había visto a su carnero llorar amargamente y eso lo inquietaba. Quería ir con él y abrazarle, consolarlo y besar sus suaves labios para transmitirle su amor y su calma. Pero debía ser paciente y aguardar hasta hablar con su sobrina y hacerla aceptar lo que le pediría.

Tan distraído como estaba el apuesto dios, que no fue consiente del momento en que uno de sus jueces ingreso al salón.

-Mi señor Hades. –saludó Radamanthys con una rodilla en tierra.

-¿Uhmm…? Radamanthys… ¿Llevas mucho tiempo ahí?

-No mi señor, acabo de entrar.

-Entiendo… ponte de pie y dime ¿A qué has venido?

-Vine para preguntarle mi señor si ¿Solicitara a los jueces mañana para visitar el Santuario de Athena? –contestó cumpliendo la indicación del dios.

El azabache lo meditó, para seguidamente contestar con tono calmo.

-Sería lo más adecuado Radamanthys. Minos, Aiacos, Pandora y tú me acompañaran mañana.

-Como usted ordene. –inclinó la cabeza a modo de reverencia.

-Si eso es todo lo que necesitabas preguntarme. Puedes ir a descansar.

-Gracias señor Hades, con permiso me retiro. –al recibir la orden de la deidad, el inglés se retiró a sus aposentos a su merecido descanso nocturno. Aunque como el Inframundo siempre estaba igual de lúgubre, no había manera de saber si era de día o de noche, daba igual. El hecho era que cuando les daba cansancio y un sueño inhumano, los espectros sospechaban que era de noche y era el tiempo en que reposaban para reponer energías.

Hades volvió a quedarse solo, solo con sus pensamientos. Estudiando todo lo que planeaba decir a la peli morada con tal de convencerla de que aceptara sus términos.   

 

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El sol tocaba la tierra griega, y en el Santuario de la diosa de la sabiduría, sus habitantes ya se encontraban en sus entrenamientos matutinos. Y como era costumbre de un tiempo a la fecha, el séptimo guerrero se encontraba en la habitación de la virginiana dándole los buenos días.

-Hoy viene Hades ¿No es así? –sentado a un lado en la amplia cama de la chica, que aún seguía metida entre las sabanas.

-Si… me tiene intrigada lo que viene a tratar conmigo.

-Sea lo que sea, estaré a tu lado para lo que necesites.

Dohko se acercó a la menor quien sonreía, recibiendo de esta un beso que inicio suave y dulce para aumentar a uno pasional y candente que dio inicio a una nueva entrega entre ambos. Aunque cabe destacar que el de Libra cada vez se sentía peor teniendo aquel contacto con la mujer bajo su cuerpo.

No negaba que la chica era hermosa y el sueño de cualquier hombre mortal, pero sin rechistar preferiría estar sobre el hermoso ariano peli lima. Seguramente que la piel de ese hombre era cien veces más suave que la de Athena Saori.

De ese modo paso volando la mañana hasta que fácilmente se hicieron las dos de la tarde. Donde ya tanto caballeros, espectros y dioses sabían que el encuentro de las deidades que se disputaban el control de la tierra estaba por ocurrir.

-Señor Hades ¿Está listo para partir? –le cuestionaba Pandora que acomodaba una capa gris sobre los ropajes negros que había elegido el azabache.

-Sí, dile a Radamanthys y a los otros que esperen en la entrada del palacio, nos teletransportáremos  a la superficie desde ahí.

-Sí, mi señor. –Pandora termino con su trabajo y se fue a cumplir con lo encomendado por la deidad.

Hades no veía la hora de llegar a los dominios de Athena y ver al caballero que le había apagado el odio por los humanos. Quería a Shion e iba a tenerlo aunque tuviera que iniciar una nueva guerra santa para lograrlo.

 

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-¿Está todo listo para recibir a Hades, Shion? –Saori se posesionó atrás de Shion quien miraba los templos como un zombie.

-Si Athena, cada templo y caballero están listos para la visita. –contestó sin voltear a mirarla.

-Está bien. –la chica estaba dispuesta a retirarse, pero el ariano indagó aun de espaldas a ella.

-¿Qué cree que Hades quiera de usted para dejar en paz a los humanos, señorita Athena? –remarco las penúltima palabra con lo que Saori reconoció como ¿burla?

La joven diosa detuvo su andar y también sin mirarle le respondió.

-No lo sé…solo espero que no quiera un imposible o tendré que negarme aun ante el riesgo de que una nueva guerra de comienzo.

Ninguno dijo otra palabra, no había nada que decir entre ambos. La diosa se fue dejando solo al peli lima como al inicio. Shion no sabía que pensar, vería a Hades de nuevo y no sabía lo que esa podría provocar.

 

Notas finales:

espero les guste. si creen que me lo merezco, pueden dejarme un review. gracias a los que leen. ;)


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