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En un sueño por Demonio_Nocturno

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Notas del fanfic:

Los personajes no me perteneces, son creacion de Yana Toboso, yo solo los pedi prestados para crear este fic espero les guste.

Ya llevaba varias noches sin poder dormir bien puesto que cuando cerraba los ojos y viajaba a la dimensión del sueño y la inconciencia, aquel chico de cabellos negros como la noche, ojos carmín cual sangre y piel pálida, aparecía en sus sueños impidiéndole descansa ya que en cada sueño que tenía con referencia a él, que era la mayoría, trataban de cómo lo tomaba ya fuera por las buenas o por las malas aunque era raro cuando soñaba con la segunda opción, normalmente soñaba que aquel joven iba hacia él y se confesaba además de que le pedía que le hiciera el amor a lo cual el gustoso accedía pero justo cuando le preguntaba su nombre, cabía decir que aquel chico que se colaba en sus sueños nunca antes lo había visto y por ente no sabía su nombre, y aquel extraño se lo iba a decir se despertaba como si le echaran una bandeja de agua o lo tiraran de la cama; despertaba todo sudado y con la respiración agitada además de una enorme erección en su entrepierna la cual tenía que calmar masturbándose en su baño sin que su hermana mayor, Hanna, se diera cuenta ya que si esta se enteraba de que cada noche soñaba con que le hacia el amor a un chico al cual no conocía se burlaría de él. Esa noche no fue la acepción, tubo aquel sueño solo que bario un poco ya que esta vez veía al chico en su escuela presentándose ante su clase aunque no alcanzaba a escuchar su nombre, como si lo dejaran sordo por unos segundos; normalmente cuando tenía esos sueños no había nada a su alrededor pero de un segundo a otro se encontraba en alguna habitación de hotel o algo así, pero esa vez era en la escuela, todo lo demás paso como siempre, el joven misterioso se le confesaba y el terminaba tumbándolo en la cama dispuesto a hacerlo suyo y justo cuando le preguntaba su nombre, despertó debido a que su hermana tocaba la puesta para que despertara y fuera al colegio.

−Maldición ¿Por qué diablos tienes que interrumpir? –reclamo furioso a la peli plateada quien había entrado y sacaba el uniforme de su hermano para que este se metiera a bañar y se alistara para ir a la preparatoria.

−Ya deja de quejarte y apúrate, el desayuno ya está listo baja cuando termines –dijo saliendo de la habitación dejando a un excitado Claude quien seguía refunfuñando por haber sido despertado.

−Justo cuando por fin iba a saber su nombre –dijo para sí mismo levantándose a regañadientes de la cama y dirigiéndose al baño para darse una ducha con agua fría para calmar el calor que su cuerpo sentía, efecto de aquel caliente y apasionante sueño.

Una vez que termino de alistarse bajo las escaleras para llegar a la planta baja y giro a la izquierda para ir directo  la cocina donde se encontró a su hermana y a el hijo de esta. Un rubio de ojos azules de 14 años, dos años más chico que él; la verdad no se parecía en nada a Hannah así que suponía que se parecía a su padre pero nunca lo sabría ya que cuando este se enteró de que la peli plateada está embarazada la dejo o al menos eso era lo que le habían contado. Hannah apenas tenía 16 años cuando tubo a Alois, así se llama su sobrino, mientras que él tenía apenas 2 años, aun así sus padres no la dejaron al contrario la apoyaron pero lamentablemente ellos habían muerto en un accidente hacia 5 años dejando a los gemelos, Undertaker y Hanna, como respónsales de cuidarlo a él y a su sobrino.

−Buenos días tío –saludo Alois alegremente como de costumbre.

−Buenos días –respondió el azabache ajustándose las gafas que se le habían resbalado un poco.

−Ya desayunen –dijo Hannah sirviendo dos platos de cereal−. Claude ¿Te pido un favor?

−Dependiendo de cuál sea –respondió llevándose una cucharada de cereal a la boca.

− ¿Podrías pasar a dejar a Alois a la escuela? Es que tengo que salir antes a mi trabajo para terminar el trabajo que deje pendiente por tu junta.

−Está bien y supongo que también querrás que pase por él.

−Sí, ya que no creo poder llegar a tiempo –respondió sentándose en la mesa para también desayunar.

−Que bien, es divertido cuando mi tío me lleva ya quiero salir de la secundaria para poder ir con él a la preparatoria –dijo sonriente el menor.

−Ni sueñes que te tendré pegado a mí –respondió sonriendo terminando su desayuno.

−Quieras o no me tendrás que soportar además mi compañía te agrada.

−Claro que no me agrada, eres fastidioso y escandaloso además tengo muchas cosas que hacer como para soportar a un chiquillo ruidoso y explosivo.

−Es que eres un amargado por eso me dices ruidoso pero si estamos juntos veras que esa actitud seria y aburrida cambiara.

−Como digas ya apúrate porque si te tardas te tendrás que ir por tu cuenta.

Ellos dos siempre se había llevado como si en vez de ser tío y sobrino fueran hermanos debido a que tan solo se llevaban por 2 años además de que eran muy unidos e incluso conocían mas al contrario que a sí mismos.

−Ya se me hizo tarde me tengo que ir –dijo Hannah besando la frente de los menores y salió dándoles una sonrisa.

−Sabes tío, siempre que veo a mamá me doy cuenta que no somos nada parecidos y cuando le pregunto sobre mi padre ella solo se calla y me dice que luego me contara e incluso luego la escucho llorar –confeso con tono melancólico el menor.

−Quizá solo lo haga para protegerte pero ten paciencia que tarde o temprano te lo dirá además no tienes por qué preocuparte por el desgraciado que los dejo y por las diferencias físicas y si alguien te molesta tu solo dime y yo le callare la boca a ese alguien –dijo con voz seria pero amable.

−Bueno ya no importa mejor apurémonos para no llegar tarde –se levantó y se fue a lavar los dientes dejando al mayor solo.

− ¿Cree que me va a engañar? –suspiro−. Por el momento no lo molestare con eso pero me tendrá que decir la verdad de una u otra forma –dijo para sí mismo.

Se levantó de la mesa y camino con rumbo a su habitación para lavarse los dientes y agarrar su mochila. Una vez acabado su tarea espero a que su sobrino saliera para poder irse a la escuela; no tuvo que esperar mucho tiempo y cuando salió ambos se dirigieron a la escuela. Caminaron un par de minutos sin decir una palabra pero conforme iban caminando se aburrieron de ese incomodo silencio y el primero en hablar fue Claude.

−Me esperas en la entrada para no tener que estarte buscando como siempre que me toca recogerte –dijo soltando un suspiro.

−No tienes que decírmelo estaré ahí para cando llegues pero tampoco llegues tan tarde porque me voy a aburrir mucho –dijo sonriendo pícaramente−, y me iré a casa solo o bueno no tan solo –añadió solo para molestar al mayor.

−Deja de decir cosas tontas crio malcriado porque si me entero de que estas con alguien ese alguien me escuchara y no creo que después de nuestra platica le queden muchas ganas de seguir jugando a la mamá y el papá –amenazo triunfal al ver la expresión de derrota de su sobrino ya que este sabía que a su tío no le gustaba la idea de que el consiguiera pareja y menos sabiendo que era gay ya que de ante mano sabía que el rubio seria el pasivo en una relación de dos hombres.

−No tienes por qué estar oponiéndote a mis gustos además a ti también te gustan los chicos así que no tienes por qué molestarme e incluso ya te acostaste con uno –reclamo en voz baja.

−Claro que no me he acostado con nadie ¿Por qué lo dices? –dijo avergonzado ya que no sabía que su sobrino fuera tan directo.

−Siempre sueñas con eso y mira que por lo que balbuces se nota que estuvo muy caliente el asunto –se burló socarronamente.

−No es verdad –trato de defenderse pero se ruborizo por la vergüenza de que Alois escuchara sus balbuceos de cuando soñaba que tenía a aquel chico misterioso en sus brazos y que lo hacía gemir de placer.

−Por más que trates de defenderte no podrás porque sabes que es verdad y dime quien es y cómo fue la primera vez –pregunto curioso revoloteando alrededor del azabache.

−No tengo la obligación de decirte nada y solo para que me dejes en paz te diré que es un simple sueño no me he metido con nadie –respondió soltando un suspiro sonoro.

−Ya, si no me quieres decir solo dilo no tienes por qué inventarte escusas tontas como que solo fue un sueño –se quejó molesto.

−Si no me crees es tu problema no el mío y ya apúrate porque si llego tarde por tu culpa me la vas a pagar.

−Eres un gruñón –dijo el menor y Claude dio la plática por terminada.

Caminaron lo que quedaba del trayecto en silencio pero este ya no era incomodo al contrario era agradable porque les permitía pensar cada quien en sus problema o simplemente en cosas sin sentido o de igual manera en cosas importantes sin siquiera prestar atención a que el contrario estaba a su lado. Solo se limitaban a pensar o dejar su mente libre; cuando llegaron a la escuela secundario Alois se despidió de su tío y entro corriendo, Claude por su parte siguió caminando hasta que llego a la escuela y se fue lo más rápido que pudo a su salón ya que iba retrasado pero logro respirar aliviado cuando vio que el profesor de literatura aun no llegaba así que sin más se apresuró a ir a su lugar y justo cuando tomo asiento el profesor entro pero no solo, a su lado venia un joven de cabellos negros como un Cielo nocturno carente de luna y estrellas, ojos carmín como la sangre que emana de una herida y piel pálida casi blanca como la nieve y se veía que al tacto era suave y lisa como la cerámica; ya lo había visto antes a ese chico y no podía ser nadie más que aquel que entraba en sus sueños cada noche, aquel con quien tenía los sueños más eróticos de toda su vida, aquel que cada que quería saber su nombre nunca podía escucharlo. No cabía duda ese chico era al que durante muchas noches soñaba desnudo bajo su cuerpo y no podía caber en la felicidad que le daba ver que era real, que no solo era un sueño, que ese chico de cabellos negros y mirada sangre era real y no solo alguien que vivía en su cabeza.

−Este es su nuevo compañero –dijo el maestro sacándolo de sus pensamientos bruscamente−. Puedes presentarte, primero tienes que escribir tu nombre en el pizarrón y contarnos que te gusta y que no además de porque has decidido cambiar de escuela en mitad del semestre.

Cuando aquel misterioso chico tomo un plumón y comenzó a garabatear su nombre, Claude pensó por un segundo que se trataba de otro sueño y que se despertaría pero grande fue su sorpresa que cuando termino de escribir su nombre y logro leerlo.

 “Sebastian Michaelis”

−Un placer conocerlos a todo yo me llamo Sebastian Michaelis y me gustan los gatos no me gustan los perros y el motivo por el cual me cambie de escuela fue porque mi padre fue asignado a un nuevo puesto con mejor paga aquí en Tokio y no hubo de otra más que cambiarnos pero no me desagrada, siempre es bueno conocer gente nueva –dijo regalándoles una sonrisa que robo muchos suspiros de las chicas que estaba presentes.

−Te asignare un lugar y en el descanso uno de tus compañeros te ara el favor de mostrarte las instalaciones de la escuela –el profesor busco con la mirada un lugar vacío y al encontrarlo dijo señalando el lugar−. Siéntate junto a Claude y el será el encargado de mostrarte la escuela.

Sebastian camino hasta el lugar vacío y se sentó al lado del azabache quien sentía que la respiración se le iba al estar tan cerca de la persona que solo pensó, vivía en sus sueños. Sus piernas temblaban y sus manos sudaban, sentía que se iba a desmayar y más cuando aquella voz que conocía muy bien le hablo.

−No tienes por qué estar tan nervioso no te voy a comer a menos que eso quieras Claude Faustus –dijo en voz baja.

El mencionado se sorprendió porque lo había llamado por su nombre completo aunque él no se acordaba de que el maestro hubiera dicho su nombre y su apellido. También se sorprendió por lo osado que era aquel chico tan misterioso como para decirle semejante cosa y aunque no lo dijera en voz alta realmente quería ser comido por Sebastian.

−Veo que no te acuerdas de mí, que lastima pero bueno poco a poco me iras recordando aunque no soy muy paciente y lo sabrías si recordaras –dijo con un suspiro cansado.

− ¿Cómo que recordarte? Esta es la primera vez que te veo –contestó sorprendido por lo que su compañero de pupitre le había dicho.

−Si quieres saber a lo que me refiero te recomiendo que fuerces un poco tu mente y trates de recordar no de esta vida sino de una anterior.

−Estas chiflado –fue su respuesta y se dispuso a prestar atención a la clase dando a entender que esa platica ya había llegado a su final.

No pensé que realmente te olvidarías de mí, cuando yo te he estado buscando por tantos años desde aquel día en que tuve que tomar tu vida.

 

 

Pasaron las horas y a Claude le comían las ansias por salir al descanso, ya no soportaba un minuto más sin hablar con Sebastian y pedirle explicaciones de porque había dicho todo eso y después ya no le hubiera dirigido la palabra ni tampoco la mirada; se le veía triste y absorto en sus pensamientos y cuando el profesor le pedía leer algo para ver si estaba atento a la clase lo hacía como si estuviera programado pero lo hacía aun absorto en sus pensamientos aunque no se equivocaba en lo que hacía lo cual le sorprendía. Una vez que el timbre sonó dando la señal deseada de que podían ir a comer, Claude vio como Sebastian tomaba sus cosas y se colgaba la mochila en su hombro para irse como si se le hubiera olvidado que él le iba a enseñar la escuela así que se apresuró a guardar sus cosas y a colgarse la mochila para seguirlo hasta que lo alcanzo y lo obligo a dar media vuelta para que lo viera directamente a los ojos.

− ¿Recuerdas que soy el encargado de enseñarte la escuela? –dijo molesto el azabache acomodándose los lentes.

−Se me había olvidado –respondió como automáticamente.

−Claude cuanto tiempo sin verte –grito un pelirrojo abalanzándose a los brazos del mencionado y este trato de esquivarlo pero no le dio tiempo y callo al suelo con Grell encima de él−. Dime ¿Me extrañaste? –pregunto coqueteándole.

−No y quítateme de encima –respondió molesto.

−Ni porque tuve que faltar un mes completo cambias tu actitud conmigo, siempre eres así de frio con todos –refunfuño el pelirrojo haciendo pucheros.

−No con todos solo con los que son molestos –dijo sonriendo.

Aunque dijera que no realmente había extrañado a ese extrovertido y llamativo pelirrojo de ojos verdes con toques dorados. Era su mejor amigo y que por culpa del divorcio de sus padres tuviera que faltar un mes completo a clases lo había puesto mal pero lo bueno era que había regresado.

−Eres cruel conmigo yo que te he dado todo mi amor y así es como me pagas por eso me iré con Will para ver si el si me quiere –sonrió abiertamente ya que sabía de sobra que Will y Claude se llevaban mal.

−Eres un idiota sin remedio –fue todo lo que dijo pero por dentro estaba más que enojado porque sabía que aunque su amigo lo dijera en broma el pelirrojo amaba a Will pero este no le hacía caso y solo lo insultaba y lo humillaba.

− ¿Ah? –dijo Grell al ver a Sebastian − ¿Quién es él? –pregunto curioso.

−Es un nuevo alumno el profesor me puso a cargo de enseñarle las instalaciones de la escuela –respondió poniéndose de pie.

−Ya veo –dijo sonriendo−, bueno yo me llamo Grell Sutcliff soy el mejor amigo de Claude y también estudio aquí –se presentó con una sonrisa dibujada.

−Yo soy Sebastian Michaelis mucho gusto –respondió dándole una sonrisa.

Quien diría que estos dos serian amigos pero bueno ellos al parecer no recuerdan nada pero no me explico porque si Grell si debe de recordar aunque quizá sea por esa regla.

 −Bueno luego los veo tengo que ver lo de mis faltas nos vemos mañana ya que de ahí me tengo que ir a desempacar –paso del lado de Sebastian y le dijo en un susurro fugas−, que bueno es volver a verte Sebas−chan.

Sebastian sonrió ya que el pelirrojo si lo recordaba pero le dolió el saber que entonces el único que no recordaba era el de lentes y más le dolió saber que él había sido el causante de su falta de recuerdos; no pudo continuar sus pensamientos porque Claude lo tomo de la mano y lo llevo a ver la escuela aunque él no estaba interesado en lo más mínimo pero lo seguía para poder estar más cerca de él. Cuando terminaron de recorrer lo más básico de la escuela se fueron a comer algo y luego fueron de regreso al salón. No volvieron a cruzar palabra y así el resto de las horas siguieron pasando hasta que el timbre dio fin al día de clases haciendo que muchos salieran corriendo y empujando a los que se cruzaban en su camino. Poco a poco el salón fue vaciándose y Claude se apresuró para recoger a su sobrino pero cuando iba a salir Sebastian lo alcanzó y le dijo que si lo podía acompañar ya que quería conocer un poco la ciudad.

−Está bien –fue su respuesta.

Caminaron unas cuantas cuadras en silencio hasta que divisaron la escuela y en la puerta estaba Alois esperando a que Claude llegara, tenía el celular en las manos y la mochila cruzada; se veía alegre por algo y antes de que ellos llegaran un chico de ojos azules y cabello negro azulado de la misma edad y estatura que el rubio, se le acercó para hablar con él; Sebastian supo de quienes se trataban desde que los diviso pero a pesar de saber quiénes eran se preguntó qué relación tendría Claude con ellos, su respuesta llego pocos minutos después ya que cuando estuvieron en el rango de visión de Alois este salió disparado asía Claude.

−Pensé que no llegarías nunca ya me había aburrido –dijo haciendo pucheros−. Tengo un tío muy lento mamá no se tarda tanto en llegar –reclamo con una sonrisa.

−Ya no reclames porque ahí veces en las que te tengo que esperar –revolvió los cabellos del más bajo y luego volteo a ver al otro chico−. Hola Ciel que bueno es volver a verte ¿No quieres ir a la casa? Hannah no está pero llegara más tarde –pregunto gentilmente al mejor amigo de su sobrino.

−Si claro así sirve que Alois y yo hacemos la tare juntos solo tengo que llamar a mi casa para avisar –saco su celular y tecleo un numero para luego alejarse un poco y pedir permiso, unos minutos después se acercó y volvió a hablar−. Ya está, si me dejaron.

−Oyes ¿Quién es aquel chico? –pregunto Alois curioso al ver como Sebastian los miraba sorprendido.

−Ah, disculpa él es Sebastian es nuevo tanto en la escuela como en Tokio así que quería caminar un poco para conocer –dijo Claude.

−Mucho gusto yo me llamo Alois y soy sobrino de Claude y el −señalo a su amigo−, es Ciel es mi mejor amigo.

−Mucho gusto Alois y Ciel –dijo con una sonrisa que hizo sonrojar a los menores−, es un placer conocerlos.

−Bueno ya nos tenemos que ir Sebastian nos vemos mañana en la escuela –dijo Claude en un mini ataque de celos pero no sabía porque había reaccionado de esa forma aunque supuso que había sido porque su sobrino se había sonrojado aunque no estaba muy seguro.

−Invítalo a la casa y si tu no lo haces yo si –reclamo el rubio acercándose al pelinegro y dedicándole una sonrisa amable.

−No quiero molestarlos así que mejor me voy a mi casa –respondió Sebastian dando media vuelta dando por terminada la plática pero una mano le sujeto en brazo así que volteo y se sorprendió al ver que Claude le había impedido continuar su caminata− ¿Sucede algo?

−No es ninguna molestia así que ven con nosotros así sirve que hacemos los deberes juntos y no aceptare un no por respuesta así que vámonos de una buena vez o se nos ara tarde. –Claude camino sin soltarlo del brazo para que no intentara escapar.

Todos caminaron a la casa por parejas, Ciel y Alois adelante y Claude y Sebastian atrás. Los dos primeros iban platicando sin cesar como si no se hubieran visto en años mientras que los más grandes no decían ni una sola palabra ya que el de lentes sentía nervios mientras que el otro no le quitaba la mirada de encima a Ciel sonriendo de vez en cuando lo cual Claude noto y se molestó pero no sabía que era ese repentino sentimiento aunque no se podía quedar callado y dijo.

− ¿Por qué no le quitas la mirada de encima a Ciel? Tal parece que te gusto. –Su voz sonó más áspera de lo que hubiera querido.

−Me acorde de algo. Siento que ya lo había visto antes pero son solo cosas mías así que no tienes por qué ponerte celoso –respondió volteando a verlo y regalándole una sonrisa burlona.

−No estoy celoso –grito haciendo que los menores se rieran por su actitud.

−Si tú lo dices –fue lo último que salió de la boca del de mirada sangre dando la patica por terminada.

Siguieron caminando por un par de minutos más hasta que llegaron y una vez que entraron, los menores se dirigieron corriendo a la habitación del rubio y los mayores fueron al cuarto de Claude para hacer los deberes aunque uno de los azabaches no tenía planeado hacerlos, él quería más bien aclarar una situación aunque no sabía por dónde comenzar.

− ¿Qué quieres decirme? –pregunto Claude sentándose en el borde de la cama y mirándolo directamente a los ojos.

− ¿Eh? –fue todo lo que atino a decir ya que estaba sumergido en sus pensamientos.

−Desde hace un rato tienes ganas de decirme algo así que apúrate a decirme que es –dijo el de lentes sin quitarle la vista de encima lo cual provoco una sonrisa en Sebastian quien seguía algo desorientado.

−No es algo que se pueda decir a la ligera ya que no me creerías pero si no me crees le puedes preguntar a Grell y sabrás que es verdad.

−Déjate de rodeos y dime que es lo que me tienes que decir.

−Es complicado pero digamos que tú y yo ya nos conocemos pero no en esta vida sino en otra, una anterior a esta y ya sé que sonara muy desquiciado pero yo si te recuerdo solo que tu no me puedes recordar porque te quitaron tus recuerdos al momento de morir y tanto Grell y Will como Alois y Ciel estuvieron en nuestra otra vida pero como los últimos dos son humanos. A ellos se les dio una nueva vida aunque les borraron todo rastro de su vida anterior pero todos los que no éramos humanos podemos recordar excepto tú y eso fue por mi culpa –explico soltando todo de una sola vez sin atreverse a mirarlo fijamente.

El silencio se instaló entre ellos y Sebastian pensó, por un momento, que soltar la información de golpe había hecho que Claude tuviera una avalancha de recuerdos y por eso no decía nada, pero se equivocó.

−Esto es lo más estúpido que he escuchado en toda mi vida y dime que se supone que hiciste tu como para que no recordara –pregunto sin poderse creer lo que acababa de escuchar.

−Yo fui quien te mato –dijo fríamente mirándolo a los ojos.

Claude se quedó de piedra ya que la persona con la que tanto había soñado era alguien quien lo amaba y se venía enterando que esa misma persona lo había matado en su vida anterior y quizá lo había buscado para volver a matarlo en esta también.

− ¿Y me buscaste para volver a matarme? –pregunto más por inercia que por razonamiento.

−No. Yo te busque para pedirte que me perdones esa vez yo tuve que hacerlo porque era mi obligación pero ahora ya no hay nada que nos separe –dijo acercándose pero al ver como Claude lo miraba con odio se obligó a detenerse.

−No creo ninguna de tus palabras así que mejor vete. Lárgate de mi casa y no quiero que me vuelvas a dirigir la palabra nunca más en tu vida maldito loco –grito enojado aunque no sabía porque ese enojo tan repentino y la culpa lo ataco cuando vio la expresión de Sebastian.

Sebastian estaba cabizbajo mordiéndose el labio y tratando de formar una sonrisa aunque eso solo fue una mueca de tristeza en un intento vano de disimular su tristeza, no dijo nada y solo tomo sus cosas para salir de la casa corriendo intentando no derrumbarse pero las piernas le temblaban y sentía que en cualquier instante caería pero aun así se fue sin decir una sola palabra. Mientras tanto Claude seguía en la habitación muy enojado y confundido por lo anterior sucedido, no sabía si creerle o si solo tomarlo como un loco pero reparo en sus sueño, esos sueños en los cuales algunas veces se veía a él y a Sebastian mayores siendo como una especie de demonios mayordomos y en otra época, sacudió su cabeza de un lado a otro para quitarse esas ideas de la cabeza y mejor se recostó en la cama cerrando los ojos para poder calmarse pero el sueño lo venció.

 

La lluvia caía a cantaros y dos figuras vestidas de negro peleaban entre si mientras intentaban arrebatarse la espada demoniaca para matar al contrario aunque en el fondo ninguno de los dos quería hacerlo pero no tenían alternativa. Sebastian quien había perdido la oportunidad de tomar la espada estaba muy arrepentido del daño que le estaba provocando a la persona que más amaba ya que unos días antes le había dicho a Claude que solo había jugado con él para poder darle la victoria a su amo y eso desato la furia del de mirada ámbar y su furia creció más cuando se enteró que el de mirada sangre había tenido una relación más allá de trabajo con uno de los sirvientes llamado Brad quien era su amante y quien había estado de acuerdo con que Sebastian se acostara y jugara con Claude por órdenes de su amo.

Claude había logrado tomar primero la espada y amenazaba con enterrarla en el interior de su oponente sin vacilar ya que el dolor de haber sido traicionado lo cegaba por completo impidiéndole razonar y lo único que hacía era atacar y esquivar pero en un ataque fallido se descuidó y de una patada Sebastian le arrebato la espada para clavarla en la tierra y hacer que el suelo se derrumbara pero eso no fue impedimento alguno ya que salto y de una patada hizo que su oponente soltara el arma para que esta callera al vacío así que se dejó caer para volver a tenerla en sus manos pero Sebastian fue más rápido y la agarro antes para luego volver a asestar golpes que Claude esquivaba solo que no calculo que piso una piedra que sobresalía la cual estaba agrietada y esta termino por derrumbarse haciendo que resbalara y lo siguiente que sintió fue el dolor que le provocaba la espada al atravesar su abdomen. Sebastian estaba encima de él empujando más el arma contra su cuerpo para que se enterrara hasta llegar a la empuñadura.

Ya veo que al final sigues siendo un mentiroso Sebastian Michaelis –dijo con notable rencor y con una sonrisa burlona.

Yo solo hago lo necesario para salvar a mi amo tú fuiste quien se buscó esta pelea al raptarlo respondió Sebastian con un ápice de culpa que supo ocultar muy bien.

Nunca perdonare tu traición ni en esta ni en ninguna otra vida –tocio sangre y casi se ahoga en ella.

No necesito tu perdón porque no creo que volvamos a vernos.

Te odio… sus palabras se fueron apagando y sus ojos fueron perdiendo brillo mientras se cerraban hasta que cayó en una profunda oscuridad.

 

Despertó bañado en sudor con la garganta reseca y las lágrimas cayendo a los lados de su cabeza, no sabía que había sido ese sueño nunca antes había experimentado algo parecido y eso lo aterro más cuando cayó en cuenta que lo que había soñado era algún recuerdo de su vida pasada de la cual había suprimido todo recuerdo pero que quizá por la aparición de Sebastian se había escabullido de su prisión para hacerse presente en forma de sueño.

−Maldición porque me tiene que pasar esto a mí –dijo para sí mismo y se limpió las lágrimas.

Se levantó y vio la hora, eran apenas las 5 de la tarde así que de seguro su hermana ya había llegado así que sin más salió de su habitación y se dirigió a la cocina de done salía un aroma delicioso, señal de que efectivamente Hannah ya estaba en casa. Al entrar se encontró con su sobrino pero no había rastro de la peli plata así que sin más demoras pregunto.

− ¿Dónde está Hannah, Alois?

−Ella tuvo que salir de emergencia pero dijo que no tardaría, creo que recibió una llamada de su trabajo.

−Está bien ¿Y Ciel ya se fue? –pregunto acercándose al rubio para ayudarle a terminar de servir los platos.

−Si recibió una llamada de sus padre y se fue, creo que su tía Angelina los visito.

−Ya veo bueno entonces solo seremos nosotros dos.

− ¿A qué hora se fue Sebastian que ni se despidió?

−Se fue temprano tenía algo que hacer así que no pudo despedirse.

−Que mal yo quería hablar con él se ve que es muy agradable deberías traerlo más seguido a la casa pero esta vez que se quede más tiempo –dijo sin despegar la mirada de lo que estaba haciendo.

−El no volverá a venir –respondió fríamente haciendo que el menor volteara a verlo sorprendido por lo frio y desolado que se veía su tío pero prefirió no preguntar el por qué su actitud.

La comida prosiguió en silencio, un silencio sepulcral e incómodo pero la voz de alguien muy conocido para ellos se hizo presente rompiendo el silencio que se había formado entre los dos.

−Porque tanto silencio parece funeral. –Bajo el marco de la puerta se encontraba Undertaker el gemelo de Hannah aunque él era mayor que ella.

−Tío –dijo Alois levantándose rápidamente para abrazar a su tío quien lo recibió con los brazos abiertos.

− ¿Cómo estas pequeño? –dijo alborotándole los cabellos.

Undertaker casi no vivía con ellos porque debido a su trabajo viajaba mucho pero cuando tenía ratos libre los iba a ver trayéndoles regalos y esta no era la acepción ya que en su equipaje traía un regalo para cada uno solo que se los daría cuando Hannah llegara.

−Estoy bien –respondió con una sonrisa enorme ya que tenía casi 3 meses que no veía a su adorado tío.

−Qué bueno eso me alegra –dirigió la mirada hacia Claude quien estaba absorto en sus pensamientos− ¿Qué tienes Claude? –pregunto acercándose y posando su mano en el hombro del menos lo que lo saco de sus razonamientos.

−No tengo nada, me iré a mi habitación que aún tengo tareas que terminar –respondió y seguido de eso se levantó de la mesa para subir las escaleras con rumbo a su habitación.

− ¿Qué le sucede? –interrogo el peli plata sentándose en la silla donde momentos antes había estado su hermano.

−No sé, desde que bajo a comer esta así creo que se peleó con su nuevo amigo –respondió sirviendo un nuevo plato de comida para el mayor.

− ¿Nuevo amigo?

−Si se llama Sebastian, Sebastian Michaelis es muy apuesto, a lo que me dijeron acaba de llegar a Tokio y no sabe mucho sobre la ciudad.

− ¿Sebastian Michaelis? –repitió muy sorprendido pero luego soltó una risilla característica de él −. Ya veo, con que eso paso –soltó un suspiro y se levantó−, regreso en un momento voy a hablar con Claude.

Subió las escaleras y caminos hasta encontrarse de frente a la puerta de la habitación del menor de sus hermanos, toco un par de veces pero no recibió respuesta así que tomo el pomo de la puerta y la giro entrando sin ser invitado pero no encontró a nadie así que supuso que estaría en el baño y tal como si lo hubiera llamado por la mente Claude salió del baño.

− ¿Qué quieres? –pregunto sin mirarlo directamente.

−Que te dijo Sebastian Michaelis –respondió sentándose en el borde de la cama viendo y analizando cada reacción del menor.

−Nada que te importe –fue su respuesta.

−Ya veo, así que no soporto más y te lo dijo –soltó otra risilla−, no pensé que realmente te lo tomarías tan mal Claude.

−No sé de qué me estás hablando y mejor vete quiero estar solo.

− ¿Tan enojado estas por el hecho de que te dijeran el motivo por el cual no puedes recordar nada de tu vida pasada como demonio? –se levantó y se dispuso a irse pero fue obligado a quedarse ya que Claude lo agarró del brazo.

− ¿Cómo diablos sabes eso? –pregunto muy sorprendido.

−Porque yo no era un humano antes y por eso puedo recordar, todo aquel que no es humano y se le otorga una nueva vida, ya sea una o miles podrán recordar sus vidas pasadas pero si eres humano no podrás recordar –respondió con una sonrisa.

−Entonces lo que dijo era verdad –dijo aturdido por todo lo acontecido y se comenzó a tambalear hasta que se dejó caer en la cama.

−Pero la única condición que tenemos para recordar es que tenemos que dejar de lado los rencores pasados y vivir nuestra nueva vida con lo que tenemos pero si moríamos odiando a alguien, lo que te paso a ti, nos quitaran ese privilegio y por eso los humanos no recuerdan porque viven y mueren odiando y no podrán perdonar en su siguiente vida.

−Yo… no… esto debe ser una mentira –sus manos comenzaron a temblar y no solo estas sino que todo su cuerpo temblaba− ¿Quién mas no era humano?

−Hanna, Grell, Will, Sebastian, Ronald y por supuesto yo –respondió haciendo que el menor sintiera vértigo.

−Así que todos ustedes me han ocultado todo esto.

−No podemos revelar nada a nadie que no recuerde eso incluye a los que no eran humanos y no recuerdan, pero Sebastian rompió esa regla así que su memoria se ira desvaneciendo hasta que solo recuerde lo que ha hecho en su nueva vida y eso incluye olvidarse de ti, de la persona que más amaba y a la que traiciono.

− ¿Y tú no perderás la memoria por decirme todo esto?

−No, porque yo no fui quien te lo dijo solo aclare tus dudas las cuales vinieron surgiendo desde que empezaste a recordar así que eso me salva de perder mis valiosos recuerdos –rio por lo bajo al ver que su hermano se quedaba sin palabras.

Sin más que decir salió de la habitación dejando a un confundido Claude quien no hacía más que darle vueltas al asunto, no sabía exactamente que decir o pensar acerca de todo eso pero lo que si sabía era que tenía que ver a Sebastian a como dé lugar ya que si lo que Undertaker le había dicho era verdad, el de mirada sangre perdería los recuerdos de su vida pasada y eso solo provocaría que sus asuntos quedaran en el olvido así que se levantó para ir a la casa del otro pero callo en cuenta que no tenía su dirección y eso lo frustro de sobremanera aunque una pequeña luz de esperanza vino cuando recordó que Sebastian le había anotado su dirección en una hoja de su cuaderno así que sin perder más tiempo busco la hoja y la arranco para luego salir como alma que se lleva el diablo, tan solo diciendo que tenía que salir a arreglar un asunto pendiente. Tomo un taxi y le dio la hoja con la dirección para que lo llevara, pasaron alrededor de 15 minutos cuando llego a su destino, toco el timbre de la puerta y no tuvo que esperar mucho ya que en menos de un minuto la puerta se abrió dejando ver al esbelto cuerpo de Sebastian quien al verlo frente a su casa se sorprendió de sobremanera ya que era a él a la última persona que pensó ver.

−Me va a dejar pasar o me dejaras aquí afuera –dijo fríamente Claude.

− ¿Eh? A si pasa. –No había notado que los segundos habían pasado mientras el contemplaba al chico frente a él.

Se hizo a un lado dándole paso a Claude para que entrara, después cerró la puerta y le hizo una seña para que lo siguiera a su habitación la cual quedaba en la planta de arriba, al llegar el de mirada ámbar pudo observar que era una habitación muy ordenada aunque aún había cajas en los rincones no se veía desordenada y lo que más abundaba en esa habitación eran los libros, de todo tipo desde fantasía hasta literatura antigua, los libros estaban acomodados en dos enormes libreros y todavía había mas en unas cajas.

−Puedes esperarme aquí yo iré por algo de beber –dijo Sebastian sacando a Claude de sus pensamientos.

−Está bien así, solo viene de a rápido –tomo aire y lo miro a los ojos−, quiero que me cuentes bien lo que paso como fue que me encontraste y porque me dijiste lo que me dijiste.

−Cuando tuve uso de razón y recordé mi vida anterior me empeñe en encontrarte para pedirte perdón, primer busque información de ti por internet pero nunca encontré rastro alguno, durante muchos años te busque y de hecho el encontrarte fue casualidad ya que en verdad no me esperaba encontrarte como lo hice pero eso me alegro solo que cuando no te que no te acordabas de mi me sentí mal ya que fue mi culpa por haberte hecho lo que te hice.

−Y se supone que lo que hiciste fue terminar con mi vida pero quiero saber como –exigió sin dejar de mirarlo a los ojos.

−Yo… bueno está bien supongo que te debo la verdad –soltó un suspiro y comenzó a redactar lo que había pasado.

Todo lo que el chico le conto era justamente lo que había soñado esa tarde y eso lo dejo consternado ya que entonces lo que el suponía un simple y muy alocado sueño era realmente el ultimo recuerdo que tenia de su vida pasada de la cual solo recordaba pequeñas cosas y esas pequeñas cosas eran acerca de los encuentros amorosos que había tenido con Sebastian. Una vez que el de mirada sangre termino de redactar su historia el de mirada ámbar soltó un bostezo y le regalo una mirada llena de odio aunque no sabía si era porque le habían ocultado la verdad de quien era o había sido o de que volvió a recordar el sentimiento que sintió cuando fue traicionado y aunque escucho la versión de Sebastian eso no logro calmar su furia ni su odio.

−Perdóname –dijo con voz suplicante lo cual solo ayudo a empeorar las casas.

− ¿Perdonarte? Eso nunca, eres un maldito traidor no sé cómo me pude fijar en alguien tan mentiroso como tú, eres un traidor y un mentiroso –le grito sin importarle nada para él lo único que importaba era hacer pagar a la persona causante de su furia.

−Puedes hacerme lo que quieras si eso te hace sentir mejor es más cuando pierda la memoria por completo tienes mi permiso de hacerme la vida imposible –dijo con voz quebrada y las lágrimas amenazaban con brotar.

−Ten por seguro que lo are, te are pagar lo que me hiciste.

−Solo quiero pedirte un último favor, no te desquites con Ciel el ahora ya no recuerda nada.

−Ese es algo que pensare pero en vez de temer por alguien más mejor teme por tu propia seguridad.

Claude no dijo nada más y salió de la habitación dejando a un desconsolado Sebastian quien se dejó caer al suelo y lloro por segunda vez en toda su existencia, la primera había sido cuando tomo la vida del de mirada ámbar.

−Perdóname Claude –dijo para sí mismo entre sollozos desconsolados y agradeció que sus padres no estuvieran en casa para que no lo estuvieran molestando−. Yo nunca te engañe tú fuiste al único que quise. ¡Perdóname!

La noche paso muy lenta para dos almas que estaban sumidas en el dolor por los errores de sus vidas pasadas y los cuales tenían consecuencias que los estaban atormentando a uno más que al otro, entre planes de venganzas por parte de uno y sollozos desconsolados por arte del otro, el sueño los venció, ese lugar donde antes podían estar juntos sin temor de lo que pasara pero que ahora los atormentaba.

 

La alarma del despertador sonó despertando a un cansado Sebastian quien se levantó y sin animo alguno se fue al baño para tomar una ducha, dejo que el agua caliente recorriera su pálida piel y por un momento imagino que el agua eran las manos de Claude pero al recordar al azabache la tristeza volvió a atormentarlo y maldijo el hecho de haber nacido como humano ya que para él, los humanos eran débiles y patéticos y ahora el mismo se estaba comportando así. Cuando termino de bañarse salió y se alisto poniéndose el uniforme y arreglándose el cabello para luego admirar su reflejo, lo que vio en el espejo era solo la sombra de lo que había sigo ya que tenía los ojos rojos e hinchados por haber llorado la mayor parte de la noche, su piel era más pálida de lo normal y tenía unas grandes ojeras.

−Quien lo diría, el grande Sebastian Michaelis viéndose tan demacrado –dijo para sí mismo con un hilo de voz en tono burlón y triste.

Tomo sus cosas y salió de su casa sin desayunar ya que no tenía apetito ni ánimos así que sin más, camino hasta la escuela y una vez que estuvo en el salón se sentó en el lugar que le habían asignado pero recordó que Claude se sentaba a su lado así que le pidió a una chica que le cambiara el lugar asiéndose de su capacidad de hacer que las chicas cayeran rendidas a sus encantos, pasaron aproximadamente 10 minutos cuando vio llegar al causante de su llanto así que bajo la mirada e hizo como si estuviera leyendo el libro que tenía en sus manos. Claude paso a su lado y se le quedo viendo desafiante pero no le dijo nada solo se limitó a verlo con desprecio lo cual fue más que suficiente para que Sebastian rompiera en llanto y saliera seguido de su nueva compañera de mesa quien era ni más ni menos que Maylene, la chica tubo que correr lo más rápido que pudo para alcanzar al desconsolado azabache y una vez que lo alcanzo lo abrazo sin hacerle alguna pregunta simplemente lo consoló y cuando escucho los pasos de alguien que se acercaba se puso a la defensiva pero se calmó al ver que era Claude de quien se trataba aunque fue una mala jugada.

−Yo me quedo con él Maylene, tu regresa al salón y avísale al profesor que llegaremos un poco tarde –dijo o más bien ordeno aunque con voz suave y amable lo cual cautivo a la peli rosa e hizo lo que le dijo dejándolos solos−. Eres patético hacerte la víctima no te queda solo me haces reír nunca pensé en ver al gran demonio Michaelis lloriqueando como quinceañera dejada.

− ¿Así qué ya estas recobrando la memoria? –pregunto limpiándose las lágrimas−, eso es bueno me alegro ya que mientras tú la vas recobrando yo la voy perdiendo.

−No dejare que te libres de la culpa solo porque tú estúpida memoria se está desvaneciendo, mi venganza apenas va a iniciar y te aseguro que preferirás nunca haberme encontrado.

−No me arrepiento de haberlo hecho ya que merecías saber la verdad aunque sigues ignorando algo que quizá te lo diga un minuto antes de olvidar todo para siempre o quizá nunca te diga –su voz sonó más apagada de lo que pensó pero siguió hablando−, ya no me importa que pase conmigo siempre y cuando tú te sientas mejor –paso a su lado y se dispuso a irse a lavar la cara pero fue bruscamente detenido por la mano de Claude.

−Odio lo arrogante que eres y que te hagas la victima cuando tú fuiste el único traidor y maldito pero recibirás tu merecido –su voz sonó áspera pero Sebastian no se inmuto.

−No necesito que me amenaces si lo vas a hacer hazlo de una buena vez –lo reto pero lo que realmente quería era que eso terminara lo antes posible y que el corazón de la persona que más amaba no tuviera más odio guardado.

El enojo de ser retado calo los huesos del de mirada ámbar y no pudo contenerse más así que le soltó un puñetazo en la mejilla izquierda al más bajo tirándolo al suelo y sacándole sangre del labio y luego lo levanto bruscamente para llevarlo al baño y cerrar la puerta con seguro para que nadie los interrumpiera, posteriormente lo tomo del brazo y sacó una navaja de su pantalón para luego decir.

−Qué es eso que aun desconozco dímelo o te cortare ese bello rostro que tienes para que no puedas engañar a nadie –amenazo acercando la navaja al rostro del contrario.

−No tiene sentido el que te lo diga sino me vas a creer.

−Empieza a hablar.

−Yo si te mentí pero no fue con lo que tú crees yo nunca tuve una relación con Bard simplemente dije eso para que me odiaras y me atacaras pero nunca pensé que raptarías a mi amo y sabes que el contrato me obligaba a cuidarlo aun a costa de mi propia vida y sinceramente pensé que el vencedor serias tu pero no fue así y yo no tuve más opción que tomar tu vida –soltó de golpe casi gritando.

− ¿Y piensas que seré tan tonto como para creerte?

−Por eso te dije que no tenía caso ya que no tengo a alguien que lo rectifique.

−Ya me canse de tus mentiras no quiero escuchar una maldita palabra tuya así que será mejor que te alejes de mi si no quieres sufrir como nuca lo has hecho.

Sebastian salió del baño y entro al salón solo para tomar sus cosas y decirle al profesor que no se sentía muy bien y que iría al consultorio aunque en vez de hacer eso se salió de la escuela y se fue a su casa para encerrarse en su habitación intentando no llorar pero no pudo soportarlo por mucho tiempo así que decidió tomar unos somníferos y se quedó dormido.

 

Al despertar vio que era de noche así que se levantó y bajo a la cocina  a buscar un poco de comida, no se preocupaba por sus padres ya que estos estaban en su antigua casa arreglando y empacando lo último que les faltaba; pensó que hacerse de comer pero nada le venía a la mente así que tomo dinero que le habían dejado y decidió ir a algún mini súper a comprar comida ya hecha para solo tener que calentarla en el horno. Las calles estaban oscuras pero eso no lo molesto él estaba acostumbrado a la oscuridad o eso pensó porque ya no recordaba si antes le temía o le gustaba el estar en lugares oscuro, ahí fue donde cayó en cuenta que su memoria ya se estaba desvaneciendo y una gran tristeza se hizo presente porque no quería olvidar los recuerdos de cuando Claude y el tenían sus encuentros pero ya tampoco se acordaba de la mayoría de ellos y tampoco de cómo lo había conocido, la desesperación lo inundo, sentía que le faltaba el aire y corrió lo más rápido que pudo sin darse cuenta que había llegado a la casa del de mirad ámbar, cuando lo noto quiso regresar pero como no sabía por dónde había llegado decidió esperar un taxi como lo había hecho la primera vez que estuvo ahí pero para su mala suerte la puerta de la casa se abrió dejando ver que una peli plateada salía quizá para comprar algo y al verlo se sorprendió y se intentó acercar pero Sebastian retrocedió ya que no sabía quién era o al menos no la recordaba.

− ¿Sebastian? ¿Sebastian Michaelis? –pregunto Hannah al verlo parado frete a la casa y cuando noto que este se alejaba recordó lo que Undertaker le había contado−, así que ya empezó –suspiro y se acercó rápido tomándolo del brazo antes de que pudiera escapar.

−Suélteme –dijo cayendo en desesperación al no saber quién era pero tenía una vaga idea o más bien la sensación de conocerla.

−No temas tu y yo debemos hablar muy seriamente así que entra a por cierto soy Hannah la hermana mayor de Claude –dijo obligándolo a entrar a la casa pero este se resistía no por miedo a ella sino por como reaccionaria el de mirada ámbar al verlo en su casa−. Descuida el no esta fue a casa de Grell –dijo para calmar al chico que se arremolinaba en su brazo como si de un gatito asustado se tratara.

Una vez que estuvieron adentro Sebastian fue obligado a sentar en un sillón de la sala y la peli plateada se sentó en uno frente a él, poco segundos después otro chico de cabellos plata salió de la cocina y al ver al azabache sonrió divertido y se acercó para presentarse.

−Hola Sebastian no sé si me recuerdas pero yo soy Undertaker –dijo extendiéndole la mano y el mencionado la estrecho con desconfianza aunque uno que otro recuerdo broto pero eran muy nítidos y borrosos−. Soy el hermano gemelo de Hannah.

El chico observo a ambos peli plateados y no podía creer que fueran gemelos ya que lo único que compartían o en lo que se parecían eran en el color de cabello ya que de los demás eran completamente diferentes uno era de tez blanca y la otra de tez morena además Undertaker tenía los ojos verdes y Hannah de color índigo.

−Dime que tanto recuerdas para evaluar que tan mal vas y si tenemos tiempo para ayudarte y hacer que Claude recapacite –dijo Hannah sin quitarle la mirada de encima.

−No lo sé creo que ya no recuerdo más allá de cuando fui por mi joven amo a la mansión Trancy aunque no recuerdo bien sus rostros ni sus nombres pero tengo la sensación de saber quiénes son o de haberlos conocido –explico calmadamente.

−Así que de tu amo, los sirvientes de este y los shinigamis si te acuerdas –interrogo el ojiverda.

−Si ya que mis recuerdos se desvanecen en orden aleatorio –respondió mirándolo directamente a los ojos.

−Veo que tus recuerdos se están desvaneciendo muy rápido a este paso a más tardar mañana en la noche todos tus recuerdos se habrán ido y ya nunca los podrás recuperar –aclaro Undertaker con una sonrisa que molesto al azabache pero no dijo nada al respecto.

−Solo tenemos un día para ayudarte pero no estamos muy seguros de que funcione así que no te hagas ilusiones –dijo sin ánimos Hannah.

−Díganme de que se trata –exigió más que preguntar.

−Si logras que Claude te perdone de corazón puede que tus recuerdos dejen de desvanecerse o incluso que vuelvan todos y cada uno de ellos –explicó el de mirada verde.

−Recuerda que no es algo comprobado así que tú decides  si te arriesgas –agrego su gemela.

−Tengo que pensarlo porque él no quiere ni verme no se ni que estoy haciendo aquí es mejor que me valla –se levantó del sillón e hizo una reverencia por educación.

−Tienes razón es mejor que te vayas  −la voz de Claude resonó en toda la habitación lo cual puso nervioso al otro.

−Pensé que te quedarías a dormir con Grell –dijo su hermana con voz calma.

− ¿Apoco ese chiquillo te corrió? –pregunto divertido su hermano mayor.

−No, simplemente quise regresar –se adentró sin mirar a Sebastian quien aprovecho el ser ignorado y salió de la habitación y de la casa.

Una vez afuera camino un par de cuadras y pensó en lo que le habían dicho y al levantar la vista se percató de que había llegado a un callejón cerrado en el cual no había ninguna luz así que deicidio regresar sobre sus pasos pero una banda de chicos entre 18 y 25 años lo acorralaron, el que parecía el líder de acercó y le dijo.

− ¿Qué hace una linda princesita a estas horas de la noche fuera de casa? –dijo con tono burlón enredando en sus dedos un mechón del cabello azabache de Sebastian.

−No soy una chica así que déjame ir –le dio un manotazo para que soltara su cabello lo cual lo molesto así que lo estampo contra la pared y puso su pierna entre las del azabache.

−Si yo me quiero referir asía ti coco una chica lo are y no te iras hasta que nos hayas satisfaciado a todos –tomo sus manos y las sujeto por las muñecas sobre su cabeza con una sola mano.

−No are nada de lo que ustedes bola de pervertidos me digan –lo miro retadoramente y recibió un puñetazo; el segundo en ese día.

−Eres una perra muy linda me dan ganas de follarte tan duro que no podrás caminar en semanas –se apegó más al cuerpo de Sebastian y beso su cuello mientras bajaba su mano libre para sobar el miembro del azabache quien luchaba por zafarse pero su agresor era más alto y tenía más fuerza, en ese momento se sintió un idiota antes él era un gran demonio temido por muchos y ahora era un simple adolescente a punto de ser violado sin poder poner resistencia.

Sintió como mordían su cuello y metían la mano en su ropa sintiéndose fría al contacto lo cual lo exalto y aterro pero no profeso ruido alguno no quería darles el placer de escucharlo gemir porque entonces si se escucharía como una perra en celo, su labio sangraba ya que uno de sus colmillos lo mordía con fuerza para evitar que algún ruido desagradable saliera.

−No hagas eso, quiero escucharte gemir y que me supliques por más –saco la mano de los pantalones y con toda su fuerza lo tumbo al suelo posesionándose encima de él para luego abrirle la camisa con impaciencia y comenzar a besar la pálida piel de su pecho dejando marcas rojizas que al día siguiente serian chupetones.

−Suéltame me desagrada ser tocado por alguien tan sucio como tú –dijo con voz entrecortada por la rabia.

−Tienes agallas zorrita, el hablarme así en un momento como este, debes querer que te parta en dos –respondió burlonamente bajando su mano hasta los pantalones e intento quitárselos pero Sebastian se arremolinaba y pataleaba intentando en vano soltarse.

−Suéltame maldito –grito ya al borde de la desesperación.

−Te dijo que lo soltaras maldito pervertido –la voz de alguien se hizo presente y los demás chicos voltearon pera enfrentar al tonto que osaba hablarle así a su líder−. Quita tus malditas manos de él –grito y arremetió contra los que le impedían el paso.

Sebastian no pudo ver quien era pero su voz le era muy conocida, por última vez reunió sus fuerzas y logro soltar una de sus manos para darle un puñetazo a su agresor pero este lo inclino un poco hacia enfrente y luego azoto su cabeza en el suelo haciendo que la vista se le nublara y quedara en un estado semi inconsciente, lo último que alcanzo a vez fue una cabellera azabache se meneaba con forme su propietario se movía y eso fue todo lo que vio antes de caer desmayado.

 

Al despertar se dio cuenta que estaba acostado sobre su cama y además llevaba puesto su pijama lo cual le sorprendió porque no sabía cómo o más bien quien lo había llevado a su casa y lo había cambiado y cuando ese pensamiento llego a su mente el terror empezó a apoderarse de sus sentidos ya que quien fuera que lo había llevado a casa lo había desvestido y el pensar que le haya hecho algo más haya de vestirlo le dio escalofríos. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio que la puerta de su habitación estaba siento abierta dejando ver una silueta que tenía el rostro ensombrecido ya que la luz del pasillo solo tocaban su espalda aunque eso no fue lo que lo exalto sino más bien fue de quien se trataba ya que vagamente se acordaba de que alguien que él conocía o bueno conocía su voz, lo había ayudado con esos tipos.

−Qué bueno que ya despertaste –dijo Claude acercándose a la cama y quedando a escasos centímetros viéndolo con una expresión que Sebastian no sabía deducir.

−Gracias por ayudarme y por traerme a casa –agacho la mirada porque sus mejillas se tiñeron de un tono carmín casi como el tono de sus ojos debido a que el pensar que Claude lo había visto desnudo lo avergonzó pero no comprendió porque si ellos en sus anteriores vidas habían hecho cosas más íntimas.

−Ya que estas despierto me voy es tarde y no quiero andar a estas horas en la calle –dio media vuelta pero Sebastian lo detuvo agarrándolo de su sudadera.

−Espera puedes quedarte mis padres no están y no quiero quedarme solo –reacciono demasiado tarde a lo que había dicho así que trato de cambiarlo−, yo… quiero decir… que es tarde así que mejor llama a tu casa y diles que te quedaras, mañana temprano puedes irte porque si te vas ahora será peligroso.

−A comparación de ti yo si tengo familia que se preocupa y también se defenderme –lo miro y al ver que el rostro de Sebastian demostraba dolor, efecto de sus palabras, se sintió culpable.

−Está bien solo déjame darte dinero para que tomes un taxi eso es lo menos que puedo hacer para agradecerte el haberme ayudado –su voz sonaba apagada y el carmín que manchaban sus mejillas fue desapareciendo.

−Deja de hacerte el martil tu sabes que te mereces el que te trate así además da gracias de que te ayude y no solo me quede como espectador.

−Tienes razón –suspiro−, en el cajón ahí dinero toma lo que necesites y vete quiero estar solo –se acostó nuevamente y se tapó de pies a cabeza dándole la espalda a Claude.

−Maldición deja de comportarte de esa forma –le arranco las cobijas dejándolo expuesto y al ver que traía la pijama recordó que el mismo se la había puesto y se avergonzó ya que en ese momento no se había controlado y comenzó a manosearlo y besarlo tratando de quitar las marcas de aquel sujeto, con sus propias marcas.

Sin poder controlarse más se le fue encima y lo comenzó a besar apasionadamente pero a la vez con sutileza, mientras recorriera el cuerpo del otro sobre la ropa lo cual le pareció fastidioso así que empezó a desabotonar la camisa del pijama hasta que dejo su pecho al descubierto así que sin más tiempo que perder fue bajando sus besos primero por el cuello y luego llego a los rosados y erectos pezones los cuales lo incitaban a morderlos y jugar con ellos así que no los hizo esperar más y con su boca empezó a juguetear con el derecho recibiendo gemidos de placer por parte del otro. Mordisqueo y  beso el pezón y una vez que estuvo satisfecho prosiguió con el otro aunque no le bastaba y su mano bajo hasta colarse por la ropa de Sebastian encontrando su objetivo.

−Cla… Claude… −gemía Sebastian mientras cerraba los ojos fuertemente y mordía su mano para acallar los suspiros y gemidos que salían de su boca.

El mencionado sonrió complacido y por un momento pensó que este era otro de sus tantos sueños que había tenido y si era así no quería ser despertado nunca; el sentimiento de odio y venganza se evaporaron hacía rato cuando vio como Sebastian era atacado, en ese momento comprendió que no importaba que había pasado entre ellos dos él lo seguía amando y nunca podría dejar de hacerlo al igual que tampoco lo intentaría. Los deseos y la excitación pudieron más con la fuerza de voluntad de Claude y sin más tiempo que perder despojo al contrario del pantalón del pijama dejándolo completamente desnudo y a su merced, al ver ese pálido cuerpo se relamió los labios lujuriosamente siendo observado por unos atentos ojos carmín.

−No me detendré por más que me lo pidas –dijo Claude con una sonrisa en el rostro.

−Tampoco te lo pediría –respondió Sebastian abriendo las piernas para que el otro se acomodara entre estas.

No hubo tiempo para dilatar la entrada del más bajo y sin miramientos el de mirada ámbar lo penetro de una sola estocada obteniendo como premio un grito de dolor y placer combinados, tampoco quisieron esperar a que el de abajo se acostumbrara a la intromisión ya que para ellos el sentir dolor era el más grande placer que podían sentir y eso ambos lo recordaban muy bien. Las estocada empezaron primero lentamente pero conforme el de mirada sangre se acostumbraba, estas empezaron a tornarse más violentas hasta el punto en que ambos azabaches no podían reprimir sus gemidos los cuales se escuchaban por toda la habitación; los cuerpos de ambos estaban perlados de sudor y las mejillas las tenían sonrojadas debido a tanto placer que se daban uno al otro, las palabras no faltaban para que supieran que nuevamente podían volver a ser felices juntos y su única forma de transmitir todos esos sentimientos era por medio de los gemidos y suspiros además de los gruñidos, todo eso era la única forma con la que podían y querían transmitirse su amor. La mano de Claude bajo hasta la entrepierna de Sebastian y masajeo su miembro conforme lo envestía volviéndolo completamente loco de placer, su mirada se nublaba y su respiración era  agitada pero aun así no quería parar no en ese momento en el cual volvía a sentir el cuerpo del ser que más había amado y el otro sentía algo similar y la alegría se apodero de él al ver y sentir como el cuerpo bajo él se retorcía del más puro placer.

−Ya… no… aguanto –dijo dificultosamente Sebastian sintiendo una corriente eléctrica en la columna vertebral y pocos segundos después termino en la mano de su amante.

−Sebastian –gimió Claude sintiendo como el interior del otro apretaba su miembro y no soporto más de dos embestidas más para terminar en su interior llenándolo de su esencia caliente arrebatándole un gemido al otro.

Claude salió del interior de Sebastian y se acostó a su lado abrazándolo y dándole un tierno beso donde transmitía sus sentimientos.

− ¿Ya no estás enojado? –pregunto el de mirada carmín temiendo a cuál sería la respuesta.

−Quizá un poco pero ya no tengo deseos de vengarme ni nada solo quiero empezar de cero.

−Gracias –se acurruco en el pecho de su amante y se quedó dormido.

−Eres un tonto pero así te amo y eso nunca cambiara maldito demonio.

Claude también cayó en la inconciencia y por primera vez en mucho tiempo no soñó con nada en particular, ni un recuerdo ni una sesión de sexo con Sebastian, nada absolutamente nada.

 

La luz de la mañana se colaba por la ventana y eso fue lo que hizo que el de mirada ámbar despertara, intento moverse pero sintió un peso en su pecho y un cuerpo pegado al suyo, bajo la mirada y se encontró con la escena de un Sebastian profundamente dormido con su cabeza en su pecho, esa imagen le atesoraría mucho ya que era el comienzo de una nueva vida; lo siguió viendo por un rato pero  de un momento a otro recordó que quizá esa sería la última vez que vería a Sebastian así porque quizá para esa misma noche no se acordaría de él y eso lo aterro.

− ¿Qué hora es? –pregunto un adormilado Sebastian el cual se incorporaba lentamente debido a un pequeño dolor en su parte trasera consecuencia de lo que había pasado por la noche.

−No creo que podamos ir a clases ya es algo tarde –respondió Claude regalándole una sonrisa.

−Que mal apenas ingrese a esta escuela y ya estoy faltando ni modos mañana tendré que pedir los apuntes –dijo soltando un bostezo mientras se estiraba.

−No te preocupes Grell de seguro me los pasara y yo te los paso a ti.

−Gracias, bueno es mejor que nos paremos y de que avises a tu casa de que pasaste aquí la noche.

−Creo que ya se dieron una idea pero tienes razón –tomo su ropa que estaba en el suelo y comenzó a vestirse.

Sebastian también se comenzó a vestir y una vez que ambos estaban vestidos bajaron a la cocina para desayunar, durante el desayuno se la pasaron platicando de todo un poco ya no había ningún odio ni tristeza naciendo en su interior ahora solo había amor pero el de lentes aun sentía esa angustia de que su amado perdiera todos sus recuerdos y no pudo soportar más así que se lo hizo saber.

−Sebastian yo… perdón, por mi culpa ahora perderás tus recuerdos –dijo apenado agachando la cabeza evitando esa mirada carmín que tanto le encantaba.

Una risilla burlona proveniente de Sebastian fue su única respuesta y eso desconcertó al de mirada ámbar asiéndolo levantar la vista y viendo al otro sonriendo alegremente.

− ¿Por qué te ríes? –pregunto desconcertado.

−Es que te preocupas de algo que tú mismo evitaste.

− ¿Cómo? No entiendo.

−Ayer tus hermanos me dijeron que cabía la posibilidad de dejar de perder la memoria y de recuperar los recuerdos perdidos siempre y cuando tú me perdonaras y anoche lo hiciste así que ya no corre el riesgo de que te olvide –explico levantándose de su lugar y acercándose a un atónico Claude.

− ¿Entonces ya no me olvidaras?

−No.

Claude se levantó de su lugar y beso a Sebastian como si no hubiera un mañana, ya nada los separaría y eso alegraba a ambos porque ya lo peor había pasado y ahora solo les quedaba seguir sus vidas amándose.

−Te amo Claude Faustus.

−Y yo a ti Sebastian Michaelis.

Notas finales:

si les gusto espero saberlo leyendo sus mensajes y si no tambien siempre y cuando sean respetuosos bye y gracias por leer.


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