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Una Nueva Oportunidad por Arizt Knith

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
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Capítulo 6

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Día XX, Mes XX, Año 20XX

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StarHill, Santuario de Athena, Grecia

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Sin más que decir les dejo con un nuevo capítulo y no lo olviden, esta historia la he creado junto a Khian-sama! Ah! Una cosa más, creo que habia visto un review pero no recuerdo de quien, haciendo una mención de Genbu xD la verdad es que en sí, el nuevo caballero dorado de Libra será el... Me agrada Genbu y todo eso por eso he usado su apariencia y bueno... 7w7 de ahí salió el pequeño chino~ lol

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A la mañana siguiente Dohko se levantó muy temprano para empezar de nuevo con su búsqueda, dio gracias a los dioses por haber encontrado aquella posada en la cual pudo comer y descansar todo lo necesario. Al ya tener sus energías completamente renovadas, salió en búsqueda de su protegido. Sorprendentemente, el clima de ese día también era muy agradable. Los escasos rayos de la mañana se colaban por entre las ramas de aquellos frondosos árboles, además de que apenas unos cuantos animalitos parecían estar despiertos e iniciar una jornada nueva.

La fresca brisa mañanera media los cabellos chocolate del mayor, quien acomodaba aquel sombrero suyo mientras caminaba por alguna extraña razón un par de ojos turquesas se le vinieron a la mente. Eran el mismo tono de aquel niño que había conocido el día de ayer, por alguna extraña razón aquella sensación no desaparecía en él.

— Muy buenos días señora Cheng... -Se escuchó una suave y conocida vocecita, el mayor volteo a ver en todas direcciones para encontrar al dueño y justo a unos cuantos metros de él, se encontraba el pequeño Jian hablando con una señora mayor, quizás en sus cincuenta. Cabello ligeramente canoso, y con una enorme y cálida sonrisa en su rostro.

— Ten pequeño, no es mucho pero espero que de algo te sirva -El menor hizo una leve reverencia a modo de agradecimiento mientras tomaba un pequeño saco.

— No, al contrario y gracias como siempre... -La amable señora sonrío aún más y con sus brazos atrajo al pequeño para abrazarle; todo ante la atenta mirada de Dohko, quien en ningún momento se había movido siquiera, con tal de observar a aquel pequeño.

— Ahora ve, sé que tienes muchas cosas por hacer —El pequeño hizo un movimiento con la cabeza, como dándole la razón a la señora y se despidió con una tenue sonrisa.

— Es un buen chico... -Dijo la señora mientras le miraba ir, solo entonces el caballero de Libra se acercó a ella.

— Sí que lo es... —Al ver que ya no había señales del menor, el santo de Libra se decidió preguntar.

— ¿Es Nieto suyo? —La señora solo negó con la cabeza.

— No, no lo es aunque me gustaría que así fuera... —Dohko pudo notar como la mirada ébano de aquella dulce señora se ponía triste, inclusive su tono de voz había cambiado— Jian es un buen chico, sigue siendo un niño que actúa como un adulto cuando eso no debe ser así —Claro que ella tenía razón, Dohko lo sabía pues aunque él no conocía la historia de aquel pequeño él podía notarlo en aquella mirada.

— ¿Dónde estás sus padres? -Preguntó- Esta ya es la segunda vez que lo veo solo por estos lados, y eso me preocupa

Pero si pregunta solo recibió un suspiro como respuesta, desubicándose aún más al castaño que no entendía.

Venga conmigo joven, y tomemos algo de té... -El mayor quiso negarse y decir que tenía una misión por cumplir pero algo en su interior le llevo a aceptar la invitación de aquella señora tan agradable.

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Eran alrededor de las diez de la mañana, los pájaros trinaban alegremente mientras volaban con gran libertad aquel basto cielo azul y con unas cuantas blancas y esponjosas nubes. Desde hacía un buen rato que se encontraba en el río y aun no lograba pescar nada. Al menos se encontraba algo tranquilo pues en casa aún tenía algo de pan, leche, miel y frutas; sí como algunas hortalizas y aquel bento que la señora Cheng le había dado horas atrás, pero el, siendo como era, prefería tener todo lo que pudiera casar o recolectar.

Pues nunca se sabía si al día siguiente tendría suerte de tener algo para comer. Una de sus cejas se alzó levemente al ver como un pequeño conejito con pelaje café con blanco y ojos negros se acercaba a él. Sonrío levemente al ver como aquel animalito movía de forma divertida su rosada naricita mientras le miraba fijo.

— ¿Qué pasa? -Preguntó al ver que el animalito parcial olfatear el césped- ¿Tienes hambre? -El pequeño animalillo tan solo emitió unos suaves y graciosos sonidos mientras movía su naricita y bigotillos, el pequeño oji turquesa sonrió ante aquella acción y lo tomo con cuidado entre sus manos. Dejando que los dedos de su mano derecha acariciaran aquel suave pelaje marrón, mientras que con la otra abría la cajita en la cual tenía aquel pequeño almuerzo- Debes tener mucha hambre

El pequeño animalito levanto la cabecita y centro sus ojitos negro en los turquesas del menor, moviendo a la vez sus largas orejitas y captando cada movimiento y sonido de los alrededores, mientras que Jian agarraba un pedazo de zanahoria hervida y se la ofrecía al pequeño mamífero. El pequeño sonrió al ver como el pequeño conejito degustaba de su comida, llevándose con algunos restos de ella. Al menos aquellos momentos de paz con la naturaleza eran los únicos que lograban alegrar su vida. La pequeña y suave brisa empezó a mover sus cabellos de un lado a otro, suspiro ante la relajante sensación de sus cabellos meciéndose y del arrullador sonido que emitía aquella cascada que se encontraba a algunos metros de distancia.

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Mientras tanto el maestro Dohko se encontraba aun pensativo después de haber platicado con aquella amable señora. Ahora entendía lo que había en la mirada de aquel pequeño.

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Soledad... tristeza...

Pero también había coraje y fortaleza, astucia...

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Una extraña combinación,

Que estaba empezando a amoldar a aquel pequeño de ojos turquesa

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Un pequeño actuando como un adulto día a día para poder sobreviré al no tener a sus padres consigo para cuidarle.

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Flashback

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La señora Cheng sonrió con amabilidad mientras invitaba al castaño a tomar algo de té mientras le contaba una que otra anécdota suya de aquel entonces cuando ella era una bella joven. Al chino no le toco de otra más que escuchar con gran atención mientras ayudaba a la dama a preparar el té y llevarlo a una habitación que daba contra un vasto jardín trasero, lleno de gran vida y vegetación. La mujer de cabellos grisáceos sonrió tenuemente mientras tomaba la tacita entre sus manos y la llevaba a su boca para darle un pequeño sorbo a aquella bebida ya tibia. Los ojos grises de la dama se fijaron en los esmeraldas del joven, aquella mirada que refulgía llena de energía, cariño y gran sabiduría para alguien tan joven como lo aparentaba Dohko.

Sus padres... -La mirada del castaño tintineo un poco al escuchar a la dama empezar a hablar mientras dejaban la tacita sobre un platillo de porcelana blanca con detalles en dorado- Los padres de Jian murieron hace unos años. Debía admitir que aquello no le sorprendió del todo, pues algo como eso sospechaba al haber visto al pequeño.

— Su padre siempre fue un hombre muy trabajador, enérgico, siempre ayudaba a los demás... -La señora Cheng sonrió con solo recordar a aquel muchacho que en más de una ocasión le había ayudado a reparar la puerta de su casa, cambiar los focos e inclusive a ayudarle con aquellos cultivos que ella mantenía—Kieng, era su nombre, él se casó con una bella muchacha... Mei, ella era justo como una muñequita de porcelana, con una bella sonrisa y un gran corazón... -La señora Cheng hizo una leve pausa; a este punto su té y el de Dohko ya se había enfriado pero no importaba. El castaño lo único que quería era saber más del pequeño Jian. Su corazón se lo dictaba, se lo pedía a gritos, pedía hacer algo por aquel pequeño- Al poco tiempo de haberse casado, ambos tuvieron al pequeño Jian... El termino siendo una gran combinación de ambos... Obtuvo la fuerza y valentía de su padre, así como el corazón carismático de su madre

Nuevamente la mayor hizo otra pausa, sus orbes grisáceos se llenaron de tristeza al rememorar aquel suceso que cambió radicalmente la vida del pequeño. Justo como Jian le había advertido en día en que se conocieron, acerca de tener cuidado con los bandidos; estos mismos fueron los que terminaron acabando con la vida de sus padres al no querer ceder todo lo que Kieng había conseguido con el esfuerzo que él y su esposa habían hecho para dejarle a su pequeño. Aquello fue algo que no se tomó a bien el líder de la pandilla, quien salto a atacar al padre de Jian, mientras que este se defendía y le gritaba a su esposa de que se fuera a esconder junto con el pequeño. Lastimosamente otros dos hombres se lanzaron a ayudar a su jefe, y entre ellos sostuvieron a Kieng por los brazos mientras que el líder lo golpeaba una y otra vez.

Los demás miembros de aquella pandilla destrozaron cada cosa del hogar y tomaron aquello que parecía tener algo de valor, que luego terminarían vendiendo. Mei tan solo escuchaba desde su escondite los gritos y gemidos agonizantes de su esposo, deseando ir en su ayuda pero su cuerpo no se movía además, ¿Qué podría hacer ella? Lo único que podía hacer era quedarse callada ahí donde se encontraba mientras usaba su cuerpo como un escudo para proteger a su pequeño quien trataba la manera de no llorar y delatarlos con sus sollozos.

Veinte minutos pasaron y con ellos los gemidos de dolor de su esposo cesaron, así como los destrozos que habían estado haciendo aquellos hombres. El cuerpo de la peli negra temblaba ligeramente, mientras deslizaba de a poco la puerta corrediza para poder ver si aquellos tipos se habían ido. Cuando vio que no había nadie decidió salir de a poco, no sin antes advertirle a su pequeño de que se quedara ahí adentro y no emitiera ninguno sonido. Y a pesar de la edad que Jian tenía, el entendió a la perfección las palabras de su madre y solo se quedó ahí viendo mientras esta volvía a cerrar la puerta y lo dejaba en la oscuridad de aquel pequeño closet. Pero a aquellos hombres poco les importo y terminaron matando a los padres del pequeño, para luego robarse las pocas posesiones que estos tenían.

Pero aquello había sido un error, esos hombres no se habían ido. Ellos tan solo se encontraban desparramados sobre el suelo mientras contaban las cosas que habían logrado conseguir. Las sonrisas de aquellos hombres congelaron el cuerpo de la joven madre, quien lucía más pálida al ver el cuerpo de su esposo sobre un gran charco de sangre.

Lo último que Jian recordó escuchar fueron las risas de aquellos desagradables hombres, mezclándose con los gritos llenos de desesperación de su madre. Quería salir a ayudarle pero, ¿Qué podía hacer un pequeño como él? ¿Qué podía hacer un niño de apenas cinco años?

Nada...

Ahí en la oscuridad de ese closet permaneció, tratando de no llorar, tratando de no desobedecer la orden que su madre le había dado. Las lágrimas cedieron y el cansancio termino cobrándole caro, haciendo que se quedara dormido ahí hasta el día siguiente; trayendo consigo más lágrimas, más dolor y sufrimiento al ver a sus padres ahí en medio de la salda con sus ropas desgarradas y manchadas de sangre. Aquel desgarrador llano del infante fue lo que alarmo a los pocos vecinos cercanos, una de ellas, la señora Cheng. Quien al ver aquella horrible escena corrió a tomar en brazos al pequeño oji turquesa quien seguía llorando y gritando por sus padres.

Ese mismo día la señora Cheng tomo al pequeño consigo y las demás personas armaron un pequeño funeral para los padres del infante. Enterrándolos a las afueras del hogar, donde aún reposaban dos pequeñas lapidas de piedra, acompañadas siempre con un pequeño ramo de flores silvestres. Desde entonces ella había cuidado de él, pero cuando Jian cumplió los siente años decidió marcharse de ahí y regresar a la casa de sus padres.

Sabía que aquel era un acto egoísta después de todo lo que la amable señora había hecho por el pero, algo en su interior le dictaba que debía volver a casa además, extrañaba a sus padres y necesitaba estar con ellos. Si, aquello era extraño pero así era como él se sentía. La señora Cheng entendía al pequeño y por eso mismo le dejo marcharle, con la única condición de que le dejara ayudarle en todo lo que le fuera posible a ella. Sin más que decir el acepto además, él quería a la señora Cheng, era justo como una amable abuelita consentidora.

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Fin del Flashback

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Ahora comprendía más y agradecía a aquella señora por haberse tomado el tiempo en contarle aquello. Detuvo sus pasos en medio de una arbolada, el sonido de las cigarras se mezcló con el trinar de las aves y el de los arbustos moviéndose, quizás por algún animalito de ahí pero había algo más en el ambiente. Era una extraña sensación fuera del lugar, era... era como una pequeña cosmos-energía que iba incrementando de apoco, llenándose de dolor, ira y por sobretodo...

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Odio

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A varios metros de ahí, Jian se encontraba amarrado y amordazado mientras veía como aquel par de hombres revisaban su pequeño saco y sacaba todas sus pertenencias mientras que otros devoraban la comida que la señora Cheng había preparado con tanto esfuerzo y cariño para él. Pero lo que más le hervía la sangre era ver a aquel hombre con el tatuaje de un víbora en su cuello, era el mismo tatuaje de aquel hombre que había ingresado a su casa y había ordenado golpear a su padre. Era el mismo causante de toda esa soledad que se cargaba a tan temprana edad.

¿Qué es lo que ves, mocoso? -Jian lado la cabeza hacia otro lado al no poder soportar aquel olor nauseabundo a tabaco y alcohol, el tipo a su lado solo soltó una sonora carcajada y le tomo de los cabellos, ejerciendo gran fuerza hasta sacarle un sonido lastimero al pequeño.

— ¿Qué? ¿Acaso vas a llorar? –Pregunto otro de ellos, ¿Llorar? Todo lo contrario. Tal vez el solo era un niño, pero jamás lloraría enfrente de aquellos miserables seres, mil veces prefería morir antes de rebajarse a ese nivel enfrente de aquellas bestias-

Vaya amigo, esa no es manera de tratar a un niño... -Los demás tipos voltearon a ver hacia todos lados, buscando al dueño de aquel impertinente al que no dudarían en matar. Pero ninguno veía nada más que árboles, el dueño de aquella voz soltó una sonora carcajada acompañado de un sonido cortando el viento. Yeng, el líder de aquel grupo soltó una fuerte exclamación mientras un hilillo de sangre bajaba desde su sien.

— ¿QUIEN ERES? ¡APARECE MALDITO BASTARDO!

— Con gusto... -Respondió el invitado mientras saltaba de su lugar y aterrizaba en medio de aquel grupo. Los ojos de Jian se abrieron por completo al reconocer la voz de aquel hombre, pero mayor fue su sorpresa al ver a aquel castaño levantar la mirada y acomodar su sombrero de paja e mientras sonreía con levedad— ¿Acaso nunca les han enseñado buenos modales? -Los banditos soltaron varios improperios contra Dohko, quien les miraba divertido.

Maldito, ¿Quién te crees que eres? —Dohko solo negó con la cabeza y extendió su mano derecha hacia el líder.

— Hola mi nombre es Dohko, mucho gusto... -Aquellas simples palabras provocaron que varias venitas alrededor de su frente se hincharan; pero lo que más le molestaba era la sonrisa del castaño.

Las esmeraldas de Dohko se encontraron con las turquesas de Jian, el pequeño le miraba con gran terror al ver como el líder de aquel grupo sacaba un arma para atacar a Dohko, pero el castaño fue más rápido como era de esperarse y desapareció en medio de un parpadeo para luego aparecer por detrás de Yeng y noquearlo de un solo golpe en la nuca. La mirada llena de terror que tenía el pequeño cambio por una llena de asombro, aun no podía creer lo que había visto.

El mayor solo volteo a verle con una enorme sonrisa estampada en el rostro mientras usaba a Yeng como silla. Por alguna extraña razón los demás bandidos parecían inmóviles, ninguno de ellos quería moverse pero a la vez todos deseaban lanzarse sobre el castaño y matarle. No fue hasta minutos después que, Yao, el segundo al mando saco una navaja y se lanzó contra el castaño; motivando a los demás hombres a que hicieran lo mismo. El santo de Libra solo negó con la cabeza mientras apoyaba las manos sobre las rodillas para levantarse.

Diez segundos... -Susurro el castaño, Jian solo le vio sin entender mientras el otro seguía sin borrar aquella sonrisa y se ponía en posición de ataque. De forma inconsciente, Jian empezó a contar los segundos en su cabecita mientras miraba como uno por uno iban cayendo aquellos detestables hombres y justo cuando llego al número diez, el último de estos caía sobre la enorme pila que se encontraba tendida sobre el suelo.

— Como... ¿Cómo es que hizo eso? -Pregunto una vez que había sido desamarrado y desenmordazado, el chino solo se encogió de hombros pero el pequeño volvió a insistir. Fue ahí cuando una pequeña chispa emergió de aquella mirada turquesa y fue ahí cuando el mayor logro sentirlo, era aquella misma cosmos-energía que había estado sintiendo hacia momentos atrás, era pequeña, sí, pero eso se debía a que aquel cosmos seguía dormido pero, era esa misma esencia que caracterizaba a los santos dorados.

— Tú eres el elegido que he estado buscando...

Los ojos turquesa de Jian se abrieron por completo al escuchar eso, al mayor no le toco de otra más que contarle la historia resumida acerca del cosmos, el destino, los dioses y todo eso mientras amarraba a los banditos quienes aún seguían inconscientes. La mente del pequeño era un total caos, ¿Cómo era todo eso posible? ¿El? ¿Un caballero dorado? Dohko solo suspiro y se sentó sobre una roca, invitando al pequeño para que se le uniera. Fue ahí donde la explicación comenzó de nuevo, contándole asombrosas historias que habían ocurrido hacia algunos años. Relatándole acerca de los caballeros de la esperanza, quienes eran regidos por las constelaciones y todo eso. El pequeño solo escuchaba atentamente mientras se imaginaba todo eso, aquellos guerreros elegidos por los dioses quienes luchaban grandes batallas contra grandes enemigos mientras elevaban sus cosmos al máximo para realizar grandes milagros.

— Lo hare... —Afirmo con una tenue sonrisa en el rostro mientras que Dohko solo le revolvía los cabellos e igual sonreía.

Bien, ¡mañana mismo partiremos! -Esa misma tarde Jian condujo al castaño hasta su casa, donde le presento a sus padres.

El castaño hizo una leve reverencia ente las lapidas que se encontraban ahí y enfrente de ellas anuncio las palabras que el Santo Pope les había dicho, además de prometer que iría a cuidar al pequeño Jian además de convertirlo en el próximo caballero dorado, santo protector de la constelación de Libra y de la diosa Atenea, además de protector de la humanidad. Por breves segundos el pequeño Jian logro ver las siluetas de aquellos dos seres que amaba con todo su corazón. Las ropas de sus padres ya no estaban rasgadas o llenas de sangre, ambos lucían bien mientras le sonreían en silencio, demostrando el orgullo que sentían al saber que su pequeño se convertiría en un guerrero valiente que velara por el bienestar de las demás personas.

Aquella fue una imagen que solo el pequeño pudo ver y que guardo en el fondo de su corazón.

— Lo prometo... -Susurro al viento mientras juntaba sus manitas a la altura de su corazón. Esa misma noche, Dohko llevo al pequeño Jian a la casa de la señora Cheng, aun debía de hablar con ella y decirle acerca del destino que había marcado la vida del pequeño. Debía de admitir que le entristeció ver como la amable dama abrazaba con gran cariño al pequeño quien parecía no querer llorar pero al estar en aquellos brazos cálidos, aquellos mismos que le habían brindado cobijo no pudo evitar soltar esas lagrimas que había estado reteniendo por tanto tiempo.

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A la mañana siguiente, ambos se levantaron desde muy temprano; listos para emprender su regreso al tan afamado Santuario de Athena. El pequeño Jian se encontraba nervioso mientras se acomodaba sus ropas nuevas y se echaba al hombro un pequeño morralito en el cual llevaba sus pocas y preciadas pertenencias- ¿Listo? -Pregunto el mayor mientras ponía un sombrero de paja justo a la medida sobre la cabeza del pequeño. El menor levanto con pesadez la mirada hacia el que sería su maestro y asintió con la cabeza.

Sus turquesas vieron por última vez aquella amable señora quien se despedía de el con una sonrisa y varias lágrimas en los ojos. Los rayos del sol empezaron a salir y a llenar aquella tierra que le había visto nacer. Era ahí cuando su nueva vida daba inicio por cada paso que daba. Se encontraba nervioso pues sabía que aquello no sería algo fácil pero, si había sido escogido por aquella constelación por algo seria. El, haría que sus padres, abuela y ahora su maestro Dohko se sintieran orgullosos de él.

Mientras tanto en el santuario las cosas seguían normales, bueno, Shion se encontraba como siempre en el Templo Principal y desde el balcón observaba el amanecer de ese día. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al sentir el llamado vía-cosmos del chino. Dentro de poco se anunciaría la llegada del nuevo aprendiz para caballero de Libra, ahora solo faltaba recibir noticias de los santos de Leo y Sagitario así como algún designio por parte de las estrellas, anunciando el lugar donde los pequeños debían ser encontrados.

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Este es un pequeño adelanto de lo que sucederá en el siguiente capítulo!

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Las cosas marchaban bien en el Santuario, justo la misma tarde en la que Dohko llego al santuario con el pequeño, estos fueron recibidos por el Santo Pope que venía acompañado por los demás caballeros dorados. Esa tarde todo el mundo comió en el comedor que se encontraba en el templo principal. Jian se sentó junto a su maestro mientras este le iba presentando a los demás dorados, guardianes de aquellos templos que habían recorrido hasta llegar a donde estaban.

Además de escuchar como el Patriarca Shion anunciaba que, los caballeros de Leo y Sagitario habían logrado llegar a su destino, esperando que muy pronto trajeran a los nuevos aprendices para caballero.

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Día XX, Mes XX, Año 20XX

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Abadd Sindria*, Medio Oriente

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Un pequeño de nomas de siete años corría con todas sus fuerzas por las oscuras calles de aquel lugar, mientras en sus brazos cargaba con el cuerpo de un pequeño infante de al parecer cuatro años. Su aliento y fuerzas eran escasos, pero aun así corría con todo lo que podía, debía escapar. El y su pequeño hermano debían escapar hacia un lugar seguro. Los gritos y órdenes de aquellos hombres parecían retumbar en los oídos del pequeño castaño, quien no dejaba de moverse, al menos agradecía que la oscuridad de la noche y el tumulto de las personas le ayudaban un poco a ocultarse.

Todo estará bien, yo te protegeré... -Susurro al pequeño que llevaba consigo, el menor solo sonrió levemente mientras dejaba que sus zafiros se fundieran con los de su hermano mayor.

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