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Una Nueva Oportunidad por Arizt Knith

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Capitulo 8

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Día XX, Mes XX, Año 20XX

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Santuario de Athena, Grecia

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A la mañana siguiente las cosas se encontraban tranquilas en el santuario de Athena. Era miércoles y estaban a mitad de semana, muchos se encontraban felices por estar cerca del fin de semana y así disfrutar un poco. Cuatro días habían pasado desde que Jian había llegado a ese lugar, así como los cuatro caballeros de Géminis habían abandonado el santuario, para ir a su destino y encontrar a los pequeños.

Según el reporte que había recibido el Patriarca Shion por parte de Dohko, el pequeño Jian había demostrado mucho en estos cuatro días; quien se había estado adaptando rápido al lugar, además de aprender la rutina y ponerse al tanto en sus estudios con el griego y la historia de ahí. El chino no podía evitar sentirse orgulloso de ese pequeño, quien le recordaba a sus otros dos alumnos de antaño, Shiryu y Okko.

Esa mañana habían desayunado ambos en total armonía en el Templo Principal, junto a los demás dorados y el santo Pope, justo como lo hacían los días de entrenamiento. Los demás caballeros se tomaron a bien el tener ahora un pequeño en las casas zodiacales, y por alguna razón se encontraban inquietos por ser llamados por el Patriarca y recibir alguna noticia de sus pequeños protegidos. Quienes más ansiosos estaban eran Kardia y Milo de Escorpio. Ambos escorpiones se encontraban celosos de que, el antiguo Maestro, los caballeros de Leo y Sagitario ya habían sido llamados. Inclusive los gemelos corrían con la misma suerte

--Tranquilízate Milo… -El heleno tan solo volteo a ver al cubito de hielo menor, quien se encontraba tomando algo de té y sin cambiar su habitual rostro serio, justo como el de su maestro Degel--

-- ¡¿Acaso no te emociona el tener un pequeño aprendiz?! –Chillo el peli azul menor, Camus solo dejo su taza de té sobre el platillo para voltear a ver a su amigo con una de sus cejas arriba. Algunas veces Milo podía llegar a ser muy desesperante, era justo como un niño y en cierto modo, el galo menor se preguntaba a si mismo si el griego sería capaz de cuidar a otro niño--

-- ¡AGH! –Todo el mundo volteo a ver al santo mayor de Escorpio, quien se había levantado de repente de su asiento y azotando sus manos sobre la mesa. El Patriarca Shion solo le vio con una cara de pokerface ante el comportamiento del rey Escorpión, mientras que Degel sentía enormes deseos de dejar metido a su pareja, en un ataúd de hielo--

-- Se puede saber, ¿Qué demonios te pasa? --Kardia tan solo hizo un mohín ante el tono de voz que había usado Degel, pero aun así siguió con la mirada fija sobre el Santo Pope, quien solo le miraba con ambos puntitos que tenía por cejas, alzadas--

-- ¿Cuándo nos va a tocar a nosotros? –El peli verde tan solo suspiro cansado y sobando sus sienes, mientras que Degel mantenía la mirada baja y con el flequillo tapándole los ojos, sintiéndose indignado por haber sido olímpicamente ignorado por aquel cabeza de chorlito--

--Kardia, por el amor a Athena… Y a todos los dioses habidos y por haber… Ya te dije que eso lo decidirán las estrellas, no yo –El santo de Escorpio levanto el dedo índice derecho, dispuesto a dialogar pero el aura fría de Degel lo obligo a bajarlo y volver a tomar asiento, pero sin dejar de refunfuñar conque no era justo y cuanta cosa más.

El santo Pope agradeció con una mirada a su antiguo compañero de Acuario, quien igual le devolvió la mirada.

-- Bien… -Al haber acabado su desayuno, el Patriarca se fue levantando de su asiento mientras algunas doncellas se dirigían a retirar los platos y cubiertos que el peli verde había usado--

-- A pesar de estar a mitad de semana, no quiero que ninguno de ustedes se ponga a holgazanear –Las amatistas del Lemuriano se dirigieron a los santos de Escorpio y Cáncer, sobre todo a los italianos quienes en más de una ocasión se habían escapado de los entrenamientos y se habían ido al pueblo más cercano a pasarla. Aunque claro, cuando regresaron al Santuario estos se ganaron una gran reprimenda por parte del Santo Pope.

--Seh, seh… no volveremos a hacerlo… -Declaro Manigoldo con la mano derecha sobre el corazón y con una gran sonrisa en el rostro, el peli verde solo enarco uno de sus puntitos como demostrando que no le creía ni media palabra al italiano--

-- Eso espero… -Murmuro en medio de un suspiro y sin más que decir se retiró a la oficina del templo, donde debía de ir a revisar aquellos escritos que Saga había echo cuando era el Patriarca; aun habían muchas cosas de las que el debía estar al tanto--

-- Bien, creo que nosotros también nos retiramos –El antiguo maestro se levantó de su lugar y acomodo la silla, seguido del pequeño Jian que solo imitaba la acción de su maestro en silencio, los demás caballeros solo se despidieron del castaño y del menor con un asentimiento de cabeza--

-- Sí que es un buen chico –Declaro Aldebarán de Tauro mientras picaba su fruta con el tenedor, el Taurino mayor asintió y soltó una sonora carcajada sintiéndose entusiasmado por tener un pequeño también--

-- Ahora yo espero que llegue nuestro turno también –Declaro el mayor. Y nuevamente ahí el tema que estaba volviendo inquietos a los dorados; cuatro de las doce constelaciones ya habían aparecido.

Aunque cabe aclarar que los más tranquilos respecto al tema eran los caballeros de Tauro, Virgo, Capricornio, Acuario y Piscis. Mu no se preocupaba de eso pues él ya tenía a Kiki, y los caballeros de Cáncer poco les importaban tener a un pequeño.

-- Tan solo ten algo de paciencia, Kardia –El nombrado volteo a ver a la cabra española mayor quien igual le devolvió la mirada, el comedor se llenó en un pequeño silencio que fue interrumpido por la abrupta aparición de Kiki--

--¡MAESTROOOOOOOOOOOO! –El pobre Mu sintió que se atragantaba con el té que había estado tomando segundos antes de haber sido interrumpido por su alumno que se había aparecido por medio de la tele-transportación--

-- ¡Kiki! ¿Cuántas veces te he dicho que no debes hacer eso? --El pequeño peli naranja tan solo sonrió jocoso, Mu tan solo suspiro derrotado. Sin importar cuantos años pasaran o cuanto le regañara, el pequeño peli naranja seguía sin cambiar. El menor se sorprendió al sentir la mano de su maestro revolviéndole los cabellos, pues por un momento pensó que iría a recibir algún sermón--

-- ¿Maestro? –El Lemuriano fue alejando su mano de aquellos cabellos alborotados para volver a tomar asiento y hacerle espacio al pequeño

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Día XX, Mes XX, Año 20XX

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Abadd Sindria, Medio Oriente.

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Desde aquel encuentro con los pequeños, ni Sísifo o Aioros habían dejado de estarlos vigilando. Por lo que sabían, ambos castañitos eran huérfanos y vivían en un orfanato, o al menos eso parecía aquel edifico, en el cual vivían. Más que todo, Sísifo y Aioros eran los que se dedicaban a observarlos, mientras que Aioria y Regulus seguían buscando por los alrededores del lugar, por alguna pista de los supuestos elegidos. Pero mientras los santos de Leo hacían eso, Sísifo y Aioros se encontraban en un total dilema sin saber qué hacer. Abbad Sindria se consideraba un país con buena economía, que se debía a la venta de especias exóticas, telas, la joyería más fina y las ruinas de Atshant, siendo estas visitadas todos los años por miles y miles de turistas.

Pero esa era solo una fachada de la ciudad, puesto que los barrios más alejados de ahí se encontraban hundidos en pobreza extrema. Las personas tenían poco para vivir, y los que lograban ir a la ciudad en busca de alguna oportunidad por subsistir, pocos eran los suertudos de conseguir algo; pues a las personas de la ciudad no les agradaba la idea de "convivir" con alguien de los barrios bajos. Era por eso mismo que la mayoría de las personas de ahí preferiría acabar con sus vidas mientras se hundían en la miseria y morían de hambre o, preferían buscar otra manera de vivir, aunque esta significara manchar sus manos con sangre.

La corrupción dominaba, las calles se encontraban atestadas de jovencitas con pocas ropas cubriendo sus cuerpos mientras atraían a los clientes; especialmente a aquellos hombres adinerados y con poca moral que disfrutaban de aquellos placeres carnales. Pero eso no era todo, no… También usaban a los niños en el tráfico de menores, ellos solo eran simples herramientas para transportar drogas o simplemente servir como simples juguetes desechables para alguna persona con la mente enferma.

Lo peor del caso era que habían notado un extraño movimiento en aquel orfanato, desde hacía unas horas habían llegado unos hombres en unas camionetas negras. Sísifo y Aioros se miraban mutuamente y sin decirse nada, solo una mirada bastaba para comunicarle al otro lo que pensaba.

-- Los están usando… --La mandíbula de Sísifo se tensó junto con su cuerpo, el solo pensar que las personas usaban a esos niños para aquellos fines le enfermaba. Ambos arqueros permanecieron en silencio, ambos en sus mundos como buscando alguna manera en que pudieran interferir y salvar a esas pequeñas criaturas.

--¡ATRAPENLOS! –Se escuchó a alguien gritar, los santos de Sagitario inmediatamente voltearon a ver en aquella dirección, encontrándose con el pequeño Azarias quien corría con un pequeño bultito en brazos y más detrás de él, iban aquellos hombres de trajes persiguiéndoles. Ni Sísifo o Aioros espero más, ambos arqueros salieron corriendo tras los pequeños para ayudarles.

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Desde hacía unos días el había notado algo extraño en ese orfanato, poco a poco los niños de ahí habían estado desapareciendo y eso siempre ocurría cuando esos hombres de traje llegaban y se los llevaban en esas camionetas. A pesar de su edad él no era tonto y sabía exactamente lo que estaban haciendo. ¡Los estaban vendiendo! ¡Por Dios!

Esa misma tarde sintió como su cuerpo se helaba mientras escuchaba a algunos "trabajadores" del orfanato, decir que ese día se llevarían a los más pequeños, y el único nombre que retumbo en su cabeza fue el de Nikolas, su hermanito. ¡Esos malditos pensaban venderlo! No espero más y corrió a aquella mugre habitación que compartía con los demás niños, agarrando un pequeño morral con las míseras pertenencias que ambos tenían para luego ir tras su hermano. Debía admitir que el encontrarle en aquel pequeño patio fue todo un alivio para él, al menos esos desgraciados no le habían hallado,

-- Vámonos de aquí… -Murmuro con cautela mientras sus zafiros miraban hacia todos lados, el pequeño Nikolas solo miraba a su hermano sin entender pero aun así prefirió no decir nada, pues sabía que cuando su hermano actuaba de aquella forma lo mejor era callar y seguirle.

Ambos hermanos caminaron de forma sigilosa por los pasillos hasta llegar a la puerta trasera, por un momento Azarias se sintió aliviado de no haber sido vistos por nadie pero aquello no le duro mucho pues cuando logro dar los primeros pasos hacia afuera, escucho algo que le helo la sangre.

-- ¡ATRAPENLOS! –Se escuchó a un hombre gritar, sin perder tiempo el castaño mayor tomo a su hermano en brazos y empezó a correr con todas sus fuerzas- ¡MALDITOS MOCOSOS! ¡YA VERAN CUANDO LOS ATRAPEMOS!

-- Maldición… -Pensó al escuchar las voces de aquellos hombres gritarles--

Las personas de los alrededores se sorprendieron un poco al ver que un pequeño de nomas siete años corría con todas sus fuerzas por las oscuras calles de aquel lugar, mientras en sus brazos cargaba con el cuerpo de un pequeño infante de al parecer cuatro años. Su aliento y fuerzas eran escasas pero, aun así corría con todo lo que podía, debían escapar. El y su pequeño hermano debían escapar hacia un lugar seguro. Inesperadamente los gritos a sus espaldas terminaron alertándole que debía de correr más rápido, sus piernas seguían moviéndose, mientras que con la mirada buscaba con desesperación un lugar donde esconderse; en su interior bendecía la oscuridad de la noche y el tumulto de personas que esta traía, al menos eso le ayudaba un poco.

-- ¡Aioros! –El grito del arquero mayor alerto al otro castaño, quien vio como los pequeños se iban abriendo paso entre el tumulto de las personas. Los gritos y ordenes de aquellos hombres parecían retumbar en los oídos del pequeño castaño, quien no dejaba de moverse, al menos agradecía que la oscuridad de la noche y el tumulto de las personas le ayudaban un poco a ocultarse--

-- Todo estará bien, yo te protegeré… -Mientras tanto Azarias susurraba palabras de aliento al pequeño que llevaba consigo, el menor solo sonrió levemente mientras dejaba que sus zafiros se fundieran con los de su hermano mayor.

-- Jeh, ¿A dónde crees que ibas? –Los zafiros de Azarias se abrieron llenos de miedo al ver a tres hombres enfrente suyo, los tres tipos se encontraban a unos cuanto metros de ellos pero aun así lo habían dejado sin salida- ¿Creíste que podrías escapar? –Varias gotas de sudor empezaron a caer de la frente del menor, sus ropas se encontraban empapadas por el sudor, sus pulmones y piernas dolían por el exceso de energía que había utilizado para correr hasta quedarse sin aliento. La sonrisa de aquel hombre junto con los pasos de los otros que tenía detrás de él terminaron asustándole más, estaba atrapado--

-- Az-nii-chan…. –El débil susurro del castaño menor atrajo la atención de Azarias, el no había corrido todo ese trayecto solo para entregarse sin pelear ante esos malnacidos, si era necesario manchar sus manos con sangre para salvar a su hermanito, él lo haría sin dudarlo--

-- No lo permitiré… -Murmuro, aquel tipo de cabellos azabache y piel morena solo le vio sin entender- 

--EH? QUE DIJISTE?

-- ¡NO PERMITIRE QUE SE LLEVEN A MI HERMANO! –Una gran mezcla de sentimientos y emociones se arremolinaron en el interior del pequeño. Estaba cansado de aquella vida, de tener que trabajar o robar para tener que comer él y su hermano. Estaba cansado de toda esa situación, el solo quería tener una vida normal junto con su hermano ¡pero ni tan siquiera paz podían tener! Maldecía su destino y el de Nikolas, maldecía el hecho de haber nacido en un lugar lleno de pobreza mientras que las personas de la ciudad disfrutaban de sus vidas sin tener que preocuparse por nada. Maldecía a aquellos que no hacían nada por ayudarles, en pocas palabras… maldecía todo.

-- No lo permitiré… no lo permitiré… -Pronunciaba una y otra vez, como si de un mantra se tratase. A unos cuantos metros de ahí, Sísifo y Aioros observaban con detenimiento lo que pasaba, minutos después Regulus y Aioros se aparecieron también--

-- Hermano… -Las esmeraldas de Aioria se enfocaron en las del arquero, si, los cuatro ellos había sentido aquel pequeño cosmos emerger. Era por esa misma cosmos-energía que habían sido guiados hasta donde los arqueros que observaban a los pequeños.

-- Pero vamos, ¿Qué crees que podría hacer un pequeño como tú? –Rio el azabache mientras tiraba la cotilla de tabaco que había estado fumándose. Azarias trago grueso al ver de reojo como los tipos que estaban a sus espaldas se iban acercando. Mientras tanto Nikolas temía por la vida de su hermano mayor, sus zafiros se fueron aguando al sentirse tan pequeño e inútil por no ayudar a su hermano--

-- No… no… Az… -Los pequeños sollozos del menor se escucharon y estos aumentaron al sentir como unas manos más grandes y toscas lo tomaban. Aquellos hombres intentaban sepárales, Azarias luchaba con todas sus fuerzas para librarse del agarre de esos hombres, sus orbes zafirinas refulgieron llenas de furia al sentir un aliento desagradable sobre su nuca así como un par de manos lo aprisionaban y lo estampaban contra el suelo. Poco le importo sentir como su rostro daba de lleno contra las piedrecillas, lo que más le dolía era escuchar los fuertes sollozos de su hermanito y que las personas de los alrededores no hicieran nada para ayudarles--

-- No… no…. ¡NO! ¡NO LO PERMITIRE! –Rugió el oji azul con furia al ver como aquellos tipos le arrebataban a su hermano y este luchaba por librarse de su agarre, una gran aura dorada empezó a rodear el cuerpo del menor mientras volvía a luchar con sus fuerzas para zafarse de aquellos agarres- ¡NO DEJARE QUE SE LLEVEN A MI HERMANO!

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Día XX, Mes XX, Año 20XX

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Isla de Kythnos, Grecia

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Un pequeño de ochos años, tez blanca, cabellos negro azulados y ojos esmeraldas y con una máscara cubriendo gran parte de su rostro, se escabullía por entre las sombras. Desde hacía ratos había notado un movimiento extraño alrededor de su casa, y los rostros preocupados de sus padres no hacía más que reafirmar sus sospechas.

-- Klaus… te había estado buscando –Las esmeraldas del menor se encontraron con otro par idéntico, Lean se había quedado oculto entre las sombras de la pequeña salita. Klaus se sintió culpable al notar la mirada llena de preocupación de su gemelo--

-- Perdón… -Murmuro el menor mientras bajaba la mirada, Lean tan solo suspiro derrotado y se encamino a abrazar a su gemelo, en el proceso se atrevió a echar un bufido al sentir aquella mascara incomoda rozarle- Lo siento… -Volvió a disculparse el menor, Lean tomo a su hermano por los hombros y se alejó un poco de su hermano para verle--

-- Deja de disculparte, tonto… Ven, vamos a dormir… -Bostezo acto que fue imitado por su gemelo, ambos hermanos se dirigieron a la habitación que ambos compartían-

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Mientras tanto a las afueras de la casa de ellos, un grupo de personas se había reunido con intenciones para nada buenas. Desde hacía unas noches atrás uno de los isleños habían visto a alguien salir a uno de los gemelos, quien por desgracia había sido Klaus. Lo peor del caso era que, si la familia decidía tener a ambos gemelos el menor o por decirlo así, el más débil debía permanecer oculto ante los demás. Por no decir que debía permanecer en cautiverio, pues nadie se quería topar con "una simple copia." "Una sombra del original" Aquel al que consideraban "un marcado por las hileras del destino." Alguien, que solo atraería muerte y desgracia para quienes le rodearan.

La misma persona que le había visto salir, había resultado ser un viejo sacerdote de ahí, quien no perdió tiempo y salió corriendo a contarle a los demás isleños y decirles que había visto al mismísimo hijo del caos; y las personas al ser tan supersticiosas empezaron a hablar y sacar conclusiones e incoherencias como por ejemplo; que tal vez el menor de los gemelos salía todas las noches a maldecirles y que por eso uno de los miembros de su familia había enfermado gravemente, o que las cosechas se habían arruinado y demás.

Algunas veces la ignorancia acarreaba más problemas que cualquier otra cosa, pues traía conflictos, caos y muertes.

-- Hermanos, nosotros no podemos seguir permitiendo esto… La ley dice que si una familia planea quedarse con ese engendro del averno, deben mantenerlo oculto entras las sombras… -Las demás personas se encontraban en total silencio, escuchando las palabras de aquel ho


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