Harry entra al gran comedor sonriendo divertido, busca con la mirada a sus dos mejores amigos Hermione Granger y Ron Weasley en la mesa de los leones. Los encontró sentado junto a sus demás compañeros de su sexto año.
Sus dos mejores amigos los observan intrigados preguntándole con la mirada que ha acontecido para que este de ese ánimo, él que muchas veces a pecado de tímido e inocente.
A Potter esto le causa gran diversión y lo demuestra con una sonrisa pícara mientras se recorre la distancia que los separa de la mesa de Gryffindor, sin percatarse de que tanto en las otras mesas de las casas como en la de profesores reina un silencio sepulcral esperando a que el chico se digne a hablar, lo miran expectantes queriendo ser los primeros en saber que sucede.
Harry toma asiento frente a sus amigos, dándoles la espalda a las demás mesas.
-¿qué pasa, Harry? –pregunta Hermione no sabiendo que más decir ante su divertido amigo.
-si compañero, vamos, cuenta que te trae así –secundo Ron.
Harry suelta una risilla.
-de camino acá, mmm… vi algo muy gracioso –comenzó a relatar el chico.
-¿y que, si se puede saber? –inquirió su castaña amiga.
-bueno, venia de camino al gran comedor, cuando una escena me detuvo abruptamente. Se trataba de un chico de Slytherin que se encontraba pidiéndole a una chica de nuestra casa ayuda, -ante la mirada Hermione que parecía no entender la gracia siguió su relato, tratando de explicarse mejor –el Slytherin se encontraba escondido entre unos arbustos pidiendo ayuda a la chica. Ella muy digna representante de los leones se acercó a ver que sucedía –no pudo aguantar más y soltó una fuerte risa –justo cuando la chica estuvo cerca, él la tomo del brazo y la jalo hasta pegarla a su cuerpo… hubieran visto la cara de la chica, cuando el otro poso su mano en la entrepierna de la serpiente.
Hermione se levantó escandalizada dando un golpe sobre la mesa.
-¡Harry James Potter Evans! Como puedes reírte de aquella situación, ¿dónde se encuentran? Les pondré un castigo digno de recordar, pobre chica.
-y debo agregar, la chica no se veía nada molesta de poder ayudar a su compañero de colegio en resolver su problema. Claro, una vez pasado su sonrojo –termino de relatar la historia sin tomar en cuenta lo dicho por Hermione.
Después de mandarle una mirada reprobatoria, su mejor amiga salió indignada y molesta del comedor.
Ron no salía de su estupor, quería hacer algo, pero ¿Qué?, al no creer conveniente nada de lo que pasaba por su cabeza opto por seguir comiendo, como si nunca hubiera pasado aquello.
Todos en el gran comedor, en medio del silencio habían logrado escuchar lo dicho por el chico que vivió, sin dar crédito a lo sucedido, simplemente había tenido que ser una alucinación repetían aunque una parte de su cerebro les dijera que no era así.
Tres mesas atrás de la de Gryffindor se escuchó a cierto rubio Slytherin reír.
Draco Malfoy no podía dejar de reír, se había tratado de controlar pero no había podido al inundarse su mente de aquellas imágenes conforme Potter iba hablando. Aquel chico fuese quien fuese era dingo de pertenecer a su casa.
Harry había dejado de reír al escuchar la otra risa, volteo para dar con aquella escena tan irreal, su mirada se conectó con la del rubio y ambas jemas brillaron con entendimiento y ante el sutil asentimiento ambos estallaron en carcajadas.
Debo agregar que Severus Snape cayó desmayado al percatarse de esto último, acompañando a Minerva McGonagall que había caído desmayada ante la información y el desplante del que hacía gala su alumno preferido.
Suceso tan extraño, que nadie noto que los únicos estudiantes faltantes de dichas casas, aparte de Hermione Granger, eran Blaise Zabini y Ginebra Weasley, dignos representantes de su respectiva casa, sin importar la situación.