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Aunque eres más de lo que puedo manejar... por Yeta

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Ese había sido un día como cualquier otro. Su abuelo lo había levantado a las cinco de la mañana para hacer ejercicio, manía de un ex militar que acostumbraba compartir con sus nietos lo quieran o no y luego había hecho  su parte del trabajo en la granja. Nada dictaba que ese día sucedería un hecho que lo cambiaria todo…

Bueno, tal vez los dolores y calambres en su estomago podría de haberlos tomado como un indicio o el que el aroma dulce de su madre se sintiera demasiado fuerte para su olfato siendo que nunca había olido el aroma de una omega de esa manera tan clara también.

─¿Estás bien Steve?─ escuchó la pregunta de Bucky y de inmediato le sonrió para tranquilizarlo. James era su hermano adoptivo.

─Claro, es solo que hace demasiado calor hoy─ se quejó encogiéndose de hombros sin darle importancia al hecho de que luego de mencionar lo del calor comenzó a sentir su cuerpo arder.

─Bueno…iré a revisar el alambrado, ¿vienes?

─No, lo siento─ sonrió mientras se disculpaba y rogaba porque su hermano no fuera a contarle a su madre que se sentía mal o como lo interpretaría su abuelo… Que solo estaba holgazaneando.

Luego de deshacerse de Bucky y volver a limpiar los rincones del establo comenzó a sentir más retorcijones y para su pesar… también sintió como su ropa interior se humedecía. Realmente quería pensar en que había tenido un accidente, a pesar de que a la edad de quince años sería extremadamente vergonzoso, pero no se trataba de eso y lo sabía.

Maldijo mentalmente su mala suerte y luego se reprendió de igual forma por maldecir.

Lo más sensato era ir hasta la casa y pedirle ayuda a su madre, pero mientras su respiración comenzó a agitarse decidió subir la escalera que lo llevaba a un cobertizo que se utilizaba para mantener el heno lejos de los animales y que él personalmente lo usaba para las noches antes de un examen escolar ya que en ese lugar siempre lograba mantener su concentración.

Agradeció el tener unas mantas escondidas en un viejo baúl antes de sacarlas y hacerse una improvisada cama en medio de un círculo que sin darse cuenta había creado alrededor de las mantas con el heno.

Inconscientemente había armado un nido.

Sentía vergüenza como nunca antes había sentido. La ropa que traía puesta le incomodaba tanto y ni quería pensar en lo que sentía en su entrepierna.

Las horas pasaron y todos los síntomas empeoraron, su mente se encontraba confundida por su seseo de tocarse en un lugar que nunca antes había tenido interés de explorar y por la poca cordura que le quedaba, la cual le dictaba ser fuerte y esperar a que su madre se extrañara de que él no fuera a comer al mediodía y viniera a verlo para ayudarlo.

De pronto la idea de no ir por su madre antes le pareció un grave error.

─¿Steve?─ La voz de James se oía como si se estuviera a barios kilómetros de distancia, siendo que se encontraba a mitad de camino sobre la escalera.

Cuando escuchó un jadeo de sorpresa Steve abrió los ojos y se encontró con su hermano observándolo entre confundido y nervioso por lo que presenciaba. El rubio trago fuertemente saliva al sentir su boca seca y antes de poder reprimirse olió sin disimulo para luego fruncir el ceño y volver a cerrar los ojos decepcionado. James no olía como un Alfa, era un beta.

Los balbuceos de su hermano no le importaron y ya desprovisto de toda cordura y recato se desabrochó el pantalón y se deshizo de este incomodo por como su piel se erizaba con el rose de la tela. Cuando estaba por quitarse su ropa interior el aroma ahora inconfundible de su madre llegó a sus fosas nasales haciendo que un poco de cordura volviera y con ella la vergüenza…

─Oh…Steve, cariño─ escuchó su voz y quiso llorar frustrado y avergonzado a más no poder antes de envolverse con las mantas ─. Tranquilo, estarás bien.

─Mamá, ¿qué hacemos?─ Y la cosa solo parecía empeorar, James también se encontraba presenciando lo que le ocurría.

─Vigilarlo y preparar algunas botellas de agua y comida ligera para las pausas de su celo, así no se deshidratará o perderá demasiada fuerza. En cuanto termine iremos al doctor, espero que no sea muy largo.

─Parece que le duele… ¿n-no podemos darle alguno de tus supresores?─ preguntó un avergonzado y preocupado James.

─No, los míos son demasiados fuertes─ respondió Sarah Rogers recordando que luego de que su esposo falleciera jamás pensó en volver a casarse y le había pedido a su doctor que le recetara unos supresores que suprimieran por completo sus celos.

Esas pastillas dañarían a su hijo, el que creyó que era un beta al igual que su otro hijo y por ello no se habían preparado para este acontecimiento.

Todo sucedía de manera lenta a los ojos de Steve que entre horas sentía como su mente se nublaba y de pronto nada le importaba. Tocándose como nunca antes y pidiendo por alguien que aliviara su deseo. En otras solo se lamentaba y reprimía su llanto al estar más consciente y tener a su madre o a su hermano dándole una botella de agua o intentando que comiera alguno de los alimentos.

No supo cuanto tiempo estuvo en ese lamentable estado, solo que llegado un momento los calores, dolores o pensamientos desvergonzados pararon y divisó por el borde del cobertizo a James arrastrando una tina que habían remplazado por una nueva en los baños de la casa y que iban a tirar. Luego entró su madre con baldes de agua para llenarla hasta que James le dijo que él los traería.

─Cariño─ su madre había subido las escaleras y sonreído por la cara avergonzada de su hijo antes de acaricias sus rubios y cortos cabellos para confortarlo ─. Toma un baño aquí, el agua esta tibia como te gusta y luego, cuando estés listo, ven a la casa para que hablemos.

Él solo asintió con la cabeza aunque por dentro quería abalanzarse sobre su madre para abrazarla y llorar como un niño.

Cuando escuchó la puerta del establo cerrándose y las voces de su familia alejarse bajó las escaleras sin prenda alguna para meterse a la tina. Divisó una muda de ropa, pero lo que más añoraba era un jabón que al tomarlo comenzó a utilizando para intentar desaparecer ese aroma dulce y característico de todo omega que afloraba de él.

¡Por Dios, que ni siquiera tenía las características físicas de un omega!

En la escuela había visto un par de omegas y en el pueblo también, no eran muy comunes y menos en un pueblo tan pequeño y apartado, pero los pocos que vio eran… delicados.

La orientadora que les dio la lección de las castas y su biología había dicho que los omegas eran sumisos, él era el presidente de su clase y a pesar de no ser capitán del equipo de futbol se encargaba de guiarlos, también había dicho que los omegas eran frágiles y por poco no había insinuado que eran unos inútiles para cualquier trabajo que implicara un desgaste físico… él levantaba objetos pesados y trabaja como burro en la granja cuando no se encontraba en la escuela o estudiando, también era bastante alto para su edad y tenía sus músculos marcados por el trabajo que hacia todos los malditos días…

De pronto una inseguridad comenzó a invadirlo, ¿Qué tal si lo rechazaban por no ser como los demás omegas? ¿Qué si sus compañeros de clase y equipo lo menospreciaban por su casta? ¿Su abuelo se decepcionaría? O… ¿los Alfas no lo querrían por ser tan diferente y jamás estaría con uno?

Frunció el ceño al darse cuenta de sus inseguridades y se sintió un estúpido, él no necesitaba de un Alfa para ser feliz y si sus compañeros lo rechazaran si lo decepcionaría, pero ese ya no era su problema. No era su culpa si ellos eran unos idiotas… pero su abuelo, eso sí le importaba.

Luego de limpiar el desastre que había causado en el cobertizo y la tina que había utilizado decidió no darle más vueltas al asunto e ir a la casa. Casi le fallan las piernas cuando al entrar a la sala su abuelo estaba junto a su madre y hermano, pero valiéndose de su valor entró para llevarse una sorpresa cuando su abuelo se puso de pie y lo miró seriamente.

─¿Te sientes mejor?

─Si señor─ respondió de inmediato y sin encorvarse bajo la mirada atenta de su abuelo.

─Ni creas que te valdrás de esto para volverte un holgazán mimado, todos los Rogers trabajamos de igual manera así que nada cambia…─ le dijo antes de despedirse ya que debía ir al pueblo por quien sabe que cosas.

Steve dio un sonoro suspiro de alivio, esa era la manera hosca de su abuelo de dejarle claro que lo aceptaba y que nada cambiaría entre ellos.

Su hermano con el tiempo comenzó a hacerle bromas indiscretas ya que él era el que lo cuidaría cuando entrara en esos calores cada cuatro meses. La charla con su madre y su doctor le había dejado claro que jamás en la vida quería pasar por otra charla de aquellas, no era idiota y con lo que aprendió en la escuela le bastaba. Los supresores no eran recomendables ya que usarlos de tan joven podía ocasionar infertilidad o que los celos se anularan por completo así que no los utilizaría.

No porque le gustara pasar tres días gimiendo y pidiendo por alguien para aliviarlo frente la mirada de su familia o que tuviera algún deseo de algún día tener un bebe, eso ultimo le causaba escalofríos… no tomaría los supresores por el pánico que pudo percibir en su madre al escuchar las palabras del doctor.

Su tiempo en la escuela pasó dejándole buenos amigos como Carter, Clint y Loki… aunque el último no estaba muy seguro de si era su amigo pero por su actitud hosca tan parecida a su abuelo en algunas ocasiones le agradaba.

 Aunque también la escuela también le había dejado algunos malos recuerdos y sensaciones. En muchas ocasiones pudo notar que algunos alfas y betas lo observaban con deseo, pero nunca hubo uno que se animara a cortejar a un omega tan atípico. Ya sea porque Steve era más alto y con mejor físico que ellos o porque este tenía más liderazgo haciendo que el  ego y orgullo roto de los que tendrían que ser los dominantes en la escuela era más fuerte.

Mentiría si dijera que ese rechazo no le molestara, en el fondo le dolía no ser visto como un omega porque a pesar de ser diferente lo seguía siendo y le causaba molestia el que eso le importara.

De todos modos no quería estar con alguien que quisiera que él fuera algo que no es o que frente a los demás lo menospreciara y luego a solas lo quisiera para pasar un buen rato. Steve no era así, prefería quedarse solo a rebajarse ante cualquiera. De ahí que haya golpeado a más de uno que pensó que a solas tendría la oportunidad de sobrepasarse con él.

Tal vez un día encontraría a alguien que lo aceptara y quisiera así como es o al menos eso esperaba.

Notas finales:

Hola! Este es el primer fic que me animo a escribir de esta pareja y de otras más de Los Vengadores

¡Y también con la temática de Alfa/Omega/ Beta! X3

Espero que a alguien le guste y que apoyen este fic */u*)/ Acepto críticas constructivas, consejos y peticiones XD

Besos y gracias a los que se animaron a leer!


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