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Indecisa convicción por MecyLyss

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen.

Notas del capitulo:

Hola!!

Tanto tiempo sin pasar por el fandom, hoy vine por aquí para dejarles este pequeño escrito que encontré guardado por ahí♥

Espero que les guste~

Oscurecía lenta y casi tortuosamente. La calidez de los colores eran opacados por las sombras, y la fría brisa nocturna lograba calar hasta los huesos a quienes se atrevían aún a permanecer entre la enmarañada de edificios que se alzaban soberbios ante la noche.

Una delicada figura podía entreverse entre la espesura de las sombras, caminando – casi tambaleante – hasta un destino no fijo. Sus largos y finos cabellos de esplendoroso plateado rozaban sus hombros, y la mirada oculta bajo su flequillo, brindaban al joven muchacho un aspecto misterioso, casi fantasmal.

Sus labios resecos dejaron escapar un largo suspiro, y sus pies se detuvieron mecánicamente frente a un solitario parque que se extendía a su derecha.

El mismo parque – pensó el muchacho –, los mismos faroles y los mismos bancos, sin embargo, de algún modo luce completamente distinto y no lo logra comprender…

No era complicado, era tan absurdamente fácil que resultaba gracioso. Pero, ¿Por qué no admitirlo entonces? ¿Por qué seguir ocultando lo que hasta sus mismísimos amigos le venían echando en cara? Ya no era un crío. Sabía que tarde o temprano todos sus secretos saldrían a la luz, pero...

No podía estarle sucediendo algo parecido.

Sus pies volvieron a marchar mecánicamente hasta los columpios, donde se dejó caer. Sus problemas parecían martillar dentro de su cráneo. Se pregunta cómo fue capaz de llegar hasta este extremo. De haber sabido antes que llegaría a tan calamitoso estado, lo hubiera detenido a tiempo.

Pero… ¿Cómo detener algo así? No tenía menor idea. Cuando finalmente se dio cuenta de lo que sucedía, ya era demasiado tarde. Y lo más triste – o gracioso – del caso, era que ni siquiera lo había descubierto él mismo sino alguien más, lo que denota el escaso conocimiento del peli-plata en aquel entonces sobre estos asuntos.

<<Estás enamorado, Inuyasha>> le había dicho su amiga <<Lo que sientes por él, se llama amor>>

Ese día se destornilló de la risa, tanto así que Kagome dejó de hablarle por semanas. Era una idea totalmente descabellada, imposible en aquí y otros universos.

<<¡Es un hombre!>> le contestó entre carcajadas <<Además, te recuerdo que tenemos el mismo padre>>

<<El amor a veces puede darse en formas extrañas>> replicó sabiamente la joven pelinegra <<No amamos a los otros por el simple hecho de ser hombres o mujeres, amamos porque sentimos que esa persona nos completa, y nos vuelve a llenar de algo que parecíamos haber perdido; vida>>

Sin lugar a dudas, la cara que debió haber puesto fue épica. Para empezar, jamás pensó que una niña de 15 años fuera a responderle de esa forma, es decir, en ese entonces ambos eran bastante jóvenes y desconocían de estos asuntos – o al menos eso pensó él – pero por primera vez, se daría cuenta de que las mujeres tenían un sexto sentido para estas cosas.

Sonriendo un poco, sujetó con fuerza las cadenas del columpio y comenzó a balancearse lentamente. En estos momentos era un torbellino de emociones extrañamente desconcertantes. Las conocía, eran ya habitual para él – lo hacía ya desde hace cuatro años, pensó con ironía – convivir con ellas.

Fue extremadamente difícil al comienzo. Creía estar enfermo y se repudiaba a tal punto que verse al espejo le daba asco. Apenas comía y dormía, por lo que tenía un aspecto espantoso.

Sus notas – ya de por sí no tan buenas – fueron decayendo y la situación en casa se hacía cada vez más insostenible, pues el "enemigo" vivía bajo su mismo techo, y compartía su misma sangre…

Creía era odio, y lo aceptó al principio, pues tenía mucho sentido. Su corazón latía con rapidez cada vez que lo veía, o le dirigía una mirada siquiera, y esa sensación crecía con el correr mismo de las horas, y lo asustó. Comprendió pues – luego de muchas charlas con su eterna confidente – que lo que sentía no era odio, era algo igual de intenso, pero no se trataba de odio.

Y no lo aceptó, por la simple razón de ser hombres eso debería de ser descartado. Estaba mal – lo decía la sociedad – y quienes cometían tal atrocidad eran monstruos que merecían desaparecer.

Sintió miedo. Todo esto era demasiado para un joven de hormonas alborotadas. Creía que estaba roto, no valía y nadie jamás lo aceptaría – ni su padre mismo – por tal bajeza.

<<No eres un enfermo>> vivía repitiéndole Kagome <<Es normal amar a alguien>>

¿Normal le había dicho? Lo último en lo que pensaría era que esto fuera normal. Era jodidamente extraño, una encrucijada sin salida, un juego en la que el final no tendría ganador.

–Inuyasha– escuchó su nombre ser pronunciado por una voz grave a sus espaldas. Instintivamente detuvo el suave balanceo del columpio y volteo a observar al que lo llamaba.

Un hombre alto, de fino porte y avasalladora mirada se acercaba con lentos pero decididos pasos hacia él. Por un momento sintió que sus pulmones se quedaban sin aire, y le costaba trabajo regularizar su respiración.

–Llegaste tarde – dijo sin saber muy bien como lo había logrado – Te he estado esperando desde hace ya media hora– terminó con cierta molestia.

El más alto lo observó inmutable por unos momentos y le dedicó una sonrisa ladina. Nuevamente Inuyasha siente que se queda sin aire.

–Trabajo de último minuto – respondió desinteresadamente cruzándose de brazos.

Y el silencio se apodera del lugar mientras ambos se lanzan miradas cargadas de emociones que son incapaces de decir en voz alta. Ambos, igual de orgullosos, saben perfectamente lo que el otro trata de decirle con una mirada.

Al igual que el más joven peli-plata sabe que el orgullo de su hermano jamás le permitiría dejarse ver con él en "estas situaciones".

–Ha pasado mucho de la última vez que te vi– murmuro melancólico

–Lo sé – respondió el mayor – Pero no es como si yo lo hubiese querido.

–No estoy reclamando – dice Inuyasha con una extraña voz más suave de lo usual – Solo pensé que estaría bien si…

–¿Si qué? – soltó impaciente el otro.

–…Si nos viésemos más seguido – terminó, con el ceño fruncido por lo extraño que sonó aquello al decirlo él, pero antes que su hermano pudiese responder, continuó - ¡Lo sé! Sé lo que piensas de eso…No necesitas volver a repetirlo, yo solo quería…pensé que estaría bien si te lo dijera.

Sesshomaru lo observó sin expresión alguna reflejada en su rostro, pero finalmente se acercó y tendió la mano hacia él, para que pudiera levantarse.

–¿Te parece si mejor hablamos en otro lugar? – preguntó.

El rostro de Inuyasha pasó del desconcierto a reflejar una gran sonrisa que Sesshomaru no había podido apreciar en largo tiempo.

–¡JA! No me trates como chica– bromeó levantándose del columpio e ignorando olímpicamente el ofrecimiento de su hermano mayor, cosa que no fue bien recibida, pues a cambio Inuyasha recibió un leve golpe en su cabeza – ¡Oye!

–Entonces deja de comportarte como una niña de 15– dijo simplemente, volviendo a caminar –Dejé el coche por allá.

El más joven comenzó a seguir sus pasos, pero procurando siempre ir un poco más despacio que él, pues le gustaba observar cada uno de los detalles del mayor, le fascinaba su forma de caminar, le encantaba el balancear de su cabello, y la amplitud de sus hombros. Para Inuyasha, no había nadie más perfecto…

–Deja de mirarme así – escuchó de pronto, cosa que hizo sobresaltarlo.

–¿Q-qué? – tartamudeó al verse descubierto

–Si no aprendes a disimular, pronto se darán cuenta.

Que lo hagan – pensó – no importa ya nada. Que todos sepan que estaba completamente perdido por él.

<<Pero está mal>> aquella espina siempre punzante en su mente volvió a pincharlo. Maldice en voz baja, mientras divisa a pocos metros el brillante auto negro de su hermano. Los dos entran, y Sesshomaru pone motor en marcha.

<<Son hermanos>> volvió a pensar, y una – hasta ahora – desconocida rabia comenzó bullir en su interior. Aprieta los dientes y sus puños lo más fuerte que puede. Ya no quiere pensar en nada, todo estará bien en tanto no lo haga…

–¿Inuyasha? – lo llama el mayor - ¿Ocurre algo?

–No – responde con más brusquedad de lo que hubiera querido – No pasa nada.

–Sí, se nota.

Inuyasha suelta un suspiro cansado, y desvía la mirada hacia la ventana. Los árboles, al igual que los edificios, pasan con rapidez, su hermano siempre condujo de esa manera peligrosamente rápida, que despertaba el pavor de todos aquellos que tenían el privilegio de dar un paseo con él.

El silencio se adueña del automóvil, nadie dice palabra hasta que finalmente llegan a su destino.

–¿Papá sigue sin regresar? – pregunta Inuyasha para romper la tensión, mientras sube las pequeñas escalinatas que lo separan del edificio.

–Está en Europa, no es como si solamente tuviera que conducir en su coche hasta aquí – responde Sesshomaru con su característica frialdad. Inuyasha a veces olvida lo difícil que puede ser tratar con él.

Ingresan al gran edificio, y suben al ascensor, hasta el piso en la que se encuentra su apartamento. A decir verdad, el edificio en sí lo había comprado su padre hace muchos años atrás por lo que podían disponer de cualquier habitación que quisieran, mas siempre ocupaban el mismo sitio.

Salen del ascensor en silencio, pero no en uno incómodo, más bien en un silencio relajante. Cada uno perdido en sus propios asuntos, sin que el otro interrumpiera. Sesshomaru introduce las llaves en la cerradura y abre la puerta, dejando paso para que Inuyasha ingresara, el cual obedeció rodando los ojos.

Caminaron hasta la sala, donde Inuyasha se dejó caer en el sofá. Sesshomaru siguió de pie, apreciando la mirada que ahora el menor le dedicaba.

–¿Sigues molesto? – preguntó el mayor notando la mirada lasciva que del otro.

–No, de hecho nunca estuve molesto – contestó

–No sabes mentir – replicó acercándose hacia el muchacho – Nunca fuiste bueno ocultando nada.

–¿De qué hablas? – exclamó Inuyasha, mientras se ponía de pie– Como si fuera tan idiota, ¡Deja de mirarme como si fuera inferior!

El otro no respondió, simplemente lo observó gélido, y en un rápido movimiento se inclinó sobre él, robándole un beso.

Inuyasha permaneció estático, pero rápidamente se dejó llevar por aquellos labios que lo hacían delirar y suspirar. Aquellos labios que se movían con delicadeza sobre los suyos, despaciosamente, a su propio ritmo. Sin embargo, el peli-plata pronto siente la lengua del otro acariciarlo suavemente, pidiendo permiso. Por supuesto, lo acepta. Abre tímidamente la boca, dando paso a que la lengua del otro se filtre, recorriendo sin pudor alguno cada rincón de su boca. Sus lenguas juguetean en un beso que se hacía cada vez más intenso, por inercia fueron acercándose hasta quedar pegados uno a otro. El calor se apoderaba de ellos, y la habitación pronto hubo de llenarse de sonidos húmedos.

Las manos inquietas se movían por sobre la ropa, anhelando acariciar lo que se encontraba por debajo de ella. Con el pulso acelerado, estuvieron obligados a separarse en busca de aire. El menor, sonrojado hasta las orejas, observa jadeante a cualquier punto evitando toparse con los exóticos ojos de aquel que lo acompañaba. Sesshomaru solo disimula una sonrisa satisfecha, y alargando una mano toma el mentón del peli-plata volviendo a unir sus labios.

Un beso corto, suave, cálido, sin embargo suficiente para traer de vuelta la calma que Inuyasha necesitaba, se separan y observan los ojos ajenos, que brillan como solo lo hacen cuando se encuentran juntos. Y a pesar de toda la presión e indecisión que sufren, la compañía del otro es lo único que necesitan para volver a encontrar la seguridad suficiente para continuar.

Porque el amor que sienten, lo profesan en susurros, caricias y miradas. El mundo solo gira en función a ese inescrutable sentimiento que aflora en sus pechos.

El "te amo" que resuena en la habitación es lo último que escuchan, antes de volverse a unir y perderse entre caricias cálidas, y besos furtivos. Los encuentros de este tipo se han vuelto – aunque no tan a menudo – una importante parte de sus vidas que se niegan rotundamente a abandonar. Vivirán de esa forma hasta que el destino decida exponerlos a algo más grandioso aún, en donde no tengan que esconderse nunca más.

Inuyasha sin lugar a dudas estará esperando hasta que ese día llegue…

Notas finales:

Qué les pareció?? 

Gracias por leer♥


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