Me removí de mi cama molesto me sentía débil, cansado y agotado y no sabía el porqué, no tenía fuerzas para nada, ni siquiera me podía ir a torturar a las almas en pena, es decir por favor soy Hades el más hermoso, poderoso, cruel dios que haya existido, soy la personificación del mal, es decir en pocas palabras, cuando me veas solo puede significar dos cosas, una que te vas a morir de seguro y la segunda es que tienes mucha suerte por verme andar.
Pues bien sigo pensando estupideces, pero bueno, el punto es que me encuentro tan débil que creo que incluso si peleara con alguno de mis hermanos me costaría un poco derrotarlo, aunque bueno lo más probable es que necesitara de mis dos brazos en vez de uno.
- Mi señor- me llamo uno de mis muchos sirviente, pero no estaba de humor para escucharlo, hice el puchero más infantiles que había hecho en mi vida, y me sorprendí por ello, bufe y me tape con muchas ganas con mi manta, parecía un gusanito pero no me importaba me negaba a levantarme.
- Mi señor por favor debe despertarse- me llamo asustado el sirviente y deje ver mis cabellos negros fuera de mi sabana, me moví y cambie de posición quedando en frente de mi ciervo, este era una pequeña alimaña oscura, asquerosa como toda la servidumbre de mi castillo.
- ¿Qué quieres?- dije mirándolo con reproche mientras trataba de controlar mis emociones, la verdad era que quería hacer un puchero y quejarme del calor que aquí hacía.
- Es que tenemos visitas- mascullo nervioso mi sirviente y por ello dirigí mi mirada rojiza detrás del, gruñí y me levante perezoso dejando al descubierto mi magnifico y sensual cuerpo, que cualquier mortal desearía tener y aunque lo tuviera no sería tan sexy como el mío.
- ¿Quién es?- dije confundido la última vez que había tenido “visitas” había sido un tal Judas que tuve que castigar personalmente por matar a un tal Jesús, que le caía bien a mi hermano Zeus.
- Yo…- fue lo que dijo una persona en el recibidor de mi sala, gruñí y arrugue mi entrecejo, ahí parado frente a mi estaba Hermes el dios mensajero.
- ¿Qué haces aquí Hermes?- susurre su nombre sin ánimos, mientras me sentaba en uno de mis tantos mueble.
- No serás servicial, y me permitirás sentarme- me dice con una sonrisa burlona en sus labios, como odio a ese sujeto es un tipo desagradable es más alto que yo de ojos verdes y cabello rojizo, es más molesto que Dionisio y eso que el último es un vago.
- Si te ofreciera asiento te quedarías, y lo que más quiero es que te largues- dije grosero sin importarme muy bien lo que el pensara, después de todo era el Dios de la muerte y como tal podía hacer lo que se me viniera en gana.
- Como prefieras, vengo a darte un mensaje- dice mientras me sonríe con un brillo divertido.
- Mira que si no me dices, no me doy cuenta- mascullo sarcástico mientras le sonrió burlón, este abre la boca pero luego la cierra y me devuelve una sonrisa igual de burlona como la mía.
- Sabes Hades cuanto deseo por verte castigado ante Zeus- susurra el nombre de mi hermano y un escalofrió recorre mi espina dorsal, me contengo no quiero que note el ligero miedo que le tengo aquel idiota, que por alguna razón extraña me intimida y me odia.
- Si eso era el mensaje ya sabes dónde está la puerta de salida- dije mientras me levantaba del mueble para dirigirme a mi aposentos.
- Eso no es el mensaje- me dijo mientras yo detenía mi caminar, me gire casi furioso y enfrente su mirada- Hades Zeus te ordena que vallas al monte olimpo- soltó cada palabra con burla.
- ¡¿Qué?!- solté sintiéndome insultado y furioso, quien se creía ese idiota para ordenarme ir a donde el quería, acaso creía que era su perro faldero.
- Ya te lo dije- dice con burla, y no puedo evitar desear hacerlo picadillo, muevo mi mano con enojo esperando que mis poderes ataquen a Hermes, este se prepara pero no sucede nada, este cree que he detenido mi ataque pero la verdad es que no sé porque no puedo torturarlo y matarlo, por favor acaso un Dios no puede torturar un poquitico a cierto dios mensajero.
- Me niego- grite rojo lleno de furia, mientras observo como Hermes me mira con mayor diversión.
- Es una orden Hades, y más te vale cumplirla si no quieres hacer enojar a Zeus- me dijo, y no sabe cómo odie el escuchar ese nombre, me mordí el labio y trate de contener mil impropiedades que trataron de salir de mi boca.
- Pues me vale un bledo, si cree que tengo un motivo para obedecerlo- gruñí y me fui encerrar a mis aposentos, me sentía cansado y agotado y estaba casi seguro que él era el culpable, maldito Zeus estoy casi seguro que tu debiste hacerme algo.
Proanch (malos efectos lo sé)
Se escuchó fuertemente y trate de contenerme, un grito para nada masculino se escapó de mis labios, al ver como mi castillo era atacado por millones de rayos, gruñí y bufe enojado, no iría no importara lo que dijera yo no obedecería, me decía una y otra vez mientras me escondía debajo de la cama, ahogue un grito y temblé sintiéndome indefenso y asustado, no entendía lo que pasaba pero sabía que no era nada bueno.
Bufo pensando en que hacer, no quería subir al olimpo ahora que estaba débil era una muy mala idea, y Zeus se notaba que estaba en buena forma, mientras yo ni siquiera podía con el inútil y debilucho de Hermes gruñí, y me abrace a mí mismo mientras me sonrojaba pensando en lo vergonzoso que sería si alguien me veía a mí al grandioso y genial Hades escondido como un simple mortal asustado, de los rayos del estúpido y ególatra dios griego.
- Maldito Zeus- gruñí y me asuste al ver como mis manos se volvían un poco más pequeñas, empecé a escuchar los gritos desesperados de mi sirvientes, suspire mientras con fuerza hacia rechinar mis dientes.
- Ya voy ególatra dios de Cuarta- grite y los ataque cesaron o bueno luego de que un último rayo callera y destruyera mi hermosa torre, corrí apresurado mientras veía el desastre y el horror de la tiranía de mi hermano, mis cosas mis preciados videojuegos incluso mi porno todo había sido destruido por el maldito, joder que me las pagaría haría lo posible para verlo sufrir, el muy maldito.