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Shift por shipa-chan

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-daddy ¿porque nos escondemos? ¿Hemos hecho algo malo?-

 

-No Alfred…nos ocultamos porque somos diferentes, y las personas tienen miedo a lo diferente, es por eso que nos persiguen-

 

-¿Y porque?...¿porque no les gusta lo diferente?

 

-Bueno es algo normal en su naturaleza…el cambio asusta a cualquiera y más si es de golpe…es por eso que reaccionan de esa manera.

 

-Que tonto…no te preocupes dady yo les voy hacer cambiar de opinión.-

 

-Ohh¿enserio?

 

-Si yo seré el Hero de la familia-

 

-Alfred que haces despierto, ya es muy tarde…ve a dormir con Matt, el pobre está temblando de frio-

 

-Ya voy mom

 

Esa fue la última vez que vi a mis padres, la noche de un dos de diciembre a la edad de siete años un incendio me los arrebato, dejándonos a mi hermano menor y a mi completamente solos.

 

Cuando conocí al señor Kirkland un hombre con unos singulares ojos esmeraldas, cabello rojo y unas extravagantes cejas, me encontraba con Matti en el bosque cazando un conejo, llevábamos algunos días de haber salido de la ciudad no teníamos dinero y el hambre no se saciaba solo con agua, cuando lo vi actué de manera desafiante, tanto mi pequeño hermano como yo habíamos sufrido azotes, botes de agua con jabón o lluvias de piedras, en una ocasión un grupo de encapuchados nos habían encontrado y por poco no la librábamos, así que no me arriesgaría a que ese humano intentara algo extraño con nosotros, sin embargo a diferencia de todas las personas con las que nos topamos,él no nos miró con asco, miedo u odio, sonrió de manera dulce y tranquila como un padre a un hijo, nos extendió su mano y nos prometió protección, techo y comida, se lo que piensan solo un tonto accedería ante tal proposición de un extraño, sin embargo para mí no representaba ningún peligro por lo que accedí ,el señor Kirkland, tenía una afición hacia lo místico y oscuro y un gran amor a la herbolaria, siempre nos hablaba de su vida en la ciudad y su familia, fueron los mejores años de mi vida, el señor Kirkland siempre fue muy cariñoso con nosotros, aun a pesar de que se enteró de nuestro secreto no nos dio la espalda, es más parecía fascinado siempre preguntando sobre nuestros hábitos y costumbres, en mi primera luna llena al cumplir mi treceavo año experimente la transformación de hombre a lobo, matti se asustó pero no se alejó de mi lado cuando me miro, el señor Kirkland cayó al suelo de la impresión, tanto matti como yo nos asustamos creímos que había sufrido un ataque, solo unas horas después despertó y aun un poco sorprendido se acercó y acaricio mi peluda cabeza.

 

-Todo estará bien…no tengas miedo…yo les voy a proteger-

 

Después de aquello el señor Kirkland trajo a un amigo de confianza a la hacienda, el profesor Germania Beilschmidt, cuando le vimos un rayo de esperanza creció en nuestro interior al parecer no estábamos totalmente solos, su olor le delataba, un lobo alfa.

 

El profesor Germania era perfeccionista, salvaje y en ocasiones áspero, tenía a su cuidado sus dos nietos el primero Gilbert un caso "especial" ya que a pesar de los castigos y reprimendas de su abuelo no se doblegaba siempre curioso ante algunos de los artefactos raros que traía el señor Kirkland para el museo, mientras que su hermano menor Ludwig a pesar de no ser lobo no temía al desafiar a su hermano sabiendo que era un lobo alfa, siempre acataba al pie de la letra todo lo que se le decía.

 

Con el tiempo comencé una amistad con Gilbert en la que siempre terminábamos en el suelo llenos de golpes y raspones y tal vez algunas marcas de mordidas, Ludwig en una esquina armado con un bote de agua helada gritándonos que nos calmáramos, el profesor Germania decía que estaba bien esa clase de comportamiento.

 

-Necesitan tener experiencia para cuando tengan que enfrentar una pelea verdadera de dominancia o territorio- decía.

 

Claro que después éramos llevados completamente mojados al rincón de la habitación por el profesor, Matti sin embargo no se escapaba de nuestra educación espartana, aunque con un poco más de paciencia y suavidad le mostraba como hacer un buen nido, los cuidados que debía tener durante sus celos, normas que debía seguir dentro de la manada, clases de etiqueta, cocina, bordado y música, esto último lo practicaba con Gilbert que terminaba estampando el violín contra el suelo, mientras gritaba eufórico "aplaudan al grandioso yo, por su grandiosa presentación".

 

Cuando el señor Kirkland volvía a la ciudad, me escapaba con Gilbert y juntos tramábamos bromas a los turistas que pasaban cerca de los caminos o visitábamos a Roderich un aristócrata geniudo que no se separaba de un piano viejo de su familia, siempre termina peleando con Gilbert por cualquier tontería, a la edad de 17 comenzamos a trabajar en las tierras de la familia Kirkland, Matti ayudaba en la contaduría de lo que se cosechaba y almacenaba, Ludwig y yo ayudábamos en la maquinaria utilizada en los cultivos, Gilbert, se negó hacer un trabajo "tan poco grandioso" y se unió en la armada cuando cumplió los 18, jamás olvidare el momento en que el profesor Germania tomo a Gilbert en un abrazo y le pidió que se cuidara, el pobre albino entro en pánico, comenzó a reír nervioso y después grito como histérico mientras se abrazaba a sí mismo y temblaba aterrado mientras repetía "es un sueño, no, tiene que ser una pesadilla, una cruel pesadilla". Finalmente entro en razón cuando el profesor le golpeo en la cabeza, Ludwig le pidió, no, le rogo que se comportara y Matti, a decir verdad, dos cosas pasaron cuando Matti se despidió, en primer lugar le abrazo , nada fuera de lo normal hasta el momento yo lo había hecho con anterioridad, pero todo cambio cuando Gilbert lo tomo de la cintura y lo beso, es ahí cuando lo segundo paso, yo sobre el albino gritándole histérico que se alejara de mi hermano o le rompería el cuello, un Ludwig con su fiel bote de agua helada y un apenado y nervioso Matthew que intentaba en vano detenernos, no fue hasta que el profesor declarara una pelea de dominancia por la mano de Matt cuando Gilbert regresara, como soy muy maduro acepte después de darle un puñetazo en el rostro mientras le gritaba que más le valía regresar.

 

Desde aquello han pasado dos años, he seguido mi entrenamiento como alfa con el profesor Germania y atiendo los cultivos con Ludwig, Matt se ha llevado muy bien con todos en el pueblo, aunque a un tengo que protegerlo de algunos matones y borrachos que lo confunden con una mujer.

 

Últimamente algo extraño me ha estado pasando, a pesar de que por mi línea de sangre pura puedo transformarme a voluntad a excepción de cuando hay luna llena, he experimentado una extraña manía por sangre fresca y carne cruda con mayor frecuencia durante ciertas noches, sin mencionar la constante necesidad de aparearme. No he dicho nada a nadie tal vez solo se trate de algo pasajero O al menos eso pensaba. En la madrugada del 2 de febrero el señor Kirkland llego con un par de semillas de menta y calabaza, solo se quedaría tres días, solo venia por un cargamento nuevo de la herbolaria que manejaba uno de sus hijos, fue un día como cualquier otro, hablamos durante horas sobre sus viajes, comimos, bebimos y nos recostamos en una de las bancas del pequeño jardín. Matti cayó dormido al instante, no soportaba el alcohol. Platicamos sobre el pasado y el presente un poco sobre el futuro y llegamos a tal punto en el que ya no había nada que contar. Fue cuando el señor Kirkland me mostro unas fotografías que guardaba en su cartera, en la primera estaba su esposa, piel blanca pálida, cabello rubio oscuro y ojos azul fuerte, en la segunda aparecía un hombre de tal vez 28 años cabello rojo como su padre y ojos del mismo color y cejas gruesas y toscas se veía como alguien de carácter fuerte y temperamental, en la tercera aparecía una chica de 27 cabello en dos coletas rubio como el de su madre y ojos esmeraldas tenía una figura bonita y tenía una mirada tierna, en la cuarta aparecían dos chicos muy similares debían de tratarse de los gemelos que se encargaban de la herbolaria, ambos tenían una mirada entre verde agua y azul, el de la izquierda tenía el cabello castaño y el de la derecha similar al de su hermano pero más oscuro ambos poseían cejas gruesas pero en menor medida que las del señor Kirkland aparentaban no menos de 26 años. Finalmente en la quinta fotografía aparecía un joven de gruesas cejas, cabello rubio oscuro y un poco revuelto, figura esbelta, en sus labios carnosos una ligera sonrisa, le habían tomado la fotografía en lo que parecía una biblioteca, en su regazo un libro de pasta gruesa, su edad tal vez entre 23 o 24 años, mi ritmo cardiaco se disparó, sentía calor en mis mejillas y no podía dejar de ver aquellos ojos, y su cuerpo algo en el me resultaba excitante, me sentía un poco acalorado, mis pantalones comenzaban a apretarme, una imagen perturbo mi mente donde aquel chico se encontraba debajo de mí, sudoroso y agitado, con sus mejillas sonrojadas gimiendo y rogando por tener mi miembro dentro, el señor Kirkland no pareció darse cuenta y di gracias por ello, qué pensaría si supiera que acababa de fantasear con su hijo menor poniéndome cachondo, lo más seguro es que me echará a patadas.

 

-Es Arthur, en unos meses terminara su licenciatura en literatura- dijo con orgullo.

 

-¿No le molesta?- tenía entendido que él seria el dueño de la hacienda en un futuro.

 

-Arthur decidió escoger su propio camino, soy su padre mi deber es guiarlo y aconsejarlo, no puedo dictaminar mis deseos sobre el… si él me necesita ahí estaré al igual que con sus hermanos, somos familia después de todo.-rio cansadamente.

 

Familia, una picazón en mi pecho trajo algunos recuerdos no muy agradables a mi memoria, el señor Kirkland llevo su mano a mi cabeza revolviendo mis cabellos, una sensación cálida me inundo. Estuvimos en silencio un rato más, finalmente Matti despertó un poco confundido, me levante y lo tome en mis brazos automáticamente se acomodó y volvió a dormir, di las buenas noches al señor Kirkland y me retire.

 

Cuando me encontraba en mi habitación, aquellos impulsos de las últimas semanas se volvieron más fuertes, comencé a marearme, mi cuerpo se volvía cada vez más caliente, sentía mis músculos contraerse, el aire era pesado y sofocante, me levante y mire en el espejo de cuerpo completo alado de mi armario, estaba transformándome, pero no era luna llena para transformarme involuntariamente, además era una transformación demasiado intensa jamás la había experimentado, ¿Qué rayos me pasaba? Mi mente se comenzó a nublar, trate de acercarme a la salida pero no pude, lo último que recuerdo es una oscuridad profunda, la voz del señor Kirkland gritando y un olor penetrante a sangre fresca.

Notas finales:

Espero les guste la continuacion, nos vemos luego.


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