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Sentimientos que nos hacen humanos por Asahina Kaori

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Notas del fanfic:

Kuroko no basket no me pertenece sino a su autor tadatoshi fujimaki <3

Notas del capitulo:

Muy buenas tardes hermosas criaturitas, el día de hoy les traigo este escrito para la convocatoria de Viaje estacional, esta vez me enfoque a *redoble de tambor* OTOÑO

NOTA: ~~~~~~ *cambio de personaje o de escena

~*OoOoOoOoooO*~ cambio de "Escena"

“Nunca pensé tener esta mentalidad, nunca pensé encontrar algo más hermoso que aferrarme a mis creencias, sin embargo ahí estabas tú, sonriendo bajo una lluvia otoñal, bañado bajo la luz, y entonces encontré un nuevo camino, me hundiría en el infierno mil veces más, solamente para estar a tu lado, ¡oh poderoso dios!, perdona haber encontrado al amor de mi vida de una manera tan inesperada, es hora de buscar la redención de mi propia alma, pero siempre junto a la suya, el destino de los enamorados es la verdadera religión.”

Había llegado el día de un nuevo comienzo, una suave melodía inundaba el cuarto oscuro donde solo podía observarse un pequeño bulto sobre la enorme cama de la habitación, un pesado suspiro se dejó escuchar seguido de una maldición en voz baja…hacia un montón de tiempo que no sentía esa pesadez de siquiera abrir los ojos, y cuanto más tiempo pasaba, más pedía que el tiempo se detuviese, pues jamás se le había dado levantarse temprano.

Estiro una de sus pálidas manos en busca del ostentoso aparato que osaba despertarlo de esa abrupta manera, indicándole que era tiempo de pararse… indicando que iniciaría así una nueva etapa en su vida.

Sus ojos se cerraron con fuerza al ser deslumbrados por la luz de su teléfono celular que dio de lleno en su rostro al tratar de apagar la escandalosa a alarma, chisto un poco más, y literalmente rodo por toda la extensión del colchón para así levantarse antes de que volviera a caer en el mundo de los sueños.

Habían pasado cerca de 5 meses en volver a pensar en todo el ajetreo de la escuela, nunca había sido un mal estudiante, pero recordar su pasado lo hacía perder su compostura, le daban unas ganas inmensas de vomitar todo lo que había ingerido, y el solo hecho de pensar en conocer a nuevas personas hacia que su cabeza girara e inconscientemente temblara de pies a cabeza.

Sus pies lo arrastraban inconscientemente hacia el cuarto de baño, y casi como parte del ritual de un lunes por la mañana, se metió a la ducha que enfriaba todo su cuerpo tratando sin mucho éxito de iniciar con energía y con una buena actitud…vaya mierda.

El agua caía relajando sus músculos, sentía el ambiente tan tranquilo que le era imposible poder despertar del todo, sentía que le habían mentido de la manera más cruel a quien quiera que se le hubiera ocurrido decir que las duchas despertaban a las  personas, ya que sus ojos se cerraban amenazando con no volver a abrirse hasta el año siguiente, o al menos hasta que los tres años de preparatoria se acabaran. Su conciencia cada vez divagaba con más frecuencia, su alrededor dejo de ser claro y de pronto el ruido del agua cayendo no era lo que escuchaba. Unos gritos, más precisamente los suyos inundaron con fuerza su cabeza, sus plegarias por su vida se hacían más fuertes y el recuerdo del dolor físico lo azoto de una manera tal, que agarro su estomago inclinándose hacia enfrente como si de verdad lo hubieran agredido.

Ahora recordaba el por qué de todas sus pesadillas, de todos los días, de sus últimos 5 meses de vida. Cerró la llave de la regadera tratando de regresar a la realidad, sin embargo se dio cuenta que sus manos temblaban y su rostro aun seguía siendo mojado por sus lagrimas.

—“Tranquilo Kazu estás vivo, estas bien…”

Tomo la toalla envolviéndose a sí mismo en un abrazo, tratando de regresar a su actual realidad, una donde estaba lejos de aquel dolor que hizo en más de una ocasión deseara el dulce sueño eterno, y sin prestar atención a aquellas notables marcas y cicatrices a lo largo de todo su pecho, espalda y piernas salió a su habitación a vestirse para enfrentar la realidad de los hechos, ya que si no se daba prisa en los próximos 10 minutos su madre subiría y si era necesario lo sacaría a rastras de la casa para llevarlo al instituto.

Se suponía que era un nuevo inicio, pero a veces su subconsciente era tan traicionero que lo hacía escuchar lo que trataba con todas sus fuerzas de borrar de sus memorias, sin querer seguir pensando en eso, tomo sus auriculares hundiéndose en las voces que lograban acallar las suyas propias, al menos debía de intentarlo, al menos podía conseguir vivir un poco.

 

~*OoOoOoOoOoOoOoOo*~

 

Si hubiera sabido que ese día en especial haría más calor que de costumbre, y si no fuera por sus estrictos padres y su manía de hacerle ver que el hombre propone y dios dispone, juraría que estaría en su cama con el aire acondicionado a todo lo que daba.

 Particularmente odiaba días así, su incertidumbre y su excentricidad le hacían una persona un tanto antisocial, por lo que en vez de tomar cualquier tipo de transporte, decidía caminar hacia el instituto, sin embargo con la llegada del otoño, y el fin del verano, pareciera que este se vengaba advirtiendo que cada año que pasara se haría más intenso, estúpida estación, la odiaba con todo su ser, odiaba el sol, odiaba el calor y sobretodo odiaba a las personas, o al menos el sofocante rayo de sol le hacía sentir eso en esos momentos.

Seguramente su madre lo obligaría a confesarse si dijera a voz abierta que odiaba a todo el mundo, pero no era su culpa…no del todo. Había crecido en un ambiente donde los prejuicios eran el tema central en la desayuno, comida y cena, y eso particularmente le molestaba, la hipocresía era su detonante para blasfemar de dientes para afuera, sin embargo el no podía decir nada, y no, no es que defendiera a sus padres ni a las personas sino que prefería ahorrarse los sermones de todo el mundo.

 Creía fervientemente que la actitud de una buena persona no daba pie a juzgar a otras personas por sus creencias sino por sus acciones…justo ahora sonaba como un sacerdote, debería dejar de escuchar a su madre cuando trataba de llevarlo a la iglesia, maldito calor lo hacía delirar.

Su día no había ido de lo mejor hasta ese momento, sin contar que el calor lo estaba asfixiando lenta y tortuosamente, aun se sentía demasiado vacío, sus días se habían vuelto demasiado monótonos, siempre era escuela, tareas, comidas llenas de odio hacia la humanidad, y últimamente y lo que más odiaba la presión social y de sus padres por hacerlo ver todo positivamente, pero como se supone que haría eso si todo lo que escuchaba de ellos era marginación, racismo y sobretodo y su mayor problema, su creciente homofobia.

Su problema iba más allá de sí mismo, porque por más que quisiese decirle al mundo que no gustaba precisamente del sexo femenino, siempre había esa voz en su cabeza que le decía con voz potente que se alejara del fuego si no quería quemarse. No tenía muchos amigos para contárselo, y siendo bien parecido, a pesar de su extraña cabellera verde, muchas chicas le habían confesado su fascinación por sus ojos esmeralda y sus largas pestañas…solo eran chicas vacías sin ningún tipo de conocimiento de su verdadera personalidad.

Había pasado alrededor de 20 minutos divagando entre problemas existenciales y complejos suyos, que reciente se había dado cuenta que estaba a dos pasillos de llegar a su destino, sin embargo no lo había hecho por cuenta propia, sino que el golpe de algo chocando con el piso en un estridente ruido lo había hecho volver a la realidad.

—“Muy bien Shintarou, quejándote de las personas y tu debiendo una disculpa”—pensó para sus adentros el oji verde, sin embargo cuando sus ojos repararon en el pequeño azabache en el suelo, su mente quedó totalmente en blanco y de pronto, su odio hacia particularmente todo, desapareció.

—Lo… siento— balbuceo un poco sonrojado el oji verde, mientras estiraba su mano en dirección al chico, pero no conto con que este sin siquiera mirarlo completamente, se levanto e inclinándose un poco en forma de respeto se alejo rápidamente de él.

— ¿¡Que carajos ha sido eso?!

Debía admitir que eso era lo más extraño que le había pasado hasta ese momento en el día, aunque ahora caía en cuenta… ¿quién era el azabache de antes?, hasta ahora conocía al menos de vista a todos en el instituto, claro está, mas por costumbre que por interés, y podía jurar que jamás lo había visto, esa pequeña complexión y ese cabello tan oscuro como el ébano, de seguro tendría unos ojos bastante llamativos, y…¿Por qué seguía pensando en el chico de antes?. Algo dentro de él muy, muy en el fondo le decía que estaba a punto de suceder algo, sin embargo lo único que quería saber era quien rayos era ese chico…

La campana de inicio a su tortura escolar de más de 7 horas se hizo sonar por toda la institución, recobrando su serio porte y ajustando sus lentes para tratar de calmar su sonrojo por sus inapropiados y recién descubiertos pensamientos  se adentro a su correspondiente aula.

~~~~~~~~~~

Pensar en la historia de Japón a primera hora en la mañana, le era tan interesante como prestar atención a una pared, simplemente historia, era su materia menos favorita, pero no podía darse el lujo de ser un perezoso que vagara por ahí o que se saltara las clases, debía ser el mejor en todo lo que hacía, pues sus padres para su buena o mala suerte así lo habían criado, y no es precisamente que le disgustara en todos sus aspectos pues gracias a ello era el mejor en su clase, y creía que eso lo llevaría a algún lado algún día en su futura profesión.

La clase transcurría con toda la lentitud posible, apacible y sin perturbaciones, y si podía concentrarse un poco mas podía escuchar la respiración de ese sujeto que caminaba en la acera fuera del instituto.

Sin previo aviso sus divagaciones fueron interrumpidas por unos leves golpes en la puerta del aula, y como respuesta el profesor se dirigió a ella…tenia la pequeña esperanza de que este tuviera un imprevisto y tuviera que dejar la clase para el día de mañana, aunque con sus suerte dudaba que eso pasara…oha asa había previsto un mal día para los canceres y en efecto, sus ilusiones de ello se vieron destrozadas al momento que el profesor regresaba a su sitio, no sin antes reparar en el joven que iba entrando tras él.

 

 

“Cáncer. Mi querido cáncer, lamento decirte que hoy te encuentras en último lugar, debes cuidarte del clima, pues puede que te cause algunos disgustos, pero ¡ánimo! No todo está perdido, hoy tu vida dará una vuelta de 180° pues conocerás a alguien que se convertirá en alguien especial. No te des por vencido y sonríele a nuevos retos. Tu objeto de la suerte es un paraguas”

 

 

Escalofríos… si algo había sentido en ese momento Midorima Shintarou al recordar el horóscopo que había escuchado en la televisión esa mañana, había sido precisamente eso, y una fuerte corriente eléctrica que lo erizo desde los pies hasta la punta de su verdoso cabello. Si sus padres no lo obligaran a ser un “ferviente creyente”, juraría que se haría fiel devoto a Oha Asa, ¡Jamás se equivocaba!, y con eso, a veces creía que el horóscopo lo escribía basado en su persona.

Era inevitable no prestar atención ahora que su motivo de extraños pensamientos de intriga estuviera parado justo enfrente de la clase, de un momento a otro se sentía mucho mas despierto, y como si alguien hubiera pateado su asiento por detrás, se irguió adoptando una postura demasiado recta en esos asientos tan incómodos de la escuela cuando el chico de cabello azabache se paro delante de la pizarra, y como si aun no creyera lo que estaba sucediendo delante suyo presto total atención al chico, que a leguas se notaba muy nervioso y porque no decirlo, a punto de entrar en pánico.

 

—Muy bien chicos, hoy se integrara a nuestra sección un nuevo alumno, su nombre es Takao Kazunari, espero se lleven bien con el—Menciono el profesor a cargo mientras con un leve empujoncito, indicaba al azabache que se presentara.

 

—Mi nombre es Takao Kazunari y vengo de Hokkaido, por favor tratemos de llevarnos bien—Respondió el menor, mientras hacia una reverencia después de que el profesor lo presentara en clase.

 

Y Midorima Shintarou sintió que su respiración se cortó en el momento en el que el azabache cruzo miradas con él, verde y azul se encontraron un efímero momento que sin duda había marcado algo para uno de ellos.

 

—Puedes sentarte Takao kun, y cuando puedas pídele a alguno de tus compañeros que te expliquen cómo funcionan las cosas en la escuela— enfatizo el profesor mientras, el más bajo asentía y caminaba por los pupitres hasta llegar al lugar señalado por el mayor.

 

—“Quiero irme de aquí, maldición”—bufo por lo bajo el azabache, mientras se sentía perseguido por los ojos esmeraldas frente a el.

 

—“Azules…”—murmuro por lo bajo el peli verde, mientras veía como el azabache tomaba lugar frente suyo. No sabía ni por qué había pensado en eso, ni mucho menos por que lo había dicho, pero debía admitirlo, Takao había hecho que la curiosidad muy rara de Midorima por alguien despertara, pues algo había en la mirada del pequeño azabache que no le gustaba…por que había visto ese brillo muchas veces frente a su espejo, y porque muy en el fondo, quería creer que eso estaba destinado a pasar. Ya lo sabía, Oha Asa nunca se equivocaba, y si él debía provocar que eso pasara pues bien, lo haría, aceptaría ese reto costase lo que le costase.

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Había ideado un plan sensacional en las horas posteriores al encuentro con el azabache, había puesto empeño, concentración y un par de llamadas de atención de los superiores por estar en las nubes todo el día pensando la manera correcta de entablar una conversación con el nuevo alumno, incluso estuvo a punto de robarle un bolígrafo al oji azul con tal de devolvérselo e iniciar una conversación con Takao, sin embargo descarto este último, pues el azabache se había apresurado a recogerlo arruinando la bellísima oportunidad del peli verde, que una vez más se sumergía en su cabeza ideando pila de planes, para al final desecharlos uno por uno, y para que al final, el timbre de la hora del almuerzo sonara y el no tuviera ni la más remota idea de que decir.

Definitivamente Oha Asa ese día no estaba de su lado, y en definitiva era la primera vez que quería hablar con una persona y no tenía idea de cómo acercarse.

—“Tal vez solo debo acercarme y decir hola soy Midorima Shintarou un gusto, si quieres puedo enseñarte la escuela…no es que me importe ni nada de eso, pero el profesor lo ha pedido y bueno…soy el representante de la clase”—Pensó el peli verde un poco más decidido en su tarea, era fácil, solo debía ir, saludar y entablar una conversación—caminar, saludar entablar conversación, caminar, saludar entablar conversación—se repetía mentalmente mientras más se acercaba, ignorando monumentalmente el temblor en sus piernas y el sudor que empezaba a recorrer su perlada frente, veía su objetivo claro, no había nada en el mundo que impidiese lograr su objetivo, nada a excepción de la mochila que justamente había ignorado por su apresurado pasar y el hecho que de un segundo a otro estaba viendo el techo del aula y no a su moreno objetivo.

El sordo ruido de algo chocando contra el suelo se dejo escuchar por todo el salón, mientras que su campo de visión se veía reducido a un grupo de estudiantes que trataban de sacarlo de un semi shock en el cual eventualmente se encontraba.

— ¡Midorima san! ¿Está bien?, ¿No se hizo daño? ¡Quiere que lo lleve a la enfermería! ¡Ayúdenlo a levantarse! ¡Dejen de tomar fotos!—esas voces se escuchaban por todo el salón, si…se había caído, rápidamente y sorprendiendo de la normalidad de la situación de los demás, se puso de pie en un intento de retomar lo que antes había querido hacer, sin embargo su objetivo había desaparecido

Intento uno…fallido

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Descartando su primer plan para acercarse al peli negro y aceptándolo como un fracaso total, decidió no ponerse tan nervioso esa vez. Era hora de estudio y al ser nuevo debían explicarle muchas cosas sobre funcionamiento, no había mejor oportunidad que esa, y así con paso decidido se encamino hacia su destino del otro lado del salón, viendo como este eventualmente no sabía qué hacer.

Sin embargo el toque en la puerta lo distrajo momentáneamente, y para su mucha mala suerte, el profesor estaba buscando a Kazunari.

—Takao kun, el director quiere verlo para terminar su registro en el sistema, así que por favor pase con el de inmediato—escucho el peli verde, mientras veía como el oji azul se dirigía al profesor; de muy mala gana y un poco cansado de las interrupciones se sentó en su correspondiente lugar.

—Definitivamente, se volvió personal Oha Asa— farfullo por lo bajo el peli verde mientras concentrándose en sus deberes continuo el resto de la hora

Segundo intento…fallido

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Las clases habían terminado, el murmullo de los pasillos había desaparecido al igual que todos los alumnos, el extraño cielo gris no indicaba nada bueno, y como siempre  el con su mala suerte había sido el último en salir de la escuela.

Estaba cansado de las responsabilidades académicas, estaba cansado de que la irresponsabilidad de otros hiciera que el saliera tan tarde perdiendo valiosas horas de descanso… quería solamente un día ser egoísta y mandar todo a la mierda.

Quería que en ese momento el olor a tierra mojada durara para siempre, y por qué no, tal vez caminar bajo la lluvia imprevista de camino a casa. Solo quería cerrar los ojos y ver algo que lograra hacer que sus sentidos se sensibilizaran, sentir ese cosquilleo subir desde la punta de sus pies hasta su verdoso cabello, quería sentir…pero, ¿Qué debería sentir?, esa era su mayor preocupación, vivir sin estarlo haciendo realmente.

Sus pasos resonaban en el pasillo que llevaba a los casilleros de la institución dirigida a guardar el calzado de los alumnos, las gotas chocando con las ventanas era lo único verdaderamente audible y solamente un pesado suspiro suyo podía hacerle competencia a estas.

El peliverde busco su calzado dirigiéndose a la salida del colegio, cerro sus ojos cansados por todas esas horas de lectura que estaba seguro, cobrarían una grande en su próxima visita al oftalmólogo, inhalo por última vez el embriagante olor a lluvia que despedía al verano y daba paso al otoño, y mientras abría completamente sus esmeraldas, se topo con una mirada azulina  en la cual no había reparado antes y ahora lo veía profundamente haciéndolo sobresaltarse ligeramente.

—Lo siento no quería asustarte, es solo que no pude salir, y la lluvia no deja de caer…y…bueno, no se ve que quiera parar— respondo rápidamente el azabache mientras rehuía la sorprendida mirada esmeralda.

Sentía sus ojos abiertos por la impresión, sin embargo se encontraba tan tranquilo a comparación de su primer plan que hasta daba un poco de risa, era como si el mundo quisiese cumplir uno de sus pocos caprichos.

Buscaba esa mirada azulina que reflejaba de una manera tan interesante con la poca luz alrededor, y como si aun no fuese suficientes emociones para su corta vida, un escalofrió azoto su cuerpo cuando pudo percibir perfectamente el pequeño sonrojo del menor…si, había sentido ese cosquilleo.

—No te preocupes— le dijo al azabache mientras desviaba su mirada de la azul—toma, no lo necesito— le dijo, mientras le extendía el curioso paraguas al menor, y sin dar tiempo a reproches, el peliverde salió a paso tranquilo bajo la lluvia, definitivamente y aunque le costase un enorme resfriado, sus caprichos debían ser cumplidos de vez en cuando, Oha Asa había predicho un mal día, pero no iba a dejar pasar la única oportunidad de entablar una “conversación” con alguien interesante a su punto de vista. Tal vez al día siguiente podrían hablar más con la excusa del paraguas, sin dudas había salido mejor de lo que él quería.

~*OoOoOoOoOoOoO*~

Recordaba que todo estaba saliendo como quería, el día anterior había hecho un acto de bondad muy raro en él por cierto, estaba al menos 100% seguro que ese día podría hablar un poco con el chico de ojos azules al momento que este le devolviera el paraguas que le había cedido…sin embargo, no contaba para nada con que su paraguas estuviese en su pupitre al llegar y el azabache no estuviera a su vista. ¿¡Era una jodida broma!? , ¿Acaso se estaba burlando de el de esta manera?, que rayos le pasaba.

—“Mejor dicho, ¿Qué rayos me pasa a mi?”— pensó en alto el peli verde, mientras tomaba asiento y guardaba con un poco de decepción el paraguas en su mochila.

Había pasado toda la mañana pensando en el por qué ese chico no quería hablar con él, no es que precisamente el diera un aura de amistad, sin embargo hasta un ciego podría darse cuenta que lo único que quería desde que llegó a esa escuela era cruzar un par de palabras con el menor. Su vista verdosa no se despegaba de la nuca de su nuevo pequeño objetivo, podía observar esa caída de su cabello azabache que indicaba que estaba creciendo de mas, veía su espalda subir y bajar cada pequeño intervalo de tiempo, e incluso tuvo la necesidad de cerrar por un momento sus ojos y concentrarse en el aura de aquel chico, había percibido un agradable olor a jazmines emanar del chico delante suyo, pensando sin duda que le agradaba ese aroma.  Sus ojos se abrieron lentamente, solo para notar que el azabache  había volteado a mirarlo para rápidamente recobrar su postura…quizá se había sentido muy observado, quizá…de verdad se estaba volviendo un acosador.

~~~~~~~~~~~

La campana del receso indicaba a los alumnos que eran libres por un periodo relativamente corto de tiempo, todos se levantaban para conversar lo difícil de la clase anterior, o para disfrutar su almuerzo en compañía de los demás, sin embargo el estaba demasiado abrumado. No sabía que sentir, no sabía si estar molesto consigo mismo por no poder ir y hablar con el oji azul como una maldita persona normal, o precisamente que eso de querer hablar con el azabache se estaba volviendo una obsesión, no quería aceptarlo, no quería sentirse atraído por un completo extraño…pero no es que pudiera evitarlo de alguna manera. Estaba consciente de que tal vez estaba idealizando algo en esa persona, que tal vez este podría decepcionarlo de una y mil maneras…sin embargo el lo había hecho sentir con una sola mirada eso que estuvo buscando durante mucho tiempo.

Quería comprobar si esa mirada podía transportarlo lejos de la realidad, quería saber si ese aroma podía embriagarlo haciéndolo olvidarse del resto del mundo, quería saber si esos labios podrían siquiera hacerlo sentir 10 metros sobre el cielo…quería sentirse vivo junto a Takao Kazunari. Sus ojos se abrieron por la sorpresa de sus pensamientos, tal vez esa mirada azulina había despertado en el  algo que ni siquiera sabía que podría sentir, y sonriendo para sí mismo, una sonrisa tan pequeña que apenas y podría ser identificada se levanto de su asiento en busca del azabache que había abandonado el salón tal vez buscando huir de las miradas acosadoras como la suya.

~~~~~~~

Había dado al menos 3 vueltas a la institución y sus alrededores y no había rastro del azabache, es como si de repente hubiera desaparecido, incluso la escuela no era tan grande para que alguien fuera imposible de encontrar. Se estaba empezando a desesperar con las personas a su alrededor y esas miradas furtivas de los demás hacia su persona, lo único que lo mantenía seguir en su búsqueda era el aire fresco que indicaba el inicio de la estación y por supuesto la búsqueda del azabache. Se separo un poco del camino en donde transitaban los estudiantes y fue entonces que cayó en cuenta…a él no le gustaban las personas.

Nunca había ido a esa parte de la escuela, por el simple hecho de que casi no salía del aula, sin embargo se arrepentía de no haberlo hecho antes, había muchos árboles a su alrededor y no había alumnos inesperados en los alrededores, podía sentirse en paz, podía escuchar el viento pasando entre las hojas de los arboles, podía escuchar sus propios pensamientos. Camino un poco mas entre esa inexplorada zona escolar, haciéndolo sentir como un pequeño niño que explora un nuevo lugar, y sin siquiera imaginarlo, lo encontró, sentado bajo la copa de un frondoso árbol, con los ojos cerrados y con una ligera sonrisa que hizo en más de un sentido desubicarse. Era simplemente hermosa.

Su mente había quedado totalmente en blanco, se veía en tanta paz y tan feliz, que le daba un sentimiento de incomodidad perturbarlo con su presencia, ¿Qué es lo que iba a decirle?, ¿Qué lo estaba buscando?, esa no era una opción. Su mirada esmeralda estaba fija en  cada detalle en los que no había podido reparar, el cabello azabache del menor se mecía con delicadeza por el viento, los pequeños rayos de luz que pasaban atraves de las hojas de los arboles, y los colores que empezaban a tornar a estas de un color verde a distintos cálidos colores, era casi mágico, era como si estuviera viendo a un ángel. 

Nunca se había sentido tan tranquilo como en ese momento, su ajetreada vida lo había llevado a disfrutar de sus momentos de soledad continua, nunca había pensado si quiera el compartir sentimientos con otras personas, sin embargo ahí estaba el, bajo el encanto del otoño inundando sus sentidos por completo, haciéndolo disfrutar aunque no estuviera cerca de él. Quería sin duda acercarse y tomas su mano, ver sus ojos y deja pasar el tiempo en su compañía, eso es lo que más quería, perderse en un mundo donde solamente ellos dos existiesen, quería que lo notara, y sin duda el haría que sucediera.

Camino con sigilo entre los arboles esperando no asustar al parecer durmiente azabache, veía el caer de algunas hojas color ocre características de la época del año, e involuntariamente sonreía conforme se acercaba a su moreno objetivo, sin embargo algo dentro de el no lo dejaba llegar hasta ahí, sus piernas dejaron de moverse e involuntariamente decidió ocultarse. ¿Qué tal si él no quería ahí? , ¿Qué tal si lo tachaba de loco acosador?, no es que fuera diferente a lo que hacía en esos momentos, pero sentía que estaba apresurando las cosas.

Sentándose bajo un árbol lejos de la vista azulina prefirió tomar las cosas con calma, las hojas seguían cayendo a su alrededor de manera lenta mientras se mecían hacia su caída de manera sutil y delicada, los matices naranjas de las hoja seguían hechizándolo desviando por un momento la atención prestada al oji azul, y entonces algo un poco descabellado paso por su cabeza.

“Si camino un metro hacia él por cada 30 hojas que caigan de ese árbol, tal vez pueda encontrar el valor suficiente para hablar con él”

No era la mejor idea que se me pudo haber ocurrido, sin embargo no podía pedirle consejos de amor a alguien, valía la pena intentarlo, quería recordar cada detalle de ese día, porque muy, pero muy en el fondo, sabía que algún día seria una historia muy importante en mi vida, y quien sabe, puede ser que en la del oji azul también…

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20 hojas habían caído desde que había decidido acercarme a Takao y un metro menos es la distancia que nos separaba, mis días se habían vuelto totalmente impredecibles y de alguna u otra forma le había dado a mi ya cansada alma una ruta de escape de la realidad. Su cabello cada vez lucia más largo y ahora caía en cuenta que siempre murmuraba algo…como si cantara o recitara una canción, y esto me llevo a preguntarme ¿Qué tipo de música es la que le gusta?, sin duda era un buen tema de conversación, que seguramente llegaría con el pasar de los días. Estaba dispuesto a muchas cosas solo con escucharlo hablar…

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Otro día había pasado y mi cuenta de ese día había llegado a 15, los días pasaban más rápido que de costumbre  y eso me llenaba de alegría, por desgracia mis padres se habían dado cuenta de eso y empezaron a bombardearme de preguntas indeseadas, como si había una chica robándome mis valiosas horas de sueño…como si eso fuera a pasar querida madre…mis ojos siguen el descenso de la ultima hoja del día y yo con paso sigiloso me acerco un metro mas, solo por un momento muy pequeño, me pregunto ¿Cómo será la familia de Takao?, ¿serian como mis padres?, eso definitivamente seria un problema, no quiero que el sienta la misma decepción que yo con los míos, sin dudas quiero verlo sonreír.

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Si contara todas las hojas caídas pienso que serian 99, estoy tan cerca de ti que siento la cercanía como un gran logro para mi poco valor, incluso y si mis ojos no se concentraran de verte a ti, podría adivinar que canción es la que siempre recitas, me sentía tan patético haciendo esto que si lo pienso de esta forma, me has hecho cambiar sin siquiera intentarlo, es una manera muy rara de empezar a sentir algo por alguien, pero heme aquí, deseando y a la vez no estar a tu lado. La ultima hoja cae y prácticamente estoy a tu lado, esto suena como si yo fuese un verdadero acosador, pero es inevitable hacerlo, no quiero que te asustes, no quiero que te vayas de mi lado sin siquiera haberme dado la oportunidad. Me siento por última vez respirando profundo y ver las hoja alrededor, aliviado de que tengas puestos los auriculares ya que el crujir de las hojas me delataría por completo.

Es gracioso pensar que hace unos días estaba odiando a todos, sin embargo todos mis sentimientos están puestos en ti ahora, la luz del día baña las hojas cobrizas que caen de los árboles y el viento recita una canción que solamente puedo escuchar si cierro los ojos. Suspiro pesadamente y de repente mis nervios se apoderan de todo, un ligero temblor hace que mis labios se muevan involuntariamente, y lucho con todo aquello que me hace querer huir, ahora no estoy tan seguro de seguir esta locura. Me levanto derrotado buscando una excusa válida para mi mismo de no darme por vencido, sin embargo y como si fuera una señal de dios, de Oha Asa o de cualquier otra entidad divina debo detenerme al escuchar lo que desde hace tiempo he querido averiguar…

 

“Sálvame de mis supersticiones,
ahora soy libre de la condición del alma.
Espera un tiempo
y te saludaré con una sonrisa.
Abrázame porque estoy seguro
de que soy odiado.
Las promesas están sobrevaloradas.
Espera un tiempo
mientras me ahogo en la negación”

 

Su voz suena tan suave y melodiosa, me encierro dentro de la armonía de la letra y cierro los ojos con la esperanza de grabar a fuego tu voz en mi cabeza.

"Conviérteme en alguien como tú
encuentra un lugar donde podamos ir,
huye y llévame contigo.
No lo dejes ir, necesito tu rescate.
Mírame porque estoy en una misión
abrázame de nuevo, 
así estaré obligado a escuchar.
No me dejes ir porque no soy
nada sin ti."

 

No sabía si reír o solamente lanzarme sobre ti y besarte, tu voz seguía cantando  el resto de “esa” canción,  y yo no podía pensar que eras más que perfecto, mis nervios se habían ido y solamente me acerque, sin nervios de por medio, sin miedo al rechazo, solamente viéndote sonreír de aquella forma tan hermosa y esa expresión de tranquilidad en tu rostro.

La canción había terminado y abriste tus ojos, tu sonrisa se fue y estaba seguro que estabas más que aterrado de verme ahí frente a ti. Rápidamente te pusiste de pie y entendí, que si te dejaba ir, desaparecerías de mi vida…

— ¡No espera, no te vayas!—contesto el peli verde mientras sujetaba de un rápido movimiento al azabache por la muñeca— Esta vez no fue mi intención asustarte, yo…solo…

—Por favor suéltame—contesto el azabache mientras enfrentaba con la mirada al peli verde— ¿Qué quieres de mí? ¿te estás burlando o algo por el estilo?

— ¡No por favor!, espera mira— rápidamente y sin saber exactamente qué estaba haciendo, el oji verde busco entre sus cosas su celular pulsando el botón de play dejando escuchar la misma canción que el azabache entonaba — No quiero que pienses mal de mí, he estado tratando de hablar contigo desde hace tiempo, pero puedo ver que no te gustan las personas…y…tenía miedo a que tuvieras miedo, pero soy un idiota que no puedo ser normal y estuvo esperando a que cayeran las hojas para acercarme a ti, pero Oha Asa no predijo esto, y me encanta tu voz, cantas hermoso y sé que es difícil confiar en un extraño, pero…puedo salvarte, así que por favor no tengas miedo— termino por decir el oji verde de manera atropellada mientras veía con desesperación contenida al azabache que se encontraba estupefacto

Sin poder evitarlo el azabache rompió en carcajadas mientras se sostenía el estomago al escuchar al peliverde — ne Shin chan ¿hiciste todo esto solamente por mi?—contesto con dificultad el azabache quien se sostenía del árbol en el cual estaba recargado  tratando de retener el ataque de risa causado por el peli verde—Lo siento…jajaja de verdad, que lo siento pero es lo más loco que he escuchado de alguien

—Espera ¿Cómo sabes mi nombre?—Pregunto el peli verde mientras abría los ojos como platos al ver reír de esa forma al oji azul y notar que este lo había llamado por su nombre

— ¿No creerás que no se al menos el nombre de mi acosador verdad?, estos ojos no solo son para adornar—menciono el oji azul mientras señalaba su cara—Se de ti mucho más de lo que tú crees, y lamento haberte hecho esto, pero…tenía miedo, no es algo de lo que pueda hablar como si nada, es solo que…apenas nos conocemos …y… ¿soy muy extraño no lo crees?—cuestiono el menor mientras posaba su cabeza sobre sus rodillas, perdiendo su vista en el caer de las hojas.

Con paso lento y aun temiendo de lo que iba a hacer, el peliverde envolvió al azabache entre sus brazos que sin saber qué hacer correspondió el tierno detalle.

—También soy extraño…podríamos hacer una buena pareja—susurro el peli verde mientras trataba de ocultar su evidente sonrisa al sentir los brazos del menor en sus hombros. En definitiva Oha Asa nunca se equivocaba.

~~~~~~~~~

Era ridículo el siquiera pensar en esa situación, era gracioso pensar que hace días no podía conciliar el sueño por esas pesadillas que lo habían estado atormentando, tenía un pasado, uno doloroso que posiblemente cargaría el resto de sus días, pero si de algo estaba seguro, era que desde que descubrió la intenciones del peli verde estas habían dejado de atormentarlo a todas horas del día, porque si, sabia de él.

Jamás podría sacarse de la cabeza aquella intensa mirada verdosa, la primera vez que lo vio, el sentir su mirada penetrante todas esas horas de clase, sabía que lo observaba, sin embargo su mirada le daba confort y no hacia que quisiera huir de él, al contrario, se sentía mejor cuando él estaba cerca. Sabía que era una locura confiar literalmente en un completo desconocido que probablemente podría hacerle daño, pero algo le decía que hacia lo correcto, sin duda el era una acosador del cual no quería deshacerse.

El tiempo transcurría y las hojas seguían cayendo, aunque el tiempo no trascurría de la misma manera para esos dos extraños que se abrazaban con tanto sentimiento, la vida era extraña y sin duda llena de locuras, el otoño traía consigo vientos fríos que contrastaban perfectamente con los colores cálidos de la estación, siempre había amado esa estación, sin embargo nunca pensó que este le regalaría el amor de una manera tan alocada y sutil.

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El otoño de ese año sin duda había sido el mejor en toda mi vida, las estaciones seguían pasando y esa estación seguía siendo especial para aquellos desconocidos que con el pasar de los días pedían al tiempo detenerse, solo para no separarse y seguir amándose.

Sin duda conocer a mi azabache de ojos azules había sido como ganar la lotería en el juego de la vida, su sonrisa sincera era como un elixir de la vida, me hacia sonreír con cada tierno puchero que me dedicaba, amaba su aroma y podía disfrutarlo siempre que estuviera cerca de él.  

 

~*OoOoOoOoOoOoOoOo*~

Las noches del otoño eran sin duda frías, pero la temperatura aumentaba cada vez que el cuarto oscuro se llenaba de los sonidos entre los amantes, 5 años no habían pasado en balde, la lucha infinita en contra de los demonios internos de ambos había dejado más de una cicatriz que entre ambos trataban de sanar.

El peliverde repartía besos en todo el cuerpo del azabache que se retorcía de placer debajo suyo, delineando con suma delicadeza cada marca y cicatriz de la espalda del oji azul que arqueaba con cada nueva embestida proporcionada por el mayor. Shintarou había descubierto la verdad de Kazunari con el pasar del tiempo, su trauma y sus pesadillas al cual estaba atado por ser el blanco de constantes acosos por su orientación sexual, lo había hecho entender que debía protegerlo costase lo que costase. Había costado horrores hacer que Kazunari confiara en el, sin embargo más que desesperante para el peli verde era todo un éxtasis descubrir que con el pasar de los días el oji azul sonreír de una manera tan real y tan angelical que no quería que jamás se borrara.

Porque el quería una vida en donde podría dormir abrazado a su amado oji azul y confortarlo cada vez que sintiera hundirse en el abismo, quería despertar y verlo tan calmo y en paz mientras este durmiera, quería que su aroma quedara impregnada por siempre en su persona y que de esta manera lo acompañara el resto del día…sin duda alguna quería Takao Kazunari como su vida misma.

—Nhg Shin chan… ¡MAS…MAS RAPIDO!—gimió el oji azul mientras dejaba de aferrarse a las sabanas de la cama para atraer el cuerpo del peli verde al suyo, clavando y rasguñando la blanca espalda del mayor en un intento de recobrar la postura ante tal placer

—No…no tienes que decirme lo que ya se—contesto el oji verde mientras atrapaba los rosados labios del menor en un intento de unirse más con el oji azul.

Los sonidos de la noche eran mezclados con los gemidos de ambos, mientras que el fresco del otoño se colaba por la rendija del ventanal de vidrio a su costado. Un sonoro gemido del oji azul basto para indicar que ambos terminasen al mismo tiempo y mientras Shintarou abrazaba a un agotado azabache, besando con amor y lentitud una vez más el cuerpo a su lado, el menos le sonreía como solamente él podía hacerlo.

—Shin chan—llamo el halcón al cansado peli verde mientras enterraba sus finos dedos entre la curiosa cabellera del mayor—Te amo…gracias por salvarme del abismo, gracias por ser mi acosador, y gracias por nunca juzgarme al saber de mi verdadero yo.

El sonrojo se instalo en las ya de por si sonrojadas mejillas del oji verde, mientras sin esperarlo, una enorme sonrisa se instalo en su rostro, cosa que extraño al oji azul.

—No tienes que agradecer mi hermoso ángel…solamente vivo para ti— respondió el oji verde enterrando su cuello en el hombro del menor, mientras que ambos entre caricias y besos furtivos, sin importarles en lo mas mínimo su propia desnudez se adentraron en el mundo de los sueños, esperando despertar juntos al siguiente día.

No podía imaginar que hace unos años estuviera deseando encontrar una manera de sentirse vivo, que a pesar de la desaprobación de sus padres al encontrar alguien a quien amar le había causado un dolor profundo del que jamás hablaría, que a pesar de las inseguridades de su pareja él tendría que buscar la manera en hacerlo sentir seguro de sí mismo, y que siempre tendría miedo de perder al amor de su vida…por que con toda seguridad Takao Kazunari se había convertido en el amor de su vida, en su razón de sonreír día con día, como el mismo lo hacía, y  sobre todo porque  había logrado hacer que el sintiera todo tipo se sensaciones y sentimientos que sin duda… lo hacían sentir humano.

Notas finales:

Bueno chicos espero que les haya gustado el aporte, por cierto me gustaría saber si quieren que profundice un poco más en los años de noviazgo entre ellos dos durante los primeros años, asi como lo que paso entre los padres de shin chan y el trauma de nuestro bello halcón, y bueno dejando eso a un lado, quejas y sugerencias, jitomatazos? Kaori los ama! Y espero podernos leer pronto en las actualizaciones


 


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