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El Secretario del Rey por Vegeta II

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El secretario del Rey 



Parte II 



 



Se sentía algo nervioso, daba vueltas de un lado a otro, se comía las uñas y parecía que en cualquier momento se desmayaría. No sabía qué hacer, estaba asustado, emocionado y a la vez muy triste, sobre todo porque no sabía cómo sería la reacción de su amante cuando se enterara – si es que se llegaba a enterar, claro está - ‘’No, no, no’’ decía una y otra vez, mientras caminaba en círculos en su oficina. Miró el papel nuevamente, lo sostuvo en sus manos y contempló la palabra escrita con azul ‘’Positivo’’ más una imagen a su lado. La miro con brillo en los ojos, no podía creer que eso le estuviera pasando a él.  

Dejó el papel a un lado, y posó ambas manos en su plano estómago, y se froto con suavidad. Su bebé crecía poco a poco en su vientre, se había enterado de su embarazo hace unas horas y ya sentía que iba a amar y proteger a ese niño con todo su ser, lo amaba, siempre quiso tener una familia y más aun con la persona que más amaba en el mundo. 

– Lo siento bebé, aun no sé cómo decirle a tu padre que vienes en camino... Tengo miedo... ¿Y si él no te quiere? – Hablo para sí mismo más que para él bebé en su vientre. Kakarotto, no era un guerrero, no era tan fuerte, por eso era nada más que un empleado de oficina. Pero más allá de su debilidad física, siempre se había considerado alguien emocionalmente fuerte, pero en esa situación no sabía cómo afrontar las cosas, además... Existía un pequeño conflicto con el padre de su hijo que mejor, no quería recordar.

Guardó el papel que le había entregado el doctor del castillo en uno de los cajones de su escritorio, nadie debía enterarse de su situación, nadie debía enterarse que estaba embarazado si eso sucedía lo llenarían de preguntas o lo señalarían por promiscuidad o algo así. No quería arriesgar a que lo señalaran de mala forma cuando no había hecho nada malo.  

Kakarotto era joven, estaba en sus veintitantos, no era muy común que los saiyajines tengan hijos a tan temprana edad. La raza de su pueblo era considerada la más arisca de todas, con respecto a la reproducción de la especie, era muy común que los saiyajines se preocupen más en nuevas conquistas y guerras que en reproducirse, luego de eso sigue la descendencia, si ellos querían obviamente. 

Suspiro angustiado, pero sabía que si seguía pensando en cosas tan banales no iba a llegar a ningún lado, tenía que salir, enfrentar al mundo y si era necesario ¡Darle un puñetazo al bastardo que lo embarazó! Agarró todo el valor que pudo de -nadie sabe dónde, - se acercó a la puerta y esta se abrió por si sola, y de un zanjaso salió de la oficina, luego de hacer eso, rápidamente volvió a meterse dentro de ella, cerrar la puerta rápidamente y ajustar la seguridad... por si acaso.  

– No... Ni loco salgo de acá, seguro que debe estar por ahí, no puedo imaginarme cruzármelo, ya se. Lo voy a evitar por el resto de mi vida...– Decía todas incoherencias, sin pensar realmente por el miedo que le invadía todo su ser, su corazón palpitaba rápidamente y ni que hablar, se sentía nauseabundo. – Vegeta... – Susurró con la voz temblorosa, pero con cierto cariño. – No quiero que me abandones... – En el fondo sabía que Vegeta, rey de los saiyajines sería incapaz de dejarlo y menos si llevaba a su primogénito en su vientre. Muchas veces Vegeta le había dicho que lo amaba sin importar qué y haría todo lo posible por quedarse a su lado. Sin embargo, desde que se enteró de la supuesta prometida del príncipe ahora Rey (no se acostumbraba a decirle Rey), surgieron dudas, inseguridades y muchos conflictos emocionales en la mente del Saiyajin menor, obviamente, él no era nadie, solo un simple secretario que acompañaba al Rey a todos lados y nada más.  

Se quedó mirando un punto inexistente en la habitación, ya no quería pensar, pero tampoco podía evitarlo. Luego de un rato se vio interrumpido por un golpe en la puerta, alguien estaba llamando, ‘’Que inoportuno’’ Pensó. 

– Kakarotto, soy la asistente Baum, me ordenaron decirle que le recuerde que hoy tiene una cita con los comerciantes extraterrestres, El Rey Vegeta solicitó su presencia dentro de diez minutos en el despacho real. – Anuncio la mujer con voz seria. 

¡Lo había olvidado por completo! Kamisama, no podía ser el peor momento de su vida. Se masajeo el puente de la nariz, por supuesto, había olvidado también que no sería fácil ignorar a Vegeta si obvio, él trabaja para Vegeta... ¿Qué demonios estaba pensando? Carajo... 

– ¿Joven Kakarotto? 

– Sí, ya escuché, en unos momentos estaré ahí. – Respondió, lo cual la mujer se marchó de inmediato.  

Lo principal... Tenía que relajarse, si no se lo decía ahora, en otro momento sería, de todas formas, no había tanto apuro de que Vegeta se entere.  

Inmediatamente acomodo su vestuario lo mejor que pudo, respiro hondo, irguió su espalda y salió de ese cuarto como si hace unos momentos no hubiera tenido un ataque de pánico, tranquilo, natural, como siempre, relax. 

– Kakarotto.– Llamo Vegeta en cuanto lo vio entrar por la puerta, con una media sonrisa, algo que al Saiyajin menor le hizo revolotear maripositas en el estómago.  

– Señor... – Respondió inclinándose, haciendo una reverencia a su majestad. – Traje los papeles que le ordeno a la asistente Baum, están todos en orden, yo mismo los inspeccioné. – Vegeta asintió satisfecho, e hizo un ademan para que se los acercara, Kakarotto un tanto nervioso caminó lentamente hasta el mueble y depositó los papeles delante de Vegeta.  

Vegeta lo miró curioso, lleno de intriga por la actitud rara que tenía su amante ese día, sin embargo, solo lo miró y no se limitó a hacer nada más que eso. Kakarotto moría por salir corriendo del lugar y se estaba conteniendo incluso para no hacerlo, pero eso sería algo estúpido de su parte, no quería desarrollar más problemas por ese día.  

– Confío en ti y tus correcciones, estos archivos son importantes. Así que es importante no cometer errores, por ahora solo necesito el brief y las cartas correspondientes a nuestros posibles vendedores. – Kakarotto escuchó con atención la petición de su Rey y asintió seriamente, él podía hacer muy bien su trabajo sin importar cuan presionado se sintiera, por eso Vegeta confiaba tanto el. – Aquí prepare un boceto de lo que tiene que ir en la carta, quiero que lo redactes bien y lo pases en limpio, luego me lo traes así lo firmo. – Kakarotto tomó el pedazo de papel, lo leyó brevemente y lo guardo en su portafolios que llevaba en uno de sus brazos.  

– De acuerdo ¿Algo más, señor? – Pregunto Kakarotto esperando que eso fuera todo por ese día.  

– Bueno, hay algo más... – Kakarotto lo miro con pánico en los ojos ‘’ Hay no ya lo sabe ¡Corre perra corre!’’ Pensaba para sus adentros, pero después de todo terminó de escuchar a Vegeta. – Hoy no te vi, no saliste de tu oficina en toda la mañana, recién ahora pude ver tu rostro...– Dijo, a la vez que se ponía de pie y caminaba hacia al más bajo para estar cerca de Kakarotto. – ¿Por qué? ¿Qué estabas haciendo? Y ¿Con quién? – Dijo, mirándolo seriamente, tratando de penetrar con su mirada su mente, como un rayo disparado de su dedo índice.  

– Estuve haciendo trabajo pendiente...– Vegeta entornó los ojos un poco disgustado con la respuesta.  

– Haré de cuenta que te creo...– Dijo colocando su mano en su hombro, deslizándola lentamente hasta su cuello, agarrándolo, Kakarotto sentía su corazón acelerado sin poder moverse por el repentino miedo que le invadió en todo su cuerpo. Vegeta de pronto apretó su cuello y lo hizo darse vuelta sobre el escritorio teniéndolo boca arriba y el encima del más joven. – ¿Pero sabes una cosa? Estoy muy enojado...  

Kakarotto solo abría y cerraba la boca sin poder decir absolutamente nada, no podía hablar debido al miedo que lo paralizaba en ese momento, Vegeta estaba encima suyo, con un semblante que daba miedo y sobre todo no parecía estar muy feliz que digamos.  

– Yo... No sé a qué se deba eso...  

– Kakarotto, no quiero que me mientas...– Decía acercando su rostro al de pelos revoltosos. Con la lengua lamió los labios de más chico y continuó con un beso húmedo y lento. Kakarotto cerro sus ojos ante el contacto inesperado, hacía tiempo que no lo besaba así y se sentía extraño, a decir verdad. – Puedes decirme la verdad. – A pesar de eso, Kakarotto no tuvo la valentía suficiente, empujo a Vegeta lo suficiente como para dejarlo libre y ponerse de pie. El de pelos en llamas lo miró un poco confundido y dolido al mismo tiempo, algo le pasaba y no sabía lo que era.  

– No sucede nada, lo siento... Tengo mucho trabajo que hacer. – Dijo Kakarotto, haciendo una rápida reverencia y saliendo del lugar lo más rápido posible, dejando a Vegeta, este se sentía un poco mal, su amante lo estaba ignorando olímpicamente y no sabía él por qué. Tal vez... No, sacudió su cabeza, Kakarotto sabía que lo amaba y que, aunque estuviera casado en contra de su voluntad habían acordado no separarse nunca.  

Vegeta tenía miedo, no quería perder al amor de su vida, Kakarotto aunque parece no importarle que se haya casado, le dolía, lo sentía en su corazón y eso lo lastimaba a él también... 

 

Los días pasaban rápido, pero Vegeta ya estaba harto, desde ese día que Kakarotto lo rechazó por completo todo transcurría de mal en peor, más allá de que antes solo lo ignoraba ahora también lo evitaba a toda costa o decía algún pretexto para no verlo ¡a él! No entendía porque, sentía a su amante cada vez más lejos y eso lo entristecía demasiado, en su soledad pensaba que tal vez Kakarotto ya no lo amaba y por eso no quería verlo más, pero no podía saberlo... ¿Cómo podría? Vegeta daba vueltas en su cuarto pensando que había hecho mal en la relación, si dijo o hizo algo tonto que haya hecho que Kakarotto no quisiera verlo ni en pantalla. Pero nada se le venía a la mente, no podía recordar hacer hecho o dicho algo ofensivo hacia su joven amante. 

Escucho un toque en la pueta, algo duro. Ya sabía quién era, así que simplemente dejo pasar a su padre a la habitación y sabía a la perfección a que venía el viejo ese.  

– Padre... – Dijo Vegeta sentándose en uno de los sillones de su cuarto mirándolo seriamente. El sujeto viejo Rey lo miro de reojo un poco molesto y negó con la cabeza.  

– Lamento interrumpir tu hora de descanso, sé que estas no son horas de la noche para venir a molestar, pero...– Decía el viejo Rey, pero Vegeta lo interrumpió de inmediato.  

–Vienes a hablar de ella, no quiero saber nada. – Dijo directamente sin tapujos.  

– Es momento de que madures, es la esposa perfecta que elegí para ti y tu descendencia, es inteligente, fuerte y de clase alta, una guerrera y una mujer excepcional. – Decía su padre con entusiasmo, pero Vegeta solo rodo sus ojos, molesto por la conversación que se aproximaba. – Es momento de que ya tengas hijos, así está escrito en el acta, los padres de tu esposa se preguntan porque desde la boda ni siquiera has querido pasar una sola noche con tu hembra.  

– No la quiero y no la voy a querer nunca, la rechazo por completo ¡Solo me case pro TU capricho! – Sentenció Vegeta enojado y harta do esa charla. Nunca se iba a acostar con esa mujer tan vulgar. 

–Ni siquiera hacen el esfuerzo en llevarse bien... Sin tan solo te interesaras en ella... Escucha, le dije que viniera ahora mismo, así pasan un rato los dos solos. – Vegeta lo miro con los ojos muy abiertos ¿Qué había hecho? No... Estaba loco, ese hombre no podía hacer ese tipo de cosas.  

– Que, ni, se, te, ocurra... – Dijo Vegeta con la voz rasposa y llena de odio contenido. En ese momento se escuchó la puerta tocar y el ex Rey sonrió de oreja a oreja. Vegeta lo miro con odio.  

– Oh ya llego, espero que la trates bien. – Dijo el adulto mayor, yendo hacia la puerta y dejando pasar a una mujer de cabello negro y atado en una elegante coleta, con pendientes dorados en su orejas y adornos en básicamente toda su armadura, la chica era linda en sí, pero su mirada era lasciva y llena de ansias, mirando al príncipe con hambre y lujuria. El ex Rey salió de la habitación inmediatamente después de despedirse de ambos. 

– Lárgate. – Dijo Vegeta a la mujer que acababa de llegar.  

– ¡Tan rápido me vas a echar? Vamos, sé que te parezco atractiva y por eso te poner nervioso cuando estas cerca de mi... – Decía ella con vos se ductora al mismo tiempo que caminaba en dirección a Vegeta, este la miraba con odio y rencor. – No te preocupes, yo te haré olvidar de todas esas cosas, cariño. – La mujer se posicionó tan cerca que podía respirar el aliento de Vegeta.  

–No lo voy a repetir, LAR – GA – TE. – A Vegeta se le comenzaba a salir una vena por la frente, hinchada por la rabia que se le empezaba a acumular. La mujer bufa, burlona y divertida por la reacción de Vegeta y sin pensarlo se le tiró hasta besarlo sin pensar, aferrando sus piernas a la cintura de Vegeta provocando que este callera al sofa dejando a la mujer encima de él. Vegeta la separó de su cuerpo bruscamente y giro su cabeza a la derecha. 

No supo cuándo ni en qué momento se había abierto la puerta de su cuarto, usualmente solo una persona puede entrar y salir cuando quiere y esa persona estaba ahí parada, en el umbral de la puerta mirando la escena con los ojos muy abiertos y cristalinos. Vegeta lo vio, negó con su cabeza, abrió su boca para decir o gritar algo pero no pudo, ya que Kakarotto salió corriendo de inmediato del lugar. 

– ¡NO, ESPERA! – Gritó Vegeta desesperadamente mientras arrojaba a la estúpida mujer lejos de su cuerpo, sin importarle si se golpeaba o no. Corrió hacia la dirección donde Kakarotto había huido, pero no encontró rastros de él, corrió lo más rápido que pudo al apartamento del chico, pero no lo encontró ahí, tal vez salió volando del castillo, pregunto a los guardias, pero nadie vio realmente si lo vieron salir.  

Kakarotto corrió sin mirar atrás, a pesar de los gritos eufóricos de Vegeta llamándolo en la lejanía, corrió y corrió hasta la salida del castillo, de inmediato despego en vuelo con su poder, – al menos había aprendido a volar como todo Saiyajin – Tenía los ojos rojos e hinchados, sus lágrimas resbalaban por su rostro. No podía creerlo, Vegeta le había mentido, le dijo muchas veces que no se relacionaba de ninguna forma con su ‘’esposa’’, pero lo que vio era totalmente lo contrario a las palabras dichas por Vegeta.  

– No es cierto... No es cierto...– Decía mientras chorros de lágrimas gruesas seguían acariciando su mejilla.  

 

El corazón de Vegeta se contrajo cruelmente, sentía una fuerte punzada en el pecho. Tal vez era Kakarotto quien se sentía así, con el corazón roto y una sensación de amargura lo invadió. Tenía que encontrarlo y decirle que era un mal entendido, que no era como él lo había visto ¡Había una explicación! Pero a pesar de sus esfuerzos por buscarlo no halló nada. 

 

Al día siguiente tampoco lo encontró ni supo nada de él, no se había presentado a la oficina ni a las reuniones agendadas, no sabía si se había ido del castillo o si estaba en otra parte del planeta, no podía ir tan lejos pero tampoco podía comunicarse con él ni encontrarlo ya que no llevaba su scouter. Nunca antes Vegeta se había sentido de tal manera, ahora comprendía muy bien como se había sentido Kakarotto todo ese tiempo desde que se había casado espontáneamente. Era un amor totalmente correspondido ¡Pero socialmente imposible! Lo amaba, lo anhelaba, lo extrañaba día a día que no pasaba con él.  

Caminó, entre los pasillos del palacio, sin rumbo, sin saber realmente a donde ir y como si se tratara de una obra de magia lo vio. 

–¡Kakarotto! – Grito de inmediato, y en una teletransportación co ertastaba en frente de él, lo estrecho entre sus brazos, sin apretar mucho y lo abrazo para que no huyera tan fácilmente. El menor se sacudía frenéticamente, incontrolable, pero para Vegeta no era imposible sostenerlo. – Kakarotto... Por favor, escúchame. – Suplico el Rey de los saiyajines al más bajo.  

–¡Suéltame! – Pero la petición no fue escuchada y Vegeta se lo llevo a otro lugar, estaba cerca de su habitación así que lo arrastro hasta ella y lo metió a la fuerza, cerro y aseguro la puerta para que nadie entre ni salga. Kakarotto iracundo arremetió contra él, golpeándolo en el pecho, en los brazos y en cualquier lugar que se le ocurriera. Vegeta sin importarle absolutamente nada de lo que hiciera Kakarotto, sujeto sus manos fuertemente, lo llevo a la cama y lo tiró sobre ella, el menor lo miro con los ojos llorosos y llenos de dolor. – ¿Por qué...? – Pregunto con la voz quebrada Kakarotto. – ¿Por qué me haces esto...? Solo... olvídate de mí. – Vegeta se inclinó sobre el para tener su cara frente a la de Kakarotto. 

– Lo que viste esa noche, no es lo que crees, ella invadió mi privacidad... No creí que se me encimara de esa forma. – Explico Vegeta de la mejor forma posible a lo que Kakarotto lo miro con los ojos llorosos, sin creer aun en las palabras dichas. No quería recordar ese momento doloroso para él. – Yo te amo, Kakarotto. – Este lo miro llorando sin poder decir nada, Vegeta le había dicho muchas veces esas palabras, pero esta vez era diferente, se sentía extraño y muy muy sensible a cualquier cosa que dijera el mayor.

– Estás casado, es normal que hagas esas cosas con tu pareja. – Dijo Kakarotto desviando su mirada a otro lado que no sea el rostro Vegeta, quien lo miro con el ceño fruncido.  

–¡YO decido quien es mi pareja! – Exclamó vegeta enojado perdiendo por completo la paciencia. – Y tú eres mi pareja ¡SOLO TÚ! – Y sin pensarlo lo beso en los labios, rudo, sin ningún atisbo de delicadeza, introduciendo su lengua en la boca del más chico. Se separó de la boca solo para seguir chupando y lamiendo todo el cuello de Kakarotto. Este por más que quisiera hablar no podía, estaba extasiado ante la repentina intromisión de Vegeta, quien parecía no querer parar.  

Vegeta coló sus manos por entre la ropa de Kakarotto acariciando la suave piel de su cuerpo, subió la camiseta negra, también le quito la capa que llevaba puesta. Vegeta comenzó a besar y lamer el abdomen del más chico, haciendo que Kakarotto se puso muy rojo ante ese acto y no pudo evitar ponerse nervioso. Aun no le decía sobre el bebé que esperaba y estaba convencido de que Vegeta lo iba a querer, pero decidió callar. No quería arruinar el momento que de pronto comenzó a ponerse muy picante.  

Cuando quisieron acordar Vegeta se encontraba encima de Kakarotto, ambos completamente desnudos, El Rey estaba penetrándolo una y otra vez, sin parar. Kakarotto estaba completamente hecho un desastre debajo de Vegeta gimiendo sin una pisca de pudor y es que hacía mucho tiempo no habían tenido un encuentro así, se sentía placentero, murmuraba cosas sin sentido. – ¡Ah! – Gritó cuando sintió la estocada final que hizo que se corriera por completo, su respiración aún estaba acelerada, su corazón palpitaba con fuerza. Vegeta se dejó caer sobre el cuerpo blanco de su amante, aferrándose a él al igual que Kakarotto, por un momento hubo silencio, solo se escuchaba la respiración agitada de cada uno y sus corazones palpitantes.  

Vegeta aspiro el aroma de su amante, embriagándose de él.  Le encantaba todo de él, su cuerpo, su aroma, su ser y no lo dejaría ir nunca. Amaba como se complementaban el uno al otro y como la conexión que tenían iba creciendo aún más con cada encuentro. Vegeta era su destino, y Kakarotto ambos estaban destinados a estar juntos. 

Entre risitas y caricias Kakarotto se quedó dormido y Vegeta contempló su hermoso rostro, delineando su perfecta nariz y sus pestañas negras. Besó cada centímetro de su rostro y atesoró cada gesto de su amante. No le importaba lo que dijera su padre, nunca le había dicho de quien estaba enamorado, y sabía que no iba a aceptar su relación con Kakarotto por eso lo ocultaba tanto.  

 

Los días transcurrieron un poco mejor para Vegeta, últimamente se encontraba más seguido con su amado, aunque hubiera días que –no entendía por qué- estaba muy distraído o pensativo. No le puso mucha importancia ya que se trataba de Kakarotto, él siempre estaba algo distraído a veces o sacaba su lado torpe de vez en cuando, y amaba esa faceta del menor.  

– Mi Rey...– Llamó alguien a sus espaldas, Vegeta detuvo sus pasos y se güiro para mirar a la persona a sus espaldas. – Discúlpeme...– Decía al mismo tiempo que se reverenciaba. – Vengo a pedirle un pequeño favor. – Vegeta enarcó una ceja y miró con curiocidad al otro Saiyajin.  

– Doctor... ¿Pasó algo? – Preguntó Vegeta serenamente. La otra persona solo sonrió y extendió un sobre con papeles dentro, el cual Vegeta tomó.  

– He estado un poco preocupado por el joven Kakarotto, hace tiempo no lo veo y no ha venido a recoger su último estudio ¿Podría dárselos?  Se que debe estar muy ocupado ahora mismo, pero tal vez usted lo vea más seguido que yo. Digale que me venga a ver en cuanto pueda. – Vegeta estaba muy asombrado ante las palabras dichas por el Doctor del castillo. Solamente asintió e hizo una señal con su mano para indicar que se podía retirar, que él se encargaría. 

Inmediatamente Vegeta corrió hasta su la sala Real donde usualmente recibía a la gente y se sentó en el trono. Miró el sobre dudando si usurpar la intimidad de su amado o dárselo así. Pero ese no sería Vegeta, al demonio, solo le preocupaba que tuviera alguna enfermedad y Kakarotto nunca se lo hubiera hecho saber.  

Abrió el sobre un tanto impaciente y sacó el papel que contenía dentro. Lo leyó al principio tardo un poco en entender algunas cosas de las que decía en el pero tan pronto como lo saco se puso de pie. Incrédulo, asombrado, sus ojos se habían abierto desmesuradamente y caminó en línea recta hasta la salida del lugar. 

–Kakarotto... ¿Por qué no me dijiste nada? – Decía en voz baja, sus ojos se veían brillosos y llenos de ilusión. Sonrió y se tapó la boca para evitar no gritar. Corrió lo más rápido que pudo hasta la oficina de Kakarotto, Vegeta vio que justamente había salido de la oficina y se dirigía a otra parte.  

– ¡Kakarotto! – Grito de pronto para detenerlo. El más chico se detuvo en seco y se giró como si fuera un robot para mirar a Vegeta. 

– ¿Sí, su alteza? – Dijo el de cabellos revoltosos, poniendo su mejor sonrisa, aunque le salió algo chueca debido al nerviosismo que le invadió de pronto.  

– ¿Qué es esto...? – Dijo Vegeta enseñando el papel, Kakarotto lo miró y su sonrisa desapareció por completo. Vegeta estaba algo ofendido con su amante, le había estado ocultando algo tan importante ¡ESTABA EMBARAZADO DE SU HIJO! Y Kakarotto ni siquiera le había dicho absolutamente nada. Aparentemente el papel decía que de acuerdo a los avances de los análisis correspondientes a los anteriores estaba entrando en la Doceava semana del embarazo. No sabía en qué momento se lo iba a decir, pero Vegeta sabía que tal vez Kakarotto no sabía cómo hacerlo. Menos mal que el doctor le entregó ese sobre a él.  

Vegeta después de una larga discusión con el pelinegro lo abrazó, estaba muy feliz por la noticia, amaba a su pareja y ahora que iban a tener un hijo, no podía ser más especial aún. Estaba dispuesto a todo porque su pequeña familia en crecimiento sea feliz. Su hijo o hija sería el impulso definitivo para decirle a su padre todo lo que tenía que decirle, que él amaba a Kakarotto y eso jamás nunca, ni absolutamente nadie lo iba a cambiar.  

 


Continuará... 



Eso creo.  

 

Notas finales:

Holis, bueno se que ha pasado mucho tiempo. 

Pero a algunas personas que leyeron este fic y les gusto quedaron algo inconformes con que solo eras un capitulo, decidpi escribir, dos o 3 más para terminar el desarrollo de la historia y que no quede asi suelta. 

Trate de escribir lo mejor que pude luego de mucho tiempo así que sean blandos. 

Lean, opinene, comenten y espero que les haya gustado más que nada. 


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