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Rain por anvari

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Notas del capitulo:

Holi, sé que nunca me paso por acá pero necesitaba escribir algo de estos dos.

Es probable que a algunos de ustedes les cause diabetes.

 

Saint Seiya y sus personajes le pertenecen a Masami Kurumada

Milo amaba los atardeceres desde pequeño se habían convertido en su imagen preferida y siempre subía a la azotea para poder admirarlos. Le encantaba como se mezclaban distintos tonos de rosa y naranja, la calidez que estos transmitían iba más allá de cualquier otra escena que le viniera a la memoria y durante un momento sentía como su alrededor se desvanecía y pronto se encontraba sumergido en el lienzo que formaban aquellos tonos.

Es por eso que aprovechó su pequeño momento de libertad y decidió ver la puesta de sol, tal y como lo hacía cuando era niño.

 

Desde que la universidad empezó Milo no había tenido tiempo para nada, sus horas de dormir se reducían con el paso del tiempo, las salidas con Aioria o alguno de los gemelos siempre terminaban por ser canceladas y las noches de películas que reservaba para si mismo fueron transformadas en noches sin dormir; ensayos, tareas, investigaciones. La vida de Milo se había convertido en escuela, escuela y escuela.

Aunque amaba la carrera y la mayoría de las cosas que la universidad le otorgaba no podía evitar el sentirse abrumado, sobretodo en estos últimos días, se sentía asfixiado por las tareas sin fin y el tiempo parecía nunca ser suficiente.

 

Hoy parecía ser un buen día para mandar a volar todos sus deberes y disfrutar un rato a solas, después de todo las vacaciones de Invierno estaban a la vuelta de la esquina y había terminado antes de lo que esperaba. Así que eligió un buen lugar en los pastos de su escuela y se tiró a ver la escena que se presentaba frente a él, sin dudas fue una mala idea.

 

Milo amaba los atardeceres tanto como odiaba la lluvia, despeinaba su cabello, arruinaba sus trabajos, despintaba su ropa y para terminar siempre que el diluvio caía Milo parecía tener una maldición para olvidar su paraguas y terminar en cama durante más de una semana y hoy no fue la excepción.

 

Después de quedar maravillado por el ocaso se dirigió a la salida del campus y tan pronto como la Luna se posó en lo alto de la oscura noche, el cielo comenzó a caerse. Estudiantes corrían despavoridos intentando cubrirse de la lluvia, algunos con paraguas otros menos afortunados (como en su caso) debían de rogarle a alguna deidad para encontrar refugió y no enfermarse.

Milo corrió hasta la salida buscando en la parada del bus algún refugio de lo que parecía ser la ira de la naturaleza. Sabía que no iba a parar en ningún momento próximo así que considero prudente correr a la parada, tomar un bus y llegar a casa antes de que las cosas pudieran empeorar.

 

Justo antes de llegar a la salida el destino decidió volver a burlarse de él y tropezó, su cabello rubio empapado totalmente por la lluvia, sus jeans color negro obteniendo dos hoyos en las rodillas en cuanto tocaron el suelo y su abrigo gris ganando nuevas manchas debido al sucio pavimento.

Intentó ponerse de pie antes de que pasará cualquier otra desgracia, prestando atención a su estado físico ignoró por un momento sus pertenencias y logró certificar que no había ganado nada más que unos cuantos raspones, nada de gravedad. Fue ahí cuando notó una mano recogiendo sus libros, bañados por la ira del Dios al cual manejó molestar y por eso sus continuas desgracias.

 

-No te molestes- Dijo en un tono casi enojado, estaba molesto pero no con aquél extraño, quien fue lo suficientemente amable como para ayudarle en medio de lo que parecía ser el fin del mundo, estaba molesto con el destino que de nuevo le recordaba que no podía ser libre ni un sólo momento sin que una tragedia ocurriera.

 

El extraño no respondió y siguió ayudando a Milo, pronto sus cosas se encontraron en el resguardo de su mochila y el extraño se dio la vuelta para continuar con su camino.

-¡Espera!- Gritó Milo -¿Cómo es que no te molesta la lluvia?- Nunca fue el mejor al momento de socializar y poco después de haber realizado la pregunta se pateó mentalmente por no dar las gracias antes.

 

El extraño se volteo y se encogió de hombros. Milo estudió cada una de sus facciones, era alto quizás de la estatura de Milo, con una silueta fina y delgada. Llevaba puesto jeans grises y un abrigo color azul marino que contrastaba con el pálido tono de su piel. Su larga melena era en parte protegida por un gorro negro que resaltaba sus cabellos color sangre; sus facciones finas parecían ser talladas a manos en una fina porcelana. Milo lo observó por lo que pareció ser bastante tiempo, la lluvia por un momento pareció no importarle.

 

-El clima de donde vengo no es mejor- Respondió. Francia, se repitió Milo mentalmente, claro que tener a un amigo como Afrodita en lenguas francesas le ayudaba a distinguir aquél acento fascinante.

 

-Milo- Dijo el joven rubio al extender su mano -Mi nombre es Milo y ah, gracias por la ayuda-

 

Sin responder a su un tanto extraño saludo de manos el otro dijo su nombre -Camus, ahora ¿te importaría si vamos caminando? Sé que te dije que el clima no es gran problema para mí, pero tú pareces estar helando-.

 

Milo sonrió, amaba los atardeceres tanto como odiaba la lluvia, pero por hoy podía tener un poco de ambos.  

Notas finales:

Espero y haya sido de su agrado ¡Nos vemos luego!


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