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Vida normal por Mirelle

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Notas del fanfic:

No puedo creerme que me encuentre en la página de "agregar fanfic" de nuevo (o.o). 

Bueno, encantada. Me llamo Mirelle y hacía mucho que no me pasaba por aquí. Leyendo reviews me ha cogido morriña y he decidido empezar a pensar en un fanfic Narusasu. Ni en mil años hubiera llegado a pensar que en una noche podría acabar uno y publicarlo.

Es bastante especial, eso sí. Espero que os guste.

Notas del capitulo:

Descarga de responsabilidades: Los personajes no me pertenecen, únicamente me he dedicado a tomarlos prestados para insertarlos en una historia curiosa.

Pareja: NaruSasu (ligero lemon).

Palabras: 3.045.

Tags: Cosas normales, cosas anormales, Sasuke es el uke, Naruto el seme, aunque no hay una escena de cama de muchas páginas, Sakura no está enamorada de Naruto, es un Universo Alterno, y una historia un poco extraña con sorpresa final.

Comentarios: Como sabéis, hacer cosas normales está en contra de mi religión (???? Es decir, que es una historia extraña pero que espero que os guste XD

Naruto era un hombre de veinte años normal, con un empleo normal como repartidor de pizzas y con un horario normal como suplente durante los fines de semana. Practicaba por las tardes un deporte tan normal como el fútbol y salía con sus amigos normales a hacer cosas normales como hacía la gente normal. Su pelo era rubio, pero de un color completamente normal teniendo en cuenta que se encontraba en un pequeño pueblo (de un país completamente normal, por cierto) en el que algunos tenían el pelo rosa, azul o morado. Pero eso tampoco era extraño, pues en el pueblo normal en el que vivía Naruto, tener el pelo de colores extraños era algo normal. Los ojos de nuestro protagonista eran azules —normales teniendo en cuenta que algunos tenían ojos rayados o caninos— y tenía tres marcas en las mejillas completamente normales. Usaba ropa normal para salir a correr por las calles normales de su pueblo normal y su vida era visiblemente tan normal y aburrida como la de los demás.

 

Obviamente, sus días avanzaban también de manera normal.

 

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Habiendo dejado claro que Naruto era normal, tenemos que confesar que había algo en su vida que no era normal: el espejo de su cuarto de baño.

 

Añadamos en este punto, que Naruto se reflejaba en las superficies reflectantes como una persona normal: si se miraba en el lago su reflejo era normal, si se miraba en el espejo retrovisor de los coches su aspecto era normal y si se hacía una fotografía, su aspecto era normal. Pero por algún motivo anormal, cuando se observaba en el espejo de su cuarto de baño su reflejo no era en absoluto normal.

 

Y eso le preocupaba, pese a que no supiera cuándo había dado inicio semejante problema.

 

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No era que le preocupara, sino que simplemente le hacía sentir incómodo. Cuando Naruto, el hombre rubio de veinte años con ojos azules y con marcas en las mejillas, se observaba en el espejo de su cuarto de baño, el aspecto que se reflejaba en la superficie reflectante era la de un muchacho de unos diecinueve años, con la piel del rostro aparentemente suave, los ojos oscuros y el pelo negro por completo y enmarcando su rostro con dos mechones. La piel de Naruto era, además, tostadamente normal, mientras que la de su reflejo era pálida y quizá enferma.

 

Añadamos ahora que el chico perfectamente normal que era Naruto no sabía cómo reaccionar a semejante fenómeno paranormal.

 

Desde que se levantaba por las mañanas para lavarse los dientes (de manera normal, babeando y empapándose el pecho desnudo de baba y dentífrico) hasta que se miraba por las noches en el espejo después de orinar por última vez en la noche, Naruto le daba vueltas al pensamiento de que tendría que explicarle a alguien la situación tan poco normal que le quitaba el sueño. ¿Quién era el chico que le devolvía la mirada a través del espejo? ¿Por qué no intentaba salir para tener una vida tan normal como la que tenía Naruto cuando se encontraba lejos de semejante espejo? Más de una vez había intentado el pobre rubio hablar con el desconocido, pero todo había resultado imposible.

 

Incluso en una ocasión había probado a hacer muecas delante del espejo para que el moreno se riera o reaccionara de cualquier manera, pero el desconocido únicamente le había imitado.

 

Esperó a que pasaran dos meses antes de ponerle un nombre al desconocido y finalmente se decantó por Sasuke. Se inquietaba llamándole así porque Sasuke era un nombre anormal, paranormal, poco normal, extraño. Pero las letras habían aparecido solas en su mente y Naruto sabía que a Sasuke le haría ilusión llamarse Sasuke y tener un nombre tan poco normal porque Sasuke no era normal en absoluto y parecía gustarle.

 

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Nunca se había planteado que él no fuera el único que tenía un Sasuke en su casa. Quizá todos tendrían uno y eso convertiría el tener uno en algo completamente normal. Si tener un Sasuke en el espejo del baño era algo completamente normal, Naruto dejaría de preocuparse y volvería a soñar en cosas normales de gente normal.

 

Obviamente, la única manera de descubrirlo era acudir a los espejos del baño ajenos. Le pidió a Sakura, una amiga completamente normal que se dedicaba a cosas tan normales como coser o dar clases de baile, que le invitara a su casa y le dejara usar el baño. La chica se extrañó, pues el pedido de Naruto no había sido si le invitaba a su casa a tomar algo, sino que directamente le había pedido hacer uso de su cuarto de baño. Aun así aceptó con una sonrisa y con las esperanzas de que el chico tuviera sentimientos por ella pues era normal que los chicos se enamoraran de las chicas y se besaran y se casaran. Y fueron juntos a la casa de la chica y Naruto corrió por el pasillo hasta llegar al cuarto de baño de Sakura, pero ningún Sasuke le dio la bienvenida, sino que se vio a sí mismo reflejado en un espejo completamente normal. Sakura, al verle decaído frente a su espejo, se le acercó con el ceño fruncido, preocupada.

 

—Raro. Estás raro. Naruto, ¿ocurre algo? —El chico se giró hacia ella y la mujer sintió auténtica lástima por su mirada abatida.

 

—Muchas cosas, demasiadas —expresó el rubio, ocultando su rostro entre sus manos y negando con la cabeza antes de mirar de nuevo al espejo—. ¿Tú no ves nada poco normal cuando te miras al espejo?

 

Aturdida por semejante pregunta, la chica negó con la cabeza. No, ver cosas poco normales en el espejo querría decir no ser normal. Y todos lo eran en el pueblo normal en el que vivían. Todos tenían que aparentar ser normales porque quienes no eran normales eran extraños y tenían que cambiar de pueblo. Al fin y al cabo, jamás un extraño había habitado el pueblo normal del país normal en el que se encontraban.

 

—Lo que veo poco normal ahora mismo eres tú, Naruto. Vete a tu casa y descansa, por favor.

 

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El chico moreno le dio la bienvenida cuando Naruto volvió a casa y se metió en el baño. El rubio culpó entonces a Sasuke de ser extraño y de hacerle extraño a él y el reflejo pareció sonreír.

 

Naruto se preguntó si habría reaccionado por fin pero en cuanto llevó su mano a sus propios labios descubrió que quien había sonreído había sido él y que el reflejo únicamente le había imitado. Enfadado, el rubio golpeó el cristal con el puño (no consiguiendo romperlo, hecho que habría sido bastante normal) y se dio media vuelta para meterse en la cama e intentar descansar. Había sido un día largo, cansado y poco normal. Había conseguido asustar a Sakura, quien le había pedido que se marchara a casa, y encima había sonreído ante algo tan poco normal como era Sasuke. Quizá Naruto no iba a ser tan normal después de todo…

 

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El tiempo pasó y el reflejo pronto empezó a tomar forma propia. Un buen día apareció en forma de hombre etéreo tendido en la bañera, observándole con una ceja alzada y una sonrisa que delataba la opinión que tenía sobre Naruto: que cuando el rubio se le quedaba observando con la boca abierta parecía tonto. El hombre antiguamente normal, no supo cómo había llegado Sasuke ahí ni en qué momento había empezado a acostumbrarse a su presencia. No le había dicho nada desde que había aparecido y sus intenciones eran seguir de aquella manera hasta que A) desapareciera por sí mismo o B) apareciera en su lavabo, en el toallero o en su armario.

 

—Lunáticos… Mi vida era muy normal antes de que aparecieran… —murmuró una vez, habiendo salido del baño.

 

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—Mira, no sé quién eres ni qué quieres pero te aconsejo que te marches. Yo soy un hombre normal y no quiero líos anormales —Le avisó Naruto al chico de la bañera (que había pasado ahora a ocupar una de las sillas de su comedor) tras tres meses conviviendo con él. El chico enarcó las cejas, sorprendido de que el otro por fin se decidiera a hablarle. Aun así dibujó una pequeña sonrisa ladeada, como si en el tiempo que había gastado observándole en silencio se hubiera estado preparando una respuesta que seguramente acabaría con la paciencia de Naruto. Y vaya que fue así.

 

—Un hombre normal no le hablaría a algo anormal. Acabas de delatarte.

 

Naruto soltó un gran grito, alzó sus brazos en el aire y negó repetidas veces con la cabeza. Sasuke se encogió de hombros, dándose por vencido sólo por el momento, y le preguntó si se iba a beber el café que el rubio tenía en la mano. El hombre antiguamente normal se sorprendió, pues Sasuke nunca le había pedido nada ni para comer ni para beber y de hecho, siempre había pensado que las personas anormales no consumían bebidas ni ingerían alimento.

 

Dando por sentado que no se lo iba a tomar, tendió la bebida al moreno y sus labios formaron una inmensa “O” en cuanto visualizó al nuevo inquilino de su hogar tragando con parsimonia el líquido y relamiéndose tras ello.

 

—Oh… —murmuró pensativo tras saborear el café—. Es simplemente asqueroso. Completamente normal. Sin gracia. ¿Sabes lo que es el azúcar? —El moreno se levantó y empezó a añadir especies en la taza que Naruto nunca había visto ni sabía que se encontraban en su cocina que en un pasado había creído que era completamente normal. El moreno le tendió la bebida, rozando sus dedos con los suyos en el momento de el intercambio y demostrándole al rubio que de etéreo, a Sasuke, le quedaba poco. Fue así como Naruto degustó por primera vez en su vida un desayuno anormal.

 

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—¿Tienes algo que quieras compartir con nosotros, Naruto? —preguntó Sakura una mañana. Habían quedado ambos a tomar algo al bar más normal del pueblo normal en el que vivían y Naruto había decidido no tomar nada (tras pensar mentalmente en que todo lo que ofrecía ese lugar era terriblemente normal). Desde que había empezado a hablar con Sasuke, toda su vida se había vuelto tan poco normal que se sorprendía de seguir con vida. Pero además se planteaba también cómo había podido vivir antes sin Sasuke enseñándole a ser anormal.

 

—Oye, Naruto, que te estamos hablando —interrumpió Ino, una amiga normal de Sakura que había decidido apuntarse también al desayuno y quien Naruto ni siquiera había mirado. Ino era demasiado rubia, tenía el pelo demasiado largo y demasiado pecho. Si Ino fuera más como Sasuke, seguramente Naruto sí se hubiera fijado en ella. ¿Pero quién no se fijaría en Sasuke?

 

—¿Dónde tienes la cabeza? —añadió la primera mujer, frunciendo el ceño. Naruto las escuchaba, pero no tenía ganas de responder. Responder a una conversación habría sido algo demasiado normal y él sabía que desde hacía unos días estaba siendo poco normal.

 

—Obviamente no aquí —contestó Ino. Naruto se levantó entonces, dejando su zumo de naranja completamente normal en la mesa sin haberlo probado siquiera. Se dio media vuelta y se marchó, rumbo a su casa.

 

Sasuke le esperaba sentado sobre la mesa de la cocina. Desde hacía dos semanas había conseguido poder moverse por varias habitaciones (la cocina, el baño y el comedor, poco más) y su relación con el rubio no había hecho más que mejorar. Naruto se pasaba el día pensando en él, observándole en la distancia o explicándole cualquier cosa que a Sasuke le parecía terriblemente normal y que provocaba que una mueca se dibujara en sus facciones. Aun así el moreno no reclamaba con palabras, sino que golpeaba amigablemente el hombro del rubio y le sacaba la lengua. Naruto había asumido que su anormalidad estaba evolucionando y siendo exagerada y que en algún momento, cuando Sasuke no tuviera herramientas peligrosas en las manos, le besaría. Sí, besaría a un hombre, algo absolutamente anormal.

 

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Sorprendentemente, un día se besaron. Pero no fue Naruto quién inició el contacto, sino Sasuke, declarándose completamente harto de la tensión sexual no resuelta que provocaban cuando se quedaban observándose en silencio durante varios minutos.

 

Obviamente, Naruto correspondió. Y pronto se vieron envueltos en un lío de manos acariciando torsos, piernas enrollándose en cinturas, dientes mordiendo cuellos, bocas besando la extensión de piel que tuvieran más cercana, gemidos ahogados, jadeos de placer y unos cuantos “necesitaba tanto esto, te amo” que no eran para nada normales en el pueblo normal en el que Naruto solía vivir. Los cuerpos entrelazados fueron desplazándose hacia la cama (descubriendo en el proceso que Sasuke por fin había evolucionado con su anormalidad hasta ser capaz de entrar en el dormitorio) y Naruto tomó el cuerpo contrario con fuerza y ganas, enterrándose en él como si aquello fuera normal y no algo anormal relacionado con Sasuke.

 

Muchos de los jadeos fueron ahogados por ambas bocas asfixiándose por el contacto con la otra, pero muchos más fueron completamente audibles. Naruto no tenía vecinos, pero si los hubiera tenido hubiera deseado que hubieran escuchado semejantes ruegos, jadeos, gritos y súplicas pues eran lo más anormal que podían ofrecerles al público.

 

—¿Oyes eso? —preguntó el moreno, con el rostro sonrojado, la frente perlada de sudor, la respiración entrecortada y el rostro más feliz (anormal) que hubiera visto nunca Naruto. El rubio ni siquiera habría sido consciente de que había un ruido ajeno a su normalidad (o anormalidad) si no hubiera sido por aquellas palabras. Se incorporó en la cama, gruñendo suavemente al perder el calor que le proporcionaba el contacto con el cuerpo ajeno, y descubrió a una persona observándoles con los ojos abiertos y casi fuera de sus órbitas. El sonido procedía de sus labios entreabiertos murmurando palabras que ni siquiera debían tener sentido.

 

Sakura se marchó corriendo antes de que Naruto pudiera explicarle algo, dejando caer en el proceso las llaves del departamento del rubio que el hombre había dejado olvidadas en el trabajo normal al que antes acudía por creerse una persona normal y al que no había vuelto desde que había aprendido acerca de la anormalidad a manos de Sasuke, el chico más anormal del mundo que había aparecido en su vida cuando Naruto le había descubierto en el reflejo del espejo de su cuarto de baño.

 

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El rubio esperó que alguien le echara del pueblo normal en el que vivía, que la gente normal le mirara mal por haber dejado de ser tan normal como ellos o que el cielo azul y normal cayera en pedazos cuando se descubriera que uno de los habitantes del pueblo más normal había dejado atrás su normalidad a causa de un suceso paranormal. Más nada de aquello pasó.

 

Sakura no había dicho nada a nadie y pronto apareció en el pueblo acompañada de un sujeto extraño (semejante peinado de seta, ojos redondos y uniforme verde no podían ser normales en absoluto). Tiempo después le confesaría a Naruto que ese hombre con el que empezaba a salir, un tal Lee (que no tenía normal ni el nombre) era en realidad un pequeño duende que había aparecido un día entre sus ovillos. En un inicio ni siquiera le había observado, creyendo que no sería de persona normal observar a algo anormal, pero tras descubrir a Naruto haciendo algo tan anormal, había decidido empezar a hablar con él. El duendecillo se había ido haciendo grande con el tiempo y poco a poco había ido adquiriendo cuerpo, solidez y voz. La chica estaba segura de que aquel sujeto anormal había contribuido enormemente a mejorar su calidad de vida y a hacerla una chica mucho más feliz a pesar de ser menos normal.

 

Posteriormente fue Ino quien apareció en el pueblo normal con un hombre parecido a Sasuke y que al parecer había nacido de una mancha de tinta de la pluma estilográfica de la chica.

 

El pueblo poco a poco fue convirtiéndose en un sitio menos normal y cuanto más se fijaban sus habitantes en los sucesos anormales, más cuerpo tomaban éstos y más reales se hacían. Pronto, el pueblo más normal empezó a convertirse en el más anormal del país de los normales y sucesos maravillosos empezaron a suceder sin que nadie pudiera hacer nada para cambiarlo.

 

Cuando la luna brillaba en el cielo lo hacía con un brillo rojizo que asustaba a los pequeños y pronto la gente empezó a crear puestos de trabajo nada normales gracias a los consejos de los anormales que iban apareciendo a raudales. El nivel de felicidad de la gente iba en aumento y todos comprendieron rápidamente (de manera más rápida de lo que lo había comprendido Naruto por lo menos, pero es que a él siempre le había costado comprender cosas) que si aceptaban tener hechos anormales —especiales— en sus vidas, todo era mucho mejor. No únicamente aceptar tener hechos anormales, sino también aceptar que ellos mismos eran anormales —especiales—.

 

Ino le explicó la moraleja del descubrimiento a Naruto cuando quedaron a desayunar ella, Sai, Sakura, Lee, Naruto y Sasuke, pero el rubio tardó varios días en comprenderlo, pues en su mente las palabras de Ino se transformaban en simples “Sasuke, Sasuke, Sasuke, deberíais volver a casa para tener otra sesión de anormalidad”.

 

A Sakura no hizo falta que nadie le enseñara la moraleja, pues la comprendió en cuanto Lee fue haciéndose mayor gracias a las ganas que le echaba ella de que lo fuera.

 

Lee se lo explicó a los demás en cuanto tuvo ocasión, pues era un chico extraño al que le gustaba presumir de conocer el secreto.

 

En el pueblo más normal del país más normal nunca hubo de nuevo personas normales. Se convirtió en un mundo anormal, lleno de gente especial y de historias que los otros pueblos nunca llegarían a creer por estar demasiado obcecados en su normalidad. Muchos dirían que el pionero en ser especial fue Naruto, quién decidió fijarse en que su espejo reflejaba algo que no era él mismo. Pero lo cierto es que podría haber sido cualquiera, incluso tú. Sí, tú, el que se encuentra leyendo esto.

 

Si quieres aprender la moraleja de esta historia únicamente debes leer la primera letra de los párrafos de la historia.

Notas finales:

Bien, ¿qué tal? ¿Has descubierto la moraleja de la historia?

No me esperaba hacer algo tan extraño, la verdad. Pensaba en una historia tipo medieval en la que Sasuke fuera una especie de Samurai (me he empezado samurai champloo, no es mi culpa [?]) pero no terminaba de inspirarme y al final ha acabado saliendo esto. Había pensado también en que Sasuke fuera una especie de fantasma, pero creo que ha quedado mejor de esta manera.

Tenemos que fijarnos en las cosas extrañas y salir de la normalidad ;)

¡Gracias por leerme!


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