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Haz realidad nuestros sueños por Paz

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Notas del capitulo:

Volví... disfrutar este nuevo capítulo...

  Haz realidad nuestros sueños

By Paz

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

Capítulo 10: El secuestro de un ginecólogo

 

-Necesitamos un ginecólogo con un amplio criterio, abierto a cualquier expectativa. -Determinó Rukawa-san enterado por su hijo mayor de la posibilidad de un posible embarazo. Al principio, le pareció una broma pesada, más cuando habló con Sakuragi-san, empezó a pensar diferente y cuando esa mañana la pareja de su hijo llamó para explicándole los síntomas que presentaba su hijo Kaede ya no tuvo más dudas. Prefería pasar por tonto en caso de ser una falsa alarma a poner la vida de su hijo en peligro.

-He leído un reportaje acerca de uno que atendió a la heredera al trono de Castlevania -dijo Hiroshi a su padre- Es francés. -añadió como si eso lo aclarara todo.

-Que lo traigan aquí. -decidió.

-Me ocupare de ello -dijo Hiroshi.

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-Se llama Luciens Anglade pasa consulta en la Rue....* la más elegante de Paris. Tiene esposa e hija. Su mujer es una sofisticada dama de la sociedad parisina. Va a todas las soiree, su presencia es una constante en todas las fiestas celebradas en Paris. A su casa, un palacete del siglo pasado van todo tipo de personas, desde empresarios a políticos, pasando por artistas bohemios y deportistas. Ella es una anfitriona elegante y muy apreciada. Sus reuniones sociales son muy reconocidas y recibir una invitación para ir es un honor para los agraciados.

-Y él? -preguntó su interlocutor.

-Tiene su propia fama. Puede decirse que cada uno destaca en su propia individualidad.

-Es un matrimonio bien avenido? -preguntó interesado.

-De puertas para fuera si, en la intimidad de su hogar no puedo afirmarlo. Según mi informador, se llevan bien, no hay gritos, ni discusiones, aparentemente una pareja modelo.

-Qué edad tiene su hija? -no le gustaba la idea de quitarle su padre a una niñita.

-Considerando que lleva casado veinte años, se trata de una adolescente, estudia en Londres y solo regresa a ver a sus padres, durante las vacaciones. La vida tan intensa que llevan sus padres, les impide mantener una relación más estrecha con su hija, sus primeros años mientras su padre no era famoso vivía con ellos, a las diez años, la ingresaron en un colegio suizo, solo estuvo tres años, debió tener problemas de adaptación, en Londres debe sentirse más cómoda.

-Cómo sabes todo eso? -preguntó.

-Uno tiene sus informadores.... -no le dijo que se había ligado a la doncella particular de Madame Anglade y que a través de ella se ha enterado de muchas cosas mucho más intimas acerca de los gustos de su señora. Se trataba de una joven poco agraciada, muy simpática eso si, y que en la cama es muy fogosa, no le fue difícil sonsacarle la información que quería y mucho más de lo que buscaba. Esa información se la guardaría por si alguna vez necesitaba recurrir a ella.

-O sea, que solo nos llevaremos al doctor.

-Si.

-Cuando lo haremos?

-Lo más pronto posible. Tiene que estar en su nuevo destino antes que acabe el mes.

-Solo quedan dos días....

-Aha... y teniendo en cuenta el cambio horario, menos aún.

Los dos hombres de aspecto oriental, que permanecían sentados en la terraza de un bar parisino, tomando un café, frente al edificio donde el afamado Dr. Anglade, llevaba a cabo su trabajo con las damas de la sociedad parisina y todas aquellas mujeres que le necesitaban y que acudían a él cuando estaban pasando por aquel entrañable trance.

-Por qué quieren un ginecólogo? -esa pregunta se la llevaba haciendo desde que les dieron el encargo, finalmente se atrevió a expresarla.

-No lo se. -se encogió de hombros, él se limitaba a cumplir órdenes, los motivos no le interesaban.

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Despertó con un ligero dolor de cabeza, la noche anterior, se había excedido bebiendo y esa era la consecuencia, estaba boca arriba y al abrir los ojos lo primero que vió fue el dosel de su cama. Después de veinte años de casado, seguía preguntándose como era posible que Fanny seguía gustándole ese modelo de cama adoselada, mientras era joven podía comprenderlo, aún recordaba la ilusión cuando la eligió, pero ahora ya no era ninguna chiquilla.

Se dio un suave masaje pretendiendo alejar ese continuo dolorcillo establecido en sus sienes. Ante el ineficaz remedio, echó a un costado la ropa de cama decidido a darse una ducha y prepararse para comenzar una nueva jornada de trabajo. Su eficaz asistente debía haberle dejado una larga lista de pacientes y no podía demorarse en su consulta.

A las doce tenía que ir al hospital, donde también pasaba consulta a las mujeres menos favorecidas de la sociedad, la clase media-baja solo era atendida allí. Se enorgullecía de la labor que llevaba con esas mujeres. Era un trabajo satisfactorio en el que no recibía una paga fija.  Por sus manos habían pasado miles de embarazadas, a todas ellas las trato con amabilidad y cariñoso, dando consejos acertados y sensatos, calmado a futuras madres primerizas que al tono de su voz acallaban sus temores. Sabía hacerse querer por ellas, preocupándose de su estado más allá de lo que su profesión le concedía. Se sentía adorado por todas ellas y con eso se daba por satisfecho.

Se resarcía con creces en su clínica privada, allí acudía la flor y nata de la aristocracia, esposas de políticos, diplomáticos, nuevos ricos, todas las esposas se mostraban ansiosas de pasar por sus manos, si bien la mayoría de ellas no presentaba drásticos problemas ginecológicos. Él lo sabía por ello sus honorarios eran elevados. Solo por ser atendidas por él pagaban sin rechistar.

Se sentó en la cama apoyando los pies directamente en sus pantuflas. Se levantó y cruzando el amplio y lujoso dormitorio se dirigió directamente al baño. Nada de lo que allí llamaba su atención, ni los cuadros de autores famosos, ni el mobiliario estilo Luis .... , ni las alfombras Aubusson.

Una hora después, al pasar al comedor, vió que ni su esposa ni su hija estaban, se sentó a la cabecera de la mesa y enseguida, una servicial jovencita, la última adquisición de su esposa empezó a servirle el desayuno.

El servicio domestico duraba poco porque Fanny se dejaba dominar por el mal humor y nadie la soportaba más allá de unas semanas, no importaba lo que les ofreciera subirles la paga, nadie podía aguantarla.

-La señora ha salido temprano -respondió la joven a su muda pregunta.

Cuando concluyó su desayuno, recogió su maletín y se dirigió hacia el vestíbulo. Un servicial mayordomo le abrió la puerta, su coche estaba estacionado delante de la casa. Descendió las escaleras y con un gesto despidió a su chofer, quien ya conocía sus hábitos.

Su esposa y su hija no salían de casa por su cuenta, siempre se trasladaban de un lugar a otro con sus respectivos chóferes, él en cambio prefería conducir por si mismo.

Aquella mañana no fue diferente a otras, no podía saber que pocos minutos después iba a sufrir un cambio radical su pacifica existencia.

Cruzó la verja que separaba su hogar de la calle y se detuvo unos segundos para comprobar que podía incorporarse a la carretera sin peligro, un coche negro se acercaba, pero iba tan lento que podía salir sin peligro alguno, así lo hizo. Algunos minutos después de circular por la tranquila avenida, llegó hasta la rotonda, allí todo cambió, de pronto, un coche apareció de improviso cruzándose delante de él, sus reflejos actuaron casi por instinto, frenando su vehículo, una sacudida le hizo volver el rostro para ver que otro vehículo le había cerrado el paso por detrás. Quedo tan sorprendido que solo atinó a salir del coche cuando vió acercarse a dos hombres orientales y que iban hacia él. Miró hacia su derecha, como esperando encontrar una vía de escape.

-Dr. Anglade, venga con nosotros... es una urgencia. -dijo uno de ellos en perfecto francés Mi esposa... ella se encuentra muy mal. Solo quiere verle a usted.

Aún sorprendido por esa forma de abordarle, comprendió los sentimientos de la mujer, seguramente que alguna paciente suya le mencionó y por eso le buscaban de un modo tan poco inusual.

-De acuerdo... -se volvió para subir a su coche- Guíeme y le seguiré.

-No le importa si mi hermano va con usted?. Si acaso nos perdemos por el trafico, él sabe hacia donde nos dirigimos.

-Bueno.... -accedió ocupando el asiento del conductor y quedando un tanto sorprendido cuando el lugar de ocupar el asiento a su lado, lo hizo tras él.

Se mantuvo atento al coche que iba delante suyo, la circulación era normal y pudo seguirlo sin problemas. De vez en cuando miraba hacia atrás por el espejo retrovisor, su acompañante permanecía callado, erguido en el asiento. Intento saber que le pasaba a la mujer pero no obtuvo respuesta por su parte, empezaba a recelar de su acompañante, cuando vió que el coche que le precedía se introducía en el interior de una propiedad. Fue tras él deteniendo el coche tras el otro.

-Su maletín... -eran las primeras palabras que pronunciaba su acompañante al tiempo que se lo alcanzaba por encima de los asientos.

-Gra.... -no pudo continuar hablando, inesperadamente un paño le cubrió la boca y la nariz, cortándole el paso del aire, echó hacia atrás la cabeza para poder respirar con normalidad, sus manos se alzaron intentando alcanzar a quien así le atenazaba, respiró con fuerza debatiéndose y al instante percibió como sus sentidos se  embotaban y demasiado tarde se dio cuenta que había aspirado éter.

Su cuerpo se desmadejo inerte sobre el asiento.

-Démonos prisa..., el avión sale en menos de una hora.

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En un primer instante, cuando despertó mantuvo los ojos cerrados intentando recordar porque se sentía mal, el leve movimiento que sentía bajo su cuerpo le hacía recordar cuando viajaba en avión.

Ese pensamiento le hizo levantar los párpados, encontrándose ante una visión inesperada. Estaba a bordo de un avión, pero no de línea regular, sino privado.

-¿Qué hago aquí? -preguntó al hombre que estaba sentado frente a él.

-Se necesitan sus servicios.

-No podían ir a mi consulta. Seguro que era más fácil y menos engorroso. Se da cuenta que esto es un secuestro.

-Yo no hago preguntas. Me limito a cumplir con lo que me mandan.

Las ventanillas del avión estaban bajadas así pues no podía saber si era de día o de noche, ya que ignoraba cuanto tiempo había transcurrido desde que le durmieron, ni siquiera cual era la posición del sol para orientarse. Podía decirse que le conducían a ciegas hacia un lugar ignoto del planeta.

No se sentía atemorizado porque hasta el momento no habían utilizado la violencia con él, eran respetuosos y le atendían como si se tratara de un invitado.

Le dieron un almuerzo y también una cena, entre horas le ofrecían licores o refrescos, rechazó las bebidas alcohólicas, necesitaba estar despejado cuando viera a esa misteriosa paciente que le hizo secuestrar.

El aviso que estaban próximos a aterrizar no se llevó a cabo a través del intercomunicador, sino que una solicita azafata se lo comunicó verbalmente al hombre que durante todo ese tiempo había permanecido con él sin hablar, solo lo imprescindible apenas despertó de su sopor.

 Estaba ajustándose el cinturón de seguridad cuando, una vez más no estaba en condiciones de reaccionar con prontitud, cuando percibió ese olor dulzón y penetrante tan característico del éter,  su reacción fue tardía y sintió como conseguían hacerle inhalar un paño impregnado de éter cubriéndole con rapidez boca y nariz, obligándole así a respirar ese volátil fluido a riesgo de ahogarse al intentar no respirarlo.

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Cuando despertó sintió su mente embotada, recordó que había sido dormido contra con voluntad en dos ocasiones, había sido secuestrado y no podía saber cuanto tiempo había  transcurrido desde que le abordaron a pocos metros de su casa en Paris.

Abrió los ojos, se incorporó quedando sentado en el lecho, sabanas de lino blanco, suaves acolchados de raso, colores neutros en una habitación que producía una sensación de excesivo color. Llevaba puesto un pijama de raso azul, se bajo de la cama y se acercó hacia unos pesados cortinajes que aparto hacia un costado, vio que no se trataba de una ventana, sino una puerta de cristal de doble hoja, la abrió y salió al balcón quedo sorprendido al ver el entorno que rodeaba la vivienda, el balcón estaba en un segundo piso y podía ver que estaba rodeado de un tupido bosque de árboles de hojas verdes, jardines exóticos, arquitectura oriental en los edificios que se distinguían en la lejanía.

-¡¡Mon Dieu!! -exclamó sorprendido- Ou suis je?

-Se encuentra en Japón... -dijo una voz tras él respondiéndole en su propia lengua.

Se giró con excesiva brusquedad y fue entonces cuando su dolor de cabeza se intensificó.

-Nadie le ha advertido de los peligros que puede ocasionar en una persona el uso del éter. -reclamó.

-No tema, hemos sido prudentes -observó el hombre que había entrado en el dormitorio- Dejaremos que tengo un par de días para ambientarse a su nuevo hogar.

-Hogar? Qué significa esto? Por qué me han secuestrado?

-Ya se lo hemos dicho, necesitamos de sus servicios.

-Podían haber pedido cita. Mi asistente le hubiera dado una fecha próxima si tan urgente era.

-No dudo de la eficacia de su asistente, solo que este es un caso especial.

-Todos mis casos son especiales. -acotó.

-Bueno, entonces diré excepcional. Usted mismo podrá comprobarlo cuando le vea.

En ese instante su cabeza no regia y no cayó en la cuenta del pronombre que había pronunciado ese hombre hasta mucho después, cuando su paciente se presentó ante él dos días después.

-Mr. Anglade, aunque todavía no hemos sido presentados, solo puedo decirle que me conocerá como Sato-san -era un apellido muy común en Japón- A cualquier persona a la que quiera dirigirse la llamara así. Ahora voy a dejarle solo, puede hacer un reconocimiento de toda la vivienda, tiene un consultorio médico y un laboratorio, si necesita gente o falta algún instrumento o alguna máquina solo tiene que solicitarla. Cuando conozca a su paciente comprenderá que va a necesitar una asistencia constante. Solo le voy a exigir silencio absoluto respecto a su paciente, una sola palabra que salga de sus labios y puedo asegurarle que será la ultima que pronuncie, o una solo mención en alguna revista médica, no importa en que lugar del mundo intente esconderse, conseguiré llegar hasta usted.

Mr. Anglade había quedado inmovilizado por la amenaza y una vez más se preguntó que misterio encerraba su nueva paciente.

Rukawa-san pues era él salió del dormitorio dejándole solo. Bajo al piso inferior y descendió por una escalera que conducía al sótano, allí presionó sobre uno de los ladrillos de la pared y al instante el muro se movió permitiéndole el paso a un iluminado pasillo, que conducía directamente a su propio hogar, a doscientos metros de distancia. Solo Hiroshi y él tenían conocimiento de esa ruta de escape en caso de necesidad. Nunca fue preciso utilizarla, ahora le ahorraría dar explicaciones de sus salidas, en esos momentos su familia le creía en su despacho.

Llego sin dificultad hasta el otro extremo del túnel, apagó la luz antes de tirar de la manilla que abría un panel de su biblioteca, la profunda oscuridad no le sobresaltó, duro apenas unos segundos, la claridad que provenía de su despacho le alcanzó. Cruzó el umbral y se aseguro que quedaba bien cerrada.

-Qué te ha parecido?

Se volvió encontrando a Hiroshi sentado en su sillón tras el escritorio.

-Mi primera impresión ha sido buena... -no se sorprendió al encontrarle allí- Le dije que cuando se dirija a cualquiera le llame Sato.

-Avisaré a los muchachos.

-Diré a Hanamichi que enviare un coche a recogerlos.

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Dos días más tarde, tras llevar a cabo un recorrido por la casa, comprobó que las palabras de Sato-san eran correctas, había un laboratorio muy completo, encontró una habitación con todo el instrumental necesario para cualquier emergencia, además de una sala de consulta y un despacho, al parecer habían pensado en todo, solo que estaba un tanto extrañado que para una consulta se hicieran poseedores de todo aquello. Que tan especial era su próxima paciente, tal vez la princesa real? No era posible ella tenia sus propios médicos y aunque él era muy solicitado, no creía posible que ellos pensaran en secuestrarlo.  A la Casa Imperial nipona les bastaba con llamarle a su teléfono personal para que acudiera de inmediato.

Además la princesa ya habia dado a luz un varón, el alumbramiento se habia llevado a cabo por cesárea, según fuentes oficiales se encontraba en perfectas condiciones, tanto el niño como la madre. 

No, su presencia allí no tenía que ver con la Casa Imperial, entonces quien y por que le había hecho secuestrar, que motivaba esa amenaza respecto al silencio que debía guardar y esos hombres de aspecto peligroso que vigilaban desde el exterior de la vivienda, armados y con fieros perros.

Dentro de la vivienda el aspecto del personal era más tranquilo, se enteró que seis personas estaban a su servicio y solo una de ellas hablaba su idioma, se trataba del jefe de seguridad. Por él supo que se trataba de un cocinero y su ayudante y dos empleados, uno para la limpieza y otro para servir la mesa y él que llevaba a cabo la vigilancia de todo a través de cámaras de vigilancia, dentro y fuera de propiedad con un ayudante que permanecía ante las cámaras mientras estuviera ausente.

-Mañana vendrá su paciente, este preparado -le avisó el jefe de seguridad.

Asintió. Esa misma tarde estuvo comprobando que todo su equipo estuviera en perfectas condiciones de funcionamiento.

La esperaba sentado tras su escritorio, su primer paso era hacer una ficha técnica de su paciente.

Tenía a su derecha una prolongación de su escritorio, donde estaba ubicado un ordenador de ultima generación, impresora y escáner. Le habían hecho saber que no tenía acceso al exterior, es decir, ni messenger, ni correo electrónico, cualquier cosa que necesitara le seria entregada por el jefe de seguridad, inmediatamente después de recibir la información solicitada.

Todas esas medidas de seguridad le parecían exageradas.

-Dónde esta la paciente? -preguntó al ver a los dos jóvenes que penetraban en su despacho tras obtener permiso para entrar.

-Es él -manifestó el chico pelirrojo.

-Qué broma es esta? -murmuró perplejo levantándose del asiento.

-No es ninguna broma -dijo el pelirrojo- Mi esposo necesita de sus servicios. Su estado es especial.

-Esposo..., es esta una casa de locos? -no pudo menos que preguntar.

-Qué le hace suponer eso? -preguntó a su vez- Esta es una casa muy honorable. -tanto como podía considerarse respetable a un jefe de la yakuza pensó para sus adentros Hanamichi. Nadie se lo había dicho, ni era tonto ni ciego y menos aún sordo, aunque aparentaban ser una familia normal y corriente no lo eran, cuando estaban reunidos, veía actitudes sospechosas, oía palabras que no debería oír y sobre todo, estaban los guardaespaldas armados hasta los dientes, que les seguían a todas partes. Al igual que Kaede había empezado a ignorarlos y el resultado era perfecto. Podía llegar a pasar a su lado sin recordar que eran ellos.

-Déjeme solo con el paciente... -murmuró cuando comprendió que no era ninguna broma.

Hanamichi dudó.

-No seas tonto... -dijo Kaede- Espérame  afuera... ya verás como solo es una indigestión.

El interrogatorio a su supuesto paciente fue largo y exhaustivo.

-Descubra su pecho. Voy a auscultarle. -dijo cuando dejo de escribir las respuestas del muchacho. Al igual que su paciente empezaba a pensar que su diagnostico era el correcto. Mas no iba a descartar ninguna posibilidad, aunque no era aquella su especialidad, haría todo lo que estuviera a su alcance para que Sato-san no pensará que no tomaba en serio su trabajo.

Su primera medida fue auscultar a su paciente, dándole algunas indicaciones para escuchar su sístole y el sonido de sus pulmones, todo estaba correcto, aún así decidió extraerle sangre y conseguir una muestra de orina.

Esa misma tarde consiguió procesar las muestras que había recogido para chequear la salud de su paciente, cuando efectuó la ultima pensó que había cometido algún error porque según los resultados ese joven estaba embarazado. Volvió a repetirlo, no dos sino hasta tres veces. Al cabo de los cuales comenzó a comprender que su estancia allí iba a ser más compleja de lo que creyó al principio. Aquella situación era contra natura.

Sus conocimientos y su mente le dejaban bien claro que era imposible. Un hombre no podía quedar embarazado, más la ciencia decía lo contrario, mostrándole claramente los resultados de sus análisis.

Tenía que estudiar más profundamente a ese joven, si era cierto que estaba embarazado y las pruebas eran totalmente fiables, era un caso excepcional, sería el primer ginecólogo que ayudaría a un hombre a parir, su nombre se daría a conocer mundialmente. Podía entregar a la revista Science Medical  todos los pasos llevados a cabo con el paciente, un estudio completo y complejo de todo el proceso.

Unas palabras escuchadas unos días antes explotó la burbuja de sus ilusiones.

"Solo le voy a exigir silencio absoluto respecto a su paciente, una sola palabra que salga de sus labios y puedo asegurarle que será la ultima que pronuncie, o una solo mención en alguna revista médica, no importa en que lugar del mundo intente esconderse, conseguiré llegar hasta usted."

Trago saliva con dificultad. Ese hombre sabía lo que podía encontrar, por eso le hizo esa advertencia y la preocupación que había en la mirada del pelirrojo, también le hizo saber que sabían lo que pasaba. Cómo era posible? Se levantó del banquillo metálico. Tras comprobar que todo el instrumental estaba en condiciones y salió del laboratorio para encerrarse durante unas horas en su despacho.

Encendió el ordenador y abrió el programa escribió el principio de su estudio.

Nombre y apellidos del paciente: Sato-san

Fecha de Nacimiento: 1-1-1987

Edad: Veintitrés años.

Sexo: Varón.

Características: Oriental. Japonés. Cabellos negros, ojos azules.

Estado Civil: Soltero. Vive con un joven, su pareja.

Protocolo Aplicado: Básico.

Fecha Reconocimiento:  16-11-2001

Tipo Reconocimiento: Primero.

Pasó a otra página  escribiendo el título: ANAMNESIS y distintos subtítulos.

ANTECENTES FAMILIARES:

Padre: Sano.

Madre: Fallecida. (Ignora enfermedad)

Hermanos: Si.

            Estado de Salud: Sanos

HÁBITOS:

Fumador: No.

Sueño: 6 horas /noche. Narcolepsia /día.

Ejercicio físico: Intenso. 3 horas /día, a veces 5 horas.

Dieta alimenticia: Variada.

HISTORIA LABORAL

Deportista profesional.

HISTORIA ACTUAL

Descripción: Sin interés.

Tratamiento médico actual: Ninguno.

ANTECEDENTES PERSONALES

Antecedentes médicos: Narcolepsia.

Intervenciones quirúrgicas: Dos.

Enfermedades: Las típicas de la infancia. Rotura completa del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Rotura del tendón de Aquiles. Esguinces tobillos.

Diagnostico: Posible embarazo (análisis de orina repetidos tres veces, positivo).

Se detuvo, llevándose sus manos al rostro para, restregarse los ojos, se sentía cansado. Cuadro los hombros para evitar la molestia que sentía en el cuello.

Decidió dejarlo y continuar al día siguiente. Antes de cerrar el archivo lo encripto y le dio una complicada clave. Nadie que no fuera él podía acceder a su lectura. En su agenda para el día siguiente escribió unas líneas, sobre que hacer.

Aunque estaba cansado, no conseguía dormir, se obligó a hacerlo dejando la mente en blanco, apartando de sus pensamientos a su paciente y su peculiar caso. Era consciente que tenía que estar relajado al día siguiente para poder continuar el estudio de ese joven.

Media hora después sus suaves ronquidos se dejaron oir.

Hasta el próximo capítulo....

Paz

Notas finales:  

Glosario Francés

 

¡¡Mon Dieu!!: ¡¡Mi Dios!!

Ou suis je?: Dónde estoy?


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