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Haz realidad nuestros sueños por Paz

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Notas del capitulo: Este fue el primer capítulo que escribí de este fic, espero que os guste
 

Haz realidad nuestros sueños

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 22: Qué no cunda el pánico

 

Era una mañana como cualquier otra.

Hanamichi despertó, abrazado a su zorrito, volvió la cabeza, en su cunita dormía su pequeña Masae, luego volvió la mirada y medio se incorporó para fijarse en el otro lado de la cama, junto a Kaede, la cunita donde también dormía su pequeño Masao Los gemelos dormían plácidamente, satisfechas sus necesidades de comer y dormir.

Nada empañaba la serena quietud de la familia esa mañana, con amplia sonrisa de felicidad volvió a recostarse

Sus chiquitines estaban bien y su zorrito también. Habían transcurrido tres semanas desde el momento del parto y todo era felicidad.

Cuando llegó el momento de su siguiente toma, los gemelos despertaron ruidosamente, para entonces Hanamichi estaba en la cocina preparando los biberones y no tardo en llevárselos.

Los gemelos permanecían en los brazos de sus papás mientras tomaban sus biberones, luego hicieron sus eructos con toda normalidad y tras acostarles en sus cunitas cerraron sus ojitos quedándose dormidos. Hanamichi aprovechó para preparar el desayuno para ellos en tanto Kaede se quedaba contemplándoles.

Estaba en la cocina con su madre cuando le llegó la angustiada llamada de Kaede.

Sobresaltado corrió a su lado, para encontrarle meciendo en sus brazos a Masae que gemía de un modo que rompía el corazón. Kaede la acunaba en sus brazos con expresión sobresaltada.

Qué le ocurre? -preguntó inquieto.

-No lo sé... no consigo que deje de llorar... -le miró como si él podía saber que le pasaba.

Hanamichi miró su carita enrojecida.

-Será los dientes... -aventuró.

-Aun es pronto...

 

-Que no nunca el pánico... -pidió Hanamichi, en ese momento Masao también comenzó a gemir al ritmo de su hermanita, era como si por solidaridad le acompañaba. Kaede asustado sostenía en sus brazos a sus pequeñines, que lloraban con desconsuelo.

Mientras la abuela se retorcía las manos con nerviosismo al no ser capaz de comprender que les pasaba, habían transcurrido muchos años desde que tuvo a Hanamichi y no recordaba haber pasado por tal trance, por lo cual se sentía incapaz de dar algún consejo.

Kaede lloraba, los bebes lloraban y él corrió a tomar el teléfono para llamar al doctor Anglade que había asumido también las tareas de pediatra. En el pequeño hogar parecía haberse desatado el caos.

-Oiga... oiga... -grito al teléfono al no recibir contestación.

-Do'aho... quieres marcar el número -Kaede dejo un instante de sollozar para pedírselo.

-¡¡Ahhhhhgggg...!!!, el número... si, si el número.... -revolvió entre las paginas de la agenda telefónica, pero con el nerviosismo no era capaz de encontrar lo que buscaba, hasta que uno de esos nombres resaltó sobre los demás- Que no cunda el pánico -volvió a repetirse, mientras ahora sí marcaba el número, sintió que comenzaba a hacer la llamada- Hiroshi!!! -chilló- Cómo que esta reunido... es urgente... un asunto de vida o muerte... -gritó a la persona que se había puesto al teléfono- No... no... usted dígale que se ponga... no... no va a darle usted el recado -no se fiaba ni un pelo de esa secretaria peliteñida- ¡¡Hiroshi...!! -gritó feliz al oír su voz- Los gemelos están malitos. -Miró el teléfono con expresión satisfecha- Ha colgado...

-Que no cunda el pánico... -entró diciendo Hiroshi diez minutos después.

-Es lo que yo digo... -murmuró Hananichi, acunando en sus brazos a la pequeña Masae, que aparentemente parecía más calmada.

Tras él aparecieron sus dos guardaespaldas, sentándose junto a la abuela para preguntarle que ocurría, y enseguida una fuerte frenada indicó que llegaba alguien más.

Rukawa-sama entró seguido de un sobresaltado individuo que sostenía contra su pecho un maletín de médico y sus tres guardaespaldas.

-Que no cunda el pánico... -fueron sus primeras palabras, al ver el caos originado en el pequeño hogar.

Entre tanta gente, no había forma de ver a los bebes, al sonido de su voz consiguió que se le abriera paso hasta donde Hana y Kaede permanecían con sus bebes en brazos, sus caritas enrojecidas por el llanto y sus puñitos cerrados como si así pudieran alejar el susto al ver tanto rostro desconocido vuelto hacia ellos.

Hanamichi al escucharle no pudo menos que soltar una carcajada, y así sin darse cuenta el ambiente tenso se aquieto, Kaede dejo de sollozar ante su impotencia para saber que le ocurría a su bebita, como si eso fuera lo que necesitaban los gemelos, todos se permitieron esbozar una sonrisa

-Aquí esta el pediatra. -dijo Rukawa-sama sin saber que provocaba tal hilaridad.

-¿Dónde está Anglade-san -preguntaron a un tiempo Hanamichi y Kaede, dudando en dejar a su parejilla en manos de un desconocido, la desconfianza en sus miradas era patente para todos.

Milagrosamente, los bebes habían dejado de llorar, se habían aquietado en los brazos de sus papas como si presintieran la tranquila serenidad del ambiente que les rodeaba.

-Se fue de luna de miel. Acaso has olvidado que se casó hace un par de días? -explicó Rukawa-sama.

El hombre con cara de susto había sido prácticamente secuestrado de su consulta, se preguntaba si había caído en manos de unos mafiosos, todos tenían unas caras poco amigables.

Los más tranquilos papas, llevaron a los bebes al dormitorio posándolos atravesados en el lecho.

Todos se agolparon alrededor de la cama.

El pediatra les miró aún con sobresalto y pidió que solo se quedaran los padres, su mirada perpleja quedo con la duda si le estaban engañando. Esos chicos parecían cualquier cosa menos padres, y dónde estaba la madre?

Kaede hizo un severo gesto hacia la puerta que cerró apenas salió su padre, como siempre era el último en darse por enterado. No estaba acostumbrado a que le dieran órdenes, si no a darlas él.

Con profesionalidad, comenzó a auscultar a los bebes, comenzó con la bebita y continuo con su hermanito, cuando concluyó su examen, se incorporó con una sonrisa.

-Tiene gases... nada preocupante... su hermanito siente sus mismos dolores.

-Gases? -la mandíbula de Hanamichi descendió varios milímetros.

-Si. Suele ocurrir con los bebes. Habrán observado que la nena encoge sus piernas contra su vientre y luego las sacude,  es un síntoma evidente, cuando ello ocurra solo tienen que armarse de paciencia, con el tiempo desaparecerá el problema.

-No... no va a darles nada... -musitó Kaede, se le rompía el corazón con solo verles llorar

-No es necesario..., los bebes tienen que estar tranquilos, nada de gritos o llantos a su alrededor, -dirigió una aviesa mirada hacia la puerta cerrada- mucha tranquilidad, ellos advierten el nerviosismo y se intranquilizan aún más.

-Gracias, doctor... lo tendremos en cuenta -dijo Hanamichi mucho más tranquilo, aunque preocupado si volvía a repetirse esa escena de llanto. Verles llorar rompía el corazón más duro.

Le acompañó fuera de la habitación, en el salón todos se volvieron a mirarle expectantes. El pediatra, sobresaltado atinó a decir.

-¿Puedo marcharme ya?

-Por favor, puede repetir lo último que nos dijo  -le pidió Hanamichi- lo del nerviosismo -le aclaró por si no sabía a qué se refería.

-Los bebes tienen que estar tranquilos, nada de gritos o llantos a su alrededor, volverá a pasarles durante estos primeros meses, por tanto los bebes necesitan mucha tranquilidad, porque ellos advierten el nerviosismo de los que rodean y se intranquilizan aún más.

-¿Y cuál ha sido el motivo de su llanto? -preguntó la señora Sakuragi aún inquieta por sus nietos..

-Gases.

-¿Cuánto tiempo? -abrió mucho los ojos al escucharle.

-Si se refiere a este problema, depende de cada bebe, pero una de estas crisis puede mantenerse durante varias horas. -les avisó para que estuvieran preparados.

-Qué aconseja darles para calmarles? -preguntó Rukawa-sama.

-Nada..., solo paciencia y sosiego. Los bebes son muy sensibles a lo que sucede a su alrededor todo lo perciben. -comentó.

Desde el dormitorio, seguía escuchándose el ahora suave llanto de los gemelos y la nana que Kaede les cantaba para hacerles saber que estaba allí.

Todos se dieron por aludidos cuando Hanamichi hizo una seña al pediatra hacia la salida, al mismo tiempo que agradecía su presencia allí.

-Déjalo estar.... -dijo Rukawa-sama cuando vió su intención de pagarle la consulta- Yo me ocuparé de eso.

-Gracias..., lamento haberos sacado de vuestras ocupaciones..., nos preocupamos al no saber que les pasaba.

-No te disculpes... es comprensible. -dijo Rukawa-sama dándole una palmadita tranquilizadora- Somos nosotros los agradecidos, por pensar en llamar a la familia.

Hanamichi asintió sin palabras, no iba a decirles que esa llamada fue por casualidad, el primer número telefónico que apareció ante sus ojos.

 

Hasta el próximo capítulo....

Paz

Notas finales: Este es el anteúltimo capítulo... solo queda uno para el final.

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