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LIBERTAD por Starfugaz

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Notas del capitulo:

Que puedo decir, desee escribir este pequeño fics reflejando los sentimientos ocultos de Akashi, de las presiones como responsabilidades que tuvo en su niñez, espero haber logrado mi proposito, para el mes MuraAka dia 21

 

 


LIBERTAD


 


Existe un momento en  la vida, que te pones a meditar de todas las vivencias, de los sueños hechos o inconclusos  a lo largo de ella, eran esos momentos que en la soledad de tu habitación o en lugar especial, replanteas que eres tú, cuál es tu esencia;  si has logrado encontrarte completamente o sigues comportándote en un simple títere de los demás.


No es que eso fuera necesariamente cierto, pero para Akashi Seijuro, desde que tuvo  memoria siempre ha vivido, para  complacer a los demás, dejando a un lado sus sueños, ideales pero sobretodo encontrarse a sí, mismo, era un pequeño pajarito encerrado en una jaula de oro. 


Seijuro, sabía que desde niño fue programado a esforzarse para  ser el mejor, sin importar a quien debía pisotear para poder ser el número uno, todo lo que tocara debía convertirse en oro, sino su padre lo castigaría y humillaría. Solo en la soledad de su cuarto lloraría, aferrándose al pequeño recuerdo de su querida madre, la única que lo amo por lo que era, sin apellidos, sin honores, ni trofeos era su niño, su pequeño lucero, solo con ella era libre, podía saborear la libertad, dejar que sus alas se extendiera pero desgraciadamente todo lo bueno que tenia, su pequeño oasis en el desierto debió dejarlo solo en un mundo atroz, cruel pero sobretodo lo dejo con su padre, el ser al que nada de lo que hiciera era perfecto.


Aprendió desde niño que soñar, que albergar una ilusión,  no es posible para él, por lo mismo cuando finalizo el entierro de su madre, con el rostro empapado de lagrimas se refugió en su habitación para sacar una hermosa caja de madera con acabados finos, como delicados, con las manos temblorosas, saca una hoja en la cual se podía apreciar un dibujo, mal logrado aunque su madre le diera que era perfecto que aun con su edad, había hecho una obra de arte. Akashi mostro una enorme sonrisa, sus mejillas regordetes estaban rojas como el color de su cabello para abrazar con fuerza su regalo, su madre aun débil acaricio el retrato, en donde se podía apreciar al pequeño Seijuro dibujado como un pajarito que volaba hacia un gran arcoíris, pero el color morado resaltaba más que los otros colores, y fue ahí que la señora Akashi, lloro por dejar a su niño, y rogaba al cielo que su hijo fuera feliz y que encontrara buenos amigos.


 Akashi soñaba  en encontrar el amor, en alguien grande, fuerte que lo defendiera de los abusos de su padre, que se plantara enfrente del señor Masaomi y le demostrara que su hijo, era un ser viviente que merecía amor y no, tratarlo como una máquina, un perfecto robot solo para traer meritos al apellido Akashi pero el tiempo paso, y las alas del pequeño emperador fueron cortadas para seguir decorando esa enorme jaula de oro.


El tiempo paso para Akashi, conoció personas, socios de su padre y les demostró el poder el futuro sucesor de su padre, pero también el vacio, la soledad crecían en su corazón, era el mejor estudiante, deportista, músico, en toda actividad que estaba metido lo superaba, mostrando su capacidad, como inteligencia pero nada de eso bastaba para complacer a su padre, jamás en los ojos de él encontró el brillo de orgullo, como complacencia, haciendo que Seijuro siguiera forzando, amo el básquet, era su deporte favorito y lograba sacarlo de su eterna soledad, conoció buenos amigos, y lo conoció a él, al primero que no se intimido por su poder, ni por su aura autoritaria, él que su aura era de aburrimiento total, pero si lograban enfurecerlo sacaba un aura sorprendente que doblegaba a cualquiera y aun con ese poder, lo respeto a él y no por miedo sino por admiración y fue la primera vez que el emperador sintió que su corazón revoloteo como nunca, sus sueños de volar, de ser libre de saborear la libertad, volvieran a su vida pero nuevamente supo que las cosas buenas no eran para él.


Se convirtió en un monstruo, deseoso de poder, de ser el mejor y se olvido las veces en la que deseaba ver el rostro orgulloso de su padre, por ser el mejor no importaba a quien debía pisotear, sus amigos se alejaron de él, cada miembro de la generación milagrosa tenía su propio demonio que debía vencer, un tiempo después de saborear la derrota que le supo agridulce a su paladar pero fue la necesaria para abrirle los ojos, de guardar esa personalidad sádica y déspota que despertó, darle un descanso a sus ojos de emperador para ser solo Seijuro. Se alegro de saber que sus amigos habían encontrado el amor, quien hubiera pensado que Aomine se declara a Kise, si eran como el agua y el aceite pero bueno cada quien con sus gustos y cuando el corazón escoge, nada ni nadie puede decidir por él, como lo hicieron Midorima con Takao, Kuroko con Kagami, (el pequeño fantasma tuvo que declararse al pelirrojo porque a este paso, todos se volverían viejos y el tigre ni enterado de que el amor que profesaba al peliceleste era reciproco). La pareja más sorprendente e impactante de que estuvieran juntas era la del hermano adoptivo del tigre, Himuro con Shun ese par, si habían causado revuelco en el grupo de amigos pero todos estaban felices por su relación.


Pero ahí, estaba él nuevamente solo, en su habitación como única compañía la soledad, solo ahí podía dejar que sus lagrimas caerán libremente, era triste que sus sueños fueran eso solamente sueños, no había un guerrero que entrara a defenderlo de las palabras hirientes de su padre, no había un fuerte como gigante luchador para que lo liberara de esa vida, no existía arcoíris con el color morado que brillara más que los otros colores, no estaba Atsushi para defenderlo, era demasiado tarde para confesar su amor por el gigante de Yosen, ni él fue cociente de ese amor, pero solo con él, se sentía libre, podía ser solo Seijuro y no Akashi.


Tuvo miedo cuando Murasakibara confesó su amor hacia él en Teiko, era muy joven para entender sus sentimientos, de saber que amaba a su gigante que no era normal sentirse libre a lado del más alto, de las caminatas sin sentido, o solo sentarse en una de las bancas del parque más cercano de su mansión para contemplar el atardecer, o cuando Atsushi le convidaba uno de sus dulces, que idiota fue en ese tiempo, se enceguecido en su programación de ser perfecto que se le olvido su corazón, que este le gritaba su amor por su compañero pero volviendo al recuerdo de la confesión del gigante, él solo pudo declinar esa preposición de noviazgo alegando que no había amor  y lo que muy seguro tenia Murasakibara era admiración y si se le ocurría volverle hablar de amor, pues ahí terminaría su amistad, Atsushi solo se limpio las lagrimas para asentir la orden de su emperador, cumpliendo al pie de la letra ese pedido.


Ahora estaba ahí, en su jaula de oro, llorando por la pérdida de su amor, porque era imposible que Atsushi siguiera enamorado de él, no después de cómo lo trato, de que nunca lo busco,  ambos habían tomando caminos equivocados y más cuando fue testigo de cuando todos sus amigos se habían declarado parejas, Murasakibara estaba junto a una hermosa joven de cabellos ondulados de color rojizos, ojos de color verde y piel blanca muy juntos y ella, se había estirado todo lo que podía por su estatura, siendo el más alto que se agachara para mostrar un fuerte sonrojo en su mejilla, fuera lo que fuera que le dijo ella, había logrado avergonzar al gigante pero en un momento sus miradas se encontrara y todo a su alrededor desapareció, deseo acercarse, quitar a esa tipa y declarar que ese hombre era suyo, pero solo pudo morderse los labios cuando el mismo Atsushi se dio la vuelta para abrazar a la señorita y llevarla lejos de ahí, no sin antes escuchar a lo lejos que ella le gritara saber qué cosas, solo su orgullo impidió que llorara en ese lugar.


Pero su muro cayo una vez que sus pies tocaran su jaula, se abrazo a una almohada dejando que el dolor saliera pero iba a ser imposible que saliera todo, cuando su corazón resentido por su cobardía le recordaba que él era el único culpable, no tenía ganas de gana ni muchos menos, escuchar otra de las largas conversaciones de su padre que le reprochaba sus errores, que debía enfocarse más en los negocios y no perder el tiempo en estar jugando un patético deporte que era el básquet. Su padre entro hecho una furia a su habitación pero solo se quedo parado, estático en el marco de su puerta al verlo de esa manera y a él por primera vez en la vida le importo nada, verse tan frágil enfrente de su padre.


Quiso gritar, poder desahogarse, reprocharle porque su padre le quito su infancia, para convertirlo desde niño en un adulto, que no jugara con los demás niños de su edad, de poder solo preocuparse por qué no se terminara los dulces en el hogar, pero que se podía esperar de un joven que no conocía el amor, que lo único que conoció de una caricia de su padre, fue cuando su madre antes de morir suplico que Masaomi consolara al hijo de ambos, que como una avecilla encerrada en una jaula solo podía ver de lejos las muestras de amor de los otros padres a sus hijos.


Su padre iba acercarse a él cuando Akashi tuvo que levantar la mirada cuando escucho un fuerte sonido de algo desplomarse en el suelo, y por primera vez Seijuro tenía los ojos abiertos a ver a Atsushi junto al cuerpo de su padre y este tenía un golpe en su mejilla, no supo cuando Murasakibara lo cargo para abrazarlo y jurarle que lo iba a  proteger de su padre, que  nunca le iba a golpear (cosa que nunca, paso su padre solo le agredía verbalmente).


—Akachin, yo jamás permitiré que te lastimen, perdóname Akachin, pero yo no he dejado de amarte, por favor dame una pequeña, oportunidad para estar a tu lado, aun cuando no me ames, solo deja que me quede a tu lado —suplico Murasakibara con los ojos empañados al punto de soltar las lagrimas, temiendo que su emperador cumpliera con su orden pero se asusto al ver como su pequeña cerecita solo se abrazo más a él para llorar con todas sus fuerzas y él sentía que había metido la pata —lo siento, Akachin ya, no te hablare de mis sentimientos, pero no llores —


Akashi, sentía una gama de emociones que explotaban en su interior y no sabía cómo expresarlo, era como sí, la punta de sus dedos tocara el cielo, sus sueños se despolvaban y su corazón, oh su corazón volvió a palpitar.


—Te amo, Atsushi —solo atino a decir, sintiendo como ahora su gigante era el que lloraba para abrazarlo más a él como si en cualquier momento fuera a desaparecer, se hincaron los dos abrazados para separarse lentamente y darse un beso que les sabio a dulce mezclado con la sal de sus lagrimas, en un rincón de la habitación estaba el padre de Akashi, viendo por primera vez a su hijo feliz, había cometido demasiado errores con su único hijo, quizás era el tiempo de cambiar por el bien de su hijo y los futuros nietos que ese par tendría, porque era un hecho que ese gigante le debía dar muchos nietos, si definitivamente su hijo se miraría bello con su pancita, de embarazado.


Seijuro, sintió lo que era la libertad y eran en los brazos de su gigante pero aun así se separo, necesitaba saber quién era esa tipa que se tomaba muchas confianzas con su novio, porque desde ahora era su novio, futuro padres de sus hijos porque si no, buscaría una enormes tijeras para poner en cintura a su novio.


—Melodychin, tenía razón —dijo como si nada Atsushi, haciendo que su novio le pusiera la atención a sus palabras.


— ¿En que Atsushi, y dime quien es ella? —exigió Akashi, viendo seriamente a su gigante.  


—De que tú me amabas, y si nuevamente confesaba mi amor por Akachin, tú me aceptarías por lo otro es mi prima, su cabello es morado pero solo por esta ocasión se puso esa peluca roja, mejor dicho me aposto que tú te pondrías celoso, si ella se ponía cariñosita conmigo, Akachin perdí seis bolsas de mis dulces favoritos  —lloriqueo al final Atsushi recordando lo adicta que era también su prima, en especial por sus dulces favoritos.


Seijuro solo negó con la cabeza, para tomar la mano de su gigante para salir de su habitación y no era porque era un pequeño hecho pequeño lo que hizo, algo que tal vez para muchos fueran insignificante pero para Akashi era dejar que sus alas volaran libre, que por primera vez en la vida tomara la decisión que su corazón le dictaban, su mirada se enfoco en su padre que solo estaba ahí, pensando saber qué cosas para que su mirada se dirigiera en Atsushi que lo cargo como si fuera él,  fuera el cristal más frágil que existiera en el mundo que cualquier  viento lo  rompería, solo pudo embozar una sonrisa sincera,  era momento de vivir sus sueños porque uno se estaba haciendo realidad; su guerrero de brillante armadura fue a salvador, su arcoíris al final de la tormenta, su libertad.  Ahora ya no existía su jaula de oro, porque su corazón había decidió volar  libre hacia su otra mitad. A su libertad  


 


FIN  

Notas finales:

Espero sus comentarios, tomatazos.

 


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