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The little lost bunny por Blasphemy

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Era una tarde normal en el centro de Seúl, el sol comenzaba a descender y el frio comenzaba a hacer su aparición, sin embargo, ni la hermosa vista del atardecer lograba calmar la ira de Kim SeokJin, un joven de 24 años con hermoso cabello rubio platinado, ojos pequeños y gruesos labios. El chico se encontraba furioso, por decirlo menos. En la cafetería donde trabajaba lo habían dejado horas extra y éstas habían sido compensado, su compañero de piso, Namjoon, lo había llamado para que comprara algunas cosas que el despistado de Jimin había olvidado el día anterior, su casa estaba hecha un desastre y comenzaba a sentir como el frio comenzaba a calar entre sus huesos pues había olvidado su abrigo.

Una vez que compro las cosas que necesitaba, caminó con pasos lentos a su hogar. Hacía muchísimo frío, pero no quería llegar a limpiar el desastre que los chicos tendrían en casa. Soltó un suspiro y decidió tomar el camino largo, atravesando un parque.

Todo lucia tranquilo, el ambiente era silencioso y poca gente transitaba por el lugar, sin embargo algo logro llamar la atención del rubio, un sollozo que provenía de un árbol cercano. Su mirada se posó en el lugar y con pasos sigilosos se acercó, tal vez era algún niño extraviado que necesitaba ayuda, sin embargo, nada lo preparó para ver lo que estaba ante sus ojos. Era un muchacho que no aparentaba más de dieciséis o diecisiete años, de contextura delgada, labios algo gruesos, ojos enormes, tez pálida y cabello castaño. Vestía un short muy corto dejando ver sus lechosas piernas, unas botas, el cuello de la camisa, parte de las mangas*, un pequeño corbatín y algo que le llamo un poco su atención: unas orejas de conejo de igual color que el cabello del chico.

Jin abrió enormemente los ojos por la sorpresa, y cuando salió del shock que le propinó la vista ante él, se inclinó frente al chico provocando que este último retrocediera en su espacio asustado. El mayor notó que el chico que el piso tenía el labio roto y su expresión denotaba dolor cuando se movía.

-Tranquilo, no voy a hacerte nada. ¿Cuál es tu nombre? - pregunto el mayor con tono calmado e intentando sonar amistoso.

El chico alzo su mirada y con voz temblorosa respondió:

- J-jungkook

-Oh, bueno, Jungkook, yo soy Jin, ¿Estás perdido? Si quieres puedo llevarte a tu casa- ofreció el mayor.

-Yo n-no tengo una casa- declaró el joven con la mirada baja y los ojos vidriosos como si estuviese a punto de llorar. La escena provocó que el corazón del rubio se oprimiera, el chico se veía tan frágil y desorientado.

-Puedes quedarte en mi casa si quieres, no tengo problema en darte alojo hasta que encuentres un lugar donde quedarte - soltó Jin de la nada.

Jungkook lo miro con desconfianza, pero algo en los ojos del mayor lo hizo asentir lentamente.

 

 

El más alto se puso de pie y espero a que el otro lo imitara. Ambos caminaron de forma apresurada, el frio cada vez se hacía notar más y el pecho del menor estaba descubierto al igual que sus largas piernas. Jin no sabía exactamente lo que había ocurrido, pero tenía una vaga idea de lo que el chico había tenido que pasar por sus golpes y la extraña ropa que portaba.

Luego de unos minutos caminando llegaron a una gran casa. Jin miro detrás por donde Jungkook lo seguía e hizo ademán para que el menor entrara a la casa, Jungkook le siguió y entro quedándose de pie en la sala de estar mientras Jin cerraba la puerta con seguro como todas las noches.

- ¡He vuelto! -  anunció el dueño aquella casa.

-Ya era hora, nos tenías preocupados y Namjoon casi quema…- Jimin no terminó su frase al ver al joven que se escondía tras el otro. Con curiosidad dirigió su mirada al rostro del mayor - Jin, ¿Quién es él?

Kim solo ignoró la pregunta del pelinegro y lo envió en busca de los demás, debía explicarles la situación. Jimin le aclaro que los demás se encontraban en la minimarket comprando comida chatarra y que ellos eran los únicos que se encontraban en casa en esos momentos, el rubio pasó las manos por su cabello en señal de frustración y soltó un suspiro, las cosas se complicarían con otra persona en casa.

Se giró en su eje y miro de frente al joven nuevo, lucia muy asustado y desconfiado, posó sus manos en sus frágiles hombros provocando que el otro se exaltara y hablo con voz suave.

-Ven Jungkook, puedes tomar un baño y cambiarte esas ropas arriba- indicó el mayor llevándolo a la planta alta. Rebusco entre sus cosas y escogió algo que pudiera quedarle al menor, encontrando algo con lo que se sintió satisfecho se los entregó a Jungkook junto con una toalla para que fuera al baño.

Luego de unos minutos el menor salió del cuarto de baño con un pantalón que le quedaba algo grande, una polera varias tallas más grandes que la suya y un adorable sonrojo en sus mejillas. Quizás se había equivocado entregándole ropa suya, para la próxima le entregaría algo de Jimin. Interrumpió sus pensamientos cuando se fijó en la cabeza del joven llamándole la atención las orejas que seguían adornando la cabeza del chico.

- ¿No te las quitaras? - Preguntó Jin apuntando a la cabeza del menor mientras este secaba su cabello con la toalla. Jungkook comprendió enseguida a lo que se refería.

- ¿Um? - El joven lo miro asustado ¿Y si lo consideraba un fenómeno y se arrepentía de su propuesta? – Yo… no puedo q-quitármelas- explico el castaño, provocando que el mayor lo mirase extrañado.

- ¿Cómo que no puedes? - preguntó curioso.

-Soy un hibrido… estas orejas son parte de mi- Respondió con la voz quebrada intentando aguantar las ganas llorar mientras esperaba un grito por parte del otro, pero lo único que sintió fue una cálida mano acariciando su cabello.


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