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Turning On por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Otro fic que tenía guardado y a medio elaborar. Por fin llegó la inspiración y pude terminarlo. 

A mis brujas que siempre me inspiran y me ayudan cuando estoy en apuros, con todo mi amors <3 

Turning On

Keny-chan

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Las luces que recién había encendido le cegaron momentáneamente con su brillo, parpadeó un poco para disipar el montón de destellos que aún se arremolinaban en sus pupilas. Aún ligeramente deslumbrado se arrastró hasta la habitación y sin más energía se dejó caer pesadamente contra la cama, su nariz terminó aplastada contra el edredón, sin embargo no le dio importancia. Suspiró.

—   Estoy muerto.

Yusuke se estiró cuanto pudo y sintió con agrado cómo sus huesos crujían y sus músculos lograban destensarse un poco. Hizo un suave sonido de satisfacción similar al ronroneo de un gato.

Entonces escuchó a Akinori reír disimuladamente. El menor lo observaba desde el marco de la puerta, con las manos escondidas en las bolsas del pantalón,  y una postura desbarbada, pero cauta. Yusuke había girado el rostro hacia él, logrando asomar sólo un ojo en su dirección. Conocía ese brillo en los ojos del bajista, era una mirada que decía cuánto quería acercarse pero dudaba si estaba bien hacerlo. Yusuke sonrió. Adoraba la timidez de Akinori, ya fuera en el escenario, razón por la que le gustaba provocarlo, acechándolo constantemente, ya fuera frente a Hazuki, quien lo intimidaba a propósito para molestarlo, o su timidez cuando se quedaban solos, como en ese momento. Porque despertaba en él el deseo de romper sus barreras y mostrarle la otra cara de la inocencia.

No dijo nada, tan sólo extendió una mano en su dirección, en una clara señal de que se acercase. Akinori, que no había apartado la mirada del pelirrojo a pesar de sentirse avergonzado por el minucioso escrutinio, aceptó y caminó hasta él, sentándose a su lado y enlazando con cuidado sus dedos con los ajenos. Eran delgados, largos y cálidos.

Yusuke se acomodó sobre su costado para poder mirar a Akinori de mejor manera. Deslizó la vista por todo su rostro, lucía tan cansado como él y sin embargo allí estaba, la alegría y la dicha tras otro concierto. Y se descubrió pensando que quería verlo así, por mucho, mucho tiempo más. Estrechó un poco más el contacto entre sus dedos y encogió las piernas para acomodarse nuevamente, entonces un tirón doloroso subió desde los pies hasta los muslos, haciéndole fruncir los labios ante la molestia.

Akinori se percató al instante y le miró preocupado.

—   No es nada— musitó Yusuke—. Creo que fueron las botas— se explicó.

El menor miró entonces a sus pies. Yusuke llevaba unas botas negras de considerable tacón y entendió que era debido a eso que estaba tan dolorido. Sin pensarlo, soltó con delicadeza la mano del guitarrista y se inclinó para desatar los cordones del calzado, para después sacarlos con cuidado y liberar al pelirrojo del martirio.

Depositó las botas junto a la cama y le sonrió a Yusuke:

—   ¿Mejor?

—   Sí, gracias— el pelirrojo movió los dedos lentamente para deshacerse de la sensación del calzado. Ah, en serio no quería moverse más.

Akinori le peinó tímidamente el cabello, removiendo unos cuantos mechones aún llenos de fijador, entonces miró el reloj sobre el buró, y se dio cuenta que aún era buena hora para hacerle tomar un baño y que pudiera descansar aquella noche. Se levantó y se dirigió al baño, sin tomar en cuenta la sutil protesta del mayor, encendió las luces que eran menos brillantes que las de la habitación y abrió las llaves para llenar la bañera. Cuando quedó a la temperatura adecuada volvió al cuarto donde Yusuke ahora permanecía bocarriba, mirando el techo, con los brazos y las piernas lánguidas.

—   Hora del baño, Yusuke-san— su voz salió queda y ligeramente nerviosa. El pelirrojo se incorporó sobre sus codos y le miró detenidamente, haciéndolo avergonzar una vez más.

—   ¿Me llevas?— preguntó con una sonrisa ladina.

El bajista se desencajó momentáneamente, dudó un instante, preguntándose cómo se supone que debía llevarlo. Le miró por un momento, estudiando las posibilidades, hasta que finalmente, habiendo encontrado su respuesta, llegó hasta el borde de la cama, ofreciéndole su espalda para que subiera. Yusuke le contempló con los ojos bien abiertos. Rió suavemente al mismo tiempo que pasaba sus brazos alrededor del cuello del menor, procurando no halarle el cabello, con un pequeño salto trepó por completo y Akinori tomó firmemente sus piernas para evitar que cayera. Yusuke volvió a reír, ahora en el oído del menor. Akinori se estremeció y comenzó a caminar nuevamente hacia el baño, sintiendo sus orejas enrojecer ante el mar de sensaciones que el aliento del pelirrojo provocaba al chocar contra su cuello, donde este había acunado el rostro.

Una vez en el baño, le depositó en el piso, cautelosamente. Yusuke comenzó a quitarse la ropa, mirando inquisitivamente a Akinori. El menor apartó la mirada, avergonzado y dio media vuelta en un claro intento de escape, sin embargo, Yusuke, que lo conocía bien, previó su acción y le tomó del brazo, para impedirle salir.

—   Quédate— susurró.

Akinori inspiró profundo, le ardían las mejillas pero igual obedeció. Miró de nuevo a Yusuke, procurando no engancharse a ninguna región en específico de su fina anatomía. Por su parte, Yusuke le pidió sin palabras le ayudara a desvestirse; el bajista le asistió con manos temblorosas. No importaba cuantas veces hubiera visto desnudo a Yusuke, el nerviosismo y la incertidumbre seguían siendo las mismas que la primera vez. Estaba ensimismado por completo, tan sumergido en los ojos del guitarrista.

Hasta que el timbre de un celular resonó desde la habitación. Akinori, apenado, se desprendió de las manos que le tenían atrapado, se disculpó mudamente y se alejó unos pasos para contestar. Reo llamaba para avisar que se quedarían algunas horas más en el bar y no había necesidad de que los esperaran. El menor asintió ligeramente más relajado, escuchando el sonido de la regadera de fondo y esperando que Reo no se percatara de ese detalle. Aunque en realidad no había razones para temer. Después de colgar, dejó el celular junto al lavamanos y cuando se dio vuelta nuevamente, Yusuke ya estaba dentro de la tina, observándolo en silencio, extendiéndole el champú con una mano.

Akinori se quitó la playera, consciente de que, de conservarla quedaría empapada, dobló los jeans por debajo de la rodilla y tomó asiento en el banquito disponible. Yusuke reposó la cabeza sobre el borde de la tina, disfrutando del agua tibia que comenzaba a humedecer su cabello, momentos después, los largos dedos del bajista masajeaban su cabeza, son movimientos circulares que le relajaban poco a poco. Cuando sintió nuevamente el agua, abrió los ojos, topándose de lleno con los de Akinori. Alcanzó una mano hasta su nuca, estiró el cuello hasta hacerse con  los labios del menor y los presionó con los propios en un beso breve y suave.

Yusuke se acomodó en la tina de tal forma que pudiera verle frente a frente, alcanzó nuevamente su nuca y tiró de él con todas sus fuerzas hasta que Akinori terminó dentro de la tina, con él.

—   Yu-Yusuke-san… aún llevo puestos los pantalones— protestó apenado.

—   Podemos solucionarlo— susurró y acto seguido le ayudó a desvestirse por completo. Arrojando los pesados jeans junto a la bañera.

Akinori quedó desnudo y completamente vulnerable ante los ojos de Yusuke. Estaba siendo atacado de nuevo y él no tenía cómo defenderse. Los labios de Yusuke se aventuraron a su boca, besándolo profundamente, sintió las cálidas manos del pelirrojo enmarcar su rostro, sabía que una vez que lo atrapara él no se alejaría, pero a Yusuke le gustaba esa sensación de poder impedirle escapar. Poco a poco, mientras el beso se prolongaba, con breves pausas para recuperar el aliento, las manos de Akinori fueron cobrando vida propia, recorriendo la desnudez del mayor con urgencia moderada por timidez. Dibujaron desde los pequeños hombros hasta la curva donde la espalda pierde su nombre. Yusuke, sentado a horcajadas sobre él y sin dejar de besarle, comenzó a menear la pelvis con la intención de friccionar ambas erecciones. El tacto de piel contra y piel en medio del agua producía una sensación extraña, pero placentera, como si flotaran. Akinori comenzaba a sumergirse por completo en las sensaciones. Yusuke había abandonado su boca para acudir a su cuello, donde repartía húmedos besos. Las manos del menor continuaron su camino hacia las piernas del pelirrojo y acarició cada una con las puntas de los dedos, mientras las manos de Yusuke ahora se ocupaban de recorrer su pecho por completo, los bordes, desde las clavículas, los pectorales, el ombligo y el inicio de sus caderas, hasta llegar a su miembro despierto. El mayor lo tomó entre sus dedos y apretó un poco, logrando un jadeo por parte de Akinori, bombeó rítmicamente, con parsimonia.

—   Yusu… ke-san.

Ah, se sentía en el límite. Pero una pequeña parte rebelde de sí se negaba a terminar tan pronto. Juntando toda su voluntad, detuvo la mano de Yusuke. El pelirrojo le miró y sonrió ante la estampa frente a él, Akinori le miraba suplicante, como pidiéndole le diera unos minutos para recobrar la compostura, con las mejillas arreboladas y largas hebras de cabello pegadas a la frente y las mejillas. ¿Cómo es que Akinori podía lucir tan adorable?

El bajista se incorporó un poco, sentándose mejor y desequilibrando ligeramente a Yusuke, que cayó sobre su pecho. Akinori le abrazó y le besó gentilmente, saboreando su boca con detenimiento. El pelirrojo pasó sus brazos alrededor del cuello del menor, y sonrió en medio del beso, pues había logrado encender el interruptor de su asertividad y estaba complacido. Akinori era así, tímido, un tanto ingenuo, siempre respetuoso, cuidadoso, y a Yusuke le fascinaban todas esas cualidades, sin embargo, también la fascinaba aquella faceta atrevida y apasionada que escondía Akinori tras su dulce sonrisa. No sabía si él lo había corrompido o simplemente lo había despertado, pero daba igual, siempre y cuando fuera él quien abriera el candado y arrojara las cadenas a un lado.

De pronto sintió los dedos de Akinori abrirse camino hasta su entrada, primero uno, despacio, hasta el fondo. Yusuke no pudo reprimir un gemido al mismo tiempo que su espalda se arqueaba. Akinori se tomó su tiempo estimulándolo, hasta que pudo introducir dos dedos más. Yusuke, con todo su peso sobre el bajista, jadeaba contra el oído del menor, conduciéndolo cada vez más al límite. Aunque no lo pareciera, Akinori siempre procuraba prepararlo adecuadamente, sin importar qué tan desesperado se sintiera, porque siempre estaba consigo el temor de lastimarlo.

—   Sácalos, AK— suspiró— Te necesito.

—   Pero…

Yusuke se incorporó al instante, mirándolo fijamente. Akinori asintió y retiró sus dedos, con cuidado. En cuanto el pelirrojo sintió el vacío, se dejó caer sobre la erección de Akinori, profiriendo un agudo gemido de sorpresa y satisfacción. Por su parte, el menor jadeó por el instantáneo cambio de presión alrededor de su miembro. Estaba tan estrecho y tan caliente, que le preocupó no durar lo suficiente.

Yusuke comenzó a moverse por su cuenta, con la mirada fija en el rostro de un Akinori avergonzado y presa del placer.

El bajista cerró sus brazos entorno a la cintura del pelirrojo. Los ojos de Yusuke, nublados por el deseo, estaban clavados en los suyos y no tenía donde esconderse. Yusuke siempre era tan… sensual y él apenas podía resistirlo. Su cercanía, su calor, su perfume, su sonrisa, su mirada, todo en él era seductor, peligroso y lo alteraba, lo ponía nervioso, lo desarmaba y sin embargo no quería alejarse. Por más que lo hiciera sentir vulnerable, sólo quería estar más y más cerca, más unido a él. Como lo estaba ahora. Siendo uno con Yusuke.

Los movimientos de Yusuke habían aumentado su cadencia, estaban próximos, lo sabían. Akinori lo atrajo hacia sí, mordió su hombro y arañó las alas de la mariposa en su espalda. Culminando en su interior.

—   ¡NORI-CHAN!— gritó Yusuke cuando la sensación en su hombro lo electrificó y lo condujo al clímax.

Cayó agotado contra Akinori, quien sólo atinó a abrazarlo cálidamente, dibujando círculos en su espalda y acariciando toda su columna. Permanecieron dentro hasta que los efectos del orgasmo se disolvieron un poco, rato después el bajista salió de su interior cuidadosamente.

Sacó a Yusuke de la bañera, le ayudó a ponerse la bata y le llevó hasta la habitación nuevamente en su espalda. Yusuke comenzó a quedarse dormido, acurrucándose en las almohadas, por lo que fue Akinori quien se encargó de ponerle el pijama y secarle el cabello. El menor disfrutaba de hacer aquello, le gustaba cuidar de él cuando la oportunidad se daba. Por eso, cuando el pelirrojo estuvo completamente perdido en sueños, aprovechó para cubrir sus piernas y pies con algunos parches y así ayudarle a aliviar el dolor en ellos.

Hizo lo propio consigo mismo y se acostó a su lado, sólo atreviéndose a acariciarle las mejillas, contemplándole hasta que el sueño y el cansancio pudieron con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yusuke despertó y se encontró cobijado por la calidez de otro cuerpo… o mejor dicho, estaba aferrado a la calidez de otro cuerpo. Parpadeó un poco confundido y la escasa luz que entraba desde el exterior le permitió ver que se abrazaba cual koala al torso de Akinori. El menor tenía un rostro sereno, el cabello hecho un lío  y respiraba acompasado. Yusuke sonrió. Despacio, sin despertarlo, frotó su nariz con la del menor y le soltó para poder reincorporarse por completo. Al  removerse para darle un poco de espacio al bajista,  descubrió los parches en sus piernas, que por cierto, ya no se sentían tan doloridas. Resopló, sobrepasado por la ternura que le provocaba Akinori con sus detalles, soltó una pequeña risa, en seguida, alcanzó su móvil y tomó una foto de los parches, ya después la publicaría. De volvió a meter bajo las cobijas, acurrucándose junto a Akinori. Besó su frente y volvió a dormir. 

Notas finales:

Espero les haya gustado. 

Besos~ 


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