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Inusual Cumpleaños por Dashi Schwarzung

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Notas del capitulo:

Bueno, como ya es costumbre, yo festejo a más no poder éste día, y qué mejor que escribiendo algo alusivo al cumpleaños de mi hermoso Kagami <3
No sé de dónde salió ésta idea, en realidad no estoy muy feliz con el resultado, pero de verdad quería entregar algo hoy c: así que lean… no, mejor no lean, está feo :v

 

 

..::Inusual cumpleaños::..

.:.

.

 

 

Su día estaba siendo muy cansado; apenas había terminado de investigar un caso de homicidio, cuando un siguiente caso ya le era asignado.

Suspiró derrotado, sospechando que ese día también tendría que llegar un poco más tarde a casa.

Por suerte su esposo Taiga lo entendía, y siempre le daba ánimos para seguir adelante con sus investigaciones.

—Sólo unas horas más. —Se dijo a sí mismo, tomando el expediente que su jefe, Imayoshi, había dejado sobre su escritorio.

 

Aomine Daiki podía presumir de ser uno de los mejores detectives de ese cuartel, y no era sólo las pruebas contundentes que entregaba, sino que también tenía esa facilidad de resolver esos problemas con una rapidez que ningún otro detective poseía.

 

Apenas había abierto el expediente, que yacía sobre muchos otros papeles, cuando escuchó la molesta voz de uno de sus compañeros de trabajo.

—Ehh… Perdón por molestarlo, Aomine-san. —Era Sakurai, un chico tímido pero eficaz, quien se aparecía por el marco de la puerta de la oficina de Daiki, llevando un folder con él.  —El jefe me pidió que le entregara éste expediente.

—Joder, ese maldito de Imayoshi. Ni siquiera he leído el que dejó hoy en mi escritorio. — Maldecía una y otra vez a su jefe megane, pues ni siquiera lo dejaba trabajar a gusto.

—¡Lo siento, lo siento! —Se disculpaba una y otra vez el chico trigueño. —Me pidió que le dijera que esto es más importante para usted, dijo que necesitaba verlo antes de ir a casa.

 

Aomine frunció el ceño ante las palabras. No entendía por qué Imayoshi quería que revisara esos papeles de forma urgente; pero no cuestionó nada, después de todo, el megane era el jefe.

—Dámelos. — Pidió, casi arrebatando el folder de las manos de Sakurai, quien de inmediato dio media vuelta y regresó por donde había llegado.

Sin demora abrió el folder, y la sorpresa lo embargó cuando vio una foto de su esposo pelirrojo en éste.

¿Qué rayos estaba haciendo Kagami en un expediente criminal?

No podía entender qué estaba pasando.

 

Su mirada empezó a leer las palabras en la hoja y halló la frase “delito contra el orden público” escrito en esos documentos.

Su mente dejó de procesar información repentinamente… no podía adivinar qué era lo que había pasado con su esposo como para que éste fuera llevado al cuartel.

—Ese idiota…— Maldijo, levantándose rápidamente de su asiento, sin soltar los documentos y caminando por los pasillos, para llegar hacia las celdas, donde sabía que seguramente tenían a su esposo.

 

Caminó rápido, sintiendo cómo su corazón se aceleraba… ¿Y si Taiga estaba herido? ¿Y si algo muy malo había pasado?

No quería pensar en esas cosas malas, pero su cabeza no dejaba de formular miles de preguntas.

 

Pronto llegó a las celdas, y bajó el ritmo de sus pasos, buscando con la mirada a su esposo; hasta que lo encontró, sentado en la cama de baja calidad, cabizbajo, claramente pensando en lo que había hecho. Pero lo que más acaparó su atención, fue el hecho de que el pelirrojo tenía unos leves moretones en el rostro, además de una herida en el labio.

 

—Con que… ahora eres un criminal. — Comentó tan pronto se acercó a los barrotes de la celda, esperando que el pelirrojo lo mirara.  —‘delito contra el orden público’. Rayos, Taiga, más vale que te hayas desnudado en plena plaza. — Trató de bromear, pero tuvo que guardar silencio al ver cómo aquellos ojos color rubí de su esposo ahora lo miraban, pero de una forma matadora… una mirada que le decía a Aomine que si no se callaba, amanecería en algún hospital.

—¿Cómo está Ryo? — Fueron las únicas palabras que salieron de los labios de Kagami.

Daiki, al escuchar el nombre de su hijo, se fijó de nuevo en los documentos en su mano; se dio cuenta de que había una segunda hoja, en donde aparecía una foto de su hijo adolescente de nombre Ryo: cabello azulado, ojos rubíes, piel caramelo… pero la hoja claramente lo especificaba como testigo, por lo cual, pudo respirar más tranquilo.

 

Posó una mano sobre los barrotes de la celda en la que estaba su amado pelirrojo, luego suspiró hondamente; necesitaba que Taiga le dijera a detalle todo lo que había pasado, y tal vez, podrían agilizar el proceso de liberarlo.

—Taiga… ¿Qué sucedió? — Preguntó el moreno, ésta vez en su tono no había burla o broma, sino que se escuchaba la preocupación y angustia.

 

Ojos color rubí miraron a los zafiro en una disculpa silenciosa.

Kagami se levantó de la cama mal tendida y caminó los pasos suficientes, hasta estar frente a su esposo, y sin decir nada, se sentó sobre el piso, dando a entender que tal vez la historia de lo ocurrido podría durar varios minutos.

Aomine, intranquilo por no estar a la misma altura del pelirrojo cuando éste dijera la verdad, se agachó e hizo lo mismo que Taiga, se sentó en el piso, mirándolo fijamente.

 

—Todo fue culpa de ese estúpido de Makoto Hanamiya…— Empezó a contar el pelirrojo.

Daiki abrió los ojos con sorpresa, hacía muchos años que no escuchaba ese nombre, y aunque varias escenas cruzaron por su mente al escuchar dicho nombre, prefirió callar y dejar que su esposo hablara:

 

Flashback::..

 

Ryo, el hijo biológico de Daiki y Taiga le había pedido a éste último salir a jugar un poco de básquetbol con él, ya que su mejor amigo se había ido de viaje por unos días.

Las ganas de jugar su deporte favorito eran más fuertes en Ryo, por lo que se atrevió a decirle a su padre Taiga que lo acompañara; y tal y como lo quería, Taiga se hizo de un poco de tiempo para jugar con su hijo de 15 años.

 

Al llegar a la cancha de básquetbol callejera, se percataron de que no había nadie más allí; nada mejor que jugar sin que los molestaran, o al menos es así como pensaba Taiga.

 

—Vamos, pa’, demuéstrame que no has perdido tu condición. —Retó Ryo, tomando el balón y corriendo hasta estar en medio de la cancha, comenzando a rebotar el balón.

—Te lo mostraré. — Taiga sonrió, aceptando el reto que su hijo había lanzado hacia él.

 

El partido estaba nivelado, ambos chicos eran muy buenos jugadores, y Taiga maldijo internamente porque Daiki le hubiera enseñado a Ryo cada una de sus jugadas maestras, las cuales ahora usaba en su contra.

Pero Taiga contaba con su velocidad y esos impresionantes saltos, de los que Ryo aún intentaba replicar.

 

El juego pronto fue pausado, debido a que escucharon a alguien hablar al borde de la cancha.

Taiga frunció el ceño al reconocer al uno de esos tipos que se encontraba mirándolos; uno de ellos era Makoto Hanamiya, el otro… tenía un gran parecido a él, además de que era mucho más joven, por lo que pudo deducir que se trataba de su hijo, que parecía un poco más grande de edad a Ryo.

—Hey, tanto tiempo sin vernos, Kagami Taiga. — Mencionó Hanamiya, con esa rara sonrisa que lo distinguía.

Taiga optó por no regresar el saludo y más bien confrontarlo de frente.

—Si quieres usar la cancha, espera unos minutos, estamos por terminar. —Mencionó sin tapujos, tomando posición defensiva ante Ryo, sin darle más importancia a Hanamiya.

Pero parecía que su hijo estaba muy curioso ante el par de chicos recién llegados, por lo que no continuó de inmediato el juego, dándole oportunidad a Hanamiya de seguir hablando.

—Vamos no seas así… mira, a mi hijo le gustó el estilo de juego del tuyo. Así que… ¿Por qué no dejas que jueguen ellos dos?

 

Un escalofrío recorrió por el cuerpo entero de Taiga. ¿Dejar que el hijo de Hanamiya jugara con Ryo? Estaba loco si pensaba que iba a permitir algo así, y peor, cuando sabía de los juegos sucios con los que jugaba el pelinegro, que, muy seguramente, su hijo había aprendido.

—¡Me gustaría intentarlo, papá! — Llegó la petición de Ryo, quien miraba a su padre pelirrojo con una gran sonrisa en su boca. —Puedo vencerlo en un juego.

—No… no es buena idea, será mejor que nos vayamos. — Contestó, tomando a su hijo de la muñeca y jalándolo, para que ambos salieran de allí.

 

Pero Ryo usó su fuerza para escapar del agarre de su padre; era un adolescente, no le gustaba que su progenitor lo tratara como a un niño, así que iba a jugar aunque el pelirrojo no lo quisiera.

—Dije que quiero jugar contra él. Así que dame mi balón.

 

Taiga, después de sentirse asombrado por la repentina respuesta, sintió un enojo enorme hacia su hijo. No iba a permitir que el adolescente de 15 años le faltara el respeto, mucho menos enfrente de extraños. Pero también sabía que debía tranquilizarse; no era nada bueno reñirlo en público; esperaría a que llegaran a casa para hablar tranquilamente.

 

Lo mejor que podía hacer era dejar que su hijo se diera cuenta del por qué no quería que jugara con el hijo de Hanamiya.

—De acuerdo. Hazlo. — Finalizó, notando cómo le cambiaba el rostro al peliazul, y pasando desapercibida la rara sonrisa que había nacido en los labios de Makoto.

 

El partido entre ambos adolescentes inició, y por un momento, Taiga creyó haberse equivocado, pues el rival de Ryo jugaba de buena forma; no era tan bueno como el peliazul, pero se estaba esforzando mucho.

Fue después de los 10 minutos de juego que empezó a notar el cambio de juego el chico.

Sus temores iniciales se hacían realidad al ver cómo el pelinegro, en una jugada, osó golpear a Ryo  con el codo, claramente, en forma intencional.

—¡¡Hey!! ¡estás jugando sucio! — Gritó Kagami, señalando culpablemente al chico pelinegro, hijo de Makoto.

Pero la acusación parecía no importarle a ninguno de los dos adolescentes, pues siguieron jugando.

 

Fue en una jugada, en la que Ryo trató de anotar, que su rival prácticamente lo tacleó, intentando hacerle el mayor daño posible. Kagami rápidamente entró a la cancha, en auxilio de su hijo.

—Lo siento, creo que perdí el equilibrio. —Se disculpó el chico pelinegro, sin desaparecer esa sonrisa de su rostro… era la misma sonrisa que la de su padre.

—Estoy bien. — Informó Ryo, tras ver el rostro de suma preocupación de su pelirrojo progenitor.

—Pero qué buen juego… — Makoto Hanamiya se acercó a la escena, para burlarse del otro padre y del muchacho de cabellos azules. —Qué bueno que no te paso nada, niño… hubiera sido una lástima que algo malo te hubiera pasado, por lo cual no pudieras jugar en la Winter Cup.

 

Tanto Taiga como Ryo habían entendido finalmente la treta de los Hanamiya; el plan de ambos era que el peliazul se lesionara para que no pudiera jugar en la competencia más importante de las escuelas Preparatorias.

—Eres un maldito. — Kagami lo enfrentó cara a cara, enseñando los dientes y formando sus manos en puños; ya había tenido suficiente de los Hanamiya.

—No es mi culpa, es una lástima que tu hijo sea un debilucho. — El pelinegro no iba a dejar pasar la oportunidad de provocar un poco a Kagami.

—Será mejor que retires tus palabras. — Kagami no sintió el momento en el que Ryo se acercaba a él y lo tomaba del hombro, intentando calmarlo, pues muy rara vez miraba a su padre en ese estado.

 

Hanamiya se percató de un grupo de chicos que entraba a la cancha callejera, y un nuevo plan apareció en su mente.

—Escuché que te casaste con Aomine Daiki. Y bueno, tu hijo se parece mucho a él… son la misma basura. — Parecía que las provocaciones del pelinegro estaban surtiendo efecto, tanto que el pelirrojo mostraba cada vez más los dientes. Así que Makoto decidió terminar de una vez por todas: —Ustedes, malditos homosexuales, son un asco. Y es más asqueroso aún que tú pudieras concebir a éste… inútil.

 

Hanamiya no necesitó decir más palabras, pues Taiga se encargó de callarlo, golpeando fuertemente su rostro, y de inmediato tumbándolo al piso.

Tanto Ryo como el hijo de Makoto se asustaron por ver así a sus padres, y lo único que pudieron hacer fue tratar de detenerlos, sin mucho éxito de ninguno de los dos.

Por otra parte, el grupo de chicos que recién había arribado al lugar, se dio cuenta de inmediato, del problema, y sin pensarlo dos veces huyeron de allí, para buscar a algún policía, mientras un par de chicos más tomaban su celular para llamar a alguna patrulla.

 

Kagami se colocó a horcajadas, encima de Makoto y siguió golpeándolo. Pero no duraron mucho en esa posición, pues el pelinegro usó su fuerza y se quitó al otro de encima, propinándole también un par de golpes en el rostro, que hicieron que un poco de sangre saliera tanto de la boca como de la nariz de éste.

 

Ninguno de los cuatro chicos allí sabía cuánto tiempo había durado la pelea; pero notaron cómo varios policías llegaban al lugar y de inmediato sometían tanto a Taiga como a Makoto.

Pese a los impedimentos de ambos hijos de que se llevaran a sus padres, éstos fueron subidos a las patrullas y llevados al cuartel.

 

Tras llegar al cuartel de policía, y entrevistar a ambos padres, los policías decidieron dejar ir a Makoto Hanamiya, pues no encontraron pruebas suficientes para que fuera encerrado; muy contrario a Kagami, quien había sido el agresor y había golpeado a Makoto; él mismo había admitido su culpa al iniciar con la pelea.

 

Fin flashback::..

 

Aomine había escuchado atentamente la historia de Taiga, sin interrumpirlo ni una sola vez.

Ahora entendía por qué su esposo estaba en la cárcel; estaba seguro que si él hubiera estado en el lugar de Taiga, no sólo habría golpeado a Hanamiya, sino que, tal vez, hasta lo habría matado.

¡Nadie se metía con su familia!

 

Después de todo, no tenía ninguna razón para decirle a Kagami que lo que había hecho había estado mal. Parecía que el mismo pelirrojo no sentía arrepentimiento alguno.

 

—Entiendo lo que hiciste, Taiga, pero… ¿En pleno día de tu cumpleaños? ¿En serio? — Daiki miró con una muy pequeña sonrisa a su esposo. A ninguno de los dos le hacía gracia que el pelirrojo pasara su cumpleaños encerrado en esa celda.

—Habrán más cumpleaños. — fue la única respuesta de Taiga, tratando de no darle mucha importancia al asunto.

 

Un suspiro de parte de Aomine se hizo presente; se estiró un poco y tomó la mano de piel bronceada de Taiga entre la suya, haciendo que esos rubíes que tanto amaba lo miraran con expectación.

—Trataré de agilizar los trámites. No quiero que estés aquí. — Finalizó el moreno, pasando ahora su mano hacia la mejilla del otro, mientras los ojos de Kagami se cerraban ante el tierno toque de la piel morena.

 

Aomine no planeaba decirle a Taiga que, sus acciones repercutirían en una forma diferente en sus vidas; ahora Ryo tendría que ser interrogado si es que sus padres eran buenos con él, o si las peleas domésticas eran típicas en el núcleo familiar.

Sin querer, el pelirrojo también había involucrado a su hijo de 15 años en ese problema.

Pero por supuesto que no pensaba decírselo a su esposo pelirrojo, ya bastante tenía con estar encerrado allí. Él se las arreglaría para lidiar con el problema.

 

..::..

.:.

.

 

Contrario a lo que Aomine pensaba, no fue tan difícil sacar a Kagami de la celda en la que había sido llevado; menos mal que su esposo no estaba bajo el influjo de alguna sustancia tóxica, o de lo contrario, el proceso habría sido más difícil.

Después de todo, el pelirrojo había pasado en esa celda sólo unas cuantas horas, pero ese tiempo había sido suficiente para que Taiga decidiera que nunca volvería a ese lugar horrible.

 

Aomine había decidido regresar a casa con su esposo; ambos subieron al auto del moreno y éste condujo hacia casa, sin hacer ningún comentario sobre el problema ocurrido.

—Entonces… ¿Ryo está bien? — Aunque Taiga no lo quisiera aceptar a voz alta, sentía vergüenza ante su hijo, por cómo éste lo había visto pelear con un tipo extraño para él.  Claro que ya había preparado una disculpa para cuando viera a su hijo adolescente.

—Sí. Habló con el equipo de su escuela, y les dijo que tuvieran cuidado con Kirisaki Daiichi. Creo que hizo bien.

Taiga no dijo nada, pero sí mostró una pequeña sonrisa reconfortante.

Su hijo, en lugar de buscar venganza, como lo haría el Taiga adolescente, había sido maduro y sólo había advertido a su equipo, para que ninguno de sus compañeros sufriera un problema similar.

A veces admiraba a su hijo por esa madurez que mostraba.

 

Cuando llegaron al departamento, Aomine estacionó el auto y ambos bajaron; tomaron el ascensor y el moreno no perdió la oportunidad de sostener la mano de su esposo entre la suya, sin intercambiar palabras; con esa simple acción,  dándole a entender que Daiki estaba allí para Taiga, para aquel hombre al que amaba con locura.

 

Pronto llegaron a la puerta del departamento, y antes de que el pelirrojo tomara el picaporte de la puerta, el moreno lo acorraló, sorprendiéndolo, para luego juntar los labios con los de su esposo en un beso tierno.

Aunque el pelirrojo estaba sorprendido, dejó que los labios expertos de Daiki se movieran sobre los suyos, y que esa lengua traviesa buscara la suya.

—Daiki… — Casi gimió Taiga, apartando un poco a su esposo. —Estamos en pleno pasillo… puedes esperar a que entremos…

El moreno mostró una sonrisa traviesa, notando cómo Kagami daba media vuelta, dispuesto a entrar al apartamento, no sin antes que su esposo le diera una nalgada, en la que le decía que esa noche iba a ser muy larga.

 

Cuando Taiga abrió la puerta, se encontró con la penumbra total del departamento.

—No me digas que no está Ryo. —Sospechó, pues si su hijo se encontrara en casa, la luz de su hogar se encontraría prendida.

Caminó unos pasos, buscando el apagador, pero las luces, estrepitosamente, se encendieron.

—¡¡Feliz cumpleaños!! —Ryo y Aomine gritaron con animosidad e hicieron pasar a Taiga a la sala.

 

El pelirrojo mostraba una sonrisa enorme, pues no se esperaba ese bello detalle de parte de su familia.

Sus ojos rubí se percataron del extraño pastel que yacía sobre la mesa de centro de la sala.

—Pero… mi cumpleaños fue ayer.

—Pero ayer no pudimos festejarlo. —Dijo el moreno, sin recordar la razón de por qué no festejaron el cumpleaños del pelirrojo.

—¡Mira papá! Te hice esto. — Ryo tomó el pastel extraño entre sus manos y lo mostró al pelirrojo, quien no podía desaparecer su sonrisa de sus labios. —Uhh… puede que no sepa rico, pero… lo hice con mucho cariño para ti.

 

A Taiga no le importaba para nada el que el pastel se viera extraño o que no supiera bien, estaba feliz por el simple hecho de que su hijo había sido osado y había cocinado un pastel con alguna receta de internet o de algún amigo o conocido.  Para él significaba mucho ese detalle, porque sabía que Ryo había heredado las cualidades culinarias de su esposo… es decir, un total desastre.

Sin poder contener su emoción, abrazó a los dos amores de su vida, sintiendo cómo los brazos de ambos chicos lo rodeaban gentilmente.

—Gracias a los dos. — Finalizó, sintiendo cómo su corazón saltaba de felicidad.

—Lamento lo que pasó ayer. — Ryo deshizo el abrazo y bajó la cabeza, recordando los sucesos del día anterior. —Fue mi culpa que tú…— Pero fue callado gracias a la mano de Taiga sobre sus labios.

—No digas eso… no fue tu culpa. Así que… ¿Por qué no disfrutamos del pastel que hiciste?

Los ojos de Ryo brillaron de emoción, y sin pensarlo dos veces, fue a buscar algunos platos y tenedores para cortar el pastel.

 

—Mi regalo será el mejor. — Presumió Daiki, tomando asiento en el sillón.

—Uhh... me pregunto qué será.

—No te preocupes, mi amor… lo sabrás, y estoy seguro de que te encantará, tanto que mañana no podrás levantarte.

Para su mala suerte, Ryo regresaba con los platos, y no había podido evitar escuchar el comentario en doble sentido de su padre.

—¡¡Qué asco!! Por favor, no hagan lo de la última vez. Si quieren, hoy puedo pasar la noche con algún amigo.

 

La risa de Daiki podía escucharse en todo el departamento; bueno, al menos su hijo era lo suficientemente adulto y maduro para entender que muchas veces necesitaba expresarle su amor de forma física a Taiga.

—Eres un maldito pervertido. — Regañó el pelirrojo, dejando que en sus mejillas aparecieran el color carmín tan característico por escuchar las perversiones de su esposo.  

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado al menos tantito, como dije, no es mi mejor trabajo, pero supongo que tampoco estuvo tan mal xD
Gracias por leer y por sus geniales comentarios que me animan a seguir escribiendo más <3


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