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Generosidad por Sady

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Notas del fanfic:

¿Cómo están? Yo con el bloqueo de escritor, por lo que más bien presento esta historia MinaNaru que espero les guste. Está inspirado en un viejo y perdido fic que se llamaba "Dysphoria" de Lifelikedoll.

Es un poco diferente, con angst aunque quizá algo más romántica.

Notas del capitulo:

Naruto pertenence a M. Kishimoto, aunque haya hecho el peor final de la historia.

 

Naruto desató rápidamente el equipaje a su espalda y lo lanzó al muchacho que apareció en su rango visual. El joven, casi un niño, tan pronto agarró en sus manos el objeto y entendiendo implícitamente las órdenes del mayor, se apartó hacia la copa de un árbol. Allí arriba unió sus manos y, haciendo caso omiso de los movimientos del otro hombre que los había perseguido, dio una última mirada de agradecimiento y obediencia al ninja de Konoha.

—¡Si no llegas a entregarlo, yo mismo te quitaré la bandana de Chūnin! —vociferó Naruto como una seria advertencia y el humo rodeó el delgado cuerpo de su inexperto e improvisado compañero antes de desaparecer.

No era su usual comportamiento pero últimamente había algo que le molestaba demasiado y lo hacía actuar más duro frente a las situaciones. Sus ojos sin duda se veían un poco más oscuros y astutos, aún más cuando los enfocó en el ninja enemigo.

El hombre pareció vacilar por un momento mostrando una expresión de temor, pero ésta desapareció rápidamente de su rostro al lanzarse hacia el ninja de Konoha.

Minutos después Naruto había clavado un kunai en el abdomen del contrario, retorciendo un poco su muñeca en el proceso, desgarrando más piel de la necesaria. El grito que soltó el hombre sin duda evidenció su ubicación y Naruto esperó haber llamado suficientemente la atención hacia él y no hacia el rastro que hubiese dejado el joven shinobi. Esperaba que ninguno de aquellos criminales tuviese un talento especial en rastreo y que por el contrario todos fuesen hombres orgullosos adictos a la lucha cuerpo a cuerpo.

Algo que justo ahora sería lo ideal para él.

Quería pelear. Cansarse y gastar hasta su última reserva de energía, al menos durante un día más.

Preparando más armas y haciendo otros dos clones simplemente esperó a que los demás llegaran.

No pasó mucho tiempo para que más sangre ajena volviera a salpicar sobre él.



*

Aflojó su chaqueta pero antes de quitársela del todo rebuscó por sus armas en ella, separando las que estaban manchadas con sangre de las que no y las arrojó a algún lugar del piso. Prosiguió sus movimientos hasta quedar sólo con sus pantalones y se dirigió a su armario.

Fue entonces que lo sintió materializarse detrás de él y giró la cabeza sólo lo suficiente para observarle. Lo vio hacerse lugar en la cama y al conectar ambas miradas tan parecidas Naruto rápidamente apartó sus azules ojos, bajando la cabeza y luego volviendo a mirar hacia al frente en busca de ropa.

No había mucho de donde elegir, al menos no muchas prendas que le dieran el aspecto formal que en unas horas necesitaba. Tenía que bañarse, por supuesto. Tenía demasiado sudor y rastros de sangre salpicada en él para hacer sentir lo bastante incómodos a los del Consejo.

Había quizá un poco también de lágrimas…

—Hey, papá —saludó Naruto al hombre y probablemente había dejado escapar su irritación—. Uh… Mucho tiempo sin vernos.

A pesar de la obvia presencia de Minato empezó a quitarse sus últimas prendas.

Luego, sin respuesta alguna por parte de su padre se quedó quieto en donde estaba a pesar de ser consciente del espectáculo que desnudo le ofrecía. Pensaba qué pasaría si algún entrometido ANBU con alguna urgente noticia que dar se arrimaba por la ventana. Es más, en todos estos años… ¿alguno habría captado algo que no debería? Como escuchar el chirrido incesante de una mesa contra el suelo al mismo tiempo en que la propia alma del hijo del Hokage se sincronizaba con el mismísimo infinito. O cuando eran brutales, su conciencia casi perdida y Minato casi montado sobre su espalda joven se hundía con desesperación. De Naruto cabalgando muy despacio en ese fuerte cuerpo y sentir a su padre tan duro que sentía morirse de placer y no podía evitar soltar agudos y sonoros gemidos.

Sin embargo, para cualquier otra persona ajena parecería que no existía relación del todo. Naruto incluso muchas veces se limitaba a comportarse como otro simple subordinado de su padre y bajaba la cabeza al recibir las órdenes de una misión.

De más pequeño había sido más eufórico y hasta gritaba y se quejaba, pero en el transcurso de los años habían acordado silenciosamente la importancia de no llamar la atención.

—¿Alguna otra misión a la que ir sin mi permiso? —habló entonces por fin Minato. No había sonado como un regaño, incluso había sido un susurro ante el cual Naruto tuvo que cerrar los ojos. Sentía, además, la mezcla de preocupación y enojo del otro. Quizá también un poco de culpa.

—Vine justo a tiempo, ¿no? —respondió lacónicamente sin voltear a mirarle, su voz delatándose un poco rasposa por los gritos, gruñidos y esfuerzo de los días anteriores.

Si Minato no fuera un hombre tan racional como el que era y si Naruto tuviese de amante a alguien que no se fijara tanto en los detalles, probablemente estuviera siendo acusado ahora mismo de haber salido a buscar sexo con otras personas. Y quizá no habría estado tan mal, buen sexo podría llegar a ser una actividad bastante exhaustiva… Y Naruto a pesar de su esfuerzo físico y golpes dados durante los últimos días no se sentía del todo cansado como había querido.

Sólo podría esperar por alguien que decidiera justo ahora atacar a la aldea. Estaba seguro que estaría más que feliz por hacer parte de la lucha. Sin embargo, dudaba que ocurriera justo hoy, para esos días habían triplicado la seguridad en Konoha.

—Me sentí preocupado —confesó luego su padre y se conocían demasiado bien para saber que era verdad.

Naruto sintió entonces su propia culpa crepitar por su pecho. Quince días sin enviar un adecuado mensaje de supervivencia, sólo las afirmaciones de campesinos o vendedores de que efectivamente había pasado por allí habrían sin duda hecho alarmar a mucha gente.

Al menos sí había ayudado especialmente a ese Chūnin a quien su vida se había puesto en alto riesgo de un momento a otro por aquel grupo de ladrones. Podría buscarlo luego para usar su testimonio y evitar un castigo ante su inesperado y atrevido comportamiento. Ser hijo del Hokage no significaba pasar por alto las reglas.

Pero...

Rindiéndose sin saber realmente por qué, probablemente porque aún no sabía qué prendas eran las más adecuadas, Naruto tomó unos simples pantalones negros de Jounin, y como recordando algo de repente giró hacia Minato y le ofreció una sonrisa de medio lado, quizá demasiada juguetona e insolente hacia su propio padre.

—Si aún no hubiese venido, ¿habrías detenido…?

—No —le cortó Minato con seriedad.

Por supuesto que no, concordó Naruto. La aldea era primero, ambos lo sabían y lo aceptaban. Por eso había un Bijū sellado dentro de él.

Eso no quitaba de todas formas la idea de querer patear a quienes idearon y presionaron por la necesidad de la ceremonia que iba a realizarse el día de hoy.

—¿Al menos servirán alcohol? —preguntó Naruto realmente interesado pero Minato no respondió. Probablemente no lo sabía o probablemente su padre había invitado a algún Hyuuga obsesionado con las apariencias que no dejaría que el hijo del Hokage tomara más de la cuenta, alguien que incluso lo sacaría de las orejas si acaso llegaba a emborracharse. Neji, seguramente.

Alguien que lo callara si acaso empezaba a balbucear cosas acerca del amor y el engaño.

Se detuvo alzando los pantalones frente a él como verificando que no estuvieran sucios o algo. Probablemente no debería ir...

—¿Te sentarás cerca?

—¿Debería? —respondió Naruto quizás demasiado rápido.

En realidad no sabía. Lo que debería hacer o no hacer no siempre había estado muy presente dentro sus reglas. Infinitas veces hubo mil razones para actuar como no debía, por ejemplo al estrangular lentamente a un despreciable violador en medio de un solitario bosque ante un arrebato de justicia personal lejos de burocráticos intercesores. O gastar más dinero al mes del que debería en ramen.

¿Debería también llevar a alguien más? Podría ser una linda mujer que encontrase apenas bajase a la calle, alguien que Minato no reconociera del todo. Alguien a quienes los pocos invitados comentaran sobre qué linda pareja eran.

¿O debería llevar a Sakura? Ya no la amaba, por supuesto. Tonto e inocente enamoramiento pre-juvenil. Y si bien su padre no era un hombre celoso, debía recordar su entonces alborotado comportamiento hacia ella, las sonrisas y los sonrojos del primer amor.

Era una buena amiga, Sakura. Aceptaría sin dudarlo ponerse un bonito vestido de seda mientras sus ojos le brillaban porque no podía esperar a contarle a Ino que había asistido a semejante evento privado.

Pero, shh, era privado porque así lo había decidido Minato. (El Consejo, Sakura, hubiese querido que se usara fuegos artificiales y durara tres días de fiesta).

(Y sí, Sakura, las flores fueron idea mia. No, tontica; es mejor que no sepas lo que significan. Por eso no traje a Ino).

Porque bien podían ser del tipo de flores que se usaban en un funeral.

¿Debería sentarse al lado de su padre?

—No creo que pueda soportarlo —admitió aunque sabía que ya había pasado varios minutos desde la pregunta. Se había quedado ahí, quieto, pensativo y gastando tiempo que no había. La hora se acercaba. Minato mantenía un rostro serio y Naruto decidió tomar camino hacia el baño—. Me sentaré en el último puesto.

Aunque de todas formas no sería un punto tan alejado, apenas una docena de sillas más allá del show principal. Lo bueno es que con todos los demás ojos puestos en el frente, nadiese daría cuenta de su corazón siendo destrozado.

Desapareció por la puerta del pequeño cuarto de baño solo, sin compañia. Minato ya se veía más que listo y preparado, por eso el sonido del agua corriendo por la ducha esta vez no estuvo acompañado de gemidos o las voces de ambos mezcladas. De Minato deslizando sus manos en la morena piel y apoderándose con descaro del cuello de su hijo.

De la cabeza de Naruto bajar hasta chupar con presteza lo que su padre tenía por ofrecer.

Naruto sólo se limitó a frotar adecuadamente el jabón por toda su piel, probablemente tomándose más tiempo del necesario para borrar los tonos de sangre en él.

Cuando salió con su cabello rubio alborotado y húmedo, su cuerpo enfundado en los negros pantalones y su torso limpio y terso, observó con satisfacción ser observado con lento escrutinio por la mirada del otro y pensó si acaso Minato estaba deseando querer estar juntos por una vez más. Quince días era mucho tiempo para ambos. Naruto también lo quiso, dejar del todo su enojo y desesperanza para tenerlo pegado a su piel. Una vez más con aquellos fuertes músculos estrujándolo hasta casi dejarlo sin aliento y de ver de un momento a otro todo destellar en blanco.

—¿Y en la noche? —preguntó sin embargo, caminando para dejar de verle y queriendo sonar como si se tratara de una mofa pero fallando en el intento.

—Pensaré en ti —respondió su padre.

—Un verdadero espectáculo, ¿uh? —Y Naruto por un momento quiso que se le fuese permitido ser un espectador de ello. Sólo para cerciorarse de la pequeña promesa que le hacía Minato.

Volteó hasta darle la espalda y ocultar la mueca en sus labios, casi había soltado una corta risa ante la imagen que tuvo. Los imaginaba, el rostro de la mujer boca abajo contra la almohada y a su padre quizá pronunciando un nombre que no debía mientras se venía.

Mordió sus labios y sintió lo suaves que estaban a pesar de haber estado en actividad durante los últimos días. No tenía cicatrices, su piel no evidenciaba las luchas por las que constantemente había pasado desde los doce años, incluso ya habían sanado las más recientes.

Aunque no es como si nadie nunca le hubiese visto una cicatriz. Tiempo atrás, después de un intenso enfrentamiento, sucio y agotado pero con el corazón todavía palpitante, Minato en igual condiciones y con sangre salpicada en alguna parte de su uniforme, pasaba sus ásperas manos por detrás de su cuello y trazaba su lengua sobre las pequeñas heridas en la frente de Naruto, en las marcadas mejillas o el fuerte cuello de su hijo antes de que dichas cicatrices se cerraran. A veces Minato atendía las de su moreno abdomen o muslos si todos lo demás estaban muertos y si el palpitar llegaba a ser desesperado y la sangre hacía camino abajo luego de que la adrenalina había pasado. Luego de que la necesidad de reafirmar la existencia los envolvía a través de un brusco beso en medio de una húmeda cueva.

Su rostro se entristeció.

Naruto envejecería tardíamente. Un real y efectivo secreto de belleza que cualquier mujer pasado los 30 desearía tener, sólo que con un monstruo sellado en su interior como requisito no creía que realmente alguien estuviera dispuesto.

Sabía que esa era la razón o una de las razones principales por las que habían llegado al día de hoy. Años atrás Naruto había por fin aceptado esa responsabilidad, la de tener un mounstruo dentro, había tenido que hacerlo y de todas formas no estaba solo en ese camino. Había llegado también a perdonar a su padre por convertirlo en un Jinchuriki y actualmente sus pares le reconocían como uno de los mejores shinobi. Las personas lo saludaban por la calle, era un héroe.

Sin embargo todavía existía un recelo en algunos, de preocupación porque el Hokage, a quien aún le faltaban varios años en el poder, estuviera emparentado con alguien que podía convertirse en un monstruo. El Consejo, sobretodo, quería un retrato familiar más puro e inocente para mostrar afuera.

Amarga rabia relampagueó entonces en sus brillantes ojos azules.

En ese momento lo daría todo porque aquellos ancianos los observaran montados como animales, con sus manos agarradas con fuerzas mientras se murmuraban palabras sucias y dulces. Todas esas promesas que ya se habían asegurado durante años. Que se dieran cuenta de qué tanto debieron desconfiar en él. Lo realmente ingenuos que todavía eran.

Decidió, tomando del armario una camisa de malla, que no incluiría armas en su vestuario. Con los sentimientos que tenía ahora llevar aunque fuese un kunai podría no ser seguro para algunas personas.  

Escuchó movimiento atrás de él pero no giró. Momentáneamente por fin sintió el cansancio que tanto había esperado, pero aún seguía pensando en cuánto tiempo faltaba, en esa noche y en lo poco que podía hacer. No podía, sin embargo, considerar a su padre un traidor: habían reglas, órdenes lógicas a las cuales cumplir así fuesen más políticas que pensadas en el individuo. Ambos sabían muy bien que no siempre podían estar juntos.

Sin darse cuenta, su padre se había ubicado detrás de él, su torso aún desnudo sintió el calor propio de la cercanía y su espalda el suave roce de una mano. Naruto deseó que aquellos dedos que apenas tocaban la piel se convirtieran en algo más que le rasguñaran.

Sin embargo otros dedos hicieron su camino hasta llegar a su pecho y sin detenerse siguieron abajo a su plano estómago, acariciando con suficiente familiaridad y siendo crueles por jugar con el borde de sus pantalones sin dar indicios de querer desabrocharlos. Naruto suspiró y se apoyó más en Minato, moviendo un poco su cuerpo arriba y abajo buscando más contacto.

—Podría decirles —murmuró Minato con voz ronca, casi hundiendo su cabeza en el cuello de su hijo. Si hubiese un espejo frente a ellos podían ver en sus expresiones lo erróneo que sería hacer eso. Sin embargo maduras manos ahora sosteniendo con firmeza las caderas que tan bien conocía de su hijo transmitieron como siempre seguridad, y con su boca Minato trazó un pequeño camino hasta llegar a su hombro sólo para devolverse.

—Podríamos ir a tu oficina y hacerlo sobre el escritorio —respondió Naruto casi sofocado pero sintiendo la controlada respiración del otro—. Duro.

—Dejar que todos escuchen —prosiguió el mayor con su voz grave ahora sobre su oreja y Naruto tuvo que ahogar un corto gemido.

Pero aquello era imposible. No eran la clase de personas que anteponían sus deseos personales ante el bien colectivo y revelar una relación como la de ellos podía afectar más que intereses políticos. La imagen de su amado padre podría dañarse. El apoyo sería poco.

Naruto debió haberse quedado un tiempo con esos pensamientos porque lo siguiente que se dio cuenta fue que las manos que le aferraban empezaron lentamente a soltarlo. Minato por último besó su cuello y poco después ya no había contacto.

Se quedó en su lugar, sabiendo que sólo tenía que girar y estirar sus propias manos para obligar al otro hombre quedarse en la cama con él. Pero realmente ya no era el niño que hacía las cosas como más le parecía.

Sin embargo decidiendo pararse, sólo fueron dos pasos para que quedara frente a Minato antes de moverse más adelante y presionar su frente contra la del mayor, cerrando por un momento sus ojos y alzando sus dos manos hasta deslizarlas por detrás de la nuca de su amante. Mantuvo todo movimiento con gran lentitud quizá para demostrar algo más que pasión o lujuria. Desearía, por supuesto, obligar a Minato unir sus labios en un hambriento beso, desvestirlo y bajar la cabeza hacia su madura entrepierna. Sin embargo también deseaba que cualquier acción que se diera en los siguientes minutos que les quedaban fuese lo más deliberado posible. Tomarse el tiempo de apreciar lo que sucedía y poder recordarlo más adelante.

Sus ojos observaban borroso al frente y sus narices ahora rozaban en una suave caricia. Fue hasta que una callosa mano de Minato subió hasta el mentón de su hijo, un toque demasiado íntimo para ser visto por alguien más, alineando ambos rostros que por fin pudo iniciarse el beso. Uno lento y en sincronía que se filtraba a cada segundo por todo tejido y obligaba a cerrar los ojos cuando la sensación abrumaba sus mentes.  

Lo que sentían valía la pena recordarlo aunque les nublara a veces sus sentidos y entorpeciera sus labores. Ayudaba a sobrellevar cualquier dolor u obstáculo en sus rutinas diarias.

Se alejaron observándose esta vez bien a los ojos. Quizá no deberían estar haciendo eso, Minato estaba a momentos de casarse, y la aldea lo sabía, lo esperaba. La mujer no era del todo espectacular pero pertenecía a una familia con fuertes conexiones políticas. Era un matrimonio importante. Y quizá, para gusto del Consejo, habría más adelante un bebé, uno formalmente con el apellido Namizake. Pero allí estaban y después de lo que había parecido una eternidad, el egoísmo se apoderó de Naruto llevándolo a presionar sus labios de nuevo con los de Minato, un beso pasional y con desesperación. Real. Adictivo. Conmovedor.

Las manos de Naruto moviéndose y aferrándose entre aquellos rubios cabellos y su padre respondiendo con igual fuerza. Sus lenguas profundas y entrelazadas.

Cuando Minato soltó un leve gruñido y la respiración de Naruto era demasiado errática, separaron sus bocas pero sin soltar sus manos de donde estaban. Casi al mismo tiempo la iluminación de la habitación cambió ante el atardecer y algo de entendimiento atravesó sus cuerpos. Tenían que calmarse. Su padre sabía que lo esperaría y Naruto sabía que él vendría a terminar de tenerlo entre sus brazos. De besarlo más y susurrarle más palabras verdaderas al oído.

Naruto cerró sus ojos, probablemente todavía pareciendo estar completamente muertos. Pero no duraría por siempre así.

Estaba seguro de lo que sentían uno al otro, incluso aunque alguno de los dos tuviese que dar un paso hacia atrás de vez en cuando.

Cuando Naruto terminó por fin de vestirse, su padre permitiéndose en ayudarle y escogiendo de su repertorio de ropas una chaqueta con toque de color naranja, salieron de la habitación con sus manos agarradas. Eso no evitó, sin embargo, que los ojos de Naruto se humedecieran un poco.

Su tristeza en ellos duraría por un poco más.



Notas finales:

Muchas gracias por leer! :3 Por si alguna duda: Minato y Naruto obviamente tienen una relación oculta, sin embargo Minato es obligado por el Consejo a contraer matrimonio por cuestiones de poder, política, etc. (Desde luego tendrá que ir a consentir muy bien a nuestro rubio después de ese "show").

Besos y sean felices.


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