Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Love at first taste por Dashi Schwarzung

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, como ya es costumbre para mí, escribí este shot para celebrar a nuestro hermoso nigga amado!!!

Y nada, espero que les guste este escrito.

La idea la saqué de un comercial que me apareció a fuerza en youtube xD después de todo, no todos los comerciales que ponen al inicio de algún video no son tan malos :’v

 

 

 

 

 

 

..::Love at first taste::..

.:.

.

 

 

Martes por la tarde, la práctica de basquetbol de la Universidad había terminado; el capitán los había felicitado por el arduo trabajo, incluso los invitó a comer, pues la familia de éste poseía un restaurante que servía muy buena comida. Como era obvio para todos los del equipo, Aomine Daiki declinó la invitación; lo único que el as del equipo quería era ir a casa a descansar, ya que, cada vez, tenía menos tiempo libre para dormir o mirar sus amadas revistas de Mai-chan.

 

No había dado ni cinco pasos fuera del gimnasio, cuando cierta chica molesta se le acercó, dejando escuchar esos gritos eufóricos que ya conocía desde su niñez; ella se veía tan entusiasmada y feliz, y Daiki supo de inmediato que cualquier cosa que dijera su amiga de la infancia, sería muy malo para él.

 

—¡¡Dai-chan!! — La chica llegaba corriendo y con avidez se colgaba del brazo del moreno, quien trató de quitársela de encima, pero finalmente, como todas las veces anteriores, había sido inútil.

—Sólo dilo ya. ¿Qué te pasa? — Su tono no había sonado con interés, tan sólo era para que la chica dejara de molestarlo de una vez por todas.

—¿Escuchaste? Una cadena televisiva quiere hacer un experimento social.

Aomine rodó los ojos y trató de hacer oídos sordos a las palabras de su amiga. ¿A quién le importaba que una compañía hiciera un experimento social? Eso no le incumbía en lo absoluto.

 

Caminaron hacia la puerta de salida del instituto, Aomine iba poniendo atención a todo, menos a lo que la chica pelirrosa, aun colgada de su brazo, decía.

Pero fue una pequeña oración la que acaparó por completo su atención:

—Te darán dinero si les ayudas con el experimento.

—¡¡¿Cómo?!! — Cuestionó, al no haber escuchado a la perfección.

La chica se detuvo y miró fijamente a los ojos zafiro del moreno, denotando una sonrisa en sus labios, pues estaba segura de que la palabra ‘dinero’ había atraído la atención del chico.

—Bueno, el anuncio decía que si les ayudas con el experimento social, te darán unos billetes. Suena bien, ¿no?

 

Okay, después de todo, ese experimento que la cadena televisiva haría no sería tan malo. Además, con un poco de suerte, saldría en la tele y sería alguien reconocido en toda la escuela.

Pensándolo bien… no era para nada una mala idea.

—¿Dónde tengo que ir? — Llegó la pregunta rápida, provocando que la sonrisa de Momoi se hiciera más grande.

—Yo también iré. Suena divertido. — A diferencia del moreno, ella lo hacía por saber qué tipo de experimento se llevaría a cabo, la curiosidad podía más que ella.

 

 

..::..

.:.

.

 

 

A los dos días siguientes, tal y como lo habían acordado, Aomine y Momoi se dirigieron hacia el inmueble de la famosa televisora. Ninguno de los dos tenía noción de qué esperar de aquella invitación pública; pero nada malo pasaría si se aventuraban a ir.

 

Tan pronto llegaron al edificio, entraron por la enorme puerta principal; los ojos de ambos se abrieron con sorpresa al notar a demasiada gente en el lugar. Se escuchaba el bullicio de la gente, el enorme salón se sentía muy cálido y algunas personas, incluso, se sentaban en el suelo.

Definitivamente no era lo que esperaban.

 

Aomine chasqueó la lengua al ver a tantas personas reunidas y dio media vuelta, dispuesto a regresar por donde había llegado, pero, como era de esperarse, la mano blanca de Momoi sobre su brazo lo hizo detenerse.

—¡No te vayas! — Casi rogó la chica, mirándolo con ojos de cachorro, provocando que el peliazul se detuviera y suspirara en resignación. —Espera aquí, iré a pedir informes.

Antes de que el moreno pudiera objetar, la pelirrosada atravesó el mar de personas y fue hasta donde la chica de recepción.

 

El moreno, por segunda vez en unos minutos, volvió a suspirar en resignación, lo peor no era llegar y ver el mar de gente que intentaba averiguar de qué se trataba el dichoso experimento social, sino que ahora Satsuki lo había dejado solo.

No lo evitó, y aprovechó el tiempo para observar a las personas que lo rodeaban.

Una pareja de amigos le llamó la atención, y es que parecía que aquel chico pelirrojo, a unos metros de él, pensaba lo mismo: quería irse, y su expresión corporal y facial lo decía todo, pero su amigo, un chico peliceleste, le pedía que no se fuera.

No pudo hacer más que soltar una pequeña risita al ver lo molesto que estaba ese chico pelirrojo. No sabía por qué, pero le recordaba a él mismo con Satsuki.

 

—¡Mira! ¡Ya tengo nuestros números! —La voz de la pelirrosada lo hizo saltar en su lugar, y es que estaba tan ensimismado con aquellos dos chicos que no notó la llegada de su amiga.

—¿Huh?

—¡Sí! Pasaremos sólo cuando nuestro número se muestre en ese monitor. — Señaló, para que el moreno mirara la gran pantalla que se encontraba en el centro del lugar

 

Daiki tomó de las manos de la chica su número y lo miró… luego enfocó su vista en el monitor.

—¡¡231!!! —Gritó, atrayendo varias miradas. El número que estaba escrito con pluma en el pequeño papel que yacía en su mano especificaba el 231, cuando en el monitor se mostraba el número 150. Definitivamente iban a tardar allí. —Tch… iré a comer algo.

Ni los gritos de la chica, pidiéndole que no se fuera, impidieron que el moreno saliera de ese lugar. Claro que planeaba regresar, pero después de que hubieran pasado al menos dos horas; prefería ir al Maji Burger e ingerir alimento.

 

 

~*~

 

 

Había pedido cuatro de sus hamburguesas favoritas y una soda.

Después de haber saciado su hambre se acercó por segunda vez al mostrador y pidió un par más de hamburguesas, ésta vez para llevar; supuso que Satsuki no había comido y que muy seguramente estaría todavía esperando en el edificio de la cadena televisiva; no podía ser tan mala persona y dejar que su mejor amiga pasara hambre.

 

Cuando iba a la mitad del camino de vuelta al edificio, la llamada de Satsuki entró a su celular. No quiso responder, pues estaba seguro de que ella llamaba para decirle que pronto sería su turno; al fin y al cabo estaba por arribar.

Cuando ingresó al lugar, lo primero que hizo fue buscar con la mirada a Satsuki. ¿Qué tan difícil podía ser encontrar a una chica de cabello rosado?

Cuando finalmente vislumbró su cabello, se dirigió hacia ella, percatándose de que su amiga conversaba muy felizmente con un chico totalmente desconocido. “¿Quién rayos es este tipo?” se cuestionó mentalmente, y es que no le gustaba que tipos desconocidos se le acercaran a su amiga.

 

—Hey, te traje algo de comer. — Aomine, sin ninguna cortesía, interrumpió la charla que su amiga y aquel tipo extraño sostenían.

—¡Oh, Dai-chan!  Gracias. — La enorme sonrisa de ella no se hizo esperar, y aunque las hamburguesas no eran su comida favorita, no podía negar que era tan lindo el gesto que el moreno tuvo con ella. Claro que no le diría a Daiki que aquel chico que había conocido allí mismo la había llevado a comer a un pequeño restaurante a la vuelta. —¡Es cierto! Casi es tu turno.

El peliazul, con curiosidad sacó del bolsillo de su pantalón el pequeño papel con su número y miró el monitor… 229… genial, no tenía que esperar mucho tiempo.

 

Después de una mirada matadora hacia el nuevo amigo de Momoi, decidió dejarlos solos, y alejarse un poco para esperar su turno.

Aún no entendía por qué estaba allí; por qué se estaba tomando la molestia de esperar varias horas para que su turno llegara, después recordó que la compañía le daría dinero. Bueno, esa sería la última vez que haría algo como eso… ni loco volvería a esperar tanto tiempo para participar sólo en algo tonto como un experimento social.

 

Cuando por fin en el monitor apareció su número, la recepcionista le pidió que entrara a un cuarto al final del pequeño pasillo, y sin ninguna pregunta, el moreno hizo lo solicitado.

Mientras caminaba por dicho pasillo, no dejaba de pensar qué tipo de experimento social sería… “¿Y si no es un experimento social y resulta ser un experimento de laboratorio?” “¿Y si me quieren matar para sacar mis órganos y venderlos al mejor postor?”

Pero sus pensamientos raros se desvanecieron cuando entró por la puerta y miró a una chica sentada frente al escritorio, apuntando algo en unos papeles.

 

—Hola, gracias por venir. — La chica, de cabello café y ojos verdes habló, con una pequeña sonrisa en su rostro. —Puedes sentarte. — Pidió, a lo que el moreno obedeció.

Los ojos de Daiki deambularon por todas partes del lugar, parecía ser una simple oficina… nada del otro mundo, y  finalmente, sus hombros se deshicieron de la tensión que había acumulado en sólo un segundo. —¿Cuál es tu nombre? — La pregunta de la chica sonó.

—Aomine Daiki.

—Bien, Aomine, ésta reunión es para seleccionar a los candidatos más interesantes para nosotros. ¿De acuerdo? — El moreno asintió, mirando fijamente a la chica. —Bien, voy a hacerte algunas preguntas.

 

Bueno, si aquel era un experimento social, entonces no podía esperar otra cosa más que le hicieran preguntas, así que estaría preparado para todo lo que le cuestionaran.

—¿Cuántos años tienes?

—Uhh… 20

—Estudias la Universidad, entonces. ¿Cierto? — La mujer habló, anotando las respuestas de Aomine en una hoja, luego miró cómo éste asentía.  —Bien. Ahora… dime qué tipo de comida te gusta…

 

Ante el cuestionamiento, el moreno enarcó una ceja. ‘¿Qué tipo de comida le gustaba?’ ¡¡¿Qué clase de experimento social era ese?!!

—Ahh… uh…

—Tu comida favorita; lo que más te gusta comer. —La chica animó a que el otro contestara.

—Las hamburguesas teriyaki son mis favoritas, son mejores acompañadas de papas fritas. Aunque también me gusta mucho la pasta, y un poco de pollo teriyaki tampoco viene nada mal.

—Interesante. — La entrevistadora sonrió al ver la forma en la que el moreno hablaba, parecía que de verdad amaba comer ese tipo de platillos. —Tengo una última pregunta…

 

Daiki asintió, vaya que aquella reunión no había durado más de 5 minutos.

Pero tenía esa sensación de que había respondido todo mal, y que la chica  había decidido terminar el cuestionario de una vez por todas.

—¿Crees en el amor a primera vista?

Quedó totalmente callado ante la pregunta.

Estaban hablando muy bien sobre comida, y la chica salía con una pregunta sobre el amor

 

¿¡Qué demonios!?

 

—¿Huh? —Su cerebro no parecía entender muy bien la pregunta recién hecha.

—Aomine. ¿Tú crees en el amor a primera vista?

 

Un pequeño sonrojo apareció en el rostro del moreno, por el simple hecho de que debía contestar sinceramente a esa pregunta, y su respuesta, definitivamente, era patética.

—¿Aomine?

—Uhh… yo… jamás me he enamorado…

La entrevistadora trató de mantener un rostro impasible, sin embargo, le parecía sorprendente que un chico que estudiaba la Universidad jamás hubiera estado enamorado antes.  

Pero después de asimilarlo, la ojiverde sonrió satisfecha ante la confesión, parecía estar complacida con la respuesta del chico.

—Bueno, eso es todo, Aomine Daiki.— Habló ella, sacando la chequera y rápidamente anotando y firmando los espacios requeridos, para entregarle un cheque al moreno por haber perdido su tiempo en esa reunión. —Te llamaremos en caso de que seas elegido para la siguiente fase. Gracias por tu tiempo.

 

Sin terminar de asimilar lo que estaba pasando, Daiki musitó un ‘gracias’ casi inaudible, luego se levantaba de su asiento y se encaminaba hacia la salida del cuarto, a regresar por donde había llegado.

Cuando llegó al enorme cuarto de la entrada, en donde aún seguía el mar de personas, se dio cuenta de lo que había hecho.

—Soy un idiota…— Se dijo a sí mismo, tras entender que había contestado de lo peor a las preguntas de la chica desconocida.

 

Bueno. ¿Eso qué importaba? Ya tenía un muy buen cheque en sus manos, y no dudaría en ir al banco para cambiarlo de inmediato.

 

..::..

.:.

.

 

Una semana había pasado, su rutina diaria no fue cambiada… con la mínima diferencia de que ahora tenía unos cuantos yenes para comprar más revistas de Mai-chan y unos zapatos deportivos Nike que había visto en internet.

Ya tenía muchos pares de zapatos de buena marca, pero jamás estaba de más tener otros de ‘reserva’.

 

Se encontraba en clase de Historia Japonesa, había decidido entrar por el simple hecho de que era la materia que menos le disgustaba; además de que Satsuki había prometido confiscar las revistas de su modelo favorita si no subía sus notas. Era mejor no molestar a su amiga pelirrosada.

 

Estaba escuchando, con un poco de atención, la explicación del profesor, cuando sintió dentro del bolsillo de su pantalón, cómo su celular vibraba.

Con sigilo y lentitud sacó el aparato, escondiéndolo de prisa debajo de su pupitre para que nadie lo viera.

Un mensaje de correo electrónico no leído era lo que mostraba la pantalla de su teléfono.

Con curiosidad lo abrió, notando que el nombre de ‘Tv Asahi’ se mostraba como el remitente; lo que provocó que su emoción apareciera.

 

Felicidades por pasar a la segunda ronda, Aomine Daiki. Fuiste uno de las 10 personas que captaron nuestra atención.

Si aún estás interesado en nuestro experimento social, puedes presentarte el día de mañana, a las 6 de la tarde en nuestras instalaciones.

 

Agradeceremos tu puntualidad.

 

Atte: Tv Asahi”

 

Abrió la boca sin poder creer que había pasado a la segunda fase del evento.

Podría haber jurado que sus respuestas habían sido un asco, pero ahí estaba ese correo que decía todo lo contrario

—¡¡¡¡Me darán más dinero!!!! — Se levantó de su pupitre, puso ambas manos en el aire y gritó como desquiciado, asustando a todos en su salón.

—¡Aomine-san, salga de mi clase!  —El profesor le gritó, mientras todos a su alrededor reían por la osadía del moreno.

 

Tras escuchar unas cuántas risas de sus compañeros de salón, salió del aula; a su mente, como rayo, llegó el recordatorio de que al día siguiente sería miércoles 31 de Agosto, día de su cumpleaños… parecía que tendría que rehacer sus planes, pues estaba casi seguro que le tomaría varias horas estar en el dichoso experimento en la televisora.

 

 

..::..

.:.

.

 

 

El día siguiente había llegado… las clases habían transcurrido muy lentas, -tuvo que saltarse la mayoría de ellas y dormir en la azotea de la escuela- el entrenamiento de basquetbol había sido como siempre, difícil; el capitán era un tipo duro, que no perdía la oportunidad de poner a prueba la resistencia y fuerza de cada uno de los jugadores.

Ese tipo era un terror.

 

Pero no todo había sido tan malo; después del arduo entrenamiento, se dirigió al Maji Burger, acompañado de Satsuki, quien ni loca iba a dejar que su amigo fuera solo a la cadena televisiva; aprovecharon el pequeño momento juntos para que la pelirosada felicitara a su amigo por un año más de vida, además de que ella se encargó de pagar todo el consumo de su amigo, como un pequeño regalo.

Por otra parte, Momoi no iba a dejar que su amigo fuera solo hacia la cadena televisiva,  necesitaba saber qué tipo de experimento social se llevaría a cabo, y si podía tener la oportunidad de estar con el moreno, por supuesto que la aprovecharía.

 

—De acuerdo, Satsuki… si notas que hay algún doctor con alguna jeringa muy sospechosa… llamas a algún teléfono de emergencias.

—¡Dai-chan! ¡Estás portándote como un paranoico! — Sabía que era la primera vez que convencía a su amigo de hacer ese tipo de ‘invitaciones públicas’, pero no imaginó que su mente pudiera maquinar cosas de verdad extrañas.

 

El trayecto que duró hacia el edificio de la televisora sirvió para que el moreno se olvidara de sus extraños pensamientos, pues con Momoi hablando de cuanta cosa le cruzaba por la mente, ni siquiera había permitido que se formularan más pensamientos.

Por fin ambos llegaron a su destino y sin demora se dispusieron a entrar, yendo de inmediato con la recepcionista en turno.

 

—Estoy aquí para el experimento social. —Fue lo único que dijo el moreno, sin pasar por alto la interesante delantera que tenía la chica.  

La recepcionista, tras pedir el nombre del peliazul, prosiguió a buscar entre sus anotaciones el nombre, para confirmar si debía dejar pasar al chico o no.

—Aomine Daiki, claro… llega a tiempo. — Ella buscó rápidamente unas hojas entre los cajones de su escritorio y las puso sobre éste.  —Por favor, lea este contrato y proceda a firmarlo si le parece bien.

 

Aomine no tuvo objeción, y empezó a leer esa hoja que tenía muchas y muy pequeñas letras.

—Dai-chan, léelo bien. — Sugirió Momoi, ganando un gruñido de parte del moreno, pues ya tenía bien claro que debía leerlo correctamente

—Listo. — Dijo, cuando terminó la lectura, colocando el lapicero sobre el escritorio y recibiendo la sonrisa de la recepcionista.

—Bien… — La chica se levantó de su asiento y le hizo una seña al peliazul. —Sígame, por favor.

Momoi empezó a caminar junto a ellos, pero la recepcionista de inmediato se lo impidió. —Lo siento, el único que puede ingresar es él; pero usted puede esperar hasta que el experimento haya terminado. —Le habló con voz cortés a Satsuki, incluso mostrando una sonrisa.

 

Ojos rosados se fijaron en los zafiro, que la miraban con una súplica… en definitiva los raros pensamientos llegaron de nuevo a Daiki.

El peliazul le pedía con la mirada que fuera con él y que no lo dejara solo, pero la recepcionista no lo permitiría.

—¿De verdad no puedo entrar con él? — Preguntó, en un último intento.

—Lo siento, señorita. Puede esperar en la recepción, puedo traerle un té, u otra cosa que guste.

Aomine suspiró en resignación… No podía pasar nada, y mucho menos cuando Satsuki esperaría por él cuanto fuera necesario.

—Estaré bien. —Voz segura por fin se escuchó de sus labios, sus ojos miraron a la chica pelirrosada, quien asintió a las palabras.

 

Sin más preámbulos, la recepcionista dirigió a Daiki a un cuarto enorme, en donde se dejaban mostrar dos cámaras grandes, asistentes de audio, técnicos de luz y unas personas que el moreno creía que eran directores, o algo así…

Pero lo que más llamó la atención de él, fue que en el ‘set’ –o lo que él creía que era el set-, se encontraba una mesa pequeña, lo justo para 2 personas; y dos sillas frente a ésta.

 

—Bienvenido. —Una chica habló, teniendo en la cabeza los típicos audífonos con micrófono, mientras le hacía una pequeña reverencia al moreno. —Gracias por venir, nos alegra que hayas podido aceptar la oferta de participar.

—Ah… al contrario. —Dijo torpemente, haciendo la misma reverencia.

—Te explicaré de qué se trata este experimento social… — Siguió hablando la chica, tomándose el atrevimiento de tomar gentilmente el brazo del moreno y dirigirlo hacia el set, hasta estar junto a la pequeña mesa. —…muy bien, colócate aquí. ¡Salgan todos! — Gritó ella, mientras que las personas que se encontraban en el lugar, una por una iban saliendo, dejándolos a Daiki, a aquella mujer y a un chico que parecía ser el camarógrafo, solos en el lugar.

 

Daiki pudo jurar que escuchó un ‘empieza a grabar’ de parte de la chica, quien pronto se alejó de la toma, dejando al moreno solo, en el set.

La mirada de nerviosismo de Daiki no pasó desapercibida ante la cámara… se estaba comportando como un completo idiota… debía hacer que su aparición en la televisión fuera algo digno de ver, así que trató de relajarse un poco.

 

—¿Estás bien, Aomine? — La voz de la chica sonó por una bocina.

—Sí, todo súper. —No sabía si estaba logrando el efecto que él mismo deseaba, pero al menos había sonado algo convincente.

—Bien, te estamos grabando porque necesitamos tu reacción al hacerte saber de qué se trata el experimento.

—De acuerdo.

—Supongo que alguna vez has estado en una cita a ciegas… pues nuestro experimento de eso trata: una cita a ciegas. — La voz de la chica seguía escuchándose… si tan sólo ella supiera que Daiki no había estado en ninguna cita similar…

—¡Ah! Claro que he estado en una cita a ciegas. —Había mentido… no estaba seguro de que fuera una buena idea al momento, pero ya no podía deshacer sus palabras.

—¡Perfecto! Nuestro chef ha preparado tu platillo favorito, así que tú y esa persona, que te hemos asignado comerán juntos y conversarán mientras los grabamos. —Hizo una pausa, luego mirando cómo el camarógrafo salía del cuarto. —Nosotros nos iremos, para que tú y esa persona puedan estar en confianza y sin molestarse porque alguien los ve, pero dejaremos la cámara grabando cuanto sea necesario.

—Pan comido. —Claro que era fácil pensar en una cita con una chica desconocida. Total, siempre podía fingir que le estaba agradando la reunión… con tal de satisfacer a los productores.

—Sólo ten una cita como si la cámara no estuviera grabando.

 

Tras la petición, el moreno asintió y habló con un ‘sí’, que se pudo escuchar a la perfección.

—Ah, una última cosa, pero la más importante… — La chica, que ahora era evidente que era la productora, habló de nueva cuenta. —… tú tendrás que alimentar a tu cita con tus propias manos, está prohibido usar tus manos para alimentarte a ti mismo.

—¡¡¡¿Cómo?!!! — Espera… ¿Había escuchado bien? ¿Su cita le daría de comer en la boca? ¿Aún si no conocía a esa persona? ¿Qué clase de experimento era ese? —¿No puedo poner comida en mi boca con mis propias manos?

—Exacto. Es bueno que me entendieras. Ahora demos paso a lo siguiente. Te veré cuando termine tu cita. —La chica ignoró cualquier otro comentario que pudiera salir de la boca del moreno, caminó hacia otra puerta, y la abrió.

Daiki pudo observar cómo la chica le hacía un ademán a alguien… tal vez a su cita, para que empezara ese tonto experimento.  

—Diviértanse. —Finalizó ella, mostrando una gran sonrisa y desapareciendo de allí.

 

Cuando Daiki miró a aquella persona que sería su cita, su asombro no se pudo mitigar.

¡¡¿Por qué un chico estaba en el mismo set que él?!!

Bueno, era cierto que había descubierto en preparatoria que era bisexual; aunque si era sincero consigo mismo, tenía cierta inclinación por las chicas, más que por los hombres; y la única persona que sabía eso era Satsuki. ¿Cómo es que alguien se atrevió a adivinar su orientación sexual?

 

Dejó a un lado sus pensamientos y se enfocó en aquel chico que lentamente caminaba hacia él.

¡oh por todos los cielos!”; ojos rubí, con decisión en ellos; cabello rojo como el fuego; demasiado alto… aunque tal vez unos cuántos centímetros más bajo que él; cuerpo fornido pero atlético; esas… ¡hey! El tipo tenía cejas demasiado extrañas, pero se le veían demasiado bien…  No pudo evitar recorrer su mirada de arriba a abajo a ese chico que era demasiado atractivo.

 

Un recuerdo invadió su mente… ¿Acaso ese chico pelirrojo no era el que se encontraba con uno peliceleste cuando se presentó para su primera entrevista?

Estaba seguro de que era él… pero en la anterior ocasión no había tenido la oportunidad de observarlo como ahora.

 

—Hey, soy Kagami Taiga. —Habló el que sería su cita, estirando la mano, en un saludo muy casual y nada a lo que un japonés estaba acostumbrado. Aomine pensó que el chico tal vez era un estudiante de intercambio que no sabía sobre modales japoneses.

—Aomine Daiki.

Un pequeño silencio incómodo surgió, Kagami miró la mesa con mucha comida y sonrió, sabiendo lo que a continuación tenía que hacer, pues el contrato claramente lo especificaba: tener una cita con la otra persona.

—Entonces… ¿Nos sentamos? — Preguntó, recibiendo un movimiento de cabeza en aceptación de parte del moreno.

 

La productora no había mentido, la comida favorita de Aomine se encontraba sobre la mesa, además de las papas fritas que había mencionado en su entrevista; unas hamburguesas de queso y pasta, que seguramente eran la comida favorita de aquel chico extraño, pero demasiado guapo.

 

—Uhh… ¿Qué quieres comer primero? Todo se ve delicioso.

No pudo suprimir una pequeña risa al ver la animosidad del pelirrojo, Kagami parecía un pequeño niño que no sabía qué platillo elegir para comer primero.

—Me encantan las hamburguesas teriyaki. — Mencionó el moreno, sin hacer contacto visual con su cita, y sólo señalando tímidamente el platillo.

—Entonces serán las hamburguesas primero.

 

Kagami debía aceptar que las hamburguesas teriyaki no eran sus favoritas, sin embargo, le gustaban mucho, y si Aomine las había pedido primero, él no tenía ninguna objeción para comerlas como primera opción.

—Entonces… tengo que darte yo de comer… en la boca… — El tono nervioso de Kagami no se hizo esperar, y es que a ambos aún les parecía demasiado extraño ese experimento.

—Sé que es extraño, pero hagámoslo por ese jugoso cheque que nos darán al final.

Ojos rubíes se fijaron en Aomine con mucha curiosidad… así que el chico moreno estaba allí por el dinero… muy contrario a Kagami, quien se encontraba ahí prácticamente porque su amigo peliceleste lo había obligado.

 

El pelirrojo tomó entre sus manos una de las hamburguesas teriyaki, teniendo especial cuidado de no derramar nada… con lentitud fue dirigiéndola hacia el rostro de Aomine, quien miró con terror la escena… ¿De verdad estaba dispuesto a comer de las manos de un completo extraño?

—Aomine… demonios... ¡cómela o se caerá! —

 

No entendía por qué, pero una risa escapó de sus labios al ver la escena, claro que al pelirrojo no le había resultado tan divertido, así que tuvo que regresar la hamburguesa a su lugar, pues parecía que el moreno no la comería rápido.

—Lo siento, lo siento… es sólo que… tu cara de tonto….

—¡¡Oi, no tengo cara de tonto!!

Otra risa se escuchó de parte del moreno, parecía que ante la situación, empezaba a tomar más confianza, tanto que hasta había olvidado que la cámara seguía grabando.

—Lo siento… inténtalo de nuevo.

—¿Prometes no reírte?

—Sí, lo prometo…

 

Después de un pequeño puchero, Kagami volvió a tomar la hamburguesa y la dirigió hacia Aomine, por segunda vez; ésta vez el peliazul abrió la boca y mordió la hamburguesa, sintiendo cómo la salsa teriyaki resbalaba por la comisura de sus labios y caía sobre su pantalón.

—¡¡Mafdito ifiota!!  ¡¡Manchashte mi ropaaa!!  — Gritó con la boca llena de comida, al momento en el que Kagami dejaba la comida de nuevo sobre el plato.

Ésta vez fue el turno de Kagami de reír a carcajadas, las reacciones de Aomine le parecían tan tiernas y divertidas a la vez.

—¡Deja de reírte!

—Hahahaha, oye déjame darte más de esa hamburguesa.

—No quiero… si la tirarás sobre mi ropa no tiene caso. —Habló, tomando una servilleta y limpiando sus labios.

—Vamos, no seas tan gruñón. Trataré de no volverlo a hacer

 

Aomine miró con un poco de desconfianza al pelirrojo, pero la verdad era que esa hamburguesa estaba deliciosa; tal vez más que las del Maji Burger, así que quería seguir comiéndola, pero era obvio que no podía usar sus propias manos para ello.

—Está bien… dámela.

Una sonrisa sincera se dibujó en los labios de Taiga; tomó de nueva cuenta la hamburguesa y, lentamente, siguió alimentando a Daiki, mientras hacía preguntas casuales, como… si estudiaba, si trabajaba, si practicaba algún deporte; y fue en esa última pregunta en la que ambos hallaron una cosa importante en común: el basquetbol.

 

—Es tu turno, así que... ¿Qué quieres comer primero?

—Las hamburguesas de queso. —Kagami ni siquiera había tenido que pensar dos veces, además de que ese platillo se veía demasiado apetitoso.

—¿Es tu comida favorita? — Cuestionó el moreno, a lo que el pelirrojo asintió afirmativamente. — bien… — Prosiguió a tomar la hamburguesa y dirigirla hacia la boca de Kagami.

El pelirrojo se acercó hacia la comida y abrió grande la boca; su mordida abarcó casi media hamburguesa, provocando que los ojos zafiro del moreno se abrieran grandes en estupefacción.

—¡¡¿Qué demonios?!! ¡¡¿No has comido en un mes?!!

Kagami respondió algo que el moreno no entendió debido a su boca llena.

—Que asqueroso… — Musitó con gracia, mientras le daba a Taiga el resto de la hamburguesa.

 

Otra risa se escuchó en Daiki cuando notó cómo el pelirrojo llenaba sus mejillas cual ardilla. Y el pensamiento de no saber cuándo había sido la última vez que había disfrutado de la compañía de alguien de ese modo, llegó a su mente, sin que pudiera hallar la respuesta.

 

Cuando las hamburguesas se acabaron, pasaron a la pasta, la cual era del gusto de ambos: consistía en espagueti rojo que se veía demasiado delicioso.

Kagami fue el primero en tomar el tenedor y empezar a girarlo sobre el espagueti, mientas a Daiki se le hacía agua la boca, y que a pesar de haber comido ya la hamburguesa, la pasta se le antojaba.

—Abre la boca. — Taiga habló, esperando que el moreno hiciera caso a su petición.

—Tch… ésta vez no tires la comida en mi pantalón.

La pequeña risa del pelirrojo no pudo ser contenida; ahora le debía a Daiki el mandar su pantalón a la tintorería… en resumen, el pelirrojo era un desastre cuando de ‘alimentar directamente’ a Aomine se refería.

 

Un gemido de placer se escuchó de los labios de Daiki al saborear la pasta; ese platillo era uno de los mejores que había probado en su vida, y lo demostraba con pequeños sonidos que escapaban de su boca.

—Uh… ¿Tan bueno está? — Cuestionó Kagami, llevando el tenedor nuevamente al espagueti para volverle a dar otro bocado al moreno.

—Ummm, está delicioso. No creo que alguien pueda superar este espagueti.

—¿Estás seguro? — El tono que usó Kagami hizo que el peliazul lo mirara con sospecha; entrecerró los ojos y lo miró fijamente.

—¿Sabes cocinar, Kagami?

—Bueno… me estoy especializando en gastronomía y artes culinarias…. Así que… sí.

 

Aomine no respondió al instante, porque el pelirrojo volvió a alimentarlo con un poco más de pasta; tuvo que hacer más largo ese silencio, ya que no quería hablar con la boca llena.

—Cocino un espagueti  que podría dejar corto a éste. —Señaló el platillo frente a él con el tenedor, y aunque ni siquiera había probado la pasta, sabía que su comida era la mejor que alguien podía probar.

—Déjame ser yo quien juzgue eso. — Sonrió travieso, dándole a entender a Taiga que podría haber una segunda ocasión en la que comieran juntos, lo cual para ninguno de ellos era una mala idea.

 

El moreno, con movimientos rápidos pero gentiles quitó el tenedor de las manos de piel bronceada de Kagami; tomó un poco de pasta y fue el turno del pelirrojo de ser alimentado.

Taiga abrió la boca después de una pequeña sonrisa, y degustó el espagueti, dejándole saber con un par de sonidos que el moreno no se había equivocado.

—Está rico… pero yo puedo hacerlo mejor. — Presumió al estar seguro que podía superar el sabor de esa pasta.

—¡Eso necesito confirmarlo! — Su voz denotó animosidad, y en esos momentos eso era lo único que quería comer: algo hecho por ese ardiente chico pelirrojo que lo miraba con ternura.

 

Daiki podía jurar que había visto un ligero sonrojo en las mejillas del otro chico, Kagami le estaba pareciendo tan lindo en muchísimas formas.

—¿Probamos con las papas fritas? — Llego la pregunta de Taiga, quien no esperó por una respuesta y empezó a verter un poco de salsa de tomate sobre el plato, para combinarla con las papas.

—¡Yo quiero! — Aomine estuvo a punto de tomar una papa para dársela a Kagami, sin embargo éste alejó el plato.

—Oi… déjame hacerlo primero.

Frunció el ceño y cruzó los brazos, simulando molestarse por el atrevimiento.

—Vamos, Aomine. ¿No vas a probar estas deliciosas papas?

Una sonrisa apareció en su rostro al ver el tono gracioso con el que el pelirrojo había hablado. Claro que pensaba probar ese alimento, y más si eran de manos de aquel ángel pelirrojo.

 

Sin decir nada, abrió la boca y miró a su cita, esperando que éste le diera a probar dichas papas.

Kagami soltó una risilla, tomó una papa y la colocó entre los dientes del moreno, observando cómo éste, saboreaba el alimento.

Ojos zafiro no dejaban de mirarlo inquisitivamente, y por ese pequeño momento, Taiga se puso nervioso ante aquella mirada.

Haciendo de cuenta que nada pasaba, y que su actitud no había cambiado en lo absoluto, untó un poco de salsa cátsup en otra papa y de nueva cuenta la acercó a la boca del chico moreno, quien ahora denotaba una pequeña sonrisa en sus labios.

 

Daiki se acercó de más y comió por completo la papa, pero eso no fue todo, sino que sus labios se encontraron con los dedos del pelirrojo, quien pareció haberse congelado en ese instante.

Al sentir la piel de los dedos de Taiga contra sus labios, cerró los ojos y con mucho atrevimiento, pasó la lengua sobre esos dígitos, lamiendo lentamente.

Siendo aún más osado, el moreno ingresó la punta de los dedos ajenos en su boca, para luego abrir los ojos y fijar su mirada de orbes zafiro en Kagami, quien mostraba un fuerte sonrojo en su rostro.

 

No entendía qué pasaba con él… por qué se estaba portando tan atrevido con ese pelirrojo; no sabía qué era lo que lo impulsaba a hacer ese tipo de cosas, sólo sabía que se sentía… tan bien…

Además, esa mirada color rubí lo incitaba con demasía… claramente Kagami, en sólo una mirada, pedía que Daiki siguiera.

 

Antes de apartarse, dejó un beso sobre los dedos de Taiga, regalándole una sonrisa traviesa.

—Wow…— Fue lo único que pudo decir el pelirrojo, simulando toser un par de veces y desviando la mirada, situándola en alguna parte del set, sintiendo que ese sonrojo no se desvanecía de su rostro.

A esas alturas ninguno de los dos recordaba que estaban siendo grabados –y muy seguramente siendo observados-.

Al peliazul le pareció demasiado tierna la reacción del otro chico.

En definitiva no se había equivocado en ser atrevido y causar ese tipo de reacciones en su ‘cita a ciegas’.

 

Daiki pensó que podía hacer otro gran movimiento en su cita, así que, sin importarle la estúpida regla de ‘no alimentarse a él mismo’, tomó una papa y la colocó entre sus labios, a continuación trató de hacerle entender al pelirrojo que tomara la papa en la forma en la que éste más quisiera.

Y Taiga hizo lo que ambos anhelaban:

Se levantó de su asiento, caminó un par de pasos hasta estar frente a Daiki y unió los labios de ambos, mordiendo el alimento que se encontraba en la boca ajena, y tragándolo de inmediato.

Los ojos de Daiki se cerraron al contacto… podía sentir esos labios suaves sobre los suyos; pero eso no era todo, sino que, en su pecho, su corazón golpeaba de forma brutal, su respiración se aceleró un poco y diversas emociones se instalaron en su cuerpo.

 

Kagami lideró el beso, pasando su lengua sobre los belfos contrarios, e instintivamente Aomine abrió la boca, dándole total permiso al pelirrojo de demostrarle lo que era un verdadero beso.

Teniendo ahora el permiso, manos de piel bronceada tomaron el rostro del moreno y sin pensarlo dos veces, profundizó el beso. Ambas lenguas parecían tener una pequeña lucha, la pasión en ese beso podía sentirse incluso en los lentos movimientos de los labios de ambos.

Y allí Kagami confirmó que prefería devorar la boca de Daiki a esas hamburguesas de queso.

 

El mismo Taiga fue quien decidió terminar el beso, separándose lentamente, dejando un pequeño rastro de saliva en los labios ajenos, como muestra de aquel beso apasionado; por último, pasó su lengua por la comisura de sus belfos, saboreando lo salado de las papas, combinado con el delicioso sabor de los labios del moreno.

Los orbes del peliazul se abrieron, sólo para enfocarse en la mirada lasciva que le regalaba el pelirrojo, aunado a aquellos labios rojos que acababan de ser besados y ese sonrojo encantador en las mejillas contrarias.

Nunca había sentido demasiadas emociones con sólo un beso.

Además debía ser sincero y decir que el chico pelirrojo besaba tan bien.

 

Pero ese beso no era suficiente, Daiki necesitaba más… y sin decir una sola palabra, posó su mano sobre la sudadera bicolor del pelirrojo y sin agresión lo atrajo hacia él, de nueva cuenta uniendo sus labios; y como era de esperarse, Kagami no se resistió.

En ésta ocasión era Aomine quien quería tener el control del beso, pero no podía, pues la lengua experta de Taiga lo estaba dominando.

Un pequeño jadeo ahogado escapó de su garganta; y es que… ¿Cómo resistirse, cuando el pelirrojo lo estaba besando tan bien?

 

—¡Corte! — Ambos escucharon a lo lejos, y antes de terminar el beso, Taiga mordió el belfo inferior de Daiki, arrancando un suspiro contrario ante sus acciones. —Gracias, chicos, creo que eso es todo. —Hablaba la productora, quien portaba en su mano una servilleta con un poco de sangre, o al menos eso fue lo que alcanzaron a ver Aomine y Kagami.

 

Tan pronto se alejaron del set, la productora los dirigió hacia otro cuarto grande, en donde les entregaron un cheque por su participación; aunque era obvio que ni para Daiki ni Taiga era ya importante ese dinero.

—Gracias por su participación. —La chica gentilmente habló, escoltándolos hasta la salida.

 

¿Participación? Por favor… ahora Daiki había encontrado algo mucho mejor… ¡y justo en el día de su cumpleaños!

Antes de llegar a la recepción, ambos se detuvieron; Daiki evitó cualquier contacto visual, pues no sabía qué era lo que Taiga haría o diría a continuación.

—Entonces… ¿Quieres salir en otra cita? Ésta vez será sin cámaras…— Taiga sorprendió con su invitación, haciendo que el otro chico sonriera y asintiera con la cabeza.

Por supuesto que Aomine estaba dispuesto a repetir la cita, pues aunque la comida había sido excelente, la compañía había sido lo mejor.

 

Intercambiaron números rápidamente, y luego, por fin, se dirigieron hacia la recepción, donde Aomine vislumbró a Satsuki, de quien se había olvidado por completo.

 —¡Dai-chan! ¿Cómo te fue? — La chica corrió y abrazó a Daiki, ante la mirada curiosa de cierto chico pelirrojo que se encontraba detrás del moreno.

—¡Satsuki, eres muy molesta! — Trató de alejarla, sin pensar siquiera que las acciones de su amiga no se veían nada bien ante aquel chico pelirrojo que acababa de besar.

 

Daiki trataba de apartar a su amiga, cuando notó cómo Kagami, a paso tranquilo caminaba hacia la salida; no pudo negar que sentía que su corazón se apretujaba al entender, por fin, la razón de la huida del pelirrojo.

—¡Hey! ¿Te irás así? — Gritó, para hacerse escuchar, y ante su pregunta, Satsuki miró al pelirrojo con la pregunta en su mirada y éste a su vez, se detuvo.

Un sentimiento de tristeza, angustia e inconformidad se dejó sentir en su pecho… no quería que el otro chico se hiciera una idea errónea.

No entendía por qué le importaba tanto lo que el de cejas extrañas pudiera pensar, sólo sabía que no quería que aquello terminara mal.

 

Kagami giró y encaró al moreno, esos bellos ojos color zafiro irradiaban incertidumbre y un poco de culpa.

Mostrando una pequeña sonrisa, caminó los pasos suficientes hasta estar frente a Daiki; llevó una mano hacia su mejilla y, sin previo aviso, lo besó de nuevo en los labios, sin importarle la presencia de la chica de cabellos rosados.

 

Momoi miró con total perplejidad la escena, cubriendo su boca con una de sus manos, para así evitar gritar ante la escena realmente linda que estaban viendo sus ojos.

Casi se maldijo por no sacar su celular a tiempo para grabar lo que estaba pasando frente a ella.

 

Kagami, de una forma muy lenta, terminó el beso y se separó del peliazul,  esbozando una pequeña sonrisa.

Daiki, al abrir los ojos, pudo notar la sonrisa traviesa del otro chico, además su rostro se sentía demasiado cálido, señal de que un sonrojo había aparecido en él ante las osadas acciones del pelirrojo.

 

—Estaré esperando tu llamada. — Fue lo último que Taiga mencionó, antes de guiñar un ojo, dar media vuelta e irse a paso lento de allí, sintiendo su corazón palpitar fuerte dentro de su pecho.

Aomine no podía salir del trance en el que el otro chico lo había dejado, sólo miraba cómo éste se alejaba.

—Ejem…— Momoi carraspeó, por fin atrayendo la atención de su amigo. —Parece que salió muy bien cualquier experimento en el que ustedes dos hayan estado. — Soltó una risa al notar que el sonrojo aún prevalecía en el rostro del moreno.

—Tch… cállate, Satsuki. — No dijo nada, ni siquiera quería hablar del tema, pero en el fondo estaba saltando de felicidad por lo que le había pasado…

Al menos podría contarle a su amiga de qué había tratado el famoso experimento; claro… omitiendo las partes más ‘interesantes’.

 

Definitivamente aquel día había sido el mejor cumpleaños que había tenido, pues había conocido a alguien que de verdad le interesaba…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Omake::..

 

 

La práctica del equipo de la Universidad había terminado, y como un importante campeonato estaba por suscitarse, el capitán puso un video en el que se mostraba a sus siguientes oponentes: un equipo rápido en ataque y muy bueno en defensa. El capitán no debía decir que sería un partido difícil, pero confiaba en el as de su equipo: Aomine Daiki; quien era uno de los mejores delanteros.

 

—Así que… como pueden ver, este equipo nos dará muchos problemas. — Habló el capitán, quitando un disco del reproductor de DVD, en el que se encontraba grabado un juego de su próximo oponente.

—Pfff pan comido. No se ven tan fuertes. — Como siempre, el narcisismo de Daiki se hizo notar ante todos.

—¡Acabaremos con ellos! — Gritó el chico que jugaba como base, motivando a sus demás compañeros.

 

Los demás miembros del equipo le dieron la razón a éste último chico, y los ánimos comenzaron a subir. Sabían que eran uno de los mejores equipos que aspiraban ganar.

Cuando varios de ellos decidieron tomar sus pertenencias, y salir de la sala audiovisual, el capitán los detuvo.

—¡Esperen! Quiero mostrarles algo, no tardaré ni 5 minutos. — Pidió, de inmediato, y con velocidad, sacando su celular de entre sus ropas y entrando a YouTube.

Todos los miembros, Daiki incluido, volvieron a tomar asiento, preguntándose qué era lo que el capitán quería mostrarles.

—Me pregunto si ya vieron este video de una televisora importante. — El chico usó la conexión WiFi para conectarse con la pantalla de plasma, y de inmediato empezó a verse por la pantalla grande un video con el nombre “Amor al primer bocado”.

 

El video comenzaba a mostrar a varias personas, quienes parecían no saber qué hacían ahí.

Y lo que llenó de horror –y animosidad - a Daiki fue ver en la pantalla a cierto chico que le encantaba.

 

—“Tienen que alimentarse el uno al otro.”— Escuchó por las bocinas de la televisión, reconociendo de inmediato esa voz… era de aquella chica productora.

—“Eso suena genial, jamás lo he hecho con alguien… pero quiero intentarlo.” — En el monitor aparecía Kagami, sonriendo alegre y con un tono de voz muy animado.

Las escenas de cada uno de los participantes pasaban en segundos, y Aomine tuvo que horrorizarse al verse a sí mismo en esa pantalla

—“¿No puedo poner comida en mi boca con mis propias manos?” — Escuchó su propia voz, y tuvo que llevar sus manos hacia su rostro, para ocultar su vergüenza.

 

¿Por qué había participado en ese evento tan embarazoso? ¿Por qué había dado su consentimiento para que la televisora usara el material que había grabado en esa ‘cita’?

Espera… había tenido una cita… con Kagami… eso significaba…

Ahora las imágenes de cómo el pelirrojo lo alimentaba y se reía pasaban rápido, junto con las escenas de las demás citas que se suscitaron.

 

Si el comercial seguía… todo el equipo vería lo que había pasado después.

¡No podía permitirlo!

 

Como impulsado por un resorte se levantó de su asiento y fue hacia su capitán.

—¡¡¡Quite ese maldito video!!! — Gritó, intentando arrebatarle el teléfono celular a su senpai, quien reía divertido.

—¡Ni loco! Quiero que sigas viéndolo.

 

Sonidos de sorpresa salieron de las bocas de algunos de los miembros del equipo, y como por instinto, el moreno giró el rostro hacia la pantalla.

Justo en esa toma, aparecía Kagami besando tiernamente a Aomine.

Sus ojos zafiro no pudieron apartarse del monitor; no debía ser genio para saber que su rostro se había teñido de rojo.

¡Todo el equipo estaba viendo al as siendo besado tierna y apasionadamente por un completo extraño!

 

Ahora las letras en grande “¿Crees en el amor a primer bocado?” aparecían en la pantalla, junto con la última escena, en la que era el turno de Aomine de tomar la ropa de Kagami y halarlo para que juntaran sus labios de nuevo, dando fin al comercial.

 

Las manos de Daiki nuevamente fueron hacia su rostro… demonios… ¡era el peor día de su vida!

Algunos gritos de animosidad se escucharon en el lugar, Daiki no podía entender qué era lo que tanto gritaban sus compañeros, pero parecían muy animados.

—Hey, Aomine, no sabía que habías participado en éste comercial.

—¿Cuánto dinero te dieron por eso?

—Vaya que te lo pasaste muy bien.

Eran algunos de los comentarios que alcanzaba a entender, pero al quitar sus manos de su rostro y mirar a los chicos se dio cuenta de que no había malicia en sus miradas.

Era cierto, se estaban divirtiendo, pero también estaban curiosos por saber lo que era trabajar en ese tipo de comerciales.

 

¿Qué importaba lo que pensaran todos ellos? Él había conocido a alguien demasiado interesante, y todo era gracias a ese experimento social.

Una sonrisa pequeña surcó sus labios. En definitiva no le daría ninguna importancia a lo que alguno de ellos dijera… al menos eso pensaba, hasta que…

—Oi. Preséntame a ese pelirrojo. Ufff se ve tan ardiente. Es mi tipo.

—¡Jódete, maldito!

 

Notas finales:

 

Espero que les haya gustado este escrito, la verdad es que mientras iba escribiendo, noté que Kagami se portaba muy seme xDD según el fic iba a ser AoKaga, y terminó siendo KagaAo :v

Gracias por leer, gracias por las visitas y gracias a esas personas que se tomen unos minutos para darme su opinión respecto a este fic c:

Nos leeremos muy pronto!!!

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).