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El salón del espejo por Kurenai_801

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Notas del fanfic:

Suceso alterno de Está en los Genes.

El salón del espejo

 

 

Apenas audible era el sonido para él. Estaba tan hundido en su tristeza, en su dolor. En aquellos pensamientos tan profundos y crueles.
Se preguntó si él mismo había causado tales pensamientos a sus padres.

—Tch —apretó sus manos. No podía soportar más la rabia que llegaba a tensarle hasta los músculos.

Siguió caminando, saltó hacia la muralla y sobre ella se detuvo a ver el lejano horizonte que esperaba ansioso al Sol. Pero él no esperaría, no quería esperar nada  desastroso. Se estaba yendo, dejando a un lado lodo lo que una vez amó. Estaba cansado de tanta desgracia, cansado de que todos tomaran decisiones por él. Incluso Eren tomó la decisión aparentemente irresponsable de cristalizar su cuerpo.

¿Y si tan solo no se hubiera enamorado?

No, no se arrepentía de eso.
Se arrepentía de no haberle demostrado que lo amaba. Que aún lo ama.

Era doloroso, porque lo primero que recordaba era aquella noche cuando Eren le preguntó si se casarían, y él no supo responder, simplemente un: “se hará como tú quieras…”.
¿Qué clase de respuesta ambigua había sido esa?
Quién sabe, pero Eren lo único que entendió fue que el azabache lo había tomado como obligación, por embarazarlo.

Aunque en realidad fue simple estupidez humana, de un Levi humano, del soldado más fuerte del mundo, que era humano, pero a la vez no lo era: era un mounstro asesino de titanes, el mejor de la humanidad, que controlaba sus miedos; que controlaba todas sus emociones, pero había fallado al amar.

Lo había perdido todo en un segundo. Se sentía vulnerable. Se sentía y se veía vulnerable, como el hombre demacrado en el espejo frente a él.

¿Un espejo?

Miró alrededor y se sintió aún más confundido ¿Cómo había llegado ahí? Quizás estaba tan pensativo que usó el DMT para llegar al pueblo abandonado y sin querer se topó con ese lugar. Se encontraba en lo que había sido un hermoso y elegante salón de baile. Ahora estaba cubierto de ramas, las enredaderas decoraban los enormes pilares.

Levantó la vista y estaba justo bajo la cristalina cúpula, en la cual la brillante luz penetraba e iluminaba la circunferencia perfecta del salón.
Se dio cuenta de que estaba parado justo en medio del recinto, cuyo piso estaba más agrietado que el suelo de las zonas áridas. De las grietas salía pequeña maleza que, en lugar de estar amarilla y seca, estaba verde y fresca.

—¿Qué demonios hago aquí? ¡No es divertido, Hanji!

Aunque lo había dicho, sabía que no era algo hecho por la líder de escuadrón. Miró nuevamente el espejo: grande, prolijo, con marco de oro y detalles barrocos; y en el claro reflejo: un tipo de la Legión de reconocimiento. Un hombre con semblante confuso y atormentado: unas profundas ojeras en la clara piel, esta sin brillo, labios secos, ojos rojos de insomnio. Cansado.
Se estremeció al darse cuenta de que era él mismo.

—¿Qué demonios? ¡Mierda, no estoy para juegos!

Llevaba su DMT, pero por alguna razón no tenía gas. Sacó sus navajas, preparándose para destruir ese endemoniado espejo.

—¿Por qué tengo que hacerlo?

Una voz susurrante llamó su atención. Se volteó apuntado las navajas hacia la penumbra del resto del recinto.

—¿Quién anda ahí?

—¡Ah! Pero si a él no le importa… bueno. —Pensó que el dueño de esa voz tenía problemas mentales, ya que parecía hablar solo.

Gradualmente, el volumen de los susurros crecía, mas, no dejaban de ser voces bajas. Incomprensibles murmullos, algunos que parecían lamentos. Estos jugaban con Levi, haciéndolo ver en todas direcciones. El siempre impávido Levi, ahora se veía levemente alterado.

—¡Sal de ahí, escoria! —Levi perdió la paciencia por un momento. No podía reconocer al dueño o dueña de esa voz, ya que era tan susurrante que no sabía si se trataba de un chico o chica.

Con ayuda de la luz que se colaba por arriba, pudo notar al fin que el sujeto era una mujer. Ella quedó al borde de donde llegaba la luz, ocultándose un poco en la sombra. Su vestido azul rey, las mangas largas y pegadas a sus finas muñecas y el escote cuadrado llevaban discretos detalles dorados. Su cabello castaño hasta la cadera y la piel que el Sol había bendecido con unos suaves rayos. Con cinco centímetros menos que Levi, ella se veía tan pulcra y limpia. Tan frágil y preciosa, como desearía ser la misma hija del Rey.

Aunque el azabache no pudo ver su rostro, bien pudo notar una refinada espada que la joven llevaba por la cadera.

—¡Desenvaina! —dijo la joven, imitando la voz de hombre y sacando la espada, mientras reía por su pequeño acto.

—¿A qué idiotez juegas, mocosa?

La chica rio al oír el insulto. Levi se dispuso a marchar, sin embargo no tenía idea de donde estaba la salida.

—No estoy para juegos —soltó amenazante el Capitán volteando a verla. Ella se animó a acercarse más al centro, donde Levi; está vez colocándose un cobertor y la capucha—. ¡Oye! Eso es de la Legión de reconocimiento. ¿Quién te la dio? —Pero la chica guardó silencio—. Bueno, no me interesa…

—Era de mi padre —musitó.

—Bien, dije que no me interesa, solamente no sigas robando. —Levi caminó hacia donde creía que estaba la puerta.

—¡¡No me ignorarás de nuevo!! —La voz enfurecida de la joven resonó por todo el salón. El capitán se giró para mirarla, reaccionando con rapidez ante el sorpresivo ataque de la moza.

—¡¿Qué te pasa?!

Pero la joven no contestó. Su rostro apenas visible se tornó serio, mostró sus dientes. La doncella, quien minutos antes sonreía, ahora lo atacaba violentamente con la clara intención de matarlo.

Levi no tenía otra opción. No podía seguir esquivando los mortales ataques de la joven. Usó las navajas como espadas, danzando por todo el salón, con la música del choque de los metales y gritos de furia. Salieron del círculo iluminado del centro; detrás de los pilares, en la oscuridad se podían ver las chispas de los metales. Nuevamente, gracias a su danza mortal, volvieron al centro. Pero al salir de la sombra Levi ya no peleaba contra la misteriosa doncella…

—¿Eren?

Eren llevaba el cobertor de la tropa, con las distinguidas Alas de la Libertad. Levi no pudo verlo, al igual que a la joven, pero supo que Eren lloraba. Otro ataque lo despertó de su pequeña divagación.

—¡Eren! ¡¿Qué crees que haces?!

Pero el otro no respondió.
Tras unos cuantos choques, entraron nuevamente a la sombra; al salir, la joven era quién lo agredía.

—¡¿Qué mierda está…?!

La confusión nuevamente invadió al Capitán.
Entrando y saliendo de la penumbra. Peleando contra Eren, peleando contra una jovencita. Se dio cuenta de que ambos lloraban.

—¡Alto! —Levi quiso parar antes de que Eren volviera a desaparecer en las sombras—. No quiero que te vayas —dijo, casi en tono de súplica. Eren solamente siguió llorando, paró unos segundos, para después volver a atacarlo—. Eren…¡Maldita sea! ¡Para de una vez! —Pero después de dar un pequeño parpadeo, la joven había regresado para seguir hostigándolo con aquella espada—. ¿Qu…?  —Ni siquiera terminó de formular su “¿qué?”, cuando nuevamente era Eren el que sostenía la espada.

Levi sintió que la cordura lo había abandonado. Se desesperó, se sintió ofuscado. Soltó varios gruñidos mientras seguía peleando contra Eren, que cuando menos lo esperaba y sin que se diera cuenta, era remplazado por la jovencita.

 

 

Alucinando…

 

Alucinando…

 

 

“¡¿Estoy alucinando?!” pensó.

 

—¡¿No te cansas, verdad mocosa?! —Levi hubiera pensado que esta jovencita sería de gran ayuda para la tropa, pero ahora, estaba en contra de él…. Y se estaba exasperando por la situación.

No podía entender la furia con la que luchaba esa chica, la misma con la que luchaba Eren. Si fuera contra los titanes, lo comprendería pero, era en contra de él que ambos peleaban; su cuerpo, a diferencia de muchas ocasiones, estaba resintiendo los choques brutos de ambos contrincantes.
 Unos segundos bastaron, para que reconociera esos movimientos ¿Quién le enseñó eso? Nadie, NADIE, excepto él, podía lograr tales movimientos. Sintió un extraño temor, no temor por saber que podría morir, más bien, temor por saber que esa doncella…

—¿Qué… eres?

Antes de que su pregunta fuera contestada, cayó al suelo. No había sido perfecto el golpe, de hecho, la mayoría habían sido algo torpes, pero gracias a que se quedó parado y sin reaccionar, ella pudo atravesar la espada en el cuerpo.

 

 

Pensó que había muerto.

Pero, no.

 

Levantó la vista, para encontrarse en el mismo salón, y ver dos siluetas que le miraban impasibles, Eren estaba parado junto a la doncella, ahora sin su cobertor.
Levi miró su propio pecho, sin mancha, solo sintiendo cansancio. Se levantó tratando de comprender todo.

—¿Qué fue…?

—¿…todo eso?— Terminaron la oración las dos personas frente a él, a coro.

—No podía matarte —musitó la persona más baja, la joven moza—… no “podía” de poder. Pero sí “podía” de querer

Un gran silencio después de eso. Levi no supo qué contestar al respecto. Incluso una nube pasó ocultando parcialmente la Luna, dejando en penumbra la habitación, unos grillos cantaron; a lo lejos, un lobo aulló, y todo quedó en silencio.

—Eren —musitó Levi, sin saber realmente que hacer.

El castaño no dijo nada, solamente lo miró sonriéndole un poco, para luego mirar hacia un punto del agrietado piso. Levi miró a la joven que empezaba a mover su brazo; ella se quitó la capucha.
“Era de mi padre…”
Recordó las palabras de la joven, miró a Eren y luego a la moza, comprendió. Esos movimientos, esa capa… no podía ser coincidencia.
 En ese momento, dos pares de ojos verde-azulados se posaron en él. Sus expresiones no eran nada felices.

—Alpha —dijo Levi, con tono monocorde, regalándole una mirada nada cálida, la misma que le dirigía a los titanes.

Era ella, la princesa era idéntica a Eren, pero con las facciones más finas. Con un encanto en esos ojos que lo veían como retándolo. Levi miró hacia un lado por un momento ¿Qué debería suceder ahora?
 Era su hija…
¿Qué debía hacer?
Tanto tiempo…
Cuando regresó la vista, Eren ya no estaba; solamente Alpha, mirándolo confundida.

—¿Dónde está Eren? —Preguntó con voz recia y clara, miró fijo a la niña.

Ella se veía triste, cabizbaja. Levi volvió a mirar, y Alpha le devolvió la mirada, ahora estaba haciendo un puchichero, como Levi; su frente arrugada y los ojos penetrantes.

—¡Deja de mirarme así!

 Al hablarle, ella cambió y se mostró a punto de llorar, apretó su fina mano y pareció maldecir.

—¿Qué? ¿Acaso eres muda?  —Levi se estaba hastiando y se acercó a Alpha. Ella también se acercó y le volvió a ver con seño fruncido y apretando los dientes—. ¡Te estoy hablando, pequeña mocosa!

Levantó su brazo, haciendo un puño. Alpha hizo lo mismo. Levi, dispuesto a darle un golpe, tiró con fuerza su brazo y este se topó violentamente contra el gélido vidrio de un espejo. Alpha lo miró asustada, parecía no entender lo que acababa de ocurrir. Entonces, Levi, se dio cuenta de que era el mismo espejo del principio, el espejo en el cual se había visto demacrado y lastimero.

 

El capitán dio un salto, como cuando tienes un sueño profundo y tu cuerpo salta para traerte a la realidad. Cuando sientes que te caes. Se sentó y apretó su mano derecha en puño. Se había quedado dormido sobre la muralla ¿Qué rejodidos hacía ahí? Miró el cielo gris con un pequeño toque de naranja a punto de desaparecer.

“Era de mi padre…”, “¡No me ignorarás de nuevo!”.

Las frases resonaron por toda su mente. Recalcando con el marcador de la muerte y del pasado las palabras era  y de nuevo. Recordó que Eren y Alpha lloraban, peleaban contra él ¿Por qué?... 
Alpha no le había dado la cara, sino hasta el final, y que ninguno parecía escucharlo… y sobre todo, aquel espejo no lo estaba reflejando a él, su cuerpo… sino sus emociones.


—Tch —suspiró pesadamente—. ¿Por qué?  —Golpeó fuerte el suelo de la muralla—.  ¡¿Por qué diablos tenía que ser Alpha mi reflejo?!

 

Levantándose, decidido, saltó de la muralla… dejando tras él, la débil presencia del movimiento del viento.

Nadie sabía a dónde iría.

 

 

 

 

 

 

Rincón emo-kawaii, diciembre 2013


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