Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cuando decir "Te quiero" no es posible por Silence Tsepesh de Lenfet

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Un poco tarde, pero aqui esta. Ahora si, los capitulos seran semanales, los sabados.  Espero les guste

Mi primer encuentro con él me dejo una muy mala impresión, y no porque el fuera feo sino por lo cortante que fue. Al menos ahora ya no tengo que preocuparme por encontrármelo en la escuela o en otro lugar, yo al menos cumplí con disculparme y seguir mi vida como hasta ahora lo he hecho.


— pero que maleducado…— refunfuño cuando llego a casa. Ya, Jacey, tu tampoco fuiste muy amable que digamos. Quizá el piensa exactamente lo mismo de mi por haberme comportado así en el callejón.   Creo que estoy pensando mucho, y ni siquiera sé cómo se llama.


Lo que queda de la tarde la paso solo descansando, después de todo es viernes. Quizá deba salir a dar una vuelta por la noche… sí, creo que eso hare, últimamente no he salido mucho y siento que me hace falta una salida, pero no con personas que conozca. Así que cuando son casi las ocho treinta de la noche, utilizo mí as bajo la manga.


— Sean, quiero salir— hablo apenas escucho que se descuelga el teléfono al cuatro timbre.


— ¿otra vez? Jacey, estoy seguro de que eso no es una buena idea.


— Pero estoy aburrido, y ya pasó un tiempo desde que salí—  me quejo, haciendo pucheros en el teléfono, aunque sé que Sean no me ve— vamos— Sean es un amigo muy leal y uno de sus defectos, o virtudes como lo veas, es que si le ruegas no puede decir que no.


— sabes que no me gustan esos lugares.


— vamos, anda. Yo pago la primera ronda.


— Arg,  bien ¡Pero que sea la última vez!— y Sean cuelga, dejándome con una sonrisa de satisfacción.  A pesar de que ahora vivo por mi cuenta, soy consciente de que tengo muchos arranques de niño mimado, pero para ser honestos es difícil deshacerse de esos hábitos que adquirí desde que era un niño.


A las nueve en punto, estoy esperando afuera de un antro a Sean. Y le veo llegar, en un auto color plata y de vidrios polarizados. Sean es moreno, de cabello oscuro y ojos color marrón, también es alto pero solo un poco más alto que el promedio. Es muy despreocupado con  su vida, me gusta su forma de sea aunque me gustaría que fuera más responsable con el trabajo. 


— Llegas tarde. 


— tenia cosas que terminar… ¿Por qué quieres que siga viniendo aquí?— refunfuña, mirando con desdén la entrada del lugar.  El problema no es tanto el lugar, porque si es un bar a Sean le gustara, el problema es que de hecho es un bar gay. 


— porque tú sabes mejor que yo si me conviene alguien o no—  y no, no es Sean el que es gay. No me gusta hablar mucho de las circunstancias que me llevaron a descubrir que soy gay,  no creo que importe mucho. Los chicos me gustan y ya.


Y quizá ese sea mi problema.


— como si me hicieras caso de todos modos. ¿Qué paso la última vez?


— eso solo fue un error.


— y lloraste por tres días cuando te diste cuenta de que era casado.


— no me lo recuerdes, por lo que más quieras—  reniego, cruzándome de brazos. No soy una persona promiscua ni nada así, solo… ah, soy muy… quizá demasiado… enamoradizo o esa es la palabra que usa Sean.  Me enamoro con mucha facilidad, tanto que siento que soy el ejemplo  viviente del “Amor a primera vista” me basta a  veces solo una mirada y una corta charla para que alguien me guste. Para mi mala suerte, enamorarse tan rápido tiene muchas desventajas, como no conocer a la persona hasta que es muy tarde.  


— Si me hicieras caso mas seguido no pasaría. ¿Por qué no tienes amigos que vengan aquí en mi lugar? No estoy interesado en esto… ¿Porque hago esto?— se queja, siendo muy dramático. Yo solo me rio, avanzando para entrar.


— Porque eres un gran amigo.


— pensaran que soy gay también.


— No seas exagerado…— Sean no tiene para nada la pinta de alguien gay, pero bueno, muchos de los que vienen tampoco. Sean y yo solo nos quedamos en la barra, charlando y de vez en cuando yo hablo con alguien más y dejo botado a Sean.


— si me dejas otra vez no volveré a venir. Es incomodo tener que estas recibiendo esas miradas de otros hombres— dice, y puedo ver su cuerpo temblar. La música impide que volvamos hablar hasta que no pasamos la pista de baile y salimos al espacio de la barra.   


— no voy a dejarte, creo. No tengo ganas de salir con alguien ahora mismo.


— eso dices siempre y a la primera oportunidad sales corriendo detrás de alguien— se queja. Uh, bueno, a lo mejor he sido demasiado malo con Sean. Pero no puedo evitarlo, daré mi mejor esfuerzo para que eso no pase hoy.     


— no lo hare… oye ¿sabes qué pasa con él nuevo maestro de matemáticas?


— ¿eh?


— Bueno, me topé con él y creo… bueno, creo que no le agrado—  Sean bebe del trago que le acaban de servir, luego me mira con desconcierto.


— ¿Por qué dices eso?


— Bueno, creo…— es verdad, no le dije a nadie sobre el intento de robo que sufrí. ¿Será bueno decirle? Pues no me queda de otra, además, ya son aguas pasadas.  Me toma cerca de diez minutos explicarle a Sean todo lo que paso después de que salí de la fiesta.


— ah, ya veo. Debiste decirme inmediatamente eso, pero te equivocas.


— ¿En qué?— respondo, bebiendo también.


— bueno, él es así, tan serio y seco, no eres el único con el que se comporta así, e incluso escuche que es así en clase.


— ¿En serio?— respondo, que alivio. Y yo que pensaba que las cosas estaban acabadas con eso, y con esto me di cuenta de que aún le sigo dando vueltas a todo eso. Típico de mí.   


— Si, algunas de las maestras lo estaban comentando el otro día en la sala de maestros. El día que llego y le recibí también fue así, así que no eres tú, él solo es así.


— menos mal. No me gusta eso de tener problemas en el trabajo—  sonrió, alzando el vaso a modo de brindis hacia Sean— me tenía algo preocupado.


— eso no es muy propio de ti, Jacey.


— Yo me preocupo también por los demás— me quejo, empinando lo que queda en el vaso— aunque no siempre lo parezca.


— ya se. Pareces un mocoso malcriado, pero eres una buena persona en realidad—  ¿mocoso? Tengo veintiséis, no puede llamarme así.  Y ahora se burla, que amigo— quita esa cara.


— tengo veintiséis, no soy un mocoso.


— bueno, yo tengo treinta, para mi eres un mocoso— se jacta, haciéndole una seña al bar tender para que le sirva otro trago— y eso no lo vas poder cambiar.


— ¡Pero si solo son cuatro años! No es mucha diferencia.


— treinta es treinta y veintiséis es veintiséis— pff, pero que genio. Sonrió, negando. El lugar se está llenando, y no puedo evitar dar un vistazo de vez en cuando para ver si hay algo interesante por ahí. Es una pena que me haya prometido que no hare nada hoy.    


— treinta, y sigues soltero. ¿Quizá en realidad vienes porque te gusta esto y me lo estás ocultando? Es muy sospechoso— le dirijo una mirada perspicaz. También le sonrió burlescamente.


— ¡No! No te hagas esas ideas.


— Bueno, yo solo digo que es sospechoso— recalco, ocultando mi risa con el vaso.


— ¿y tú? ¿Cuándo elegirás a alguien que te vaya bien?— arg, gracias por recordarme que soy un asco con las relaciones sentimentales, corrección, que no se escoger a mis parejas, porque se tener una relación. 


— no sé, ya llegara.


— Umm— Sean entrecierra los ojos mientras me mira ¿Qué le pasa ahora? Parece que está pensando algo importante, y no sé si sea bueno que lo haga mientras me observa a mí.


— ¿Qué?


— ahora que lo mencionaste… Si fuera gay, harías buena pareja con Glenn— ¿de qué está hablando? ¿Quién es Glenn y porque hago buena pareja con él?


— ¿Quién?


— el nuevo maestro, es su nombre, Glenn. Oh, incluso te salvo, mira que coincidencia—  dice, sonriendo con emoción con su nuevo descubrimiento. ¿Yo, con él? no creo que sea mi tipo, pero bueno, en realidad, no tengo un tipo específico.


— no hubo ese chispazo— respondo, sentándome mejor en el banco— y ni siquiera me pareció guapo.


— eso fue porque estabas nervioso con ese lio del robo. Pero no me hagas caso,  yo solo estaba haciendo invenciones  con eso.


— Bien—  igual no tomo muy en serio a Sean.  El lugar está muy tranquilo para ser viernes y cuando son casi las doce, Sean y yo decidimos terminar la salida. Sean se ve muy contento para una de estas salidas, y creo que es porque hoy si me quede todo el rato con él y nadie se acerco para pedirle su número o una cita. 


— ¿De qué te ríes?


— De que hoy nadie te pido salir— respondo, y suelto una risa más fuerte. Sean frunce el ceño, mirándome con molestia, y sus mejillas se ponen algo rojas.


— La última vez me pidieron algo más que salir—  ¿De verdad? Oh, dios ¿Cómo no voy a reír con eso?  Comienzo a reír hasta que me duele el estómago de la risa. Sean no dice nada, aun avergonzado por reconocer eso.


— lo siento, pero…— logro decir a pesar de la risa.


— no es gracioso. Bueno, quizá para ti.


 — tienes una suerte increíble atrayendo a otros chicos. Te envidio, ojala eso me pasara a mi.  


— Pues con gusto te la daría si supiera…— Sean comienza a reír. Yo sigo riendo, más fuerte. Ah, mis costillas, no respiro, casi no respiro.  Vamos tambaleándonos de la risa hasta su auto, a mí me da todavía más risa pensar que parecemos ebrios y no lo estamos, o bueno a lo mejor un poco ebrios nada más. Ah, tengo que dejar de reír o tendremos problemas para manejar. Ya, ya basta de reír. Respirar profundo, una vez, otra…  mucho mejor. 


— Vamos, o tendremos problemas si alguien nos ve actuando así— Sean asiente, aun sin poder hablar de la risa. Le veo respirar y reír un poco antes de ponerse el cinturón.


— Ya.  Pero en serio, si un chico me vuelve a decir que quiere algo conmigo, terminare volviéndome loco.


— no es para tanto— ¿o acaso comienza a gustarte? Le quiero añadir, pero como Sean me lleva a casa en su auto no quiero que deje de hacerlo después de lo que paso la última vez que anduve a solas en la noche.  Para cuando me deja en mi casa,  ya hemos logrado controlar por completo la risa, pero dios, que sueño…— gracias por traerme— agradezco bajándome sin muchas ganas de seguir con alguna conversación.


— Hasta el lunes— al parecer Sean tampoco tiene muchos ánimos para seguir hablando. Tenemos una semana algo ajetreada, con eso de levantarse temprano y lidiar con un grupo de niños, a veces el viernes la energía se acaba rápido.    


El fin de semana pasa muy rápido, y de pronto ya es lunes. Los lunes son algo pesados para trabajar, pero intento que no sean muy desagradables.  Los ánimos están muy apagados, incluso yo estoy desganado, y en cuanto se da el timbre del recreo, me dirijo a la sala de profesores para servirme una taza de café cargado.   ¿Pero qué…?


—  ammm, ¿Por qué no hay nadie?—  pregunto, a nadie en particular porque no hay nadie más en la sala.


— los de sexto grado tuvieron excursión, y los alumnos de secundaria fueron a apoyar en el concurso de ciencias.


— ¡Aah!—   se me escapa un grito cuando escucho que me responden— dios, que susto— murmuro, llevándome una mano al pecho. Sentado en una silla, casi al fondo de la sala y junto a un archivero algo viejo, Glenn, el nuevo maestro, me observa sin inmutarse.    


—  ¿no lo sabias?


— no, doy segundo año. Si alguien lo menciono no preste atención. Pero ahora que lo mencionas, si hay menos alumnos hoy—  Comento, dando una mirada hacia afuera. Algunas profesoras charlan fuera de un salón de tercer grado, ¿Por qué no hay nadie aquí? Ya no sé qué decir, y es incómodo estar a solas con él— eehh ¿Por qué no asististe tú?


— Doy matemáticas, el concurso era de ciencias— dice, bajando la vista al periódico que tiene en las rodillas.


— ah, si… que tonto.


— ¿Por qué? Solo fue una pregunta—  dios, que difícil es hablar con esta persona. ¿En serio Sean piensa que haría buena pareja con él? bueno... admito que es atractivo, me gustan sus ojos rasgados, quizá si se dejara crecer un poco el cabello luciría más atractivo.


— ¿te gusta enseñar? Porque a mí me gusta mucho.  Aún no he dado clases en todos los grados, pero los alumnos de primero y segundo grado me gustan mucho, me gusta saber que puedo enseñarles las cosas que deben saber por el resto de sus vidas. Debe ser difícil enseñar en secundaria…oh— ¿Qué estoy haciendo? solo hablo mucho cuando estoy nervioso.


— un poco. Muchos estudiantes no entienden los ejercicios— su respuesta es tan seca como su tono, pero al menos no se dio cuenta de que me puse nervioso.


— S-supongo.


— Glenn Harris.


— ¿Qué?


— mi nombre.


— ah… mucho gusto— le digo, caminando hasta él y extendiendo mi mano y sonriéndole. Él levanta la vista del periódico y me da una larga mirada antes de estrechar mi mano— soy…


— Jacey, me lo dijiste ayer— me dice, igual de serio. Ahora que lo observo mejor, parece que realmente es solo una persona muy seria y no tiene problemas con los demás, o conmigo, como pensaba hasta el viernes.  Arrastro una de las sillas hasta que queda delante de él y me siento para conversar.


— ah, sí.


— La comida de ese lugar tenía buen sabor.


— ¿a que si? Me encanta. Siempre voy ahí, mi casa queda algo lejos así que no tengo para hacer de comer. Llegue ahí de casualidad cuando buscaba una tienda de ropa, desde entonces compro ahí lo que voy a comer— hablo rápido, riendo de vez en cuando. Quizá más de lo que la conversación requiere.


— ¿También iras hoy?


— si, ¿Quieres ir? Podría decirte que comida es la más buena, he probado casi todo lo que sirven ahí ¿hay algo que no te guste?


— me da lo mismo.


— oh, bueno ¿entonces qué dices?— pregunto, inclinándome hacia delante.


— si quieres— el timbre suena en ese momento, y yo me levanto, sonriendo.


— bien, ¿te parece si nos vemos en la entrada de la escuela y de ahí vamos para allá? ¿Sales muy tarde hoy?


— a la una treinta.


— bien, entonces te espero en la entrada— le digo, sin dejar de sonreír y saliendo de la sala. Él no parece tener intención de salir aun, quizá aún no tiene clase.    Bien, el lunes mejoro un poco. A la una con treinta y tres minutos, Glenn llega a la puerta, donde tengo como una media hora esperando.  La escuela está casi vacía, pero como no es mi responsabilidad cerrarla, solo salgo, guiando a Glenn hasta  el local— ¿has comido ahí antes?


— no.


— bueno, entonces deberías probar la tarta de manzana… aunque es más un postre. Pero es muy deliciosa. Ammm… preparan buenas hamburguesas, pero no me gusta mucho la comida rápida.  Prueba entonces el pastel de carne… no, los macarrones con queso…


—…— ¿eh? ¿Por qué mi teléfono suena en este momento?


— ah, disculpa…— murmuro, sacando mi teléfono— ¿sí?


 — ¡Jacey!— mi nombre pronunciado con desesperación y alargando mucho la “y” final, hace que reconozca a quien llama.


— ¿qué paso?


— tengo problemas con el sistema para registrar los reportes mensuales… Jacey, no sé qué hacer— suspiro, dándole una mirada a Glenn. Sean ha sido demasiado amable conmigo como para dejarlo abandonado ahora, por más tendedora que sea la idea.


— ¿estás en la escuela?


— si.


— Voy para allá— cuelgo, suspirando— oye, lo siento me ha surgido algo  y tengo que irme…


— bien.


— de verdad lo siento mucho…


— no importa. Hasta mañana.


— Si…— murmuro decepcionado al ver que sigue caminando. Es bastante raro, pero parece que es buena persona.  Regresar a la escuela me toma como cinco minutos,  y encontrar a Sean con un montón de expedientes y la computadora encendida solo tres minutos.


— ¡Jacey!


— ya, ya.  Vamos a ver que desastre has hecho— murmuro, apartándolo. No soy un experto en las computadoras pero se lo básico para poder hacer esto— ya está, te ayudare, díctame. 


— gracias, no sabes de la me salvas— suspiro otra vez. Que fastidio, ¿Por qué tiene que dejar todo para último momento?  Ahora mismo podría estar con Glenn, eligiendo algo para llevar. En cambio, aquí estoy, metido en el aula de cómputo haciendo algo que no es mi responsabilidad.  Todo sea porque Sean me siga acompañando a bares gay.


Al otro día, de nuevo en la sala de profesores, que ahora está más llena, es Glenn quien se acerca, sentándose frente al sofá donde yo estoy bebiendo café.  Yo no digo nada, y el tampoco, al menos por unos momentos.


— el pastel de carne estaba bueno. También la tarta de manzana.


— ¿Verdad que si?— sonrió, dejando a un lado los preparativos para la clase— los sándwiches que hacen son riquísimos también, aunque como soy alérgico al tomate, no he probado todos aun.


—los probare.


— no te olvides de los macarrones con queso. ¿Sales muy tarde hoy?


— a las dos cuarenta y cinco— oh, es muy tarde. Lástima.


— Bueno, no te olvides de probarlos— le digo, levantándome porque ya sonó el timbre para los alumnos de primaria.  Bueno, al menos sé que la comida le gusto y ya es algo de lo que puedo hablar con él. 


— ¿Qué fue todo eso?— escucho apenas salgo de la sala. Me giro, encontrándome a Sean mirándome con incredulidad.


—  ¿Qué?— pregunto, ¿Qué pasa? ¿Alguien dijo algo? ¿Me ensucie o algo así?   


— lo que dije de…— tengo que leer sus labios, porque no ha dicho nada. Perfectamente pude leer “Glenn”— era solo una broma— murmura, tomándome del brazo— no tienes que…


— ¿de qué me estás hablando?


— siempre haces lo mismo, te conozco. Estas coqueteando con él-


— yo no…— me callo, dándome cuenta de que estoy a punto de mentir. Oh… vaya. Miro a Sean, sintiendo un escalofrió. Si él lo dice, de seguro es que lo estoy haciendo.  Me gusta Glenn, amor a primera vista, como siempre.


— mierda, Jacey…— le sonrió, soltándome de su agarre. Está bien, estoy bien con eso, siempre me pasa así y ¿quién sabe? Tal vez esta vez sí tenga suerte. 

Notas finales:

 Quiza las cosas no sean tan lentas como pense, XD. A saber en que situaciones se metera Jacey antes de entender.

Hasta el proximo sabado


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).