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Mi regalo perfecto… por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Hola mis lin@s lector@s, ando de nuevo por acá para traerles mi nuevo escrito en honor al cumpleaños de nuestro amado rubio Shaka de Virgo, es verdad que es hasta este próximo lunes pero me adelante por ciertas cuestiones que les dejare en el cuadrito debajo de este.

De antemano. Les agradezco por leer esta humilde historia.

Notas del capitulo:

Como saben bellezas, El universo de Saint Seiya y todos sus personajes no son de mi propiedad, sino que son toditos del genio Kurumada-sensei. Yo solo los utilizo para darle vida a esta historia y no gano ningún lucro por escribir sobre ellos, más el de hacerles pasar un rato ameno con mis ocurrencias que espero les guste.

Por cierto, anuncio que este fic está participando en el reto hecho por la página ShakaxMu *amor y yaoi* en Facebook “Un regalo para Shaka” por lo que, este one–shot este escrito especialmente para este motivo.

     

 

 

 

      “Quien dijera que el simple acto de vivir era sencillo… quizás era solo por una opinión banal sin sentido, y que claramente no conocía más que el despertar por las mañanas, y el dormir por las noches.“

 

      Andaba ambulante entre las sombras que proyectaban los múltiples arboles de aquel bosque mágico y solitario, más que acompañado aunque sea por el cantar de los pájaros y el soplido del viento sobre las flores marchitas de las que él tomaba la vida.

 

      Y la muerte iba serena, cumpliendo esa condena de la que no escaparía jamás. Para muchos, era una figura siniestra y esquelética, oscura y horrenda; pero la verdad era que más que muerte, esta parecía la vida misma: con el cabello largo de un rubio casi dorado, blanca piel y ojos azules como el cielo infinito, y una belleza que al igual que su origen no era de este mundo… la muerte, muchas veces se negaba quien era y simplemente se autonombraba como Shaka. Sencillo ¿No es así? Pues así era ella… o más bien él, porque era un hombre, uno hermoso pero dañino sin querer serlo.

 

      Pero como toda criatura infernal, terrenal y celestial. Tenía su natalicio, justamente ese día brillante de sol amable que calentaba a los seres inocentes y a los podridos de espíritu… Shaka iba por los caminos hechos por la naturaleza, sabía que a unas cuantas criaturas les tocaba partir justo el día en el que él nació, y como debía cumplir con esa labor, la haría aunque  a veces le dolía. Bastaba con una leve caricia sobre aquellas vidas para que descansaran en la oscuridad de su propio manto… dormían.

 

      Un conejo gris fue su primera víctima, el animal le miró imperturbable, sabía lo que venía y no escapó de su destino marchito. Shaka acarició con gentileza el pelaje y los grandes ojos marrones del animalillo perdieron su brillo en la eternidad de un descanso escrito en el cielo. Sonrió el rubio recolector con melancolía, la criatura no sufriría más y al menos eso le complacía, tras esta vida robada o más bien devuelta al prestamista. Siguió su andanza el de ojos azules por las veredas verdes de ese paraíso escondido, un lobo herido era el siguiente en su lista y así lo hizo… una caricia en la cabeza, un último gesto de nobleza para la bestia de ojos verdes y durmió para siempre.

 

      Shaka avanzaba conforme recolectaba las experiencias de la vida de los seres que no hablan, era justo que ellos también descansaran, nadie dijo que tenían que morir de modo cruel. Era su regalo, que se fueran contentos hacia el sol eterno.

 

      Y sus pasos calmos seguían recorriendo el bosque mientras su mente penaba en las posibilidades de si hubiera o si fuera… a veces pensaba, que le gustaría ser un humano, o mejor aún; uno de esos animalillos que vivían tranquilos en las praderas y senderos hasta que él llegaba por ellos. Dejar de dar dolor a los mortales y a las criaturas soledad, pero era su trabajo, no podía dejarlo como si fuera una ola del mar que se pierde entre otras cuando ya le ha robado un beso a la arena.

 

      Era su cumpleaños; como escuchaba decir a las personas, recordaba haber tocado a muchos el propio día en que llegaron al mundo a sufrir o a gozar, daba igual. Shaka se los llevó en pleno festejo y no le importó.

 

      Pero… algo le causaba una pena aguda dentro de su ser, de siglo en siglo de existencia, de siempre llegar a ese día actual y sabiendo bien que ese día él lloró por primera vez al ver la luz… solo quería algo, siempre los condenados a morir en la mayoría de las veces estaban acompañados, e incluso abrazados o tomados de las manos. El tacto con otros era algo que Shaka, la muerte misma no podía disfrutar, su tacto arrancaba el alma del cuerpo y si él quisiera acariciar, sabía que lloraría por matar sin desear hacerlo.

 

      No podía abrazar ni ser abrazado, y es por esto que odiaba su natalicio, de que valía recordarlo si nadie puede regalarle una caricia sin abandonar la vida en sus manos. Shaka no quería una vida a cambio de un presente, solo ansiaba un toque suave y tibio, un beso que lo hiciera sentir vivo. Más no existía ser que pudiera darle lo pedido sin abandonarle para siempre.

 

      Un amigo, eso le pedía a la luna cuando el sol se escondía, la esfera de plata le daba la espalda sin respuesta ni aliento para darle y calmar su soledad triste. Se dijo a si mismo mientras andaba por los abismos, que trataría de olvidar su dolor y aliviaría el de los que sufrían y siguió…

 

      Una criatura nueva apareció frente a él, un joven carnero que le miraba interesado desde en medio de los árboles, los ojos azules de Shaka miraron con admiración al ser de blanco y pulcro manto. Trato de acercarse pero el animal dio la vuelta y empezó a caminar hacia al frente. Shaka parpadeó un par de veces al ver la calma con la que el carnero se iba alejando, quizás no era la hora de morir del ser, o quizás este no sabía que iba a cerrar sus ojos.  Sin pensárselo mucho, Shaka siguió los pasos de las cuatro patas que parecían caminar con elegancia, como esperándolo.

 

      Ambos caminaron un buen tiempo hasta que finalmente, un paraje maravilloso e iluminado se mostró ante ellos con las más grata frescura. La muerte observó que el carnero se acercaba a un pequeño grupo de los de su especie y se echaba junto con ellos. Shaka se quedó oculto en la parte de los arbustos florales, por donde habían entrado al paraje. El carnero, alzó la cabeza de sus patas delanteras y le miró casi con interrogación, el rubio se sobresaltó por tal mirada dando un paso hacia atrás donde sin querer colocó una de sus manos sobre una de las flores, esta se marchito enseguida y al darse cuenta de lo que hizo, Shaka alejó su mano de la muerta flor como si en lugar de estas seca y rota, estuviera en llamas.

 

      Miró con sus pípilas celestinas sus manos y los deseos de llorar como un recién nacido lo embargaron. Se sentía angustiado. Desearía tanto tocar las flores y oler su perfume sin el miedo de que se sequen irrevocablemente, acariciar el pelaje de los animales sin verlos caer sobre su peso en el suelo para terminar alimentándolo, pero era imposible, él era la muerte, y de tal modo sus esperanzas morían en sus ojos.

 

      El tiempo pasaba desde que había decidido seguir a ese pequeño carnero, tanto así, que incluso le llegó a parecer lindo. El animal seguía creciendo, pasaban horas, días, semanas, meses y finalmente años y aquel pequeño que le miró con interés ya se había convertido en un carnero respetable y fuerte. Shaka lo seguía a todos lados y al de blanco manto no parecía molestarle tener un acompañante. Recorrían juntos el bosque, descansaban admirando la magnificencia de la creación y se contaban cosas solo con una mirada profunda.

 

      Más nunca se tocaban…

 

      Shaka nunca podía acariciar aquella piel blanquecina, tenía miedo de perder al único amigo que había tenido y que lo había aceptado aun sabiendo que era la muerte y podía condenarlo al fallecimiento. Sabía que el carnero le conocía, no quería fallarle.

 

      Habían pasado cinco años desde que se encontraron, y ese día Shaka lo conocía, pues fue ese mismo día hace cinco años que sus caminos se volvieron uno y cambiaron la vida de la muerte para bien… era 19 de septiembre, su cumpleaños.

 

      Miraba al carnero correr junto con su grupo, él lo seguía de cerca pero algo cambio, su amigo de blanco manto ya no tenía la vitalidad de antes, estaba cansado y se movía más lento y con más trabajo; hasta que ya no pudo alcanzar a sus amigos. Los demás carneros se detuvieron y le miraron como si lo animaran a seguir, pero el pobre animal ya no podía más. Shaka miraba aquello sabiendo lo que ocurriría después, no quería aceptarlo, ese carnero había sido su amigo tanto tiempo, no quería perderlo.

 

      Los demás se marcharon sabiendo que no podían hacer nada por su compañero. Cuando estuvieron solos, Shaka se acercó a su amigo, se hincó ante él e hizo un ademan de querer tocarlo, pero al recordar que lo mataría, alejó su mano rápidamente con el dolor amenazando con salir de sus ojos. El carnero se acercó pausadamente hasta el rubio, buscando el tacto de su mano fría. Shaka se negaba a aceptar aquello pero el animal insistió hasta que lo consiguió…

 

      Su frente estaba debajo de la palma de Shaka, al sentir el tacto, el carnero cerró los ojos mientras que los de la muerte lloraban una tormenta. El portador de aquel blanco y brillante velo, se dejó caer suavemente sobre el verde pasto como si durmiera, como tantas otras veces Shaka lo había visto hacerlo.

 

      Era 19 de septiembre y había perdido a su única compañía… ese día lo encontró, y fue ese mismo día que se lo llevó. Se levantó entonces el hermoso rubio del suelo donde se quedaba aquel ser que le recordó que había cosas buenas, dio media vuelta y comenzó los pasos que había dejado interrumpidos hace cinco años.

 

      Pero al parecer, algo o alguien habían visto que la muerte también puede ser feliz. Shaka no vio que le cuerpo del carnero muerto empezó a brillar de un modo escandaloso y bello, ese cuerpo se fue deteriorando hasta convertirse en pétalos de rosa con los que el viento jugaba. La muerte volteó hacia atrás al sentir la brisa y oler aquel exquisito perfume que llegó de la nada.

 

      Sus ojos se abrieron, brillantes y sorprendidos por lo que estaban presenciando, el cuerpo de la criatura ya no estaba y en su lugar, millones de pétalos formaban una figura    humana, similar a la suya. Hasta que todos los pétalos desaparecieron para dar paso a una persona que le sonreía con cariño. Shaka se quedó atónito al ver que se trataba de un hombre, el más bello que hubiera visto alguna vez en todos sus siglos de existencia: de blanca piel, largo cabello lila que llevaba suelto,  hermosos ojos verdes como las esmeraldas más brillantes y ropajes blancos y luminosos. El joven y bello hombre caminó hacia él y por la impresión Shaka caminó unos pasos hacia atrás.

 

      El muchacho sonrió, negó y habló con su delicada voz:

 

      – No tengas miedo Muerte ¿Acaso no me reconoces?

 

      Shaka no sabía que pensar o que decir, solo una pregunta logró abandonar sus labios:

 

      – Tú… ¿Eres el carnero con el que estuve estos últimos años?

 

      El de cabellera lila sonrió feliz y asintió.

 

      – Así es, me alegra que no me hayas olvidado, después de todo solo han pasado diez minutos.

 

      – ¿Pero cómo es que tú…?

 

      – Yo sabía que eras la muerte, pudiste haberme matado desde que nos vimos por primera vez pero no lo hiciste… gracias.

 

      El de ojos verdes caminó en dirección a Shaka ¿Su intención? Abrazar a quien no lo lastimó aun pudiendo hacerlo. Pero Shaka sabiendo lo que ocurriría si el otro lo tocaba, se alejó tratando de evitar el tacto.

 

      – ¿Qué pasa? Creí que me querías.

 

      – Porque te quiero no quiero que me toques, si lo haces morirás y no quiero perderte de nuevo.

 

      Al carnero le pareció algo muy dulce que Shaka tratara de protegerlo, sabía que el rubio pagaría el precio al no tocarle con tal de que no muriera.

 

      – No seas tonto.

 

      El peli lila abrazó al rubio, enrollando sus brazos sobre la nuca del más alto y sin esperar nada más, buscó los labios del recolector de almas besándolo dulcemente. Inundándolo de un calor desconocido pero sumamente placentero. Shaka esperaba lo peor pero el agarre del otro era más fuerte que nunca, por ello, la muerte respondió al beso y amarró la cintura contraria con sus brazos. Cuando se separaron, Shaka miró fijamente a los ojos verdes del otro encontrándolos llenos de vida, más que sorprendido, quiso buscar respuestas, ese sin duda no era un humano normal.

 

      – ¿Quién eres tú?

 

      – Yo soy la vida, pero puedes llamarme simplemente Mu.

 

      Era Vida ¡Ese bello joven era Vida! Con razón había resurgido de esa manera, con razón podía tocarlo y besarlo sin que su vida se extinguiera, porque él era eso, la vida que le faltaba a su muerte y hoy se sentía tan vivo como la vida.

 

      – Mu… puedes llamarme Shaka.

 

      – Un placer Shaka. Si no te molesta, pasare a tu lado por toda la eternidad.

 

      – Es lo que más deseo, eres mi regalo perfecto…

 

      – Es verdad, hoy es tu natalicio… y mi regalo para ti será la eterna felicidad porque ya no estarás solo nunca más.

 

      – ¿Nunca te iras?

 

      – Nunca, porque te amo.

 

      – Y yo a ti, Mu, eres mi vida.

 

      – Y tú la mía… feliz cumpleaños Shaka.

 

      Ambos volvieron a besarse con la promesa de que pase lo que pase siempre se amarían. Y la vida y la muerte siguen enamorados. La vida le da innumerables regalos a la muerte, y la muerte los atesora hasta el final de los tiempos.

 

      “El regalo perfecto fue la compañía, el regalo del calor de tu cuerpo el que me hizo sentir vivo y el poder tocarte y que sigas a mi lado, es y será por los siglos de los siglos. Mi regalo perfecto… “

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

La verdad me dio como un poco de tristeza cuando lo estaba escribiendo, en especial porque estaba escuchando música instrumental para inspirarme más. Bien esto ha sido todo de mi parte se les agradece el tiempo que dedicaron a esta historia, esperando como siempre de corazón que les haya gustado y si no pues ya saben que con un review me pueden hacer llegar sus opiniones que para mí son importantes.

De nuevo gracias y me despido, nos leemos en otro fic o actualización, lo que suceda primero.

Sigan bellos.


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