REUNION
Su mirada camina por los blancos pasillos, su manos se cerraban en puño en su bata celeste, a cada paso que daba sentía que su mundo se venía abajo, tenía miedo a lo desconocido, iba a girarse para salir corriendo era un tonto, algo que no tenia cura, era mejor rendirse antes de luchar.
Se detuvo al verse en un espejo, sus dedos tembloroso tocaron su reflejo, sintiéndose asqueado de lo que miraba, era esa la razón de porque estaba ahí, y sentía un nudo formarse en su garganta; quería llorar, gritar, acabar con su miserable vida.
—Vamos, no te quedes aquí, no te observes, debes seguir —susurro viéndose en el espejo pero sus pies no querían obedecerlo, desesperado empezó a registrarse la ropa en busca de su droga, lo único que era capaz de tranquilizarlo pero se dio un golpe a la pared a recordar que solo poseía un bata en su cuerpo, sin nada que hacer su mirada recorrió su cuerpo, sintiendo nuevamente la sensación de asco, de un rápido movimiento cubrió su boca con una de sus manos, para sentir que en cualquier momento expulsaría lo que tenía en el estomago, se levanto para correr a un baño, conociendo el lugar no le fue difícil encontrar uno.
¿Qué estaba haciendo?
¿Era lo correcto?
¿Por qué estaba ahí?
¿Acaso había diferencia si estaba o no ahí?
Cuestionarse a sí mismo, le provocaba un dolor de cabeza, cerró los ojos para dejar que el agua fría refrescara sus pensamientos, sus manos tomaban un poco de agua para tirárselo al rostro a la cabeza, no quería verse en el espejo porque sabía que temía verse, ver su reflejo de lo que es y no era.
—no quiero entrar ahí, por favor no quiero —
—Es por tu bien, no quiero que te pase nada malo, no ves que si te pasa algo. Yo me muero —
— ¿Pero y si no me recupero? ¿Estarás cuando salga de rehabilitación?—
—Lo importante es que ya diste un paso para tu recuperación y no solo yo te estaré esperando todos lo que nos importa tu salud, estaremos esperándote —
—Tengo miedo —
—No lo tengas, recuerda que te estoy esperando—
De un solo movimiento abrió sus ojos cuando recordó las palabras de él. De esa persona que lo observo cuando él solo intento esconderse, pasar de desapercibido, de esconder su problema para no preocupar a los demás. El que fue el único que miro atreves de su máscara. Por un momento aprecio su reflejo nuevamente se mordió los labios resecos para tomar aire como valor.
Se acomodo mejor la bata, como arreglar su rebelde cabello negro, se encamino a su destino, su mirada observaba todo, como a la vez nada, anhela salir corriendo de ese lugar, pero cuando dudaba y deseaba tirar la toalla recordaba las palabras de él, como varias personas que lo estaban ayudando pero, si era sincero el tuvo la culpa de que estuviera ahí confinado, que no saliera al mundo exterior, que si hubiera hecho caso a los pasos del médico, su encuentro con ella. Soltó un suspiro resignado sintiendo como las yemas de sus dedos acariciaban las vendas que adornaban sus muñecas.
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—Bienvenido al grupo Shun. Soy Ángela pasa, vamos únete con los demás —hablo una mujer con bata blanca, se acomodo sus lentes viendo como su paciente entraba con los ojos hinchados como cansados, su piel estaba demasiado pálido, pero sobretodo a distancia se notaba la pérdida de peso. El joven solo asintió para esconder sus muñecas cosa inútil, porque ella sabía porque tenía esas vendas en ese lugar.
Shun solo asintió para buscar un asiento, viendo a todas los pacientes sentados en sus respectivos asientos, formando un circulo y en medio estaba la doctora que solo leo unos papeles para sonreírle y el solo bajo la mirada, se sentía tan expuesto, tan vulnerable y una parte de su cabeza le gritaba que estaba bien, que debía huir pero estaba tan cansado que solo se acomodo mejor en su lugar viendo a los demás.
—Bueno chicos, veo que estamos todos reunidos, empezaremos con su reunión —hablo Ángela, para levantarse y con sus manos hacia algunos gestos, Shun solo observaba sintiéndose tan extraño estar ahí.
—No será mejor dicho, nuestro purgatorio, o mejor nuestro tratamiento para locos, inútiles como lo somos todos aquí —rugió un joven, mordiéndose las uñas, como sudar frio, su mirada buscaba algo pero que no encontraba en el lugar. Algunos solo bajaron la mirada al suelo, Shun solo deseaba salir de ahí, pero entendía al joven, él pensaba igual. Era un experimento para ver cuán loco estaba.
—No, Carlos estoy no es un experimento, para ver cuán loco están, o mucho menos para juzgarlos como muchos piensan, estamos aquí reunidos porque todos ustedes necesitan ayuda, que entiendan que tienen un problema —hablo con compresión Ángela, viendo que el joven solo se removió en su lugar, dejando a la vista su delgadez, al punto que sus costillas se notaban, al sentir observado solo se abrazo a sí mismo, como si de esa manera pudiera ocultarse de la mirada de los demás.
Shun miraba a la nada, pero al escuchar las palabras de su doctora, fueron como un latigazo a su conciencia, porque sabía que tenía un problema, ahora se daba cuenta pero era tan difícil reprogramar tu mente, cuando tú mismo, empleaste una rutina nada sana para “Bajar” peso de una manera rápida, lástima que nadie le dijo que si seguía en ese camino, estaba atentando contra su propia salud, contra su propia vida.
—Se que tienen miedo, que piensan que no pueden cambiar, pero les digo lo pueden hacer, que no tienen nada malo, pero los métodos que utilizaron para bajar de peso, solo lograron que pusieran en peligro su vida. Todos tienen un trastorno alimenticio que con la medicación como tratamiento pueden recuperarse. La Bulimia, Anorexia son trastornos alimenticios, no son nada fuera de este mundo y como ustedes hay mas jóvenes que lo sufren pero, ustedes decidieron dar un paso al cambio y eso es lo importante —indico la doctora sacando el historia medico de cada joven.
Los pacientes solo se observaron, sintiendo por primera vez en la vida que no estaban solos, que habían mas como ellos que por tener la meta de bajar de peso de una manera rápida, de eliminar esos kilitos de “más” se convirtió en una carrera contra la muerte, muchos de ellos no solo tenían el trastorno alimenticio, algunos habían caído en la depresión, en la baja autoestima decidiendo acabar con su vida. Uno de los casos era Shun. Él en un punto decidió cortarse las venas, la razón cada vez que miraba su reflejo en el espejo, miraba a una ballena, a un hombre tan gordo, que por más que hacía para bajar de peso, no lo lograba.
—Ya que todos sabemos a que venimos, y que no es nada malo. Deseo conocer sus historias, no tenga miedo de ser juzgados, aquí nadie lo hará, sino que somos un grupo con deseos de cambiar, de recuperarnos —indico la médica, mostrando una sonrisa, haciendo que algunos de ellos bajaran la guardia y decidieran confiar en ella.
Shun escuchaba cada testimonio, algunos de los casos la presión social había hecho que muchos de los miembros del grupo caerán en la anorexia, uno de ellos, su amigo había fallecido por culpa de la anorexia, del deseo enfermizo de verse perfecto. Cuando llego su turno, solo suspiro y sintió la mirada de todo el grupo. La doctora leo, el historial del joven.
Paciente: Shun Izuki
Edad: 16 años
Diagnostico: Bulimia, depresión, baja autoestima
Observaciones: el paciente presenta un cuadro depresivo, atentó contra su vida; por un intento de cortarse las venas de las muñecas. Debe estar en constante observación.
Tratamiento: Antidepresivos, Ingresara a un grupo de apoyo de trastornos alimenticios.
—Shun te toca, contarnos tu historia —
—Bueno me llamo Shun Izuki y son bulímico como un loco suicida —hablo nervioso Izuki, señalando sus muñecas donde las venas cubrían su herida —Caí en esta enfermedad por…
CONTINUARA…