Capítulo I : Camuflaje
El es un camuflaje
No le importa na'
Obtiene lo que quiere
Siendo el más bello (That's right)
El es un camuflaje
Usa su disfraz
Pa' esconder lo que en verdad
No conocen de él
El es un camuflaje
No le importa na'
Obtiene lo que quiere
Siendo el más bella (Camuflash)
https://www.youtube.com/watch?v=y9HJMfKoWJ8
Otro día, trabajo y más trabajo. Necesitaba ahorrar, me di un vistazo rápido en el espejo antes de entrar en recepción; cabellos negros y mis cautivantes, porque eso lo sabía de sobra, mis ojos azules cálidos. Estaba representable.
Y sentí esa mirada sobre mí de interés, además de sentir que esa persona tenia lo que yo simplemente necesitaba; dinero.
-Buenos días ¿Cómo estas Takao?- Le mire para sonreírle.
-Buenos días, Midorima-san. Estoy bien ¿y usted?- Pregunte con toda la picardía que podía reunir un lunes en la mañana mientras maldecía por dentro anhelando mi cama y una buena sesión de internet ociosa.
Imayoshi, ese era el hombre que estaba frente a mí. Era el hijo del dueño de la cadena de hoteles “Midorima”. Tenía lentes, piel blanca junto con unos pequeños ojos que parecían afilados a los de su alrededor además de tener una cabellera corta castaña pero bastante oscura.
Había llegado hacia unos tres meses al hotel ya que las oficinas quedaban en un piso. Había notado su interés en mí y yo no le estaba pidiendo un anillo y la maldita boda, solo quería llegar espontáneamente a una asociación con él, sí el estaba dispuesto a proponerme algo yo podría acceder a ser su amante mientras que me diera dinero y así disminuiría horas de trabajo y más descanso para mi ¡Eureka!
Pero planes, solo planes en el aire, y allí llegaba un cliente a registrarse, suspire profundamente mirando el monitor y tragándome mi cara de aburrido.
Había tenido mi turno de noche, en mi celular marcaban las once así que ya estaba listo para ir a casa, una vez cambiado de uniforme sali de allí casi corriendo, quería ver un juego de básquet bastante bueno que estaban pasando por la Tv. Al llegar al frente de la calle a tomar el transporte para empleados sentí un agarre.
-Oh, buenas noches señor Midorima-
El hizo notar respeto al chofer.
-Buenas, se puede ir porque Takao tendrá horas extras je- Rió, y aunque yo sonreí pues no era como que me gustaba el tipo.
-Buenas, Midorima-san ¿Qué…?- Ni termine la oración ya que un auto blanco bastante lujoso estaba frente a nosotros y el solo me abrió la puerta para sonreír.
Ay, no. Suspire internamente. Era mi hora para brillar cual mujerzuela.
Llegamos a un hotel y me dio una tarjeta, yo no capte tan rápido pero esto era raro ya que en el auto no me había hablado.
-Takao, ve al piso trece y busca la habitación quinientos cinco- Me susurro al oído así que fui al ascensor solo.
Está bien, estaba frente a aquella puerta. Pero ¿Qué demonios me esperaría allí? Así que me quede sentado en el pasillo con un puchero.
-Oye ¿Por qué no has entrado?- Escuche una voz familiar, me levante.
-Es que no me has dicho nada ¿Qué es lo que quiere?- Ya estaba molesto, una cosa es que yo quería cambiar un poco de sexo por dinero pero de eso a que el ni me notificara nada antes…
-Pasa y hablamos- Me toco el hombro pero me aleje un poco mirándole a la cara algo serio.
-Pon tus cartas sobre la mesa, quiero saber qué es lo que trama necesito darle mi consentimiento ahora, de resto no pretenda que entrare- Señale con mi dedo pulgar la puerta con una risita para no ser tan cortante.
El hombre suspiro.
-Está bien- Se acerco a mi odio. –Sé mi amante- Susurro.
-Entiendo sin embargo qué recibiré a cambio, yo tengo necesidades-
Takao sonrió un poco sensual.
-Je Me encanta que presente un trato, te daré lo que quieras pero adentro- Me quito la tarjeta para abrirla puerta agarrándome de la cintura y adentrándome en aquella habitación llena de lujos, brillos, flores modernas y colores cálidos.
Tuve sexo con Imayoshi, no me gustaba pero tampoco me desagradaba. Mis uñas se clavaron en su espalda, fue muy rudo.
-Por favor, más lento ¡ah!- Llore, no pude más era muy rudo.
La mañana llego y con ella dólares, en la mesa habían mil dólares junto a una nota en una tarjeta de presentación.
Me gusto bastante, repitamos la ocasión
Aquí te dejo mi dirección de móvil.
Me gustas.
Sonreí de medio lado y lagrimas salieron solas mire a un lado reconociendo una mancha marrón, era sangre. Ese tipo no tenia tacto ni para hurgarse la nariz.
Tome el dinero, con eso podía disminuir unas horas extras.
El tiempo paso e Imayoshi me compro un bonito departamento en donde él a veces se quedaba a dormir, a veces dábamos un aire a pareja pero yo solo era su amante y eso no me molestaba porque el sujeto no me gustaba en el ámbito romántico, me gustaba que se la pasara viajando ya que así me libraba un poco. Ya me cansaba, no quería ni besarle.
Pasaron dos años y con el llego el saber, entender un poco a mi “pareja”.
Quería encontrar la mano de una chica de padres poderosos para casarse bien, necesitaba darle a demostrar a sus padres que él podía llegar a ser mejor que su hermano menor.
Imayoshi era hijo de una amante de su padre, su madre al morir le suplico al señor Midorima velar por el fruto de su amor lo cual hizo. La esposa nunca lo miro bien sin embargo le ignoraba a su hijo ilegitimo ni era buena ni era mala, ella solo tenía ojos para su pequeño. Imayoshi tenía un profundo rencor hacia su padre que nunca le dio cariño, solo le daba quehaceres junto con muchos profesores particulares.
Entre tanto todo era perfecto, de hecho Takao había retomado sus clases de enfermería y ayudaba en su casa en eso ya había obtenido su titulo, tarde pero seguro.
Una tarde ya en su nuevo trabajo de enfermero se encontraba haciendo rondas nocturnas cuando vio a un doctor en la esquina de un desierto pasillo, se sorprendió cuando vio que en las manos de aquel alto y serio doctor estaba un conejito rosa aunque justo se mareo, se hizo el fuerte y rodo el carrito de medicinas.
-Buenas noches doctor, si anda buscando el dueño del peluche me lo puede dar y yo lo busco por usted- Podía ser muy amable o solo metiche.
-No se preocupe, este es mi Luck ítem. Nonadayo~
Reprimí una risa.
-¿El de los signos zodiacales?- No pude evitar reírme mientras que aquello ojos verdes esmeraldas me miraban con recelo aunque con un poco de indiferencia.
Sin embargo cese mi risa ya que me sentí mal, caí en sus brazos con un semblante tan blanco como el papel.
Desperté tallándome los ojos y me extrañe, el estaba junto a mi con brazos cruzados y me reí leve, estaba dormido. Era bastante guapo, lo mire con ternura para moverlo un poco.
-Has dormido bastante, ya son las seis nonadayo~
Abrí los ojos y comencé a reírme.
-No le veo la gracia, sin embargo me quede dormido al traer el diagnostico de laboratorio- Se ajusto los lentes.
-¿Diagnostico? ¿De quién?- Mire confuso.
-Tuve que hacerle unas pruebas ya que estaba deshidratado y el azúcar le bajo demasiado-
-¿Qué tengo?- Era raro, de hace unas semanas me venía sintiendo raro, nauseas, como si me fuera a morir, me sentía sin fuerzas…
-Felicidades, tendrá un bebe aquí dejo el contacto de un ginecólogo que atiende a embarazos masculinos-Dijo sonriendo imperceptible para salir.
-Doctor, gracias- Le sonreí omitiendo la parte del bebe, el doctor me había embobado.
-De nada-
-¡Un bebe!- Exclame notando lo serio del asunto y justo en ese pasillo aquel doctor había dado una risa leve.
Era increíble, Imayoshi quizás se alegraría o se sorprendería. Me daba lo mismo lo total es que quería decírselo. Fui al estacionamiento de la oficina en el hotel donde trabajaba de seguro llegaba a las ocho.
Vi su auto y él se bajaba apresure mi paso para abrazarle.
-Takao, cálmate- Me dijo serio para apartarme, lo mire raro pero no me importo.
-Seremos padres, estoy embarazado de un pequeño Imayoshi aunque no sé si es niña o niño- Sonreí para escuchar un murmuro femenino detrás.
-¡Qué asco! Embarazaste a un chico, tan poca cosa- Era una castaña de largos cabellos y ropa elegante, un conjunto azul claro con perlas en su cuello.
-Oops- Dije echándome para atrás.
-¡Señorita, solo bromeaba! ¡No tome las cosas tan seriamente!- Le grite así que ella se detuvo.
-Lárgate, Takao- Me miro mal, era extraño, fruncí el ceño y salí corriendo de allí.
Yo no le amaba pero de igual él no tenía derecho a tratarme tan insensible.