Cada palabra…
«No digas nada más, por favor».
Dolía como nadie tenía idea, la sola idea le abrasaba de dolor el corazón. Sus manos temblaban de impotencia sin saber qué hacer. Sus sentidos estaban opacados y su orientación estaba perdida. Las lágrimas perfilaban su acanelado rostro deseando no voltear hacia atrás.
— L-lo e-entiendo — susurró entre espasmo dolorosos que se le escapaban del alma. «Mentiras» No lo entendía y la absurda realidad lo golpeaba ¿cómo iba a entender su abandono? ¿Cómo lo iba a hacer? ¿era una broma del cruel destino?
— Lo siento.
Esas palabras eran tan absurdas y carentes de sentido, ¡tan patéticas! Sabía que Itachi ni siquiera lo sentía, y aunque quiso reír, sólo un sollozo escapó de su boca. Siempre había sido tan imbécil, creyendo en palabras vacías y promesas rotas ¿por qué el amor de su vida iba a dejar a su esposa? ¿por él? Ni siquiera en las películas pasaba eso, los amantes eran olvidados y mancillados, tachados de idiotas por creer en patrañas.
Solo eras un perdedor más.
— He pasado peores, estaré bien ´ttebayo.
Quería creerlo, pensar que de verdad podría reponerse, pero se sentía tan débil. No debió nunca haberse enamorado de esa boca que tanto lo estaba lastimando. Sabía que esa pasión estaba prohibida, que era ajena, pero nada le había costado ilusionarse para después de dos años ser tirado como si fuera basura. Años y sentimientos que jamás recuperaría, que se perderían en el olvido, que lo consumirían en cuanto llegara a su desolado departamento, donde sólo su mascota lo recibiría.
— Naruto, yo…
— Ya has dicho suficiente.
¿Sobraban palabras? Muchísimas, su corazón no podría aguantar una decepción más, ya no. No cuando se sentía tan desolado. Caminó tres pasos y giró con velocidad a verlo, miró esos ojos y recordó su perfecta sonrisa, incluso, pudo escuchar su risa y se derritió. El enorme glaciar que los separaba desapareció y corrió a sus brazos, se envolvió de su colonia y se aferró con más fuerza de su cuerpo ¡Cómo dolía perderlo algo que jamás había sido suyo!
Sonrió con nostalgia mientras la lagrimas bañaban sus costosas camisas, esa sería la última vez que lo tocaría, y aun sabiendo, se negó a probar sus labios. Se separó lentamente del hombre que lo volvía loco y le regaló la mejor sonrisa que tenía. Lo llenó de calidez y corrió lo más rápido que sus piernas podían, ya no podría escuchar ni una palabra más, no cuando su corazón se había roto en un afligido sentimiento.
Porque a cada palabra el dolor se hacía más grande.
Naruto había escapado de su realidad mientras Itachi también lloraba, pero profundamente. Amaba tanto a ese chico, que era capaz de dejarlo antes de atarlo a su vida. Era un idiota, lo sabía, pero era lo mejor para ambos. Jamás podría separarse de esa mujer, no cuando lo manipulaba tan diestramente con su pequeño hijo, Shisui.
Respiró profundo dejándolo manchar, sabiendo muy bien que su hermano no desaprovecharía la oportunidad perfecta para consolarlo. Tal vez, Sasuke amaba más a Naruto de lo que alguna vez él pudo haberlo amado.