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Tú + Yo= Error 404. por TomatoDiethel

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— ¡Es lo peor! —murmuró, poniéndose blanco del susto. — ¿Cómo…? Pero… ¡Inadmisible! ¡No, no, no, no!

Esto no podía estar pasando, él era Arthur Kirkland, Presidente del Club de Magia, y no menos importante, Presidente del Comité de Disciplina Estudiantil. Y si era Arthur Kirkland, uno de los favoritos de los profesores, ¿Por qué le tenía que estar pasando eso? Sin volver la mirada a la pizarra que lo había dejado helado, se dirigió atravesó de la multitud de gente a la sala de profesores.

Había varios estudiantes rondando las escaleras y los pasillos, unos reencontrándose, otros intentando averiguar dónde estaban los dormitorios donde compartirían con alguien TODO el curso escolar. De nuevo, ¡inadmisible! ¿Cómo es que lo podían poner con él? No sólo era de primer año, un año menor para que pudiera pisar el piso de los de segundo año, si no que era una persona sumamente molesta, con la que no tenía la intensión de compartir habitación. ¿¡Cómo es que los profesores se atrevían a ponerlo con él!? Si él era un estudiante modelo… está bien, no se llevaba con los estudiantes a excepción de Kiku, pero eso no era razón para que lo pusiera con un alumno de primero que conocía perfectamente bien, y sabía que ambos chocarían al momento de verse las caras.

—Permiso. —habló, sin querer usando más fuerza de la deseada y azotando la puerta. Todos los profesores voltearon a verlo, pero él no tenía tiempo ni ganas de pedir disculpas. Sin dirigirle la mirada a nadie, excepto al profesor encargado de las habitaciones, se adentró en la sala. —Supongo que sabe quién soy.

—Arthur, no has crecido en nada. —dijo el profesor, regalándole una sonrisa. El joven rubio intento no matarlo con la mirada. ¡Había crecido dos centímetros en las vacaciones de verano!

—Sí, sí. —respondió, forzado. —Pero eso no es a lo que vengo. Quiero un cambio de habitación.

El profesor hizo una mueca, Arthur pensó que tal vez había puesto una voz demasiado autoritaria.

—Sabes que no podemos hacer eso, Arthur. Incluso si eres el Presidente de Comité. Si los alumnos se enteran de que te hemos cambiado de habitación solo a ti, entonces comenzaran a quejarse y a decir que hay favoritismos.

— ¡Pero es que no puedo congeniar con mi compañero! —se quejó, apretando más el agarre de la maleta que había estado arrastrando con él. — Simplemente me es imposible. Lo conozco desde la escuela secundaria, estoy seguro….

—Entonces yo no le veo el problema. —interrumpió. —Pueden aprovechar esta ocasión para interactuar. Como es un estudiante de primer año, y dado sus antecedentes, no creo que haya alguien mejor que tú para él.

— ¡Sí que hay alguien mejor!—dijo, emocionado. Se le habría una oportunidad. —Se lleva bien con esa persona, además de que él tiene un cierto poder sobre mi compañero de habitación. Lo mantendrá controlado.

— ¿Y quién es esa persona? —Arthut señaló un nombre en la lista de segundo año. —Bueno…podríamos ser el cambio si está de acuerdo, pero usted tendría que compartir la habitación con…

—Lo siento. No, estoy muy bien con mi compañero de ahora. —dijo, agarrando de nuevo su maleta y dándose media vuelta. —Además de que no quiero que los demás alumnos piensen que usted tiene favoritismos. Si me disculpa.

Sintió la mirada confusa del profesor hasta que cerró la puerta tras salir. Soltó un sonoro suspiro. ¿Y si le pedía a Kiku que cambiara habitaciones con él? Seguro que el japonés no se opondría. Negó rápidamente, no, no podía hacerle eso a su mejor amigo; y su única opción, cambiar de habitaciones, se le había esfumado.

Prefería mil veces dormir todo el curso con el crío idiota que le había tocado a compartir la habitación, o un poco de aire, con Francis Bonnefoy.

—.—.—.—.—

Hizo todo lo posible por no ir a la habitación, así tuviera que cargar todo el día su molesta maleta. Los alumnos que ya lo conocían, lo miraban extrañados. Arthur no daba recorridos con su maleta, Arthur no salía de su habitación el primer día, Arthur no se sentaba a tomar el sol en una banca con su maleta, Arthur no bebía en pajita moviéndose incomodo en la banca donde había estado sentado alrededor de dos horas.

Tendría que ir a su habitación tarde o temprano, a menos que quisiera acampar con miles de mosquitos que estaban dispuestos a tomar su sangre como cena. ¡Pero es que le era imposible! ¿Cómo podría dormir con un sujeto como él? Descuidado, despreocupado, ruidoso y más fastidioso que la comida bien hecha de Francis.

—Maldición. Debí decirle a Kiku que me cambiara de habitación. —se lamentó, recostándose en la banca, poniendo su maleta como apoyo para recargar su cabeza.

Oh mon dieu~ Se ha metido un vagabundo en la escuela. —chilló una voz que conocía muy bien, para su desgracia. —Alguien vaya a avisar a los profesores.

Chillona, insolente y odiosa. ¡Adiós cinco minutos de paz! ¡Adiós vida tranquila! ¡Hola infelicidad!

—Kesesesese~ ¿Qué pasa Arthur? ¿Los conejos te corrieron de su madriguera? —chistó una voz, Arthur cerró más fuerte los ojos. ¡Sólo había ocurrido una sola vez! ¿Cuándo dejarían de repetírselo?

—Creo que se hace el dormido. Bueno, yo también me haría el dormido si la madre de los conejos me mordiera la cabeza. —rio, otras de las personas insoportables.

— ¡Sólo fue una vez! Y si no lo recuerdan fue por su puta culpa. —gritó, enfadado y levantándose.

—Que boca tan sucia tienes, Arthur. —dijo Francis, haciéndose el ofendido. —Yo podría limpiarla si lo quisieras.

—Que asco. —sin poderlo evitar había hecho una mueca de repugnancia.

—Kesesesese~ creo que alguien no recuerda quien fue su primer beso. —el alemán abrazaba al español por los hombros, ambos riendo por lo dicho.

Sin avisar, un sonrojo notable había sido puesto en sus mejillas. — ¡Sólo fue una maldita obra de teatro! Y-y…no fue mi primer beso, i-idiota.

Francis que al parecer no quería dejar de joderlo, alzó suavemente su mentón con una mano. —Entonces, ¿Qué te parece si soy el primero que toma lo virgen que eres?—un tono terriblemente seductor, esos que hacían caer a las chicas (idiotas) a los pies del francés. Si pudiera verse, Arthur podría compararse con el cabello rojo de su hermano mayor.

Un minuto después el Bad Friend Trio se reía a carcajadas. Antonio agarrándose el estómago, Gilbert tirado en el suelo y Francis dándole palmaditas al español en la espalda. De nuevo ahí estaban los más imbéciles de la escuela, humillándolo. Y de nuevo, ahí estaba él, dejándose humillar. Sin contestar nada, tomó su maleta y se marchó, oyendo a sus espaldas los gritos de los tres imbéciles: "Tu virginidad es de Francis, no lo olvides."

Ya se la pagarían, haría un hechizo que trajera a un príncipe del infierno para que se los comiera. Pensar en que pudo haber compartido habitación con Francis, le daba un terrible escalofrío en la espalda.

Luego de caminar un enorme rato, aún sin querer ir a su habitación. No pudo prolongarlo más. Eran las ocho de la noche, no se había encontrado con Kiku, las pizarras habían sido quitadas para saber en qué habitación su mejor amigo se podría encontrar, los alumnos se dirigían a sus dormitorios. Nadie podía estar afuera pasando las nueve de la noche, por seguridad. Y él, como Presidente, no podía faltar a la reglas aunque quería. Además, las luces se iban a las diez, tenía que acomodar sus cosas para el día siguiente que iniciaban las clases.

Sin poderlo evitar y con un paso terriblemente lento, se adentró a los dormitorios. Subió hasta el segundo pasillo, arrastrando su maleta y rogando que ningún idiota, dígase alguno de los BFT, se les ocurriera asomarse mientras él pasaba; parecía que al menos la suerte se había apiadado de él, pero claro, sólo parecía. La suerte le había dejado de lado.

—Espero que entiendas, que si te metes con él te metes directamente conmigo. —refunfuñó el español, después de haber cerrado la habitación 404. —Y…

—Y también con el dueño de media Italia. Sí, ya sé. —se quejó. —Ahora, quítate. —ordenó abriendo la habitación.

—Si le llega a pasar algo…

—Será porque él se lo busco. —contestó, Antonio justo iba a reprochar cuando Arthur le cerró la puerta en la cara. Soltó un suspiro, y dándose la vuelta, ahí estaba. Mirándolo con una pisca de miedo e inseguridad, pero también como si quisiera retarlo, tal vez siguiendo un consejo de Antonio.

Lovino Vargas, su nuevo compañero de habitación.

 


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