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Only reason. por DNA

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo!!!

Aquí DNA con el nuevo cap, espero les guste.

Disfrútenlo~

“El tiempo pasa muy rápido.”

El hecho de ser él quien pensara eso era gracioso, porque era precisamente él quien siempre había creído que su vida era demasiado rutinaria y aburrida, quien pensaba eso ahora. Sin embargo, hacía unos meses que todo eso había cambiado para bien gracias a un pequeño con bellos ojos de ciervo y la sonrisa más perfecta del mundo, su nombre era Luhan y ahora mismo él era su único, mejor y primer amigo.

Por él había hecho muchas cosas que ni en sus sueños más locos se había imaginado que haría nunca. Primero; había aceptado a alguien con quien compartir su tiempo, segundo; sonreía de verdad siempre que estaba con él, tercero; había y seguía aprendiendo chino sólo para poder entender cada cosa que Luhan quisiera decirle, cuarto; por fin sentía un instinto protector para con alguien y por último, lo más importante tal vez; era la primera vez en su vida que le decía a alguien que lo quería.

De eso ya había pasado un mes y él seguía siendo tan estúpidamente feliz como no lo había sido nunca, ahora él y Luhan siempre estaban junto el uno al otro a cada hora del día y a Sehun le fascinaba eso, porque con Luhan podía estar cada segundo hablando de todo y de nada, el mero hecho de jugar era algo demasiado especial para él e incluso aprender el idioma natal del pequeño castaño se había vuelto algo que le gustaba porque ahora era Luhan quien estaba enseñándole. Sehun incluso le había puesto un apodo: Bǎobèi lù (寶貝(575;), así le decía y significaba ciervo bebé; podía recordar incluso claramente la carita tan tierna que Luhan puso la primera vez que se lo dijo y su corazón se aceleraba a niveles descomunales.

Justo como en ese momento en el cual iba de camino a casa de Luhan luego de haber ido a la suya propia a cambiarse de ropa, una sonrisa boba estaba dibujada en sus labios pero tan pronto escuchó aquel distintivo suspiro exagerado, todo se vino abajo frente a sus ojos.

— Se lo digo vecina, esa familia es de la peor calaña. El padre es violento, la madre es una mujer fría como un tempano de hilo, el hijo mayor es un delincuente y el menor —bufó—, ese niño está encaminándose por el mismo rumbo que el mayor.

La voz de la señora Lee estaba retumbándole en los oídos y su estomago se revolvió tan rápido como vio la cara de horror de la señora Wu. Algo le dijo entonces que seguramente estaba a segundos de perder a Luhan y sus ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas mientras sentía su corazón quebrándose en su interior, fue esa la primera vez que sintió pánico.

— Sé bien que no todo es culpa de Sehun, es decir, con los malos ejemplos que tiene no es de extrañar que el niño sea así pero… —suspiró exageradamente—. Vecina, yo le aconsejo que piense bien si desea que su pequeño niño siga siendo amigo de ese… pequeño —soltó con desdén la última palabra.

— Señora Lee —habló por fin la señora Wu y Sehun no estaba seguro de escuchar lo que ella iba a decir—, ¿no le da vergüenza estar haciendo esto? —preguntó disgustada.

— ¿Q-qué? —balbuceó asombrada.

Y no sólo ella estaba en estado de shock, también Sehun lo estaba mientras miraba incrédulo la mirada feroz que la señora Wu tenía en sus, normalmente, dulces ojos. Sin embargo ahí estaba, ella lo estaba defendiendo de una forma que nadie había hecho nunca.

— Usted ha venido aquí no sólo creyendo que yo le he dado derecho alguno de poder tomar algún tipo de decisión en mi vida sino que también está hablando pestes de un pequeño niño indefenso, ¿le parece qué eso es correcto? —espetó.

— Y-yo…

— Para su información HunHun es el chico más bueno y dulce que yo he conocido y estoy muy contenta de que mi xiǎolù y él sean amigos —afirmó con orgullo.

— ¿Pe-pero cómo puede decir eso? —soltó atónita.

— Porque he visto a ese pequeño convivir con mi hijo días tras día. Él ya es una parte importante de esta familia y no voy a permitir que usted vuelva a decir absolutamente nada en su contra. Ahora, váyase y no vuelva a acercarse a mí para escupir su veneno contra Hunnie —ordenó.

— Pe-pero…

— ¡Hunnie!

Un infantil chillido rompió aquella atmósfera tan hostil y antes de que Sehun pudiera reaccionar, un lindo castaño ya estaba abrazándolo fuertemente mientras reía dulcemente. Sehun apenas pudo reaccionar pero poco tiempo bastó para que él devolviera el afectuoso gesto, asegurándose de mirar a la señora Wu a los ojos en todo momento.

— Me alegra mucho que llegaras, HunHun —dijo la señora Wu con una cálida sonrisa.

— Gracias.

Eso fue todo lo que pudo decir y no estaba seguro de si estaba dándole las gracias por estar recibiéndolo o por haberlo defendido de aquella forma, tal vez eran ambas cosas pero no se detuvo a pensarlo, limitándose únicamente a dejarse arrastrar por Luhan al interior de la casa.

— ¡Se-señora Wu, ese…!

— Muchas gracias por la visita señora Lee —la cortó tajante—. Que tenga una hermosa tarde —finalizó antes de cerrar rápidamente la reja que daba al pequeño jardín de la casa de los Wu.

Cuando ella terminó de ingresar a su hogar se encontró de frente con un pequeño pelinegro que la miraba con algo parecido a la vergüenza, sólo eso bastó para oprimirle el corazón y sin perder un segundo fue hasta él para estrecharlo fuertemente entre sus brazos.

— No la escuches, cariño. Tú eres maravilloso —aseguró cariñosamente.

— Muchas gracias —susurró, intentando ocultar su quebrada voz y escondiendo su rostro en el pecho de esa dulce y maravillosa mujer.

Siendo esa su forma de sellar una silenciosa promesa para que Luhan no supiera nada de lo sucedido, porque verlo feliz era el principal objetivo de ambos al fin y al cabo.

— ¿Mamá? ¿Hunnie? —llamó desconcertado Luhan desde las escaleras.

Sehun se alejó de los brazos de la señora Wu y se giró para ver al pequeño niño que miraba todo con un gesto de confusión. Ambas miradas no demoraron en cruzarse y preocupación fue lo siguiente que Sehun pudo apreciar en esos bellos ojos.

Él bajó de un salto los dos escalones restantes, dándole apenas unos segundos para registrar la situación; Lu lo abrazaba, y lo hacía de una forma tan protectora y cálida que por un instante lo hizo sentir aturdido.

— ¿Por qué estás triste, Hunnie? —interrogó angustiado—. ¿Alguien te hizo algo?

— Y-yo... —tartamudeó apenas.

— No los oigas, ellos son tontos y no saben lo genial que eres. Tú sólo necesitas mirarme y oírme a mí porque sólo yo sé lo increíble que eres —afirmó con la voz quebrada, sus labios formando un pucherito y sus ojos aguados.

— Lu.

— Mamá, dile. Dile que tiene que obedecerme —pidió.

— Oh, mi amor —suspiró enternecida.

— Es que no miento —aseguró—. Hunnie es tan bueno conmigo que cuando voy a terminar mis galletas de chocolate, él pone las suyas en mi lonchera cuando cree que no lo veo.

Una mueca de asombro se formó en el rostro de peligro mientras que la sonrisa de la señora Wu se volvía más grande.

— Es por eso que Hunnie es el mejor —sentenció, poniendo una expresión que sólo él creía convincentemente amenazante.

— De acuerdo —dijo Sehun—. Prometo que siempre te miraré y escucharé sólo a ti.

— ¡Sí! —chilló, lanzándose otra vez a sus brazos.

La señora Wu rió sin poder evitarlo, recibiendo una mirada emocionada de parte de su hijo y ella de inmediato supo la pregunta muda que le estaba haciendo y asintió levemente en respuesta.

— ¿Qué harás el viernes, Hunnie?—se separó sólo lo suficiente de él para mirarlo a los ojos y esperó.

— ¿El viernes? —Luhan asintió—. Pues, nada en especial—se encogió de hombros.

— ¡Hagamos una pijamada! —exclamó, casi gritó, sonrojándose luego de notar su exagerada reacción.

— ¿Una pijamada?

— Sí —murmuró en esa ocasión.

— De acuerdo.

— ¡Genial! —chilló, volviendo a abrazarlo.

Su mirada fue hasta su mamá que sonreía casi tan emocionada como él y no pudo ser más feliz en ese momento; porque le tenía una sorpresa al pelinegro y tan sólo deseaba que él viernes llegara para poder ver la expresión que podría ese día.

***

Y el día había llegado.

Ese era su único pensamiento mientras, ese día en especial, le ponía mayor atención a su imagen en el espejo y era de hecho la primera vez en su vida que se sentía tan nervioso y que las manos no dejaban de temblarle mientras se acomodaba el cabello.

— Cariño, ¿estás listo ya? —preguntó su madre con su cariñosa voz.

— Y-ya casi —balbuceó, los nervios tan sólo aumentaron y su pequeño corazón estaba latiéndole tan rápido que pensó que en algún momento saldría disparado lejos de su pecho.

— ¿Cariño? –llamó ella desde la puerta.

Fue entonces que Luhan se puso de pie, dando un paso lejos del espejo y se giró hacía su madre con los nervios a flor de piel y una pequeña mueca de ansiedad estampada en su tierno rostro. Ella lo miraba con una sonrisa enternecida cuando finalmente se atrevió a levantar la mirada para preguntarle eso que desesperadamente debía saber.

— ¿M-me veo bien? —habló por fin.

— Oh, cariñó —sonrió amorosamente—. Te juro, por el amor que le tengo a tu padre, que ahora mismo eres el niño más bonito del mundo entero.

El pequeño castaño se sonrojó visiblemente luego de las alentadoras palabras de su progenitora y un tímida sonrisita finalmente pudo surcar sus labios, estaba en una edad tan inocente y tierna que le era imposible dudar de las palabras de su mamá y era por eso que él realmente se sentía muy guapo ese día.

— ¿Ya tienes todo?

Luhan asintió rápidamente y corrió hasta su escritorio para tomar su mochila y la pequeña bolsa de vivos colores que hacía que su corazón latiera con fuerza de sólo verla, hubo otra sonrisa de parte de su madre y finalmente se armó de valor para salir de su habitación y tomar la mano de su mamá, quien iba a llevarlo a la escuela por ese día.

La ansiedad comenzó a apoderarse de su pequeño ser entre más se acercaban a su destino y podía sentir un tifón de sensaciones en su interior mientras se imaginaba cada posible escenario de lo que estaba por suceder.

— Ten un lindo día mi pequeño xiǎolù —le deseó su madre mientras lo estrechaba entre sus brazos.

— Sí.

— No vemos por la tarde y no te olvides de decirle a que hora debe llegara—le recordó y, luego de besarlo en la mejilla, se retiró por fin.

Luhan rápidamente dio la media vuelta y echó a correr por los pasillos por donde los alumnos recién llegados circulaban, estaba tan emocionado por verlo y aunque sabía que iba contra las reglas, sólo por ese día, corrió por los pasillos hasta llegar a su salón de clases.

Al abrir la puerta él ya estaba ahí, casi siempre era el primero en llegar y Luhan lo agradecía demasiado porque no quería que nadie más interviniera ese día cuando le hablara. Sehun al verlo le dio esa sonrisa resplandeciente tan suya que hizo que sus pequeñas rodillas temblaran y sin poder evitarlo sus mejillas se calentaron mientras entraba al salón e iba hacia él.

— Buenos días, Bǎobèi lù —lo saludó como cada mañana, usando ese apodo tan cariñoso que sólo él le decía.

— Bu-buenos días —tartamudeó avergonzado.

Los oscuros ojos de Sehun se desviarnos repentinamente al colorido paquete que sostenía y un aún más brillante color rojo no tardó en apoderarse de las mejillas del pequeño castaño luego de que se percatara de lo que el pelinegro veía.

— ¡Fe-feliz cumpleaños Hunnie! —casi gritó, extendiendo el obsequio hacia él.

— ¿Para mí? —preguntó viéndose realmente muy confundido y ante eso Luhan tan sólo pudo asentir.

Sus manos no tardaron mucho en tomar el colorido paquete, la ansiedad de Luhan comenzó a crecer justo en esos momentos en los que las manos del niño de negro cabello comenzaban a rasgar la envoltura de su sencillo obsequio.

El color rosa fue lo primero que se podía ver al interior de la, antes, colorida caja. Sehun extrajo con cuidado su suave contenido, quedándose boquiabierto cuando unos brillantes ojos negros fueron con lo que se topó; era de dos tonos distintos de rosa, de contextura suave, con dos orejitas puntiagudas, pesuñas color gris, boquita sonriente y unas pequeñas astas blancas.

Apenas pudo salir de su impresión cuando se percató que aún había algo dentro del paquete, lo sacó también con cuidado y tuvo que parpadear dos veces ante la pequeña caja transparente que contenía tres adorables, blancos y esponjosos conejitos.

— E-esos son pastelitos —explicó Luhan. Su rostro en ese momentos era realmente rojo y su pequeña boca estaba torcida en una adorables mueca nerviosa—, ma-mamá los hace para ocasiones especiales y como es tu cumpleaños, yo... le pedí hacerlos.

Sehun no dijo nada y se mantuvo mirándolo fijamente, eso hizo que su ansiedad aumentara y antes de darse cuenta de nada más, se halló a sí mismo jugueteando con sus deditos como siempre que estaba muy asustado o nervioso.

— S-sé que son re-regalos raros pero... y-yo no pude pensar en o-otra cosa —tartamudeó—. Yo si-simplemente no dude cu-cuando vi al pe-pequeño ciervo en la tienda y... t-tú siempre m-me llamas B-Bǎobèi lù, por eso yo...

— Me encantan —lo interrumpió antes de que tuviera un ataque de ansiedad—. Muchas gracias Bǎobèi lù.

Una sonrisa llena de dulzura fue esbozada por los labios del pelinegro mientras que una mucho más grande y radiante se apoderó de los labios del pequeño castaño frente a él.

— ¡Feliz cumpleaños Sehunnie! —exclamó alegremente antes de darle un fuerte abrazo al otro niño.

— Lo es, Bǎobèi lù —murmuró—. Es un feliz cumpleaños.

Una risita suave escapó de los labios de Luhan y una alegre expresión se instaló en su rostro durante las siguientes horas. Él no paró ni un segundo de recordarle que ese día iban a tener una pijamada y que tenía una sorpresa para él, Sehun tan sólo se dedicó a escucharlo con atención, aparentando sentirse emocionado también. Sin embargo, a Sehun en realidad nunca le había importado ese día por la simple razón de que para él nunca significó más que un días más en el calendario.

Simplemente porque no recordaba haber recibido una felicitación o un regalo antes. Su familia en realidad nunca había querido su existencia por lo cual seguramente su cumpleaños no era más que un día de desgracia para ellos, pero... Luhan se veía tan feliz ese día y sólo por eso también estaba esforzándose con todo eso.

Era por él.

Fue la decisión que Sehun tomó; iba a disfrutarlo sólo por su dulce Bǎobèi lù.

Al terminar las clases Luhan estaba parado en la puerta del aula que compartían con un adorable puchero en los labios, mirando con suplica a su mejor amigo que estaba luchando por no ceder y ser un buen chico por una vez.

Sehunnie~ —lloriqueó de una forma demasiado tierna.

— Oh, Bǎobèi lù —suspiró, fallando en luchar contra el impulso de apretar sus suaves mofles—. Eres tan tiernooooooo —suspiró dramáticamente antes de abrazarlo.

— ¿Eso quieres decir que no te quedaras en la escuela hasta tarde? —preguntó emocionado, correspondiendo el efusivo abrazo de su mejor amigo.

— Nop. Esto quiere decir que eres adorable y que cada vez encuentro muy difícil decirte que no, pero está vez debo ser bueno —refunfuñó.

— Pero…

— No tardaré, lo prometo.

Luhan nuevamente infló los mofles y puso una mirada que dejaba al más adorables de los conejitos como un horrible gusano sin posibilidad alguna siquiera para soñar rivalizar con la preciosa y mortalmente tierna expresión de Luhan.

— Es un castigo, Bǎobèi lù —le recordó—. No puedo evadirlo esta vez.

—Pero…

— No te preocupes —sonrió—. Tú sabes que yo nunca rompería una promesa que te hice.

— Bien —aceptó resignado—, pero no tardes mucho —pidió.

— No lo haré —aseguró.

Una sonrisa preciosa se extendió en los labios de Luhan mientras asentía y finalmente daba la media vuelta para irse. Sehun suspiró pesadamente y miró a su alrededor suspirando fuertemente porque tenía demasiada flojera y tenía que dejar el salón impecable, pero bueno, no podía escaparse esa vez y entre más rápido empezara más rápido iba a cavar para ir con Luhan.

Contó cada segundo que pasó ahí cumpliendo con su castigo, sus ojos viajaron más de una vez a su pequeño ciervo e inevitablemente una sonrisa boba se dibujaba en sus labios. El momento en que fue libre para él fue la mejor cosa de mundo y ni siquiera esperó a escuchar la despedida de su profesora antes de salir a toda velocidad con su pequeño ciervo en sus brazos.

Había una sonrisa inmensa plasmada en sus labios mientras el camino iba haciéndose menos y menos, su pequeño corazón había comenzado a ir a un ritmo frenético y las cosquillas en su estomago incrementaban más con cada paso que daba.

Era tan feliz en ese momento como no lo había sido hacía muchísimo tiempo, tanto que ya ni lo recordaba. Sin embargo, se dio cuenta pronto que debía haber escuchado mejor aquella vocecita en su interior que se encargaba de recordarle que para él las cosas no eran tan fáciles y tal vez así se habría dado cuenta mucho antes que Minho estaba siguiéndolo y así tal vez no hubiera sido atrapado.

— ¡Suéltenme! —exigió mientras su hermano y su trío de lacayos idiotas lo arrastraban al interior de repugnante callejón.

— Hey, tranquilo hermanito —dijo su hermano, burlándose de él sólo con eso.

— ¡Vete a la mierda y dile a tus jodidas mascotas que me dejen ir! —ordenó furioso mientras luchaba por liberarse de las garras de los dos imbéciles que lo sujetaban por los brazos.

Pero Sehunnie~—lloriqueó—. Yo únicamente quiero decirte feliz cumpleaños—murmuró con un tono de voz que trataba de ser tierno.

Las risas estallaron a su alrededor y la sangre se le heló, la lucha por su libertar se hizo más desesperada y cuando por fin logró liberar uno de sus pequeños brazos un brutal golpe conectó justo en su estomago, sacándole el aliento y obligando a sus rodillas a doblarse. Más risas llegaron a sus oídos en ese momento y él no tenía idea de cómo era que estaba siendo capaz de no derramar ni una sola de todas las lágrimas que estaban empañándole la visión.

— ¿Qué tenemos aquí? —habló su hermano mayor e inmediatamente él levanto la mirada.

Sus débiles piernitas trataron de ponerlo en pie en cuanto vio a su precioso ciervo en manos de su hermano mayor pero tan rápido como intentó algo un par de manos ajenas lo devolvieron al suelo, la desesperación se instaló en ese preciso momento en su corazón y por primera vez su mirada se volvió suplicante al mirar a su hermano mayor.

— Minho por favor, no le hagas nada —imploró, y era humillante pero había algo realmente horrible en saber que podrían dañar el precioso regalo que Luhan le había dado.

— Oh, vaya —rió—. Eso es nuevo.

— Te lo ruego, no le hagas nada —repitió—. Es el primer regalo de cumpleaños que he tenido desde que tengo memoria y es demasiado valioso para mí.

¿Por qué estaba diciéndole eso?, no lo sabía pero en el fondo de su aterrorizado corazón, Sehun esperaba de verdad que eso ablandara un poquito a su hermano mayor y que así dejara en paz a su bello ciervo, era todo lo que podía desear en esos momentos.

— Vaya —murmuró—, eso sí que fue patético.

—Por favor, hyung. —Se estaba humillando y no podía importarle menos porque se trataba de Luhan y por él estaba dispuesto a eso y más.

— ¡Impresionante! —exclamó sorprendido—. Incluso me ha llamado hyung. Supongo que esto realmente es importante para ti, ¿verdad? —Sehun asintió rápidamente y una sonrisa algo tierna fue esbozada por su hermano mayor.

El pequeño pensó en ese momento que su hermano no era tan malo, porque en ese momento él les indicó a sus amigos que lo liberaran y comenzó a acercarse a él con lentitud y se puso en cuclillas frente a él mientras lentamente alzaba al pequeño ciervo en su dirección. Sehun no pudo retener su sonrisa y elevó sus manitas para tomar su preciado obsequio y fue entones, cuando apenas iba a lograr rozarlo, que Minho lo sacó de su alcance y le arrancó una de sus pequeñas astas y orejitas puntiagudas justo en su cara.

El sonido de tela rasgándose se escuchó como un horrible lamento para él, incrédulos ojos cafés miraban las partes de su pequeño muñeco tiradas en el mugriento suelo de ese asqueroso callejón. Una lágrima halló entonces su camino hacia abajo y la rabia no demoró en explotar.

— ¡Hijo de puta! —gritó encolerizado y se abalanzó contra él.

Tres golpes fue lo único que logró darle a su hermano mayor antes de que sus perros lo sujetaran fuertemente y lo alejaran de él. Veía la ira brillando en los ojos de ese demonio que llamaba familia y un rugido retumbó en las estrechas paredes del callejón y sí, tal vez fue estúpido de su parte no correr cuando tuvo la oportunidad pero le daba igual.

— ¡Lu!

Fue lo único que salió de sus labios y para él fue más importante arrojarse al suelo para proteger a su pequeño ciervo cuando los golpes comenzaron a ir hacia él, era porque ese era el valioso obsequio que Lu le había dado y porque todavía podía ver en su memoria la hermosa sonrisa que él había tenido entonces, por eso y solo por eso podía aguantar cada golpe que su pequeño cuerpo recibía.

Fue luego de una hora con cuarenta y siete minutos que Minho se aburrió y decidió dejarlo en paz por fin; Sehun era bueno con eso del tiempo después de todo. Ponerse en pie fue lo más difícil para él pero una vez que lo hizo todo lo demás fue relativamente más fácil.

Tomó primero a su pequeño ciervo y luego dirigió su mirada a donde estaba su mochila, sus cosas estaban regadas por todos lados y el último pastelito con forma de conejito había sido aplastado. Tragarse sus lágrimas fue un verdadero reto pero al final lo consiguió al miso tiempo que tomaba sus cosas junto con su aplastada dignidad y comenzaba a caminar con dirección a su casa. Definitivamente no iría a ver a Luhan ese día.

La tarde estaba cayendo cuando finalmente logró llegar a su hogar pero no era como que pudiera caminar rápidamente cuando apenas podía respirar sin gritar de dolor, todo lo que quería en ese momento era tirarse sobre su cama y dejar salir toda la rabia y frustración que amenazaban con volverlo loco.

Dio apenas los primeros pasos dentro de su hogar cuando sintió su cuerpo impactarse contra la pared más próxima, sus asustados ojos fueron disparados a los desorbitados ojos de su padre que estaba completamente rojo por el enojo mientras que su madre mirada desde lejos con una expresión de indiferencia.

— ¡¿Qué fue lo que te dije?! —gritó justo frente a su magullada carita.

— Pa-padre, yo…

— ¡Peleando en la calle como un par de animales! —vociferó iracundo.

— ¡No fue mi culpa! ¡Minho fue quien fue a buscarme! —soltó desesperado, rogando para sus adentros que lo dejara ir.

— ¡Me importa un carajo quien empezó! ¡Ambos van a aprender a no dejarnos en ridículo! —sentenció.

— No, por favor no —imploró llorando, ya era inútil tratar de hacerse el valiente a esas alturas.

— ¿Estás llorando? —masculló entre dientes su progenitor.

Sehun rápidamente cayó en cuenta de su enorme error y sus asustadiza mirada fue directamente a su madre en busca de auxilió pero ella tan sólo negó con la cabeza y salió de la habitación dejándolo a merced de ese demonio.

— ¡¿Estás llorando?!

— Y-yo…

— ¡Ahora mismo te dejaré en claro que los hombrecitos no lloran!

El sonido que hizo el cinturón de su padre al ser agitado en el aire provocó que su respiración se volviera violenta, su pequeño cuerpo se deshizo en temblores y su mirada que imploraba piedad nada resolvió. Un gritó abandonó sus heridos labios cuando el cuero hizo el primer contacto con su, ya de por sí, lastimada piel y él tan sólo pudo abrazarse más fuerte a su pequeño ciervo esperando que todo terminara más rápido.

Notas finales:

Sí, ya sé que soy mala pero en i defensa diré que...

No, no puedo decir nada, sin embargo les dejó la preciosa imagen del regalo de Sehun:

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Y bueno, eso ha sido todo por hoy, muchas gracias por leer y hasta la próxima :3


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