Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Con derecho a no amarnos por AndromedaShunL

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen a mí, sino que son creación del maestro Masami Kurumada.

Notas del capitulo:

¡Hola!

Aquí les dejo un one-shot que llevo pensando escribirlo desde ayer. La verdad que me sentía un poco mal por llevar tanto tiempo sin publicar nada o, más bien, sin escribir ningún fanfic. Así que, espero que os guste este :3.

Lo he pensado tantas veces… y es que aunque te ame no puedo… no… no puedo… No quiero perderte, no quiero que te escapes de mis brazos teniéndote plenamente en ellos. Porque eres lo que más quiero en este mundo y no sé qué pasaría si dejásemos de ser amigos para ser… algo más.

                Me miras con esos ojos esmeraldas, tan brillantes, tan apasionados, tan asustados al mismo tiempo. Te propuse acostarnos porque… no sé por qué. Todo surgió, sin más, y tuve que besarte, y tocarte entre nubes de alcohol. Y tú tuviste que corresponderme. Sí, me correspondiste, ¿cómo no ibas a hacerlo? Si llorabas mientras me decías que me amabas, desesperadamente, como muchas otras veces me lo habías dicho, pero en un estado sobrio.

                —Hyoga, ¿te encuentras bien?

                —Sí Shun, claro —te respondo, mientras me tapo un poco más con la sábana y acomodo mi brazo bajo tu cabeza—. Solo es que… estaba pensando.

                No sé cómo decirte que me he enamorado de ti. No sé cómo decirte que, a pesar de ello, no podemos estar juntos. Nuestra amistad es demasiado fuerte, demasiado perfecta, desde que te conozco. No puedo romper eso. Y tú tampoco quieres que eso se termine. Pero ¿cómo se les dice a dos corazones enamorados el uno del otro que… sigan siendo amigos? Pero ¿cómo actuaríamos después? ¿Puede todo desaparecer?

                —¿Y en qué piensas? —Me sonríes.

                —No es nada. Tonterías. ¿Dónde lo habíamos dejado?

                Una sonrisa pícara se apodera de mi rostro. Me pongo sobre ti y comienzo a besarte el cuello, sin importarme ya el desorden de las sábanas. Tú me correspondes con leves gemidos que se van intensificando al mismo ritmo que mis labios y dientes se compenetran para lamerte y morderte las orejas, el cuello, la boca… Todo tú. Me encantas, pero hasta hace poco solo era un encanto… carnal, por decirlo de alguna manera.

                —Ah, Hyoga…

                —¿Te gusta? —Te pregunto en un susurro, y tú asientes con dificultad, mordiéndote un labio.

                La preocupación vuelve a asaltarme a la mente. ¿Qué puedo hacer? ¿Te lo digo o… no? No lo sé. Quizá debería. Quizá separarnos fuera lo mejor para los dos. Quizá dejarías de estar celoso si nada de esto estuviera pasando ahora mismo, si nuestros caminos se separasen definitivamente… Pero no, eso no puede suceder y no pienso permitir que suceda. Porque te quiero a mi lado. Ya te lo he dicho muchas veces: Shun, no sé qué sería de mí sin ti.

                —¡Ah! Hyoga… ah…

                Mi mano deja de estar quieta. Te tengo para mí otra vez, y no puedes hacer nada para escaparte. Y sube, y baja, con delicadeza, pero sin dejar de hacerte gemir de placer mientras retuerces tu cabeza contra la almohada y arqueas la espalda. Y yo no puedo dejar de lamerte el cuello, y de mordisquearte la oreja al compás de mi mano entre tus piernas.

                Te amo. Te amo demasiado. Me amas demasiado.

                ¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué esta locura? ¿Cómo hemos terminado así? ¿Cómo ha ocurrido todo esto?

                —Qué te parece si… utilizo mi boca… —te susurro al oído, y no me hace falta mirarte para saber que te sonrojas.

                No espero tu permiso. Bajo sin dejar de lamerte hasta tus pezones, y me paro a dar vueltas alrededor de ellos, con tu pecho subiendo y bajando a gran velocidad, y tu respiración entrecortada, y tu mano agarrando mi cabello rubio con los dedos. Entonces, continúo hasta llegar a tus muslos, y los rodeo con la lengua, y los beso con los labios sin dejar de acariciar tus piernas. Y comienzo a privarte en serio de respiración, no contento hasta oírte gritar de placer y pedirme más, inocente y a la vez deseoso de terminar.

                Pero… ¿y si la solución para que dejaras de estar tan mal por mí fuera, en realidad, estar juntos? Pudiera ser, ¡quién lo sabe! Pero arriesgarse… arriesgarse es arriesgado, valga la redundancia. No quiero perderte. Y tú no quieres perderme. Nuestras personalidades son demasiado diferentes como para estar juntos de esa manera… Yo… yo lo he intentado tantas veces…

                He amado a varias personas en mi vida, hasta querer dar la vida por ellas. Les dije que les amaba, les dije que jamás podría serles infiel… se lo dije a todas esas personas, y ninguna se escapó de mi maldad… por mucho que les quise… ¿Cómo puedo ser tan estúpido? ¿Cómo, amando a alguien hasta tales extremos, puedo serles infieles? Y lo peor de todo ello, Shun… es que dudo si a ti te sería fiel, y ahora mismo eres el hombre al que más amo de mi vida.

                No te mereces que te haga daño.

                —Ah, ah… Shun… ah, ni se te ocurra parar.

                Estás sobre mí, moviéndote de atrás hacia adelante, de arriba abajo, con los ojos fijos en los míos, pero yo los cierro, estoy demasiado extasiado, deseando que vayas más rápido, más profundo, más todo… Y gimes, gimes y gritas de placer y yo apenas puedo contenerme. Y te paras, y te inclinas sobre mí para besarme el cuello, con lo mucho que sabes que me gusta… Entonces te agarro de la cintura con las manos y comienzo a moverme yo, entrando y saliendo de ti a golpes que te dejan sin aliento. Eso también te encanta. Lo sé. Me lo dijiste muchas veces en todas esas conversaciones tan salidas de tono que solemos tener antes de vernos y complacernos mutuamente.

                —Más fuerte, ah… Hyoga… más… no pares, por favor, ah…

                —No tenía pensado parar —te digo con una sonrisa maliciosa, y te embisto un poco más fuerte y profundo, obligándote a agarrarme de los brazos y clavarme levemente las uñas.

                Sonrío más y te doy otra vez. Y otra, y otra, y cada vez te agarras más fuerte, más desesperado, a mí, a la almohada bajo mi cabeza, a las sábanas. Pero yo no te suelo. Tampoco ibas a dejarme soltarte… Lo sé porque tu boca se torna con cada embestida en una sonrisa y en un suspiro de exuberante placer.

                Qué locura. ¿Por qué no podría ser todo más sencillo? ¿Por qué no podemos estar juntos, pero sí podemos hacer todo esto sin que nada cambie? Te lo ofrecí porque quería divertirme, y en estos juegos encontrarías una parte de mí que deseas. Pero es como si fuéramos novios… o algo parecido. Porque nos decimos que nos queremos con todo el corazón, como amigos. Y luego esto. ¿No es así como se comportan los novios? Claro que no vamos paseando de la mano, y… eso me gustaría. Y sé que a ti también, ¿o no? Nunca nos hemos tocado mucho, en verdad. Siempre mantenemos las distancias, menos en momentos como ahora, claro queda.

                Me pregunto de verdad qué pasaría si nos dijéramos que sí. Si te dijera, de repente, que te amo, pero te expusiera al mismo tiempo todas mis dudas. Aunque estas ya las tienes más que sabidas, ¿no es así? ¿Cuántas excusas te he puesto desde que nos conocemos? Ni si quiera te contestaba cuando me preguntabas el primer año que fuimos amigos. Si es que soy tonto. Y tú también, por quererme.

                No, no podemos estar juntos. Shun, entiéndeme, sé que me entiendes… No quiero perderte como amigo y tú tampoco quieres que eso suceda, por mucho que se amen nuestros corazones. No es una buena idea. No quiero arriesgarme, y estoy seguro de que tú tampoco quieres. ¿Qué hacemos, entonces? ¿Seguimos disfrutando e intento olvidarte de la misma manera que intentas olvidarme tú?

                —Hyoga…

                —Dime, Shun.

                Te dejas caer sobre la almohada, a un lado de mí, sin tocarme. Sabes que no somos más que amigos con derecho, por eso no te atreves a posar la mejilla sobre mi pecho para que te acaricie el pelo. Ojalá ahora mismo lo estuvieras haciendo…

                —Que sepas que cada vez me encuentro mejor. Gracias, es totalmente una locura, pero… —No puedes terminar la frase porque comienzas a reír sin remedio.

                —No sabes lo que me alegra oírte decir eso, Shun. Por algo hicimos el contrato. —Río contigo.

                —Sí, cierto es. Pues habrá que no romperlo.

                —Habrá que.

                Me encojo de hombros y contengo las ganas de estrecharte contra mí. En su lugar, me dejo caer, siendo yo el que se apoya en ti para sentir los latidos de tu corazón agitado.

Notas finales:

Muchas gracias por leer. Espero que os haya gustado. A mí me costó un poco escribirlo, que me dio tristeza :'(.

PD: ¿qué pasó al final con el hacker? Jajaja.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).