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Pierna de espagueti por Kiharu

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Notas del fanfic:

the GazettE no me pertenece. 

Notas del capitulo:

¡Aquí está el regalo del amigo secreto!

Pierna de espagueti


Capítulo único


El zippo no encendía. Era la quinta vez que lo intentaba, pero nada. Intentó accionarlo una vez más: el resultado fue el mismo. Con todo el estrés reprimido del día, arrojó el zippo en dirección a la puerta. Se hizo un sonido seco, golpeó contra el piso tres veces y luego se quedó inerte. Yutaka pensó en el tiempo que tardaría en congelarse con la nevada que se aproximaba.


Miró al cielo, acomodándose el cigarrillo entre los labios. El cielo nuboso le recordaba cómo todo su día se había ido al trasto por un mísero accidente. Se miró la pierna, enyesada y pensó en cómo el tonto de Yuu se había parado frente a su puerta, todo rojo y con un raspón en la nariz luego de que le avisara de que se había caído brincando una pequeña barda y le daba la impresión de que se había roto la pierna o algo así al caer. Yuu ni siquiera le había contestado el mensaje, sino que veinte minutos después, ese día por la mañana, ahí estaba, con la nariz herida porque al parecer el elevador no funcionaba y subió corriendo las escaleras.


Yutaka Tanabe sonrió un poco al recordar la odisea que había sido bajar las escaleras con un Yuu todo histérico preguntándole cómo estaba a cada segundo. ¿Cómo iba a estar? Se sentía muy jodido, nunca se había roto nada, pero ahí iba, a los 34, a romperse la pierna con un simple salto. Bien dicen que cuando uno crece, el cuerpo ya no aguanta igual.


—Joder —maldijo Yutaka al ver el encendedor que hacía momentos arrojó. El cigarrillo no iba a prenderse solo—. Joder —repitió.


Pensó en entrar de nuevo al edificio, pero al ver las endemoniadas muletas a su lado, pensó que quizá se estaba un ratito más ahí en el frío, que al fin y al cabo, si se le enfriaban las bolas todavía más no haría la gran diferencia. La junta del día había estado brutal: había tenido que aguantarse el dolor porque se había golpeado con el marco de la puerta al entrar a la sala de conferencias. Pensar en ello sólo le había hecho sentir escalofríos, así que intentó pensar en otra cosa.


Luego de unos minutos, la puerta de la sala de descanso para fumadores se abrió y entró Yuu, con un café en la mano.


—Pero qué cara de hombre –comentó, mientras caminaba hacia él. Yutaka no quiso ni imaginarse qué cara tendría, pero con toda la frustración del día se podía hacer una buena idea (el romperse la pierna a primera hora de la mañana, bajar por las escaleras, estar haciéndose placas de la pierna, el que le enyesaran sin anestesia porque de anestesiarlo el proceso sería más lento, la junta a la que llegó y nadie dijo nada interesante…), así que tan sólo alzó la cabeza en forma de saludo. Una vez que Yuu llegó su lado, le ofreció café, siendo rechazado por un movimiento de cabeza. -¿Te quieres ir a casa?


—¿Qué pasó con el ensayo?


—Están en ello. Tú ni te preocupes, mejor vámonos a casa, tengamos una romántica cena y luego hagámoslo sin que te muevas.


—¿Qué vamos a hacer si no puedo ensayar?


—No te preocupes por eso.


—¿Cómo que no me preocupe? ¡Soy el maldito líder de la banda, joder!


—-Oye, cálmate.  ¿Quieres luz?


—Sí.


—¿Dónde está tú zippo?


Yutaka hizo un gesto con la mirada, enseñándole dónde había terminado su regalo de cumpleaños. Yuu hizo un ademán con la cabeza, pero lo dejó pasar. Ya sabía que el otro estaba estresado. Sacó un encendedor desechable que se había comprado hacia dos días y le encendió el cigarrillo.


-¿De dónde lo sacaste, por cierto? Cuando te llevé al hospital, no llevabas tabaco.


—Se los saqué a Akira de la bolsa. Perdí la cajetilla mientras subía las escaleras, pero en fin.


—¿Y qué tal la junta? –preguntó Yuu, bebiéndose el café.


—Una basura.


—Uh. ¿Pediste factura en el hospital?


Yutaka no dijo nada por unos segundos. Luego, mordiendo el filtro del cigarro, maldijo.


—No.


—Yutaka pero fue lo…


—¿Lo único que debía hacer? ¿Es en serio, Yuu?


—Mira, olvídalo. Fue un pequeño olvido. No pienses más en ello… Eres Yutaka, eres genial. Tienes una buena cabeza para resolver problemas, puedes fumarte una cajetilla al día, pero luego lo dejas por años. Eres increíble. Y luego mira tú culo, es espectacular. Y tú pecho no está nada mal. Aunque tus piernas…


—Ya sé, ya sé, son muy delgadas.


Yuu lo dijo con un tono bastante delicado. Ese era un tema serio para el baterista, sin embargo, los halagos anteriores habían surtido efecto y Yutaka parecía estar muy enfadado, pero también lucía como alguien que cedería ante la coquetería en cualquier minuto. El pitillo iba por la mitad.


—Uh… Dicen que con los yesos uno pierde peso. ¿Crees que tu pierna sea muy delgada después?


—¿Eh?


—…¿Y que cuando tengamos sexo se agite como un espagueti al aire? Uugh, sí, como… “piernas de espagueti” o “pierna de espagueti” porque solo es una.


Yutaka lo miró incrédulo, sintiendo las mejillas arder y todo ese coraje que tenía reprimido subirle por el estómago. Segundos después, cuando el enojo ya se había regado por su cuerpo, le lanzó el cigarrillo a Yuu, que rebotó en su pecho y luego cayó al piso.


—¡Eres un imbécil, Yuu! Tuve un día de mierda y lo único que haces es burlarte de mí.


—Pero te llevé al…


—¡Dile a todos que se vayan al infierno!


—¿Te vas…? Yutaka…


—¡Y ni te pases por el piso hoy! Que si para ti tengo piernas como fideos…


Lo último lo dijo en un tono muy bajo, avergonzándose solo de decirlo. Ya había tomado las muletas y se alejaba lo más pronto que le permitía la pierna rota. Se sentía miserable y patético y en definitiva estaba muy enfadado por el idiota de su novio. Tan simple y estúpido como siempre, se recriminó mentalmente. Cuando logró llegar casi a la puerta, Yuu gritó.


—¡Déjame pasar la noche contigo!


—No.


—Oye lo siento.


—No.


—De verdad…


—No.


—Tío, lamento haberte llamado piernas de espagueti.


—Yuu, déjame pasar.


—También lamento haber dejado un sándwich debajo del sofá, y los calzones en las llaves de la regadera. Y también lamento no haber metido la leche a la nevera.


—Yuu…


—Y lamento haber arruinado tu sartén hace dos semanas, cuando intenté hacerte panqueques. Y también el haber orinado accidentalmente en la bañera luego de una borrachera.


Yutaka sentía el arrepentimiento en las palabras de Yuu, por lo que no dijo nada. Estaba realmente cabreado, pero al menos el otro tenía la decencia de disculparse.


—También lamento haber perdido tu bolso favorito en una juerga. Y… Lamento haberle enseñado borracho fotos de tu pene a Takashima…


—¡¿Qué hiciste qué?!


—Uh-uh. ¡Nada! Solo… ¡Lo siento!


—¡Muérete Yuu!


Yuu Shiroyama siguió al castaño hasta el elevador, diciéndole las disculpas que guardaba acerca de todo lo que había hecho el último mes. Yutaka escuchaba todas las confesiones mientras de fondo oía la tenue música elevador, maldiciendo mentalmente ser tan lento con las muletas como para no haber podido llegar solo al elevador. En fin.

Notas finales:

¡Espero que te haya gustado!

Pensé en muchas cosas mientras escribía. En dado momento me di cuenta de que llevaba ya demasiadas palabras y decidí sólo hacer la idea en pocas. La verdad, no es un drabble, es más largo. Pero... Joder, no he nacido para esto. 

Si tengo oportunidad, luego subo el capítulo que está más desarrollado. 

Muchas gracias por haberme leído y felices fiestas.

Kiharu. 2016


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