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No es un sueño (yuri on ice) por laraila

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Katsuki Yuri, 14 años.

Hasta ese día de otoño, su vida era completamente normal, como la de cualquier otro omega. Por la mañana iba a la escuela. En la tarde de relajaba patinando, y volvía a casa para cenar y dormir en la noche. Su padre y hermana eran alfa, su madre una omega.

Sin embargo, ese día se sentía incómodo, como si ese cuerpo no fuera el suyo, sino el de otra persona. Sus movimientos se hacían pesados, y sus piernas estaban entumecidas. En ese entonces todavía no había perdido su voz, por lo que llamó por teléfono a su entrenador y le dijo que no iría a la práctica de ese día, y como pudo, llegó a casa, y subió a su habitación sin saludar a nadie.

Una vez dentro, se le ocurrió una idea extraña, quería reordenar su armario, no era *año nuevo, por lo que no había razón para ello, pero sin pensarlo mucho, tomó toda su ropa, toallas, yukatas, y las puso en el piso de su habitación. Un calor subió desde su entrepierna hasta su cabeza, pasando por toda su espalda, se recostó en el montoncito de ropa, acomodándose como si fuera un nido, mientras que de su cuerpo empezó a salir un extraño olor algo dulce.

Luego de unos minutos, entró su madre a su habitación ya que se había dado cuenta de lo que estaba pasando, y por primera vez, escuchó esa voz, la voz interna de omega, la cual le exigía correr a la otra omega de “su nido”. Ese impulso violento fue callado por su parte racional. Además de que la vergüenza lo invadía, pues ya estaba mojado ahí abajo, y su entrada empezaba a lubricar.

- toma estas pastillas, al ser tu primer celo no te aliviarán del todo, pero calmarán el dolor, los próximos celos serán menos extremos – le dijo, y se fue entendiendo el sentido territorial de los omegas en celo.

Las tomó y se calmó un poco, pero no lo suficiente. Se tocó el mismo varias veces ese día, pero su omega interior le vociferaba que no quería eso, sino un alfa. Incluso rechazaba los juguetes que tenía de hacía tiempo para cuando esto pasara.

Durante dos semanas, su familia le dejaba comida y agua y luego se iban, para no molestarlo. Cuando el celo terminó, Yuuri se dio cuenta del desastre de habitación que tenía. Toda su ropa tirada en el suelo, papeles rotos y rasgados, y las cortinas cerradas dando un aire pesado y lúgubre a la habitación.

El resto de sus celos no habían sido tan incómodos, y con supresores incluso podía vivir una vida normal, como cualquier otro beta.

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Yuuri, ahora con 23 años, despertaba preguntándose.

“¿Por qué estoy recordando eso ahora?”

Aunque él sabía que simplemente su cuerpo empezaba a reaccionar a la cercanía con su alfa destinado. “de todas formas no creo que dure mucho” pensaba para sí “en pocos días se aburrirá, encontrará a otro omega, o un beta mucho mejor, más bello y divertido. Mientras él es pentacampeón del patinaje, yo soy un instructor de niños, lo que no significa que no ame mi trabajo; mientras él tiene esos hermosos ojos azules que te hipnotizan con una mirada, yo los tengo cafés, más bien normalitos; mientras él tiene ese cabello latinado y brillante, yo lo tengo negro y sin brillo. No hay comparación entre ambos, es imposible que se enamore de mí, por muy destinados que seamos.”

Su omega interior se retorcía de dolor con esos pensamientos.

“ni siquiera sería capaz de decirle te amo”

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- sí, encontré a mi destinado, y se lo dije, pero no parecía muy contento de encontrarnos la verdad. Me preocupa.

- ¿qué pasó luego de que le dijeras? – preguntaron Yuri Plisetsky, un omega para nada sumiso, comparado normalmente con un gato arisco que se hace pasar por tigre. Y Mila, una alfa de mucho cuidado si se llegaba a enojar, pero divertida y juguetona en el día a día.

- primero se atoró de la impresión, escribió que debía ir a preparar las clases del día siguiente e intentó huir, pero alcancé a pedirle su número de celular. Lo anotó rápido y se fue.

- no me sorprende que se intimidara – dijo Mila

- ¿por qué? – preguntaba el albino sin entender

- tal vez porque eres famoso – dijo Yuri

- o porque eres millonario

- uno de los alfas solteros más codiciados del mundo del patinaje

- y por qué no decirlo, eres guapo

Eso dejó pensativo a Víctor… ¿cómo no lo había pensado?

- además dijiste que no habla, solo piensa. Si le llegaras a “hacer algo”, los omegas son generalmente débiles, por lo que no podría defenderse, y además no podría pedir ayuda gritando ¿cómo crees que se siente? – siguió la chica de cabellos rojos.

- muy cierto… ¿qué puedo hacer?

- ganarte su confianza, invítalo a una cita, no empieces con algo romántico y empalagoso en la primera cita, pero si algo donde puedan conocerse y hablar.

- ¿qué les parece el bar de Georgi? Es un lugar tranquilo, y podremos hablar

- es buena idea, y recuerda que los detalles son importantes, ve bien vestido y arreglado – mencionó el rubio.

Al día siguiente Víctor mandó un mensaje a Yuuri

“¿estás libre después de tu trabajo? Quiero invitarte a salir”

Luego de unos minutos llegó la respuesta

“está bien”

“paso por ti a las 8 en la pista, nos vemos”

El resto de la tarde se la pasó arreglando la cita, le avisó a Georgi que iría, para que reservara dos puestos en la barra, se puso una camisa blanca, una chaqueta azul, y pantalones negros. No era elegante ni informal, más bien era estilo casual. Y para final, y siguiendo el consejo de “no ser demasiado empalagoso, pero prestar atención a los detalles” le compró una rosa a Yuuri, aunque si dependiera de él, le compraría toda la florería.

Entró al lugar, y Yuuri también estaba listo, llevaba jeans azules y chaqueta café cerrada.

- ¿vamos?- Yuuri asintió

Fueron caminando al bar, y si bien el trayecto fue silencioso, era un silencio cómodo y agradable, solo se acompañaban el uno al otro.

Entraron al bar, un lugar decorado de manera rústica, con mesas de madera, típicos jarrones de lata para la cerveza, y fotos del mar por todas partes.

- este bar es de un amigo – le dijo – es tranquilo, espero que te guste – Yuuri se sonrojo un poco, haciendo entender que así era.

Se sentaron en la barra, si bien había muchísima gente, el ruido no era mucho, empezaron a hablar de trivialidades. O bien Víctor hablaba y Yuuri respondía escribiendo.

- tengo 27 años

“yo 23”

- no voy a patinar esta temporada, me lesioné un tobillo

“hago clases a niños pequeños… ¡son tan monos!” – siempre que Yuuri escribía algo, el sentimiento que no podía transmitir con la voz, lo hacía con expresiones faciales, cosa que enamoraba al alfa que caía poco a poco en sus encantos inocentes.

La charla continuaba, hasta que Víctor decidió ir al baño un segundo

- espérame aquí

Yuuri se quedó solo unos minutos, en lo que el alfa no estaba, otro de la misma categoría se acercó a él, y ocupó el puesto que supuestamente estaba reservado, sin que el omega se diera cuenta, puso algo en su bebida.

- hola hermosura – le dijo con una mirada lasciva que el omega decidió pasar por alto.

Yuuri solo lo miró algo avergonzado, no se sentía para nada cómodo sin su acompañante.

- ¿por qué no dejas a ese intento de alfa y vienes conmigo? Podemos divertirnos – le dijo tomándolo de una mano, pero cuando Yuuri iba a intentar zafarse, una sensación extraña invadió su cuerpo… era la misma sensación desagradable de cuando tenía 14 años. Sentía su cuerpo ajeno a él, y un calor apoderarse de sus partes bajas mientras que su fuerza lo abandonaba poco a poco.

- el acelerador de celo hiso efecto – dijo con una sonrisa socarrona, salieron dos alfas más mientras que el primeo lo tomaba entre sus brazos y lo llevaba a algún lugar.

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- ¿Yuuri?

- ¿quién es Yuuri? – preguntó Georgi, el dueño del lugar

- el omega japonés con el que vine ¿sabes dónde fue?

- ¿¡había venido contigo!? – dijo mostrando algo de miedo y sorpresa

- georgi… ¿pasó algo? – dijo el alfa poniéndose serio

- bueno… creí que había venido solo, su celo llegó de repente y tres alfas se lo llevaron

En ese minuto, el alma de Víctor cayó al suelo. Pudo escuchar  la voz de su alfa interior exigiéndole ir a buscarlo. Sus ojos se nublaron y salió del lugar. Afortunadamente Yuuri no se había alejado mucho  y su olor seguía presente. Solo tuvo que correr un par de calles, y en un callejón encontró a uno de los tres besando a su omega mientas levantaba su camisa, mientras los otros observaban “esperando su turno”.

Víctor estaba furioso, y no demoró en dejar inconsciente a los tres malditos. Una vez más calmado, sintió el dulce aroma de su omega –sin marcar – en celo. Sin fuerzas, en el suelo, sudando y muy, muy vulnerable. lo encendía de solo tenerlo cerca. Como no sabía en donde vivía, prefirió llevarlo a la pista donde hacía clases.

“lo dejaré ahí y luego me iré. No podré controlarme mucho tiempo”

Lo tomó en sus brazos y lo llevó hasta el lugar, usando su propio olor para tapar el de su omega. Cuando lo intentó dejar en una banca, Yuuri se aferró a su cuello. Lo miró a los ojos con pequeñas lágrimas que no supo descifrar a qué se debían.

Su sonrojo, sus labios hinchados, su cabello revuelto, su calor, sudor, lágrimas y evidente erección invitaban al alfa a tomar posesión de su omega, pero sabía que ere no era el momento de marcarlo, que Yuuri no era el tipo de persona que hace las cosas rápido, sino que hay que darle tiempo para asimilar estos nuevos sentimientos que crecían en ambos.

“Tal vez en la enfermería tengan algo para calmarlo”

Y efectivamente encontró supresores. Se los dio, y el aire pesado empezó a disiparse. Yuuri empezó a recobrar la compostura, y el alfa interior de Víctor empezaba a calmarse también.

- ¿te sientes mejor? – le preguntó sin tocarlo mucho, el más mínimo roce haría a su alfa interior saltar y comerse a Yuuri.

Yuuri asintió, pero aun así, sus lágrimas no dejaban de salir, aún más desconsoladamente que antes

- Yurri, ¿qué sucede?

Sacó un lápiz, y un papel de su bolsillo

“lo siento, de seguro no serán feliz con un omega que se deja engañar de esa forma como yo, lamento ser tu destinado”

Pero al leer eso, Víctor solo se sentía, peor ¡estaba feliz porque un omega lindo y sincero como Yuuri era su destinado! No sabía cómo calmarlo, y tampoco se veía muy dispuesto a hablar. Otra nota fue puesta ante sus ojos.

“de seguro el olor de mi celo te debió asquear también, pero está bien, podemos seguir viviendo como si nuestro encuentro jamás hubiese pasado”

´- ¡¿por qué crees que no me gustas?! – le preguntó casi gritando, cuando las lágrimas de Yuuri se detuvieron un segundo, Víctor aprovechó para besarlo, para demostrar sus sentimientos de manera sincera antes de que Yuuri siguiera cayendo en el espiral de baja autoestima.

Ese día, Víctor aprendió el grave complejo de inferioridad de su –futura- pareja.

Notas finales:

*puse año nuevo porque por lo menos en mi casa, todos los años, antes del 31 de diciembre hacemos limpieza de la casa, ordenamos los armarios, botamos papeles y cosas que no usamos, por eso puse esa fecha XD


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