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SÍ, SOMOS PADRES por The_dark_Duchess

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Notas del capitulo:

Hola gente!

Paso fast esta vez que debo ir a cenar :3

Hump, hoy no hay aclaraciones (milagro O.O) si hay alguna corrección, podéis hacermelo saber, se los agradecería bastante.

Quisiera agradecer a aquellas generosas personitas que me dejaron review la vez pasada, sois geniales! :D

Sin más que decir, los dejo leer :3 gracias por seguir la historia <3

Capítulo 16:

 

Bienvenidos (parte 2)

 

***.***

 

 

—¡NO QUEREMOS MÁS ENTREVISTAS! ¡LARGAOS DE AQUÍ! ¡NO SOIS BIENVENIDOS!

 

Sir Crocodile era un hombre en lo absoluto con poca paciencia, quizá estaba empezando a entrenarse en ese ámbito con respecto a su nueva hija que en ese momento empezaba a lloriquear por el griterío. “Quién me mandó a dejarme follar por ese idiota” se repitió en la mente por milésima vez. Los entrevistadores atiborraban las verjas de su casa en busca de llenar las páginas de las revistas para las que trabajaban con novedades de su familia, en específico, con novedades de la nueva familia Donquixote. Era algo que le gastaba la bilis y el cortisol del cuerpo, tanto estrés debía ser dañino.

 

Hacía poco, un grupo de entrometidos lo estaban fotografiando mientras hacía pilates en el jardín de su casa. Lo último que quería ver era su foto entrenando en alguna página central de los espectáculos de la semana. Ni siquiera recordaba cómo era que se dejó engatusar por Doflamingo; bien por él que ahora andaba más preocupado por ser padre que divo, pero su trabajo lo perseguía hasta la casa.

 

Crocodile fue hasta la habitación de Hana y la cargó para mecerla suavemente y se volviera a dormir; no obstante, un mediano embrollo le llamó la atención desde el segundo piso donde se encontraba. Era Law buscando algo como poseso.

 

—¿Sucede algo? —inquirió con Hana en brazos desde su posición

 

“Mierda, parezco la maldita madrastra preocupada” se regañó internamente al analizar el tono de sus palabras.

 

—¿Sabes dónde dejó Doflamingo las llaves del segundo auto?

—Se las llevó, estaban en juego con las llaves de repuesto de la casa —respondió, dubitativo— ¿para qué necesitas el auto? Casi siempre sales a pie

—Es Luffy

—¿Le pasa algo al niño?

 

No era que le interesara los asuntos del mocoso, al menos eso era lo que Crocodile intentaba convencerse.

 

—Creo que nuestro bebé ya viene —aseguró con una consternación poco habitual en él

—¿Y estás tan calmo? ¡Esos dolores son insoportables!

—Luffy es bueno resistiendo dolores

—Por más que lo niegues, a veces eres igual que el idiota de Doflamingo

 

La afirmación de Crocodile hizo que Law lo taladrara con la mirada, empero este último tenía otros asuntos de gran urgencia que atender como para discutir las conclusiones de la crianza de Doflamingo y Rosinante durante la segunda mitad de su infancia.

 

Un escandaloso barullo ocasionado solo por Rosinante se empezó a escuchar proveniente de las verjas de la casa; un poco alarmado, Crocodile corrió con la bebé en brazos hasta la entrada de la casa. En el momento en que se asomó, una bruma intensa de centelleos los agobiaron tanto a él como a Hana, una de las peores pesadillas para Crocodile era que finalmente su hija se acostumbrase totalmente a los flashes; Doflamingo estaba muy acostumbrado a las fotos y a los paparazzis, cuando a veces caminaban de la mano con él, este ni se inmutaba con las fotografías e incluso posaba con su macabra sonrisa para las revistas.

 

En fin, el alboroto de esta ocasión lo hacía Rosinante, quien cargado en brazos a Luffy (sí, God, Law se quería morir) se la pasaba corriendo por el jardín muy cerca de las verjas, obviamente llamando la atención de hasta los vecinos que nada tenían que ver con ellos.

 

—Ya viene mi sobrino-nieto —dijo con una sonrisa de oreja a oreja cuando le exigieron una declaración mientras posaba lo más dramáticamente posible para las cámaras

— ¿Podría ser más específico? —exigió uno de los entrevistadores

—Este es Luffy, la pareja de Law el hijo adoptivo de Doflamingo, por lo tanto mi sobrino, así que el bebé que este chico lleva es mi sobrino-nieto ¿la captan? —respondió en diferentes posiciones para salir bien en las cámaras

—Por lo visto los gustos por los chicos fértiles también es de familia —sopesó una paparazzi con gafas de sol

—En efecto

 

Un grito intenso y coreado se escuchó cuando una cantidad considerable de agua recién hervida fue lanzada hacia los entrevistadores empotrados en las verjas, era Sir Crocodile que ahora tenía la olla en sus manos, harto, contó cada segundo que le tomó hervir al agua para ser lanzada a los entrometidos.

 

—¿Por qué los tratas así? —regañó el rubio al azabache— me estaban haciendo una entrevista

—¡A costa del mocoso! ¡AHORA MUEVE TU TRASERO DE AQUÍ Y METE A LUFFY AL AUTO!

 

Los cuñados corrieron hacia el garaje -el cual estaba bastante lejos ya que la casa era grande- a una velocidad poco usual en ellos. Cuando llegaron, resultaba que Law ya estaba preparando los motores del vehículo perteneciente a Crocodile, quien había dispuesto el suyo en pos a salvar la vida de los dos mocosos. Hana ya estaba dentro en un seguro canguro.

 

—Rosinante, hazte cargo de mi hija, yo conduciré —ordenó el azabache

—Yo iré de copiloto, así que cuida de Luffy, Cora-san —Law lo atronó con la mirada, dándole a entender que sabía lo del show con los paparazzis

 

El rubio tragó saliva mientras se acomodaba con los dos menores en los asientos traseros, Luffy -quien permanecía demasiado calmo para lo normal- finalmente empezó a quejarse tocándose el bulto bajo su pecho, solo ínfimos alaridos con los ojos entrecerrados que ponían de los nervios a Law.

 

—Oye ve más despacio —reclamó Rosinante cuando casi se van de lado con todo y bebé; Crocodile estaba conduciendo peor que un maniático.

—Mi auto, mis reglas —musitó Crocodile cuando doblaba la esquina

 

Iban a pasar por las verjas principales de la entrada, donde ya hacían los entrevistadores aglomerados y buscando a los habitantes que desaparecieron de improviso.

Crocodile desvió el auto hasta pasarse sobre la vereda y arremetió sin vacilación directo hacia los paparazzis; si no fuera por los reflejos de algunos, era seguro que el azabache conductor los atropellaba; bueno, se iba a llevar una bruma aceptable.

 

Law observó con consternación la macabra sonrisa que se curveaba en los labios de su segundo padrastro, al parecer en serio tenía planeado atropellarlos.

 

—¡Casi los atropellas! —notó Rosinante algo asustado

—Una lástima que lo esquivaran —afirmó azuzante

—¿Enserio planeabas atropellarlos?

—¿Entonces por qué crees que me salí de la vereda? —Crocodile seguía conduciendo como si la cosa no fuera con él

 

Hacer enojar al azabache no era una vía recomendable, y Doflamingo lo sabía muy bien.

 

 

*

 

 

Llegaron al hospital en mucho menor tiempo en el que lo hubiera hecho cualquier corredor profesional -bueno no exactamente, pero la idea era esa- y era gracias a Crocodile. Trafalgar cargó al menor en sus brazos y corrió hacia el ala dónde venían la luz los bebés Rosinante cargó a su sobrina en brazos y persiguió a sus otros sobrinos emocionado mientras Crocodile se encargaba de buscar un lugar donde estacionar el auto.

 

Como era un evento inesperado, Law no supo si llamar a alguna obstetra o encargarse él mismo de su hijo, por alguna razón, no confiaba en nadie que no tuviera sus divinas manos -sí, un médico algo ególatra-; así que clandestinamente se metió a una sala recién desocupada que tenía todos los instrumentos recién cambiados y se encerró antes de que llegara alguien. Recostó a Luffy sobre la camilla y lo desvistió todo lo necesario, el menor agonizaba semi inconsciente y sus respiraciones eran irregulares, lo que aportaba bien poco al sosiego del ojeroso.

 

Casi con el corazón en la boca -metafóricamente- se dispuso a anestesiar localmente al menor, pero cuando quiso operar la mano no le respondía, parecía como si estuviera sufriendo un Parkinson inducido, su pulso se hizo… shit, literalmente.

 

Un ataque de ansiedad se disparó desde nadie sabe dónde, la cuestión era que le arremolinaba todo el cuerpo y hasta sus piernas se convirtieron en un par de fideos recién cocidos. No, definitivamente, Law no podía hacerse cargo del parto de su propio hijo.

 

Entre la sordera de su propio fuero, no advirtió en las insistentes arremetidas a la puerta provenientes desde el exterior, como bestias rasgando la puerta, clamaban por acceso a quien fuera el ocupa. Law apenas y se movió cuando fue lanzado al suelo; las enfermeras, bastante alertas ante el estado del chico sobre la camilla, dejaron pasar el regaño preparado para el joven médico y decidieron prestar atención a un agonizante Luffy.

Robin fue la encargada de la faena esta vez, como lo hizo una vez con Sanji, operó con increíble calma y habilidad mientras Law permanecía absorto afuera de la sala, auto regañándose por haberse dejado llevar por la tensión -y emoción- del momento, la ansiedad y la presión nunca habían sido un inconveniente cada vez que necesitaba de sus habilidades, bueno, para todo hay una primera vez, se suele decir.

 

El primer llanto que provino de la sala donde estaba ingresado Luffy captó toda su atención, era un gimoteo potente y firme; justo como lo había pronosticado, era un varón.

 

Crocodile y Rosinante lo acompañaron a inscribir al bebé como Trafalgar Kazuhiko Giotto, quien había nacido saludable y escurridizo, con los ojos grises igual que Law pero sin ojeras, o al menos eso decía Rosinante.

 

Luffy descansaba con anestesiantes ya que literalmente quiso ir detrás de la enfermera que se llevó a Kazuhiko una vez nacido, le pareció muy poco el tiempo que solo lo miró, pues no tuvo la oportunidad de cargarlo. Law lamentaba eso -aunque no lo manifestaba abiertamente- sin embargo, lo consolaba el hecho de que cuando Luffy y su hijo regresaran a la loca casa Donquixote, un cuarto preparado les esperaba. El plan principal del moreno era comprar una casa con los ahorros que tenía, ya había estado averiguando al respecto; no obstante, escoger casas no era un lado muy pulido en él, pero prefería hacerlo sólo antes que pedirle ayuda a Rosinante, se llevaba ‘bien’ con su rubio tío, pero en esos asuntos prefería guardar distancia o terminaría comprando una casa de payasos. Quizá pasarle la voz a Crocodile era una buena opción, ya que parecía ser el único cuerdo en la casa donde vivía, pobre de él cuando se mude con Luffy, se quedará con los hermanos Donquixote que a menudo competían por ver quién era el más loco, si es que Hana no ha salido como ellos también, después de todo, tienen la misma sangre.

 

 

 

 

***.***.***

 

 

Ace y Sabo tenían el cuarto del bebé listo para ser ocupado, absolutamente todo el temario de la dulce habitación tenía matices y colores varoniles; el mismísimo Roger había ido a escoger con los futuros padres los accesorios para su futuro nieto, y de paso, de vez en cuando traía juguetes para llenar la habitación. Habían decidido los tres nombres varoniles para el niño y hasta Sabo mismo bordó todas las ropitas y mantitas con el nombre escogido. Ace se había tomado múltiples fotos con frases dirigidas hacia su futuro hijo y hasta Roger había concedido cederle su colección de pelotas de fútbol firmadas por sus ídolos hacía hace años.

 

En efecto, de la ronda de nuevos padres, Ace y Sabo eran los que más se habían preparado para la llegada del nuevo integrante, eran ese tipo de par que necesitaba que todo saliera perfecto; y por cómo iba la situación, todo parecía ir conforme a lo planeado.

Y como todo lo tenían planeado, la cesárea programada estaba cerca de llegar, y tanto Ace como Roger estaban desbordantes de ansiedad, tanto así que al igual que las chicas marcan los días que tienen la menstruación, ellos marcaban cada uno que se acercaba a la cesárea.

 

Sabo por su parte intentaba permanecer sosegado, antes de que los nervios lo mataran de felicidad. Inclusive la familia tenía un corito para el varoncito, hasta los videos de bienvenida que le grababan estaban dedicados a él.

 

Hasta que el maravilloso gran día llegó, en esta ocasión, no hubo desesperantes dolores que aquejaran a Sabo, ni semi desmayos que crisparan los nervios del vecindario. Lo que sí hubo, fue un par de azabaches más desesperados que nunca, Roger no vivía un nacimiento a tal magnitud desde que su amada Rouge alumbrara a Ace hacía poco más de dos décadas; Ace parecía el paciente con los espasmos de euforia, el pecoso trataba con sumo cuidado a su novio, y como si se tratara de una caja de diamantes bien cotizados, Sabo fue sentado en su asiento con parsimonia mientras Roger le agitaba un abanico cerca del rostro y así evitar que se ahogara o se atragantara con el aire de su histeria.

 

Llegaron al hospital una hora antes de lo programado y Sabo fue recibido por un par de enfermeras encargadas de alistarlo; cada segundo y minuto que transcurría se alargaba tanto que Ace recordó aquella lejana vez en la que debía esperar los resultados de su tesis, literalmente estaba sudando como un animalito a punto de ser sacrificado.

 

El pecoso no quiso entrar a acompañar al rubio porque sabía que podría vomitar el piso; sí, le daba unos pésimos nervios, recordaba muy bien cuando dio uno de sus exámenes finales en la universidad, vomitó el agua que bebió porque se sentía en exceso frustrado; dos días antes de su graduación se desmayó en la bañera -Roger lo arrastró de vuelta al mundo de los conscientes-, así que uno de los papás perfección no quería darse el lujo de arruinar tan importante ocasión.

 

Media hora después, la doctora a cargo salió de la sala donde operaban a Sabo con una mantita blanca envolviendo al nuevo integrante de la familia. Las sonrisas en el rostro de Ace y Roger no se hicieron esperar, casi como un par de niños que corrían al carrito de helados, padre e hijo casi se abalanzan sobre la doctora.

 

—Es una niña saludable —afirmó la médica con un semblante neutral

—¿¡Qué!? —exclamó Ace en su fuero consternado

—Dije que estaba saludable

—No, no… —aclaró Roger— el sexo del bebé…

—Es una niña

 

La doctora les enseñó a la recién nacida, innegablemente una buena combinación entre Ace y Sabo, pues su cabello era rubio almendra con pecas discretas en las mejillas.

 

—Oh, Kami… se parece a tu madre… —susurró Roger con la voz rota, la bebé era casi como una mini Rouge pero con el tono de cabello igual al de Sabo -el de Rouge era palo rosa-

 

Padre e hijo se miraron cómplices y de inmediato escondieron las mantas celestes y demás accesorios, el gorrito con el que pretendían cubrir al bebé tenía grabado el nombre de Yamato, porque se suponía que apostaban todo a que era un varón.

 

—Adivinaré —musitó la doctora— no tenían idea de que era mujer…

 

Los azabaches negaron en silencio de manera compulsiva.

 

—Te dije, padre, que debimos sacarle una ecografía

—¡Pero si mi intuición nunca falla!

—Como las personas, esas habilidades también suelen envejecer —farfulló Ace con un par de pucheros dándole volumen a su rostro

 

Lo que quedaba era romperse la cabeza para nombrar a la niña, al creer que era varón, solo habían pensado en nombres de niños. Y de paso, tendrían que remodelar el cuarto del bebé, juguetes, ropas… prácticamente, todo.

 

 

 

***.***.***

 

Semanas después

 

 

Zoro y Sanji se estaban adaptando a la nueva rutina con los gemelos en casa, pues no se trataba de una crianza descuidada, ellos habían visitado al nutricionista y tenían controles todos los viernes, era Sanji quien controlaba los horarios de alimentación para sus hijos; muchas veces, cuando los gemelos lloraban en las madrugadas, era Zoro quien se hacía cargo de calmarlos, los bebés se habían acostumbrado a que fuera él quien los arrullara en plena noche.

 

Eran las tres de la mañana de un lunes en la casa de los Roronoa-Vinsmoke y los gemelos se habían despertado para su sesión biberón. Zoro bostezaba mientras calentaba el par de biberones a baño María y mecía en la canasta doble a sus hijos, a Sanji le tocaba descansar esa noche, así que el mayor de los peli verdes lidiaba con el par de llantos un tanto mermados gracias a sus atenciones. De los dos, Reizei era el más terco en todos los aspectos, se demoraba en dormir, en tomar leche, el primero en llorar cuando lo sacaban de la pequeña tina de baño, etcétera; Michiko era una bebé más sosegada y hasta cierto punto hábil, ella se callaba cada vez que Sanji le prendía la música clásica o las clases de inglés online que alimentaba su subconsciente. Reizei era inquieto, Michiko era observadora, pero los dos eran en absoluto curiosos; ambos bebés ya demostraban claras diferencias en sus aptitudes desde temprana edad.

 

Luego de media hora en la que Zoro se la pasó dando de beber a ambos a la vez -tenía su truco casero para darles biberón a la vez-, la que le dio tregua fue Michiko, quien cansada y calma fue colocada en su cuna una vez Zoro llevó a los gemelos a su habitación.

 

—¿Y tú qué? —regañó suavemente al varón de sus hijos— tu hermana ya se durmió, deberías hacer lo mismo

 

Reizei bostezó con un gimoteo tenue y corto antes de abrir los ojos de par en par, los cuales en la oscuridad y con el brillo leve de la luna filtrándose por las cortinas daban la impresión de brillar como el agua de los mares, en definitiva, esos ojos celestes eran de Sanji.

El bebé observó a su padre cabecear por el sueño mientras intentaba mecerlo en la canasta, y como respuesta -o quién sabe si lo hizo por interrumpir- empezó a sollozar en tonada crescendo.

 

—No, no, no, Reizei —se quejó el moreno mientras mecía con más esmero la canasta— seguro esto también lo heredaste de Sanji —se quejó alegando a esa extraña manía del rubio que tenía de molestarlo a veces

 

Y para evitar que los sollozos -que empezaban a convertirse en llanto- despertaran a la dama de los bebés, Zoro cargó al quejica en sus brazos y se lo llevó hasta el jardín, intentando mecerlo colocando la cabecita sobre su hombro, mas a lo mucho logró que le babeara el camisón de dormir. El mayor caminó fuera del jardín hasta llegar a la vereda pública de su propiedad, así que como no se le ocurría nada viable que hacer con su hijo, caminó fuera, para pasear por el vecindario.

 

Tan mala fue su idea que en solo veinte minutos no reconoció ni una sola casa, según Zoro, las casas habían cambiado de posición secretamente. Cuando era pequeño, solía decirle esas cosas a su madre cada vez que se perdía camino a casa.

 

Lo peor de la situación no solo estribaba en el hecho de haberse perdido -con bebé encima-, sino también estaba el llanto de Reizei que resonaba coreado por ecos en todo el lugar; generalmente no debería ser tan notorio, pero en medio de la noche y estando el ambiente tan silencioso, el llanto de un bebé afuera hasta parecía escandaloso.

 

—Vas a despertar a todo el vecindario —susurró Zoro acariciando la matita verde de su bebé

 

Un hombre de cabello azabache y pecas salió de su casa a trastabillones.

 

—¿Zoro? —inquirió en un susurro mientras su bebé correspondiente se agitaba en su pecho, el peli verde se giró con cuidado buscando al que le hablaba

—¿Ace? —el que cargaba con el bebé de pelo verde observó con recelo sus alrededores

 

¿Cómo pudo perderse hasta llegar a la casa de los Gold D.? Bueno, no estaba muy lejos de su zona -por ello Ace llegaba a pie para visitarlo y contarle sus frustraciones-, empero no solía ser su ruta acostumbrada.

 

—¿Cómo supiste que estaba pasando por aquí?

—El llanto de tu bebé se escucha hasta mi sala, así que salí a husmear y resultaste ser tú —señaló a Nyoko Agatha -sí, así la llamaron- con el gesto de su rostro— ella me tiene trasnochando las últimas noches, no perdona nada

—¿Y Sabo?

—Es un delirio, se hace cargo de ella todo el día —meció a la rubia bebé suavemente— justo se acaba de dormir, hace maña la mayoría de veces

—¿Cómo lo haces? Reizei es muy terco para dormirse

—¿Tienes un chupón a la mano?

—Sí —Zoro sacó un chupón de color celeste de uno de los bolsillos traseros de su pantalón de pijama

—Préstamelo un rato, ven pasa para que tu bebé no se congele hahaha

 

Una vez en la sala, Zoro intentó mecer a su hijo que empezaba a gimotear inquieto, incluso se aventuró a olfatearlo para ver si el pañal estaba sucio, pero no era el caso en esta ocasión.

Al rato, Ace regresó con el chupete de Reizei— a ver, dale esto

 

El moreno tomó el chupete con curiosidad antes de hacer caso al pecoso; en efecto, Reizei comenzó a succionar el chupón con relajo.

 

—¿Qué le pusiste?

—Solo lo remojé en un poco de vino con somnífero

—¿¡Qué!? ¿¡Estás loco!?

 

El pecoso soltó una silenciosa risotada.

 

—Era broma, solo fue un poco de miel con manzanilla, mi abuelo hacía eso con Luffy cuando era un bebé

—Se está quedando dormido

—Ese era el objetivo, se enrolan con el dulce a veces y la manzanilla es una infusión relajante; al parecer tienen un pequeño travieso en crecimiento

—Y que lo digas, a Sanji lo tiene en movimiento toda la mañana, y eso que aún no sabe caminar, no me imagino lo que hará

—Lo que debería preocuparte es si ha sacado tu don en la orientación, porque si es así tendrán que ponerle un radar GPS hahaha

—Ja-ja-já, muy gracioso

 

Interrumpiendo la conversa, el celular de Zoro comenzaba a vibrar en el bolsillo de su chaqueta. En silencio, dejó a Reizei en uno de los brazos de Ace para poder contestar a su pareja.

 

—¿Dónde estás? ¡A donde te has llevado a mi hijo en plena madrugada! ¡Van a ser las cinco!

—Tranquilízate, soy su padre ¿recuerdas? Lo cuido bien

—¡CÓMO PUEDO ESTAR TRANQUILO SI CADA VEZ QUE SALES POR LA PUERTA NO SÉ SI SERÁS CAPAZ DE REGRESAR SIN QUE MANDE A LA POLICÍA A BUSCARTE! ¡Como te hayas perdido con mi hijo yo…!

—Ya estoy en camino —susurró para no despertar a los dos pequeños— en la casa hablamos —y colgó

 

Reizei para ese entonces ya se había calmado y solo observaba los alrededores del techo con una curiosidad tan habitual que Zoro no pudo evitar sonreír.

 

—Era Sanji, ese cejillas se pone histérico cuando saco a los bebés a pasear

—Está en su derecho, si Sabo tuviera tu orientación definitivamente le implantaría un rastreador

—No te hagas el gracioso, Ace —farfulló entre dientes— mejor me voy, no he dormido nada y en unas horas entro a trabajar

—igual yo, recuerda que trabajamos en la misma oficina hahaha

 

El moreno salió de la casa del pecoso con pasos apresurados, aunque de poco le sirvió ya que a pesar de creer conocer el camino perfectamente, se terminó perdiendo un poquito. Al final llegó a su casa cerca a las seis de la mañana.

 

—¿¡DÓNDE SE SUPONE QUE ESTABAS!?

—Shhhhh —con un dedo sobre los labios del rubio, se acercó a él y le enseñó a Reizei dormido— me ha costado mucho hacerlo dormir

 

Sanji lo observó con desdén y bufó para calmarse; un instinto sobre protector se había instaurado dentro de sí, y a veces se preocupaba más de lo debido.

 

—Prepararé el desayuno, deja a Reizei en su cuna, Michiko sigue durmiendo

 

Zoro asintió, Sanji lo observó detenidamente, su pareja tenía ojeras y el cansancio se reflejaba claramente en su rostro; se empinó un poco y le dio un beso en los labios— ve a alistarte, no quiero que llegues tarde a la oficina

 

*

 

—Te estás poniendo mejor —fue lo primero que dijo Zoro cuando entró a la cocina luego de alistarse

 

El peli verde sabía que Sanji estaba desanimado con su flacidez, porque luego de un tiempo considerable de haber estado ‘inflado’ las cosas no podían regresar al estado original con magia. El rubio se había pasado horas y horas investigando ejercicios y dietas para recuperar la firmeza de su abdomen nuevamente; Zoro se enteró cuando quiso tocarlo y volver a disfrutar un tiempo juntos, sin embargo, Sanji se opuso todas las veces; harto de esa resistencia, el moreno husmeó sin querer entre los papeles que su pareja escondía en la alacena, y encontró la respuesta: hojas y hojas de documentos con las rutinas de comida y ejercicio que usaron modelos famosas luego de ser mamás para volver a desfilar sobre la pasarela con lencería. Recuerda muy bien que no paró de reírse por la obsesión de Sanji con ese tema.

 

—¿A… a qué te refieres? —el rubio se hizo el desentendido mientras trataba de enfocar su atención en batir la masa de los wafers

—Los ejercicios que haces, incluso te vez mejor que antes de… ya sabes… tener a los bebés dentro

 

Un sonrojo furioso pinceló el rostro entero de Sanji, y este trató de concentrarse en los wafers, pero hasta se le cayó la batidora.

 

—¿Cómo es que sabes de eso?

—Soy tu pareja, cuando te cambias puedo ver la diferencia

—¡Alga pervertida! Me observas mientras me cambio

—Haces lo mismo mientras me baño

 

Sanji se quedó sin palabras, y al verse descubierto, cerró la boca y en silencio prosiguió a cocinar la masa, dejando a Zoro con una sonrisa satisfecha.

 

 

 

***.***.***

 

 

 

Shanks estaba leyendo un libro de recetas que Sellawk acababa de comprar en el supermercado, alegando que quería un desayuno más dulce. Y como ahora tenía todo el tiempo del mundo sólo en la casota a la que se habían mudado, decidió cumplir algunos caprichos. Alastair era un bebé quieto y observador, si bien era cierto lloraba cuando los instintos le llamaban, no solía impacientarse cuando pasaba horas recostado en su cuna o el coche, a diferencia de su hermana cuando era bebé, tampoco reía con facilidad, en vez de ello se quedaba observando a aquel que intentara entretenerlo con cualquier payasada -generalmente era Shanks-, como si con la mirada dijera “¿Qué le pasa a este retrasado?”; según la familia de Mihawk -su padre, un abuelito muy soso y seco según Shanks- Alastair se portaba casi igual al oji miel cuando era bebé.

 

—Cielos, eres como un mini Mihawk ¿verdad? —habló el pelirrojo mirando a su sosegado bebé que examinaba una sonaja como si fuera un físico estudiando los agujeros negros

 

Los profundos y grandes ojos color almendra de Alastair miraron a Shanks con expectativa— no, ya no voy a hacer mis muecas, tú casi nunca te ríes —reprochó a su bebé con un puchero— oh, pero sí que vamos a salir hoy, pequeño

 

Shanks alistó sus cosas en una maleta deportiva: tres botellas de agua, dos manzanas, un termo con leche tibia, dos biberones, toallas, una muda de ropa, pañales, talco, aceite de piel y ropa de bebé. Salió con unos pantalones deportivos y un polo ceñido, la maleta la llevaba en un brazo y en su canguro, Alastair reposaba con atención.

 

Una hora después, el pelirrojo entraba a un gimnasio cercano al centro, donde habían tiendas naturistas y deportivas de todo tipo; él jamás lo aceptaría, pero al igual que la ‘promoción de hombres preñados’ se preocupaba por su figura; la diferencia radicaba en que él sabía cómo recuperarse, y en su momento sufrió lo que los papás primerizos sufrían ahora, el secreto no solo radicaba en tener una ‘buena genética’, sino también en el cuidado durante y después de la acunación del bebé junto a una rutina de ejercicios focalizados, hacía un par de semanas, el médico -entiéndase Chopper- le había dado ‘bandera verde’ para empezar a ejercitarse.

 

 

Shanks’s PoV

Tenía que llevar a mi calmo bebé conmigo, prefería eso a dejarlo en la casa de mis suegros, si se queda con ellos de seguro me lo convierten en un borde igualito a Mihawk; aunque no me malentiendan, amo a ese hombre pero creo que con uno me basta, si mi hijo adopta sus mañas él y su padre me van a volver loco. Lo único extraño en esto es que ni Mihawk ni Sellawk saben que hoy empiezo mi rutina en el gimnasio, porque estoy seguro que ninguno me dejaría salir. Por favor, como si yo fuera de porcelana, ya me siento apto para comenzar a recuperar mi vientre plano; ¡Kami! Amo a mis hijos y no los cambio con nada, pero descojona como de flácido te queda todo, pero si las modelos de Victoria Secret pueden ¿por qué yo no?

 

Según Mihawk voy bien y no debería quejarme, ¡qué sabrá él de esas cosas! Él sí conserva sus abdominales intactos -y agradezco eso- entonces debería dejarme a mí hacer lo mismo. No es por nada, pero pienso ser escogido como Mister papá cuando Alastair vaya a la escuela, cuando fue la etapa de Sellawk fue escogido -por unanimidad he…- y pienso repetir mi hazaña. No, no es ego… bueno sí, pero no le hago daño a nadie dahahaha.

 

Una vez en la sala de gimnasio, el recepcionista de informes me mira de pies a cabeza.

 

—¿Señor Shanks?

—Killer, ¡A los años! Creí que querías estudiar educación

 

Era un rubio de cabello largo y brilloso -durante años envidié su pelo- que atendía la recepción cuando yo pude ir al gimnasio luego de tener a Sellawk, en ese tiempo si no me equivoco tenía unos diecisiete años u oscilando esa edad.

 

—Lo hice, sino que el gimnasio es de mi tío y suelo apoyarlo con la recepción

—Ya veo

—¿Es tuyo? —inquirió señalando a mi bebé en canguro

—En efecto, hace un par de meses lo tuve

—Entonces creo que sé qué es lo que te trae por aquí —aseguró con una sonrisa en los labios

—Y yo creo que no te equivocas dahahaha

 

Descargo a Alastair y Killer me presta uno de los colgadores de bebés para colocarlo ahí.

 

—No llora ni se aburre con facilidad, es un bebé bastante tranquilo, mientras me vea creo que estará sin hacer problemas

—¿Enserio? Los bebés de hoy día son muy inquietos jajaja —Killer se acerca hasta mi bebé y le agita la sonaja— yo quisiera uno pero a mi novio no le agradan, además no puedo quedar en estado

—Pero podrían adoptar…

—Primero tendrían que agradarle a mi novio hahaha, él trabaja aquí, te puede ayudar con las rutinas

—¡Sería genial! Bueno, no es como si yo… mejor no, tengo una pareja un poco celosa y pues… si quiero paz en mi casa, mejor evito los motivos dahahaha

 

Las máquinas de calentamiento están algo cerca al colgador donde reposa Alastair, mi hijo solo se limita a seguirme con los ojos atentamente, God, si no fuera un bebé creería que es un agente secreto en cubierto, como si Mihawk lo hubiera entrenado por vigilarme ¡sería el colmo!

 

Programo la corredora por diez minutos y comienzo la rutina. No es hasta que escucho un escándalo por dónde están las pesas que me desconcentro, recién han pasado ocho minutos.

 

—¡No señorita! ¡No se viene a coquetear al gimnasio!

 

No es cierto, es Killer encarando a una chica de cabellos rosas, al lado hay un chico pálido, musculoso y de cabello rojizo, un tono más claro que el mío. ¿Se ha molestado porque esa chica ha coqueteado con el pelirrojo?

 

—¿Tú quién te crees para decirme dónde y cuándo puedo coquetear?

—¡Desde que te pusiste a coquetearle a mi novio!

 

Jesucristo, díganme que son ellos y no yo, es que a cada lugar que voy me pasan cosas bien raras. Por ejemplo ahora, me toca observar cómo Killer y la chica se han tomado de las mechas; es viendo este tipo de escenas que agradezco no haberme hecho crecer el cabello -tanto, claramente- porque sino…

 

—¡Maldición rubio! ¡No puedes hacer un escándalo de algo así! —es el chico albino el que reclama ahora, parece ser que es un entrenador en este gym— ¡¡Ni siquiera me di cuenta que esta mujer estaba haciendo lo que tú dices que estaba haciendo!!

 

No, definitivamente esas cosas se solucionan con trato firme, así que mejor voy y ayudo a separarlos.

Con un esfuerzo compartido con el chico pálido, finalmente logramos separar a ambos, la chica pelirosa huye del gym entre gritos e insultos; Kami, ojalá mi Sellawk no sea así de problemática porque sino tocará recogerla en la comisaría cada dos por tres.

 

—Gracias por ayudar, Shanks —Killer me habló mientras se arreglaba el cabello

 

Otra razón por la que no quiero un cabello tan largo es esa, para peinarlo es una Odisea, ni qué decir del cuidado y ufff…

 

—Dahahaha, no hay de qué

—Este es Kid, mi novio —vaya, vaya… no sabía que a Killer le gustaban los… musculosos pálidos, a mí se me hace como si le faltara una bronceada en la playa. Uy, no debería estarles contando esto, por cosas así me meto en problemas

—Soy Shanks, un gusto

—¿Tuyo es el mocoso que grita? —qué manera más rara de responder…

 

Esperen ¿el bebé que grita? ¡Alastair!

 

—¡No puede ser!

 

Como muy pocas veces sucede, mi hijo está lloriqueando mientras se sacude en el colgador, algo debe estarle molestando mucho como para que esté así de malhumorado. Y ni bien estoy cerca de él me percato de lo que pasa; se hizo popó… iugh…

 

—Se ha hecho popó —le comento a Killer cuando se acerca

—¡Deja que Kid lo cambie!

—¿¡Qué!?

 

Al parecer, a Kid no le agradó la idea de cambiar a mi bebé, pero bueno, por no quedar mal con el desconocido -o sea yo- acata refunfuñando mientras yo le paso los pañales, el papel y el talco para que lo cambie; la sonrisa maléfica que tiene Killer en el rostro me hace creer que lo ha hecho a propósito, uf, lo bueno es que yo no tengo que cambiar el pañal, aunque ni tanto he de celebrar, que de todas maneras he de hacerlo en casa.

Unos diez minutos después, Kid sale del baño con una cara más pálida de lo que ya es, y yo que creí que no era posible.

 

—No quiero hijos, nunca —fue lo que dijo antes de pasarme a Alastair

 

 

*

 

Cuando llego a casa, lo siguiente que me queda es bañarme y atender a mi bebé, al menos eso hasta que llegue Sellawk y se entretenga cuidándolo, así podré preparar el almuerzo. Y tal cual ya se ha hecho una cómoda costumbre, pasan las horas hasta las seis de la tarde que es cuando llega Mihawk.

 

Aún recuerdo la primera semana luego de nacido… Wolfgang, Sellawk se la pasaba queje y queje por haberle puesto ese nombre, yo no le veo el gran perjuicio; es decir, no es un nombre que yo escogería pero… ¿No fue ese el nombre de ese famoso compositor de música clásica? Mozart si no me equivoco… resulta que es un antepasado de Mihawk… y desde él, algunos Dracule han adoptado ese nombre en su honor. Yo ni sabía que los Dracule son una línea indirecta familiar de ese compositor gracias a que una Mozart se casó con un Dracule hace muuuuuuucho tiempo; já, yo a las justas me sé la historia de mis padres, oh… soy un mal nieto.

 

Mis pensamientos son interrumpidos cuando siento un fuerte apretón en el trasero, eso me hace brincar un poco por la sorpresa antes de durar mi rostro a reprender al culpable.

 

—Estoy cocinando Mihawk —le resondro mientras termino de lavar unas cuantas papas

—Ayer no pudimos…

—Lo sé, el bebé se despertó y no pudimos tener sexo, no me digas que eso te tiene frustrado

—Vivir con un futuro esposo sexy acelera mis instintos

 

Su susurro en mi nuca me escarapela el cuerpo, no puedo creer que a estas alturas aún me tiemblen las piernas con el contacto de sus fríos dedos sobre mi piel.

 

—Mihawk… maldición —sus manos apegan mis caderas a su pelvis y casi puedo sentir su erección frotándose en mi trasero— eres un… pervertido

 

Justo cuando empieza a mecer sus caderas contra las mías se escucha un estruendo bajando del segundo piso; ambos suspiramos para calmarnos y escucho los pasos de Mihawk migrar hasta la mesa de la cocina e improvisar que pela una naranja. Nos hemos calmado porque los niños vienen y no es apropiado que nos vean en acción; no, por favor, de solo pensarlo se me congela el cerebro.

 

Una vez entra Sellawk cargando a su hermanito, le saludamos y ella se sienta a relatarnos unas cuantas experiencias. Mi pareja me mira fijamente con esos ojos miel que me ponen nervioso, conozco esa mirada, es una que dice: “No te me escapas esta noche”. No, definitivamente no podré escapar… ni quiero intentarlo siquiera.

 

 

***.***

 

 

 

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Notas finales:

Kazuhiko: príncipe lleno de armonía // Giotto: pacífico y con capacidad para liderar.

Nyoko: "gema", "piedra preciosa" o "tesoro" // Agatha: La más amable y cordial.

 

Espero que el fic no se esté alargando tanto :'v intentaré apresurarme para que no se alargue tanto xP

¡Muchas gracias por leer! si deseáis dejarme algún review, lo leeré y responderé con cariño, cuidaros, hasta el próximo. Que tengan un agradable comienzo de semana :D

 

 

 

Domingo 30 julio 2017


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