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STARS por Keny-chan

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Notas del capitulo:

Okaaay~

Es la primera vez que escribo sobre una relación chica x chica, y es porque en la vida una ship yuri se había ganado mi corazón como lo hizo el KiyoYachi. Lo cierto es que me encanta la manera en que Kiyoko abre su corazón a Hitoka y es hermoso cómo le sonríe, aasdasda

 

Espero les guste C: 

STARS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando abrió los ojos el reloj en su celular marcaba medianoche, todo el lugar permanecía oscuro casi por completo y el silencio sólo era interrumpido brevemente por la suave respiración de su compañera de habitación. Había logrado dormir sólo dos horas y sabía, llegada a ese punto, que no podría volver a conciliar el sueño con facilidad, no con todos aquellos pensamientos corriendo por su cabeza.  

Se llevó las manos al rostro en un intento de no exaltarse demás estando en la habitación con Kiyoko-senpai dormida. Deseaba poder salir y tomar un poco de aire fresco, pero el entrenador había sido claro al respecto: nada de merodear por los alrededores después de las diez.

¿Qué debía hacer? En verdad necesitaba salir.

Lo pensó unos instantes y decidió que ir a la cocina por un vaso de agua le daría una excusa decente para explicar su presencia allí. Así que con sumo cuidado se levantó y corrió la puerta sólo lo suficiente como para poder pasar. Antes de cerrarla nuevamente, se aseguró que Kiyoko siguiera dormida. Ya en el corredor miró a todas partes, un poco temerosa, pero al darse cuenta que en verdad no había nadie más, caminó despacio y de puntillas hacia su destino.

Mientras caminaba, recordó algo de lo que le dijera Kiyoko-senpai antes de dejarla sola en los baños. Saber que era la primera persona con la que había podido tener una charla tan casual la había hecho feliz, sin embargo, lo que vino después de eso…

“… y ahora mi tiempo casi ha acabado.”

 

No había sido la primera vez que lo escuchaba y no había sido la primera vez que se sentía así de triste. En realidad, recordar que poco a poco, mientras los días transcurrían, la graduación de los de tercero se acercaba más y más la hacía sentir mal, especialmente cuando pensaba en que un día, cada vez más cercano, tendría que despedirse de la pelinegra. Sintió que los ojos se le aguaban y se talló con apremio antes de soltar alguna lágrima.

Poco antes de alcanzar la entrada de la cocina escuchó el suave murmullo de dos voces conocidas. Dio un respigo y se pegó a la pared para no ser descubierta, después, una vez pasado el susto, se inclinó un poco sobre el filo de la puerta y logró distinguir el oscuro cabello del capitán y el platinado de Suga-senpai. Estaban junto al refrigerador, intercambiando palabras muy cerca el uno del otro, con las frentes sutilmente unidas. Ella conocía esa íntima cercanía entre ambos, la había visto varias veces en el gimnasio, durante la práctica o en los tiempos fuera durante los partidos, cuando ellos creían que nadie les prestaba demasiada atención. Aunque ella lo hacía, pues desde que se uniera al equipo, había quedado maravillada con ese gesto y con muchos otros que ambos compartían.

Vio a Daichi peinar el flequillo de Suga hacia un lado, acariciando su frente en el proceso.

−    ¿Te sientes mejor?

−    Sí, sólo necesitaba un poco de agua− susurró el vice capitán con una sonrisa− Te preocupas demasiado, Daichi.

−    Me preocupo lo suficiente−replicó− Te has descuidado un poco últimamente, entre los entrenamientos, las asesorías a Hinata y Kageyama y los exámenes de preparación…

−    Estaré bien, puedo con esto.

−    Puedes con lo que sea, lo sé, pero cuida de ti hasta que pueda hacerlo yo en todo momento− entonces Suga asintió aceptando la caricia de Daichi en su mejilla

 

Lo vio dejar el vaso que había usado en el fregadero y moverse, listo para volver a la habitación. Asustada por la posibilidad de ser descubierta, se adelantó a la sala de estar donde se escondió junto a una maceta. Cuando ya no pudo escucharlos, dejó salir todo el aire que había contenido y volvió a respirar. Con las manos aun cubriendo su boca, miró a su alrededor, logrando apreciar los muebles gracias a la luz de la luna que atravesaba las ventanas. Si no mal recordaba, estaba cerca del jardín trasero, entonces, conducida por su deseo inicial de respirar aire fresco para apaciguar sus sentimientos, se dirigió hacia él. La brisa era fresca pero agradable y sentía que ayudaba un poco a su inquietud, aunque no la desapareciera completamente. Estando sola, allí, la tristeza con la que venía cargando desde semanas atrás volvió y otra vez las palabras de Kiyoko-senpai retumbaron en su cabeza.

“… y ahora mi tiempo casi ha acabado.”

Suspiró.

No quería. De verdad no quería que eso pasara, no quería tener que decir adiós tan pronto. No quería imaginarse en el gimnasio sin su compañía, porque, aunque por supuesto que extrañaría la amabilidad de Daichi-san, la gentileza de Suga-san y el tierno nerviosismo de Asahi-san, no se comparaba con extrañar a Kiyoko-senpai y todo lo que ella era.

Miró al cielo, las estrellas brillaban con tanta intensidad, eran preciosas y lograban apreciarse claramente a pesar de los altos edificios aledaños. Siempre le habían gustado las estrellas, porque a pesar de ser más pequeñas que el sol o la luna, eran capaces de brillar con luz propia. También le encantaban los montones de formas que creaban cuando se agrupaban. Jamás estaban solas.  

Kiyoko-senpai era como una de esas estrellas, brillando sin importar donde estuviera o con quién. Siempre radiante, inspirando a todos a su alrededor. Yachi también deseaba poder ser una estrella, brillar por sí misma y formar junto a ella una constelación. Porque Shimizu Kiyoko se había convertido en una persona extraordinariamente importante para ella.

Entonces, las estrellas comenzaron a perder su forma y se dio cuenta que era debido a las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos y ahora empezaban a caer a raudales por sus mejillas. Sollozó y cubrió su húmedo rostro entre sus manos.

Estaba tan llena de deseos esa noche. Deseaba parar de llorar, deseaba detener el tiempo, deseaba poder ser como Daichi-san y Suga-san, tener lo que ellos tenían, deseaba nunca tener que decir adiós y deseaba poder ver la sonrisa de Kiyoko-senpai por siempre. Aquella sonrisa que desde el inicio la había hecho sentir especial, dejando atrás al poblador B que había en ella.

 

−    Hitoka-chan.

Sintió una mano posarse sobre su cabeza y peinar su cabello con amabilidad, los delgados dedos ocultándose bajo las cortas hebras doradas. Kiyoko abrazó su pequeño y tembloroso cuerpo cubriéndola con su calidez.

−    N-no quiero que te vayas, senpai. − confesó entre sollozos.

−    Tampoco quiero irme− admitió la mayor.

Silencio y suaves sollozos.

−    Pero, aunque me vaya, voy a seguir queriéndote, Hitoka-chan.

Contuvo el aire ante esas palabras confesadas a su oído en un susurro, entonces, lentamente, se incorporó para poder verla. Kiyoko la miraba con ternura mientras sonreía. El rostro de Yachi era un adorable desastre de lágrimas y expresión de incredulidad. Un nuevo raudal de lágrimas cayó de sus ojos.

−    Yo también… − musitó− Kiyoko-senpai, también seguiré queriéndote.

Shimizu la abrazó de nuevo.

−    Te estaré esperando. Mientras tanto, ¿por qué no contamos las estrellas?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Últimamente he estado perdiendo el sueño

Soñando con las cosas que podríamos haber hecho

Últimamente he estado rezando fuerte

Pronto no estaremos contando dólares

Estaremos contando estrellas.  

(One Republic)  

Notas finales:

Creo que necesito decir esto para poder vivir en paz (?), no fue la letra de esta canción la que me inspiró como tal, más bien fueron la música y el título, pero igual es una canción muy muy bonita y creo que bastante famosa, si llega a ser el caso de que no la hayan escuchado...

El video con la traducción:

https://www.youtube.com/watch?v=3kX3Q_Wepu8&spfreload=1

El cover que también me gusta mucho:

https://www.youtube.com/watch?v=cSLAO7zxS2M

Y, y, y, ¡eso es todo! ¿Qué tal quedó? Espero que bien y que les haya gustado y muchísimas gracias por leer

Besos~ 

 


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