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Trato con el director. por Ann Carmesi1

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-Yuri, por todos los cielos, esta es la tercera vez en este mes que te mandan a la dirección ¡Y apenas estamos en quincena! - gritó de manera bastante molesta el hombre que se encontraba sentado detrás del gran escritorio de caoba.

Ese hombre era nada más ni nada menos que Otabek Altin, la leyenda del aprendizaje y el director más joven que la Academia Earthed había tenido; sin embargo, no por eso dejaba de ser alguien sumamente capaz y responsable, un líder nato que nadie dudaba en seguir y respetar.

Claro, con la única excepción de Yuri Plisetsky.

-No entiendo porque me regañan sólo a mí, si el idiota de JJ fue quien empezó a molestarme -dijo de manera molesta el adolescente, recordando como el canadiense se la pasó toda la mañana gritándole "gatita" durante la clase de deportes.

-Pero eso no es excusa para que lo hubieras lanzado a una alberca de tres metros de profundidad - dijo cansado, mientras se masajeaba el puente de la nariz en un intento por calmar sus nervios.

-No entiendo porque tanta exageración, el tarado sabe nadar.

- ¡La alberca estaba vacía por mantenimiento! 

-Ohh~ le juro que no me había dado cuenta -  dijo de manera cínica.

En ese instante, Otabek estuvo a punto de tirar por la borda su título de director y estamparle la engrapadora que tenía en la mesa al rubio en la cara.

-Yuri, por Dios, ¿Tienes idea de lo cerca que has estado de la expulsión estos meses? 

-De nuevo, puras exageraciones - contestó prepotente mientras se cruzaba de brazos y subía los pies al escritorio - hay peores estudiantes que yo.

- ¿Esa es tu defensa? - respondió el kazajo con un tic en el ojo, ese muchacho lo estaba sacando de sus casillas.

-De cualquier modo, usted lo ha dicho, he estado "cerca" así que aún no llegó a esos límites, entonces póngame el jodido castigo que tiene en mente y déjeme ir.

-Por Dios, Plisetsky... ¿Acaso no le interesa lo que su familia piense de usted? A este paso solamente terminarás por causarle una gran decepción a tu abuelo.

Claro, Yuri, al ser un estudiante tan problemático, ocasionó que en una ocasión su abuelo fuera requerido en la oficina de Otabek, el rubio nunca supo de que hablaron, solamente se dedicó a esperar afuera de la oficina a que ambos adultos terminarán de hablar, sin embargo, la tristeza en la mirada de Nikolai fue bastante notoria.

-Eso no es algo que sea s su incumbencia "señor" -decía rechinando los dientes.

-Pues, aunque no lo quieras, si es de mi incumbencia, Yuri -decía tranquilamente Otabek, mientras se levantaba de su asiento.

El mayor simplemente le dirigió una mirada intensa al rubio, el cual se sintió levemente intimidado de repente, después de eso, el kazajo se acercó a pasos lentos pero firmes al gran ventanal de su oficina para cerrarlo totalmente y bajar el pestillo de las cortinas, cortando de raíz la entrada del sol, para finalmente, acercarse a la puerta y cerrarla con seguro.

-H-Hey, si está planeando asesinarme o algo por el estilo, que sepa que todos saben que el último lugar en el que estuve fue aquí -decía en un intento de sonar divertido, pero el leve temblor en su voz lo traicionó.

-Cierra la boca, Yuri -dijo con una voz calmada y sumamente imponente el mayor, dirigiéndose a su escritorio y sacando una carpeta del cajón superior - ¿Sabes qué es esto? -dijo serio, mientras le enseñaba a Yuri el paquete amarillo.

-N-No, señor -le contestó sumamente nervioso, joder, siempre le había parecido atractivo su director, pero verlo de esa manera tan, tan ¿Sensual, dominante? Lo que fuera, le dejaba sin la mitad de sus capacidades motoras.

Bueno, por algo varias veces buscaba la excusa de ser enviado a la dirección sin llegar a lo suficiente como para una expulsión.

-Son los resultados de tus exámenes, Plisetsky - dijo con una mirada intensa, sentándose de nuevo y juntando sus manos para acomodarlas debajo de su barbilla.

- ¿Ehh? - apenas reaccionó, seguía embobado con la imagen de su director - ¿Y eso que? 

-Que, a pesar de ser un alumno tan pésimo en su desempeño académico -Yuri sintió que una flecha se le clavaba en la cabeza al oír eso - holgazán -otra flecha -incumplido - otra más - grosero y prepotente -una última flecha - he notado que su nivel de aprendizaje es bastante bueno, basta con ver sus exámenes y por la opinión de varios de sus maestros.

- ¿Qué quiere decir con eso?

-Lo que quiero decir, Yuri - mierda, que bien se escuchaba su nombre pronunciado por aquel hombre - es que, dejando de lado tus horripilantes notas en las clases y trabajos, tus exámenes son excelentes, prácticamente, gracias a ellos no has tenido que repetir ninguna materia, así que te tengo una propuesta.

Vaya, eso no se lo esperaba para nada, Yuri iba resignado a recibir un castigo de parte de su amado director, no algo así.

- ¿Qué clase de propuesta? -dijo dubitativo, poniendo inconscientemente una pose defensiva que logró sacarle una pequeña sonrisa a Otabek.

-A partir de la siguiente semana, empezará el segundo parcial, lo que te propongo, es que, si sacas el mejor promedio de tu clase, o mínimo un 95, tu historial será borrado totalmente, podrás salir totalmente limpio de la preparatoria, y eso, aunado a que te realicen un examen de IQ, te podrá garantizar un pase a la Universidad.

¿Estaba escuchando bien? No, seguramente le querían tomar el pelo.

-Eso es ridículo, además, ¿Por qué me molestaría en confiar en usted e intentar ingresar a la Universidad?

-Tal vez para ser alguien que enorgullezca a su familia y no un fracasado en el futuro.

Auch, hasta a él le habían dolido esas palabras, pero sabía que con palabras dulces jamás llegaría a nada.

-Usted, maldito hijo de pu…¡Te juro que sacaré la mejor calificación y te cerraré la boca! – gritó sumamente enojado, incapaz de creer que Otabek lo viera de esa manera.

-Mira que tengo que enseñarte a respetar a tus superiores – le contestó Otabek, masajeándose el puente de la nariz -bueno, ese es el trato, consigue como mínimo un noventa y cinco en este parcial, y tu historial quedará intacto ¿Trato?

A Yuri le desesperaba la tranquilidad con la que aquel hombre lo estaba tratando, pero no podía juzgarlo, seguramente trataba con adolescentes problemáticos a diario, y él solo era uno más.

Solo alguien más.

Entonces… ¿Por qué le ofrecía su ayuda? Nunca había sido alguien agradable o confiable, así que no encontraba alguna razón para que el director se fijara en él por otra cosa que no fuera su horripilante actitud y desempeño.

- ¿Por qué? – preguntó de pronto, levantando la mirada y dirigiéndola duramente al mayor.

- ¿Qué cosa? - ¿Ahora que tenía ese muchacho? Dios, ese niño le complicaba la existencia en varios sentidos.

-¿Por qué me ofrece esto? Y no me salga con la excusa de mis exámenes, ambos sabemos que hay bastantes alumnos buenos en esta escuela, así que no necesita preocuparse por la reputación de su institución con mis notas, así que no entiendo el por qué se preocuparía por mi futuro.

Sí, esa parte es a la que Otabek no quería llegar.

¿Qué podía decirle? ¿Que desde el primer día en que lo vio ingresar como un alumno nuevo en segundo año no pudo dejar de prestar atención sobre él? Eso sonaría bastante mal, pero, sin embargo, era la verdad.

Otabek siempre fue una persona muy capaz y entregada, no por nada se había hecho del título de director a la corta edad de 25 años, uno antes de que el rubio ingresara, y demostró ante todos que era capaz de mantener la escuela como una de las mejores.

Sin embargo, en la ceremonia de bienvenida de hace dos años, no pudo despegar la mirada del chico rubio con actitud de fastidio que se sentó en la última fila, intentó pensar que era simplemente porque sus rasgos eran demasiado llamativos, pero con el tiempo, todo en él le fascinaba cada vez más al director.

Por eso, cada vez que se enteraba que el rubio se metía en problemas, no se sentía capaz de reprenderlo adecuadamente, sin embargo, ese último año algo cambio… La graduación estaba cerca, y eso significaba que ya no podría volver a ver al chico con mirada de soldado que le había llamado la atención.

Se sentía un total enfermo, ¡Dios, su deber era velar por el bien de sus estudiantes! Y ahí estaba, perdiendo la cabeza ante la idea de no volver a ver esos ojos verdes con esa actitud prepotente.

Así que decidió usar su última carta, sabía que el rubio era alguien sumamente inteligente que se desvió por el mal camino, pero no quería verlo fracasar, sabía que ese muchacho podía lograr mucho, por eso, decidió ofrecerle esa oferta con la simple condición de que obtuviera un desempeño aceptable al final, para poder recomendarlo a la universidad que el menor escogiera, vamos, que se director de una de las principales academias tenía su ventaja.

¿Poco profesional? Puede ser, pero por una vez, se permitía ser egoísta con alguien importante para él, y ¿Quién sabe? Quizás en un futuro el rubio volviera a contactarse con él con la intención de contarle cómo le estaba yendo en la vida… Y en ese instante ya no se sentiría tan culpable porque ya no sería su estudiante.

-Porque sé que tienes demasiado potencial que no te has molestado en explotar, Yuri, tú tienes unos ojos demasiado especiales -decía tranquilo, levantándose y dirigiendo su mirada a los diplomas colgados en la pared – simplemente, quiero demostrarme que puedes superar tus propios límites… No te pido mucho, solamente un 95 de resultado para poder decir que cambiaste y te volviste el estudiante que puedes ser, quiero que dejen de subestimarte y que le demuestres a todos los demás la fuerza de un verdadero soldado, puede que no lo parezca, pero me preocupo mucho por ti, y me gustaría verte en un futuro convertido en algún profesionista y no en un vago.

Yuri sintió que el aliento se le escapaba de la boca, nunca, nadie en sus 17 años de vida, se había referido a él de esa manera, como un soldado que pudiera romper sus límites.

Y de pronto sintió una gran tristeza, esas palabras eran bastante parecidas a las que su abuelo le decía, Nikolai solo quería lo mejor para su nieto, y él solo lo decepcionaba, pero no quería hacer lo mismo con Otabek, le demostraría que podría ser el mejor, alguien digno de confianza.

-Entonces usted tampoco me subestime, director -le dijo firmemente, levantándose de su asiento y golpeando el escritorio con las palmas de su mano – le propongo un mejor trato.

- ¿Un mejor trato? -preguntó Otabek de manera escéptica.

-SI logro sacar una nota excelente en este parcial, usted me concederá otras dos cosas que quiero -propuso nerviosamente, incapaz de sostenerle la mirada al hombre.

-¿Otras dos cosas? Vamos, Plisetsky, no juegues conmigo -dijo con una sonrisa de burla.

-¡Hablo enserio! Si llego a la excelencia, además de limpiar mi historial… Usted me tendrá que llevar de paseo en su convertible -ordenó firmemente.

Otabek casi se deja vencer ante la carcajada que quiso salir de su boca cuando escuchó eso ¿Enserio eso es lo que el chico quería?

-S-Si, te prometo pasearte en mi carro -decía entre risas.

-¡No se burle! – le contestó de manera indignada, sumamente sonrojado ante la actitud del mayor.

Vamos, que desde siempre le había parecido sumamente cool como se veía el director al marcharse en su convertible negro… Y, al ser un adolescente amante de las películas de acción, subirse a ese Camaro sería como un sueño hecho realidad.

-No me estoy burlando – le seguía contestando entre risas, pero, al ver como Yuri se acercaba peligrosamente a las lapiceras del escritorio, decidió que era mejor cerrar la boca – y bueno, dijiste que querías otras dos cosas, ¿cuál es la siguiente? ¿Qué te lleve a un parque de diversiones?

Joder, Yuri no sabía si la mueca cínica del director le prendía en un buen o mal sentido.

-No le importa – dijo molesto, tomando su mochila del respaldo de la silla y volteándose orgullosamente hacia la salida – eso ya se lo diré cuando sea el mejor, pero tendrá que cumplirlo -volteó a verlo de manera seria.

-No creo que me sea conveniente aceptar ese tipo de tratos de un jovencito con complejos de delincuente como tú – le contestó de manera altiva Otabek - ¿Qué clase de persona acepta unas condiciones que desconoce?

-¿Acaso me crees una especie de psicópata? – preguntó de manera escandalizada, sin embargo, al ver que Otabek se quedaba sospechosamente callado, prefirió seguir hablando antes de que el otro acabara con su paciencia – No te pediré nada que te deje en la ruina bancaria o que atente a tu vida, no seas paranoico – le decía con un notorio tic en la ceja – solamente quiero pensar bien que más pedirte, ¿quién sabe? Tal vez un parque de diversiones si sea la mejor opción.

Y dispuesto a marcharse de una forma cool y dejando al otro con la palabra en la boca, se acercó a la puerta con tal de hacer una salida de película.

Lástima que quedó totalmente ridiculizado al verse incapaz de poder abrir la maldita pieza de madera…

¡Maldito Otabek, no solamente le puso seguro a la chapa, también la cerró con llave!

-¡¿Qué significa esto, maldito desgraciado?! – demandó saber con un nada sano color rojo inundando su cara.

-¡Por Dios, te viste tan ridículo haciendo eso! – sí, puede que Otabek fuera alguien serio y una figura de autoridad muy respetable, pero vamos, que no todos los días se obtenía la oportunidad de que Yuri hiciera el ridículo enfrente de alguien – ohh, vamos, quita esa cara – decía mientras se limpiaba una lágrima del ojo al ver como una vena estaba a punto de reventar en la frente del rubio -digamos que, simplemente me aseguraba de que escucharas todo lo que tenía que decir – le respondió tranquilo, acercándose al otro mientras lo acorralaba entre su cuerpo y la pared – además, quería tenerte totalmente para mi sin que alguien nos interrumpiera, soldado -le susurró provocadoramente en el oído, regocijándose ante el leve estremecimiento de Yuri.

- ¿S-Señor?– dijo en un pequeño suspiro el ruso, sintiendo como un conocido calor se empezaba a instalar en su bajo vientre.

-Bueno Yuri, tengo una última cosa que decirte – continuó susurrándole en el oído, pegando su cuerpo un poco más al de Yuri. El rubio se sentía tan acalorado, tan sumiso y expectante a lo que el mayor dijera, que su cuerpo dio un brinco de placer al sentir como las manos de Otabek se dirigían lentamente a su cadera.

-L-Lo que usted quiera – respondió con un ligero gemido al sentir el aliento del mayor directamente en su cuello y los brazos acariciando sutilmente su cadera.

-Estudia mucha y procura llegar a tiempo a clases, además de que tienes que hacer todas tus tareas, que la excelencia no se obtiene sin esfuerzo – le contestó separándose abruptamente del cuerpo del rubio y abriendo de golpe la puerta para sacarlo de un leve empujón – no estés perdiendo el tiempo en otras cosas, Plisetsky – le sonrió de manera cínica, mientras le enseñaba las llaves en su mano y volvía a cerrar la puerta en la cara del otro.

Yuri tardó algunos minutos en caer en cuenta de lo que había pasado.

¡Ese maldito infeliz lo había engañado y había abierto la puerta en lo que aprovechaba para pasar sus brazos por su cintura! ¡Y él, como todo un niño ingenuo, cayó en su trampa!

¡Maldita sea, maldita, maldita sea!

Extremadamente enojado, decidió dirigirse directamente a la salida, total, el último día del primer semestre del año terminaba hoy, y no tenía ganas de verles la cara a sus odiosos compañeros, así que, verificando que nadie más estuviera en los alrededores, se dirigió a los matorrales que rodeaban el gran cancel, y apoyando su pie derecho en una gran roca que se encontraba ahí, tomó el suficiente impulso y saltó por encima del enrejado.

Ya tenía el lunes para convertirse en un “matadito” ejemplar, ahora solo se enfocaba en volver a casa y “solucionar” cierto problema hormonal que su estúpido y sensual director le causó en su oficina.

Otabek, por su parte, solo miraba de manera divertida al muchacho que se escapaba a través de la ventana de su oficina.

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-Hey, cerdo, ¿puedes prestarme tus apuntes de historia? – le abordó el rubio en cuanto ingresó el lunes en la mañana al salón de clases -también ocupo las listas de temas y tus libros de matemáticas y gramática – le seguía diciendo Yuri de manera despreocupada mientras se rascaba la nariz y lanzaba un gran bostezo.

El japonés, por su parte, no podía salir de la sorpresa ante la extremadamente extraña petición del rubio.

-¿Q-Qué dijiste, Yurio? – preguntó nuevamente para comprobar que había escuchado bien.

- ¿Acaso aparte de ciego también eres sordo? -le contestó mientras rodaba los ojos con fastidio.

-Bueno, Yurio, no puedes culparlo por no estar seguro de haberte escuchado bien -intervino de pronto Víctor, poniéndose detrás de su novio y abrazándolo de manera empalagosa – tú no eres de los que se preocupan por los apuntes de clase -mientras le sacaba fanfarronamente la lengua.

En cualquier otro caso, Yuri ya les hubiera estampado la cara contra el pupitre a cualquiera que se burlara así de él, sin embargo, sabía que los otros dos no hablaban enserio.

Desde que llegó ahí, Víctor, Yuuri, Mila y Georgi se convirtieron en las únicas personas que no se alejaron de él a pesar de su temperamento y mala leche, así que, con el paso del tiempo, llegó a considerarlos sus “amigos”, claro que primero muerto antes de confesárselos.

-Pues ahora es distinto, Víctor, así que deja de quitarle el tiempo y deja que me dé sus apuntes antes de que Yakov llegue -decía exasperado al ver la forma en que esos dos empezaban a decirse cosas cursis.

- ¿Y ahora a ti qué te dio por interesarte en las clases? -decía con suma curiosidad Mila, la cual había escuchado todo desde su pupitre.

-Simplemente me aburría en casa y decidí que ponerme al día sería una buena forma para distraerme – dijo de manera brusca, por ninguna razón podía permitirse el decir el trato que hizo con el director.

-Eso sí que es extraño, y más viniendo de ti, Yurio– intervino de nuevo Víctor, sospechando que algo no andaba bien ahí.

- ¡¿Y a ustedes qué demonios les importa, metiches?! – gritó bastante exaltado ante la cara de los otros dos rusos - ¡¿Me los prestarás o no?!

- ¡S-Sí Yurio! T-Toma – decía de manera nerviosa el nipón, sacando rápidamente de su mochila las cosas pedidas por el otro.

-Muy bien -dijo de manera triunfal mientras observaba las hojas en su mano – y aún quedan 20 minutos antes de que la clase comience, más que suficiente para anotar lo necesario.

Y, antes de que alguien pudiera decir nada más, el rubio se dio la vuelta y se dirigió a su asiento al final del salón, justo al lado de la ventana, y poniéndose sus audífonos, se dedicó a anotar todo mientras ignoraba deliberadamente a todos sus compañeros, los cuales veían sorprendidos el actuar del rubio.

Bueno, mejor no prestarle demasiada atención, seguramente para mañana dejaría de lado eso de ponerse al día con las cosas y volvería a actuar como el mismo chico problema de siempre.

Sin embargo, lo que nadie se esperó fue que, por más que pasaban los meses, el rubio no volvía a su actuar de antes, sino todo lo contrario, prácticamente tuvo una metamorfosis abrumadora que lo convirtió en un estudiante sumamente sobresaliente en ese corto período de tiempo, casi podía decirse que superaba a Víctor, Katsuki, Mila y JJ, los cuales siempre encabezaban los primeros lugares de su generación.

-Oye, Yurio ¿Ya estudiaste para los exámenes de mañana? -le preguntó de manera calmada Nikiforov, tomando asiento al lado de él y tomando agua. Acababan de finalizar con su clase de deportes, y el día de hoy, el profesor Celestino había sido más cruel de lo normal.

-Claro, Víctor -le respondió el rubio mientras se secaba el sudor de la frente, esa clase había sido bastante divertida, pues pudo darle una paliza a JJ en un partido de baloncesto liderando ambos cada equipo – seré el mejor, así que no te hagas ilusiones por liderar las listas.

Víctor miraba de manera divertida la sonrisa arrogante del rubio.

Él no era ninguna clase de idiota, y fue solo cuestión de tiempo y de observar de cerca el actuar del rubio, para darse cuenta de que esa nueva “motivación” en clases se debía a que Yurio quería impresionar de alguna forma al director. No sabía a ciencia cierta de que iba el rollo que se traían esos dos, pero no pasó desapercibido para él que Yuri iba algunas veces en la tarde a la oficina del mandamás de la escuela, y cuando lo abordó para preguntarle la razón, Yuri simplemente contestó que recibía asesorías de parte del director.

Sabía que el rubio no mentía, pues tenía un talento inexistente para hacerlo, pero lo que no le cuadraba era la manera brillante en la que se refería siempre al director.

Como si se hubiera enamorado de él.

Sin embargo, prefería cerrar la boca ante eso, no sería para nada conveniente si alguien más se enteraba de eso, podrían meter en graves problemas al director por algo que solo eran suposiciones sin verdaderos fundamentos, así que, simplemente se dedicaría a apoyar al rubio en lo que fuera, lo veía como alguna especie de hermano al cual cuidar, y no dudaría en servirle de paño de lágrimas por si sus ilusiones con el director se salían de control.

-Ya veremos, Yurio, ni creas que te la dejaré fácil -le contestó de manera altiva, imitando la forma de hablar del rubio -por ahora, yo me voy a cambiar, somos los últimos en seguir en el gimnasio y siento que apesto a rayos, nos vemos mañana -decía mientras se levantaba, recogía sus cosas y se dirigía a la salida del gimnasio.

No se molestó en preguntarle a Yuri si quería que se fueran juntos, pues sabía de sobra que la respuesta sería un rotundo no.

Era lunes, y ese día los maestros se encargaron de darles la información debida a los alumnos sobre la semana de exámenes, y para finalizar el día, su grupo era el único que tenía deportes hasta última hora.

Que mala suerte.

Así que Yuri decidió que lo mejor sería también marcharse, y dirigiéndose a las duchas, se aseó debidamente y se puso de nuevo su uniforme escolar, lo bueno era que los demás ya se habían ido y no le tocó compartir las regaderas con sus molestos compañeros.

Ya, debidamente aseado y refrescado, recorrió el camino que se sabía de memoria hacía la oficina de Otabek, durante todo ese semestre, el director se ofreció a darle tutorías tres veces por semana, todos los demás pensaban que era alguna especie de castigo impuesto por el mandamás, pero, sin embargo, en realidad fue Yuri quien se lo pidió, no porque necesitara ayuda, sino simplemente porque quería pasar más tiempo al lado del mayor.

Ese tiempo les dio la oportunidad de conocerse mejor, pues, fuera de las enseñanzas y las bromas, ambos se entendían muy bien, concordaban en muchas cosas, y se la pasaban discutiendo por las cosas en las que diferían, pero, sobre todo… Se dieron cuenta de que la atracción y fijación que sentían por el otro había desaparecido totalmente para mutar en algo mucho más complicado…

En amor.

Así es, habían caído totalmente a los pies del otro, sin embargo, sabían que eso estaba mal, era incorrecto, inmoral y ponían en gran riesgo el puesto de Otabek.

Así que, ambos prefirieron callarse lo que sentían, pensando que eso era lo mejor para el otro, y se conformaron únicamente con poder sentir la presencia ajena cerca suyo.

-Yuri, pensé que no vendrías, ya sabes, no tengo nada más en que ayudarte -le dijo con un deje de sorpresa Otabek, mirando asombrado al rubio que entró tan maleducadamente a su oficina.

-Pues pensó mal, director -contestó de manera soberbia el menor, cerrando la puerta y tomando asiento en el sofá que había en la oficina – soportarlo a usted es mucho más fácil que soportar a los idiotas de mis compañeros, más ahora que están tan alterados por los exámenes, joder, que el maldito katsudon no para de temblar y decir incoherencias desde la mañana ¡Es tan desesperante! -gritó el rubio mientras se jalaba desesperadamente el cabello.

Podía parecer que no sentía aprecio por sus amigos al hablar de esa manera, sin embargo, para las personas como Otabek, que habían aprendido a leerlo entre líneas, era fácil darse cuenta de que Yuri se exasperaba al ver como el japonés se subestimaba y dudaba de sus propias capacidades, era el mejor amigo de Yuri, y por eso no le gustaba verlo de esa manera, pues no sabía cómo actuar o qué decir para reconfortarlo.

Así que prefería dejarlos solos y esperar que Víctor le subiera los ánimos a su inseguro novio.

-No deberías de ponerle apodos a tus compañeros, joven Plisetsky – le recriminó falsamente Otabek mientras se sentaba a su lado – está en el reglamento -acotó mientras cerraba los ojos y se sobaba las sienes.

-¿Se encuentra bien, director? – le preguntó con un deje de preocupación el rubio, volteando a ver intensamente al hombre a su lado.

Ahora que se fijaba bien, se veía sumamente cansado y las ojeras bajo sus ojos delataban su falta de sueño.

-No es nada, simplemente es que estoy saturado de trabajo en estas épocas del año, ya sabes, los exámenes, evaluaciones de maestros, la graduación de los de tu generación… Apenas si dormí dos horas anoche – decía mientras dejaba caer totalmente sus brazos y recostaba su cabeza sobre la parte superior del sofá.

Yuri vio absolutamente tentadora la imagen de su superior en esa posición, Otabek era sumamente atractivo, con ese porte orgulloso y lleno de misterio, además sus masculinas facciones provocaban más de un suspiro en toda la institución. Asimismo, Yuri sabía que faltaba poco tiempo para que dejaran de verse, hace un mes había hecho los tramites a cultura física, y sabía que, al entrar a la universidad, Otabek volvería a centrar toda su atención en los nuevos estudiantes.

Lo dejaría de lado.

No quería eso, se había vuelto alguien demasiado dependiente del kazajo, y no quería irse de ahí sin haber sentido, aunque sea una vez, los labios del otro.

Total, estaba totalmente decidido a ser el mejor ese semestre, así que, independientemente de la reacción que tuviera el otro, Yuri le obligaría a cumplir con su promesa.

-Yo puedo ayudarlo, señor, mi abuelo me enseñó a dar muy bueno masajes para cuando llegaba muy cansado del trabajo -habló de repente Yuri, aprovechando esos conocimientos para llevar a cabo su plan.

-¿Enserio? Eso sería sumamente bueno en este momento -dijo ilusionadamente Otabek, moviendo hacia ambos lados su adolorido cuello.

-Sí, usted solo cierre los ojos y no se mueva -ordenó el rubio, quitándose su chaqueta y quedando únicamente con la camisa blanca del uniforme.

-¿Pero no se supone que debería ponerme de espalda a ti para eso? – preguntó Otabek, extrañado ante las palabras del otro.

-Maldita sea, ¿quién es el que sabe de esto, usted o yo? -obvió con cólera el rubio, enojado ante el posible fracaso de su plan.

-Ya, ya pues, yo solo decía -lo calmó el mayor moviendo las manos en son de paz – te obedeceré, tranquilo, soldado.

-Muy bien, ahora cierre los ojos y haga lo que le dije – volvió a pedir Yuri, y al ver cómo el otro le obedecía, aprovecho para subirse a horcajadas encima de él y apoyar sus manos en sus hombros.

-Y-Yuri, ¿qué se supone que haces? -reaccionó el mayor al sentir el peso extra del chico encima suyo.

-Así es como se hace, desde esta posición, puedo mover mejor las yemas de mis dedos por los músculos de su cuello -le decía lentamente, mientras posaba sus manos en el descubierto cuello del mayor y las empezaba a mover aplicando un poco de fuerza – confíe en mí, señor – pidió juntando su frente contra la del nervioso adulto.

Otabek sabía que algo ahí andaba mal, no creía que se trataba solamente de su pervertida imaginación, bastaba simplemente con ver la mirada del rubio sobre él.

Pero, algo lo detenía para parar esa situación, era el deseo ferviente que obligaba a su cuerpo a seguir sintiendo las relajantes caricias del rubio sobre su piel, mientras el otro se sentaba completamente sobre su cadera y pegaba de una manera bastante inapropiada sus cuerpos.

-Yuri… No deberías de estar haciendo esto – gruñó débilmente Otabek, olfateando el aroma de los rubios cabellos del otro, para este punto, Yuri había recargado su cabeza en la curvatura del cuello del mayor – si alguien entra, puede malentender la situación.

-Nadie va a entrar, director, la escuela está prácticamente vacía, y cerré con seguro la puerta -ronroneó el menor en su cuello, descubriendo un atrevimiento que desconocía y empezando a repartir suaves besos y lamidas en la piel del mayor -además, si mi cercanía le molestara, hace bastante rato que habría detenido esto – agregó sensualmente, mientras empezaba a mover sus caderas impúdicamente y comenzaba a pasear sus manos por el torso de Otabek – tóqueme, director, deje salir toda su tensión conmigo -pidió levantando su sonrojado rostro y mirando directamente a los ojos de su amor.

Otabek no sabía qué hacer o cómo reaccionar, por una parte, sabía que eso estaba mal, pues si bien Yuri había cumplido los 18 hace un par de meses, aún seguían siendo director y alumno, pero esa mirada, esos ojos que lo perseguían en sus sueños eran más fuertes que él, le incitaban al mayor de los pecados.

Así que, dejándose llevar por sus impulsos más primitivos y vergonzosos, tomó fuertemente el cuerpo del menor y lo pegó contra el suyo, y en un descuido del rubio, unió sus labios en un demandante beso.

Ahora no eran Otabek Altin, Director de la preparatoria ni Yuri Plisetsky, estudiante problema, eran simplemente dos personas que se dejaban llevar por sus deseos y terminaron cediendo a sus impulsos en el sofá de la dirección.

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Al día siguiente, Yuri se levantó con unas energías casi inagotables, la tarde anterior, después de una extremadamente erótica sesión de besos y roces en la oficina de Otabek, este se ofreció a llevarlo a su casa. Yuri se negó rotundamente, alegando que no sería conveniente que alguien lo viera subirse al auto de su superior a esas horas y menos ambos solos, además de que le había prometido pasearlo en él cuando ganara el primer puesto.

Sin embargo, no pasaron a más de eso, pues Otabek no quiso llegar a un contacto sexual más grande, alegando que el otro era demasiado menor para eso y esa no era la forma de experimentar sus primeras experiencias sexuales, está más que claro que Otabek se sintió completamente culpable después de eso, pues sentía que se había aprovechado de un estudiante vulnerable y confundido.

¡Tonterías!

Yuri sabía perfectamente lo que sentía y lo que quería, así que, frustrado, Yuri decidió irse caminando a su hogar, dejando que el otro calmara sus pensamientos en soledad, sin embargo, antes de salir de casa para dirigirse a la escuela, le mandó el siguiente mensaje al director:

Director Otabek, como sé que será imposible verlo durante estos dos días de exámenes, y aunque fuera posible, usted hará todo lo necesario por evadir mi presencia, le dejaré en claro mis peticiones para cuando me alce como el primer puesto del semestre.

1: Como fue especificado desde el primer día, mi historial quedará impecable.

2: Mi paseo en su carro será el viernes en la noche, justo después de que las clases terminen y los resultados sean mostrados.

3: Esa misma noche, usted me invitará a cenar a su casa… Y me quitará la virginidad, sin objeciones ni ningún tipo de debate moral, además, no puede alegar que no siente atracción alguna por mí, pues eso sería mentir vil y descaradamente.

Sin más por el momento, lo dejaré continuar con su día, y por si las dudas, bloquearé su número y toda fuente de contacto conmigo hasta el viernes, para evitarme reclamos o posibles negociaciones de su parte.

Que tenga una excelente semana y no se estrese demasiado, es malo para la salud.

Yuri Plisetsky.

¿La virginidad? Sí, sonaba extremadamente cursi, y en cierto punto, hasta un poco desesperado. Pero vamos, que no encontraba otra manera en la que su director le permitiera ser totalmente suyo sin esos molestos debates morales de por medio, además, al principio jamás pensó que las cosas acabarían así, él pensaba pedirle algo que enserio necesitara, ya fuera un viaje todo pagado a la playa o la disponibilidad total de su auto… Pero ahí estaba, rogando por caricias y amor cuando propuestas de eso le sobraban.

Carajo, quizás el idiota de JJ tuviera razón y Yuri Plisetsky fuera la persona más incongruente del mundo.

Mejor se apuraba a llegar a la escuela, el pensar demasiado en esas cosas solo lo ponía de mal humor.

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-Muchachos, quiero que sobre sus escritorios solamente tengan lápices, borrador y sacapuntas, a cualquier alumno que se le sorprenda con aparatos electrónicos de cualquier tipo, mirando hacia sus compañeros o intentando comparar las respuestas de los exámenes con sus compañeros se le anulara la prueba inmediatamente sin ninguna excepción ni excusa, buena suerte – decía de manera intimidante Yakov, pasando a través de las filas y entregándoles el cuadernillo de preguntas a los estudiantes.

Tenían exactamente cuatro horas para terminar con todas las secciones del examen, con un receso de 15 minutos por hora, pero para Yuri, esto no era ningún problema, aunque no lo pareciera, Otabek solía ser mucho más estricto y sádico con sus exámenes en las clases de repaso que le daba al rubio, por eso sentía cierta satisfacción al ver la cara de sufrimiento de sus compañeros.

-Prepárate, director, de esta no te librarás – pensó malignamente Yuri, dando por sentada su victoria al ver que sabía las respuestas de todas las preguntas que se le presentaban.

Ese día, gramática y estilismo, historia, filosofía y ciencias sociales se aseguró de pasarlas con total perfección.

El miércoles fue la misma historia, los alumnos llegaron con un aura aún más pesada que el día anterior, cada semestre era lo mismo, y estaba seguro de que los maestros sentían algún tipo de orgasmo mental cada vez que veían a un alumno ojeroso y pálido deambular hacia su siguiente sesión de “tortura”, pero, lo que si lo llenaba de un poco de preocupación, era que no había visto a Otabek para nada, normalmente el director se paseaba por las aulas aunque sea una vez al día, pero ahora ni eso, bueno, seguramente él estaría saturado de trabajo.

Así que mejor enfocó toda su atención en las pruebas de ese día: matemáticas, geografía, lengua extranjera, ciencias y economía.

La verdad, Yuri estaba un poco preocupado por su desempeño en ciencias, pues en una pregunta, pedían los niveles de valencia, cosa que olvidó por completo, vamos, puede que fuera inteligente, pero hasta a él se le complicaban algunas cosas.

De todas las malditas preguntas de los exámenes, esa fue la única que contestó al azar.

Mierda, realmente esperaba tener aunque sea un poco de suerte.

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El jueves pasó realmente tranquilo, todos los estudiantes respiraban de nuevo y ahora solamente faltaba entregar los trabajos finales y los proyectos y actividades de las clases para poder dar la calificación final al día siguiente.

-Hey, katsudon ¿De dónde rayos sacaste tantos apuntes? – preguntó Yuri con una gran gota resbalándole de la frente, fácil, ese tipo traía el doble de hojas que cualquier alumno.

-Yuuri, tienes que superar esa manía de apuntar cada mínima cosa que escuchas, Dios, ¡Me sorprende que no te hayas fracturado la espalda al cargar tantas cosas! -suspiró sonoramente Mila, viendo de manera frustrada que no tenía ni la mitad de firmas que ambos Yuri – joder, algo debe de tener el nombre “Yuri” pues son los únicos que tienen el cerebro y la fuerza para estar tan tranquilos ahora.

- ¡Oye, yo también tengo cerebro! -alegó de pronto Víctor, apareciendo de quién sabe dónde.

Yuri no tenía ni las más mínimas ganas de escuchar un nuevo escándalo protagonizado por sus compañeros, mucho menos, al ver que Georgi se acercaba peligrosamente a “defender su honor”.

Benditos audífonos y su creador, en cuanto terminaran de revisar sus trabajos, se iría corriendo de ahí.

Tenía muchas ganas de distraerse y poder eliminar la ansiedad que le causaba el día siguiente, así que, en cuanto pudiera, iría corriendo a su casa en busca de los patines que Otabek le había regalado en su cumpleaños 18 y se la pasaría el resto de la tarde en la pista de patinaje.

Pocas personas conocían la afición que Yuri sentía hacia el patinaje, y le pareció un detalle sumamente conmovedor el que Otabek se hubiera molestado en acordarse de eso y más aún, conseguirle unos patines nuevos de gran calidad.

Mejor dejar esos pensamientos de lado, sino sus compañeros se darían cuenta de lo roja que se había puesto su cara al imaginarse a Otabek en la pista de hielo.

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- ¡Chicos, ya publicaron las listas de los mejores en los exámenes! – llegó de manera apresurada Georgi al salón, para este punto, todos los alumnos estaban perdiendo el tiempo haciendo planes para las vacaciones.

Todos salieron de manera apresurada, impacientes por ver sus resultados.

Y fue en ese momento, que Yuri Plisetsky sintió que el alma se le salía del cuerpo.

Quinto lugar: Mila Babicheva.

Cuarto lugar: Jean Jaques Leroy.

Tercer lugar: Yuuri Katsuki.

Segundo lugar: Víctor Nikiforov.

No hizo falta más para sentir una sensación indescriptible en su cuerpo, así que, ignorando totalmente el escándalo protagonizado por todos, decidió salir del edificio y dirigirse de manera calmada a los jardines que había detrás del instituto… Por alguna razón sentía que un gran peso se iba de su cuerpo y unas inmensas ganas de dormir lo embargaban.

Por primera vez en todo ese tiempo, se permitió soltar una risa autentica, solo faltaban un par de horas para que las clases terminaran y él y su director rindieran cuentas por el resultado.

Primer lugar: Yuri Plisetsky.

Notas finales:

Joder, escribir esto me hizo recordar tanto los finales de semestre en la prepa :,).

No sé si en todas las escuelas el proceso de calificación sea el mismo, pero al menos en mi escuela así era, prácticamente durábamos dos días llenos de un maldito examen de bastantes hojas con secciones de cada materia, y al día siguiente se revisaban trabajos y esas cosas, y el último día de la semana se daban los resultados… Que buenas fiestas se daban ese viernes :,)

Tenía una semana entera intentando acabar esta historia, Dios, después de ver una imagen de Otabek con traje y Yuri con uniforme, mi imaginación me obligó a crear esto.

¡Chan, chan, chan! ¡¿Cómo reaccionará Otabek cuando vayan a reclamar su parte del trato?!

Maldito y sensual Yuri, te envidio tanto jaja.

Faltas de ortografía, dedazos o cosas así, mis disculpas, no confío en mis revisiones, siempre me fallan TT_TT

¿Se merece, aunque sea un review, esta humilde chica? XD

Besos.

Ann.


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