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50 Sombras de Park. (ChanBaek, BaekYeol) por firelights

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Notas del fanfic:

Esta es una adaptación de 50 sombras de Grey por E.L. James. Me encantan los libros, películas y decidí adaptarla a mi otp favorita. Por favor, si encuentran alguna falta de ortografía, discúlpenme. Espero que disfruten.

Me miro al espejo y frunzo el ceño, frustado. Qué asco de pelo. No hay manera con él. Y maldito sea Do KyungSoo, que se ha puesto enfermo y me ha metido en este lío. Tendría que estar estudiando para los exámenes finales, que son la semana que viene, pero aquí estoy, intentando hacer algo con mi cabello. No debo meterme en la cama con el pelo mojado. Recito varias veces este mantra mientras intento una vez más controlarlo con el cepillo. Me desespero, pongo los ojos en blanco, después observo al chico pálido, de pelo castaño y ojos pequeños, y me rindo. Mi única opción es usar siempre el mismo peinado y confiar en estar medio presentable. KyungSoo es mi compañero de piso, y ha tenido que pillar un resfriado precisamente hoy. Por eso no puede ir a la entrevista que había concertado para la revista de la facultad con un mega-empresario del que yo nunca había oído hablar. Así que va a tocarme a mí.
Tengo que estudiar, tengo que terminar un trabajo y se suponía que a eso iba a dedicarme esta tarde, pero no.Lo que voy a hacer esta tarde es conducir más de doscientos kilómetros hasta el centro de Seattle para reunirme con el enigmático presidente de Park Enterprises Holdings, Inc. Como empresario excepcional y principal mecenas de nuestra universidad, su tiempo es extraordinariamente valioso. —Mucho más que el mío.

Pero ha concedido una entrevista a KyungSoo. Un bombazo, según él. Malditas sean sus actividades extraacadémicas.

KyungSoo está acurrucado en el sofá del salón.

—BaekHyun, lo siento. Tardé nueves meses en conseguir esta entrevista. Si pido que me cambien el día, tendré que esperar otros seis meses, y para entonces los dos estaremos graduados. Soy el responsable de la revista, así que no puedo echarlo todo a perder. Por favor... —Me suplica KyungSoo con voz ronca por el resfriado.
¿Cómo lo hace? Incluso enfermo está guapísimo, realmente atractivo, con su pelo rojizo perfectamente peinado y sus brillantes ojos extremadamente grandes, aunque ahora los tiene rojos y llorosos. Paso por alto la inoportuna punzada de lástima que me inspira.

—Claro que iré, KyungSoo. Vuelve a la cama. ¿Quieres una aspirina o un paracetamol?
—Un paracetamol, por favor. Aquí tienes las preguntas y la grabadora. Sólo tienes que apretar aquí. Y toma notas, luego ya transcribiré todo.
—No sé nada de él —Murmuro intentando en vano reprimir el pánico, que es cada vez mayor.
—Te harás una idea por las preguntas. Sal ya. El viaje es largo. No quiero que llegues tarde.
—Vale, me voy. Vuelve a la cama. Te he preparado una sopa para que te la calientes después.
Lo miro con cariño. Sólo haría algo así por ti, KyungSoo.
—Sí, lo haré. Suerte. Y gracias, BaekHyun. Me has salvado la vida, para variar.

Cojo el bolso, le lanzo una sonrisa y me dirijo al coche. No puedo creerme que me haya dejado convencer, pero KyungSoo es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea. Será un excelente periodista. Sabe expresarse y discutir, es fuerte, convincente y guapo. Y es mi mejor amigo. Apenas hay tráfico cuando salgo de Vancouver, Washington, en dirección a la interestatal 5. Es temprano y no tengo que estar en Seattle hasta las dos del mediodía. Por suerte, KyungSoo me ha dejado su Mercedes CLK. No tengo nada claro que pudiera llegar a tiempo con Wanda, mi viejo Volkswagen Escarabajo. Conducir la Merced es muy agradable. Piso con fuerza el acelerador, y los kilómetros pasan volando.
Me dirijo a la sede principal de la multinacional del señor Park, un enorme edificio de veinte plantas, una fantasía arquitectónica, todo él de vidrio y acero, con las palabras PARK HOUSE en un discreto tono metálico en las puertas acristaladas de la entrada. Son las dos menos cuarto cuando llego. Entro en el inmenso —y francamente intimidante— vestíbulo de vidrio, acero y piedra blanca, muy aliviado por no haber llegado tarde.

Desde el otro lado de un sólido mostrador de piedra me sonríe amablemente una chica rubia, atractiva y muy arreglada. Lleva la americana gris oscura y la falda blanca más elegante que he visto jamás. Está impecable.
—Vengo a ver al Señor Park. Byun BaekHyun, de parte de Do KyungSoo.
—Discúlpeme un momento, Señor Byun —Me dice alzando las cejas.

Espero tímidamente frente a ella. Empiezo a pensar que debería haberme puesto algunas prendas de KyungSoo en lugar de mi chaqueta azúl marino. He hecho un esfuerzo y me he puesto el único pantalón negro que tengo, mis cómodas botas marrones hasta la rodilla y un jersey azúl. Para mí ya es ir elegante. Me paso por detrás de la oreja un mechón de pelo fingiendo no sentirme intimidado.
—Sí, tiene una cita con el Señor Do. Firme aquí, por favor, Señor Byun. El último ascensor de la derecha, planta 20.
Me sonríe amablemente, sin duda divertida, mientras firmo.
Me tiende un pase de seguridad que tiene impresa la palabra VISITANTE. No puedo evitar sonreír. Es obvio que sólo estoy de visita. Desentono completamente. No pasa nada, suspiro para mis adentros. Le doy las gracias y me dirijo hacia los ascensores, más allá de los dos vigilantes, ambos mucho más elegantes que yo con su traje negro de corte perfecto.
El ascensor me traslada a la planta 20 a una velocidad de vértigo. Las puertas se abren y salgo a otro gran vestíbulo, también de vidrio, acero y piedra blanca. Me acerco a otro mostrador de piedra y me saluda otra chica rubia vestida impecablemente de blanco y negro.
—Señor Byun, ¿Puede esperar aquí, por favor? —Me pregunta señalándome una zona de asientos de piel de color blanco.
Detrás de los asientos de piel hay una gran sala de reuniones con las paredes de vídrio, una mesa de madera oscura, también grande, y al menos veinte sillas a juego. Más allá, un ventanal desde el suelo hasta el techo que ofrece una vista de Seattle hacia el Sound. La vista es tan impactante que me quedo momentáneamente paralizado. Wow.
Me siento, saco las preguntas del bolso y le echo un vistazo maldiciendo por dentro a KyungSoo por no haberme pasado una breve biografía. No sé nada del hombre al que voy a entrevistar. Podría tener tanto noventa años como treinta. La inseguridad me mortifica y, como estoy nervioso, no paro de moverme. Nunca me he sentido cómodo en las entrevistas cara a cara. Prefiero el anonimato de una charla en grupo, en la que puedo sentarme al fondo de la sala y pasar inadvertido. Para ser sincero, lo que me gusta es estar solo, acurrucado en una silla de la biblioteca del campus universitario leyendo una buena novela inglesa, y no removiéndome en el sillón de un enorme edificio de vidrio y piedra.
Suspiro. Contrólate, Byun. A juzgar por el edificio, demasiado aséptico y moderno, supongo que Park tendrá unos cuarenta años.
Un tipo que se mantiene en forma, bronceado y rubio, a juego con el resto del personal.
De una gran puerta a la derecha sale otra rubia elegante, impecablemente vestida. ¿De dónde sale tanta rubia inmaulada?
Parece que las fabriquen en serie. Respiro hondo y me levanto.

—¿Señor Byun? —Me pregunta la última rubia.
—Sí —Le contesto con voz ronca y carraspéo—. Sí —Repito, esta vez en un tono algo más seguro.
—El Señor Park lo recibirá enseguida. ¿Quiere dejarme la chaqueta?
—Sí, gracias —Le contesto intentando con torpeza quitarme la chaqueta.
—¿Le han ofrecido algo de beber?
—Pues... no.
Vaya, ¿estaré metiendo en problemas a la rubia número uno?
La rubia número dos frunce el ceño y lanza una mirada a la chica del mostrador.
—¿Quiere un té, café, agua? —Me pregunta volviéndose de nuevo hacia mí.
—Un vaso de agua, gracias —Le contesto en un murmullo.
—Olivia, tráele al Señor Byun un vaso de agua, por favor —Dice en tono serio.
Olivia sale corriendo de inmediato y desaparece detrás de una puerta al otro lado del vestíbulo.
—Le ruego que me disculpe, Señor Byun. Olivia es nuestra nueva empleada en prácticas. Por favor, siéntese. El Señor Park lo atenderá en cinco minutos.
Olivia vuelve con un vaso de agua muy fría.
—Aquí tiene, Señor Byun.
—Gracias.
La rubia número dos se dirige al enorme mostrador. Sus tacones resuenan en el suelo de piedra. Se sienta y ambas siguen trabajando.
Quizá el Señor Park insista en que todos sus empleados sean rubios. Estoy distraído, preguntándome si eso es legal, cuando la puerta del despacho se abre y sale un afroamericano alto y atractivo, con el pelo rizado y vestido con elegancia. Está claro que no podría haber elegido peor mi ropa.
Se vuelve hacia la puerta.
—ChanYeol, ¿jugamos al golf esta semana?
No oigo la respuesta. El afroamericano me ve y sonríe. Se le arrugan las comisuras de los ojos. Olivia se ha levantado de un salto para ir a llamar al ascensor. Parece que destaca en eso de pegar saltos de la silla. Está más nerviosa que yo.
—Buenas tardes —Dice el afroamericano metiéndose en el ascensor.
—El Señor Park lo recibirá ahora, Señor Byun. Puede pasar —Me dice la rubia número dos.

Me levanto tambaleándome un poco e intentando contener los nervios. Cojo mi bolso, dejo el vaso de agua y me dirijo a la puerta entornada.
—No es necesario que llame. Entre directamente —Me dice sonriéndome.
Empujo la puerta, tropiezo con mi propio pie y caigo de bruces en el despacho.
Mierda, mieda. Qué patoso... Estoy de rodillas y con las manos apoyadas en el suelo en la entrada del despacho del Señor Park, y unas manos amables me rodean para ayudarme a levantarme. Estoy muerto de verguenza, ¡Qué torpe! Tengo que armarme de valor para alzar la vista.

 

Madre mía, qué joven es.

Notas finales:

Depende de la gente el si vuelvo a actualizar o no. Espero que puedan disfrutar el capítulo. ♥


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