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Nuestro San Valentín. por Samantha0507

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Notas del fanfic:

Los personajes de HQ no me pertenecen, son solo usados por diversion 

Notas del capitulo:

Hola, como ya saben amo esta pareja y en realidad amo este fic, como quedo, espero que les guste...

 

Recuerden que el grupo tiene un concurso y que mi bebé fic participa, se les quiere 

 

FELIZ DÍA DEL AMOR Y HABLO DE TODOS LOS TIPOS DE AMOR QUE CONOZCAN.

La primera vez que te vi, estabas rodeando a mi hermano, fue un 14 de febrero, en que simplemente Akiteru y tú aparecieron en casa, diciendo que eran pareja.

 

Aún recuerdo el rostro de mi madre, en como las lágrimas se acumularon en sus ojos, recuerdo como padre levantó su mano, en como apretó su mano, formando un puño, en como simplemente evitaste que tocara un pelo de mi hermano y como, con esa sonrisa burlesca los miraste a ambos y agregaste.

 

—Ni se le ocurra tocar a un pelo de Akiteru, él es la persona que amo y si tengo que enfrentarme a usted, lo haré. — Te paraste firme, mientras mi hermano subía las escaleras y bajaba con su bolso al hombro, sentí que el pecho se me apretaba un poco, sabiendo que me estabas quitando lo que más amaba.

 

Al año siguiente me busque una novia, pero simplemente le fui infiel el día de San Valentín y la terminé diciendo simplemente, “No me gustas, me aburres”, le rompí el corazón, recordando cómo me lo habían roto a mi años atrás.

 

Al año siguiente hice lo mismo, jugué con mi novia hasta que perdí el interés en ella, en ese cabello negro, en esos gatunos ojos que me buscaban, que me seguían con desesperación, era extraño, solo podía pensar en ti y llenarme de rabia cuando la tenía entre mis brazos.

 

En mi primer año de universidad, encontré una chica, ella era tu viva imagen y por alguna razón sentía ganas de romperla, de dañarla, de terminar por destruir cada parte de ella, por lo mismo la evite, por primera vez en mucho tiempo pude ver como mi odio había crecido, mi odio por ti me intoxicaba, mi rabia, todo me impulsaba, tú me habías quitado a mi hermano.

 

En esos 3 largos años, no pude ver a mi hermano, me era difícil salir de casa y luego de la universidad, pero ahora, podía contactarlo un poco más seguido, fue en mi segundo año de universidad que pude ir por primera vez, aún recuerdo lo mal que me sentí al ver el edificio en donde residía mi hermano, en como tú lo habías llevado a la miseria.

 

Un olor dulce y familia me llegó mientras tomaba el té con Akiteru. —Hago un pastel de fresa, a él le gusta tanto como a ti. — pero sus palabras se cortaron, cuando mi hermano comenzó a toser, llevándose las manos al pecho. — Kei, yo tengo algo que decirte…

 

Esa noche a pesar de ser San Valentín, me quedé con ustedes, vi en cómo te decías la verdad, vi también como tus negros ojos, se llenaban de lágrimas, que rápidamente terminaron escurriendo y cubriendo su rostro, mi hermano moría y de alguna forma no podía evitar culparte, Akiteru debía estar conmigo, no en ese lugar donde nada se podía hacer por él, pero a pesar de todo mi hermano no se alejó de tú lado, incluso me enteré que le pediste que volviera, que incluso lo amenazaste en terminar la relación, creo que él era el más obstinado de los dos, aunque su obstinación no fue tan poderosa como para vencer está enfermedad.

 

Te acompañé en el funeral, un año después, llevabas un traje negro y entre tus manos apretabas la foto de mi hermano, todos te culpaban, decían que si ustedes no hubiesen huido ambos estarían bien, pero sé que no es verdad, estudio medicina, sé que la enfermedad de mi hermano no tenía cura, solo un largo sufrimiento lleno de tratamientos, lleno de hospitales, lleno de soledad, eso era lo único que el dinero le podía dar, lejanía de ti y aunque el mundo no lo sepa, también sé que le diste la opción de los tratamientos, que conseguiste el dinero necesario, que tu cuerpo está agotado, es extraño, pero ni así puedo abogar por ti y defenderte, creo que es mi venganza.

 

Fui al departamento por las cosas de mi hermano, les dije a mis padres que me quedaría con ellas, pero no saqué nada que fuera de Akiteru, por el contrario tomé una de las fotos, donde te veías sonriendo, por alguna razón sabía que las cosas de Akiteru estaban en el lugar correcto.

 

Perdí contacto contigo, hasta que mientras estaba terminando mi residencia, te vi entrar en una camilla a urgencias, estabas pálido y ojeroso, no había sangre, mi turno había terminado, pero mis piernas corrieron a tú lado, todo me miraron sorprendidos, yo era callado y reservado, casi inalterable en el hospital, pero ahora, mis manos temblaban y mi pecho se apretaba, quería llorar, incluso más de lo que quise hacerlo cuando Akiteru murió.

 

Me acerqué y uno de los médicos de plan, me habló consiguiendo un simple, “familia”, haciendo que una de las enfermera me sacara, inmediatamente.

 

Miré mi teléfono, eran las dos de la mañana del 14 de febrero, tenía 6 mensajes, había quedado de cenar con ella, la chica con la que salía desde hace un tiempo, recordé entonces el anillo que descansaba en mi bolsillo, se suponía que estaría con ella, que ese San Valentía sería donde empezaría mi vida, mi familia.

 

Una de las enfermeras se me acercó, ya habías recuperado el conocimiento, no había sido nada grave, al parecer te habías quedado dormido en tú auto y habías estrellándote antes si quiera de sacarlo del estacionamiento, pero ese no era el problema, tu salud no estaba bien, te habían hecho análisis, estabas anémico, con un grado de desnutrición que no cuadraba con alguien que iba vestido como tú.

 

Nuestras miradas se cruzaron, fue un segundo, pero simplemente sonreíste y comenzaste a llorar, siempre pensé que podrías superar la muerte de Akiteru, mi familia lo hizo, yo también, pero tú, simplemente te quedaste estancado.

 

Mi vida dio un giro increíble, mi mundo cambio, mis enfoques, ahora estabas a mi cargo, no entiendo ni el motivo de mis acciones, pero simplemente me hice cargo de ti.

 

Eras un niño, la depresión te estaba matando y el cansancio te estaba carcomiendo, el pequeño departamento seguía igual, las cosas de mi hermano estaban en el mismo lugar, pero todo tenía una extraña sensación de soledad, pude entender que dejarte solo fue una pésima decisión y por un segundo fue a mi hermano a quien odie, por abandonarte en este mundo.

 

La vida fue difícil, me tomó meses sacarte nuevamente una sonrisa, necesitaste dedicación, horas y horas para traerte de vuelta, una parte de mi creía que te dejabas morir para reunirte con mi hermano, pero por mucho que te odiara, no podía dejarte a tú suerte.

 

La parte más difícil fe ver todos tus esfuerzos por salvar a Akiteru, por todo lo que trabajaste para pagarle los tratamientos, fue doloroso para mi ver que de verdad lo amabas, ver que dejaste de estudiar, que te rompiste huesos, te hiciste heridas, solo por ayudar a mi hermano, fue doloroso ver que Akiteru tenía a un hombre que lo amaba tanto y que el destino quiso que se marchara tan rápido.

 

Nunca pensé en mis sentimientos o no lo hice hasta que me pediste quedarte conmigo, el edificio en el que vivías sería demolido y no tenías el dinero para dar un pie en otro lugar, no podía negarme, habías rechazado a tu familia solo por Akiteru, debía ayudarte.

 

Pero fue sumamente doloroso, oírte llorar, oírte llamándolo, saber que a pesar que yo era quien estaba en la habitación de junto, tú solo tenías sentimientos para mi hermano, te pedí que no te fueras, pasaron los meses y te obligue a quedarte, ya estabas mejor, podías hacer una vida sin mí, pero era yo quien no podía estar sin tú presencia y aunque suene loco, esa tarde en que me enfermé, en que me subió la fiebre cuando llegue empapado luego de que mi auto no arrancara, ese día dejé el paraguas en mi maletín, esperando que tu buen corazón te obligara a cuidarme como lo hiciste con mi hermano.

 

Repetí muchas veces lo mismo, me induje el vómito o dejé de comer hasta que la fatiga terminaba por hacerme desmayar en alguna parte de la casa, pero la idea de tus cuidados, de tu preocupación por mí, parecía un sueño.

Empecé a ver reflejos de tú amor, empecé a creer que querías estar a mi lado, tenía pequeñas esperanzas de que eso tus actitudes dejaban ver pequeños gestos de amor hacía mí, cuando rozabas mis manos al tomar la misma que taza que yo en la cocina o en esas llamadas para saber si me estaba sintiendo bien, todo lo veía como una opción, como una posibilidad.

 

Simplemente me volví loco, lo sé, fue en San Valentín, que simplemente lo hice, que simplemente exploté, arruinando la bella relación que podíamos tener, con 30 años esa era nuestra última cena juntos,  me había enterado que usaste tus ahorros y conseguiste un lugar, una casa grande en la que podías vivir con una nueva pareja, así que simplemente me decidí a decirte la verdad, a confesar todo lo que pasaba por mi cabeza y obviamente por mi corazón.

 

Fue en ese casto beso, un pequeño roce entre tus labios y los míos en que comprendía, que te amo, te amo como nunca he podido amar a nadie en mi vida, que te amo desde que te vi en mi casa esa tarde, cuando tú y mi hermano enfrentaron al mundo, pero la felicidad no es para siempre, cuando me alejé vi en tus ojos la duda, la rabia y la tristeza mezcladas, ese era tu silencioso rechazo, corrí a mi cuarto y lloré en silencio el resto de la noche, te fuiste a la mañana siguiente, llevándote tus cosas, dejando el departamento vació y mi corazón roto.

 

Pero a diferencia de ti, me puse de pie, traté de continuar con mi vida o al menos esa primera semana, pero cuando mi día libre llegó, sentí la soledad de mi hogar y por primera vez en mucho tiempo no te odie, no deteste que te llevaras a mi hermano ni nada, por primera vez en mi vida fue a Akiteru a quien detesté, lo odie por conocerte antes que yo, por ser una persona tierna y dulce, por haberte enamorado con una actitud, un carácter, que yo estaba tremendamente lejos de tener.

 

Entré al cuarto que ocupaste los últimos dos año de mi vida, se veía vació sin tus cosas, sin tu presencia, pero por primera vez pude ver sobre la cama, una pequeña carta, no había sabido de ti en esos días y la idea de que fuera una carta de despedida, odiándome pasó por mi cabeza.

 

Tú y yo sabemos lo que había en el interior…tu y yo sabes que así partió nuestra historia, con esa llave, con esa carta…

 

Sabes, nunca tuve tanto miedo como el que siento mientras escribo esto, por primera vez en mucho tiempo debo decirte que tengo miedo, que sé que estoy siendo egoísta y que lo fui desde que te conocí, pero sentí que era justo que supieras la historia completa antes de que esto sea irreversible.

 

Ahora probablemente estoy de pie, en el jardín de nuestra casa, con los pocos amigos que tenemos, con un pastel de fresa como el de mi hermano y con un juez de paz, esperando a que vengas a firmar ese compromiso, a que vengas para empezar a vivir nuestra vida juntos, pero siento que existe la posibilidad que la verdad terminé por ser demasiado para ti y eso me asusta, si no sales, si simplemente decides que mi locura y mi amor es demasiado, lo comprenderé…pero espero que puedas venir a mi lado a decir tus votos y a escuchar los míos…Te amo Tetsuro…

 

Kei Tsukishima

 

El pelinegro dobló la carta y miró al jardín, Kei llevaba un traje blanco, se veía nervioso y triste, miró el reloj nuevamente, angustiado, ya era más de una hora desde que le había entregado la carta.

 

Kuroo miró su reloj y simplemente se quitó la argolla que llevaba en su mano, poniéndola sobre la mesita de noche, junto a la foto de cierto rubio.

 

Caminó en silencio, dándole la espalda al jardín, había leído miles de verdades en esas líneas y ya había tomado su decisión.

 

Kei no soportó más y entró a la casa, temiendo lo peor, encontrándose con el cuarto vació.

 

Sus “San Valentín” nunca fueron llenos de amor, nunca vinieron sin una noticia triste o una situación dolorosa de la mano y ese día no era la excepción.

 

Miró la foto de su hermano y de Kuroo que descansaba junto en la mesita de noche y en como a su lado la argolla de Tetsuro lo esperaba.

 

—Kuroo…— La frase quedó a medias cuando unos brazos lo rodearon.

 

—Ya no la necesito.

 

—Es el anillo de Akiteru.

 

—ahora en su lugar tiene que ir uno más importante, el que me une contigo Kei. — Tetsuro lo obligó a girar y agregó. — Feliz San Valentin Kei. — Kuroo besó los labios del rubio y luego miró la foto de Akiteru, susurrando un suave. — Gracias por todo.

 

 

FIN 

Notas finales:

Gracias por leer 


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