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La fotografía del demonio; Ya no importa por Mariposa23

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Notas del fanfic:

23-bueno este fic, está inspirando en la renuencia de Sebastían por tomarse una fotografía. O por respetar intacta la q le fue tomada por encargo de Ciel. Es…una suposición, romántica de porque se negaría a revelar su verdadera forma…
Mariposa: no es un trabajo lúgubre o tristón como los q solemos escribir, más bien es meloso. Digamos q 23 a esta aspirando algo de los chocolates para San Valentín. Lamentamos mucho sino es de su agrado, aun así. Gracias.

Tras muchos años después de aquella foto, q Bocchan intento tomarle, Sebastían medita en soledad. Sobre aquel recuerdo perpetuo q decidido destruir hasta las cenizas.
En aquel entonces Sebastían, admitía no encontrar las palabras adecuadas, para expresar su desagrado por esa foto. Más si era de ese tipo de cámaras.
Era algo sencillo ahora, más bien de entender.
Porque puede q probablemente fuera, la larga, larga convivencia con su amo lo q lo afectara, o q quizás todo se debía al ama de Ciel en especial, aun atorada en ese cuerpo, lo q lo confundía y mareaba con ese exquisito olor a inocencia. Ahora mismo hay, tantas, tantas cosas q podrían ser responsables para este comportamiento.
Sin embargo, ninguna razón ya importa. Porque reconoce q está en un punto sin retorno. Da igual el porqué, si ya está perdido en los hechos.
Y el hecho es q. Las fotos q captaban su verdadera esencia, no le agradaban en lo absoluto. Antes no solía, preocuparse realmente por su verdadera forma. Pero más allá de su estética de mayordomo.
…l era la encarnación del desagrado.
Porque si a su pequeño Bocchan le gustaba el calor de un cuerpo vivo, el suyo era tan frio q quemaba, y si Ciel disfrutaba, de la piel suave sobre su cuerpo. La realidad es q esa, recubierta a sus músculos, en su forma demoniaco eran un millón de astillas entre vidrios, metales y gemas, todos destinados a cortar o astillas tan solo el contacto se dieran. Era desagradable, porque era todo lo q Ciel no amaba.
Y desde q conoció a ese pequeño y arrogante mocoso, por alguna razón empezó a pensar y sobre pensar demasiado en su verdadero aspecto. Empezó a juzgarlo y por lo tanto a descalificarlo.
Porque a Ciel le gustaban ciertas cosas de él y lo sabía. A Ciel le gustaba su cabello, lo notaba cuando su pequeño amo intentaba regañarlo enredando sus manitas y esos dedos chiquititos entre sus hebras. Había ocasiones en las q esas suaves manos en vez de jalar o estrujar parecían curiosas divagando sin forma alguna sobre su testa. En su forma demoniaca tenia plumas y raíces de plantas envenenadas en vez de cabello, espinos en cierta parte del cráneo además de los prominentes cuernos conforme a su rango. A Ciel le desagradaba su altura de 1.80. Porque lo hacía sentirse más pequeño, quizá. O por q en el fondo. Le disgustaba q le gustara tanto el poder mirar por sobre el hombro y desde tan alto a otros, cuando lo cargaba. Como demonio media más de 2 metros. ¿Cuánto más podría desagradarle esa altura a Ciel?
Y no quería, no quería ser todo lo q ese pequeño amo caprichoso suyo odiaba.
Le gustaba el cuerpo q ahora tenía, porque era lo q Ciel quería.
Solo q ahora. Se siente…algo así como acabado. Porque aun q nadie lo crea o no parezca, el espíritu de un demonio en cuerpo humano, es sensible. Ahora esta como en la larga y eterna agonía de un demonio, como si muriera aun q no llegara hacerlo.
Eso lo pensaba ahora. Mirando el tétrico paisaje por la ventana.
Se encontraba sentado contra unas finas sabanas, recubriendo su desnudes, mientras le ofrecía sus pensamientos más remotos a la luna.
Repensando una y mil veces su verdadero aspecto. Enumerando las cosas por las cuales Ciel lo despreciaría. Hundiéndose en el propio abatimiento q el solía provocar a los desdichados humanos. Y probablemente así se huera quedado. De no sentir una manita. Pequeña contra su cuerpo.
Había despertado a Ciel.
Iba a disculparse, decirle algo cortes a su joven amo, algo muy al estilo de un mayordomo. Pero no tuvo la oportunidad.
Cuando esos labios infantiles, como todo en el pequeño Ciel. Lo alcanzaron antes de q articulara palabra.
C-piensas demasiado en las cosas Sebastían, claramente tienes demasiado tiempo. Si te diera más trabajo te concentrarías solo en él. Y no en lo q sea q te este…poniendo en este estado…-la voz de Ciel era algo grave, típico tono ronco después del sexo, el cuerpo del niño se enredó en el de él-lo q sea q te atormente. Ponle fin. Desata desde tu interior, ese toxico q nunca me has dejado sentir.-Ciel lo miro profundo, casi como recitando una de sus severas ordenes q tanto lo ponían, con escrutinio en sus ojos azules, rojos y fluorescentes también.-o crees q no lo eh notado aun…después de tanto y después de todo. Crees q no eh visto. Lo mucho q te contienes. Todo el tiempo. Cuando estamos alimentándonos o juntos en la cama. Nunca me has dejado ver tu lado demoniaco, más allá de tu cambio de color de ojos, y se q aun así lo maldices. El no poder tener más auto control sobre ti…no se q sea lo q realmente pase por tu cabeza Sebastían. Pero ya deberías saber…lo q pienso de ti.
Sebastián no supo entender esa conversación entre él y su amo. No pudo contestar y mucho menos acotar algo. Porque aun q Ciel fuera un terno niño. Tenía arranques de madures, como estos momentos, donde parecía incluso más viejo q el propio Sebastían.
Aquello se quedó pendiente, flotando en el aire de la incertidumbre.
Pero tiempo después cuando Ciel lo puso en abstinencia de, absolutamente todo, su paranoia con su aspecto creció. Y peso q ni siquiera su forma humana era lo suficientemente buena para Ciel.
Y en un, descabellado ataque de rabia. Huyo, con rumbo desconocido.
Comió tantas almas hasta estar empachado. Y aun molesto por toda la frustración sexual, muy muy lejos de su lugar al lado de Ciel. Se sintió libre por unos segundos, y libero su verdadera forma. La realidad de su esencia tiño el lugar en el q estaba.
Oscuro y rojo al mismo tiempo, un completo caos, de dos colores, de olores desconocidos, de sensaciones perturbadoras, y formas absorbentes y enormes cuyas formas el humano jamás había visto y nunca se atrevería a soñar si quiera.
El panorama, lo volvió un nicho, la guarida de un animal carroñero, todo sangriento y apestoso, un tipo de descomposición muy diferente a la natural, lleno de desorden y horror. El mismo era su personificación. Renegó algo más en ese estado. Hasta q sintió algo raro…como otra presencia similar a la suya. Una familiar q reconocería en cualquier lado del cosmos.
Ciel.
El pequeño diablo. Le sonreía con esos labios malditamente hermosos, en sus ojos había todo menos burla o desprecio, más bien había lujuria.
Ciel era bello incluso en el aspecto grotesco de todo demonio. Probablemente por q le robo algo de belleza al mismo cielo.
C-¿Por qué crees todo el tiempo q me romperé si usas tu verdadera fuerza conmigo? ¿Qué te hace pensar q no me agrada verte, así?.- en su tono de voz, incluso en las dudas. Parecía haber satisfacción.-Yo te escogí demonio, tome decisión.-de repente se tornó más serio su aspecto. Imponente. Como el de un verdadero opresor.-Porque cada parte de tu naturaleza era lo q yo quería. Pero me molestas cuando te escondes y te contienes, me haces sentir…impotente. Estúpido eh inútil para ti. Como si nunca hubieras dejado de verme como un simple humano…
Sebastián quería decir algo al respecto alegar por su bien, intenta cambiar de apariencia. Pero Ciel no lo debajo. Las ordenes de su amo. Ahora eran más fuertes en él, probablemente porque ambos estaban en fase y pese a ello el contrato se intensificaba, sentía a Ciel por todas partes, latiendo en él y sentía q. Lo ataban con lazos malditamente fuertes.
Lazos de amor.
Como en la palabra de dios, aun q lo de ellos fuera más bien la versión, blasfema, entre dos demonios…
Aquel fue el único momento, q en toda la existencia de Ciel. En el q la verdadera forma de Sebastían fue revelada. Era aquello mismo q se había quedado chamuscado para siempre en esa foto muy antigua q le tomaron, quedo por fin expuesto, aun q Ciel jamás lo alcanzo a ver, ahora lo hacía. Estaba expuesto a las retinas de su amo. Al juicio de la única criatura q le importaba en la faz del cielo o el infierno.
¿Esto era lo q realmente Ciel quiera?
Pues eso, se dio a entender, en los siglos venideros. Cuando desde aquella misma noche, nada, en su lecho volvió a ser igual. El sexo con sus verdaderas formas. Asido simplemente. El mejor.
Quizás se deba a q les gusta mucho la forma del otro. Sebastían aún no se explica del todo, el porqué del cómo se desarrollaron las coas. Pero ya asumió, q no tendrá todas las respuestas q desearía. Pues su amo, sigue siendo un verdadero misterio irresoluble.
Y le gusta tanto, las apariencias de Ciel. Tanto. Que casi la aman. Con amor humano. Con amor divino, q después de la caída, se les olvido a todos los demonios una vez ángeles…quizás ahora lo recordó, ahora q esta tan cerca de ese trozo de cielo q encarna Ciel.
Que sería todo esto, ya no importaba.
El hecho es q se gustaban por lo q eran, no por las máscaras q podían aparentar.
Y aun q no tuviera mucha lógica para un demonio. A Sebastían le daba una sensación parecida a la paz…
Fin

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