La noche era tranquila y los copos de nieve caían desde el cielo estrellado despacio hasta tocar el suelo tiñendo todo lentamente de blanco, ese color tan puro y tan fácil de manchar.
Dos pequeños niños iguales entre sí, de unos cuatro años de edad, jugaban alzando sus pequeñas manos intentando atrapar los copos que se deshacían al contacto con sus guantes, reían y se abalanzaban sobre la blanca nieve que lo cubría todo.
Ambos miraban el cielo, un copo cayó en la mano de uno de ellos y se miraron sonriendo, observando cómo se desasía hasta solo quedar un pequeño rastro de agua fría.
El mayor abrazo al menor quien soltó una pequeña y juguetona risa que se intensifico cuando su hermano también comenzó a reír, corrían alrededor y sus pequeñas botas se hundían en la nieve, el menor se escondía detrás de los arboles ahora manchados de blanco y su hermano lo buscaba.
Cayeron juntos en la nieve observando los copos acumularse sobre ellos, un ave negra voló en dirección hacia uno de los árboles y uno de los niños se levantó persiguiéndola, alejándose de su hermano mientras este lo observaba con una sonrisa en el rostro.
Se levantó de su posición y jugaba con sus botas haciendo figuras sobre la nieve, su sonrisa divertida desapareció sintiendo un leve ardor en el pecho que lo hizo posar una mano sobre él, pronto el dolor comenzó a envolver su pequeño cuerpo y lo obligo a arrodillarse sobre la nieve mientras una expresión asustada asomaba en su rostro, comenzó a respirar con dificultad y una punzada atravesó su pecho haciéndolo soltar un fuerte gemido de dolor apretando con fuerza su abrigo azul igual al de su hermano, giro el rostro intentando buscarlo con la mirada pero la vista se le nublo y la desesperación amenazaba con inundarlo, comenzó a toser, sentía que vomitaría en cualquier momento, llevo sus pequeñas manos a su boca cubriéndola intentando detener los espasmos que se formaban en su cuerpo con forme tosía ya que aumentaban el dolor, el líquido comenzó a salir deslizándose por su abrigo y sus guantes tiñendo el suelo, miro la nieve un hermoso color rojo la atravesaba manchándose rápidamente del profundo rojo, intento tocarlo pero una nueva punzada lo obligo a retorcerse de dolor, soltando fuertes jadeos.
Su hermano que se encontraba haciendo ángeles de nieve tras no encontrar al ave, escucho ruidos extraños y levantándose rápidamente corrió hacia su gemelo dificultándose su camino por la nieve que lo hacía hundirse a cada paso, no sabía de donde provenían esos ruidos pero algo le decía que corriera rápido. Lo busco con la mirada y lo que vio lo sorprendió. ¿Qué estaba sucediendo? Se apresuró hacia el con su pequeño rostro preocupado y vio la nieve roja que lo rodeaba asustándose, le toco el hombro lentamente y este alzo el rostro mientras se cubría con una mano tosiendo. Los ojos lilas iguales a los suyos lo miraban asustados llenos de lágrimas, le retiro la mano y la sangre recorrió su camino desde la boca y la nariz alarmándolo, lo abrazo fuertemente sin saber que hacer manchando su ropa, los copos de nieve caían sobre ellos y ambos comenzaron a temblar levemente. Grito lo más fuerte que pudo pidiendo ayuda y las lágrimas recorrieron su rostro escuchando los leves gemidos que salían de la boca de su hermano y viendo la sangre que parecía no detenerse.
Se separó de él, intentando ayudarlo a pararse pero su fuerza no era suficiente y ambos cayeron sobre la nieve hundiéndose un poco. Miro con terror a su hermano sintiéndose impotente viéndolo toser.
En una mansión cerca de donde estaban, en la enorme sala se encontraba un hombre vestido con un abrigo blanco y pantalones negros, sentado de manera elegante sobre uno de los sillones, sostenía entre sus manos un libro que dejo caer al percibir el tenue olor a sangre que comenzaba a inundar la habitación y escuchar el grito de uno de sus pequeños hijos. Se levantó rápidamente, su expresión seria y tranquila se tornó en una preocupada y asustada, corrió con su velocidad vampírica hacia ellos, no estaban muy lejos y los encontró en el interior del bosque, sintió pánico al verlos rodeados de sangre, sus ojos se enfocaron en el mayor su abrigo tenía sangre pero no era de él, miro al menor que se sostenía de los brazos de su hermano tapándose la boca con una mano mientras tosía, y el olor de su sangre inundaba el lugar. Se apresuró hacia el tomándolo rápidamente entre sus brazos cargándolo mientras tomaba al gemelo con su otro brazo y este se sujetaba de su cuello. Corrió de regreso a la mansión entrando rápidamente, deposito con cuidado a su hijo mayor en el suelo he ingresando en una de las habitaciones lo deposito suave y cuidadosamente sobre la cama, el pequeño niño lo siguió hasta la habitación viendo a su hermano y suspiro un poco, se sentía mejor al ver a su padre.
Miro a su hijo con rastros de sangre por todo el abrigo y le acaricio el cabello observándolo detenidamente y tomándolo de la cabeza con cuidado lo acerco a su cuello intentando hacer que bebiera su sangre para contrarrestar toda la que había perdido. Los diminutos colmillos se clavaron en el aferrando sus pequeñas manos al abrigo.
El niño intentaba tragar la sangre con dificultad. Todo su cuerpo dolía y apretó los ojos con fuerza, de su boca salían sin parar pequeños jadeos de dolor haciéndole difícil respirar, mientras se retorcía en la grande y suave cama. El líquido lleno su boca derramándose un poco por la comisura de sus labios, su sabor era muy fuerte y lo pasaba por su garganta quemándola un poco, el dolor tardo en disminuir pero su cuerpo comenzó a calmarse, su padre se apartó de él quitándole la ropa y limpiando los restos de sangre que cubrían su cuerpo, tosió y una pequeña cantidad de sangre salió de su boca, recibiendo una mirada sumamente preocupada, los ojos plateados se fijaron en los suyos y junto sus frentes en un pequeño abrazo que le dio calor y lo hizo relajarse.
El niño levemente mayor por apenas unos minutos miraba la escena con sus grandes ojos lilas preocupado por su hermano mientras este cerraba los ojos lentamente cansado hasta quedarse dormido, se acercó un poco inclinándose por uno de los costados de la cama.
Su padre se separó de él cubriéndolo con las sabanas y besando su frente con mucho cuidado, sintiendo que podía romperse y desaparecer en cualquier momento. Acaricio suavemente su rostro mientras sonreía de manera triste. Se levantó de la cama, vio el rostro preocupado de su otro pequeño hijo y se acercó a él acariciando y despeinando un poco su cabello, su expresión parecía preocupada y denotaba un poco de desesperación, lo tomo en brazos saliendo de la habitación.
Camino por los grandes y lujosos pasillos mientras su pequeño hijo lo abrazaba por el cuello aferrándose a él. Acaricio su espalda intentando tranquilizarlo.
-Estará bien… el estará bien no te preocupes.-
La voz se escuchó suave y tranquila para su hijo quien apretó un poco más el agarre en su abrigo, pero su mirada delataba lo que sentía en ese momento y agradeció que no pudiera verlo por la posición. Lo llevo a otra habitación abriendo la puerta y entrando en esta, depositando al niño en la cama.
-Esta vez no podrán dormir juntos hasta que el este mejor-
El menor asintió mirándolo y su padre le mostro una pequeña sonrisa, acariciando su rostro mientras retiraba el pequeño abrigo y las ropas manchadas con la sangre de su hermano para después cubrirlo con las sabanas. Comenzó a relatar alguna de esas cortas historias que les gustaban tanto a sus pequeños hasta que los ojos lilas comenzaron a cerrarse. Se levantó y salió de la habitación dirigiéndole una última mirada mientras el pequeño acomodaba su cuerpo para dormir.
Mientras caminaba por los pasillos su rostro que aparentaba tranquilidad pronto cambio, tornándose de dolor y tristeza. Cubrió su rostro con una de sus manos conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir recargándose en una de las puertas, apoyándose por unos momentos para después respirar profundamente y continuar su camino.
Llego a la sala de estar sentándose en uno de los sillones, apoyo los brazos sobre las piernas mirando el suelo cubierto por la intrincada y elegante alfombra hasta dar con el libro que había estado leyendo hace unos momentos tirado y olvidado en ese lugar. Una de las sirvientes se acercó depositando una taza de té sobre la mesa de la sala, concentro su vista en ella y la chica dio una reverencia para retirarse, tomo lentamente la taza llevándola hasta su boca temblando pero la detuvo a medio camino mirándola fijamente, no podía beberlo, no en ese momento. Sintió una presencia muy conocida para el acercarse y escucho el ruido de un carro estacionarse fuera de la mansión, dejo la taza sobre la mesa y la puerta se abrió dando paso a un hombre alto de postura fuerte, vestía un elegante traje gris oscuro con un abrigo negro cubriéndolo, su cabello ensortijado café oscuro y sus ojos heterocromaticos azul y granate lo miraron. Se levantó rápidamente acercándose a él tambaleándose un poco en el camino y este avanzo rodeándolo con sus brazos, se sujetó del abrigo negro correspondiendo el abrazo.
-Rido…-
Soltó casi como un jadeo contra su hombro y este lo apretó más contra su cuerpo.
Sabía porque su esposo se encontraba en ese estado, el olor de la sangre aún permanecía levemente en los alrededores de la mansión.
-Nuestro pequeño hijo….-
Dijo con dificultad, casi inaudible mientras las lágrimas que había estado reteniendo comenzaron a salir recorriendo su rostro.
Acaricio el plateado y largo cabello intentando tranquilizarlo.
-Está bien-
Respondió y quedaron abrazados unos minutos mientras intentaba calmarlo para después separarse, su corazón se oprimió al ver la expresión de su esposo, limpio con su mano algunas lágrimas que aun caían por su rostro desde los hermosos ojos plateados que lo miraban, tomo su rostro con una mano suavemente y alzándolo lo beso profunda y pausadamente.
-Zero… sufrió otro ataque-
Murmuro separándose del beso y mirándolo a los ojos.
Rido asintió y paso una mano sobre su cabello. Sabía a lo que se refería su esposo Zero estaba enfermo, terriblemente enfermo era un caso especial y muy extraño para que un vampiro se enfermara y la respuesta que habían recibido fue atroz. Aquella enfermedad era desconocida he incurable, iría empeorando con el tiempo hasta matarlo.
La puerta de entrada fue golpeada sutilmente y una de las sirvientas se apresuró a abrirla.
-Doctor me alegra que allá llegado-
-No hay problema-
El hombre se apresuró hacia ellos siguiéndolos por los pasillos hasta llegar a la habitación donde descansaba el menor.
Abrieron la puerta con cuidado y el hombre se acercó al niño revisándolo intentando no despertarlo, ingreso una aguja en su brazo tomando una muestra de sangre y haciéndole una seña a los padres, salieron de la habitación.
El medico sostuvo la jeringa cerca de su rostro mirándola contra la luz detenidamente.
-Su sangre parece estar bien no hay cambios, aunque el olor es ligeramente más dulce-
Ambos lo miraron seriamente y el medico cerro los ojos un momento para después abrirlos mirándolos fijamente.
- Mi respuesta sigue siendo la misma, la enfermedad que tiene es única y no sabemos cómo tratarla-
-Pero no sufría un ataque desde hace dos años-
-Recuerden que no hay cura y los ataques seguirán cada vez más frecuentes, afectándole el corazón hasta que…-
-No lo diga-
Rido lo interrumpió mirándolo mientras su esposo se aferraba a su brazo y el doctor asintió.
-Seguiremos investigando alguna manera de disminuir los ataques, sin embargo por la falta de información acerca de la enfermedad se nos ha dificultado el proceso, en cuanto logremos algún avance se lo comunicaremos-
Ambos asintieron y siguieron al doctor hasta la entrada.
Hace dos años había sido el primer ataque de Zero. Todo había comenzado con una pequeña calentura que empeoraba rápidamente y después esa tos mientras se retorcía y la sangre salía de su boca. Los doctores habían llegado rápidamente inyectándole tranquilizantes pero nada funcionaba, Rido lo hizo dormir pero siguió moviéndose un rato aun con los ojos cerrados debido al dolor. Aun recordaban esa horrible experiencia.
-¿No hay nada que podamos hacer?...Tiene que haber algo, cualquier cosa-
Rido lo miro un momento para después llevarlo hasta el sofá.
-Zein si hay alguna manera por mínima que sea la descubriré-
Acaricio su rostro.
Pocos días después y en los que Zero parecía estar mejor, llamaron a la puerta. Uno de los sirvientes se dirigió a abrirla y por esta entro un hombre alto con abrigo de piel estilo vaquero y sombrero a juego.
-Yagari-
Rido se levantó dándole la bienvenida.
-Rido cuanto tiempo-
Lo siguió a la sala donde ambos se sentaron.
-Me entere del ataque de Zero de hace unos días-
El vampiro fijo sus ojos en alguna parte y suspiro un poco.
-Fue peor que el último por lo que dijo Zein-
Yagari lo miro detenidamente.
-Rido tal vez haya alguna esperanza, desde la última vez he estado investigando en los archivos ocultos de los cazadores, me tomo bastante tiempo pero hay registros de una persona que podría tener información sobre la enfermedad al parecer es alguien bastante poderosa-
Rido lo miro sorprendido, el mismo había buscado en los documentos del comité de vampiros sin encontrar nada.
-Aún es pronto para sorprenderse, falta lo más importante que es encontrar a esta persona, se desconoce su paradero desde hace mucho tiempo.-
-Pero hay una esperanza eso es mejor que nada.-
-Déjamelo a mí, la encontrare-
Ambos se levantaron y Rido tomo su hombro presionándolo con una mano.
-Gracias amigo-
Yagari sonrió asiendo el mismo gesto con la mano para después girarse y desaparecer por la entrada.
Se escucharon pasos por el pasillo y Zein entro mirando a su esposo quien permanecía en el sofá y parecía estar pensando profundamente, se acercó a él lentamente sentándose a su lado, toco su mano y este lo miro.
-Yagari cree que puede haber una persona que conozca de la enfermedad solo hay que dar con ella-
Zein sonrió abriendo los ojos sorprendido y abrazando a su esposo.
Los días pasaban y aun no lograban encontrar algo acerca de esa persona.
Habían recibido la visita del hermano de Zein.
-Isaya, me alegra que hayas venido-
Lo abrazo siendo correspondido con una sonrisa, los ojos grises se fijaron en los plateados de Zein.
-Siento no haber podido venir antes-
Zein negó con la cabeza tocando el rostro de su hermano.
-Me alegra que hayas venido, los niños te han estado extrañando-
Isaya soltó una pequeña risa mientras sonreía y Rido se acercó saludándolo.
Los niños entraron en la habitación mirando a Isaya y corrieron hacia él.
-¡Tío!-
Gritaron ambos parándose frente a él y este se agacho a su altura escondiendo una mano atrás.
-Oh ¿Qué puede ser esto?-
Los niños se emocionaron y en su mano aparecieron dos rosas azules que sostuvo frente a sus pequeños rostros sonrientes mientras las tomaban.
-Gracias-
Soltaron ambos felices y les acaricio el cabello levantándose.
Miraban las hermosas rosas de olor dulce y las acercaron a sus pequeñas bocas, miraron un segundo a su padre y Rido asintió con una leve sonrisa. Las rosas se comenzaron a secar marchitándose hasta desaparecer. Isaya los miro.
-¿Qué tal el sabor?
-Dulce-
Hablo Zero he Ichiru asintió dándole la razón.
-Qué bueno que les gusto-
La tarde paso tranquila, Zein he Isaya hablaron mucho tiempo y al final se despidió prometiendo regresar pronto, despidiéndose de Zein con un pequeño beso en los labios.
Rido lo había estado pensando durante un tiempo contactar con su hermano y contarle acerca de la situación. Después de todo no lo había visto desde hace un tiempo. Poco después de que conoció a su esposo y entendió el riesgo que correrían se alejó de todos durante todo ese tiempo, viviendo en una hermosa y enorme mansión alejada y oculta entre las montañas, no podía arriesgar a su familia.
Recordaba la primera vez que conoció a Zein, su familia al igual que todas las familias de pura sangre, nobles y vampiros de diferentes clases, habían sido cordialmente invitados a uno de los bailes que solía celebrar la comunidad vampírica.
Se llevaría a cabo en un viejo teatro que había cerrado años atrás para evitar llamar la atención de miradas curiosas por parte de los humanos, por fuera parecía un enorme edificio descuidado y en ruinas sin embargo una vez adentro se mostraba la ostentosidad y elegancia con los techos altos de cúpulas de cristal y las finas decoraciones en las doradas paredes, figuras y adornos de intrincados grabados que daban ese toque antiguo que tanto les agradaba a los vampiros viejos. Los invitados vistiendo galas de diseñadores carísimos, el olor del perfume que flotaba dejando una estela del fragante olor tras pasar, el sonido de los tacones altos de las vampiresas que resonaban contra el mármol pulido rosando contra la tela fina de sus largos vestidos, los hombres con sus elegantes trajes negros relacionándose entre sí intentando hacer negocios con las diferentes familias. Se recargo en uno de los pilares observando a los invitados pasar con la ostentosa forma en que demostraban ser vampiros, seduciendo con la mirada y caminando coquetamente cerca de él, al entrar junto con sus hermanos y su padre podía notar todas las miradas sobre ellos, sabía que no quedaban muchos sangre pura. Fijo su vista en sus hermanos quienes bailaban sonrientes y de manera elegante mientras los que permanecían a su alrededor les hacían espacio admirándolos.
Cerró los ojos un momento, esa atmosfera podría llegar a fastidiarlo junto con la tenue luz y los susurros que llegaban hasta sus oídos, al abrir los ojos noto un poco del cabello largo de una persona pasar entrando por una puerta del otro lado de la sala. Cabello plateado pensó sonriendo, para apartarse del pilar y comenzar a avanzar bajo las miradas de los demás vampiros que no apartaban su vista de él, camino de manera elegante y firme mostrándoles una sonrisa divertida que sin embargo no era dirigida hacia ellos si no a la nueva he interesante persona que podría sacarlo de su aburrimiento momentáneo. Abrió la puerta notando la oscuridad que la envolvía y que sin embargo sus ojos de vampiro podían ver perfectamente todo alrededor incluida a la persona recargada en la pared del otro lado de la habitación que mantenía los brazos cruzados y que le miraba con un atisbo de sorpresa.
-¿Qué haces aquí? -
-Mejor dime que haces tú aquí-
Se acercó lentamente hacia él, fijándose en el hermoso y largo cabello amarrado en una coleta alta, su delicada figura envuelta en el traje negro y camisa blanca que dejaba un poco a la vista su pálido cuello, al parecer se había quitado la corbata, su rostro tan hermoso con aquellos grandes ojos de un color parecido a su cabello y que sin embargo se asemejaban a la misma luna.
-Eso no te interesa-
-No, pero creo saber la razón-
Se detuvo frente a él.
-¿Quién eres tú?-
-¿Realmente no sabes quién soy? -
-Por qué tendría que saber quién eres, niño creído-
Rido mostro una pequeña expresión de asombro, nadie jamás se atrevería a llamarlo así.
-Dime tu nombre a cambio de conocer el mío –
-No, no necesito saber tu nombre.-
Valla que su actitud era un problema, lo vio apartarse de la pared y caminar pasándolo por un lado, reacciono sujetándolo del brazo y lo volteo a ver sorprendido y enfadado, las miradas se cruzaron conectadas por segundos que parecieron eternos.
-Suéltame-
Se zafó del agarre llegando hasta la entrada y volteo a verlo una última vez molesto.
-Tus ojos… son extraños.-
Finalizo para salir de la habitación.
No podía creer lo que acababa de escuchar, comenzó a reír de manera involuntaria, nadie jamás lo había tratado de esa manera, sabía que ambos eran sangre pura y sin embargo había algo extraño en él que lo atraía, lo había sentido al acercarse. Tan interesante.
Las cosas no se quedarían así, lo buscaría y lo haría arrepentirse de sus palabras. Salió de la habitación mirando a los alrededores, sus hermanos lo miraron y se acercaron a él, permaneció en su lugar les preguntaría si lo habían visto. Se acercaron felices y Haruka lo abrazo apresándolo de uno de los brazos llamando su atención mientras su hermana reía melodiosamente.
-Alguno de ustedes…..-
Su padre se acercó a ellos posando una mano sobre su hombro interrumpiéndolo y los tres lo miraron mientras les sonreía y una pareja se acercaba a ellos, la mujer vestía un largo vestido blanco, ligeramente más largo en la parte de atrás, su cabello caía largo sobre su espalda, mientras el hombre vestía un smoking y poseía el cabello corto, lucían un hermoso aspecto iguales a todos los sangre puras, pero el cabello plateado… sonrió, no era un color de cabello muy común.
-Ellos son mis hijos, el mayor Rido, Haruka y Juri-
La pareja asintió en forma de saludo sonriendo y después sus ojos azules de él y grises de ella se fijaron en Rido.
-Es un placer, nuestros hijos no se encuentran en este momento, esperamos los conozcan durante la noche.-
-Sería muy bueno que se conocieran-
Sonrió mirándolos para después dirigir su vista a sus hijos.
Charlaron durante un rato y después siguieron hablando con su padre marchándose del lugar. Miro alrededor frente a la atenta mirada de sus hermanos, volteo a verlos un momento pero algo capto su atención, miro hacia arriba al segundo piso, en uno de los lados alejado de las personas, recargado en el barandal lo observaba, le sonrió y sus ojos se fijaron en los plateados que se sorprendieron al ser atrapados en el acto, nervioso se volteo rápidamente para no verlo notándose un ligero tono rojizo en sus mejillas. Rido sonrió dirigiéndose a las escaleras, sin perderlo de vista, pero este lo noto dando la vuelta y comenzando a bajar desde la otra escalera, ambos se detuvieron a la mitad del recorrido mirándose. Rido escucho una pequeña risa que atrajo la atención de los que se encontraban cerca del de cabello plateado, notando sus miradas insistentes molestándolo un poco, comenzó a bajar las escaleras notando como su ahora presa lo hacía también pero al terminar el recorrido y comenzar acercarse a él, este lo miro un segundo para después darle la espalda caminando rápidamente por la gran sala adentrándose en el teatro y pasando por una de las puertas, lo siguió. Desde el primer momento en que lo había visto no podía dejar de pensar en él, había algo muy poderoso que lo atraía. Abrió la puerta notando la vieja sala del teatro, los asientos rojos y desgastados que cubrían la mayor cantidad de la sala, el escenario vacío desde hacía tanto tiempo con las pesadas y desgastadas cortinas color vino, encontró lo que buscaba en uno de los asientos cercanos a las primeras filas y se acercó ocupando el asiento a su lado.
-¿Por qué me sigues?-
Pregunto sin despegar la vista del escenario.
-¿Por qué huyes?-
Lo miro fijamente con interés.
-Aun no me has dicho tu nombre-
-….Zein-
Volteo el rostro mirándolo y ambos quedaron uno frente al otro.
-Zein, mi nombre es Rido Kuran-
Sonrió acercándose hasta susurrarle en el oído.
-Un placer-
Se apartó de él notándolo nervioso y la manera en que se había inclinado hacia atrás por su acercamiento, soltó una pequeña risa que pareció molestarlo mientras se ponían ambos de pie.
-Pronto amanecerá y la fiesta terminara-
Murmuro y Rido lo tomo de un brazo sorprendiéndolo.
-Así es, pero no quiero que sea la última vez que nos veamos-
Sonrió notando el gran sonrojo que causo en sus mejillas y un leve asentimiento con la cabeza.
Después de eso se habían visto en muchas ocasiones a escondidas y en las fiestas que daban los nobles. Paso poco tiempo para que le pidiera matrimonio, pero se sorprendió al ser rechazado, la razón la entendió explicada por el mismo Zein días después y no se equivocaba al pensar que él no era un sangre pura normal al momento de conocerlo. Sonrió y arrodillándose volvió a proponerle que se casaran, esta vez recibió lo que quería un sí. Lo mantendrían en secreto de la mayor cantidad de personas como les fuera posible. Solo lo sabían su padre y los padres y el hermano de Zein ellos conocían su condición mejor que cualquiera, nadie más podía enterarse para evitar que este corriera algún riesgo. Ocuparon una de las mansiones de los Kuran, la más alejada y oculta entre las montañas fuera de la vista de todos, durante todo ese tiempo no había hablado con sus hermanos ni los había visto, la última vez había sido en la boda de Haruka y Juri que se casaban a pesar de ser hermanos, algo normal entre vampiros sangre pura para mantener la línea de sangre y no había sabido nada más que eso. Se enfocó solo en su pareja y eso les trajo a los gemelos a sus vidas, sin embargo siempre se sintió culpable de esconderse de su hermano, Juri estaba bien ella nunca le había parecido muy apegada, pero Haruka, le dolía haberle mentido y haber desaparecido. Por esa razón hace unos días había enviado un mensaje para él, solo esperaban su visita.
Después de un mes tocaron a la puerta, sabía quién era por su presencia, lo habían estado esperando, se acercó y abrió encontrándose con Haruka, sabía que cumpliría con lo que le había mandado en el mensaje y vendría solo.
Su hermano menor lo miro sorprendido y feliz acercándose rápidamente y abrazándolo, Rido correspondió sonriendo, hacia tanto tiempo que no lo veía.
-Haruka-
-Rido ¿Dónde habías estado todo este tiempo?-
-Te lo contare pero…-
Se acercó a él, quedando a poca distancia de su rostro.
-Nadie puede saberlo ni siquiera Juri-
Haruka lo miro sorprendido ¿Que era tan importante que había que ocultarlo incluso de su propia familia? Permaneció un momento en silencio y después de pensarlo asintió no muy convencido, pero si se trataba de su hermano mayor seguramente había algo importante y confiaba en él.
Rido sonrió pasando una mano sobre su cabello invitándolo a pasar. Ambos se sentaron en el gran sofá de la habitación.
-¿Por qué desapareciste sin decir nada?-
-Hay una buena razón, pero creo que será mejor verla-
Se escuchó el ruido suave de pasos acercándose desde una de las habitaciones cercanas y por la puerta entro Zein cargando un niño pequeño que se abrazaba a su cuello.
Haruka lo miro levantándose sorprendido, recibiendo una sonrisa de su parte y se fijó en él bebe que cargaba, no podía tener más de dos años, su cabello corto café rojizo y su pequeño cuerpo cubierto a la mitad por una cobija, le daba la espalda. Rido se acercó junto a ellos pasando un brazo por los hombros de su esposo y el niño se incorporó mejor alzando el rostro y viéndolo de manera seria, sus ojos azul glacial del mismo tono que uno de los ojos heterocromaticos de su hermano, el niño era un sangre pura y el parecido, entonces…
-Creo que ya lo notaste, él es mi esposo Zein-
-¿Esposo? ¿Cuándo?-
No podía creerlo, se había casado sin decirles nada.
-Poco después de que tú y Juri lo hicieran-
Zein le sonrió juntando su mejilla contra la del pequeño de manera cariñosa viéndolo, lo que lo hizo relajarse, entonces ese niño era…
-Es nuestro hijo Shiki-
-Ya veo-
Le acaricio el cabello sonriendo y el niño mostro una ligera sonrisa tocando su mano.
-Me alegro mucho por ti, pero no debiste haberlo ocultado tanto tiempo estábamos preocupados.-
Unas pequeñas voces juguetonas y pasos cortos se escucharon acercarse rápidamente entrando a la habitación dos pequeños niños gemelos iguales entre si y muy parecidos a la pareja de su hermano, con cabello plateado alborotado parecían tener alrededor de 4 años, corrían por la habitación rodeándolo, pasaron por uno de sus costados riendo estrepitosamente y uno de ellos perdió el equilibrio sujetándose a sus piernas para no caer, alzando el rostro mostrando un pequeño sonrojo y sus hermosos y grandes ojos lilas lo miraron con timidez mientras la risa de su gemelo inundaba la habitación, era hermoso tenía algo ligeramente especial que lo diferenciaba de su gemelo, acaricio su cabello tocándole el rostro y lo tomo entre sus brazos cargándolo, el pequeño se aferró de su abrigo café oscuro mirándolo cerca de su rostro mientras el otro niño era atrapado por los brazos de su padre.
-Él es Zero-
Hizo un sutil gesto con la mano señalando al niño que cargaba su hermano.
-Y él es Ichiru-
Acaricio el cabello plateado y el niño que se aferraba a su ropa soltó una risita divertida.
-También son tus hijos-
Rido asintió y su hijo se recargo en su hombro.
Haruka sonrió mirando a su hermano y a Zein.
-Son hermosos tus hijos, tu familia, entonces esa es la razón-
Asintió.
-Zein es un doncel tu sabes lo raros que son entre los vampiros, encontrar uno que sea doncel y más un sangre pura-
Lo sabía, era muy raro encontrar a alguien así seguramente si la sociedad de vampiros se enteraba de su condición le traerían muchos problemas, entendía porque su hermano los mantenía en secreto.
Rido bajo a Ichiru y Zero miro a Haruka cerca de su rostro, este entendió y sonriendo acariciando un poco su mejilla bajo el pequeño cuerpo viendo a los niños tomarse de la mano y alejarse corriendo y jugando.
-Aún hay algo que tengo que contarte y es un tema muy delicado-
Dijo de manera seria sentándose elegantemente en el sofá mientras su hermano lo miraba ocupando el asiento frente a él y Zein salía de la habitación dejándolos solos.
-Es sobre la condición de Zero, tiene una enfermedad desconocida autoinmune que de acuerdo a los doctores, la sangre se envenena lentamente a si misma atacando su corazón conforme se vuelve más dulce, los ataques llegan a su cuerpo y comienza a toser sangre, esto lo matara poco a poco. Estamos buscando una cura para esto-
Lo miro sorprendido notando su mirada de dolor fija en algún punto de la habitación. Entonces su pequeño sobrino estaba enfermo, aun podía sentir su suave piel cuando le acaricio el rostro, apretó la mano en su abrigo.
-Investigare en los documentos de la asociación-
Rido lo miro.
-Ya lo hice, no encontré nada acerca de esto-
-En los registros de los kuran tal vez encuentre algo-
-Te lo encargo-
Ambos se miraron y Haruka asintió.
-¿Cómo te va con Juri?-
-Bien-
Sonrió.
-Tenemos dos hijos, Kaname que es más grande que los gemelos y Yuki que es de su edad-
-Sería bueno verlos en alguna ocasión, intentare visitarlos pronto-
Haruka sonrió levantándose.
-Debo irme ahora, Juri me está esperando-
Rido lo imito y se acercó a él abrazándolo un poco fuerte y Haruka correspondió recargando levemente su cabeza en el hombro de su hermano.
-En cuanto sepa algo sobre Zero vendré lo antes posible-
Hablo cerca de su oído y las manos en su espalda parecieron envolverlo más, se separaron un poco mirándose y camino hacia la puerta sintiendo la mirada sobre él.
Rido se dejó caer sobre el sofá levantando el rostro y mirando al techo pensando.
Haruka cerró la puerta caminando, así es ahora tenían dos hijos desde ese día….. Había anochecido y unas constantes vibraciones se lograban sentir levemente en el aire acompañadas de un olor a hierba mojada por la lluvia que continuo durante toda la noche, los truenos resonaron iluminando el cielo y asustando a su pequeña hija que se ocultaba bajo las sabanas abrazando a su madre quien intentaba tranquilizarla, la tormenta paso dando lugar a un nuevo día, sin embargo las vibraciones en la tierra y el olor que llevaba el aire continuaban estando ahí, salió de la enorme mansión recorriendo el gran jardín que se asemejaba a un pequeño bosque cuando percibió el tenue olor a sangre y muerte, un poco exaltado lo siguió adentrándose hasta donde unos árboles formaban una barrera de enredaderas espinadas y plantas secas que se arremolinaban cubriendo algo, el olor se intensificaba conforme avanzaba atrayéndolo a descubrir su causa, aparto las plantas, las espinas rasguñaban su piel que se curaba enseguida, descubrió un ataúd de piedra en el centro con grabados de su familia en la cubierta levemente abierta de un lado mostrando la oscuridad que lo llenaba, los animales muertos tirados y esparcidos alrededor del lugar lo alteraron. Poso la mano sobre la cubierta tocando el escudo de armas y un pinchazo lo hizo retirarla al momento, la sangre salió y caía desde su mano hacia el ataúd recorriendo el sello. Las vibraciones que parecía provenir de ese lugar aumentaron considerablemente, el escudo pareció brillar y la sangre desapareció casi al mismo tiempo que su cuerpo se curaba por sí mismo, con las manos tomo la pesada cubierta y sin mucho esfuerzo la movió deslizándola, sus ojos se abrieron desmesuradamente intentando reaccionar a lo que veía, frente a él se encontraba un niño de aproximadamente 7 años de edad recostado sobre el fondo del ataúd forrado de terciopelo negro, sus rasgo eran muy parecidos a los de los Kuran, cabello castaño oscuro, piel pálida, los ojos se abrieron rápidamente mostrándolos de color borgoña muy parecido a él, lo miro levantarse y sonreírle levemente. No había duda era un vampiro sangre pura y cuando su pequeña boca se abrió explicando brevemente quien era, pareció quedarse sin oxígeno durante un momento intentando asimilar lo que decía, era un ancestro que había permanecido dormido todo este tiempo y por alguna extraña razón ahora había despertado, alguien tan importante como un ancestro, líder de la familia Kuran una de las más respetadas familias de vampiros sangre pura, ahora se encontraba frente a él en forma de niño, lo siguió hasta la casa sin pensarlo mucho y al llegar intento explicarle la situación a una muy sorprendida y alterada Juri que al igual que él, no podía creer lo que sucedía. Decidieron mantenerlo en secreto de la asociación por propias palabras del ancestro que ahora se hacía llamar Kaname, lo mantendrían como su hijo mayor ante la sociedad vampírica, Yuki lo seguía a todas partes pegándose a él, parecía estar encantada con su presencia, a Kaname no parecía importarle y comenzaba a encariñarse un poco con la niña al ser de su propia familia.
Llego a su mansión y Juri lo recibió con una sonrisa en el rostro, al entrar se encontró a uno de los miembros del consejo y amigo suyo.
-Asato Ichijo-
-Haruka un placer verte de nuevo-
Tomo su mano un momento y ambos se dirigieron a su estudio.
-Necesitamos hablar-
Ambos se sentaron de manera elegante en los sillones de piel con expresiones serias.
-El clan Kurenai se está comportando de forma extraña y algunos vampiros alrededor de ellos han desaparecido-
Lo miro recargarse en el escritorio.
-Podría ser una casualidad-
-No deberías arriesgarte, las abejas a veces se salen de su colmena sin que la reina lo autorice poniendo a las demás en peligro y haciendo que quieran destronarla de su posición. Tras la trágica muerte de tu padre y la desaparición ante la sociedad de vampiros de Rido, tu estas a la cabeza.-
Sus ojos se enfocaron un momento en la ventana distinguiendo a Kaname bajo uno de los árboles de cerezo leyendo un libro y Yuki corriendo por el jardín.
-Lo entiendo, tendré cuidado-
-Sabes que el consejo te apoya incluyéndome, pero el consejo no se moverá sin razones suficientes-
Se levantó del sillón y Haruka lo imito acompañándolo a la entrada, ambos se detuvieron un momento.
-Un nivel E.-
Menciono Ichijo, se encontraba cerca, el olor a sangre llego hasta ellos y se dirigieron rápidamente a la fuente de dónde provenía, Kaname lo había explotado causando varios hoyos en el cuerpo del nivel E conforme se acercaba y la sangre caía al suelo comenzando el cuerpo a desaparecer en fragmentos azules.
No necesitaba explicación, un niño vampiro no era capaz de esa clase de poder a una edad tan temprana y apenas con tan solo un movimiento, se sintió vagamente la presencia de otro vampiro que se alejó inmediatamente.
Kaname entrecerró los ojos y Yuki se abrazó a él con miedo.
Haruka miro a Ichijo y este le regreso la mirada.
-Me encargare de que el comité no se entere de esto-
Después de decir eso se marchó. ¿Ese nivel E había sido una trampa?
El vampiro corrió intentando esconder su presencia todo lo que podía a pesar de no estar siendo perseguido no podía correr el riesgo. Llego hasta un edificio abandonado escabulléndose dentro de él, donde lo esperaba su ama, una chica de cabello gris claro del mismo color que sus ojos, de apariencia delicada que se encontraba sentada en un sillón rodeada de los vampiros que le servían.
Se acercó a ella realizando una reverencia y se arrodillo frente al sillón.
-Ama tenía razón el hijo de los Kuran es muy poderoso-
La chica mostro una sonrisa soltando una sutil risita, muy pronto podría llevar a cabo su plan.