No es un secreto para ellos. Empezó cómo encuentros casuales y se retorció un hábito que jamás pudieron dejar, con Lily llegando a su recinto con pretextos pocos creíbles de unos objetos extraviados, después, fueron preguntas vacías sobre su condición y que tal se le estaba pasando con su eve, otras veces eran invitaciones a tomar el té con ellos, poco a poco sin que la envidia se diera cuenta y cediendo ante eso; la presencia de Lily fue una rutina que lo llevaron a esto.
Más de un encuentro sexual se realizaba entre ellos, juegan entre ellos, le gustaba su aroma después del sexo, su cabello desordenado, su piel envuelta en sudor y cómo ambos despertaban enredados de las sábanas, por más que quisiera negarlo el menos hacía resurgir instintos que él pensaba que debería estar dormidos.
Lo atasca en el limbo, lo deja atrapado entre la coherencia y la necesidad de saciarlos. Cada noche que pasa a su lado, es una invitación a una necesidad incontrolada.
Bueno, no le importa.
Jeje aplastó el cuerpo de la lujuria contra la pared. Aún sobre el rabillo de la bolsa, puede mirarlo mejor, se preguntó si uso demasiada fuerza, ligeramente se preocupó, sin embargo, los labios del eve de la lujuria se atrevieron a callar las muecas de angustia. Ahorita ya no importa nada más que el calor que incrementa
La envidia tiene a Lily contra la pared con la parte de su pecho rozándose con el torso desnudo del rubio, están tan cerca que él siente el vaiven precipitado de su pecho. Él no puede verlo, puesto que su rostro ha sido escondido tras la bolsa de papel triste que él lleva en el medio, se aproximó a al servamp y, hipnotizado por su encanto, su perfume y esas manos que bailan sobre su cuello, ciñéndolo en una prisión intoxicante. La lujuria esta arrinconado, no posee más que una camisa blanca desordenada y unos boxers negros apretados, la mano de Jeje le palpó el muslo desnudo, haciendo que su pierna izquierda se elevará un poco al rodear su cintura, no se apresuran, tiene todo el tiempo del mundo de su lado. El mundo podrá girar, pero para ellos dejo de existir.
Jeje se inclinó, el aliento del menor le pegó contra la mejilla, no resistiendo esos impulsivos escalofríos que golpearon en sus manos y parte de sus entrañas, atrapó esos carnosos labios que la bolsa no alcanza a proteger de todo, la risa de Lily se escabulle una vez se termina el contacto, el moreno no entiende el porqué de la risa que lo ataca, no sabe si es vergüenza o algún otro sentimiento que no puede interpretar con tanta dulzura, y lo miró en silencio mientras Lily cerraba la puerta de habitación despacio.
—Disculpa, olvidé mi cepillo de dientes soy tan torpe – rió Lily, rompiendo el hielo entre los dos, deslizando parte de su pie descalzo por la pierna, le entrega un gesto coqueto y Jeje lo aceptó — Así que me preguntaba, ¿puedo quedarme contigo esta noche?
Al final, cede ante el deseo que él le provoca, Jeje vuelve a recorrer parte del muslo hasta llegar a la ropa interior oscura que empieza a bajar sin disimulo, su tacto es tan caliente que le quema, siente la piel de Lily y sus manos se pueden derretir hasta mañana, no planeó dejarlo ir esta noche, marcaría a la lujuria, Lily siempre le entrega y sabe que no hay necesidad de más cuestionamientos, sin pensarlo, la pasarán demasiado cerca los dos.
La envidia sonrió por debajo de la bolsa, y asintió. Lily podría olvidar los objetos que quisiera, a él no le importa.