Una vez más el ojiazul intentó recordar aquel rostro. Sin embargo solo consiguió que su cabeza comenzará a dolerle otra vez. Después de todo habían pasado unos 6 años o talvez más.
Después de la muerte de su madre alguien de su familia había desaparecido. Su padre negaba su existencia, sus hermanos no sabían. Y Reiju no quería hablar. A veces creía que se estaba volviendo loco. No obstante, el quería creerle a su corazón.
Por eso había decidido el mismo irse del reino para buscarlo. Trato de vestirse de forma sencilla teniendo especial cuidado de traer una capa con sigo para ocultar su cabello rojo. Tomó provisiones, algo de dinero y una espada por si debía defenderse. Salió de noche cuando no había casi nada de vigilancia en las afueras del castillo.
Al comenzar su búsqueda tenía 14 años. Realmente no conocía el mundo fuera del castillo pero ya no soportaba esa sensación de sentirse incompleto. Debía encontrar a su alma gemela.
Al nacer en una de tus muñecas se delineaba un nombre. Y era el de la persona que estaría contigo toda tu vida. A veces algunos tardaban años en encontrarse. O en otros casos nunca lo hacían. Sin embargo, en ocasiones más afortunadas como en el caso de Niji y Yonji, no tardabas en dar con esa persona.
'No importa donde estés Sanji voy a encontrarte' Sanji eran las cinco letras que se habían dibujado en el dorso de su muñeca cuando nació. Y para el momento en que aprendió a leer. No hacía otra cosa que intrigarle. Pasó cinco años yendo de pueblo en pueblo preguntando por alguien con ese nombre. Pero la falta de información y recuerdos no ayudaban. No fueron pocas las veces que intentaron asaltarlo pero sabía defenderse bien con la espada al parecer era un talento nato, así que pudo apañárselas.
Ya se le había terminado el dinero y llevaba tres días sin comer nada. Se sentía a punto de desfallecer. De pronto vio un bote atado a un muelle y decidió subir así al menos tendría donde dormir. No tardó mucho en sumirse en un profundo sueño. Había un niño rubio más pequeño sonriendo. "¿Hermano?" "¿Me conoces?" "¿Hermano estas bien?" "¿No me oyes?" "No quería que murieses por mí"
De pronto abrió los ojos. Pero ya no estaba en el bote estaba en una cama.
"¿Oye estas bien?" Le pregunto una voz. Al levantar la vista noto a una versión crecida del niño de su sueño.
"¿Eres extranjero?. Creo que estuviste varios días sin comer. Por suerte te vimos y te trajimos aquí. Tienes suerte de que el Baratie siempre preste auxilio a los hambrientos"-le dijo el rubio con una sonrisa.
Ichiji notó como la escritura en su muñeca se sentía como si latiera.
"¿Te llamas Sanji?"
El contrario lo miró sorprendido
"Así es ¿Pero como lo sabes?"
El otro alzo su muñeca. Una sonrisa se había dibujado en sus labios.
"Te he buscado por varios años" Sentía que iba a llorar de felicidad.
Por fin lo había encontrado. Era tan hermoso. Y sus ojos y cejas eran casi idénticas a las suyas. Ya nada los separaría.
"No creo en eso de las almas gemelas"-esas palabras se clavaron como cuchillos en el pecho del mayor.
"¿Qué?"-pregunto el más alto.
"Porque a mi ya me gusta alguien"