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Mirando tus ojitos por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Yo hice esto por simple placer ujujuju

Notas del capitulo:

Holi~

Ya sé que esta pareja no es tan popular, pero hay que darle una oportunidad XD

 

 

 

Hace mucho, mucho tiempo, existía un bosque lleno de plantas. Unas grandotas y otras chiquitas. Unas de frondosas ramas y otras de pocas hojitas. En medio de todo eso, había…

 

 

—disculpe — entonces alguien levantaba la mano y llamaba la atención del niño que estaba leyendo aquel cuento — sus lentes me distraen

—¿eh? — la mirada marrón entonces repasaba a los diez niños que asistían ese día a la biblioteca — disculpa… pero no me los puedo quitar

—pero me distrae — aquella mano seguía levantada. Un niño pequeño de cabello negro y expresión calmada, protestaba — no puedo dejar de verlos

—¿nunca has visto a alguien con lentes? — sonrió divertido, el grupo de pequeños constaba de personas chiquitas que apenas tenía seis años

—no… es raro — al fin bajaba su mano y se ganaba la mirada de sus compañeros — no los puedo dejar de ver. Son muy azules

—¿cuál es tu nombre? — sonreía, no podía evitarlo.

—Otabek… Altin Otabek… o… Otabek Altin… papá lo dice de una forma y mamá lo dice al revés — explicaba con simpleza mientras se removía en su puesto

—ya veo… eres extranjero — ¿cómo no notarlo? El niño hasta estaba incómodo al sentarse en la típica pose japonesa y se removía constantemente. Tal vez se le entumecieron las piernas — pero hablas muy bien el idioma de aquí

—soy de Kazajistán, pero mamá es de aquí… pero sus lentes siguen distrayéndome — se quejó. El pequeño, harto de la molestia en sus pies, se sentó y extendió sus piernas, con cuidado de no tocar a otro de los niños — en mi casa nadie los usa

—¿y alguien en la calle?

—si — asintió mientras hacía una mueca y tocaba una de sus entumecidas extremidades — pero ahora estoy aquí, contigo

—Yuuri-nisan… queremos seguir escuchando el cuento — reclamaba otra de las pequeñas y el azabache mayor a todos ellos dio un leve brinquito al darse cuenta que se distrajo demasiado tiempo

—lo siento, ya continúo — decía carraspeando levemente, pero antes de seguir, miró al pequeño — lo siento Otabek-kun… pero no puedo quitármelos, los necesito para leer

—entiendo. Trataré de no verlos entonces — decía con obediencia mientras la rutina se retomaba

 

 

Yuuri tenía solo diez años, le gustaba ir a la biblioteca porque en la sección infantil había siempre un grupo de niños y una amable mujer que leía cuentos para los mismos. Pero en ese día, la muchacha se enfermó, no había quien leyera el cuento y él se ofreció. Era tímido, inseguro y hasta tenía pánico escénico, pero si era con niños pequeños creyó poder hacerlo. Con valentía aceptó la tarea, aunque no se esperaba recibir aquella pequeña crítica por parte de uno de los niños y aun así solo sonrió, pues era divertido. Le gustaba ir allí por una sola razón, por la pequeña porción de ojos que con curiosidad veían los libros. Era agradable y se sentía cómodo… por eso siguió haciéndolo

Yuuri narraba con duda al principio, pero cuando notó que nadie lo criticaría por estar haciendo eso, por el contrario, los niños sabían apreciarlo, se soltó más. Terminó haciendo gestos, sonidos, moviendo sus manos y riéndose porque los niños también lo hacían. A sus diez años se sentía completo porque logró cumplir con un objetivo trazado. Una tarde divertida, las sonrisas en recompensa y al final, hasta recibió un “gracias” en coro cuando el cuento terminó. Una reverencia fue cedida y las madres agradecían al pequeño niño de facciones finas, que con un sonrojo leve en sus redonditas mejillas, sostenía el libro entre sus brazos.

 

 

—deberías venir a hacerlo de nuevo, Yuuri-kun — sonreía la dueña de la biblioteca y el menor le respondía con un gesto similar  

—me gustaría

—entonces hazlo cada que puedas. Seguramente los niños también apreciarán el verte

—pero, ¿y la señorita que lo hace?

—no te preocupes. Ella también viene aquí por puro placer, le encantará tenerte de reemplazo de vez en cuando

 

 

La sonrisa del azabache no se borraba ante aquella noticia. Le gustaban los niños, le gustaban los libros y le gustaba también compartir sus pequeños placeres de la vida. Se despidió de todos con una reverencia, era hora de volver a su casa. Su hermana seguramente ya terminó de hacer el encargo que su mamá pidió y él la encontraría en el parque una cuadra más abajo de la biblioteca. Sentado en la banqueta balanceaba sus pies y sonreía. Fue un gran día

 

 

—¿por qué sonríes mucho? — Yuuri abrió sus ojos encontrándose con el niño de la biblioteca

—Otabek-kun — sonrió al verlo frente a él, sosteniendo un pequeño carrito de madera — sonrío porque estoy feliz

—¿y por qué?

—porque hoy conté un cuento

—ya veo — la curiosidad plasmada en ese rostro casi inexpresivo, pero a Yuuri le parecía tierno — ¿entonces no te quitarás tus lentes?

—¿tanto te molesta?

—no

—entonces, ¿por qué quieres que me los quite?

—porque quiero ver tus ojos — emitió una leve sonrisa y el mayor de ellos se sorprendió

—¿mis ojos? ¿Y eso por qué?

—porque cuando contabas el cuento, creí que brillaban… quiero ver si no estaba imaginándome cosas

—¿por eso dijiste que mis lentes te distraían?

—si… me distraen, porque no puedo ver el brillo de tus ojos

—pero mis ojos no brillan

—si lo hacen

—me los quitaré para que los veas — Yuuri entonces se paraba frente al pequeño de seis años y dejando a un lado sus lentes, se arrodillaba para estar a la altura del infante — ¿lo ves? No brillan

—si lo hacen — decía entrecerrando sus ojos y acercando su rostro al del mayor — ahí, justo ahí — apuntaba al iris

—¡atacan a mi hermano! — esa voz hizo que Yuuri saltara y por ende golpeara su frente con la del pequeño — ¡Yuuri!

—ne-san — se quejaba mientras frotaba su frente al igual que Otabek hacía con la suya — me asustaste

—¿hiciste un amigo, Yuuri? — se reía la niña más alta, quien sostenía una funda. Había hecho eso solo por asustar al par de menores, era divertido molestar a su hermanito — hola, yo soy Mari

 

 

Una plática como cualquier otra, eran apenas unos niños. La madre de Otabek se unía, se presentaban y conocían, pero la mirada del menor de todos seguía siendo insistente. Yuuri sonreía en respuesta a pesar de que ser observado se le hacía raro, pero entendía que Otabek solo tenía curiosidad, así que lo dejaba pasar. Y sin embargo había alguien quien no se quedaría así

 

 

—quiero ver ese brillo de nuevo — exigía el pequeño azabache

—¿brillo? — una madre confundida, una niña riéndose al ver como Yuuri era señalado

—¿puedo ir a ver a Yuuri-san otra vez, mamá?

—claro — aceptaba la mujer y Yuuri entonces sostenía el suéter de Mari, porque se intimidaba con la mirada de la madre sonriente — ¿vas a volver a leer un cuento para mi hijo, Yuuri-chan?

—si — susurraba mientras retrocedía un poquito para ocultarse tras de su hermana

—entonces Otabek podrá verte — sonrió y el mencionado asintió decidido

—Yuuri… creo que tienes un pretendiente — susurraba Mari, divertida mientras veía a su pequeño y tímido hermano negar — no me niegues. Ni siquiera sabes lo que es eso

—lo que dice ne-chan siempre me trae problemas, es por eso que niego

—eres malo Yuuri — se quejaba Mari con un puchero… ella no era mala, solo gustaba de molestar a su hermanito, ¿era eso algo malo?

—te aseguro que miraré ese brillo de nuevo. Te voy a demostrar que tus ojos brillan

 

 

Una afirmación, un reto, una apuesta o una condena. Yuuri no sabía cómo interpretar las palabras de aquel pequeño niño de nombre Otabek, pero tal vez con el tiempo lo entendería. 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, me gusta esta pareja y quise hacer algo bonito. ¡¡¡Esto para avisar que ya me devolvieron la compu!!!! uwuuuuuu

No perdía archivos, tengo la mayoría jajajja, así que estoy feliz. Y cuando estoy feliz, estas cosas pasan ^_^

Muchos besos a las personas que lo leyeron~


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