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Living Dolls por sunshinebunny

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Notas del fanfic:

Tenía esta idea rondando desde hacía un tiempo y por fin la eh podido asentar un poco, inicialmente sería una única historia pero creo que una vez asentadas las bases la historia se presta para un desarrollo de múltiples personajes y relaciones distintas así que veremos cómo se desenvuelve.

Según tengo entendido no hay una sola versión o set de reglas definidas para el omegaverse fuera de

1. Los Omegas tienen la facultad de concebir (quedar embarazados) y despiden ciertas feromonas que les hacen más fácil esta facultad.

2. Los Alphas pueden embarazar a cualquier persona apta para tener hijos y normalmente son los más receptivos a las feromonas liberadas por los Omegas, algo así como los animales macho de algunas especies.

3. Existen periodos de celo donde la fertilidad es obviamente mayor.

4. Los betas son una clase de categoría intermedia que puede o no tener relevancia dependiendo del autor.

En base a eso eh compuesto algunas teorías de lo que podría llegar a suceder en esa clase de universo si es que se evolucionara de un mundo normal a uno distinto como lo es el Omegaverse y espero que este primer capítulo ayude a dejar más o menos claras la manera de funcionar de este universo en mi historia, espero puedan darle una oportunidad y por favor disfruten.

P.D. Pongo todas las advertencias desde el principio para no olvidarlas después, como siempre todos los personajes pertenecen a Oda.

Con amor para mi pequeño gato gordo <3

Notas del capitulo:

Capitulo 1


Dollhouse

Capítulo 1

Dollhouse

El mundo es un lugar cruel disfrazado de justicia, ¿justicia para quién? El más alto postor por supuesto, hay millones de situaciones que nos comprueban esto, cualquier situación de la vida cotidiana podría servirnos de ejemplo para demostrar la desigualdad de las cosas, la esclavitud por ejemplo.

En un mundo donde se supone que se ha abolido por completo la esclavitud eso no es cierto para un reducido grupo de personas, nada te prepara realmente para un trato de esa índole y aunque quiera disfrazársele de privilegio las cosas que se te van enseñando, los “lujos” a los que se te obliga a acostumbrarte y los tratos que se deben de soportar desde la temprana edad de diez años son todo menos actos de bondad.

Como pequeños pajarillos entrenados para la venta del mejor postor los días en cautiverio pasan uno igual al siguiente, aprendes a cronometrar tus propios ciclos muy distintos a los de los demás, a medir la distancia entre un corte de cabello y el siguiente, entre una cita con el médico y la próxima, entre la última subasta y la que le sigue, siempre pensando ¿Cuándo será mi turno? La respuesta en realidad es simple.

A los 17 años un Omega es considerado capaz y pleno en cuanto a funciones reproductivas, apto para la venta.

A los 17…

Los registros son obligatorios para la población, la secrecía medica no aplica a esta condición que comenzó a desarrollarse a mediados del siglo pasado, al principio se creyó que un milagro había sucedido, pero como suele pasar con los “milagros” que se propagan hasta convertirse en plaga el desconocimiento y el miedo colectivo propician crímenes que de otra forma causarían escándalo.

Si tus padres son lo suficientemente considerados no te llevaran al médico nunca, aunque eso tampoco es garantía de nada, siempre puedes ser detectado por algún alfa falto de escrúpulos, a los diez se revela la naturaleza del individuo, al mismo tiempo que los primeros caracteres sexuales secundarios se empiezan a preparar para la maduración del cuerpo, tratar de huir antes de la edad de maduración plena cual si fuera una esperanza es inútil, era un dato que Sabo conocía lo bastante bien, llevaba intentando huir desde mucho antes de que el mundo le marcase como un Omega, pero incluso si lo hubiera logrado, incluso si sus padres no hubieran decidido venderle en la casa de subastas apenas se conocieran sus resultados algún cazador furtivo bien podría haberle atrapado y hacer lo mismo.

Las leyes protegen a las personas suelen estar escritas por aquellos hombres poderosos que amasan su fortuna a base de pobres eh inocentes, como suele suceder en la mayoría de los casos estas no están diseñadas para las minorías sin poder.

No falta el imbécil que intentaba hacer pasar a una chica Beta común por una Omega, como si estas tuvieran apenas más valor que las prostitutas comunes, mala suerte en verdad para aquellas chicas con ese terrible destino, porque ¿Qué había de exótico en que una mujer pudiera dar a Luz? ¿No era aquello ya lo más común y mundano? Claro que estaba aquel estado de celo que les hacía mucho más apetecibles sexualmente, claro que estaba aquel pequeño inconveniente de poder preñarles sin importar si el sexo era anal o tradicional, sí, mucho más sencillo para las familias que sufrían la maldición de tener una hembra Omega el venderles a la casa de placer más cercana donde serían tratadas con al menos cierto grado de respeto y seguridad, como prostitutas caras a las que se les podía sacar provecho hasta sus días de menopausia.

 “Omegatitis” así debían haberle llamado y buscar una cura, pero no había cura para algo con lo que se nace y no te hace daño per se, era como si alguien quisiera generar una cura para cambiar su color de piel, simplemente nacías con ello y a diferencia de muchas cosas no había hasta el momento quien quisiera invertir dinero en una operación que cambiara eso, podrían haberlo hecho pero a nadie con el poder suficiente parecía interesarle, y si había alguna cura o método desarrollado pasaría como con cualquier patente importante en el mundo, esta sería comprada solo para no ser sacada a la luz después, por que a las grandes compañías eso no les conviene.

¿De qué sirve curarte por completo si pueden desarrollar un montón de antibióticos más o menos efectivos y baratos para mantenerte a “salvo” mientras siguen lucrando contigo? Sabo no entendía como si era posible controlar el celo de los Omegas a antojo con pastillas para propiciarlo o suprimirlo no había alguna para hacerlo desaparecer por completo… probablemente la había, es más, Sabo estaba seguro que en algún lugar la había si tenías el dinero suficiente para comprarla, pero ¿Que Omega tendría esa clase de dinero? Las leyes mismas les prohibían heredar o poseer nada, una mascota no necesita poseer cosas, solo adornarse con los regalos que se les conceden.

Una pequeña pastillita (cuya venta debía estar prohibida salvo bajo receta médica) ayudaba a inducir a un estado de celo artificial, los supresores hacían justo lo contrario y en la mayoría de los casos eran demasiado caros de costear, de forma que incluso el breve descanso que la naturaleza podía brindar a un Omega quedaba en realidad a voluntad de cualquiera capaz de costearse unas estúpidas pastillas.

Hombres y mujeres por igual, de ser designados como Omegas corrían un destino por decir poco, cruel, los radicales de ultraderecha clamaban por su muerte al llamarles antinaturales y el desinterés y conformismo del resto de la población les había hecho sellar un destino inhumano.

Salud pública no tenía fondos para ver por una sección tan pequeña y marginada de la sociedad, ¿El gobierno mundial? ¡Ja!

Sin importar la edad mientras un Omega no fueran marcado cualquier Alpha y cualquier Beta (aunque estos últimos en menor medida) podía sentir deseo por ellos, y como tal, justificar cualquier crimen, si se descubría que la victima de alguna violación resultaba ser un Omega no registrado este era prácticamente culpado y obligado a una ridícula compensación por atentar contra la libre voluntad de su atacante, una forma elegante de decir que resultaba un crimen no estar registrado y no dejarte vender cual carne de ganado.

Violencia, violaciones, prostitución, crímenes pasionales que a menudo quedaban impunes o esclavitud,  esas eran las brillantes opciones de esa minoría.

El milagro que debía haber sido la concepción de otro ser humano se había transformado y distorsionado hasta convertirlo en algo bizarro, mucho más bajo incluso que los instintos animales; Los humanos que son de las pocas especies que pueden tener sexo por placer son también la única especie que podría conjeturar excusas horridas para sus crímenes y salir con la conciencia limpia.

Las formas de resguardar tu integridad como parte de esta subespecie, porque para estos días ya se consideraba a los Omegas como una subespecie, eran escasas, por no decir nulas.

Una marca no era garantía de una mejor vida pero en ocasiones ayudaba si la persona que la había hecho no era algún idiota cruel… pero la mayoría, ricos o pobres eran idiotas crueles; Marcar a un Omega era similar a comprar una casa, una transacción más o menos de por vida pero que no te forzaba a nada realmente, si tenías la suerte de haber nacido Alpha adquirías una inversión con piernas, plusvalía y todo.

Más que un gran avance para la humanidad, más que un incentivo para buscar equidad de género y derechos para cada individuo, para la legalización de los matrimonios del mismo género, para la búsqueda de una mejor sociedad más tolerante, etc; parecía que la raza humana se hubiera propuesto hacer justo lo contrario, segregar, segmentar, arrancar derechos, volverse aún más retrogradas y estúpidos, extremistas, violentos… como si solo esperasen aquel pequeño cambio para volcar todo su odio y vicios en un foco concentrado.

La población Omega se reducía con los años, ¿Y qué? Eso solo aumentaba los precios del mercado.

Si la mutación genética había sucedido en una ocasión siempre podía volver a suceder, o ser forzada a suceder… corrían rumores obscuros que en algún lugar del mundo se llevaban a cabo investigaciones para crear Omegas artificiales; Como si no bastara con una maldición de la naturaleza el hombre debía, como siempre, convertir esa maldición en algo que pudieran manejar a voluntad, siempre para mal, afortunadamente la producción en masa daña los mercados, un mundo lleno de Omegas tampoco le convenía a nadie, no si querían conservar ese malsano orden que se llevaba.

¡Alegraos! ¡Regocijaos pajarillos de las jaulas de oro y piedras preciosas! Que pronto gozaran de más privilegios y valores, quien sabe, si escaseaís lo suficiente puede que incluso las hembras Omega comiencen a tomar mayor valor.

Matar a un Omega no es un crimen mientras este esté en fuga, tampoco lo es si el Omega es de tu propiedad, después de todo ¿Quién puede decirte como tratar tus muebles o tus joyas preciosas?

Como cualquier bien precioso debe dársele un trato que maximice su valor y su belleza, las casas de subastas pues florecieron en aquel clima inhóspito para las personas marginadas como una alternativa más o menos digna a la cual entregar a tus críos y sacar un buen precio, si no había un Alpha dispuesto a cuidar de ti, si no podías conseguir que alguien de confianza te marcara y las casas de prostitución le parecían demasiado crueles a tu familia siempre podían llevarte a una casa de subasta, valla que hasta se te gratificaba por ello, era la opción más digna después de todo, Las casas de subasta solían comprar Omegas jóvenes para entrenarlos y pulirlos hasta convertirlos en perfectas muñecas de exhibición, mientras más amplia la selección de la casa de subasta mayor su prestigio, había incluso las cuales ya podían darse el lujo de rechazar Omegas que no lucieran lo suficientemente prometedores.

Ornamentos, menos que animales, simples ornamentos que lucir en pequeñas cajas de cristal reforzado de un metro por uno ochenta y dos de alto, lo suficientemente amplias para colocar un diván por si el pajarillo se cansa de revolotear por su costosa celda especialmente diseñada para los días de subasta ¿Quién será la pieza central en la colección de hoy?

Sabo no, apenas cuenta con 16 y medio, en un extremo de su prisión transparente en letras elegantes y doradas está inscrito su nombre y su edad, un contador electrónico de alta tecnología que es controlado por un computador en algún lugar desconocido para el rubio actualiza, día a día, cuanto tiempo queda para que su condena se lleve a cabo.

Si hubiera sabido que acabaría en esa situación probablemente hubiera puesto más atención a los detalles antes.

Debajo de los números dorados algunos detalles irrelevantes, “Sabo cuenta con todas sus vacunas y una salud de hierro, nunca se ha enfermado o estado en el hospital, su cuerpo se ah tonificado para ser del agrado de usted, nuestro querido cliente, es dócil y ha sido educado en literatura y lenguas, un compañero ideal de viajes, no ha sido marcado o tocado de manera sexual en ningún momento…”

Mentira, todas y cada una de esas palabras eran una mentira tras otra escrita en su jaula de cristal que mañana podía ser la jaula de cualquier otro, palabras tomadas de algún catálogo de muebles quizá,  todo creado para dar la ilusión de una compra segura, lo mismo que su rostro sonriente; Sonreír de manera agradable y sincera era una de las primera lecciones que se les enseñaba a los recién llegados y el rubio la había aprendido hacia años.

Las prendas nebulosas y joyas finas que cubrían su cuerpo de manera precarias dejaban a la imaginación solo lo justo, el joven Sabo no había estado en la última subasta, su cuerpo ahora limpio y sin cicatriz alguna hacia un mes se encontraba lleno de hematomas y suciedad, fruto de su último intento de escape, era un chico rebelde, demasiado fuerte para ser un Omega, demasiado indomable, necio, manipulador, sabía que era inútil pero casi no le quedaba tiempo, en unos meses más seria Marcado por cualquiera que tuviera el suficiente dinero y no sería una opción el negarse, no quería eso, nunca lo había querido y hasta que su destino no fuera sellado por completo no lo aceptaría, aquel rubio tenia ojos de un azul profundo que muchos visitantes juraban podían hipnotizar, un añil turbio y obscuro, no era difícil perderte en ellos, pocas veces hablaba con sus visitantes pues su lengua era mordaz, mejor guardar silencio a ser castigado innecesariamente.

Había varios tipos de castigos físicos que no dejaban marcas, no que estas fueran un problema en sí, con un pulido de cuerpo completo podía borrarse casi todo; Por supuesto que, otra clase de castigo era el aislamiento tras ser administrado una de esas estúpidas pastillas para estimular el celo, pero no era lo más común pues resultaba altamente riesgoso, más aun si las feromonas que desprendía el Omega en cuestión eran fuertes, si bien no se justifican los tratos a esta clase en particular todo odio y toda leyenda tiene su base en cierta porción de verdad, el olor que desprendían los Omegas en celo era suficiente para volver a algunos hombres locos, causando que tomaran actitudes que de otra manera no tendrían.

Habían sido llamados brujos por muchos y cazados como tales en algún momento de su historia.

Seducir a los cuidadores era tarea sencilla para un Omega, era por ello que las guardias nunca se hacían por un solo Beta, más aun, se suponía que todos los Omegas de la casa de subastas contasen con supresores administrados una vez al día, para minimizar riesgos, un Omega marcado era inútil para la casa de subastas que tanto dinero invertía en ellos y uno abusado sexualmente de manera comprobable perdía valor.

Un omega en celo era débil por definición, su cuerpo se concentraba en tratar de satisfacer sus necesidades reproductivas, olvidándose de todo lo demás, por ellos podían ser marcados y usados pero no significaba que no pudiera ser controlado de alguna manera, había planeado su nuevo escape por meses enteros, el ultimo quizá, en vano, lo sabía aun antes de intentarlo pero tenía que intentarlo, cuando no estaban en sus jaulas de presentación se les eran dadas habitaciones de lujo, con camas dignas de reyes y sobrios cortinajes, con ventanales gigantes de vidrio opaco que en realidad no permitían mirar el exterior, reforzados de barrotes de hierro forjado imposibles de romper y mil un prendas de vestir una más fina que la anterior.

Si un comprador podía costeárselo el convivir con el Omega que deseaba adquirir también estaba permitido por un módico precio equivalente a una pequeña fortuna, de manera que las instalaciones debían estar al nivel del precio, encuentros completamente controlados en ambientes de lujo que de cualquier forma no eran un desperdicio, nada de lo que estaba ahí pertenecía al Omega en turno y, cuando este fuera comprado vendría alguien más a utilizar las misma prendas de seda y chiffon, las mismas sandalias brocadas con cintas doradas que se amarraban a la pantorrilla y las mismas esmeraldas, diamantes y rubíes que los estúpidos compradores regalaban a sus próximas mascotas y que al final, cuando el Omega fuera vendido quedarían en la casa subastadora a menos  que fuera el mismo comprador quien las hubiera obsequiado a ese Omega, eh incluso entonces estaba considerado como un acto de cortesía que la casa fuera quien las conservase.

El nuevo esclavo salía por la puerta del establecimiento solo con la ropa que portaba tras ser dotado de un nada agradable collar de cuero obscuro con la marca de los Omegas, un sencillo mecanismo rastreador que garantizaba cierta seguridad a los compradores hasta llegados a la nueva residencia del Omega en sí.

Dentro de habitaciones así de ostentosas no era difícil esconder las pastillas que poco a poco, revisión con revisión Sabo había ido robando del consultorio médico, supresores para durar un año, ese sería su botín de escape ¿Y qué haría después? No importaba mucho, ya buscaría respuestas una vez en el mundo exterior, los supresores serían suficientes para que los Alphas y Betas que se dedicaban a cazar fugitivos no le encontrasen por culpa del celo, solo debía disimular su aroma con perfumes y mantener un perfil bajo, se decía que en alguna parte del país un movimiento subversivo intentaba buscar equidad para todos, si podía encontrarlos quizá tuviera alguna clase de oportunidad.

Podría haber esperado a ser comprado y entonces, quizá entonces hubiera sido más fácil escapar, pero en ese caso habría tenido que lidiar con los collares rastreadores y quien sabe qué clase de nueva seguridad, siempre a merced de que no se le marcara desde antes de salir de la casa de subastas, decían que al ser marcados el cuerpo del Omega sufría cambios que lo hacían únicamente deseable para su dueño, por ello no podía venderse a un Omega marcado, al menos eso se decía, la verdad era que se habían reportado numerosos casos de violencia y abuso a Omegas marcados, la naturaleza en toda la extensión de su sabiduría nunca condenaría a una persona a una sola maldición, como si de animales se tratase si un Alpha era mejor que otro este siempre podía reclamar aquello que no le pertenecían cual ladrón, porque al fin y al cabo una necesidad reproductiva no va ligada una afectiva y el contar con una marca no te convierte en estéril o incapaz.

Lo que en las manadas de animales y bestias es un rasgo ligado al poder, tener supremacía sobre la necesidad reproductiva de la especie, para los humanos que convierten todo en gula o lujuria queda, como la tercera falange del dedo pequeño del pie, cual vestigio evolutivo innecesario.

Ignorar los designios naturales es la naturaleza del ser humano después de todo, siempre hay una solución a las cosas, siempre hay manera de engañar a los sentidos y de sacar mayor provecho de las cosas, Alpha, Beta u Omega, si lo hubieran querido las personas bien podrían haberse olvidado de esas estúpidas etiquetas, pero una persona solo es tan valiosa como su utilidad lo permita.

Vivir en aquella casa de subastas desde antes de cumplir los once habían enseñado a Sabo que las cosas no eran tan controladas como la sociedad quería pintarlas, estar ahí no le garantizaba un destino agradable tampoco, un dueño podía ser amable y dulce y el siguiente cruel y despiadado, había aquellos que gustaban de comprarles por el mero afán de torturarlos, experimentar o degradarles como seres que habían dejado de ser humanos, usados como herramientas de diversión y placer, usados para confundir los sentidos y cuando dejaban de parecer interesantes o novedosos o agradables siempre podían ser devueltos, regalados o revendidos para continuar con aquella charada ¿Por qué? ¿Que habían hecho ellos para merecer aquel destino? Simplemente nacer y ser ellos mismos ¿Era eso suficiente para condenar a alguien?

Aparentemente sí.

No importaba tu intelecto, tu belleza, tus sueños, una vez que los exámenes médicos que se te practicaban a los 10 daban su resultado definitivo no había marcha atrás.

El destino de un Omega era la esclavitud, aun si no se le llamaba abiertamente de esa manera para no hacer mella en las frágiles conciencias del pueblo en general eso era lo que ellos eran, esclavos de una naturaleza que nunca habían deseado tener, Sabo que miraba con desinterés a las personas que desfilaban frente a su jaula de cristal aquel día era parte de esa pequeña estadística, no se preguntaba si había un dios iracundo que le castigaba por crímenes que no recordaba haber cometido, o si alguna madre naturaleza despistada no habría sabido predecir ese giro de eventos y actitudes de la más destructiva creación que tenía, veía pasar a aquellos hombres y mujeres que venían ataviados en sus mejores galas a contemplar la exhibición de esa noche, les veía detenerse frente a su cristal y dedicarle miradas burlonas o despectivas y sonreía, cual buena muñeca solo sonreía, le habían capturado saliendo de las cloacas hacia poco más de un mes, su pequeño botín se había ido por el drenaje, si tan solo hubiera conseguido noquear a aquel guardia para dejarlo fuera de combate por más tiempo probablemente lo hubiera conseguido, ahora le vigilaban aún más que antes, era casi gracioso por que aquella casa de subastas pertenecía a su familia.

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Continuara.

Notas finales:

Si han llegado hasta aqui se los agradezco mucho, los comentarios son bien recividos.

Con mucho, mucho, el triple de triple de amor, para el pequeño gato.


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